La chica del poster

¿sueño o realidad?

Llegó a casa de madrugada, a eso de las cuatro de la mañana, sudoroso y algo mareado. Había salido con los amigos a cenar y a tomar unas copas por los locales de moda de la ciudad, y la cantidad de alcohol que corría por sus venas era algo mayor de lo normal, lo suficiente para sentirse eufórico y mareado, pero no ebrio.

Entró en su casa, dejó las llaves en el recibidor, pasó a la cocina a beber agua, tenía la boca reseca de tanto alcohol y humo de tabaco. Al lavabo, un pis y una ducha, estaba completamente sudado, y quería refrescarse un poco, y despejarse para así dormir a pierna suelta hasta las tantas. Se desnudó completamente, tiró su ropa encima del cubo de la colada, encendió el agua tibia y se metió en la ducha. El agua sobre su cuerpo le relajó, y comenzó a recordar la juerga recién acabada. Habían ido a cenar a un restaurante al que acudían a menudo, mucha comida y mucho vino, como siempre, entre risas y bromas. Al salir de allí decidieron ir a un local musical al que hacía tiempo que no iban, y en el que algunos de nosotros habíamos "triunfado" en otras ocasiones. En el local habían caído unas copas más.

Allí dentro alguien comenzó a tontear con un grupito de chicas, entablando conversación y bromeando, y ellas seguían el juego. Parecía que podrían haber posibilidades, y las chavalas estaban bastante bien. Fueron a la pequeña pista del local a bailar un rato con ellas.

Con el agua cayendo sobre su espalda, se estaba empezando a excitar al recordar a la chica morena con la que había estado bailando y conversando él, en un momento en el que perdió de vista a los demás, probablemente ocupados ya con la chica de turno. Una morena de estatura normal, con el pelo corto y rasgos felinos, de amplia sonrisa y ataviada con unos pantalones y una camiseta ajustados a su cuerpo como si de un guante de goma se tratara. La chica venía equipada con curvas de vértigo, y le recordaba a la cantante que más le gustaba, de quien tenía un póster colgado en su habitación frente a su cama; una foto de la cantante en cuestión con ropa ajustada y un micrófono inalámbrico en la mano. Le excitaba aquella foto, por eso ocupaba un lugar privilegiado en su habitación, en un póster de tamaño natural.

Estaban bailando uno frente a otro, mientras pensaba en asombroso parecido de aquella chica con la cantante del póster, y ella comenzó a bailar una canción con movimientos sugerentes, meneando sus caderas de forma sensual. En un momento, y casi sin darse cuenta, tenía el culo de ella pegado a su paquete, frotándose contra él, en una aparente invitación a algo más. Él seguía este juego, convencido de que ya tenía plan para esa noche, y que todo estaba yendo de la mejor manera posible.

En esas estaban cuando aparecieron dos amigas por la pista y se acercaron a nosotros. Le dijeron algo a la chica al oído, y ella girándose y murmurando un "me tengo que ir" se marchó con ellas. Le habían dejado con las ganas, cuando la cosa parecía prometer.

"Vaya putada", pensó, y dio una vuelta por el local en busca de alguno de los amigos. No apareció nadie, así que decidió volver a casa. Eran casi las tres, y tená que buscar un taxi, tarea complicada a esas horas.

Pensaba en todo esto excitado en la ducha, y se acarició el miembro pensando en la chica, pero tras unos vaivenes desistió; estaba demasiado cansado, ya habría tiempo para pajas. Salió de la ducha, se secó, se puso pantalón corto, sin ropa interior debajo, una camiseta y se dispuso a meterse en la cama, no sin antes mirar al póster de su cantante favorita, mirándole directamente a los ojos, con el micro en su mano derecha y su mano izquierda apuntándole a él, la sonrisa en la boca y la ropa negra ajustada a su cuerpo y describiendo unas fenomenales curvas. El escote semiabierto y apretado por la ropa negra dejaba ver un canalillo sugerente que invitaba a las mayores locuras.

Se metió en su cama, observó a la mujer del póster un rato más, volviendo a examinar sus curvas y su seductora sonrisa, y apagó la luz, dispuesto a dormir una buena cantidad de horas.

Despertó sobresaltado y desorientado; le había parecido oír un ruido en la habitación, y le había despertado de un sobresalto. Encendió la luz de su mesilla para ver de dónde había salido aquel ruido. Lo primero que vio fue el póster… se quedó helado… el póster estaba allí, ¡pero ella no! Podía ver el escenario los focos y el brazo de algún músico en el fondo, pero ella no estaba. "Me ha sentado mal algo de lo que he bebido esta noche; estoy alucinando" Se levantó de la cama y se acercó al poster. ¡Aquello podía ser, ella no estaba! Escuchó un leve sonido, como el que hace la ropa cuando te mueves, y giró su cabeza en dirección al sonido… ¡Aquello no podía ser, allí estaba ella, de pie junto a la puerta de la habitación, frente a él, con la misma sonrisa en los labios, aquella ropa negra ajustada y aquel escote de vértigo. Aún tenía en su mano derecha el mismo micrófono del póster, las piernas ligeramente abiertas y firmemente apoyadas en el suelo, sobre unos tacones de aguja, de un largo eterno.

Se frotó los ojos un instante, como para despertar de aquel sueño, pero allí seguía, sonriéndole. Abrió la boca para intentar decir algo, pero ella se llevó el dedo índice hasta sus labios, indicándole que no dijera nada. Avanzó unos pasos hacia él, micrófono en mano, caminando de forma felina, elegante, y moviendo al caminar sus caderas de forma realmente sensual. Se detuvo delante de él mirándole con una sonrisa, le rodeó con sus brazos y le besó, introduciendo su lengua profundamente en su boca. Tenía un sabor dulce, exquisito. Se retiró tras un instante, y comenzó a contonearse ante él, girando hasta darle la espalda y acercando su culo hasta frotar sus curvas contra su pene, en un baile sensual. Él se estaba excitando terriblemente, su erección era más que evidente bajo su pantalón.

Ella volvió a girar, y sin dejar de sonreír lo empujó, tirándolo de espaldas sobre la cama. Él se quedó allí, inmóvil, con los ojos como platos e incapaz de reaccionar ni decir palabra alguna ante la visión de la mujer de sus sueños en un actitud terriblemente erótica y excitante. Estaba paralizado.

Mientras tanto ella comenzó a bajar la cremallera que aprisionaba su gran escote, bajándolo lentamente hasta abajo, justo por debajo de su ombligo. Lo hacía todo con sensualidad, con pausa, y sin dejar de mirarle a los ojos y sonreír. Fue despojándose del traje negro, por los hombros, y dejando al descubierto su torso. Tenía unas tetas perfectas, como él siempre había soñado, rotundas, grandes y erguidas. Sus pezones erectos parecían desafiarle directamente. Continuó bajando su traje, se despojó de sus tacones y acto seguido de lo que quedaba por retirar. Allí estaba, sonriente, bailando sensualmente, y completamente desnuda ante él. Su cuerpo era perfecto, delineado con precisión, de curvas armoniosas y deseables, era como se dice habitualmente, una diosa digna de ser adorada.

Se acercó a él, de espaldas en la cama, y comenzó a bajar su pantalón corto. Apareció su miembro erecto, tenso, y ella lo cogió con sus manos, dejando el micrófono a un lado. Se dedicó a lamerlo, acariciarlo, recorrelo con su lengua de arriba abajo, jugó con sus testículos, y finalmente lo engulló con verdadera glotonería. Ël estaba en el paraíso, babeando de placer. Ella succionaba su miembro con fruición, llevándole al máximo del placer, engullendo casi por completo su pene. Un minuto más así y se correría irremediablemente en su boca, pero no fue capaz de articular palabra.

Ella pareció adivinar que él estaba a punto, porque se detuvo, e incorporándose y se sentó a horcajadas sobre él, le despojó de su camiseta, dejándolo completamente desnudo y comenzó a besar, lamer y mordisquear sus pezones. Él por su parte intentó recorrer su cuerpo con las manos, acercándolas a sus increíbles pechos, y dedicó este tiempo a juguetear con ellos, amasarlos, sobarlos y pellizcar sus pezones. Ella acomodó sus piernas, y con una mano agarró el pene de él para ayudar a la penetración. Una vez dentro, comenzó a cabalgar sobre él, cada vez más rápido, más rápido, más rápido…, hasta que con un espasmo largo y silencioso se corrió, echando su cuerpo sobre el de él.

Unos segundos, y salió de él. Sin decir nada, se colocó a cuatro patas sobre la cama, y volviendo su cabeza le sonrió. Él no necesitó más indicaciones; se puso tras ella, y penetrándola de nuevo comenzó a bombear como un animal, desbocado y tremendamente excitado. Tras unos cuantos bombeos, ella paró, hizo que se retirara un instante, y se abrió las nalgas, ofreciendo su otro orificio de manera bastante explícita. Sin pensarlo dos veces agarró su miembro con la mano y se dispuso a introducirlo; entró sin excesivas dificultades, y comenzó a bombear de nuevo, en un movimiento de vaivén cada vez más frenético. Ella había cogido su micrófono de la cama y se lo había introducido por su sexo a modo de consolador, dándose con fuerza. Tras un breve instante, él se estaba corriendo de forma abundante e intensa en ella, y ella había tenido algún que otro espasmo más: se había vuelto a correr.

Tras un instante recuperándose, se tumbaron ambos en la cama, rendidos. Él se quedó profundamente dormido, casi sin darse cuenta, mientras la contemplaba, echada a su lado y mirando al techo con su perenne sonrisa en la cara.

Cuando despertó ya era de día, y entraba mucha luz por su ventana. Recordó lo de la noche y miró a su lado; ella no estaba. Inmediatamente dirigió su vista al póster: allí estaba ella, como cada día desde que lo compró y lo colgó en su habitación, enfundada en negro con su gran escote y apuntándole con su mano izquierda, mirándole y sonriendo. Estaba confuso." Un sueño" se dijo, "un fantástico sueño"

Al incorporarse, se dio cuenta de que estaba desnudo; sus ropas estaban tiradas al pie de la cama; a su lado, había un micrófono