La chica del pelo azul

Así es como mi vida sexual dio un giro tras abrir mi relación con mi pareja de aquel entonces. Este es el primero de una serie de relatos reales en los que quiero contaros mis experiencias en el año más sexual de mi vida.

Al final me he decidido... ¡Voy a contar mi historia! Le he estado dando muchas vueltas a contar estas cosas por aquí y he estado a punto de no hacerlo, pero el simple morbo de imaginar cuantas personas, tanto mujeres como hombres que disfrutan de ésta página se masturbarán leyendo mis anécdotas... Me pone a mil. Todas las historias que publicaré son completamente reales y ocurrieron exactamente como las cuento y en el último año y poco que para mi ha sido un despertar sexual en muchos sentidos... Sin más dilación comenzaré esta historia a la que he querido llamar "La chica del pelo azul"

En aquel momento yo estaba con una chica con la que había estado los últimos siete u ocho años. Éramos la pareja perfecta en muchos sentidos pero nuestra vida sexual era escasa... No es que no lo pasáramos bien las pocas veces que teníamos sexo, es solo que ella padecía de vaginismo y le dolía mucho al hacerlo, de modo había muchas cosas que no podíamos hacer.

Y es que para arreglarlo no es que yo precisamente gaste un tamaño normal... A ver, no me llega por las rodillas ni nada de eso, pero estoy algo por encima de la media y encima es bastante gruesa, de modo que eso no ayudaba mucho. Así que llegó el momento en el que abrimos la relación, cosa que llevábamos años hablando pero que yo no me atreví hasta entonces.

Y aquí comienza esta historia, en la casa de la montaña que tenía la familia de mi pareja, un lugar en mitad de la nada más absoluta y donde para ir a comprar cualquier cosa te tienes que ir al pueblo de al lado. Habíamos ido hasta allí para disfrutar de unos días en la montaña y celebrar el cumpleaños de mi pareja. Éramos en total cinco personas: Mar (Mi pareja), yo, David y Ainoa (Nuestros mejores amigos que mantenían una relación abierta) y Marga (Una buena amiga).

La casa tenia una piscina que se hacía la mar de apetecible con aquel horrible calor de verano, así que el primer día, poco después de dejar las maletas en su su lugar, decidimos bañarnos todos. Nos pusimos el bañador y uno tras otro fuimos bajando y metiéndonos en el agua. En un momento dado, Ainoa dijo:

-¿Y si nos bañamos todos desnudos? Aquí no nos puede ver nadie ¿No?

Al principio esto fue acogido cómo una broma y nos reímos todos pero luego Ainoa nos miró y comenzó a quitarse el bikini... Ainoa era una chica realmente guapa, tenía el pelo de color azul con un lado rapado (Siempre he sentido una terrible debilidad por el pelo de colores chillones), un cuerpo precioso que sin ser del todo delgada dejaba ver un vientre plano, un culo redondo y bonito, unas caderas preciosas y unas tetas perfectas y en su sitio, y un coño con el vello perfectamente recortado al uno.

Nos quedamos boquiabiertos... En un primer momento no supimos cómo reaccionar, hasta que su novio dijo

-¡Venga, va!

Y todos nos empezamos a quitar el bañador, dejándolos en un borde de la piscina junto con nuestra vergüenza. Para que os hagáis una idea, soy un chico de 26 años (25 en aquel entonces), mido 1.85, tengo el pelo negro y largo hasta los hombros y una barba de tipo candado. Mi cuerpo tampoco es nada del otro mundo, ni tengo músculos ni estoy demasiado gordo o demasiado delgado... Lo único que llamó la atención fue que en ese momento era el chico que la tenía más grande, lo que fue motivo de varias bromas.

Al poco tiempo comenzamos a sentirnos cómodos con nuestra desnudez. David y Ainoa se abrazaban en el agua y jugueteaban y mi pareja y Marga hablaban charlaban sentadas en el borde de la piscina. En un momento dado entré en la casa para ir a la cocina a por algo de  agua fría ya que me moría de sed. Mientras bebía escuche a alguien que entraba detrás de mi... Era Ainoa, que seguía tan desnuda como yo.

-¿Me das un vaso?- Pidió amablemente. Yo se lo di y se bebió el agua, dejando caer por la comisura de sus labios un hilo de aquel helado líquido por sus pechos, lo cual hizo que ahogara una exclamación.

-Está muy fría-dijo riendo.

Yo no me di cuenta pero creo que le estaba mirando las tetas más de lo que me imaginaba y ella debió darse cuenta, ya que cogió el vaso, aun medio lleno de agua fría, y se lo comenzó a pasar por los pechos mientras me miraba pícara. Deslizó el vaso por las oscuras aureolas y los pezones comenzaron a quedarsele visiblemente duros.

Ella se acercó a pocos centímetros de mi, miró hacia abajo y me sonrió... Al parecer sus pezones no era lo único que estaba duro, pues yo tenía una ereccion brutal que apuntaba directamente a su coño. Me miró y acerco su boca a pocos centímetros de la mía, yo hacía muchos años que no hacía nads con nadie más que mi pareja y tenía el pulso acelerado a mil por hora... Pero ella se quedó allí, me lanzó una nueva sonrisa y se marchó de nuevo a la piscina moviéndose de forma sensual al andar.

Y allí me quedé... Con el pene como una roca, con un calentón de tres pares de narices y sin poder ir a la piscina de nuevo para que mis amigos y mi pareja no me vieran así. Me fui al baño y me masturbé muy fuerte con la escena que acababa de vivir aun en mente. No tardé mucho en acabar pero la ereccion no se me pasó. Tuve que darme una ducha de agua fría apuntando hacia mi pene para conseguir que bajara.

Cuando regresé a la piscina, todo el mundo me preguntó por que había tardado tanto, les solté una excusa mientras Ainoa me miraba con una media sonrisa en los labios.

El resto del día todo fue bien, cenamos pronto y nos fuimos a dormir, cansados del viaje y de la piscina... Pero me costó dormirme pues mi cabeza no podía pensar en otra cosa más que en Ainoa...

A la mañana siguiente nos levantamos tarde, pues todos nos habíamos cansado de la noche anterior, así que Mar y David se quedaron en la cocina preparando un guiso mientras los demás ordenabamos las habitaciones. Cuando el guiso estuvo en el fuego y la casa quedó presentable volvimos a bajar a la piscina.

Esta vez nadie se puso el bañador, la vergüenza que teníamos desapareció el día anterior y todo el mundo estaba muy cómodo desnudo.

Marga, Ainoa y Mar hablaban en el borde de la piscina mientras David y yo hacíamos el tonto en el agua. No se como llegó a ocurrir esto pero cuando nos giramos Marga y Ainoa se estaban liando. El cuerpo de Ainoa se pegaba con el de Marga, aplastando el pequeño pecho de esta con sus tetas. Las dos nos miraron y sonrieron, incitandonos a venir hacia ellas... Cabe decir que mi pareja ya se estaba poniendo morada, tocándole a su vez el culo a Marga mientras se mordía el labio... David y yo ya teníamos una ereccion que ni la piscina podía disimular. Y justo cuando nos tragamos la vergüenza y decidimos unirnos a la fiesta... Se separaron entre risas

¡Esto habia sido idea de Ainoa para ponernos cachondos! Y el caso es que había funcionado. Al final nos quedamos David y yo con un calentón y la cara roja de vergüenza.

Después del baño, Ainoa y yo fregamos los platos. Yo fregaba y ella secaba. Mar se dio cuenta de que faltaban cosas para acompañar el guiso y para comer varios días, de modo que ella y David decidieron bajar en coche hasta el pueblo para comprar. Marga se les unió por que también tenia que comprar unas cosas de modo que se vistieron (Aún seguíamos desnudos después del baño) y nos dejaron a Ainoa y a mi a cargo del guiso.

En cuanto escuchamos el coche irse Ainoa y yo nos miramos con picardia.

-¿Te gusta el caramelo?- Preguntó.

-La verdad es que si, bastante- respondí sin saber a donde quería llegar.

Se acercó a la estantería de las especias dejándome una maravillosa vista de su culo y cogió se allí un bote de caramelo líquido que habíamos comprado para los desayunos. Se dio la vuelta y mirándome a los ojos puso un poco de caramelo en la yema del dedo mientras me hacía señas para que me acercara. Fui hasta ella mi boca a la suya y comencé a lamer el caramelo de sus labios, lo cual ella correspondió besando los míos.

Así nos fundimos en un beso cada vez más apasionado, mientras nos acariciabamos mutuamente, recorriendo toda la piel del otro con las manos.

Ella se apartó un poco y volviendo a poner unas gotas de caramelo en la yema de sus dedos, se los pasó por el cuello, dejando un rastro que yo fui siguiendo con la lengua. Ainoa gimió  cuando pasé con mi lengua cerca de su oreja. Cogió el bote de caramelo y se echó un chorro en sus tetas... Obediente a sus deseos bajé mi boca hasta ellas y las recorrí enteras, lamiendo cada rincón hasta dejarlas completamente limpias.

-¿Me vas a seguir chupando o me vas a follar ya?- dijo entre jadeos. A lo que yo la tomé de la mano, la llevé al comedor y le dije

-Solo un poco más.

La subí encima de la enorme mesa de madera maciza del comedor y comencé a besarla, bajando cada vez más por su vientre hasta alcanzar su bello público perfectamente recortado. Comencé a juguetear pasando mi lengua por fuera y arrancandole leves gemidos. Estaba empapada, podía sentir su cálido flujo en mi boca, su sabor... Quería más. Pasé mi lengua de abajo a arriba por entre sus labios hasta encontrar lo que estaba buscando. La textura y los gemidos de Ainoa me hicieron darme cuenta de que lo había encontrado. Comencé a lamer alrededor en movimientos circulares aumentando progresivamente el ritmo, ella me cogió del pelo y me aplastó la cara contra su coño mientras gemia de placer. Intruduje uno de mis dedos en su coño, con la yema hacia arriba y buscando esa zona rugosa de su interior. Tras encontrarla empecé a estimularla hasta que los gemidos casi se convirtieron en gritos de placer.

En un momento dado me apartó la cara de su coño, me miró con furia y me dijo

-Fóllame ya, joder.

-El caso es... Que no tengo preservativos (Dada la poca vida sexual que tenía no imaginé que los fuese a necesitar en la montaña)

Ella bufó exasperada y se metió corriendo en su habitación de donde sacó un enorme puñado de condones.

-Ponte uno y Follame de una maldita vez.- Casi parecía una súplica. De modo que me puse uno y me la llevé hasta la habitación contigua al comedor. Una vez allí, la tumbé sobre la cama y ella me agarró con sus piernas. La penetré despacio, con miedo de hacerle daño, pero ella quería más. Acabamos haciéndolo frenéticamente mientras ella acariciaba su clítoris con una mano y me arañaba la espalda con la otra. Pronto su respiración comenzó a agitarse más y más, sus uñas se clavaban en mi carne y todos sus músculos se tensaban... Nos corrimos a la vez, ella por el placer que sentía al hacerlo pero yo creo que me corrí simplemente por el placer que me daba verla correrse... Acabamos en la cama sudorosos

, jadeantes y extasiados.

Tras unos minutos así, vi que ella se levantaba, pude ver como su precioso culo desaparecía por la puerta y medio minuto después escuché su voz desde la cocina.

-¡El guiso está listo!

Esa fue el principio de mi despertar sexual, mi primera vez después de años de semi abstinencia... Y debo reconocer una cosa: Aún a día de hoy a veces me toco recordandolo. Ahora si mis lectores y lectoras me perdonan, me pasaré un rato volviendo a recordar aquel día... Gracias por leerme, pronto publicaré otra anécdota que ocurrió al día siguiente en la misma casa...