La chica del Paraiso 2
Las sorpresas llegan a mi
Desde que la tuve no la he podido olvidar, no se si fue por que me hice con su virginidad, o por que cumplí mi fantasía de estar con una chica o simplemente porque no puedo quitar de mi mente la imagen de su sonrisa al bajar del de mi coche.
Varias noches en mi cama me masturbe oliendo su pequeña ropa interior e imaginando que la tenía conmigo usando su lengua en mi vagina, pensando en aquella pollera roja sobre mi cara mientras deja sus sabrosos jugos en mi boca.
Al regresar un día de mi trabajo decidí que no quería solamente tocarme pensando en ella, quería tenerla entre mis piernas y volverla a sentir mía. Tome el mismo camino de aquella noche y la volví a encontrar en el mismo lugar.
Noté en su rostro que reconoció mi coche, al bajar el vidrio se acercó y de su boca salió un – te estaba esperando- y sin mediar palabra se subió en mi coche’
Era otra chica, si bien su cuerpo y rostro era el mismo, aquella chica tímida que había subido a mi coche la primera vez ya no estaba, había una mujer frente a mi deseosa de tener sexo, de ese que te deja exhausto pero muy feliz.
Llegamos al paraíso y se bajó rápidamente del coche e incluso entró a la habitación antes que yo.
- No sabes la cantidad de veces que me quedé esperando por ti (me dijo su dulce voz) quiero volver a sentir ese deseo que viví contigo.
Y sin mediar mas palabras se quito la ropa, volví a ver los pequeños pechos que me habían excitado tanto la primera vez que no me di cuenta de que mi cuerpo pedía a gritos el contacto con mi chica.
Ella se acercó me quitó los anteojos y me desprendió la blusa, metió sus manos dentro de ella acariciando mis pechos y yo sentía que mi vagina no paraba de pulsarme, me beso los pezones de una manera que hizo que no pudiera aguantarme más y me quitara la falda. Se puso de rodillas frente a mi corrió mi ropa interior y comenzó a besar y chupar mi vulva como loca, la tome del pelo haciendo que quedara su boca totalmente dentro de ella.
Sentí una fuerza y ganas de hacérselo con tanta furia y dejarla totalmente extasiada, pero me di cuenta de que esta vez no era yo la que iba a mandar en la cama, y la chica dulce que conocía había perdido toda su inocencia, se había convertido en una máquina del sexo.
Me tiró sobre la cama y siguió chupando mi vulva, yo estaba toda chorreada por mi excitación, cada vez que yo quería tocarla me apartaba las manos con unos golpes y me decía que esta vez ella sería quien me hiciera disfrutar. Me colocó boca abajo y levanto mis caderas, metió dos de sus dedos en mi vagina y me hizo gritar de placer, mientas pasaba su lengua por mi ano. Realmente estaba muy caliente, sentía el orgasmo a punto de salir y ella no dejaba de mover sus dedos dentro de mí, apreté mis pechos y mordía la almohada del placer.
Me tomo x los muslos y en un solo movimiento estaba boca arriba toda abierta para ella, en ese momento sus ojos y los míos se miraron fijamente, abrió sus piernas y quedamos con nuestras vulvas pegadas, el placer de sentir su humedad y calor junto a mi hizo que me mojara cada vez más. Se movía como nunca, solo se escuchaba el sonido de nuestras vulvas golpeando y el chasquido de nuestros fluidos unidos.
La sentí muy caliente, húmeda y pasional, cada vez se movía más rápido y mi orgasmo estaba cada vez más cerca, ella comenzó a gemir cada vez más fuerte y a gritar pidiendo que llegara su orgasmo, y diciendo que yo era su mami y quería complacerme. No se si fue el que me dijera mami o que estaba cada vez más chorreada que tuve un orgasmo como nunca, de esos ni con el hombre con el miembro más grande había sentido.
Las dos llegamos juntas al orgasmo, ella quedó sobre mi pecho toda sudada y realmente cansada. Sólo dijo “me encantas”.
Esta vez nos levantamos juntas, nos duchamos y nos besamos muy dulcemente debajo del agua como dos jóvenes en su primera vez. Se sentí como nunca y me encantó.
Esto era lo que estaba buscando, y no lo iba a perder.