La Chica del Experimento 2
Miranda no esperó ni un segundo a que me recuperara y no sé de dónde demonios sacó un jodido arnés, ¿Cuándo mi mujer había comprado eso? O peor aún ¿Cuándo le había comenzado a gustar ese tipo de cosas? Sinceramente estaba confundida, mi mente dibujaba diferentes escenarios de cómo había llegado eso a las manos de mi esposa.
-2-
SIGUEME LA CORRIENTE
Era sábado nuevamente, hoy no tenía ganas de salir al súper para mi monótonas actividades, mis ánimos estaban por el piso coloque el estéreo, el especial de baladas románticas no ayudaba realmente a alegrarme, me senté en el sofá a llorar a cantaros, mi relación con Miranda se estaba desmoronando pedazo a pedazo y yo no podía evitarlo. Comenzó una canción que termino de arrastrar mi sufrimiento.
-Ahora a petición de Diana Ríos la próxima canción va dedicada... Oh a su ex novio, complaciendo a nuestra radio escucha los dejamos con como duele del cantante Ricardo Arjona, disfruten. -la voz ronca del locutor invadió mis sentidos e hizo estremecerme.
Esa idiota de Diana, no la conocía pero la odiaba, ¿sería un complot que tenía el universo contra mí? Esa estúpida canción describía lo que estaba sucediendo en mi vida, así que apague el estéreo y fui a la computadora y descargue la canción. La repetí unas diez veces hasta aprenderla de memoria.
Era la repetición número veinte y estaba cantando a todo pulmón o eso intentaba.
-Te conseguí la luz del sol a medianoche Y el número después del infinito, Instalé la Osa Mayor en tu diadema y tú seguías ahí como si nada; Endulcé el agua del mar para tu sed, Te alquilé un cuarto menguante de la luna, Y como buen perdedor busqué en la cama Las cosas que el amor no resolvía. Estaba haciendo de todo menos cantar, pues el helado en mi boca combinado con mi llanto hacia mis palabras entendibles.
-Y cómo duele que estés tan lejos, Durmiendo aquí en la misma cama; Cómo duele tanta distancia, Aunque te escucho respirar Y estás a cientos de kilómetros. Y duele quererte tanto, Fingir que todo está perfecto, Mientras duele gastar la vida, Tratando de localizar, Lo que hace tiempo se perdió... -La música ese detuvo y volteé para ver que sucedía y ahí estaba Miranda al lado de la computadora.
-Gio... Yo... ¿sientes que eso estamos pasando? -apenas pude escuchar su voz. Miranda se acercó a donde estaba y me tomó de las manos.
-Sí. -gire mi vista a otro lugar, no quería que me viera llorar-, lo pienso, pero no importa, siento que la música estuviera tan fuerte, me deje llevar por... -no pude terminar de hablar porque Miranda me besó, no era un beso apasionado, tampoco lo no clasificaría en mis besos favoritos, pero que importa, volvía a sentir sus labios después de meses de espera, para mí era el mejor beso que había recibido en mi vida.
Su teléfono estaba vibrando y nos desconcentro. Nos separamos y juntamos nuestras frentes, el inoportuno teléfono seguía en lo suyo y Miranda terminó por contestarlo.
-Hola, No iré hoy Mendoza me quedaré en casa descansando --todo el tiempo que estuvo hablando por teléfono no despegó sus ojos de mi cuerpo- nos vemos el lunes, ten todo preparado, ese día voy con todo. -corto la llamada, se levantó del sofá y me tendió la mano para ayudar a levantarme.
Fuimos con nuestras manos entrelazadas hasta llegar a la habitación. Tomó aire para hablar, parecía nerviosa, me asustó un poco su actitud y luego dijo algo que no me esperaba.
-Te amo Gio, quiero hacerte el amor. -Paso saliva como si lo que estuviera diciendo le costará, pero a mí no me importó nada y me lance a sus brazos y la bese.
-También te amo con mi alma Miranda, hazme tuya todas las veces y de las maneras que quieras -me depósito en la cama con todo el cuidado que podía y se subió sobre mí y comenzó a besarme.
Al inicio solo eran besos, los besos más lentos y sentidos que me había dado, parecía que estuviera grabando cada parte de mis labios, esto parecía una despedida, por un momento mi corazón dolió literal, pero lo olvide al sentir sus labios en mi cuello, sus manos subiendo por mis muslos lentamente.
Poco a poco separó mis piernas y comenzó a dar suaves masajes a mi vagina sobre el pequeño shorts que llevaba, los gemidos salían de mi boca sin control. Subió su otra mano para acariciar uno de mis senos.
-Te amo.- decía cada vez que despegaba sus labios de una parte de mi cuerpo para besar otra.
Comenzó a bajar mis short con desesperación, de un momento a otro esa delicadeza con la que inicio se esfumó. Parecía desesperada, bajo hasta mi vagina que aun seguía cubierta con mis bragas, aspiro mi olor y comenzó a pasar su lengua sobre la tela, eso realmente era nuevo, sentía que esta mujer que estaba entre mis pierna no era mi esposa, aunque me haya pedido que hagamos el amor esto estaba muy lejos, no quería pensar que eso lo aprendió en otro lado.
Después de dejar la tela empapada de su saliva, bajo mis bragas y las tiro quien sabe adónde y ataco nuevamente, su lengua recorría completamente mi vagina hacia arriba y luego hacia abajo repitiendo ese movimiento por un tiempo, en uno de sus recorridos, iba de vuelta y se detuvo en mi clítoris, hacia pequeños círculos, le daba leves mordiscos, eso me tenía loca pero lo que terminó con mi cordura fue el momento en que lo succionaba y a la misma vez hacia pequeños círculos sobre el.
-¡Miranda! -grite al momento de llegar a mi orgasmo. Aun sentía mi sexo latiendo del fuerte orgasmo que había sentido, estaba tan sensible.
Miranda no esperó ni un segundo a que me recuperara y no sé de dónde demonios sacó un jodido arnés, ¿Cuándo mi mujer había comprado eso? O peor aún ¿Cuándo le había comenzado a gustar ese tipo de cosas? Sinceramente estaba confundida, mi mente dibujaba diferentes escenarios de cómo había llegado eso a las manos de mi esposa.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos al sentir aquel plástico deslizarse por mi cavidad vaginal, apreté mis dientes, me dolía un poco, jamás en mi vida me habían metido algo así por ahí, dolía como el infierno, realmente no lo disfrute, no se si no lo sabía usar o simplemente no me gustaba sentir esa cosa, se movía rápido como si ese pedazo de plástico fuese parte de ella. Dio un grito ahogado al llegar a su orgasmo y quedo como muerta sobre mi haciendo que el aparato ese se hundiera más en mi interior y me doliera, cuando volvió en si salió de mí y se lo quito, pude observar que de su lado también había un pedazo de platico que imaginó estaba en su vagina haciéndome deducir que era por eso que se movía como loca, para sentir también placer.
Realmente estaba dudando de que Miranda tuviera últimamente claro el concepto de hacer el amor. Después de ese día cada fin de semana se repetía lo mismo. Sexo puro y cochino sexo era el que manteníamos, yo prefería eso a que ni me determinara, un día quiso meterme esa cosa por mi cavidad anal, ese fue el momento en que deje mi pasividad y le dije que no, las consecuencias fueron que dejo de pasar el fin de semana conmigo, no me dirige la palabra y sale por las mañana antes que yo despierte.
Hoy era una de esas mañanas, lo peor de todo es que era mi cumpleaños. Por primera vez desde que estábamos juntas ella no lo recordó o simplemente lo ignoró. Me levante, hice mi rutina matutina, me vestí lo más cómoda que puse unos jeans, una franela blanca con unas letras rojas que decían "out" le hice dos dobles en las mangas, mis converse blancas y baje para preparar algo de comer. Tosté un poco de pan y le puse mermelada de fresa, me serví un poco de jugo de naranja, deje todo limpio y salí del apartamento.
Iba caminando a la academia para un nuevo día de trabajo, cuando de la nada apreció ante mí una ráfaga de colores que se acercaba a toda velocidad sin darme tiempo de quitarme, e inevitablemente me derribó.
Al caer al piso todo el golpe los llevo mi pobre trasero, el aire abandono mi cuerpo por unos segundo, el bulto de carne que tenía encima había caído en todo mi estómago.
-¡Amor! -dijo la chica rubia de ojos verdes que se encontraba encima de mí, realmente no me había fijado en lo que dijo cuando volvió a repetirlo, pero esta vez una morena de afro llegaba a donde estábamos y veía nuestra escena con rabia- Amor, disculpa de verdad fue tanta mi emoción al verte, no pude controlar mi velocidad, Sígueme la corriente -dijo bajito y se quitó de encima, se levantó y me tendió la mano.
-Me puedes explicar ¿Por qué alistaste corriendo como una loca al verme? Parecía que te perseguía el diablo. -dijo la morena con ambas manos en sus caderas.
-Literal era perseguida por él. -su tono de voz era un poco bajo, solo yo pude escuchar lo que decía y solté una risa por su comentario, cosa que hizo enfurecer más a la mujer frente a nosotras.
-¿Que dijiste que es tan gracioso? - su tono de voz era más fuerte que antes y la mirada que lanzó fue para matarme.
-Te presento a mi novia y futura esposa -La mujer levanto una de sus cejas al escuchar aquello y yo simplemente abrí los ojos a todo lo que daban, como se le ocurre decir semejante barbaridad, iba a objetar aquello pero vio mis intenciones, fue más rápida y me tomo de la cintura pegándome a su cuerpo- ella es Esperanza la chica que te comente mi amor -se dirigió hacia mí con una mirada de súplica.
El golpe me había dejado bruta y no coordinaba bien lo que decía.
- ¿Casarnos? ¿Esperanza? -sentí las ganas que tenia de golpearse la frente por la respuesta que había dado.
-¿Estabas huyendo de mí? -la muy idiota puso una cara de superioridad- no sabes afrontar tus problemas Paulita -no se porque me molesto que esa mujer se burlara de la chica que estaba a mi lado, creo que era lo sensible que había estado este tiempo, pero no me contuve y le dije al oído a Paula mi prometida falsa.
-Sígueme la corriente -le solté en su oído lo más bajito que pude haciéndola estremecerse- mi amor, disculpa pero ese golpe me dejó algo aturdida, como olvidar este bello anillo que me has dado como muestra de tu infinito amor hacia mí -Levanto mi mano donde estaba el anillo de compromiso que me había dado mi esposa y se lo presumo con todo el descaro del mundo, mi prometida falsa hace una mueca de sorpresa un poco graciosa que hace que quiera soltar una carcajada, pero me contengo, realmente no sirvo para fingir.
-Wow, no lo recuerdo tan grande, creo que fue la emoción del momento, sí que te amo. -hablo sin dejar de ver el anillo, y definitivamente ella tampoco sirve.
-Felicidades Paula -soltó con sus dientes apretados-, no serán capaces de negarme un cena en mi casa ¿Verdad? -la muy idiota sonrió al ver nuestras expresiones, de verdad no sé qué me pasaba ese día o no sé si sería el golpe pero no era yo la que contestaba era mi orgullo y una mujer que yo no conocía, siempre estuve bajo la manta protectora de Miranda, ahora que ya no está estoy comenzando a ver cosas de mi que no conocía.
-Solo di la hora, el día y el lugar, con mucho gusto mi futura esposa y yo asistiremos. -mi sonrisa de superioridad hizo borrar la suya pero solo por unos segundos.
-Las chicas estarán encantadas de conocer a tu futura esposa Paulita -seguía con su estúpida sonrisa guasona- esta noche sería perfecto -mi sonrisa se borró de inmediato, se acercó a Paula y le dio un beso muy cerca de los labios y se fue.
-¿Estás loca?, ¿Por qué diablos aceptaste? –chilló cuando vio a la arpía lo suficientemente lejos, la preocupación en su rostro me contagio y comencé a preocuparme también-, ella va a llevarlas a todas, ¿sabes lo que eso significa? Quiere que yo termine contigo, nos van a pedir muestras de afecto y tú estás casadisima, realmente no necesito una esposa molesta olfateándome el culo. -Caminaba a mí alrededor haciendo que me sintieran mareada.
¿Tan malo era hacerme cariñitos? Estoy demente no debería pensar en esas cosas y menos pensar en que esta grosera me toque así sea un pelo.
-¡Basta! ¡Cállate! me deje llevar ¿sí? Hoy es mi jodido cumpleaños, no sé si mi esposa me tenga una sorpresa y ahora también tengo una cena con una desconocida que se hace pasar por mi prometida para demostrarle a sus zorras de turno que no está disponibles para ellas, créeme que no estoy mejor que tú y por eso no le voy a abrir un hueco al piso ni voy a insultar a medio mundo. -estaba molesta, por su culpa estaba metida en este problema.
-Todo es tú culpa, tú aceptaste esa invitación, yo le fuese inventado cualquier tontería, pero no la señora le dijo: si di el lugar y no sé qué más tonterías -dijo mofándose de mi voz, me acerque y le di una bofetada, que se creía para hablarme de esa forma- hermoso, ahora me golpeas, ¿sabes? vamos a mi casa, necesito despejar mi mente y preparar lo que vamos a decir en esa cena. -la muy atrevida me había tomado de la mano y me llevaba arrastrando en su dirección.
-Suéltame, bruta, no iré a ningún lugar y menos contigo -la muy idiota no me soltaba y ya me comenzaba a molestar su agarre- Auxilio, me secuestran -Santo remedio la bruta me soltó.
- ¿Estás loca? Como vas a gritar eso. –Hablaba entre dientes para que no la escucharan, las personas a nuestro alrededor nos veían atentos, ella solo les devolvía una sonrisa y hacía gestos de que todo estaba bien- solo... vamos, por favor –en su voz había un tono de súplica que casi me hace caer, pero recordé que debo ir a la academia.
-Te dije que no iría a ningún lugar, debo trabajar, a comparación yo trabajo. -me di la vuelta y comencé a caminar nuevamente.
-Te acompañó. -logro llegar a donde yo estaba y caminamos juntas hasta mi trabajo.
Se sentía extraño que alguien que no fuese Miranda caminara a mi lado, aunque esa persona estuviera concentrada en su teléfono todo el camino.
-Llegamos, puedes irte. -me detuve frente a la academia.
-¿Eres profesora? -dijo mientras observaba el edificio.
-Gran descubrimiento Sherlock. Voy tarde. -Vi mi reloj y me voltee para entrar al edificio, Su mano me detuvo y sentí un pequeño cosquilleo en mi brazo.
-Tu número Einstein. -quería reír por su ocurrencia, pero me contuve y de mi bolso saque una pequeña tarjeta de presentación- Italiano, interesante, te llamó más tarde para pasarte a buscar, ¿hora de salida? -Guardo la tarjeta en uno de sus bolsillos y se me quedo mirando esperando mi respuesta.
-A las cuatro treinta, no llegues tarde si no me voy. -asintió y se fue con una gran sonrisa en sus labios.
¿Que había hecho? ¿Cómo le explicaba a Miranda que no iba a ir a casa? ¿Me tendría una sorpresa y por eso no me felicitó? Tenía tantas preguntas rondando mi mente.
Entre y salude a Gina, solo me regresó una sonrisa, estaba inspirada hablando por teléfono. Entre al salón y ahí se encontraban mis niños. El día se pasó volando, no hubo señales de vida de mi esposa. Mis clases habían terminado, al no saber nada de Miranda decidí llamarla, pero solo me respondió en un tono déspota que estaba en una reunión muy importante y que no tenía tiempo para hablar cortando la llamada sin dejarme responde ni un simple ok, luego recibí un mensaje donde ponía "no llegare esta noche".
Guarde el teléfono con rabia en el bolso y comencé a recoger las guías de la última clase. Siento unas manos tocar mi cintura, una sensación entrañan recorre mi cuerpo, me giro rápidamente con la esperanza de que sea Miranda que ha venido a sorprenderme, pero solo me encuentro con la chica del drama.
-¿Qué haces aquí? -fue lo primero que se me ocurrió decir.
-Vine a ver a mi futura esposa o mejor dicho a mi esposa. La lindura de la recepción me dejo entrar fácilmente cuando le dije que eras mi esposa. -Dijo con una gran sonrisa, idiota, como se le ocurre.
-Te prohíbo tus coqueteos con la recepcionista, por cierto ¿Y esas flores? -En una de las mesas había un hermoso jarrón con unas lindas hortensias azules.
-¡Oh! Son para ti, mi bella esposa -las tomó de la mesa y las acercó a mí, me sonroje como hace tiempo no lo hacía, definitivamente esto no me estaba gustando-, quiero que las presumas en la cena de esta noche frente a todas esas... Mujeres -el sonrojo y todo lo demás se me quitó al escuchar aquella idiotez.
-Vamos, debemos ir a mi departamento. –Mi tono molesto la desconcertó y me miro con el ceño fruncido por unos minutos y reacciono cuando había salido del salón.
–No te preocupes por eso, realmente pensé en todo –sonrió, tomo mi mano y nos dirigió hasta donde estaba su camioneta era una Toyota Rav4, lo sé por la estúpida manía de mi padre por hacer que viéramos las marcas de los autos y el que le dijera mas no comía los vegetales de ese día, mamá era la única que odiaba ese juego. Abrió la puerta trasera y pude ver una caja blanca con un lazo rojo-. Querida esposa, bueno casi esposa, me tome el atrevimiento de comprarle un vestido, vamos a mi casa y allá te cambias –Abrió la puerta del copiloto y me hizo una seña para que entrara, la observe con los ojos entrecerrados unos segundos y entre al auto.
–Abrocha tu cinturón –dijo una vez que estuvo dentro mientras cerraba la puerta.
–Mandona. –puse mis ojos en blanco y me abroche el estúpido cinturón, ella solo negó y arrancó.
Todo el camino le estuve viendo de la misma forma, ella ni me miraba, estaba concentrada en el camino, a veces hacia amagos de voltear para hablarme pero parecía que se arrepentía y seguía en lo suyo. Llegamos a una de las zonas exclusivas de la ciudad, era una de la urbanizaciones más costosas de la ciudad, habían unas lindas casas separada por grades jardines. Paula se estaciono en frente a una casa que estaba pintada diferente a las demás, esta era de color verde agua le iba a preguntar por el color y ella se adelantó a mi pregunta.
–No es mi casa, perteneció a mis abuelos, ellos están en Italia actualmente y me dejaron a cargo de ella –suspiro y volteo para ver mi reacción, era muy hermosa no lo puedo negar, pero a mi este tipo de cosas no me impresionan ni muero por tenerlas, puedo decir que esas casa gigantes me dan un poco de miedo– mi departamento lo están fumigando. Un ejército de polillas invadió mi casa y me estoy quedando aquí, y es de ese color porque mi tío solo distingue el color verde, no se tiene una extraña enfermedad, cuando estaba pequeño entraba a otras casas y la solución fue pintar la casa de verde. –subió y bajo sus hombros, desabrocho su cinturón y bajo del auto.
Abrió mi puerta y me baje, entramo a la casa y por dentro era lo que imaginaba, muy lujosa, tenía su propia servidumbre, me sentía un poco incomoda. Miranda no era millonaria pero podía darnos ciertos gustos, pero estas personas se veían que tenían una gran cantidad de dinero.
–Aquí está tu habitación de esta noche, estaré en la habitación de alado por si necesitas algo –gesticulaba mucho con sus manos y me desesperaba un poco, esta chica nunca perdía esa linda sonrisa de su rostro.
–Está bien, si te necesito pegaré un grito –le sonreí de vuelta y me guiño un ojo y se fue.
Entre al baño, era todo un sueño, mi vida no estuvo llena de lujos mi padre es albañil y mi madre costurera, tengo tres hermanos más yo fui la sorpresa la última hija, mi madre se entero que estaba embarazada de mi a los siete meses. Vivíamos justos en todo, nuestra casa era pequeña y no tenia muchos lujos. Cuando me case con Miranda mis padres y toda mi familia me dieron la espalda con Miranda fue igual pero su padre me hizo firmar una capitulación matrimonial, donde ninguno de los bienes de mi esposa me pertenecerán nunca, acepte firmar eso sin titubear porque yo no estaba con ella por lo que tenia yo amo a esa mujer desde el primer día en que la vi.
Por eso todo este lujo me abruma, este baño es gigante tiene una linda bañera blanca con forma ovalada y una tabla que la divide de manera horizontal. También haya una caja de cristal donde se encuentra la regadera, esta es muy curiosa porque al dejar correr el agua los vidrios se polarizan y no dejan ver hacia dentro. Tiene par de lavamanos, un moderno inodoro y un televisor pantalla plana, a mi parecer es una exageración.
Entre a la regadera y deje correr el agua hasta que estuvo tibia. El agua tibia recorría mi cuerpo relajando mis músculos. una vez termine mi baño me dispuse a secar mi cuerpo, revise un poco para ver si encontraba una crema y bingo la encontré tenia un olor a mango que provocaba comerla, estaba concentrada aplicando la crema cuando la puerta de la habitación se abre.
– ¿Estas lista? No quiero lleg... Wow –Paula quedo como hipnotizada viendo mi cuerpo desnudo.
–¿Que haces aquí? Girate –grite exasperada y un poco avergonzada, sentía como el calor de la vergüenza iba subiendo por mi cuerpo. Paula se giró inmediatamente.
–Lo siento, pero Wow, en serio ¿No quieres casarte conmigo? –Dijo riéndose.
–Aprovechada, sal de la habitación –envolvi la toalla en mi torso y me acerque a ella para sacarla de la habitación.
–Lo digo en serio, deberías casarte conmigo –fue lo ultimo que escuche porque le tiré la puerta en la cara y puse el pasador.
Hasta ahora no había visto el vestido. Me acerque a la cama donde estaba la caja con el vestido, la abrí y me quede impresionada, mi esposa nunca me hizo un regalo de este tipo, tampoco lo exigía pero... La pieza de ropa no era nada del otro mundo, mas era hermosa, tenia un tono azul oscuro, las mangas eran largas, estas tenían una marca para doblarlas y quedaran a la altura del codo. Un cinturón de metal dorado para colocarlo en la cintura. El escote era semejante a un blazer, tenían el mismo corte. Los zapatos eran un sueño, eran unos tacones de agujas negros cerrados.

A
l fin estaba vestida y maquillada, esta seria la primera vez que estaba sola sin mi esposa, era un aventura algo aterradora,creo que el estar bajo la falda de Miranda me perjudico mi confianza, ella siempre me dijo que ella era mi única amiga y que no necesitaba mas y yo como un cordero ciego la seguía sin refutar nada.
Baje a la primera planta y ahí se encontraba ella, se veía hermosa, caminaba de un lado a otro impaciente, su tacones resonaban el el brillante piso. Llevaba puesto un vestido blanco sin mangas con un cuello negro y también tenia el mismo cinturón a la altura de sus cintura y sus zapatos también eran negros.

Levanto su mirada y me vio con una gran sonrisa, al verme detuvo su caminar y espero a que llegara a su lado.
–Reconsidera casarte conmigo, insisto, te ves hermosa –sus palabras hicieron sonrojarme y aparte mi mirada de la suya. Sus ojos verdes me observaban encantados, no hacíamos ningún movimiento que no fuese con nuestras pestañas– Me encanta como el maquillaje resalta tus lindos ojos verdes, me gustan. –dijo sonriendo.
–A mi me gustan los tuyo, el verde de tus ojos son más lindos –realmente no me reconocía, yo una mujer enamorada de su esposa, elogiando los ojos de otra.
–Lo se a mi también me fustán mis ojos –La idiota era experta en arruinar momentos, aunque se lo agradecía.
–Eres una idiota, vamos –Entrelazo su mano con la mía y salimos de la gran casa.
¡Dios! Los problemas en que me meto por seguirle la corriente a una extraña.
_____________________________
Gracias a todos los que leen y comentan. Espero les guste.
Saludos.