La chica del cementerio 9

siento la demora

Tomó la mano de Paula y la entrelazó a la suya, elevó lentamente su rostro mientras sus labios se posaban en los de su compañera.


-Paula… - Susurró Sarah con una voz jamás escuchada de tristeza.

-¿Mmm?

-No me dejes… - Se recostó en su hombro

-No lo haré. – Suspiró.

-¿Puedo quedarme esta noche contigo? Por favor

-Vámonos a casa de mi abuelo, ¿Sí? Ahí podemos estar seguras

-¿Y sí tu tía está ahí…?

-Hummm, cierto, déjame llamarle.

Sacó de su bolsillo el moderno Iphone y marcó en la pantalla el teléfono de su abuelo.

-¿Sí? – Habló el señor Guillermo.

-Hola, abuelo, soy yo Paula. – Tenía la voz triste.

-¿Cómo está todo cielo?

-Luego te digo, dime, ¿Mi tía sigue ahí?

-No, se fue anoche… ¿Por qué?

-¿Puedo ir a tu casa con Sarah?

-Por supuesto, ¿Pero que te ha pasado que te escucho tan melancólica?

-Te cuento allá abuelo

-Bien, está bien… Espero que no sea algo tan grave.

-Adiós.

Colgaron.

-¿Y bien? – Preguntó Sarah.

-Vamos para allá.

-Necesito ropa

-No podemos ir a tu casa, está en estado de escena de crimen… Tú sabes recogiendo el cuerpo, no se permite pasar.

-Ah demonios

-Sí gustas podemos subir a mi departamento y te presto algo de ropa… No toda es negra

-Sí… Mejor así

Los ánimos estaban por el suelo, a Paula no le gustaba estar tanto tiempo sin sonreír, había aprendido a lidiar con las depresiones desde la muerte de sus padres, se había reunido con terapeutas para aliviar su dolor emocional. Esperando en la planta baja entraron al moderno ascensor con la fastidiosa música para ambientar.

Llegaron al piso de Paula, se sorprendieron al ver que no traía los cerrojos puestos, ella los había asegurado la última vez que estuvieron ahí.

-¿No habías cerrado la puerta? – Preguntó Sarah con una angustia descomunal en su pecho, lo que le faltaba era que viniera algún amigo del violador y terminara el trabajo sucio.

-Lo había hecho

Al entrar nada estaba fuera de lo habitual, todo seguía en su perfecto orden acogedor, nada inusual, excepto por la habitación de Paula que estaba abierta y ella la había dejado cerrada.

-Alguien estuvo aquí.

-¿No quieres llamar a la policía? Todo esto es muy raro y me está asustando.

-No te asustes.

Con paso lento entraron a la habitación. Seguía igual, nada movido de su sitio, las pequeñas diferencias eran que habían más pelusas en la alfombra. Los cajones de Paula seguían en su estado original, la computadora sin embargo tenía algo diferente, Paula siempre había tenido manías con no dejar su computadora de lado, pues podía caerse, y así se encontraba.

-No toques nada. – Ordenó Paula. – Alguien estuvo aquí.

-¿Qué? ¿Cómo sabes? Además estábamos apuradas seguro olvidaste cerrar la puerta.

-Nunca olvidaría dejar la computadora derecha.

-Ay vamos Paula, estás haciendo un drama los accidentes suceden.

-¿Drama? ¿Y qué me dices de los cerrojos? ¿No recuerdas que marcabas el ascensor mientras yo cerraba la puerta?

-Sí, tal vez fue el conserje cálmate.

-El conserje no tiene llave de ningún departamento, si no, no fuera conserje.

-Bueno, vamos a ignorarlo y supongamos que fue un accidente, ¿Sí?

-Es muy evidente que alguien estuvo aquí, tengo perfecta memoria.

-Ya Paula, eres demasiado egocéntrica, tal vez lo olvidaste, existen las casualidades, pero tú decides creer que un psicópata quiso abrir la puerta de tu casa para ver el departamento, porque hasta donde sé, nada se llevó.

-No discutiré, sé que alguien estuvo aquí.

-Bueno… Piensa lo que tú quieras. – Bufó Sarah.

-¿Sabes qué…? No tienes derecho a comportarte conmigo de esa manera después de todo lo que hice por ti. – Habló Paula mientras entraba al baño y cerraba la puerta de golpe.

Sarah se sintió un poco resentida consigo misma, era cierto lo que decía Paula, no debió hablarle así y mucho menos ser tan desagradecida con lo que había hecho, sin más se acercó a la puerta del baño.

-Lo siento Paula. – Susurró en una voz poco audible.


En la concurrida autopista los autos tocaban la bocina, había un tráfico espantoso por un camión de Coca Cola que se había volcado, las latas de Coca Cola salieron esparcidas a todas direcciones, una inclusive arranco el espejo retrovisor de una camioneta. Los gritos del dueño del vehículo eran insaciables.

La cara de estrés de Paula era muy evidente, era una chica que le gustaba manejar a una velocidad elevada y el tener su auto en neutro le causaba malestar. Sarah por su lado se sentía tranquila, amaba no tener que correr con altas velocidades, recordaba cuando se montaba en algún taxi tener que pedirle al chofer que condujera despacio o ella evidentemente podría marearse o incluso vomitar, pero desde que conoció a Paula todas sus costumbres por muy tontas que fuesen habían cambiado, sabía que ya tenía que ingresar en alguna universidad, tenía 18 y no podía seguir perdiendo el tiempo vagueando. Tal vez Paula fuese una niña ricachona por los bienes que heredó de su padre, pero a Sarah se le estaban acabando los fondos que le dejó su familia, a pesar de tener esa casa en la zona ricachona.

A los lejos se veía que el tráfico fluía, a diferencia de donde se encontraban ellas en donde los autos se abarrotaban para pasar por el canal más despejado, el aire acondicionado de Paula seguía sin funcionar, las ventanillas estaban abajo y el calor abrasador amenazaba con hacerlas sudar o inclusive apestar.

El ambiente era húmedo y denso, probablemente aquella autopista estaba registrada bajo una zona de contaminación sónica. – Es decir la contaminación que sucede por los ruidos excesivos que pueden dañar el sistema auditivo. – Paula cada vez se impacientaba más, desearía comprar un helicóptero, así no sería tan complicada sus idas a la casa de Guillermo, si tal vez algún día

Un Nissan se le atravesó a Paula por el medio, por lo tanto las blasfemias usurparon el silencio que había entre Sarah y ella.

Al cabo de dos horas pudieron atravesar la peor parte de la autopista y fluir rápidamente por el pavimento húmedo, consecuencia de las lluvias que concurrían en la zona.

Una pequeña llovizna azotó el paradero de las dos chicas por lo que se vieron obligadas a subir la ventanilla del auto.

-Más calor… Lo que faltaba. – Se quejó Paula.

Sarah se quedó en silencio.

Paula suspiró.

La lluvia se fue incrementando azotando el parabrisas que hacía poco visible la vista hacia al frente. Los vidrios estaban arriba, como consecuencia de las respiraciones de las dos chicas se empañaron y dificultaba más la vista.

-¿No tienes un desempañador? – Preguntó Sarah preocupada.

-Sólo desempaña el vidrio de atrás

-Que útil

-Abre la guantera y saca un pañuelo, ayúdame a tratar de limpiar el parabrisas para que podamos ver.

De la guantera Sarah sacó un desgastado pañuelo blanco un poco curtido por el uso incrementado y limpió el lado de la ventanilla de Paula, la visibilidad fue poca ya que había residuos de agua por el lado de afuera, las líneas que habían sido marcadas del limpiaparabrisas dificultaban más la visión.

-Este día no podía ser mejor. – Ironizó Paula.

Luego de una hora, en dónde Sarah limpiaba el parabrisas a cada momento para poder ver y de atravesar el fluido tráfico, llegaron.

El ambiente estaba diferente, el grueso tronco se veía desgastado, el viento azotaba de una manera triste a las hojas de los arbustos

Entraron a la casa del señor Guillermo sin hacer mucho ruido, puesto que Paula no tenía ganas de saludar a su abuelo y Sarah simplemente no deseaba entablar conversación con nadie.

Entraron a una habitación de madera barnizada, donde una pequeña alfombra negra adornaba el suelo, pequeños afiches de bandas desconocidas habían sido pegados a las paredes, una pequeña mesa tenía encima una recopilación de libros de segunda mano con géneros de literatura, esas viejas obras de los años 1600 españolas… Que a ningún adolescente le agradaría leer por muy buen lector que se considerase.

Una vieja rocola situada en una esquina adornaba la habitación, de seguro no serviría, Sarah no había visto muchos discos que se diga, además el polvo se amontonaba lentamente sobre ella… Una reliquia

-Linda habitación no había tenido oportunidad de verla… - Sonrió Sarah simpática.

-La verdad es que yo no había tenido oportunidad de mostrártela. – Paula correspondió su sonrisa.

-Esa rocola es una reliquia ¿Cómo puedes tenerla allí llenándose de polvo?

-No funciona. – Sonrió. – Y la verdad es que los discos que tengo no son muy buenos que se digan.

-El rock clásico es genial. – Sonrió Sarah coqueta.

-Podrás enseñarme de rock clásico luego, sabes que más bien me centro en los gritos

-Lo sé. – Respondió Sarah mientras se levantaba a caminar en círculos por la habitación, hasta detenerse en la ventana que daba directamente al prado.

-Te gusta mucho ¿No?

-Me fascina, no me importa el clima, igual es hermoso

-¿Cómo tú? – Susurró.

Sin pensarlo Paula rodeó por detrás la cintura de Sarah mientras apoyaba su mentón en el hombro de su compañera, Sarah sentía ese aliento cálido exhalado en su oreja, ese aliento delicioso sabor a fresa que ya le comenzaba a descontrolar los sentidos, sin pensarlo giró unos pocos grados su rostro y se encontró a menos de un centímetro de los labios rojizos de Paula, continuó girándose lentamente hasta que sus labios rozaron los de su compañera, ambas bocas comenzaron a rozarse de una manera más intensa hasta que el beso se intensificó y con una pasión inigualable Paula rodeó la espalda de Sarah mientras se comía su boca.

Se apretaron más entre ellas de una forma poco usual, Paula arrinconaba a Sarah a la esquina de la habitación mientras tocaba cada parte de su cuerpo, el cosquilleo se incrementaba entre las dos chicas, sensaciones en el pecho jamás sentidas por ninguna, enamoramiento, un desenvolvimiento del amor muy pasional

La pasión se incrementó, la rockera empujó a Sarah a la cama mientras se incorporaba sobre su cuerpo, comenzó a besar su cuello mientras con una mano acariciaba sus cabellos castaños, el olor la enloquecía, ese olor tan delicioso y peculiar de su cuerpo, podría decirse que Paula se estaba volviendo loca acorde exploraba el cuerpo de Sarah, sus frías manos se deslizaban con profesionalismo por el abdomen de Sarah mientras le quitaba la blusa y la dejaba en ese brassier rojo que le hacía lucir extremadamente sexy, Paula se quitó ella misma su blusa negra y dejó al descubierto un brassier negro que dejaba al descubierto su pálida y suave piel, perfecto abdomen, perfecto volumen, perfecta textura, perfecta suavidad. – Era lo que pensaba Sarah acorde acariciaba las costillas de su compañera.

Comenzaron a besarse de nuevo con una pasión desigual mientras ambas chicas de forma mutua se desabrochaban el brassier, dejando al descubierto sus pechos, Paula no tenía mucho que se diga, era una menuda chica muy delgada y aún le faltaba por rellenar la copa, a diferencia de Sarah que poseía un par de voluminosos senos.

Ambos pechos se juntaron y en contacto se endurecieron mientras un escalofrío recorría la espalda de Sarah. Las manos largas y frías de Paula recorrieron el vientre de su compañera ascendiendo por su abdomen posándose entre sus senos y finalmente apretujándolos entre sus dedos, Sarah emitió un pequeño gemido mientras con esfuerzo se quitaba el pantalón en conjunto con su ropa interior quedándose desnuda para la rockera, al ver este espectáculo Paula se paralizó, observando su cuerpo de manera más detallada, como no pudo apreciarlo la otra noche, sus ojos acariciaban el cuerpo de Sarah mientras tenía la boca entreabierta con una expresión de "Guao"

Sin dejar de mirar los ojos de Sarah, se desnudó completamente de una manera muy sensual quedándose desnuda sobre el cuerpo de su compañera, ambos sexos depilados se rozaban excitantemente… La niña angelical a la cual Paula estaba acostumbrada a ver había desaparecido, Sarah era una nueva chica con una lujuria jamás vista en sí misma, suavemente con sus delgados dedos acarició el sexo de Paula por la parte de afuera mientras torpemente sus dedos rozaban con su clítoris haciéndola empapar, Paula se arqueaba con este contacto.

Sarah atrajo a Paula hacia su cuerpo.

-Dame placer – Susurró en forma seductora.

Paula sin pensarlo comenzó a mover sus caderas y de esa manera su sexo se frotaba con el de Sarah, las piernas comenzaron a chorrearse de sus fluidos vaginales dejando a revelar una lubricación muy propia de si misma.

Las uñas de Sarah se aferraban en el trasero de Paula mientras gemía de una manera muy leve por si acaso al abuelo se le ocurría entrar en semejante momento.

Paula se arrodilló sobre los muslos de las piernas de su compañera y sin pensarlo comenzó a masturbar a Sarah mientras metía un dedo en su orificio vaginal causando más placer, de esa manera penetrándola.

Sarah comenzó a gemir más elevado y Paula tuvo que besarla para ahogar sus gritos de placer.

Luego de 20 minutos de penetración Sarah consiguió correrse con un grito muy acompañado de placer, Paula se tendió en la cama con las piernas abiertas muy cansada por lo tanto su compañera se agachó hasta el placer de los placeres y comenzó a chupar su clítoris y a lamer sus labios vaginales mientras metía un dedo en su dilatado orificio, Paula se corrió al cabo de 8 minutos mientras arqueaba su cuerpo y sentía esa explosión recorrer el vientre ascendiendo hasta el estómago.

Ambas chicas se tendieron en la cama con la respiración muy agitada y los cuerpos sumamente sudados, Paula se aferró al cuerpo de Sarah cerrando los ojos tratando de calmar su respiración.

Transcurrieron las horas y comenzó a llover de nuevo, ambas chicas se quedaron dormidas sin ropa y sin arroparse.

La puerta se abrió de golpe y una silueta dio a notar que era el abuelo de Paula, con una expresión de desagrado y ojos un poco desorbitados; se aclaró la garganta fuertemente para levantar a Paula y a Sarah, la rockera en respuesta se levantó de un sobresalto mientras la vergüenza se apoderaba de ella mientras miraba a su abuelo a los ojos.


Dark

Debo pedirle disculpas a todos ustedes por la gran demora y por hacer este un capítulo tan corto que no sé si será de su agrado puesto que tengo un mes sin escribir y he perdido un poco la imaginación debido a que las clases me tienen atareada

En estos momentos estoy en exámenes y se me será un poco difícil continuar la próxima parte, tomé un momento de mi tiempo para continuarles este relato y no dejarlo a la deriva, el relato anterior tuvo muchísimas críticas y muchísimos halagos, doy gracias a todas las personas que me han seguido desde el comienzo no sé que haría sin ustedes, Eliu Correa maravillosa mujer gracias por todos los favores que me has hecho en serio no sabría como pagarte

Tiffany): Regresa pronto nena te amo

Micaela grandiosa escritora me cautivaste con Blood Love 4, sabes que amo esos relatos tuyos - te adoro tonta

Y bueeee! A todas las personas que continúan leyéndome así sea para criticarme pues gracias, como dicen varios artistas por ahí "Preocúpate cuando dejes de ser nombrado"

Besos a todos desde mi país ¡

Andrea_95_1f@hotmail.com