La chica del cementerio 3

:)

-Ven quiero presentarte a


-¿A quién? – Preguntó curiosa

-Vamos, entra conmigo

-¿Tienes llave de esto?

-Claro

La curiosidad de Sarah aumentaba a medida de que Paula tenía más nuevas cosas por mostrarle. Entraron a la pequeña madriguera, cubierta por paredes revestidas de madera barnizada, la verdad es que al entrar ahí se sentía un calor ofuscante. En la sala colgaban cuadros de famosos pintores de la época… El suelo era de madera, y rechinaba en algunas partes al tener contacto con el mismo.

-Ven aquí – Paula tomó nuevamente la mano de Sarah

-Oye… ¿No hay algún ventilador?

-Tranquila, ya te acostumbrarás… Siempre que alguien viene de la familia siente ese calor del demonio… Pero se pasa cuando subes

-¿A quién voy a conocer Paula por que tanto misterio?

-Ay espérate, eres bien impaciente

-No es que sea impaciente, pero desde el camino me vienes diciendo que vamos a conocer a alguien importante para ti que bla bla bla y no terminas de decirme

-Cálmate – Sonrió Paula

Sarah resopló

-¿No quieres primero antes de subir, un vaso de agua?

-No, quiero conocer a quien sea que vaya a conocer

-A esa persona no le gusta que trate mal a mis invitados – Sonrió Paula

-No me tratas mal

-Tratar mal no sería la palabra… Sería más bien… No servir bien a mis invitados – Sonrió – Ándale, tomemos algo

-Está bien – Suspiró

Entraron a la angosta cocina, y Sarah sintió más calor del que sentía con anterioridad.

La verdad es que la cocina era más caliente y muchísimo más pequeña que la sala, por suerte había una mesa con un abanico y lo tomó para soplarse… Para su sorpresa el aire soplado fue tan caliente que salió de ahí de inmediato avisándole a Paula que la esperaba en la sala – Nunca había sentido tanto calor – Pensaba Sarah

Paula se aproximó a Sarah con un vaso de agua helada con un poco de hielo, la cara de esperanza de Sarah se dibujo en menos de un segundo, mientras pensaba lo deliciosa que debería saber esa agua.

Tomó un largo sorbo y le sonrió a Paula

-Vamos arriba, quiero conocer a esa persona

Paula sonrió, tomando nuevamente de la mano a Sarah, subieron las escaleras y se adentraron en un largo pasillo color naranja.

-Oye… ¿Por qué le gusta tanto el color naranja en toda la casa si hay tanto calor?

-A esa persona le gusta la naranja y la madera – Sonrió Paula

Llegaron a una puerta de color blanco – Que pésima combinación la de esta casa – Pensaba Sarah detenidamente – La perilla era de un dorado chillón, que cuando el sol le pegaba directamente provocaba ese reflejo de encandilar a cualquiera que lo mirara.

-Ven Sarah

Al entrar se encontraban en una habitación muy distinta al resto de la casa. Era una habitación de color blanco, que cubría el suelo con una gruesa alfombra de color rojo.

Una gran ventana que mostraba una vista al hermoso prado y a sus flores.

El televisor plasma estaba justo al frente de la gran cama matrimonial de sábanas blancas y rojas.

Un caballero de edad mayor se encontraba sentado en el mecedor que había al lado de la ventana observando el paisaje mientras el viento azotaba su escasa cabellera canosa.

Su vestimenta no era formal, llevaba unos pantalones de gabardina color crema y una camisa azul celeste desbotonada hasta la mitad, calcetines color café de ese tipo de tela muy finita que se usaba en las épocas del siglo pasado.

El hombre no se había percatado de la presencia de las dos chicas, éste seguía sumido en sus pensamientos, cerrando los ojos por un buen período de tiempo y luego abriéndolos.

-Quiero presentarte a mi abuelo – Susurró Paula observando a Sarah detenidamente

Con paso inseguro Paula se acercó a aquel hombre que seguía sin percatarse de su presencia.

-Abuelo – Finalmente habló

El hombre abrió entrecerradamente sus ojos de color azul intenso mientras miraba a Paula con una sonrisa de niño pequeño.

-Estaba esperándote – Sonrió el abuelo

-Abuelo… - Paula se acercó al anciano abrazándolo suavemente alrededor del cuello – Quiero presentarte a alguien que conocí hace poco

-¿Ah, si? Hazlo pasar

-De hecho… Es una chica

-Vaya sorpresa – Sonrió el abuelo - ¡Hace tanto que no te veía con una!

-Sabes que deje de salir con gente desde lo de mis padres

-Ya pequeña ya… Vamos haz pasar a la niña – Inquiría el abuelo con rostro desanimado

Paula se acercó sonriente hacia Sarah mirándola con los ojos llenos de chispas de felicidad, Sarah por su lado estaba sumamente nerviosa, con las mejillas coloreadas de un rojo encendido que nunca había adoptado.

-Ven Sarah – Paula tomó la mano de Sarah conduciéndola hasta el fondo de la habitación en donde se encontraba el anciano

-Abuelo, quiero presentarte a Sarah, la chica del cementerio – Sonrió Paula

-Muchísimo gusto – Inquiría Sarah nerviosa

-Sarah el es Guillermo mi abuelo

-Yo también estoy encantado – Sonrió el señor – Y dime, ¿Cómo es eso de la chica del cementerio?

-La conocí en un cementerio – Reía Paula – La verdad, cuando la conocí la trate horrible… Pero me di cuenta de que solo me ofrecía su ayuda… Y al día siguiente casualmente la vi nuevamente en el cementerio dejando rosas en una tumba… Creía que era ella, por su perfume de la noche anterior… La verdad es que no me había fijado en como era físicamente… Y luego al verla… Me petrifiqué y me pregunté a mi misma como pude haberla tratado asi - Reía Paula

-Y tú joven, ¿Por qué quisiste ayudar a mi nieta? Parece una historia interesante – Sonreía Guillermo

-Bueno, yo estaba en la tumba de mi mamá… Hablando con ella… Pensando en todo lo que había sucedido… Y pues de repente escuché el llanto de una persona… Me acerqué le ofrecí ayuda, pero ella me trató horrible… Hasta el día siguiente que volvimos a vernos y me invitó a salir porque al parecer le caía bien

El abuelo rió como un niño pequeño, observando a Paula mientras esta se ruborizaba levemente

-Sólo quería presentártela abuelo, ahora sólo la llevaré por el prado para que conozca – Sonrió Paula

-Me parece bien niña

-Sarah adelántate – Paula ordenó a Sarah para que saliera del cuarto primero

-¿Cómo sabías que quería que saliera del cuarto? – Preguntó el abuelo curioso

-Te conozco, y se que quieres preguntarme algo

-¿Te quieres involucrar con esa chica? – Preguntó

-La verdad, es que me llama muchísimo la atención

-¿Tienes algo con ella?

-Por los momentos no

-Sólo quiero que seas feliz Paula, si lo eres pues también lo seré… Sólo nos tenemos a nosotros

-Lo se abuelo, lo se… Pero no pierdo nada con intentarlo, sólo quiero conocerla un poco ya sabes

-Bueno, bueno, ahora solo ve y enséñale el lugar

-Gracias por todo abuelo – Sonrió Paula depositándole otro abrazo

Paula salió de la habitación mientras le sonreía a Sarah que parecía un poco confusa por todo esto que estaba sucediendo.

-Anteayer conocí a esta desconocida en un cementerio, al día siguiente me la encuentro y me invita a salir, vamos a comer a distintos lugares, luego a un cine, me besa y ahora estoy conociendo a su abuelo – Pensaba Sarah desconcertada en como su vida podía cambiar en tan solo dos días

-¿En que piensas? – Preguntaba Paula intrigada

-En nada, ¿Por qué?

-Por tu rostro… Al parecer estás pensando en como tu vida puede cambiar en dos días – Sonrió Paula con esa picardía tan propia de si

-¿A dónde vamos? – Preguntó Sarah desconcertada - ¿Ahora esta es una lee mentes? – Pensaba

-Te mostraré el prado

Bajaron las escaleras y salieron de la calurosa casa

-¿No tienes calor Sarah?, Tu ropa… No lo se… Me da calor

-No para nada – Sarah sonreía segura de si misma

-Paseemos entonces

Caminaron en la grama verdosa tomadas de la mano, Sarah estaba fascinada observando las flores de Nissan, encantada caminando de la mano de Paula, de su piel fría y pálida… Mientras Paula estaba concentrada en sus pensamientos, observando el cielo… Agradecida de poder tomar la mano de Sarah… Pensando en que nunca había conocido a una persona tan adorable… 17 años… 17 años de vida y era la tercera vez que se enamoraba… O bueno… Se estaba enamorando

-¿Te gustan las flores de Nissan? – Preguntaba Sarah fascinada observando a Paula

-Prefiero… Las rosas… - Sonrió Paula penetrando los ojos de Sarah con sus ojazos azules

-Mira esta… Es una orquídea – Sonreía Sarah fascinada

-¿Te gustan las plantas no?

-Me encantan

-Deberías dedicarte a la herbología entonces

-No, la verdad es que primero debo retomar mis estudios

-¿No terminaste la secundaria?

-Si, si, claro que si… Pero debo decidir que estudiar en la universidad

-Yo puedo ayudarte con eso – Sonrió Paula

-Lo discutimos después, no quiero pensar en estudios ahora

-¿Sabes que planta es esta? – Preguntaba Paula señalando una extraña planta

-Es una planta carnívora llamada Dionaea, me pregunto por que la tienen aquí

-Me sorprendes

-Esta… Esta es una de tipo ornamental de sombra

-¿Segura que no quieres dedicarte a la herbología? – Preguntaba Paula con un gran grado de fascinación hacia Sarah, nunca había conocido una chica tan inteligente

-No lo sé, si me gustaría pero no va en mis planes ahora – Sonrió Sarah

-¿Y esta? – Esbozó una gran sonrisa

-¡Hierba Luisa! Sirve para el estómago, es una planta medicinal

-Cada vez me impresionas más

Siguieron su recorrido por la pequeña pradera, observando todos los tipos de planta que habían sembradas en ella, observaron un gran árbol que cubría una longitud de más o menos 6 metros para brindar sombra.

-Vamos allá – Sonrió Paula mientras señalaba el gran árbol

Se encaminaron hasta el lugar tomadas de la mano y se sentaron debajo del gran árbol mientras se recostaban del grueso tronco. El viento azotaba el despeinado cabello de Sarah, hacía que la fragancia de este se disipara por el aire

-Me gusta la casa de tu abuelo – Suspiró Sarah – Es tan cálida

-Si, y con todos tus conocimientos sobre estas plantas va a pedirte que te mudes con él – Rió Paula

-Me agrada todo esto, el sol, el calor, las plantas, este árbol, la casa a pesar de tener un pésimo gusto de combinación… Todo

Paula se rió

-Me gustaría que mis padres vieran esto… Mi mamá amaba las plantas – Decía Sarah con voz triste

-Ellos… Lo observan desde donde quieran que estén

-Y dime Sarah, ¿Tu abuelo apoya tus relaciones?

-Apoya con quien quiera que yo esté, a el le hace feliz que yo sea feliz

-Mi mamá era liberal, pero mi padre era un hombre muy conservador, él no… Apoyaba mucho mis relaciones

-Lo comprendo, mi mamá era la conservadora… Mi padre no

-Tus padres… ¿Cómo murieron? – Preguntaba Sarah con intriga

-Bueno, prometí que lo contaría luego… Creo que este es el mejor momento – Sonrió Paula

-Si no quieres hablar de ello no importa, no debo mencionarte ese tema

-No, no, me parece que debes saberlo si tú me has contado la muerte de tus padres

-Bueno… está bien

-Mi padre era corredor profesional de autos como te he dicho… Bueno su muerte no es tan trágica como la de mi madre… En realidad no me dolió tanto… El… Me golpeaba, me golpeaba muchísimo… No le agradaba que saliera… Y… Se murió un día en que iba a correr una carrera con un deportivo… Y el auto exploto en plena pista… Murió por la explosión… Yo era pequeña, tendría unos doce años… Y mi madre…Mi madre era una drogadicta… Nuestra familia era 100% disfuncional… Una madre drogadicta, una hija lesbiana, y un padre que nos golpeaba a las dos por no hacer lo que el quería… Mi mama murió a los 39 años, ella y mi padre me tuvieron a temprana edad… Se drogaba desde los… 18 si mal no recuerdo… Se fue a una fiesta, y… Murió de sobredosis… Ella me decía que nunca probara las drogas, que era malo… Que podías volverte adicto, y querías más porque el placer nunca iba a ser el mismo que la vez anterior… Recuerdo aquella noche en el hospital, hace dos años cuando yo tenía tan sólo 15… Y el médico me preguntó "Tu madre consume ¿Cierto?" Yo asentí con la cabeza… Y él… Solo me dijo que lo lamentaba… - Paula decía esto mientras algunas lágrimas salían de sus preciosos ojos

Sarah se acercó más de lo que estaba al cuerpo de Paula y la abrazo de la cintura mientras Paula derramaba escasas lágrimas

-No te preocupes… - Sarah exhalaba su aliento en el rostro de Paula

Paula ya había dejado de derramar lágrimas, esta vez solo se concentró en el rostro de Sarah a escasos centímetros del suyo. Con la palma de su mano atrapó la mejilla de Sarah mientras fijamente se contemplaban. La rockera observaba a su compañera penetrando con sus ojos azules la mirada de color caramelo de Sarah.

-Me gustó haberte encontrado – Susurró Paula mientras alejaba su rostro del de Sarah

Sarah simplemente cerró los ojos sintiendo aquel momento tan mágico y ansiado. Sintió como el viento azotaba sus mechones oscuros, como la fragancia de Paula también se diluía por el aire para ser inhalado por ella, sintió el aroma de todas las plantas que se encontraban en aquel prado, y toda la paz y tranquilidad que albergaba en ese sitio

-¿Puedo acostarme en tus piernas? – Preguntó Sarah temerosa, nunca había sido tan directa con alguien

-Claro que sí – Sonrió Paula esbozando su sonrisa traviesa

Sarah colocó su cabeza en las piernas de Paula dejando su cuerpo descansando en la grama. Cerró los ojos sintiendo el canto de las aves que habitaban en el árbol. Los dedos de Paula se entrelazaban entre los mechones del cabello de Sarah.

Sarah lentamente iba quedándose dormida hasta sumirse por completo en la inconsciencia, amaba saber que Paula estaba ahí a su lado acariciándola, y estando con ella… Amaba saber que le presentó a su abuelo en tan poco intervalo de tiempo...

Las horas transcurrieron lentamente, y durante ese tiempo Paula no dejó de observar el rostro de Sarah, memorizándose cada línea, cada poro, cada detalle, cada cabello, cada lunar, cada peca

Se hicieron las 6 de la tarde y ya comenzaba a atardecer, Sarah seguía durmiendo como un bebé… Paula finalmente recostó su cabeza del árbol – Ya que llevaba horas viendo a Sarah en la misma posición y estaba cansada –Comenzó a acariciar el rostro de la chica suavemente con las yemas de sus fríos dedos.

Se quedaba pensando en lo cierto que es cuando la vida arrebata y obsequia cosas a la vez. El estomago de Paula comenzaba a rugir, le estaba dando verdaderamente hambre… Suavemente despertó a Sarah para que fueran a cenar a pesar de que fuera muy temprano

-Sarah… - Susurraba Paula

Sarah se movió pero sólo para acomodarse

-Sarah… - Repitió Paula nuevamente

-¿Si? – Respondió Sarah medio dormida

-Despierta… Vamos a comer… Si quieres luego nos quedamos durmiendo acá en casa del abuelo

-¿Qué hora es?

-Las seis

-¿Qué? Llévame a mi casa, ¿Cómo es que me quedé dormida?

-¿Quieres que te lleve a tu casa?

-Si, ni modo que me quede durmiendo en la grama

-Te estoy diciendo que duermas conmigo

-¿Dormir contigo? – Preguntaba Sarah confusa

-Si, en la casa del abuelo, ¿Te encuentras bien?

-Si, disculpa… Soy así cuando recién despierto

-¿Y bien?

-¿Y bien qué?

-Sarah no te hagas la tonta, ¿Te quedas a dormir aquí o no?

-Oh si claro, déjame avisar

-¿Avisar a quién?

-A mi casa

-¿No vivías sola?

-Cierto, lo olvidé

-¿Sarah estás despierta?

-Si ¿Por qué?

-Olvídalo – Paula la miraba con extrañeza – Sarah… ¿Sarah? ¡Sarah! Despierta

-¿Qué? ¿Qué?

-Eres una osa para despertar – Se rió con ternura

-No puedo despertarme aún del todo

-Yo haré algo para que te despiertes

-¿Qué? – Preguntaba Sarah bostezando

Suavemente el rostro de Paula se iba acercando al de Sarah, se quedó a dos centímetros de sus labios, mientras tomaba sus mejillas con sus manos.

-¿No te vas a despertar? – Susurró Paula a escasos centímetros de los labios de Sarah

-Luego… - Respondió Sarah atontada

-Yo quiero que te despiertes ahora – Rozó los labios de su compañera

-¿Por qué? – Preguntó Sarah pensando en que estaba soñando

-Porque debemos comer… - Besó finalmente los labios de Sarah

-¿Por qué me besas si llevas dos días conociéndome?

-Porque me gustas – Depositó otro beso en sus labios

-¿Y si tú no me gustas?

-¿No te gusto? – Acaricio sus mejillas mientras hablaba en sus labios

-¿Debo responder eso?

-Me parece justo

-Te lo responderé cuando lo considere necesario – Sarah tomó la nuca de Paula y la acercó a sus labios para besarla – Vamos a comer

Se levantaron de la grama, y Sarah fue la que tomó la mano de Paula esta vez, observó de nuevo las flores de Nissan y suspiró. Finalmente llegaron a la casa y fueron a la cocina.

Sarah ya no sentía tanto calor, cuando se acercaba la noche el viento azotaba fuertemente y hacía un poco de frío. Se sentó en la silla de la pequeña mesita de la cocina mientras observaba como Paula le cocinaba pollo frito

-¿Te gusta el pollo frito verdad? – Preguntó Sarah sonriente

-Me encanta

-Te gusta todo – Sonrió

-No todo – Le guiñó un ojo

-¿Y qué es lo que no te gusta?

-Eso también te lo responderé luego

-Siempre me quieres dejar con la duda de las cosas que más me interesan saber sobre ti

-Supongo que así se vuelve más interesante la cosa

-Dime ¿Qué soñaste? Te noto menos tímida

-¿Tengo que soñar algo para volverme directa? – Sonrió Sarah

-Pues claro, después de que dormiste estás más… Tú sabes

-¿Cómo? – Sonrió

-Más amigable – Se rió Paula

-Eso me ofende

-No te ofendas, pero a veces eres algo odiosita – Se rió

-¿Ah, si? ¿Y quién dice que tú no?

-Yo digo que yo no, todo el mundo me adora

-Me gustaría saber el por que

-¿Tú no me adoras?

-No

-¿Ah, no?

-No – Respondía Sarah con terquedad

-Que mal

El abuelo entró a la cocina muy sonriente mientras olía el pollo frito de Paula

-Paula viene tu tía desde Italia ¿La recuerdas?

-Ay no, abuelo, Sarah se queda a dormir

-Sarah ¿Te quedas a dormir?

-Si, si no es mucha molestia

-Bueno, tendremos que esconderla – Respondió Paula preocupada

-¿Por qué que está pasando? – Preguntaba Sarah curiosa

-Sarah mejor te llevo a casa y me quedo contigo

-¿Qué sucede?

-Vamos al auto, adiós abuelo prometo visitarte

-Adiós Paula, tu tía estaba por llegar

-Vamos, vamos – Repetía Paula preocupada

-¿Me dices que está pasando?

-En el auto

Al abrir la puerta vieron el auto de la tía de Paula acercándose. Se estacionó justo al lado del auto de Paula

-¡Demonios! – Susurró Paula – Ven acá Sarah sígueme

-¿Me dices que demonios está sucediendo?

-No, ahora no, sólo sígueme no seas terca

-Bien….

Salieron a hurtadillas de la casa del abuelo y se escondieron tras de los arbustos. La tía iba acercándose con cara de extrañada y el abuelo la recibió con una sonrisa de oreja a oreja

-¡Estás aquí Ángela! – Sonrió el abuelo

-Si, ahora explícame que hace ese auto aquí… ¿Acaso está la mujer esa acá?

-No le digas mujer esa, es mi nieta y tu sobrina… Y no, no está acá, le presté ese auto a un amigo que fue a dar un paseo por el prado

-Me gustaría conocerlo

-No te pongas terca, Ángela, no debo darte explicaciones, ven pasa

El abuelo y la tía entraron a la casa y de inmediatamente Paula tomó de la mano a Sarah y la metió en el auto

-¡Maldición no prende! ¡Otra vez no coño! – Paula reprimía el auto con molestia

-¡Dime que está pasando!

-No jodas ahora Sarah

-¡Dime!

-¡No!

La puerta de la casa del abuelo se abrió lentamente y ahí estaba la tía observando fijamente el auto de Paula viéndola con un odio nada normal en sus pupilas

-Nos jodimos – Suspiró Paula

-¡Dime que demonios está pasando!

-Sarah

-¡Qué!

-Perdóname


Dark

Chica Glamm feliz cumpleaños, fue ayer pero… Jajaja ya sabes que te felicité… Te quiero un montón

Agradecimientos para mi novia Tiffany Congrains (Aquí se llama Congrains xd) Por inspirarme a escribir… Te amo belleza eres mi vida <3

Vivicandyblood aquí tienes la continuación ya no me maldigas jajajaja

Besos a todos aquellos lectores que me siguen leyendo después de todo con lo que me tardo con las continuaciones, prometo no tardarme con este… Jajajaja besos a todos