La chica del camping (4)
(Os recomiendo seguir la serie desde el principio. Los capítulos se encuentran en diferentes categorías) // La tarde después del barco, Laura recibe buenas noticias sobre el lío familiar y, lo que iba a ser una noche de descanso, termina siendo el trio que tenía pendiente.
Era la segunda vez que me liaba con Eva en la ducha y ya me parecía normal a pesar de que la había conocido ayer mismo y de que era la primera chica con la que lo hacía. Pero claro, si tenemos en cuenta la intensa vida sexual que había tenido desde que había llegado a Mojácar, cualquier cosa podía parecérmelo ya.
Hacía poco que habíamos terminado de secarnos el pelo y estábamos en plan “tirás” en el bungaló. Nos habíamos puesto una camiseta por encima y, mientras que yo andaba en la cocina preparando algo para merendar, Eva estaba haciendo zapping buscando algo entretenido en la tele.
En ese momento me empezó a sonar el móvil y mi primera reacción fue la de mirar a Eva con cara de asombro. Sólo tenía encendido el móvil “familiar”, un numero que solo tenía mi familia y mis amigos más cercanos. Teniendo en cuenta que tenía la certeza de que mis amigos no llamarían, solo me quedaba una opción en la que pensar. Y Eva, al verme la cara, la adivinó de inmediato.
-Tu madre o tu hermana –me dijo.
-Demasiado pronto como para que eso esté ya resuelto –le contesté mientras buscaba el móvil en el fondo de la bolsa –¡Coño! Pues sí. Es Inés… -y atendí enseguida la llamada -¿Qué tienes que decirme? -.
Mi hermana empezó a darme buenas noticias sobre nuestra “riña familiar” y a contarme cómo había terminado haciendo las paces con mi padre. Después de respirar feliz y de sentirme liberada de esa carga, continué charlando animadamente con ella poniéndola al día de todo lo que había vivido yo en estos dos días. Y, claro, cuando le dije que me había liado con una chica y que había participado en una orgía en un yate, mi hermana me empezó a pedir detalles después de llamarme cariñosamente “puton verbenero”.
-Mira, te voy a pasar a Eva y que te lo cuente ella, así aprovecho yo y llamo a mamá con el otro teléfono -.
La primera reacción de Eva fue mirarme con cara de “¿Pero qué haces so loca?” aunque sólo necesite un par de gestos faciales para convencerla de que no se preocupara y que cogiera el teléfono. Finalmente, tal y como suponía, Eva terminó por coger el móvil y pegárselo a la cara para empezar a hablar.
-Hola Inés, soy Eva… Tu hermana ya me ha puesto al día de vuestra bronca familiar y tengo que confesarte que estoy totalmente de tu lado… –.
Eva empezó a cotorrear de una manera exagerada y divertida mientras hablaba con Inés. Era más que evidente que estaba bromeando para tratar de ganarse la confianza de mi hermana.
-No hay derecho a que se hayan portado así contigo- continuó diciendo -que, al fin y al cabo, lo único que has hecho es marcharte de casa y restregárselo a tu padre por la cara pero mira… Esas cosas hay que hacerlas a veces para hacer valer nuestro criterio. Entonces… ¿Ya os habéis arreglado? ¡Qué alegría me das chica! No puedes hacerte una idea. Bueno pues… Dime, ¿Qué quieres que te cuente de la marrana de tu hermana? -.
-Pero mira que eres cabrona tú también –le dije riéndome mientras que me marchaba en busca del otro móvil.
Aunque, por un lado, me daba miedo la complicidad que pudieran llegar a tener mi hermana y Eva, por otro, esa misma razón me animaba a ponerlas en contacto. Sabía que se iban a entender y que iban a hacer buenas migas. Yo aproveché para hablar con mi madre y conocer todas las versiones de la historia para construir la realidad. Luego le conté que estaba bien, que estaba en Mojácar y que, esta desconexión de la rutina habitual, me estaba viniendo muy bien y que no tenían que preocuparse por nada. Que ya había hablado con mi hermana, que volvería en un par de días a casa y que iría directa a verles.
Cuando terminé de hablar con mi madre volví al salón. Eva se había levantado del sofá y seguía hablando con mi hermana pero, además, trataba de hacerse una foto con su propio móvil.
-¿Qué haces? –pregunté desconcertada.
-¡Ay! Toma… hazme una foto. Ya lo tienes listo… -y me soltó el teléfono.
Sin tener aún claro de qué iba la cosa le hice la foto. Eva se había sentado apoyando el costado contra el respaldo del sofá, con las piernas flexionadas y con los pies debajo del culo. Posó hasta que el flash saltó y, acto seguido, me alargó la mano pidiéndome que le devolviera el teléfono.
-Ya la tengo –le dijo a mi hermana –dame tu número -.
-¡¿Pero qué hacéis?! –exclamé totalmente perdida –Anda pásame a mi hermana y ve marcando: 677… -.
Eva me devolvió el móvil tras despedirse de mi hermana y empezó a teclear el número que le iba diciendo. Luego comencé yo a hablar de nuevo con ella.
-¿se puede saber que hace Eva enviándote una foto? -.
Ese fue el comienzo de una conversación en la que mi hermana estaba muerta de la risa y no hacía más que meterse conmigo bromeando acerca de mi faceta lésbica, mi desinhibición y mi descaro. Luego se fue calmando hasta que la charla terminó zanjándose con una cariñosa despedida tras la que retomé la conversación con Eva.
-No me habías dicho que tu hermana estaba casi tan buena como tú –me dijo sonriendo.
-¡Ah! ¿Qué ella también te ha mandado una foto? A verla… -Eva extendió el brazo y me alargó su móvil -¡¡¿Pero que hace mi hermana mandándote una foto en bolas?!! -.
Como lo oís. Una foto en la que Inés aparecía recostada sobre una cama con las piernas estiradas, apoyando la cabeza sobre el dorso de su mano y con el brazo apoyado en la almohada y totalmente desnuda. No sabía que mi hermana se hiciera fotos de este tipo ¡Y mucho menos que, encima, las enviara! Pero es que, además, ¿Qué hacía enviándosela a Eva?
-¿Mi hermana ha estado ligando contigo? Mira que es… ¿Y tú qué haces respondiendo? –reí.
-¡Y da gracias a que no me he quitado la camiseta! –me dijo ella también riendo –que a punto he estado -.
-¡Tía! Que estás hablando de mi hermana… ¡Que te estás acostando conmigo! –.
-¡¡Calla coño!! Que sabes que soy de fantasía fácil y ya nos he imaginado a las tres juntas por tu culpa –y nos echamos a reír –…Se ha puesto a tontear de coña con lo de las fotos y le he seguido el juego… -terminó por decir para darme una explicación.
Mientras me contaba las tonterías que había hablado con mi hermana, Eva y yo aprovechamos para merendar porque, con la llamada, aún no habíamos comido nada. Durante la conversación Eva me volvió a sacar la historia de mi trío frustrado con Iván.
-Puesto que el problema familiar ya está resuelto –me decía –tal vez ahora sí que puedas encontrar esa predisposición que, cuando lo de Iván, no tuviste. ¿No te parece? -.
-Si tenemos en cuenta lo que ha pasado esta mañana en el barco, creo que sobra buscar esa predisposición, ¿No crees? ¡Por Dios! Que he pasado de ser una mojigata a pendonear como un puton verbenero, como dice mi hermana –contesté bromeando.
-Pero, esta mañana, aunque hayamos estado todos juntos, sólo has follado con Gabi. No es lo mismo que un trío… -.
-No lo es, tienes razón… Pero, así, atando cabos y ahora que lo pienso… Un trío con Gabi y contigo sí que me montaba –y volvimos a reír.
-¿Y si él no quisiera? –me preguntó.
-¿Tu quieres? Pues si a ti te apetece seguro que, tarde o temprano, acabamos encontrando un candidato oportuno. ¿O no? -.
-¡Y a más de uno! –exclamó provocando de nuevo nuestra risa por la obviedad –Y… ¿Qué vamos a hacer esta noche?, ¿A ti te apetece salir? –me preguntó a continuación relajando de ese modo la charla.
-Pues no lo sé –empecé a contestar –por un lado me gustaría salir para celebrar que mi hermana y mi padre han hecho las paces pero, por otro, pienso que esa celebración debo realizarla con ellos. Además, estoy aplatanada de estar todo el día al sol y me apetece calma. Un plan tranquilito igual me convence pero casi que prefiero quedarme en plan perra en el bungaló… ¿Qué te apetece a ti? -.
-Pues, si te soy sincera, no tengo ni puta idea… Por un lado me apetece salir, quedar con esta gente… Pero, por otro, estoy tan hecha polvo como tú. No sé lo que haré… Igual se me ocurre algo de aquí a un rato -.
Y, al rato, a Eva se le ocurrió que le apetecía quedar con Fer y con esta gente para tomarse algo. Yo decliné la propuesta porque estaba, de verdad, agotada. Así que le dije que tenía intención de quedarme tirada en el sofá toda la noche hasta que me venciera el sueño.
Eva se fue alrededor de las nueve a su casa. Ya había quedado con los chicos y me dijo que me mantendría informada por si me apetecía apuntarme en algún momento de la noche, que venía a buscarme si hacía falta. Agradecí el gesto y le dije que ya veríamos. Así que, una vez sola en casa, me tiré en el sofá a ver la tele y dejé el móvil cerca por si Eva llamaba no tener que moverme mucho.
En mi soledad tuve tiempo para pensar sobre lo que estaba viviendo. Me resultaba curiosa la relación que tenía con Eva… En dos días que nos conocíamos habíamos follado dos veces, más una masturbación conjunta en la playa, y, a la vez, también habíamos follado con otra gente. Pero es que, además, nos seguíamos comportando como dos amigas por lo que, por fin, pude entender realmente el significado de “follamiga”. No éramos siquiera un rollo gay de verano, ya que ambas continuábamos abiertas a vivir experiencias por separado, como había quedado de manifiesto con el polvo con Gabi y con Fer. Sea como fuere, lo que sí que tenía claro es que Eva y yo habíamos conectado de una manera increíble y parecía como si nos conociéramos de toda la vida. Estaba convencida de que, cuando me marchara de Mojácar, nuestra amistad no se perdería. Eva era una persona de las que merecen la pena y a las que me gusta tener cerca.
El zumbido del móvil al recibir un mensaje me sacó de mi relax. Estiré el brazo para cogerlo de la mesa y, como suponía, era un sms de Eva. Me decía que la noche estaba siendo un poco rara y me preguntaba si se podía venir a casa con Fer. La llamé para preguntarle el ánimo que traían y, después de decirme que copeteo y casquina, les dije que se vinieran pero que, antes, compraran ron y hielo porque no tenía.
Mi primera intención fue la de levantarme para ponerme algo debajo de la camiseta y aprovechar para recoger la mesa que aún tenía los trastos de la merienda por medio pero, estaba tan a gusto tirada en el sofá, que pensé que ya recogería las cosas aprovechando el viaje cuando tuviera que ir a abrirles la puerta a estos dos y, al final, ni me moví de dónde estaba.
No había pasado ni un cuarto de hora cuando Eva volvió a golpear mi puerta con su manera tan particular de hacerlo y, de nuevo, me produjo un sobresalto. Me levanté del sofá, cogí las cosas de la mesa y, mientras gritaba “ya voy”, las dejé en la cocina. Finalmente abrí la puerta.
-Qué poquito habéis tardado, ¿No? –pregunté.
-Es lo que tiene conocerse esto, que sabes a dónde ir y por dónde para tardar poco –contestó Eva antes de continuar con un -¡Pues sí que estabas perra, sí! Estás exactamente igual a cómo te dejé… Es que no has sido capaz ni de ponerte algo de ropa –y terminó cuchicheándole a Fer algo a lo que no presté atención porque estaba cogiendo la bolsa de hielo para meterla en el congelador.
-Eso que asoma encima del mueble, ¿Qué es? –preguntó Fer.
-¿El qué? –contesté.
-Esa especie de punta de tela o lo que sea que hay ahí, sobre el mueble del fondo -.
Me puse de puntillas y me agarré con las manos a la parte de arriba del mueble para tratar de alcanzar con la vista lo que fuera que hubiera ahí y, al hacerlo, escuché a mis espaldas a estos dos reírse. Seguramente por algo relacionado con ese cuchicheo que no había escuchado antes pero que, ahora, tenía interés en conocer.
-¿Se puede saber de qué os reis? –pregunté.
-¡Que no me entere yo que ese culito pasa hambre! –dijo Eva entre risas.
Conforme caí en la cuenta de que, al levantar los brazos y ponerme de puntillas, se me había levantado la camiseta y les había enseñado a estos dos el culo comprendí las risas y adivine el cuchicheo. Acto seguido miré a Fer porque la estratagema de hacerme poner de puntillas había sido suya, y lo hice poniéndole cara de “¿contento?”.
-¡Tía! –exclamó Eva –no te vayas a mosquear, que es una broma… -.
-No me mosqueo. Lo que me sorprende es que, con todo lo que me habéis visto ya por hoy, aún tengáis ganas de más y esto os pueda parecer morboso en comparación -.
-Morboso no –me interrumpió Eva antes de dejarme seguir diciendo nada –en todo caso, divertido. No digas que no… Venga va, como penitencia por la broma yo me encargo de preparar las copas. Salíos a la terraza que ahora voy yo… -.
Le tomé la palabra y salí de la cocina en dirección a la terraza. Al pasar por la mesa de la tele cogí el móvil y el tabaco y, tras abrir las puertas de cristal, me senté en una de las sillas de mimbre que hacían juego con la mesita de fuera. Fer se sentó en otra.
-¿qué habéis estado haciendo esta noche? –le pregunté.
Fer empezó a contarme dónde habían ido y qué habían hecho al estilo propio de los tíos, es decir, sin dar demasiados detalles. Así que yo me encargaba de ir haciéndole preguntas para sacarle las cosas, como se suele decir, “con sacacorchos” para poder enterarme de todas las cosas que nos interesan a nosotras. Mientras charlábamos salió Eva con las copas y se sumó a la conversación. ¡Menos mal! Ahora el ritmo de la charla era otro mucho más ameno. Tanto que, tras ponerme al día de todo lo que habían hecho en las últimas horas, empezamos a saltar de tema en tema de conversación con una facilidad pasmosa.
Es evidente que, una de las cosas de las que estuvimos hablando, fue precisamente de la mañana en el barco. Pero no se tocó con una intención de despertar el morbo o la excitación de nuevo sino que, más bien, hablamos de la parte emocional de la experiencia. Qué nos había parecido, qué sensaciones habíamos experimentado y en qué momentos… Cosas así.
Estábamos en un momento de intimidad, a gusto y charlando con total sinceridad y eso facilitó que confesáramos y escucháramos los pensamientos y las sensaciones más personales de cada uno. Yo, por ejemplo, admití que había descubierto el naturismo como una experiencia insustituible a partir de ahora y que, incluso esa sensación de sentirme observada al estar desnuda, ya no solo no me preocupaba, sino que hasta me empezaba a parecer natural y lógica.
-¿a dónde estás mirando bandido? –bromeé tras sorprender a Fer que me buscaba la entrepierna bajo la camiseta mientras hablaba.
-Nena –me interrumpió Eva –Sé que me vas a matar por lo que voy a decir pero se me acaba de ocurrir una idea que me parece interesante… -.
-¿Qué? –contesté –no me dejes en ascuas -.
-¿Recuerdas que me dijiste que internet era un filón para los emprendedores? –asentí totalmente desorientada. ¿A qué venía eso ahora? –Y también me dijiste que te había encantado la playa a la que fuiste ayer y que nunca antes habías visto una playa así, ¿no? –volví a asentir tratando de averiguar por dónde me iba a salir Eva –pues… estoy pensando que a mí particularmente, y como usuaria de internet, me gustaría encontrar una guía de playas naturistas de España en la que pudiera ver fotos de cómo son esas playas y en dónde pudiera leer información sobre ellas. ¿Puede ser una buena idea? -.
-Pero… ¿Qué se vea gente y todo? Sabes que eso no puedes hacerlo porque estarías violando la intimidad de las personas si colgaras fotos así en internet -.
-Ya lo había pensado –me contestó –pero… ¿Y si las fotos se hacen desde el mar para pillar una panorámica de la playa? En caso de que hubiera gente no se les reconocería y sería un problema resuelto -.
-No te digo que no –intervino Fer –pero el morbillo de ver a una tía desnuda en una foto de una playa naturista es un pedazo de reclamo si quisieras promocionar esa guía -.
-Ahí quería yo llegar –volvió a intervenir Eva –Haría falta alguien, imagino que preferiblemente una mujer, que saliera en las fotos de cada playa… -.
Entonces Eva tomó aire y me miró con cara de no atreverse a arrancar de nuevo a hablar porque aquí es dónde venía el “pero” de la historia. Y, justo en el momento en que caí en la cuenta de que me iba a proponer que yo fuera la modelo de esa guía y, además, mi cara evidenció el gesto de mi reacción, Eva volvió a hablar.
-¡Para! ¡Para!... Que hay muchas formas de hacer fotos de desnudos sin que sean obscenas ni pongan en peligro tu intimidad… Puedes salir de espaldas o en cualquier otra postura que no enseñe nada. Además… Piensa en esto… ¿No te gustaría conocer todas las playas que hay en España y que son como la que descubriste ayer? ¿Y no te gustaría también encontrar una guía de esas playas en internet? Pues yo creo que esta es una buena idea para hacer lo que te gusta y, encima, vivir de ello -.
Enseguida puse en funcionamiento mi maquinaria pensante y comencé a atar los cabos que faltaban para convertir la idea de Eva en una posibilidad de negocio.
-Podría… -empecé a decir –empezar con un blog en el que cada entrada fuera un comentario sobre una playa en concreto. Todas las playas tienen pueblos cerca donde alojarse y comer y de ahí podrían nacer los primeros ingresos por publicidad, eso también es verdad. Luego, cuando tuviera un buen número de playas y de anunciantes, podría pensar en crear una especie de portal con buscador y, para promocionarlo todo, mucha red social desde el principio… ¡Oye! –le dije empezando a emocionarme –Pues tal vez no sea tan mala idea pero… ¿Lo de las fotos como decís es necesario? -.
-¡Claro que sí! –empezó a decirme Eva –Mira… Imagínate… “Las playas de Laura”… Si quieres que la gente entienda perfectamente lo que quieres transmitir de cada playa, no sirve que hagas una descripción de sus características. Tienes que implicarte, contar también que sensaciones te produjo la playa al conocerla y todas esas cosas… ¿Me sigues? -.
-Más o menos –le contesté.
- Pues entonces… -continuó diciendo –A mí me parece necesario que haya fotos y que tú salgas en ellas. Una imagen vale más que mil palabras y, si a lo que escribas, le sumas una foto artística de un desnudo, seguro que tienes más éxito que si incluyeras una foto normal y corriente… Laura… Piensa en todo lo que estás descubriendo desde que llegaste ayer… Piensa en lo que quieres y en lo que no, en lo que eres capaz de hacer y en lo que no, en lo que te apetece y en lo que no te apetece… Te conocí ayer pero, a pesar de eso, estoy convencida de que si te animaras a hacerlo, tendrías éxito porque eres inteligente, consigues conectar con la gente y, además, eres atractiva… ¿Qué me dices? -.
-¿Y de dónde saco yo un barco para hacer fotos desde el mar? ¿Y quién haría las fotos? -.
-¿Pero te gusta la idea o no? –me preguntó impaciente Eva.
-Es buena idea –le sonreí –pero trato de saber si es para mí y si este es el momento de embarcarme, nunca mejor dicho, -reímos –en llevarla a cabo -.
-Ya verás como sí que lo es –respondió Eva –Para empezar, si quieres probar, te propongo que mañana nos llevemos la barca de mi padre a la playa de ayer, la echamos al agua y te hago yo las fotos… Y luego escribes sobre la playa y vemos qué tal va quedando la idea… No puedes decirme que no… -me sonrió.
-Joder con Mojácar… -suspiré –llegué aquí cargadita de prejuicios morales y tal vez me vaya publicando mis fotos desnuda en internet… Lo que yo os diga, que no me reconozco –reí.
-¿otra copita? –preguntó Eva.
-Me apunto –contesté.
-Laura –volvió a decirme -¿Te importa si duermo aquí esta noche? -.
-No, para nada. Si pasas tanto tiempo aquí que ya parece que, en vez de ser la hija del dueño del camping, seas una amiga que se ha venido de vacaciones conmigo… Te voy a tener que cobrar la mitad de lo que me cuesta el bungaló –le solté de coña.
Eva se levantó de la mesa para ir a rellenar las copas. Fer y yo nos quedamos charlando un poco más sobre la idea del blog. Me interesaba saber su opinión como tío si se encontrara con unas fotos como las que estábamos proponiendo y, la verdad, me gustó que fuera tan detalloso en su argumento para diferenciar lo que provoca una fotografía erótica ante una pornográfica. Reconoció que, evidentemente, cabía la posibilidad de que más de uno se la machacara viendo ese tipo de fotos pero que, en cualquier caso, no tenía que sentirme mal porque calentar no era la intención con la que yo saldría en las fotos y no era responsable de las mentes enfermas de unos, en definitiva, pocos y perfectos desconocidos.
-Además –decía –tú misma has podido comprobar esta mañana como, tras la primera reacción sexual, el comportamiento natural de las personas ante un desnudo es la naturalidad. Se lo has visto a Miguel, luego me lo has podido ver a mí y, por último, nos lo has visto a todos después de haber terminado como hemos terminado, que hemos seguido desnudos y tan normales… -.
Me quedé pensando en cuánta razón tenía Fer al decir eso cuando me sorprendí al ver a Eva venir hacia la terraza. Se había quitado la ropa y se había puesto otra de mis camisetas. Se le marcaban los pezones en la tela por lo que era evidente que se había quitado el sujetador. Entonces me fijé en su pubis para ver si, bajo la camiseta, se notaba la presencia de ropa interior o si, por el contrario, también se había quitado el tanga. No sé por qué pensé eso puesto que lo lógico sería que lo llevara puesto pero, teniendo en cuenta que yo no lo llevaba, que Eva esta tarde tampoco, que hacía un rato me habían tomado el pelo y yo había terminado enseñándoles el culo y que, además, estábamos hablando de fotos eróticas y de mujeres desnudas, pues debe ser que se me liaron las ideas y por eso miré dónde miré.
-Parece que tu también tienes la misma curiosidad… –me susurró Fer que tenía la mirada puesta en el mismo lugar que yo -¿Ves como el morbo llama la atención? -.
-No te molesta que te haya cogido la camiseta, ¿No? Es que he pensado que, ya que me iba a quedar, me apetecía ponerme cómoda -.
Negué con la cabeza mientras trataba de regresar a las palabras de Fer pero no lo conseguí. Por el camino me lié con la idea de que, si Eva se quedaba a dormir, igual echábamos un polvo y, entonces, caí en la cuenta de que Fer igual estaba por aquí con la intención de acostarse también con Eva. ¡Claro! Por eso también estaba él mirándole la entrepierna. Los dos estábamos pensando en follar con Eva y, entonces, me apareció como un flash la charla que, sobre los tríos, habíamos tenido Eva y yo esta misma tarde. Me acordé de lo que le había dicho sobre el candidato oportuno y, entonces, me quedé mirando a Fer pero, con otros ojos. ¿Y si…? Eva no iba a decir que no, desde luego, a mi me estaba empezando a apetecer y Fer… Supongo que tampoco nos haría ascos a las dos juntas.
-¡Nena! –Eva me sacó de mis pensamientos -¿Dónde estás? -.
-…En el candidato oportuno… -acerté a decirle.
Eva tardó un par de segundos en situarse, lo mismo que tardó en dejar las copas sobre la mesa mientras mantenía el gesto pensativo. Cuando supo a qué me refería miró de reojo a Fer y, a continuación, me volvió a mirar a mí. En ese momento subí el pie para apoyar el talón en el culo de la silla y abrí la pierna, con lo que estiré la parte de debajo de la camiseta para dejarle mi sexo a la vista. Si Eva sabía de qué estaba hablando, también sabía lo que le estaba diciendo con ese gesto.
-Fer… -empezó a decir Eva -¿Te gustaría ver a dos tías follando? -.
Fer nos miró a las dos mientras que nos señalaba alternativamente con el dedo sin poder dejar de sonreír.
-¿A vosotras dos? –preguntó finalmente y aun con la sorpresa reflejada en la cara.
-Traeros las cosas para dentro –dijo Eva que no había llegado a sentarse y permanecía junto a la puerta.
Eva se dio la vuelta y entró al bungaló mientras que Fer y yo nos levantamos de la mesa y recogimos las cosas. En contraposición al gesto de alucine de Fer, yo mantenía el rostro sereno pero con una media sonrisa.
-Laura… -empezó a decirme -¿Pero de verdad vais a…? -.
Casi tartamudeaba. Me hizo gracia ver lo nervioso y excitado que se había puesto, tanto que casi rozaba el nivel de torpeza de Gabi. Por otra parte el hecho de que se pusiera patosamente excitado mientras que yo mantenía la serenidad me sirvió para convencerme de que somos nosotras quienes tenemos el control en este tipo de situaciones. Eso me hizo perder muchos de los miedos que arrastraba del pasado y me subió la autoestima. Estaba tan radiante de repente que hasta recuperé mi chispa juvenil y no dudé en responderle algo con lo que reírme de él a costa de ponerle un poquito más nervioso.
-Y tú también, Fer… Y tú también –le contesté con una morbosa caída de parpados.
Por su reacción me dio la sensación de que, hasta que no le incluí verbalmente en el polvo, Fer no fue consciente de que se iba a montar un trío con nosotras. Se emocionó tanto al oírme que aceleró el ritmo para coger sus cosas y para salir corriendo hacia el salón.
Entré tras él y dejé el móvil y el tabaco en la mesa de dentro y, en lugar de sentarme, me quedé de pie apoyando el hombro contra el marco de la puerta de la terraza, con la espalda hacia la calle y cruzando un pie sobre el otro a la espera de ver qué hacía Eva a continuación. Ella indicó a Fer que se sentara en el sofá, justo a la derecha de donde me encontraba y en medio de las dos puesto que Eva no se movió de donde estaba aunque, eso sí, se quedó de frente a mí.
Entonces Eva me miró, me guiñó el ojo mientras se mordía el labio y, finalmente, se fue subiendo la camiseta para quitársela. Y no… no llevaba el tanga puesto. Totalmente desnuda Eva provocó mi excitación y respondí al deseo desnudándome yo también.
-Hay un niño ahí detrás que te está viendo todo el culo –me dijo Eva –deberías echar las cortinas -.
Ni corta ni perezosa giré tranquilamente sobre mi misma hasta que me quedé de frente a la terraza y a un camino del camping en el que, efectivamente, un chavea en plena pubertad estaba detenido y mirándome fijamente, escupiendo hormonas por todo su cuerpo.
-Esto es para mayores –le dije –pero te aseguro que pronto empezaras a vivir aventuras de este tipo. Ten paciencia, ya lo verás –y, finalmente, le chivé de manera cómplice -¡Estás creciendo! -.
Volví a darme la vuelta una vez echadas las cortinas y despedido el chico y clavé mis ojos en los de Eva mientras me iba acercando lentamente a ella, que estaba a cuatro pasos. Fer nos miraba expectante y evidentemente excitado. Al pasar por su altura, le miré, sonreí y continué caminando hasta alcanzar a Eva. Al hacerlo fui levantando el brazo para cogerla de la nuca y la apreté contra mí para empezar a comernos bien la boca.
Después del primer, cálido, prolongado y apasionado beso, dejé caer suavemente la mano acariciando toda la espalda de Eva mientras que ella me apretaba bien del culo para juntar nuestras pelvis. Abrí los ojos para verla. El momento era tan sexual que me apetecía tener los ojos bien abiertos y no perderme detalle. Eva me miraba y miraba a Fer y, en sus ojos, se reflejaba la lascivia con una intensidad cautivadora y contagiosa. Solo de mirarla a los ojos chorreaba.
Fer se había acomodado en el sofá sentándose en el centro y extendiendo los brazos sobre el respaldo, con las piernas levemente abiertas y mirándonos embelesado. Nos recorría de arriba abajo con la mirada gozando tanto de nuestras curvas como del morbo que le producía ver a dos mujeres magreándose. Seguía vestido con sus bermudas y su camiseta así que, tras terminar nuestro beso con un cálido mordisco en el labio, Eva se puso de rodillas delante de Fer y comenzó a desabrocharle el cinturón.
Mientras Eva le desnudaba de cintura para abajo, Fer se quitó la camiseta y yo aproveché para sentarme sobre la mesa frente a él, con los talones apoyados en el filo, el culo en medio de la mesa, sujeta con la mano izquierda al filo de detrás, las piernas abiertas y la mano derecha acariciándome el pecho. No sabía a cuál de las dos mirar y, por eso, no hacía más que levantar y bajar la vista excitándose cada vez más en cada una de las ocasiones en que lo hacía.
A pesar de que la espalda y la cabeza de Eva me lo impedían, pude ver perfectamente el momento en que comenzó a meterse la polla en la boca. Durante esos segundos Fer no dejó de mirarla con la boca entreabierta y extasiado, llenito de placer. Ese fue el momento en que, de verle, me puse yo también más cachonda y comencé a acariciarme los labios vaginales para extenderme bien mis propios flujos y estar así perfectamente lubricada. Luego no pude evitar que mis dedos se acercaran automáticamente a estimularme el clítoris. Ni tampoco puse mucho empeño en impedírselo después mientras disfrutaba de la escena que protagonizaban Eva y Fer.
Estaba bien caliente y no sabía qué me excitaba más: si mis manos, si lo que estaba viendo, si la manera en que Fer me miraba de vez en cuando o si el hecho de estar exhibiéndome para él, enseñándole todo mi sexo, tanto el físico como el hormonal. La cuestión, en definitiva, es que me lo estaba pasando de puta madre inmersa en esta escena de lujuria y perversión.
-Yo también quiero que me comas –le chisté a Eva entre cálidos susurros.
-Y yo me muero por verlo –añadió Fer mirándola a los ojos –Me apetece ver a dos tías follar…-.
Eva se giró y se sorprendió al verme porque no me esperaba en la postura que estaba, pero se sorprendió gratamente, por supuesto. Fue a probar a bucear entre mis piernas quedándose de rodillas pero la mesa se quedaba un poco alta y no podía. Así que, al instante, cayó en la cuenta de que no habría mejor sitio sobre el que sentarse para llegar a mi entrepierna con la boca que haciéndolo sobre la erecta poya de Fer.
De espaldas a Fer, Eva se dejó caer suavemente para encajarse el miembro en la boca de la vagina y, cuando lo hizo, terminó de sentarse aún más pausadamente, sintiendo cada milímetro de esa enorme verga penetrarla. Finalmente, acercó su lengua a mi clítoris y comenzó a lamerlo mirándole a la cara. Y yo me abrí bien de piernas para gozarlo todos.
Durante unos tórridos minutos permanecimos en esa postura disfrutando del placer que nos producía a los tres. Pero Eva, que de alguna manera era la que estaba “pillando doble”, se fue disparando tanto que terminó por descabalgar a Fer, me bajó de la mesa y me tiró en la cama con la intención de hacerme la tijera. Accedí encantada y, tumbada boca arriba, le facilité la postura para que se pudiera encajar sobre mí frotando coño contra coño.
Empezamos a follar como posesas, gimiendo y jadeando sin contarnos un pelo, sin importarnos el ruido que podíamos estar armando. La miraba, miraba nuestras pelvis encajadas, nuestros depilados coños frotándose sobre una brillante pátina de flujos lubricantes. Sentía sus labios y su clítoris golpear contra el mío y un escalofrío tras otro me iban llevando al clímax poco a poco.
Fer estuvo observándonos momentáneamente al pie de la cama mientras se acariciaba la polla y, finalmente, me la acercó a la boca para que se la comiera. Empecé a chupársela mientras la meneaba con una mano y, con los ojos cerrados, comencé a gozar yo de mi momento de pillar doble. Y debe ser que me entregué mucho a las cosas que estaba haciendo porque, al poco tiempo, Fer no pudo evitar abrir la boca para decir algo.
-Eres una excelente comepollas –me dijo entre jadeos.
-Córrete encima de las dos –le contesté tras sacarme el miembro de la boca y justo antes de empezar a chuparlo de nuevo.
Instintivamente levante la pelvis para apretarme aún más contra Eva y ella respondió acelerando el ritmo y buscando nuevos movimientos a cada cual más excitante y placentero. Por otro lado, seguía disfrutando del placer de tener en la boca el aparato de Fer y me lo comía con gusto. Estuve saboreándolo hasta que sentí que se iba a correr y, entonces, le miré a los ojos mientras me sacaba su polla de la boca lentamente. Entonces se la cogió él y le dio las últimas sacudidas necesarias para que una impresionante corrida cayera sobre nuestros cuerpos.
El primer disparo impactó en la cara de Eva, el segundo sobre sus tetas, el tercero sobre las mías y al cuarto y más pequeño le recibí con la lengua fuera para recogerlo directamente del capullo de Fer. Y, si a mí me habían puesto mala los lefazos de Fer, a Eva le pusieron aún más. Tanto que apoyó sus manos fuertemente en mis rodillas y empezó a restregarse con ansia mientras que también empezaba a gemir su orgasmo. Y ese gemido provocó el mío…
Eva se dejó caer sobre la cama a mi lado mientras que Fer se sentó al filo en mi otro lado. Los tres estábamos exhaustos y necesitábamos reponernos un poco antes de hacer ni de decir nada. Solo queríamos una cosa, disfrutar de los últimos coletazos de placer y recuperar el aliento.
Cuando volvimos a ser personas lo primero que hicimos fue vestirnos. Eva y yo nos pusimos las camisetas y Fer toda su ropa. Luego nos sentamos a tomarnos un último traguito de refresco para ponerle punto y final a la noche.
-Me voy a marchar –empezó a decir Fer –mañana he quedado temprano con Miguel y esta gente porque vamos a bajar a Almería de turismo. ¿Os venís? -.
-Te lo agradezco pero estoy reventada –comencé a contestarle –y no sé a qué hora me voy a despertar mañana. Mañana me apetece perrear… -.
-¿A qué hora volveréis? ¿Lo sabes? –preguntó Eva.
-Pues yo creo que por la noche prácticamente porque vamos a comer allí y, para la tarde, tenemos previsto ir a no sé dónde… Si llegamos a una hora prudente os llamo por si salimos o algo, ¿Ok? -.
-Vale –contesté.
Fer se marchó y nosotras recogimos un poco las cosas que había por medio y encendimos la tele para fumarnos el cigarrito de antes de dormir.
-No te cuento el cachondeo que van a tener los cuatro mañana a costa nuestra –le dije a Eva.
-¡Vaya! Porque a este le va a faltar tiempo para contárselo… Pero… ¡Mejor! Así cuando volvamos a verles ya se les habrá pasado el primer subidón de choteo y no se cebarán tanto con nosotras… -.
-Pues también es verdad… -contesté.
-Y mañana, ¿Qué? –me preguntó -¿De verdad quieres perrear o hacemos lo de la barca y las fotos? -.
-Pues… -empecé a decirle –la verdad es que no lo sé. Tal vez debería volver a Madrid a ver a mi familia y, de paso, traerme algo más de equipaje… Creo que voy a pasar en Mojácar más tiempo del que había previsto inicialmente… ¿Qué me cobraríais si me quedara en el camping el mes entero? -.
Eva mi miraba ojiplática tratando de adivinar qué había querido decir con eso de que igual me quedaba más tiempo hasta que, por fin, cayó en la cuenta de que le había hecho una pregunta.
-Ya me encargaría yo de que no que saliese caro –me contestó -¿Por qué quieres quedarte? -.
-Porque esto me está recargando las pilas de una forma bestial y quiero despreocuparme del tiempo para poder centrarme en aprovechar al máximo todo lo que me lleve de aquí… Que me parece a mí que puede ser mucho y bueno… Incluyendo lo del blog de las playas –le sonreí.
-No se hable más –respondió –a dormir que mañana tienes que coger el coche -.