La chica del banco (ll)
Enseñar a los demás a hacer algo siempre te llena de "satisfacción".Aquí os dejo un ejemplo.
La conocí en la sucursal bancaria. Detrás de una gran mesa allí estaba mi agente comercial, la que me tenía que asesorar en los trámites obligatorios tras la última ley de protección de los pequeños inversionistas. Era nueva en el puesto y se la veía algo nerviosa. Me atendió muy profesional y educadamente. Quedé muy satisfecho con la gestión.
Otra cosa muy distinta es mi opinión sobre su físico. No es precisamente lo que los chicos buscan en una mujer para pasar un buen rato.
Apenas tiene apenas curvas, no es guapa, ni tampoco parece tener ningún interés en ser más atractiva. Tiene un cuerpo menudo, muy delgada, vistiendo un pantalón que cuelga de su cintura y apenas le marca el culo. Un jersey de cuello que apenas denota el bulto de su pecho completa el vestuario.
La primera parte del relato continuaba en “La chica del Banco” y ahora vamos por la segunda parte.
Carol y yo estamos desnudos en el sofá de su casa. Ella se está recuperando del mayor orgasmo de su vida. Tras un cuidado y meticuloso trabajo de mi lengua sobre su abultado clítoris, se ha venido sobre mi empapando mi cara y pecho.
Mi erección es tremenda y necesita atención urgente. Vamos a darle solución, aunque dada la corta experiencia de ella creo que va a necesitar mi ayuda. Me dispongo a hacerle un entrenamiento guiado. A ella le servirá de experiencia y a mi me va a dar mucha satisfación.
- “Ven, te voy a mostrar algo que te va a gustar, y seguro que sirve en el futuro”. Le digo mientras me coloco en el sofá cómodamente sentado, con las piernas bien separadas para mostrar mi polla completamente empalmada.
Carol, se sienta a mi lado en el borde del sofá quedándose con la mirada fijada en mi entrepierna. Parece que después de su orgasmo ha quedado cautivada por la visión de mi miembro.
- “Cógela… por la parte central, con suavidad pero con firmeza”, le digo mientas tomo su mano pequeña y huesuda para acompañarla hasta mi polla.
Una vez que la tiene cogida con la postura habitual del puño, pongo mi mano cubriendo la suya. La acompaño para empezar una lento y suave movimiento de sube y baja. Ella contempla con mucha atención como el capullo aparece y desaparece momentáneamente al compás de los movimientos.
Me detengo un momento con la mano en la posición más baja dejando al aire el capullo que está completamente inflado, rojo y brillante. Doy un ligero apretón sobre su mano que se traduce en un apretón obre mi polla. Por un instante Carol me mira preguntándose que debe hacer.
Mi respuesta es continuar con el sube y baja tres o cuatro veces más, para terminar con un nuevo apretón como el de antes. Me vuelve a mirar como preguntando que viene a continuación. Mi gesto le indica que vaya repitiendo los movimientos una y otra vez. Así lo hace ahora sin que la tenga que acompañar.
- “Vamos a cambiar un poco”, le digo mientras tomo de nuevo el control rodeando su mano con la mía.
Ahora le enseño un nuevo movimiento. Aprieto la mano un poco en la base de mi polla y la subo hasta tropezar con el anillo inferior del capullo sin sobrepasarlo y golpeándolo ligeramente. Le hago ver que lo debe hacer con mimo pues si se pasa puede resultar doloroso. Después de hacerlo juntos varias veces para que lo aprenda bien, la dejo sola para que lo haga a su aire.
Una vez que lo hace a mi entera satisfacción le indico que lo combine con el movimiento anterior. Es una alumna aventajada y me da mucho gustito con el juego.
Voy introduciendo distintas variantes para hacer una buena paja. Carol las asimila con absoluta exactitud y poco a poco va aprendiendo a combinarlos e improvisar haciendo combinaciones deliciosas.
Después de tanto frotamiento la tengo extremadamente sensible y necesito aligerar las sensaciones por lo que necesito que me la humedezca un poco. Pongo mi mano alrededor de su cuello y le muestro el camino para que me haga una buena mamada.
Carol se resiste y parece no saber cómo debe continuar. Con suavidad le acompaño la cabeza hasta que mi polla queda delante de su boca. Finalmente la abre y engulle mi miembro lentamente.
Siendo como se me humedece y el calor de su boca envolviéndome la poca. Sin embargo ella permanece inmóvil sin saber qué hacer. Hago que se incorpore y su expresión me parece decir: “¿Cómo lo tengo que hacer?”
Cojo su mano y me la acerco a la boca, Le doy unos cuantos besitos cariñosos para captar su atención. Saco la lengua y le llamo el dedo pulgar. Después de mojárselo completamente con mi saliva, me lo pongo dentro de la boca.
Bajo su atenta mirada se lo chupo una y otra vez, jugueteando con la lengua alrededor del dedo.
Parece que esto ha sido suficiente para instruir a mi inexperta pareja. Dócilmente acerca su boca a mi polla y la engulle reproduciendo lo que le he enseñado usando su propio dedo.
Yo continúo chupándole el dedo y ella reproduce fielmente mis movimientos. Si succiono su dedo ella me succiona, si le restriego la lengua ella restriega la suya. Después de unos minutos de mamada guiada Carol ya se siente capaz de ir según su propia iniciativa y se afana por conseguir el mejor resultado. Doy fe que es una alumna aventajada, aprende pronto y bien. Le voy a dar un sobresaliente tanto en actitud como en resultados.
De forma sucesiva voy introduciendo en el repertorio nuevos meneos y técnicas de masturbación. Evidentemente Carol responde de una forma muy positiva y actúa en consecuencia.
Ahora ya sabe cómo apretarme el capullo y luego acariciarlo como con una pluma. También sabe manejar las dos manos haciendo un sube y baja como el que tira de una polea. Con la boca ya ha aprendido a lamer de arriba abajo, engullir un testículo sorbiéndolo y acariciar la punta del capullo con su lengua.
Le muestro el camino, ella lo hace una vez de forma metódica y cuando reconoce que ya lo domina lo incorpora rápidamente al repertorio que cada vez es mas extenso.
Carol es una alumna muy, muy aventajada.
Me parece que he creado “un ser fantástico, un monstruo maravilloso”… tened mucho cuidado, si os encuentra no me responsabilizo de lo que os pueda suceder.
Deverano.