La chica de la uni

Porque a veces, esa chica que se sienta a tu lado, puede ser tu fiel amante.

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La chica se desenvolvía bien exponiendo y capturaba la atención de Verónica. Como en todas las exposiciones, Vero – que así era como la llamaban sus amigos- había sacado su book para garabatear algún boceto para algún dibujo ya imaginado. Pero no podía concentrarse, aquella chica la había hechizado de tal manera que no podía apartar la vista de aquellos ojos grises que resaltaban, de alguna manera, sus cabellos castaños atados con una sencilla coleta. Calculó la altura y no debía sobrepasarla mucho, aunque subida en la tarima era difícil saberlo.

  • En los animales con circulación abierta hay que tener en cuenta que la resistencia al flujo que ofrece es menor que la que presenta la circulación cerrada.

En lo que continuaba de la exposición no titubeó, solo hubo un momento que se quedó sin habla al cruzar sus ojos con los de Verónica, pero se recompuso al instante y apenas se le notó, fue más como si se hubiera quedado en blanco por los nervios. La clase acabó y el aplauso fue multitudinario. A la chica se le escapó una sonrisa triunfal, estaba satisfecha, el esfuerzo que le había supuesto prepararse aquella clase había dado sus frutos; no le cabía lugar a dudas que aquello le supondría una buena nota.

-Permíteme felicitarte, ha sido una exposición muy entretenida e interesante- dijo visiblemente nerviosa Verónica.

-Gracias.

-Yo no me habría atrevido a salir delante de tanta gente para

-¡Vero! ¿Vienes a la cafetería?- La interrupción podría haber llegado en otro instante, pensó Verónica.

-Voy,- dijo Vero a sus amigas.- ¿Te vienes…?

-Carmen, encantada- le ofreció la mano a forma de saludo.- Vale, me haría falta comer algo.

La cafetería estaba llena de gente y el ruido era insoportable, apenas se podía hablar sin chillar, pero con el calor sofocante no apetecía salir a la terraza. Y cómo todos los descansos, este también se hizo corto. Carmen también tenía la siguiente clase, era extraño, Vero nunca se había fijado en esa chica yendo a la misma aula. La verdad es que no era de esas chicas que sobresalen de las demás, más bien era normal, pero la representación de maestría que había demostrado, la había dejado prendada. Sentaron juntas en clase y Vero no podía coger apuntes de lo nerviosa que estaba, lo único que pensaba era que no se lo notase Carmen. Ella, por su parte parecía muy relajada y estaba cogiendo unos buenos apuntes. A Vero se le ocurrió una buena idea, cuando acabara la clase le pediría los apuntes pretextando que ese día no sabía lo que pasaba pero no podía atender. Y así hizo cuando acabó la clase.

  • Vale, -le contestó,- pero tengo que completar algunas cosas, así que hasta última hora de la tarde no los tendré, ¿vives por aquí cerca?

  • Vivo a dos manzanas de la uni.

  • Entonces. Me voy a la biblioteca y luego quedamos por aquí y te los paso.

  • Por mi bien, - contestó Vero -. Gracias.

Verónica se fue a su casa a terminar unos trabajos en el ordenador. Tenía toda la tarde libre, aprovecharía para estudiar y así adelantar algunas asignaturas.

A las 20:00 se cambió y bajó a la uni a su encuentro con Carmen. Ella estaba esperándola en la puerta de la biblioteca.

-¿Llevas mucho tiempo esperando?

  • Tranquila, acabo de bajar de estudiar, ¿te apetece una coca-cola o algo?

  • Una cerveza estaría bien.

Fueron a la cafetería más cercana del campus para no perder demasiado tiempo, y es que a puertas de exámenes el tiempo es lo más importante. Estuvieron hablando sin descanso, las conversaciones fluían de una a otra y no se agotaban. Las dos estaban muy bien cuando el teléfono de Carmen sonó asustándolas.

  • Perdón, me llama mi novio.

Se levantó y respondió la llamada. Verónica no sabía que pensar; Carmen tenía novio y eso le dolía, de todas formas tampoco la conocía mucho y no sabía si sentía lo mismo que ella, lo mejor sería olvidarse de ella y esperar que el tiempo curara la herida, que tampoco había sido tan grande.

  • Lo siento, pero me tengo que ir- dijo Carmen cuando ya había colgado-. Carlos es un pesado, me ha dicho que tiene que pasarse por mi casa para no se que.

  • ¿Mañana cómo quedamos para que te devuelva los apuntes?

  • Yo voy a estar todo el día en el campus.

  • Entonces dame tu móvil y te llamo cuando salga de clase, ¿ok?

-De acuerdo.

Pagaron sus cervezas y Verónica se fue con, una sensación extraña, a casa. Esa chica le gustaba pero le había quedado claro que debía olvidarse, no podía buscar algo donde no iba a encontrar nada. Sumida en estos pensamientos, Verónica llegó hasta su mesa de escritorio con el fin de pasar los apuntes y devolvérselos a la mañana siguiente. Años atrás, cuando tuvo un duro golpe en época de exámenes, había aprendido a olvidarse de los pequeños problemas cuando tuviera que concentrarse; esa vez no iba a ser menos. Estuvo estudiando un par de horas sin descanso antes de irse a dormir.

La primera clase la tenía a las 9:30 y ya no tenía nada hasta la tarde A las 11:00, cuando saliera de clase, la llamaría y quedaría con ella, después se iría a casa a estudiar. Carmen no tenía clase cuando la llamó y quedaron para almorzar en la cafetería de la uni.

-Siempre quedamos igual, podíamos variar de sitio aunque sea- dijo riendo Verónica.

-De acuerdo, ¿qué te parece si te vienes a la biblioteca esta tarde después de clase?

-Si he acabado el trabajo de ITE iré encantada, aunque sino consigo estudiar me tendré que volver a casa.

-Me parece bien.

Carmen volvió a la biblio y Verónica se fue para casa a terminar el dichoso trabajo que tanto le estaba costando. En su interior crecía ese deseo que le impulsaba a hacer el trabajo más rápido de lo normal. Sorprendentemente a mediodía ya o había acabado y después de revisarlo se dio cuenta de que estaba para nota, ¿sería el embrujo de esa chica?

Fue a clase por la tarde, buscando la forma de conseguir unos buenos apuntes, labrándose otra buena nota en otra asignatura. Como había terminado el trabajo tenía vía libre para ir a la biblio con aquella chica. Y después de estar estudiando un buen rato hicieron una parada para comer algo.

-Qué coñazo esto de estudiar- dijo Vero para romper el hielo que de repente se había interpuesto entre las dos.

-Por cierto, esta noche no se si podré venir- dijo Carmen ignorándola un poco. -Mi novio me ha dicho que tiene algo importante que decirme.

-Tranquila, no pasa nada- contestó Verónica un poco turbada, -yo estaré aquí de todas formas, se estudia muy bien en la biblioteca.

-No creo que pueda venir después, querrá que me quede con él la noche- Carmen hablaba un poco resentida y de eso se dio cuenta Vero. –Estudiaré un poco en casa.

Siguieron estudiando, hasta que se fue Carmen y Verónica salió para cena, después volvería pero el crujir de sus tripas no le dejaban concentrarse. Deambulaba por el piso preparando la cena, sin prestar atención a lo que hacía y cuando le invadió un olor a quemado despertó de su trance. Tras ese percance se hizo un bocadillo y se volvió a la biblio. No quería pensar en Carmen, pero para ella esa chica era excepcional, cuando estaba con ella conseguía hacer que se olvidara de todo. No debía pensar en ella, ahora estaba con otro y no se había fijado en Verónica y aún sabiendo esto no podía quitársela de la cabeza, se iba a volver loca. El teléfono sonó haciendo un ruido estrepitoso, ganándose miradas de odio de los que estaba en la sala y alguna risa de aquellos que habían reconocido la melodía. ¡Era Carmen! Con aún más ruido salió de la sala para responder a la llamada y de fondo se oía algún carraspeo por su "triunfal" salida.

-Hola.

-Hola Vero- contestó algo apagada -, ¿sigues en la biblioteca?

-Si, acabo de llegar de cenar.

-¿Te importa si me paso?

-No, ¡por supuesto que no!- <<aquello era muy raro

pensó Verónica, <> -¿Ha pasado algo Carmen?

-No, bueno si, me gustaría hablar con alguien y había pensado… ¿tienes mucho que estudiar? Porque sino lo podemos dejar para otro día.

-Tranquila mujer, otro día puedo estudiar, si tienes que hablar mejor que lo hagamos ahora- dijo en voz tranquilizadora.- Te espero en la puerta de la biblio.

<< ¿Qué podía haber pasado? >> Aquella llamada la inquietaba, era muy raro que acudiera a ella habiéndola conocido hacía apenas 24 horas. No quería mostrarse nerviosa pero no podía evitar dejar de hace pequeños y molestos movimientos. Evitando que gritara de los nervios, apareció Carmen con un aspecto horrible, de haber estado llorando desconsoladamente. La atrapó en sus brazos para que terminara de desahogarse, conduciéndola a un sitio donde nadie las pudiera ver ni oír, necesitaba intimidad.

-¡Vamos! Tranquila, aquí estás bien- era lo único que se le ocurría decirle, no sabía que había pasado y aquello, la verdad, sonó estúpido una vez dicho.

  • Gracias Vero, necesitaba hablar con alguien y era la única que me iba a escuchar.

El llanto le impedía expresarse adecuadamente y era bastante difícil comprenderla.

-Mi novio es un imbécil- añadió en un tono de enfado entremezclado con tristeza.- Me ha dicho que le estoy poniendo los cuernos y me ha montado una escenita.

-¿Pero en que se basa para hacerte tales acusaciones?

-Dice que ya no paso casi nada de tiempo con él y que me ve cambiada, como más feliz.

-¿Has intentado hablar con él? Debe entender que si no pasas tiempo a su lado es porque tienes que estudiar.

-Lo he intentado, pero no quiere razonar. Se ha puesto a insultarme delante de mis compañeras de piso y no puedo hablar con mis amigas porque están enfadadas conmigo desde que salgo con él- cada vez, Carmen estaba más desconsolada.- Dejé de quedar con ellas cuando empecé a salir con ellas, hasta que se cansaron y me dejaron de hablar, ahora si le digo lo que ha pasado seguro que se alegran y me lo reprochan.

-Escúchame Carmen- increpó -. Eso no es así, puede que tus amigas estén molestas contigo porque las dejaste de lado, pero no creo que te den la espalda cuando más las necesitas y si lo hacen es que realmente no son tus amigas. Te voy a decir lo que vamos a hacer: te vas a venir a mi casa a dormir y mañana cuando nos levantemos las llamas y quedas con ellas, y ahora me explicas todo lo que ha pasado con tu novio, pero primero comamos algo.

Pareció que Carmen se animaba un poco porque se levantó y se puso en camino para salir del campus. Iba cabizbaja y no hablaba, solo se dejaba guiar por Verónica, que realmente se había preocupado y quería ayudarla. En el piso le atendió lo mejor que pudo, intentando que no le faltara de nada y cuando la vio algo más cómoda le pidió que le contara lo que había pasado exactamente.

-La verdad es que ayer ya estaba raro, pero lo atribuí a lo de siempre, cuando tengo algún examen se queja de que está poco tiempo conmigo. Pero esta vez empezó a reprocharme que me estuviera viendo con alguien porque me notaba más feliz y yo con la única persona que quedaba era contigo para estudiar.

-Entonces, ¿esto último ha sido muy reciente?

-Ya anoche empezó a decirme cosas, pero es que hoy se ha puesto muy pesado y no me dejaba hablar. Se ha dedicado a gritarme e insultarme para por último decirme que para dejarle yo me dejaba él. Y aún se ha alterado más y me ha amenazado, diciéndome que si me veía con otro me iba a matar a mí y al desgraciado, palabras textuales. Luego se ha ido de casa y ya te he llamado a ti.

Empezó a llorar otra vez. Aquello era más gordo de lo que Vero había pensado. El chico era un loco psicópata que no podía verla con otro. En lo único que pensaba Vero era en alejar aquel chico de Carmen por el bien de ella. Volvió a consolarla abrazándola fuerte, sentirla tan cerca le hacía sentir bien, de todas formas estaba muy preocupada por ella.

-Venga Carmen, mientras estés a mi lado no debes preocuparte, porque no voy a dejar que te ocurra nada.

-Gracias.

Cuando se separaron notó como Carmen la miraba diferente, de una forma más penetrante. Veía algo en sus ojos que en otro momento le habría hecho desfallecer, pero que en ese punto la trastocaba. No podía lanzarse, esa chica estaba confundida y no sabía lo que realmente quería, era vulnerable a que se aprovecharan de ella y no iba a ser tan rastrera para hacer algo tan sucio.

-Bueno, vamos a descansar - dijo Vero ocultando su nerviosismo-, que mañana va a ser un día muy largo.

-¿Dónde duermo yo?

-Quédate en mi habitación y yo dormiré en el sofá del salón, ¿de acuerdo?

-¿Puedes dormir a mi lado? No me quiero quedar sola esta noche.- Verónica creía que le iba a dar algo, aquella chica tan guapa le estaba pidiendo dormir juntas. <> pensó, <>

-Bien, podemos tirar el colchón al suelo del salón y duermes tú en él y yo en el sofá, ¿te importa?

-No, con tal de dormir acompañada me da igual.

Estuvieron hablando gran parte de la noche con la luz apagada. Carmen se iba relajando y no parecía tan asustada. Al final se durmieron tarde y se levantaron muy pronto. Recogieron todo lo más rápido posible y se fueron a la biblioteca para estudiar un poco esa mañana.

-Voy a mandarle un mensaje a mis amigas para quedar con ellas más tarde y les cuento todo.- Dijo de camino a la biblio.

-Tienes que ir en plan humilde, recuerda que fuiste tu la le diste de lado.

-Supongo que si quiero recuperarlas he de hacerlo así.

Vero estaba muy contenta, Carmen estaba más tranquila y parecía que iba a rehacer su vida sin aquel chico. Aquel momento no era bueno lanzarse, puede que estuviera confundida e hiciera algo que luego se arrepentiría. Debía darle tiempo y por el momento no comentarle nada. Además, ahora estaba bien con ella y actuar podría perjudicarle ese comienzo de amistad.

-Hoy comemos en mi piso,- sugirió Carmen- por las molestias causadas.

-Si no has causado molestia alguna.

-Je je je, que mujer. Después nos volveremos a la biblio y yo ya más tarde quedaré con mis amigas.

Ya en el piso, Carmen estuvo enseñándole las habitaciones: la cocina, los baños, el salón, los dormitorios de sus compañeras, el suyo

-Me gusta como lo tienes decorado, tiene un aire hippie, pero no es cargante.

-Antes tenía más cosas pero me di cuenta de que había demasiadas y quité unas cuantas.

-Está bastante bien el piso, además cerca de la uni que es bastante importante.

-Je je je, que vagas somos,-dijo riendo, había recuperado bastante buen humor-. Bien, quédate en el salón que yo voy a hacer la comida, quiero que te sientas como una reina.

-Da igual Carmen, no me importa ayudarte.

-Te lo debo, ahora solo tienes que preocuparte por lo que ponen en la tele.

-Vale, si insistes… Pero lo hago con la condición de que luego me dejes ayudarte a recoger, ¿vale?

-Bueeeeno.

Las dos se rieron a la vez. Era sorprendente como dos chicas que no se conocían, en unos poco días habían cogido tal confianza. Carmen estaba en estos pensamientos mientras preparaba la comida, afanándose para que le saliera deliciosa.

-¡A comer!- Dijo Carmen desde la cocina.

-Que bien huele, ¿qué has hecho?

-Yo le llamo macarrones a la ternera bañados en una salsa de tomate

-Je je je, seguro que están buenísimos.

Los exámenes transcurrieron con calma. No se supo nada más del novio de Carmen y pudo recuperar a sus amigas. Una vez cogida la rutina de estudiar, comer y dormir, los días pasaron muy rápido y sin muchos cambios. El último examen se acercaba y ya estaban haciendo planes de la fiesta que iban a organizar. Habían pensado organizarlo en el piso de Verónica que no habían tenido nunca problemas con los vecinos y así hacían una fiesta de inauguración, porque aún no habían organizado ninguna.

Hicieron una lista de la gente que iban a invitar, y luego en otra lista apuntaron lo que comprarían. Casi estaban pensando más en esa fiesta que en el spring final. El día del examen hacía calor, estaban ya en verano y ese día no soplaba nada de viento. Cada cosa hacía que aumentara aún más las ganas de empezar esa fiesta.

-¡Eih Vero! ¿A qué hora es hemos quedado en tu casa?

-A las 20:00 si quieres cenar y a las 22:30 ya cenado, como quieras pero me tenéis que decir el número de gente que vais a ser.

-Bien, pues apúntame para cenar que hoy no cocino, hoy toca sillonball.

La noticia de la fiesta se había corrido mucho y se estaba empezando a apuntar gente que no siquiera Vero y Carmen conocía.

-Bueno, los amigos de los amigos de mis amigos, son mis amigos, ¿no?

-Je je je, claro Vero, pero esperemos que esos amigos no sean muchos, porque sino, no se donde vamos a meter a tanta gente.

-Bueno, centrémonos en el examen y ya esta noche nos pegamos la gran fiesta.

Era uno de los últimos exámenes y se notaba el ambiente. La gente estaba nerviosa e impaciente por terminar, algunos incluso iban con todo preparado para irse a la piscina después.

-Por ser ya cuando es, vamos a esperar 5 minutos a los rezagados y luego comenzamos el examen.

Los resoplos empezaron pronto, sólo había transcurrido media hora. Y es cuando Verónica lo leyó entero, de dio cuenta que para ser el último habían puesto un examen muy difícil. Estaba impaciente por acabar y celebrar la fiesta, no se concentraba y cada vez le resultaba más difícil el examen. <> pensó cerrando los ojos y dejando el boli sobre el papel, <>. Cogió de nuevo el boli y se obligó a concentrarse, a ir contestando una a una las preguntas, hasta que por fin acabó. Entregando el examen sentía como se quitaba un peso de encima, como empezaba ese verano que tan merecido tenía, y por fin podría descansar sin presiones de ningún tipo.

Sus amigas ya habían acabado y estaban esperándola fuera.

-¡Por fin! ¡Hemos acabado!

-Si, menos mal, porque si tengo que estar estudiando un día más me hubiera dado algo. ¿Qué tal os ha salido?

-¡Vero! No preguntes eso, tendríamos que hablar de la fiesta, no de lo pasado.

-Ja ja ja, eres demasiada juerguista Lucia.

-¿A qué hora tenemos que empezar a preparar todo? ¿Dónde vamos a ir a comprar? Y lo más importante de todo, ¿quién esa chica que no se separa de ti?

-Pues a las 17:00 vamos a ir a comprar, probablemente al centro comercial, y se llama Carmen y va a clase con nosotras.

-¿Y ya?- Preguntaron todas.

-Habíamos pensado en ir a comprar ahora, pero preferimos descansar y ya después de comer vamos.

-Entendido, cuando pase algo nos contarás,-dijo una de las amigas de Vero.- Nos pasaremos por tu casa a las 17:00 ¿o estarás ocupada?

-Tranquilas, estaré lista.

Vero esperó hasta que salió Carmen del examen para irse a casa, quería invitarla a comer para celebrar el fin del cuatrimestre. Primero pasaron por el supermercado para comprar algo para cocinar, y después se fueron a casa de Vero. Ya cocinando notó algo raro en Carmen, estaba más cariñosa de lo normal y buscaba cualquier excusa para rozarla, pero cuando terminaron de comer dijo algo que le hizo que le saltaran todas las alarmas.

-¿Qué te parece si nos echamos un rato la siesta?

-Vale, ¿si quieres quedarte en mi cuarto y yo me tumbo aquí?

-No mujer, tiramos el colchón al suelo como antaño.

-Je je je, pero no estaremos muy cómodas que digamos.- Pero de nada le sirvió decir aquello a Verónica porque Carmen ya había ido a la habitación a por el colchón.

No sabía si era por el calor o que, pero Verónica tenía la impresión de que Carmen estaba muy pegada a ella. Dio media vuelta porque no podía dormirse, y vio que ella tampoco estaba dormida, que le estaba mirando de esa forma que la volvía loca.

-¿Estás nerviosa?- No se le ocurrió otra cosa para preguntarle.

-Si, un poco.- Contestó Carmen.

-Tranquila, la fiesta va salir bien.

Verónica acarició el pelo de Carmen para calmarla, y ella empezó a acariciarle la cara, pasándole el dedo índice por los labios. Vero cerró los ojos, aquello era demasiado contra lo que luchar, no podría aguantar mucho más tiempo así. Abrió los ojos y Carmen estaba mucho más cerca, había llegado el momento, estaba deseando probar esos labios que tan inocentemente se le acercaban. Pero sonó el teléfono y con él se rompió toda ilusión. Vero se levantó de la cama para contestar con el corazón desbocado, salvada y a la vez interrumpida. Pudo tranquilizarse, se había dejado llevar por los sentimientos y tenía que tener cabeza, aunque parecía que Carmen estaba muy segura de lo que hacía.

-Dime Laura- la que interrumpía era una de sus amigas que iban a ir a comprar.

-Que vamos ya para allá, te llamábamos para que dejaras lo que estuvieras haciendo y te preparases.

-La próxima vez con un mensaje hubiera bastado, ¿ok?

-Ja ja ja, perdón.

Comunicó la noticia a Carmen que no se la toma muy bien, ella quiere seguir tumbada tranquilamente, en cambio para Vero era un alivio. Fueron a un centro comercial que no estaba muy lejos, y para ello cogieron los coches para cargar la compra. Habían contado unos 15 para la cena y casi el doble para el botellón. Se iba a liar una buena, Vero deseaba que sus vecinos ya se hubieran ido de vacaciones porque sino tendrían que invitarles también. Durante la compra todas estuvieron muy animadas e ilusionadas con la fiesta. Parecía que las amigas de Vero y Carmen congeniaban bien, mientras tanto, ella aprovechaba para dedicar alguna mirada a Carmen sin que se enterasen el resto, que para sus amigas fuera evidente no tenía que serlo para el resto. Esa belleza le gustaba mucho y se estaba muriendo porque sabía que la podía tener pero no debía, <>, se repetía constantemente.

-Vero, ¿cogemos pacharan?

-Creo que eso no hace falto preguntarlo Lucia,- responde ella intentando aparentar normalidad.

-¡Vaya! ¿A ti también te gusta el pacharan?

-Un día que no tenía nada para beber, pillé la botella que estaba rondando por mi casa y probé a mezclarlo con naranja y entró muy bien

Terminaron la compra apretando el paso, ya que le estaba haciendo tarde y cada una se fue a su casa para arreglarse.

Ya estaban casi listas cuando sonó el timbre por primera vez.

-¡Mierda! ¿Carmen puedes abrir tú? Estoy con el secador.

-¡Son Lucia y Laura!

-Hemos venido antes a ayudaros con la cena.- Dijo entrando en el piso Lucia.

Mientras Verónica terminaba de arreglarse, las chicas empezaron a hacer la cena. Se sirvieron la 1ª cerveza de la noche y le llevaron otra a cenicienta. La gente empezaba a llegar y el ambiente se iba animando. Cuando terminaron de comerse las pizzas, pusieron la música un poco más alta apagaron las luces, dejando unas pocas, las justas para no tropezarse con algo. Ese día María no tenía ganas de bailar así que se puso a pinchar. Iba animando el ambiente con la música, comenzó con algo normalillo y conforme iba pasando el tiempo ponía música más animada y más conocida.

Carmen estaba bailando con sus amigas y Vero con las suyas. Los chicos se acercaban para bailar con Carmen, pero ella los rechazaba de una forma muy educada. De vez en cuando se les cruzaban las miradas y en sus ojos se podía leer deseo. Carmen se dirigió a la barra a por algo de bebida.

-Te invito a una copa.

-Muy amable, gracias- decía mientras se reían las dos.

Prácticamente se bebieron el cubata de trago y se pusieron a bailar juntas. Al principio muy inocentemente, pero conforme iban calentándose bailaban más juntas y moviendo más pegadas las caderas. Sin darse cuenta formaron el círculo de gente a su alrededor. Sus labios se acercaban peligrosamente, evitando en el último instante el beso tan esperado. Carmen se acercó a su oído para susurrar:

-Vámonos de aquí, me siento demasiado observada.

-Será porque nosotras lo hemos provocado.

Tal vez el efecto del alcohol o el apetito ya irrefrenable de estar con ella fue lo que empujó a Verónica a salir de allí. Fueron a su habitación pero estaba ocupada por otra parejita. Las demás habitaciones de la casa también estaban ocupadas.

-Podemos ir a mi casa si quieres.

-Bien, voy a avisar a Laura de se encargue de terminar la fiesta cuando ella quiera.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron Carmen agarró de las caderas a Vero, la atrajo hacía ella y mientras esta ponía una mano en su cintura y la otra en su nuca, juntaron sus labios en un dulce beso que las hizo estremecer. Verónica se separó bruscamente, cómo acordándose de algo.

-¿Qué pasa Vero?

-¿Estas segura de lo que estamos haciendo? ¿No te estarás dejando llevar?

-Se que esto es nuevo para mi, como también lo es el sentimiento que tengo hacía ti. Es algo de hace poco, que no tenía muy seguro y me asustaba, pero ahora se que me gustas y que quiero estar contigo, cargando con todo aquello que suponga.

-Pero hace poco estabas con Carlos, tengo miedo que todos tus sentimientos sean porque estas tratando de olvidarlo.

-Créeme, lo que siento por ti es real- se acercó para besarla,- real como este beso.

Fueron andando hasta casa de Carmen, dando un largo paseo, hablando de todo un poco, conociéndose un poco más y ¿¡por qué no!? Dándose apasionados besos. Llegaron a la casa y procedió a enseñársela. Era un buen piso, cerca de la universidad y con todo aquello que un estudiante necesita. Se sentaron en el sofá y siguieron hablando, disponían de toda la noche y ninguna tenía sueño. La pasión, ya desbocada, crecía dentro de Vero, concentrándose cada vez más en esos labios que añoraba explorar; ya ni siquiera atendía a lo que decía Carmen.

-… por eso te odio y no quiero volverte a ver.- Dijo Carmen para probarla.

-Claro, normal.

-¡No me estás escuchando!- Vero salió de sus pensamientos.

-¡Perdón! ¡Perdón!- Soltó un pequeña risa y continuó diciendo.- Es que estoy tan contenta de estar aquí contigo, sin pensar en nada, disfrutando la una de la otra, que ni siquiera pienso en lo que estas hablando.

Carmen se inclinó y le dio un largo beso.

-No pasa nada, ven conmigo.

Se levantaron del sofá al tiempo que se besaban, Vero la agarró de la cintura y la condujo a su habitación de ella. Dejó a Carmen en la cama, se quitó la camiseta y se tumbó sobre ella, besándola en la boca, en el cuello, en la clavícula. A Carmen se le escapó un pequeño gemido, todo aquello era nuevo para ella y Verónica se estaba encargando de que disfrutara.

Le quitó la camiseta de tirantes, la tiró a un lado y hundió su cabeza en sus pechos, aún con el sujetador. Una mano de Carmen buscó la cabeza de Vero, devolviéndola a su boca para juguetear con sus lenguas. En esa lucha por ver quien ganaba el pulso, Carmen se deshizo del sujetador de su contrincante y bajó para saborear los pechos de ella. Verónica se aferró a su la espalda y deslizó una mano por los pantalones, cogiendo primero una nalga y después notando la humedad de su entrepierna. Empezó acariciándola con círculos suaves, dispersos, y a continuación los hizo más pequeños, concentrándose más en su clítoris. Cuando la respiración de Carmen se hizo más agitada, le quitó los pantalones y las bragas. Ella también se deshizo de la ropa que le quedaba a Verónica, y así desnudas se abrazaron antes de empezar a danzar en un rito sensual. Carmen iba a coger las riendas, pero Vero no le dejó.

-Déjame a mi cariño, quiero hacerte subir al cielo.

Se besaron apasionadamente, se abrazaron desesperadamente. Vero se deslizó suavemente por el cuerpo de ella, marcando el camino con la lengua. Pequeños gemidos se le escapaban a Carmen cuando esa lengua perdida encontró su destino. Sus labios estaban hinchados y rosados, desprendían un aroma a almizcle que invitaban a pasar. Posó una mano notando el calor que desprendía, mientras tanto besó sus muslos, pasando por la parte interna, dirigiéndose a la ingle. Hundió la cabeza en su sexo y empezó a saborearlo. Carmen arqueó la espalda en un ademán de pedir más y Vero empezó a complacerla. El fuego de la pasión hacía sus respiraciones más agitadas, Carmen apenas podía contener los gemidos que explotaron en pequeños gritos cuando notó un dedo de Vero introduciéndose por su vagina. Notaba que el clímax estaba cerca y la culpable de ese gozo aceleró su misión, viendo como se convulsionaba de placer y terminando con unos pequeños espasmos.

Cayeron rendidas, Vero apoyó su cabeza en los senos de Carmen, que no dejaba de juguetear con su cabello.

-¿Sabes? Desde que te vi en clase, quedé rendida a tus pies.

Y con un beso sellaron ese amor que acaba de nacer y no dejaba de crecer.