La chica de la limpieza

Una historia real

Clara venía a limpiar a casa un día a la semana. Aunque era una mujer de muy buen ver, de unos 38 años, yo nunca le había prestado atención en el aspecto físico, pues ella hacía su trabajo y yo estaba a lo mío.

Pero aquella mañana pasó algo distinto. En todo mi círculo de amigos y conocidos se sabe de mi liberalismo y de mi claridad para decir las cosas llamándolas por su nombre, y aquella mañana me había contactado una amiga por Messenger diciéndome que tenía muchas ganas de una sesión de Cibersexo conmigo, por eso, y para no entorpecerla en su trabajo le dije a Clara:

-Clara, me voy al ordenador de mi habitación y cerraré la puerta. Voy a masturbarme con una amiga por cámara y no quiero molestarte.

-Bien –contestó sin ninguna expresión rara-, pero cuando quieras recuerda que yo también tengo coño.

Yo sí que me quedé sorprendido por su respuesta y sólo acerté a decir:

-Pues si quieres dejo la puerta abierta en vez de cerrarla.

-Sí, por favor.

Creo que por primera vez me fijé en ella como mujer, y la verdad es que me dije para mis adentros que estaba para mojar pan, y que encantado cambiaría mi paja por ordenador por un buen polvo con ella. Pero no podía dejar colgada a mi amiga, de forma que encendí el portátil del dormitorio, entré en Messenger y, sin cerrar la puerta, mandé la invitación de cámara a mi amiga, de Nick xixi3.

Cuando la aceptó estaba ya desnuda ante su cámara, mojándose los dedeos con su saliva y masajeando sus pezones. Un poco cortado, quieras que no, por aquello de tener la puerta abierta, me desnudé yo también y me dispuse a pajearme con xixi3.

No fue, realmente, demasiada sorpresa que al cabo de los pocos minutos entrase clara y preguntase:

-¿Puedo mirar? Ya me pondré donde tu amiga no pueda verme a mí.

-Puedes mirar -contesté-, y no creo que a mi amiga le importe que estés haciéndolo.

De todas formas se lo pregunté en un mensaje, al que respondió: “Claro que no me importa, y me pondría más cachonda si quieres participar”.

-Ya lo has leído –Le dije-.

-Sí. De momento me voy a tocar un poco mientras os veo.

Se desnudó a su vez, excepto las braguitas y el sujetador, y se tumbó en la cama a mis espaldas y se empezó a tocar. La verdad es que tenía un cuerpo de impresión, con lo que, desde aquel momento, mi atención estaba dividida.

Les pedí permiso a las dos para hacerle unas fotos a Clara.

Cuando las hice volví a mi paja sin saber si mirar a la cama o a la pantalla. Clara se masturbaba ya descaradamente, y xixi parecía tan enloquecida que se metía cualquier cosa que encontrase a mano, desde los dedos al mango de un cepillo para el pelo.

Entonces me preguntó Clara:

-¿A tu amiga le gustaría ver como te hago una mamada?

-Pues supongo que sí, pero lo que te aseguro es que a mí me encantaría. De todas formas vamos a poner el sonido y se lo preguntas.

Conecté los altavoces y le pedí a xixi que hiciese lo propio, cuando estuvo hecho Clara dijo levantando un poco la voz:

-Tengo muchas ganas de comerme esta polla. ¿Te gustaría ver como se la mamo?

-¡Me encantaría! –Fue la respuesta-. Ya me gustaría a mí estar ahí para comérsela a medias.

Entonces Clara me hizo señas con el dedo para que me acercase. Moví el ordenador de forma que la cámara cogiese perfectamente la escena y acerqué mi pene a sus labios.

-No, así no –dijo-, tú acuéstate en la cama y yo te la mamo de rodillas ante ti.

Hice lo que me pedía y al momento sus labios y su lengua me estaban haciendo un delicioso “trabajo”. Los gemidos de xixi se escuchaban a través de los altavoces, y en la pantalla se veía

como se retorcía de excitación y placer.

El que yo estaba sintiendo era tan grande que le tuve que decir a Clara:

-Para un poco niña, o me voy a correr en tu boca.

-Sí –replicó-, te vas a correr en mi boca, pero más tarde. Ahora quiero que me lamas un poco el coño a mí.

Se tumbó a mi lado, levanto las piernas hasta la altura de su cabeza ofreciéndome tentadoramente su coño. Yo me puse de lado para no entorpecer la vista de la cámara y empecé a devorar aquel delicioso manjar.

Ahora eran los gemidos y suspiros de placer de las dos los que llenaban la habitación aumentando aún más la excitación del momento.

-¡Ay, cabrón! –gritó-, ¡Me voy a correr viva! ¡Sigue chupando! Luego me corro otra vez con tu polla dentro.

Mi lengua se alternaba entre lamer sus labios, golpear ligeramente su clítoris; que a veces también succionaba como si fuese un chupete; y entrar en su vagina todo lo que podía.

Con un estertor salvaje, elevó violentamente las caderas, se estremeció como una hoja y se corrió de tal forma que sentí que una sustancia espesa corría por mi boca.

Al otro lado, xixi también gritaba:

-¡Joder! ¡Yo también me corro como una cerda!

Arrimaba la cámara a su chocho para que pudiésemos ver su humedad y excitación, y siguió diciendo:

-¡Fóllatela ya! ¡Quiero ver como la penetra tu polla! ¡Clávasela a esa deliciosa puta!

-Sí –Dijo Clara-, métemela hasta los huevos. Pero te advierto que si te corres tendrás que recuperarte para darme por el culo. Te confieso que es lo que más me gusta.

Se la metí en aquella cálida cueva que la apretaba ansiosamente mientras le entraba y salía. Se retorcía en espasmos mientras se apretaba sus propias tetas en un afán de conseguir todo el placer posible. Pensé que con lo que estaba sintiendo, si me corría me iba a costar mucho tiempo estar dispuesto para otro polvo, por lo que intentaba contenerme lo más posible. Ella se dio cuenta y dijo:

-¡Vamos! ¡Córrete! ¡Inúndame de tu leche que yo me corro contigo otra vez! Ya me encargo yo de ponértela dura de nuevo luego. ¡Fóllame! ¡Fóllame a lo bestia!

En la posición que estaba no podía ver la pantalla del ordenador, pero sí podía oír los gritos, gemidos y palabras soeces y cachondas de xixi.

No pude contenerme más y eyaculé abundantemente dentro de su vagina. Ella también volvió a correrse chillando:

-¡Soy una puta! ¡Como me gusta follar y ser una puta!

Por los altavoces pudimos oír:

-¡Pues ya somos dos las putas más putas del mundo! ¡Yo estoy teniendo un orgasmo detrás de otro!

Cuando se me pasó la erección y mi pene se salió solo de su vagina, caí extenuado en la cama. Clara me besó en la boca y dijo:

-Vamos a fumarnos un cigarrillo para relajarnos, porque esto no ha terminado ni con mucho.

Encendimos sendos pitillos y pudimos ver que xixi hacía lo mismo, pero sin dejar de acariciarse el sexo. Clara tampoco dejaba de acariciarme al, ahora un tanto flácido, pene, con tanta maestría que poco a poco se fue poniendo de nuevo erecto.

-¡Ummm! –Comentó Clara-, ya se va poniendo a tono. Pero tiene que ponerse más dura para que me la metas en el culo. ¡Ah! Y recuerda que te tienes que correr en mi boca esta vez.

-Sí –Dijo xixi-, ¡rómpele el culo a esa puta y llénale la boca de leche! ¡Ay si me lo hicieses a mí!

Tras pocos segundos de manipulación y con el espectáculo de las dos mujeres cachondas perdidas, mi pene estuvo en condiciones para que Clara reclamase:

-¡Venga! ¡Dame por el culo ya! ¡Es la forma más deliciosa de follar!

Se puso a cuatro patas y yo me arrodille entre sus piernas, me humedecí el pene con saliva para facilitar la penetración y empecé a empujarlo dentro de su culo.

Nada más sentir mi polla empezar a entrar; suavemente el principio; se puso a berrear como una posesa:

-¡Así, así! ¡Esto sí es follar! ¡Es que me muero de gusto!

Para mí, la sensación de meterla en aquel espacio tan estrecho era también sumamente placentera, pero sabía que, tras la eyaculación anterior, podía tardar bastante en correrme, y me encantaba, porque el placer era de lo más intenso, ya que ella sabía moverse de forma que me acariciase todo el pene.

Al poco ya se la metía y se la sacaba totalmente, y cada empujón parecía ser un orgasmo para ella a juzgar por sus estertores y sus gritos.

-¡Como disfruta esa cerda! –Se oyó decir a xixi- ¡Yo también quiero esa polla reventándome el culo!

No pasó menos de media hora de aquel excitante juego antes de que Clara dijese:

-¡Me vas a matar de gusto cabrón! ¡Voy a perder el sentido de tanto correrme! ¡Y tú sigues aguantando, hijo de puta!

-Sí zorra viciosa! –Respondí-. Pero no creas que mucho más ya.

-¡Pues venga, venga! ¡Córrete en mi boca! ¡Déjame saborear tu semen!

Se la saqué del culo, y sin dejar que me moviese fue ella la que se dio la vuelta para poner su cara entre mis piernas. ¡La corrida fue antológica!

Derrotados, los tres, se sucedieron unos minutos de silencio en los que volvimos a encender sendos pitillos.

Al cabo de un rato se oyó decir a xixi:

-He disfrutado como una loca, aunque creo que vosotros más que yo. Esto tenemos que repetirlo, y de paso ir buscando fechas para hacerlo los tres en vivo. Ahora tengo que desconectar. Si vais a seguir el juego ya me lo contaréis.

Efectivamente, el ordenador mandó el aviso de que le sesión de videollamada había terminado y al momento se vio a xixi como desconectada.

-No vamos a seguir el juego porque me has dejado muerta –Dijo Clara-. Y además tengo que terminar con la limpieza de la casa. Eso sí, te voy a cobrar este tiempo también, sabes que ando mal de dinero, y no creo que te parezca caro unos buenos polvos a diez euros la hora.

Su tono era, evidentemente, humorístico.

-No sé –replique también con humor-, te lo has pasado tan bien que a lo mejor me tendrías que pagar tú a mí.

-¡Ja, ja! Pagarte no, pero te puedo hacer un vale de descuento: cada diez polvos un quince por ciento de ahorro.

-Clara –Ahora ya hablaba en serio-, si quieres deja la limpieza para el próximo día. Yo, desde luego, me tengo que meter en la ducha ya mismo.

-¡Toma, y yo! ¡Mira como me has puesto de leche! Venga, nos duchamos juntos, en plan modosito, y me marcho.

Eso hicimos. Aún me dio unos lametones en la polla mientras nos duchábamos, pero al poco salía por la puerta con andares un tanto tambaleantes.

FIN