La chica de la estacion

Cuando por fin me vuelvo a encontrar con una chica que llamo mi atencion

Nos hemos visto varias veces en el andén, ella me mira, yo le miro, sonreímos. Una se baja y la otra sube. Y hasta ahora eso había sido todo, pero hoy ha pasado algo que no esperaba.

Ella llegaba tarde, la vi venir corriendo mientras me bajaba del tren, sabía que no le iba a dar tiempo y me demoré un poco más de lo habitual en llegar hasta la salida, quería volver a verla y pasar a su lado.

"¡Mierda! Sabía que lo iba a perder...", dijo al ver cómo el tren se iba mientras pasaba el torno y se quedaba justo a mi lado, mirándome, como invitándome a seguir la conversación. "Ya es mala suerte si, da mucha rabia que se te vaya el tren en la cara... a mí me ha pasado varias veces", dije tímida, nerviosa... Ella sonrió, tenía una sonrisa preciosa, "pero bueno, al menos he podido hablar por fin contigo", sonreí, con esa sonrisa nerviosa tan típica que tengo y respondí con un "sí" bajito.

"Llevaba mucho tiempo pensando en parar a hablar contigo y pedirte el número de teléfono, me apetece quedar a tomar algo contigo... si no es un problema para ti", dijo mirándome, estudiando mi reacción. Nerviosa, le dije que había pensado lo mismo y que no era ningún problema, así que le di mi número y me fui a la oficina, "tengo que contarle esto a Pedro... le va a encantar".

Un par de días después, me llegó un whatsapp de un número desconocido. "Hola! Soy la chica del tren, ¿te apetece quedar a tomar algo después del trabajo? He tenido un día regular y me gustaría desconectar un rato..." Dudé, pero me armé de valor y le dije que sí, que estaba encantada de quedar a tomar algo y lo preparamos todo para vernos esta noche de viernes para tomar algo y charlar.

Quedamos en un bar, tranquilo, buena música y buen ambiente, perfecto para poder hablar. Me había puesto un vestido granate, unos tacones y la cazadora de cuero, labios rojos y pelo suelto recién lavado y cuando la vi a ella me quedé sin habla. Debajo del abrigo de invierno había un cuerpo que no me esperaba y la ropa que había elegido dejaba poco a la imaginación: una camisa con transparencias y un sujetador de encaje negro, que dejaba poco a la imaginación, con unos pantalones de cuero y unas botas de tacón que realzaban su figura y le permitían estar un par de centímetros por encima de mi.

Nos saludamos, nerviosas, pedimos algo y nos sentamos en una de las mesas libres. Empezamos a hablar, me contó su día, empezamos poco a poco a congeniar, reíamos, cada vez había más confianza entre las dos y yo me sentía más cómoda. "Me lo estoy pasando genial", le dije, "todavía podemos pasarlo mejo", me dijo mientras su mano se apoyaba sutilmente sobre mi muslo... Al sentir el contacto de su piel con la mía se me puso la carne de gallina, ella lo notó, me miró sonriendo y me invitó a tomar algo en su casa.

Cogimos un taxi y en la oscuridad de la parte de atrás del coche su mano volvió a posarse en mi pierna pero, esta vez, no se quedó quieta y empezó a subir, volviendo a erizar toda mi piel, su contacto era eléctrico, y cuando sus dedos rozaron mi coño, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me miró pícara, mordiéndose el labio inferior, mientras cogía el bolso para pagar al taxista. Habíamos llegado y no me había dado ni cuenta.

Nos bajamos del taxi, entramos al portal y me llevó hasta su casa. Nada más entrar, me apoyó contra la puerta y me dijo mirándome a los ojos "no sabes las ganas que tenía de esto" y, sin dejarme responder, me besó, despacio primero, abriéndose paso con su lengua, buscando la mía. Le devolví el beso y mis manos empezaron a buscar su pelo rizado, al tiempo que las suyas hacían lo mismo...

Mis manos curiosas empezaron a bajar por su cuello, buscando la sutil tela de su camisa semi transparente y, al sentir el encaje del sujetador, mi mano abarcó todo su pecho y empecé a acariciarla mientras no dejábamos de besarnos... Sus manos empezaron a jugar con el cierre de mi vestido, lo soltó y cayó al suelo, dejándome en ropa interior, mientras yo abría su camisa para dejar al descubierto sus pechos.

Nuestros labios se separaron, se separó de mí, me cogió de la mano y me llevó al dormitorio. Me terminó de desnudar, se desnudó y me tumbó en la cama y empezó a besarme de nuevo mientras con sus manos acariciaba mi cuerpo. Un escalofrío volvió a recorrerme cuando llegó a mi coño, empapado, y su boca empezó a bajar hacia mis tetas.

Mientras iba lamiendo, besando y mordiendo mis pezones, sus manos se iban abriendo paso por mi coño empapado, empezó a acariciarme el clítoris, cada vez más rápido mientras mis gemidos iban acelerándose. Entonces sus besos siguieron bajando por el resto de mi cuerpo hasta que llegaron a mi coño y su lengua, juguetona, empezó a lamerme, despacio primero y con hambre después, lamiendo, mordiendo, succionando, mientras mi coño se iba empapando más y más, hasta que sin dejar de comérmelo metió dos dedos en mi coño empapado, tocó ese punto increíble y me corrí, con un orgasmo intenso y largo que me hizo arquearme y gemir de placer.

Subió a besarme, sabía a mi y me excité de nuevo. Nos giramos y me puse sobre ella, continué besándola mientras le acariciaba las tetas y pellizcaba sus pezones... Poco a poco mis besos fueron bajando por su cuello, jugando con mi lengua por su clavícula y bajando despacio hacia sus tetas, empecé a comérselas, mordiéndole los pezones y acariciándole con mi mano el resto del cuerpo, dejándome llevar, buscando solo hacerle disfrutar como ella acababa de hacerme a mi...

Mi mano siguió acariciando hasta que llegó a su coño, mis dedos lo recorrieron y me di cuenta de lo empapada que estaba, quería probarlo... y bajé por entre sus tetas hacia su coño... empecé a jugar con mi lengua, saboreando, lamiendo, mordiendo, hasta que empecé a abrirme paso con ella hacia su interior, follándole con mi lengua al ritmo de sus gemidos y su respiración agitada.

En ese momento, decidí complementar mi sexo oral con los dedos, notaba que estaba cerca de correrse y quería que fuese al menos tan bueno como el mío. Le metí dos dedos sin problemas, abriéndome paso fácilmente y sin dejar de lamer su clitoris mientras ella apretaba su cadera contra mi cara, cada vez me movía más rápido hasta que sentí en mi boca que se había corrido...

Me aparté, la besé como había hecho ella conmigo y me recosté a su lado un momento mientras disfrutaba de sus pezones duros después del orgasmo. Cuando recuperó la respiración, le dije que me tenía que ir, pero que si no tenía inconveniente la próxima vez podíamos repetir con mi novio...

Me besó, sonrió y me dijo que sí.

Pero eso ya será otra historia...