La chica a la que no le gustaban mis cartas V
Aquí el final :D
Justo en ese momento, Jenn y Miranda iban hacia la orilla.
¿Qué pasa hermosa? – Dijo Jenn llegando hacia su amiga, provocando una mirada de enojo en Miranda, a la cual no le prestó atención por razones obvias.
¿P-podemos hablar un momento? – le preguntó nerviosa.
Claro – le respondió extrañada al notar el nerviosismo.
Disculpa pero, yo hablaré con ella primero – dijo Miranda metiéndose entre Alejandra y Jenn, quienes no dejaban de mirarse. Y sin poder reclamar, o más bien, sin tener tiempo para reclamar, Miranda se llevó a Jenn inmediatamente.
Tenemos un problema – dijo Victoria acercándose a Alejandra, quien había quedado de pie con la vista hacia donde Jenn y Miranda habían ido – vamos – y tomó a Alejandra del brazo y caminaron en busca de las dos chicas, que ya se habían perdido de vista.
Caminaron alrededor de 10 minutos y no las encontraban, ambas empezaron a preocuparse y antes de caer en la desesperación, escucharon voces que venían del otro lado de un muro que separaba la playa de la zona urbana cercana.
No me digas que te gusta Alejandra – decía en tono burlón Miranda.
No es tu problema, ya suéltame – replicaba Jenn temerosa.
Pues claro que te gusta – le decía – yo te haré olvidarla.
D- déjame -
En ese instante, la furia contenida durante varios días en el pobre cuerpo de Alejandra salió y tal como varios años atrás, la chica se fue encima de aquella persona tan insoportable que le perturbaba la vida.
¡Quiero que te alejes de ella y no vuelvas a acercarte nunca más en tu miserable vida! – Alejandra furiosa notó marcas de mordidas en el cuello de Jenn, lo que empeoró la situación. Victoria fijó la mirada hacia el lugar donde Alejandra había mirado y corrió hacia donde estaba antes de que cometiera una locura.
Ale ale – decía asustada Victoria – Nos iremos ya – intentando quitarla de encima de Miranda para llevársela - ¿Cómo pudiste hacerle eso a Jenn? – le recriminaba a Miranda, quien con una mirada y sonrisa cínica, desde el suelo y con dificultad para hablar alcanzó a decir mirando a Alejandra:
¿Es que también te gusta Jenn? –
¿Tienes algún problema con eso? – preguntó empujándola más hacia el suelo.
Miranda solo sonreía de la misma manera – A ver si contigo si se deja tocar – Alejandra se levantó y levantó a Miranda para empujarla, cayendo en los brazos de Victoria.
- Eres una imbécil – le decía Victoria a Miranda, tomándola del brazo para llevársela.
En ese instante, Alejandra miró a Jenn correr hacia ella, no le dio tiempo a reaccionar cuando ya la tenía encima abrazándola.
- No me dejes sola nunca más – sollozaba sobre el hombro de Alejandra.
Alejandra solo la apretaba más hacia ella.
Voy a cuidarte siempre – le decía – vamos – la tomó de la mano y se fueron caminando lentamente hacia donde habían dejado sus cosas.
Espero que sigan allí – decía Jenn aferrada al brazo de Alejandra.
Oye – empezó a decir Alejandra – hay algo que quiero decirte.
Llegaron y por suerte, sus cosas seguían allí, excepto las de Victoria y Miranda. Alejandra tomó su bolso y sacó varios papeles, se sentó y le hizo una seña a Jenn para que hiciera lo mismo.
¿Recuerdas cuando éramos pequeñas y me dijiste que no te gustaban mis cartas? – preguntó nerviosa, poniendo nerviosa a Jenn también.
S-si –
Debí saber que las que les escribía a Victoria tampoco te gustaban, pero en ese momento no recordaba lo anterior – Jenn se puso más nerviosa aún – la verdad es que Victoria nunca me gustó en realidad, me gustaban algunas cosas de ella y noté que esas cosas que me gustaban en ella, ya me gustaban en ti y mucho más – Jenn sonreía sonrojándose – el punto es que buscaba a la persona correcta, cuando la persona correcta estaba aquí a mi lado – dijo mirando a Jenn - Estos papeles – poniéndolos al frente de ambas – son cartas que escribí hace mucho tiempo – agregó ofreciéndoselas a Jenn – y son para ti – Jenn no decía nada, solo leía las cartas.
Estas cartas si me gustan – dijo, luego de un rato, soltando una risa nerviosa.
Lamento mucho mis celos, porque ya sé que eso era, pero ni siquiera sabía que era lo que me pasaba – dijo tomando de las manos a Jenn – ahora lo sé.
Ale estas temblando – le decía sonriendo Jenn.
Dime algo por favor, dime que no me enamoré sola – suplicó besando sus manos.
No te imaginas cuantas noches soñé con este momento – le dijo besando, esta vez, las manos de Alejandra. Quedando ambas muy cerca – No te enamoraste sola – le confesó con una media sonrisa que Alejandra vio demasiado sensual y que hizo y deshizo en su cuerpo.
Dos chicas que tal vez en su pasado debieron luchar mucho por estar juntas, en esta vida el destino les hizo fácil encontrarse, tal vez se lo merecían. Y es que su historia de amor, comenzó justo el día que nacieron. Pues, a una semana de nacer Alejandra, hubo dificultades con el trámite para darla de alta, a ella y a su madre, y justo ese día nacía Jenn en el mismo hospital. Sus madres se conocieron allí e hicieron una poderosa amistad que transmitieron a sus hijas, aunque en mayor medida.
Ambas en su alegría de declaración corrieron a la playa y nadaron hasta el cansancio. Se regalaban sonrisas cómplices y sonrisas tímidas.
Ven aquí – le dijo Jenn a Alejandra.
No me vayas a morder como hace rato – le dijo precavida Alejandra.
No te prometo nada – le respondió – te miro y me dan ganas de morderte, no es mi culpa – agregó poniendo mirada de perrito – Me gustas – dijo Jenn al oído de su amor, mientras la abrazaba por la cintura, logrando que la piel de Alejandra se erizara dentro y fuera del agua. La abrazó por su cuello y se aferró a ella:
Me gustas más – le respondió. Esta vez la piel de Jenn fue la que se erizó – vamos hacia el muelle – Ambas nadaron hasta el muelle que estaba cerca – Quiero ver como se esconde el sol.
Alejandra se sentó en la orilla del muelle y Jenn se sentó entre sus piernas, con un sol cansado frente a sus ojos que se arropaba para dormir. El cielo rojizo en las pupilas de dos chicas enamoradas y, lo más importante, felices, anunciaba el inicio de un hermoso recorrido que ambas recorrerían juntas. Y a medida que el sol se iba escondiendo, Alejandra abrazaba más fuerte a Jenn y Jenn sentía cada vez más cerca los latidos acelerados de la chica que siempre había querido. Dejando un último suspiro color rojo, Jenn sintió el cálido aliento de su amada en su cuello y escuchó las palabras, o mejor dicho, la pregunta que era el punto de partida de su felicidad - ¿Quieres ser mi novia? – y con la primera estrella que alumbraba un cielo despejado se escuchó el Sí que cerraba el trato más importante de sus vidas.
Jenn giró un poco su cabeza y Alejandra la tomó de su barbilla, acercó sus labios y se deshizo en ellos. Besando primero su labio inferior, arrebatándole una sonrisa a su compañera, seguido de otro beso y otro y otro. Y cuando las respiraciones estuvieron lo suficientemente agitadas y el calor contrastaba con el frío de la noche, se despegaron para mirarse y darse cuenta de que ambas coincidían en el siguiente paso a dar. Se levantaron y tomadas de las manos, caminaron alegremente hacia el auto y se pusieron en camino.
¿Mamá? – preguntó en un susurro Alejandra al entrar a su casa; al no escuchar respuesta alguna, se dirigieron sigilosamente hacia la habitación.
¿Qué tal les fue? – Preguntó la señora, provocándoles un mini infarto a las chicas - ¿Por qué tan calladas? – volvió a preguntar.
N-nosotras eh, íbamos arriba – Alejandra no podía evitar su nerviosismo.
Y como la madre de Alejandra no era ninguna tonta, les sonrió pícaramente - ¿Es que van a hacer cosas de adultos y no quieren que yo sepa? – Preguntó sonriendo y cruzando los brazos – Mira que ustedes no son adultas aun – Al decir esto, ambas chicas se pusieron rojas como tomates.
¡Mamá! – Exclamó Alejandra avergonzada – S-solo queremos estar solas – dicho esto, subió rápidamente las escaleras arrastrando a Jenn consigo.
Que tenga buenas noches – logró decir Jenn tímidamente y aun roja.
Igualmente Jenn – le respondió sonriendo.
Ambas entraron apresuradas en la habitación para seguir evitando más vergüenzas. Alejandra cerró la puerta detrás de ella y resopló cerrando los ojos, se quedó un rato recostada sobre la puerta y miró a Jenn recorriendo su habitación.
- ¿Q-quieres cambiarte? – le preguntó volviendo su nerviosismo. No tenía sentido cambiarse si lo que ambas pensaban hacer, pues, no requería un cambio de ropa, pero no quería ser tan directa y desvanecer el poco romanticismo que ofrecía la situación.
Jenn asintió y Alejandra caminó rápido a buscarle ropa. Un short y una camisa desmangada, poco sexy, pero muy cómodo. Lo que siguió a continuación Alejandra no lo esperaba.
- ¿P-puedes ayudarme? –
Alejandra tragó fuerte y puso la ropa al borde de la cama, luego se detuvo al frente de Jenn y con las manos temblorosas y con un calor que invadió su cuerpo de repente, empezó a subir la camisa que Jenn traía puesta. Ambas se miraban fijamente y Alejandra no pudo disimular cuando quitó la camisa, pues su mirada se posó en el pecho de su novia. Aunque traía puesto su traje de baño y a pesar de que ya la había visto así, no lo pudo evitar, la situación era diferente ahora.
Con mucho pesar se fue hacia la espalda de Jenn para desanudar la parte de arriba del traje de baño. Lo hacía tan lentamente que parecía casi una tortura. Una vez que hubo quitado la prenda, la dejó caer y un impulso la invadió al ver la espalda desnuda de la chica. Posó sus labios en el cuello de Jenn, arrancándole pequeños suspiros. Siguió besando, siguiendo el camino de su espalda, haciendo que ésta se arqueara más. Puso sus manos en las caderas de Jenn y besó su espalda baja, seguido de una suave mordida del lado derecho de su cadera.
Volvió a colocarse de frente a Jenn e hizo el ademán de tomar la camisa desmangada.
- N-no hace falta – le dijo Jenn deteniéndola.
Alejandra mordía sus labios impulsivamente mirando el torso desnudo de Jenn, bastó una sonrisa de su novia para que ella fuera directa a besar aquel monumento. Y entre besos y pequeñas mordidas que hacían soltar a Jenn gemidos, o notas musicales, para Alejandra, ésta la recostó en la cama sin despegar los labios de su paraíso hecho mujer.
Jenn, que no quería ser la única en pieles, tomó con mucho cuidado, y como pudo, la franelilla que vestía Alejandra y se la fue quitando. Alejandra no opuso resistencia, e inmediatamente que se la quitó continuó besando a su amada. Con sus manos fue hasta el botón del short y lo deslizó hacia abajo.
Y mientras las prendas caían al suelo, los gemidos se hacían escuchar cada vez más fuertes, sin llegar a gritos descontrolados. En tan solo un día, dieron su primer beso, tuvieron su primera vez y consiguieron su primera novia.
Nada mal.
Al día siguiente, despertaron abrazadas, desnudas y sonrientes ¿Quién no estaría sonriente luego de una noche así?
- Buenos días – dijo Alejandra dándole un beso en la frente a Jenn.
Jenn la abrazó, poniendo su rostro en el cuello de Alejandra – Buen día – dijo esbozando una sonrisa.
Estuvieron alrededor de cinco minutos así cuando se escuchó el crujido que anunciaba la hora de comer. Las chicas se levantaron y se vistieron, al terminar, Jenn tomaba sus zapatos para bajar por la ventana.
¿A dónde crees que vas? – preguntó Alejandra.
No podré soportar las burlas de tu mamá, moriré de vergüenza – respondió apenada.
Vamos, debe estar en el trabajo ya – dijo Alejandra intentando convencerla.
Fue tan fácil hacerlo, pues, después de la gran noche a Jenn se le había olvidado hasta el día que era. Domingo.
Buen día tortolitas – dijo la señora dándoles la “bienvenida”. Jenn no sabía dónde meterse y Alejandra la tomó de la mano para que no escapara.
Buen día má’ – respondió Alejandra.
B-buen día – dijo Jenn imitando a su novia.
Los comentarios vergonzosos fueron constantes durante el desayuno y multiplicado por dos, cuando llegó la mamá de Jenn.
Pero míralas como están de felices – le susurraba la mamá de Jenn a la mamá de Alejandra.
Ya era hora, no soportaba verlas sufrir –
Era de noche ya y las chicas se alistaban para su primera cita real, aunque no habían hablado de “cita”, prácticamente eso era.
Alejandra se sorprendió cuando al llegar al Queen Mall, Jenn la tomó de la mano y la llevó a la azotea del centro comercial. El sol estaba por ocultarse y, como el día anterior, estaban de frente al enorme astro rojo que se preparaba para retirarse.
Jenn empezó a darle besos cortos y traviesos a Alejandra, mientras sonreían. Tomó sus manos y las besó, mirándola fija a los ojos y cuando el sol se desvanecía, nació una frase desde lo más profundo de un corazón que ambas compartían – Te amo – y sonrieron como tontas enamoradas que recién empezaban a amarse libremente. Por fin.
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@thundervzla
Lililunita (ID: 1409518) : Sisi jajaj, Victoria es chevere, Miranda pues, ella es un caso, me divertí escribiendo esto xD
*Teffy (ID: 1426557) : Aquí tienes, espero que te haya gustado :D*
kiojin (ID: 1428454) : Heey, aquí el último, espero no te decepcione, saludos. Gracias por alegrarte - xD
*Artwork (ID: 1368763) : No hay problema, aquí siempre publicaré. Que bien que no tengas problemas con los relatos cortos, es que luego me sale hacer que caiga un meteorito o simplemente los dejo sin terminar y eso si que no me gusta.*
**Neizreciv (ID: 1428509) : Este lo subí más rápido jaja no quiero que nadie se desespere. Saludos.****
*aurora la diosa (ID: 1363822) : Me divertí escribiendo la parte del sueño, fue como "Muahaha"Risa malvada xD Por cierto, felicitaciones por ese autocontrol, no muchas tienen esa dicha. Saludos :D*
*HombreFX (ID: 853437) : Ojalá te guste este también :D*
**Juli (ID: 705842) : Bueno aqui ves que al final tenía razón para ser histérica, por suerte llegó a tiempo Ale D: Saludos para ti también.****