La chica a la que no le gustaban mis cartas III
He visto la forma en que la miras, he visto la forma en la que ella te mira.
No entiendo por qué estas nerviosa – reclamaba Alejandra a su amiga – es una pesada.
Es la primera vez que salgo con alguien Ale – decía por décima vez esa mañana – y no me mires así – agregó – nuestras salidas son diferentes, son especiales – finalizó al ver que su amiga empezaba a enojarse y con un leve sonrojo fingía molestia.
Además no entiendo cómo no estás tú nerviosa – le dijo mientras posaba su mirada en algún espacio fuera de la ventana del auto donde iban.
Ya asimilé que tendré una cita – le respondió cruzando los brazos.
Tendrás una cita con la chica más hermosa del colegio – dijo Jenn imitando la voz de Alejandra y haciendo ademanes con las manos.
Para – intentó sonar autoritaria, pero la sonrisa que le sacaba su amiga era inevitable.
Bajaron entre risas y pequeños empujones amistosos, Alejandra cruzó su brazo izquierdo con el derecho de su amiga y caminaron hacia la entrada.
Busquemos a nuestras conquistas – dijo Jenn, soltándose del brazo de Alejandra, quién extrañada miró a su amiga, pero ésta no le prestó atención y siguió caminando.
¡Miranda! – soltó Jenn. Alejandra la miró más extrañada aun y vio cómo su amiga se alejaba rápidamente de ella para ir a saludar a Miranda.
Hola Jenn, que linda estas hoy – dijo mirándola de pies a cabeza con una sonrisa en el rostro.
Gracias – dijo mientras se sonrojaba – tu igual.
Alejandra miraba aquello estupefacta, su cerebro se había desconectado y no lograba escuchar a Victoria saludándola.
Hey – decía Victoria pasando su mano repetitivamente buscando la mirada de Alejandra.
Ho-hola – respondió aun notablemente distraída.
La casi rubia melena de Miranda se agitó, Alejandra miró como su mejor amiga y aquella niña insoportable se abrazaban y Jenn solo sonreía sorprendida.
Victoria, vamos – dijo Alejandra, notablemente enojada, aunque no teniendo que estarlo y sin saber porque lo estaba. Tomó de la mano a Victoria y caminó con ella hacia el salón. Perdió de vista a su amiga, lamentándolo luego porque no podría ver que hacía. La escena simplemente le irritaba de tal manera, que su ceño fruncido permaneció hasta que vio a Jenn cruzar la puerta.
¿Tu y Jenn fueron pareja antes? – Soltó Victoria. Los ojos de Alejandra se abrieron y miraron estupefacta al par de ojos que le acababan de formular la pregunta.
No – afirmó – no lo tomes a mal, pero… Miranda – dijo señalando disimuladamente a la chica – no confío en ella – dijo volviendo su mirada a la mesa – no quiero que Jenn sufra.
Victoria no dijo nada, observó como Jenn veía a Alejandra y con la mirada triste se sentó al lado de Miranda.
¿No hay problema en que tú y yo nos sentemos juntas? – Dijo Victoria – Espero que Jenn no le moleste.
No – respondió secamente – estoy segura de que estará mejor con ella.
Alejandra pasó toda la clase analizando su actitud, se dio cuenta de que estaba sentada al lado de su chica soñada. Miraba de reojo a Victoria, quién de vez en cuando le devolvía la mirada y le regalaba una sonrisa, esa por la que hubiese matado años antes por obtener y que ahora simplemente le parecía una sonrisa más. Luego miraba a Jenn, entretenida con Miranda, feliz.
¿Por qué no era ella feliz? Ya tenía lo que deseaba. Un pensamiento cruzó y lo desechó al instante. Volvió a mirar a Victoria, le tomó la mano por debajo de la mesa, se sonrieron.
No – dijo Alejandra.
¿Eh? –
No me siento bien – Salió rápidamente del salón, se dirigió a la salida y con mucho cuidado, para que el vigilante no la viera, Salió de aquel lugar que empezaba a asfixiarla.
Llegó a su casa, luego de treinta minutos caminando. Abrió la puerta, agotada, optó por ir a la sala y no subir las escaleras. Se dejó caer en el sillón y suspiró.
¿Alejandra? –
¡Mamá! – Gritó exaltada levantándose y poniendo la mano sobre su pecho – me asustaste ¿qué haces aquí? – preguntó.
Eso mismo pregunto yo – dijo cruzando los brazos.
No me sentía bien – dijo recostándose de nuevo sobre el sillón.
Cuéntame – le dijo sentándose a su lado, haciendo que Alejandra se levantara un poco y colocara su cabeza sobre las piernas de su mamá.
Estoy tan confundida – suspiró cerrando los ojos al sentir como su madre le acariciaba el cabello.
¿Por fin te diste cuenta? – preguntó su madre.
¿Eh? – dijo frunciendo su ceño.
¿Te diste cuenta de que te gusta Jenn? – preguntó sin temor a nada.
¿De qué hablas? – Volvió a preguntar abriendo los ojos sorprendida – es mi mejor amiga – dijo sentándose y mirando a su madre confundida.
Mantuvo su mirada fija en ella, pero no juzgándola, sino analizando lo que había dicho. Estuvo así un rato, separaba un poco sus labios intentando decir algo, pero no salía sonido alguno. Su madre la observaba sonriendo y Alejandra confundida, se levantó, dio un par de vueltas por la sala. Su madre la seguía mirando. Se detuvo bajo el marco que separaba la sala del resto de la casa, solo un instante y se fue a su habitación.
- Podrías ordenar tu cuarto – le dijo su mamá desde la sala.
Alejandra subió pesadamente las escaleras, entró a su habitación, observó todo desde el marco de la puerta. Vio a un lado las cajas que su madre le había dado, donde tenía cosas de su infancia, para que se quedara con lo que gustara y lo demás donarlo. Pero ni siquiera se detuvo a detallar lo que, con tantas ansias, su mamá le pedía ordenar. Se quedó dormida luego de ver los miles de mensajes y llamadas en su celular, de una Jenn preocupada.
Si supieras lo que sentía. Si yo supiera lo que sentía.
¿Y si solo está dormido? ¿Lo ocultabas para no sufrir? Ahora sufres porque no lo recuerdas. No sabes lo que es. No sabes por qué lo sientes.
La despertó el crujir de su estómago. Se levantó algo fastidiada y más cansada que antes. Y a oscuras caminó hacia el baño.
- ¡Auch! – Exclamó, cayendo de bruces al suelo – estúpidas cajas – bufó levantándose y siguiendo su camino al baño.
Se refrescó la cara y bajó a comer.
Pero que ca… - otra vez cayó al suelo, por culpa de otra caja - ¿Qué te he hecho? – le preguntó a la caja, se volvió a levantar y salió lanzando la puerta de manera brusca.
Jenn vino y preguntó por ti – dijo la mamá de Alejandra al verla entrar a la cocina. Alejandra no dijo palabra alguna, se dirigió a la nevera y sacó una jarra de agua – Se veía preocupada – añadió, pero la chica solo se sirvió agua en un vaso y bebió – Dijo que no le respondías las llamadas ni los mensajes.
Alejandra aun somnolienta salió de la cocina – dormía – dijo.
En algún momento tendrás que darte cuenta y enfrentarlo –
No sé de qué hablas y avísame cuando esté lista la cena, muero de hambre – Y Alejandra se volvió a encerrar en su habitación.
Al entrar en su habitación, notó una ligera brisa. Extrañada, miró hacia la ventana y se dio cuenta que estaba abierta.
Se acercó a ella como si nada a cerrarla y tropezó con un cuerpo que venía hacia ella y no vio por la oscuridad.
Esto tiene que ser una broma – dijo Alejandra por tercera vez en el suelo - ¿Es otra caja? ¿Una caja andante? – preguntaba palpando lo que la había hecho tropezar.
¡Alejandra! – Gritó la “caja andante” – estás tocando partes que no debes – dijo alejándose de la chica.
¿Qué haces aquí? – Preguntó, sabiendo ya quien era - ¿Subiste por la ventana? – las carcajadas de Alejandra sonaron por toda la habitación.
No te burles, estaba preocupada –
Ya ya, estoy bien, no tienes por qué estarlo –
Saliste del colegio – dijo Jenn posando sus manos sobre ambas mejillas de su amiga – en medio de una clase, me preocupé mucho – la oscuridad no dejaba ver mucho, pero una lágrima escurridiza brilló en medio de ella.
Estoy bien – le dijo Alejandra, mientras secaba la lágrima – tardaste mucho en venir – le dijo sonriendo.
Es que Miranda… - Comenzó a decir Jenn, pero dejando de hablar repentinamente.
¿Miranda no te dejó? - le preguntó alejándose de ella, enojada.
Lo lamen… - Jenn no pudo terminar de disculparse, porque en su intento de seguir a Alejandra tropezó con una de las cajas, cayendo al suelo – Por Dios Ale, deberías ordenar esto – dijo levantándose y frotándose las rodillas.
Debería – dijo evitando reírse y ayudando a Jenn a levantarse.
De verdad lo lamento – Se disculpó Jenn, mientras se sentaba en la cama.
No hay problema – dijo Alejandra suspirando – la chica será tu novia – agregó mirándola – tendré que estar obligada a tratarla bien – finalizó riendo y contagiando a su amiga.
El gruñido del estómago de Alejandra hizo que ambas salieran y bajaran a la cocina.
Iremos a la playa – dijo Alejandra mientras bajaban las escaleras. Jenn la miró esperando una explicación más concreta – nuestra cita doble será en la playa.
¿Quieres ver a Victoria con poca ropa? – Le preguntó Jenn - ¿En la primera cita?
Tonta – dijo riendo – quiero verte a ti.
No tienes que invitarme a la playa para eso – dijo Jenn sonriendo – puedes verme cuando quieras – agregó haciendo el ademán de quitarse la camisa que traía puesta.
Ambas empezaron a reír por aquella conversación a modo de broma, que de broma, tal vez no habría tenido tanto.
He visto la forma en que la miras, he visto la forma en la que ella te mira.
La noche transcurrió agradable. Jenn tuvo que quedarse a cenar, obligada, porque la mamá de Alejandra lo exigió.
Iremos el sábado a la playa – le dijo Alejandra a su mamá mientras recogían los platos de la mesa.
¿Tu y Jenn? – preguntó emocionada la señora.
Sí – dijo mirándola – yo invité a una chica a salir – agregó.
Creí que solo te gustaba Jenn – le dijo.
¡Mamá! – exclamó. Terminó de arreglar lo que le faltaba y subió a su habitación.
¿Por qué su madre insistía tanto en aquello? No podía gustarle Jenn, era su mejor amiga. ¿Acaso su mamá sabía algo que ella obviamente ignoraba? No podía tampoco ir y preguntarle. Tenía miedo de la respuesta.
¡Oye! – Gritó Jenn desde la ventana.
¡Rayos Jenn! – Exclamó Alejandra acercándose a la ventana por la que se asomaba su amiga – estás loca, definitivamente – le dijo tratando de calmar su respiración - ¿Qué pasa? – le preguntó.
Ya les he dicho a las chicas a donde iremos el sábado – le respondió – les encantó la idea.
¿Viniste a decirme eso? – Le preguntó - ¿no pudiste mandarme un mensaje como cualquier persona normal?
No – le respondió Jenn enseñándole su amplia sonrisa – deberías ordenar tu cuarto – dijo viendo el desorden de las cajas con las que ambas se habían tropezado. Y se fue.
Alejandra bufó y se devolvió sobre sus pasos, vio las hojas regadas y como no sentía nada de sueño, se dispuso a leerlas.
Algunas eran calificaciones de sus años anteriores, dibujos y… cartas.
- ¿Qué es esto? – se preguntó a sí misma y se llevó una gran sorpresa cuando vio que la gran parte de las hojas tiradas iniciaban con un: Jenn…