La chica a la que no le gustaban mis cartas I

El erotismo sigue de viaje, espero que les guste igual xD

Un día más en el que soy completamente invisible para ti. No puedo evitar mirarte y sentir ese dolor agonizante, no de creer que me pertenezcas, si no de creer que deberíamos estar juntas. ¿Por qué no me miras? ¿Por qué no me regalas una mínima sonrisa? A veces me siento poco digna, de ti, de tu mundo. Justo ahora estamos en el mismo lugar, a metros de distancia y yo como tonta escribiéndote una carta que no se si tendrá el valor de llegar a tus manos.

Alejandra se levantó de su asiento, después de segundos meditando si entregar aquello o no, al ver que su amada salía del salón de clases, caminó como rayo e hizo caer la carta dentro del morral de aquella muchacha, Victoria.

Alejandra era una muchacha tímida, de mediana estatura, sus rulos castaños y mirada profunda oscura, solían llamar la atención de todos, excepto a Victoria. Su adorada, de piel clara y cabello oscuro ondulado, un poco más alta que ella, la chica que tenía la sonrisa más encantadora que haya visto, decía ella.

La conocía desde los 11 años y habían estudiado todo la secundaria y bachillerato juntas, pero sin dirigirse una sola palabra.

Era el primer día de su último año “juntas”, fue el día en el que Alejandra se decidió a declarar su amor, por medio de cartas.

  • Me parece muy romántico y tonto – replicaba Jenn, la mejor amiga de Alejandra - ¿Cómo vas a saber si te corresponde o no, si ni siquiera escribes tu nombre en ella?

  • Me parece suficiente arriesgado tener que enviarle una carta – decía Alejandra mientras empezaba a temblar al ver que Victoria entraba de nuevo al salón – Por Dios, ya entró – Alejandra mantenía su vista al frente, estática, mientras su amiga veía disimuladamente hacia atrás, donde se encontraba Victoria.

  • La tiene en las manos – decía Jenn – La está abriendo – Voltea tonta – le susurraba.

Alejandra giró disimuladamente, mientras miraba la expresión de Victoria al leer la carta, justo en el momento en el que la chica levantó la mirada, confundida, buscando a su admirador. Ale palideció y giró bruscamente hacia el frente.

  • No puedo creer que haya tenido valor para esto – decía tapando su cara con sus manos mientras respiraba agitadamente.

  • Deja el drama, la está volviendo a guardar – le decía Jenn - Ya las veo juntas, con hijos y una enorme casa.

  • Dios te escuche – le respondía riendo Alejandra, sacando sus cosas al ver que el profesor entraba al salón.

La chica sentía adrenalina en su cuerpo, podía sentir que era capaz de enfrentar a Victoria y decirle todo lo que sentía por ella. El problema era, que cada vez que la miraba, su corazón empezaba a latir muy fuerte, sus manos sudaban, sus piernas temblaban y su piel palidecía más de lo normal.

  • Sencillo, no la mires – Le decía Jenn, mientras el profesor finalizaba la clase.

  • ¿Me pongo una venda en los ojos? – Decía sarcásticamente Ale – O mejor ¿Una bolsa que me cubra la cara?

Las carcajadas de las chicas fueron opacadas por la voz chillona de Miranda, la mejor amiga de Victoria.

  • ¿Quién fue la tonta que le dejó esto a mi amiga? – Preguntaba aquella chica, agitando la carta que había escrito Alejandra – Para su información, Victoria no tiene tales gustos – agregó, rompiendo la carta y tirándola a la basura.

Así como fue rota la carta, también fue roto el corazón de Alejandra, al ver que Victoria no había hecho nada.

  • Ni siquiera es su asunto – susurraba Jenn – lo siento mucho Ale.

  • Está bien – decía Ale – solo hay que buscar otra manera de entregarles las cartas – aquello había sorprendido a Jenn, quién abrió los ojos impresionada.

  • Así me gusta, no te des por vencida – Jenn la abrazaba – Será algo parecido a Misión imposible – bromeaba Jenn – porque esa Miranda es bien metiche.

Todos los estudiantes salieron del salón, algunos iban al bus escolar, otros se quedaban en el patio del colegio a esperar que vinieran por ellos. Victoria y Miranda se encontraban en uno de los bancos cercanos a la salida, justo cuando Alejandra y Jenn salían, notaron como Miranda se subía a un auto y Victoria salía disparada de vuelta al salón, tropezando  con las chicas, haciendo que las cosas que llevaba Alejandra en los brazos cayeran al suelo.

  • Lo lamento tanto – se disculpaba Victoria, mientras se agachaba a recoger las cosas de Alejandra – debí fijarme por donde iba.

  • N-no te preocupes – titubeaba Alejandra, recogiendo algunos papeles del suelo. Jenn no dejaba de sonreír.

  • Aquí tienes Ale, de verdad, discúlpame – le decía entregándole sus cosas.

Alejandra no salía de su ensueño, la chica por primera vez le dirigía la palabra, en 5 largos años. Jenn la miraba con una enorme sonrisa en su rostro.

  • Mujer ¡Estas roja! – exclamaba Jenn.

  • Shh cállate – le decía Ale.

Ambas caminaron hasta los bancos de la salida y se sentaron. Alejandra no decía ninguna palabra, su mirada perdida en el asfalto y su sonrisa de medio lado, adornó su rostro todo el rato que estuvieron sentadas, porque cuando Victoria salía del colegio, le regaló por primera vez, la sonrisa que Alejandra estuvo deseando todo ese tiempo, seguido de un saludo con su mano izquierda, que fue correspondido al instante.

  • Va a ser un buen año – le decía Jenn a su amiga mientras la abrazaba por los hombros.

  • Eso espero – logró decir con la sonrisa aun en sus labios.

Está de más decir que su alegría era inevitable, su sonrisa tenía dueña y era hermosa. Al llegar a su casa, lanzó sus cosas a una esquina, tomó un lápiz, papel y empezó a escribir.

No creí que una chica me gustara tanto, pero así es, me gustas. Me encantaría que supieras quién soy, pero si se me hace muy penoso que leas cada tontería que escribo, imagina tener que decírtelo a la cara, creo que me desmayaría. Me has regalado por primera vez en 5 años, la sonrisa que tanto quería y aunque es una sola, es mía y ya ha quedado grabada en mi corazón.

Y con el punto final marcado con el lápiz HB, Alejandra cayó en un profundo sueño hasta el día siguiente.

Despertó 10 minutos antes que sonara su alarma, con un suspiro se sentó en su cama, sonriendo, miró hacia la mesita de noche que estaba justo al lado y vio la carta que le entregaría ese día al amor de su vida.

Al salir de su cuarto hacia la cocina, se encontró con la agradable mirada de su mejor amiga, reconocía su perfume dulce y suave desde que había entrado por la puerta. Todos los días desde 11 años atrás, Jenn la buscaba para ir juntas a clases.

Jenn era esa clase de chica dulce que siempre tenía una sonrisa para su amiga. Era un poco más baja que Alejandra, pero a simple vista no se notaba. Las pocas veces que había discutido era porque Jenn nunca sabía si dejarse su cabello oscuro suelto o amarrarlo con coletas.

  • Te ves hermosa de cualquier manera – le decía Alejandra, provocando sonrojos en su mejor amiga.

  • ¿Y bien pequeña poeta? – le preguntaba Jenn al salir de la casa, seguido del “ Organiza tu cuarto” que la madre de Alejandra, desde la cocina, gritaba.

  • Ya tengo la carta del día de hoy – le respondía, ignorando a su madre - ¿Quieres leerla? – le preguntó mientras la sacaba de su morral.

  • No, ya me imagino que debe decir – le sonrió – debemos buscar la manera de dársela.

Subieron al autobús mientras hablaban trivialidades, de cómo distraer a la metiche de Miranda y cómo colocar el sobre sin que nadie más lo notara. Por suerte ese día tendrían gimnasia, así que intentarían hacerlo cuando todos estuviesen en la cancha.

A los pocos minutos de iniciada la clase, en el que todos trotaban alrededor de la cancha, Alejandra y Jenn se escabulleron entre las gradas rumbo al vestuario de chicas. Dejaron la carta en el bolso de Victoria y salieron chocando sus manos, mientras reían.

Terminaron su entrenamiento, ambas chicas se cambiaron y se fueron al salón a esperar su siguiente clase.

  • No puedo creer que te gusten esas estúpidas cartas – replicaba Miranda mientras entraba al salón.

  • Alguien toma parte de su tiempo para escribirlas, por lo menos debo tener la decencia de leerlas – le respondía Victoria.

En el otro lado del salón las chicas escuchaban atentamente aquella conversación.

  • ¿Decencia? – preguntaba Alejandra en un susurro casi inaudible para Jenn, mientras ésta le tomaba la mano por debajo de la mesa que compartían.

  • ¿Estás segura de seguir con esto? – le preguntaba Jenn mirándola con tristeza. Alejandra la miró pensativa.

  • Responderé esa pregunta luego – respondió sonriéndole, mientras sus ojos llorosos se entrecerraban y Jenn le secaba una lágrima que escapaba.

El día transcurrió sin mucha importancia, como siempre, las chicas salieron a esperar afuera que vinieran por ellas. De la nada, vieron como una chica rubia, de cabello corto, se dirigía a la entrada del colegio y vieron claramente, como esta chica, posaba sus labios en Victoria, quien le correspondía el beso animadamente. Jenn volvió a tomar de la mano a Alejandra, esta vez muy fuerte.

  • Gracias – le dijo Alejandra a su amiga.

Victoria llevaba la carta de su admiradora en su mano derecha, que no pasó desapercibida para la rubia, quien tomó el papel y mientras lo leía su rostro pasaba de sonriente a sombrío. La chica dejó caer el papel al suelo, mientras le hacía una mueca de desagrado a Victoria, se devolvió sobre sus pasos y desapareció.

Las caras de Alejandra y Jenn, eran de completo asombro, ambas calladas se miraban.

  • Creo que… - empezó a decir Jenn, mientras Alejandra asentía.

  • Será mejor irnos – ambas se levantaron aun en shock y tomadas de la mano salieron de aquel lugar.

  • No puedo creer que tuviera novia – decía Jenn, entrando al auto que venía por ellas – Si Miranda había dejado claro que su amiga no tenía tales gustos – agregó.

  • No puedo creer que haya hecho que su novia la dejara – decía Alejandra, siguiéndola.

  • Pues ahora está disponible para ti –

  • No está bien que haya sido de esa manera, me odiará cuando sepa que yo le enviaba las cartas y entonces no habrá servido de nada –

  • Ya no puedes hacer nada Ale, la chica leyó, tal vez acepte explicaciones o tal vez no, relájate un poco – dijo Jenn algo molesta.

  • No entiendes… -

  • ¡Lo que no entiendo es como puedes dejar que tu vida gire en torno a una chica que ni siquiera le interesas! – exclamó Jenn alzando la voz.

Alejandra sorprendida por la actitud de su amiga no pudo replicar, vio como Jenn bajaba del auto aun en movimiento y éste se detenía una casa más adelante luego.

  • Creí que se quedaría con usted como todas las tardes – le decía el chofer.

Alejandra bajó del auto hacia su casa, ya que vivía justo al lado de Jenn. Confundida, con su ceño fruncido, se detuvo en la puerta y miró hacia la casa de Jenn. Luego de unos minutos con su mano en el pomo, decidió dejar que su amiga se calmara, luego podría hablar con ella cuando estuviese más tranquila. Se llevó una sorpresa cuando a los 20 minutos, sonó el timbre de su casa y se encontró con su mejor amiga, mirando hacia el suelo y con sus manos entrelazadas.

  • Perdón por lo de hace rato – le dijo.

  • Solo si duermes conmigo esta noche – le dijo sonriendo de medio lado.

  • Ale – resopló.

  • Por favor – suplicaba – sabes lo mucho que me gusta – agregó haciendo pucheros.

  • Está bien – aceptó – pero sin roncar.

  • Yo no ronco – reclamó Alejandra, mientras entraban a la casa entre risas.

Organiza tu cuarto - La madre de Alejandra otra vez.

  • Deberías de una vez por todas arreglar tu cuarto – le decía Jenn subiendo las escaleras.

  • Solo si me ayudas –

  • Es que no puedes hacer nada sin mí – resoplaba Jenn.

Al entrar a la habitación, Jenn se lanzó sobre la cama y colocándose boca arriba preguntó - ¿Qué pasará con Victoria? – la verdad era que Alejandra no había pensado en ella hasta que Jenn la mencionó.

  • Solo le he dado dos cartas – suspiró – le diré la verdad.

  • ¿Qué? – dijo Jenn levantándose.

  • Mañana lo haré – dijo mordiéndose los labios.

La razón de su valentía era totalmente desconocida, pero sentía que era lo correcto, debía decir la verdad, aunque eso significara su total humillación o, tal vez, su segundo paso en el corazón de Victoria.

  • Está bien – dijo fríamente Jenn, apartándose de la cama, rumbo al sillón frente a la ventana.

  • ¿Qué te pasa? – le preguntó su amiga acercándose a ella.

  • No quiero que te hagan daño – respondió Jenn bajando su mirada.

  • Eso no lo puedes evitar – le dijo Alejandra tomándola suavemente de su mentón, vio como los ojos de su mejor amiga amenazaban con llorar.

  • Si te hace sufrir te juro que las pagará – dijo haciendo reír a su amiga.

  • Estoy segura que las pagará – contestó Alejandra secando una lágrima traviesa que escapaba de los ojos color miel de Jenn.

  • Muy bien – dijo Jenn – practiquemos – agregó.

  • ¿Qué? – preguntó confundida Alejandra.

  • Tu confesión de amor – Respondió Jenn – solo imagina que soy Victoria – dijo sonriendo.

  • Mm, de acuerdo – dijo devolviéndole la sonrisa – que linda estas hoy – agregó.

  • Es porque soy el amor de tu vida – carcajeó Jenn – empieza.

  • Para tu información, ya lo había hecho – dijo Alejandra – Bien… mmm – comenzó a decir – Victoria… debo confesarte que me gustas desde hace un tiempo – agregó mirando los ojos de Jenn, quien levantaba un ceja de manera graciosa – bien, desde hace seis años – resopló – ysoylaquehaescritolascartas – palabras que salieron apresuradas de la boca de Alejandra.

  • Perfecto – dijo Jenn – solo una cosa – añadió – lo más importante no lo he entendido – rió, contagiando a Alejandra.

  • Mañana lo haré bien, ya verás – dijo guiñándole el ojo.

_______________________________________________________________

Últimamente escribir se ha vuelto un deporte extremo, pero las ganas permanecen.

@thundervzla

livinginjail@hotmail.com