La chacha embarazada

La vida de un chico normal y sin problemas da un giro de ciento ochenta grados al conocer a Vanesa, una muchacha empleada en la limpieza de la casa.

La Chacha Embarazada

Vanesa apareció en mi vida sin avisar, es decir la vi por primera vez en mi casa danzando como si ya fuese alguien de la familia.

  • Hola buenas ¿qué tal? -me soltó así porque si

  • Yo bien y ¿tu?

  • Tu mami me contrató para llevar la casa y cuidar de tus abuelitos

  • Pues mira que bien -Seguí a lo mío...

Más tarde en cuanto pude se lo comenté a mi madre.

  • No me has dicho nada de la chica que limpia

  • Ya pues no tenía que decirte nada

  • Bueno, es que la he visto y creí que había entrado a robar -Se ríe. - ¿Quién es?

  • Se llama Vanesa y la he tenido que contratar -sin contrato -para que me ayude porque yo sola no puedo con toda esta pandilla que tengo en casa. Es que si ayudarais un poquito más... por cierto está embarazada de tres meses, a si que cuidado con lo que hacéis. - pues entonces no tomar medidas, pensé.

Fueron pasando los días y con ellos las semanas sin que la nueva y guapa inquilina modificase con su presencia el devenir habitual de los acontecimientos de mi hogar, hasta que un día subió un amigo a mi casa.

  • Mira Nico, vas a Flipar que cacho de polla tiene este menda -y le puse un video que bajé de internet

  • Eso no es real, es postiza, se nota que es postiza.

La puerta de mi habitación estaba abierta y dejaba salir el sonido en forma de gemidos procedentes del video al pasillo de mi casa. Pusimos algunos videos más sin preocuparnos por el volumen porque mi madre se encontraba trabajando en ese momento, y después nos bajamos a la calle.

Cuando subí a mi casa ese día, serían las diez de la noche, fui como siempre directo a la nevera. Vanesa en ese momento se encontraba cenando en la cocina. En cuanto nos vimos nos fijamos mutuamente en nuestros ojos, y en ese momento supe que se había enterado de que antes había estado viendo porno con mi amigo, y por la expresión que puso comprobé que la hacía gracia la situación. Me imagino que debió pensar algo por el estilo de "vaya cerdito que está hecho el hijo de la mami". Pues bien, este incidente fue el detonante de mi obsesión por aquella muchacha con barriga, ya de unos 5 meses de embarazo, en la que todavía ahora, después de un año que dejara la casa, no puedo quitarme de la cabeza.

Cené con ella mientras la hacía preguntas, de esa manera me informaba y la distraía del incidente del porno. Me comentó que era de ecuador y que estaba viviendo con su marido en Madrid, esto último mientras yo disimulaba el hecho de que me la imaginase follando con su novio, que todavía no conozco. Acabamos y se puso a fregar los platos.

  • Tranquila, lo puedo hacer yo

  • No, dame -el plato

  • Tranquila, lo hago yo, tu vete a descansar que es tarde

  • No, dame -dijo con el mismo tono que la vez anterior

Cedí y la di los platos tocándole la mano con la mía, notando en el contacto una ternura y calidez conmovedores. Me despedí de ella y la deje en la cocina para marcharme a mi habitación.

Una vez en la habitación, el hechizo de amor hacía ella ya se había cerrado sobre

mi. No sabía qué hacer, porque estaba seguro que ella quería algo conmigo, pero ¿como decirle que yo también?

Estaba cachondísimo imaginándola mientras escuchaba el sonido de la peli porno, y tenía mi miembro completamente erecto, tal es así que fui al baño para comprobarlo, y lo que comprobé al final es que tenía el pene más duro e impresionante que nunca. Estaba totalmente a cien.

Volví a la habitación y me decidí a masturbarme viendo porno en el ordenador, como suelo hacer cada vez que me pongo de esa manera, pero con la diferencia de que esta ocasión iba a dejar la puerta entreabierta para que saliera un poco de sonido de la película hasta los oídos de mi presa. Después me lo replanteé, y le quité el sonido, por lo que pasó a ser una gallola silenciosa.

Cuando estaba ya apunto de correrme se me cruzó por la cabeza mostrarle el milagro de mi erección a ella, en primera persona y al natural completamente desnudo, por lo que me quité toda la ropa y salí al pasillo muy despacio y sin intentar hacer nada de ruido. Tenía que ser sigiloso para evitar que mi madre se despertara.

Ella ya se había metido en la habitación que compartía con mi abuelita. Compartían habitación a propósito porque el estado en ese momento de mi abuela lo precisaba. La distribución del mobiliario dejaba la cama donde dormía Vanesa en frente de la única puerta que siempre dejaba abierta para que pudiéramos oír a mi abuela si quería pedir algo durante la noche.

No me decidía a asomarme porque de seguro era que en cuanto me colocase en frente de la puerta Vanesa iba a verme y asustarse. Había ido completamente sin hacer ruido, por lo que un tío en pelotas con la polla completamente tiesa sería una de las últimas cosas que esperaría ver la pobrecilla, o no, a lo mejor estaba masturbándose pensando en su marido

y en otros cuantos rabos más metidos en su cama con ella.

Le eche valor y pasé de largo la puerta mirando al interior de la habitación, ocultándome en el otro extremo de la puerta. Esto tenía una intención crucial, ya que a la vez de cerciorarme del estado de la chica en ese momento, si estaba despierta o dormida, de paso la confesaba mis intenciones, ya que en el caso de que estuviese despierta y mirando al pasillo de sobra se daría cuenta que estaba desnudo y con un empalme de caballo.

Al pasar y ocultarme en el otro extremo de la puerta me quedé parado pensando en la mala suerte que había tenido, la habitación estaba oscura, yo tan nervioso y la chica arropada, factores que impidieron que pudiera ver si estaba despierta y si se había dado cuenta de que había pasado desnudo. Ante estas existenciales dudas le di un poco al manubrio al lado de la puerta de la habitación que Vanesa compartía con mi abuela pero sin asomarme y sin hacer muchos movimientos precisos con la muñeca para no forzar la explosión de la máquina. Además mi intención principal ahora era asomarme otra vez pero entrando un poco en la habitación, y para ello tenía que dejar que Mr. Hide tomara el control.

Lo tomó y me asome introduciendo la mitad de mi cuerpo en la habitación, quedando entre el marco de la puerta como una sombra. Me quedé en esa posición un momento intentando averiguar si Vanesa estaba despierta o que.

No lo conseguía ver pero yo estaba sobreexcitado. A un lado en una cama Vanesa, en el otro lado sobre otra cama, pero esta de hospital, mi abuela, y yo, sin saber si están despiertas o que, pajeándome en la puerta formando una sombra con mi cuerpo por la luz procedente del pasillo que me daba por la espalda. Esta situación me daba toda la sensación de ser un extraterrestre y estar allí preparando un encuentro en la cuarta fase.

La idea de metérsela hacía que viniera una sensación de placer directa de mi cerebro hasta la punta de mi porra. Di unos pasos hacia la cama de la chacha mientras miraba las cabeceras de ambas camas. Como mi visión se había adaptado más a la oscuridad que me envolvía pude ver que mi abuela estaba completamente frita y Vanesa también, o por lo menos eso quería aparentar ella, ya que no me podía creer que en cinco minutos que llevaba en la cama se hubiese podido dormir.

Seguí masturbándome a escasos centímetros de la almohada donde descansaba la cabeza de mi querida ecuatoriana mientras miraba orgulloso mi cimbel erguido e inflado, esperando a que un brazo saliera de su cama y me echase una mano en mi dura tarea, y el milagro se produjo. Vanesa, la leña de mi corazón, abrió los ojos y se quedó con rostro serio mirándome como cinceneaba mi pincel al rojo vivo.

  • Edu -dijo con tono lastimero.

  • ¡Vanesa, oh Vanesa! -la emoción me desbordaba

Separé las sabanas que la envolvían y protegían de mi para tumbarme a su lado, a lo que no expuso ninguna palabra ni resistencia física, quedando nuestros cuerpos uno frente al otro preparados para el gran milagro de la vida, y entonces se produjo.

La empecé a besar los labios jugando con mi lengua primero para después hacerlo con la suya en un abrazo eterno de amor que nos absorbió por completo el alma para dejarlas en suspensión dentro del tarro de las libertades de donde vienen la vida, la muerte y todo lo que hay entre ellas dos.