La cerda de mi madre (4)

El final de la historia de mi madre con Lucas y el Mani. En tributo al escritor original que dejó la saga incompleta.

La Cerda de Mi Madre (4)

Antes de nada, me gustaría decir que los previos no son míos, sino que los escribió Burberry y los podéis encontrar aquí: http://todorelatos.com/perfil/673559/ . Lamentablemente, tan buena saga parece que quedará para siempre sin un final, y eso es lo que he decidido darle yo. Espero que os guste, tanto a vosotros como al autor original.

..

A la mañana siguiente me levanté temprano. Cada día que pasaba estaba más confuso, y las imágenes de mi madre siendo sodomizada brutalmente por el Mani me habían quitado horas de sueño. Algo había visto en la victoria de aquel hombre sobre el exuberante cuerpo de mi madre que había hecho que me diese cuenta que iba a cogerle gusto a aquello.

Como el día anterior, mi madre no se levantó hasta tarde, y cuando bajó mi padre ya se había ido a trabajar. Fue directa a la cocina en un vestido flojo y gastado de estar por casa, que disimulaba ligeramente sus rotundas curvas. Desayunó con una sonrisa distante sonrisa, supongo que rememorando los hechos de los últimos días, mientras me preguntaba que qué haría hoy.

¿Y yo qué coño sabía? Lo que estaba claro es que necesitaba ir al partido con mis amigos para desconectar de las locuras de mi madre. Después quizás unos porritos en la casa de alguno de ellos y listo. Lograría olvidar todo lo que había visto, aunque yo obviamente sólo le conté lo del partido de fútbol. Ella se mostró encantada de que hiciese deporte "para no tener la barriga de mi padre" aunque yo imaginaba por dentro que lo que quería decir era "para que me pareciese más a Lucas". O eso, o mi imaginación ya me jugaba malas pasadas.

Fui arriba, a mi dormitorio, a preparar mi maleta cuando escuché que llamaban por teléfono y mi madre respondía muy bajito, algo raro en ella, así que me asomé a la balaustrada a oír qué decía.

-¡Hola my Rey!- oh, no, ¡era Lucas!- Si, si, todo el día. Aha. ¿Sin ellos? Aha. Perfecto. Yo también tengo la casa entera para mi. Jejejejeje.-

De nuevo parecía una colegiala haciendo una travesura. ¿Es que acaso el gran pollón de Lucas era capaz de desconectar su cerebro? ¿Dónde estaba la madre inteligente que siempre tuve? Desde luego, no hablando por teléfono.

-¿Dentro de dos horas? Perfecto. Te espero aquí. Te quiero, mi Rey.-

¿Te quiero? ¿¡Pero qué hostias decía!? ¿No se suponía que era a mi padre a quien quería? Lo del amor eterno, y todo eso, vamos. Yo había visto el vídeo de la boda y sabía que lo había jurado, y ella se lo decía a él a menudo (especialmente desde que Lucas entró en su vida y entre sus piernas). Estaba claro que tenía que cancelar mis planes, pero algo me decía que hoy sería diferente.

Dejé la maleta en mi habitación mientras oía a mi madre subir a la suya con una risilla. Parecía casi bailar por el pasillo, más que andar, y no pude evitar darme cuenta de cómo botaban sus magníficos pechos con cada saltito. ¡Joder, que era mi madre! Si, y dentro de dos horas estaría gimiendo como una descosida por culpa de un jilipollas del tres al cuarto con una polla grande y un ego aún mayor.

Seguí a mi madre hasta su habitación y ella entró silbando una cancioncilla que me sonaba de algo y no estaba seguro de qué. Tan pronto entró, se quitó el vestido por la cabeza y el sujetador, y comenzó a probarse uno y otro. Uno veraniego con falda de vuelo, uno ceñido propio de una noche de fiesta que le marcaba los pezones, un top con pantalones de cuero que parecían pintados sobre sus piernas, de nuevo el veraniego, luego un pareo con un traje de baño… Estuvo como media hora probándose ropa para estar guapa cuando llegase Lucas, asqueándome cada minuto más. Al final se decidió por un vestido de fiesta verde oscuro, que se ataba detrás de su nuca y dejaba la espalda al aire, al igual que buena parte de sus piernas ya que la falda era por encima de sus rodillas y la suavidad de sus muslos también se podía ver por la abertura de la falda en los lados.

Tras elegir vestido, se lo quitó de nuevo, se duchó y se maquilló, y se volvió a vestir. Parecía que iba a un encuentro social de la alta sociedad, y lo que iba era a ser follada por su joven amante. El cual, por cierto, debía llegar en breve.

Cogí mi maleta, fingiendo que me iba de casa y eché a andar en dirección a la entrada. Mani estaba allí, sentado aburrido en la caseta mientras leía una revista porno. Aunque más bien parecía estar recordando lo que había ocurrido la noche anterior que mirando a las tías neumáticas que aparecían posando en las fotos. No me extrañaba, la verdad.

Estaba yo dirigiéndome a la salida por detrás de la caseta (lo último que quería era que el asqueroso del Mani me viese y me mirase como siempre, o peor) cuando veo acercarse el coche de mis tíos, aunque sin mis tíos dentro. Esta vez Lucas había conseguido librarse de ellos y había venido a pasar un buen día en compañía, lejos del "rapidín" del día anterior. Pero el Mani se interpuso en el camino del coche.

-Lo siento, señor, me temo que nadie puede entrar hoy en la urbanización. Estamos fumigando.-

Yo me quedé flipado. Ya sabía que al Mani no le gustaba nada Lucas, como a mi, pero me sorprendía que se saliese de su trabajo y lo arriesgase así.

-Anda, quita de en medio payaso, que ya se que se puede pasar que ya he quedado.-

-Se lo he dicho, no se puede pasar, estamos fumigando y acaban de empezar- dijo el Mani, echando mano de su porra.

Ante ese gesto, Lucas rápidamente dio marcha atrás y se marchó. Estaba claro que sabía que si le hacía un rascazo al coche mi tío lo mataba, y el tamaño enorme del Mani intimidaba incluso al musculitos. Me alegré, y me disponía a marcharme cuando oí al guarda hablar.

-Así que ese jilipollas pretendía tirarse de nuevo a mi puta. A buenas horas. Creo que es mejor que le haga una visita a la zorra y me encargue de que se entere de quién manda aquí.-

Se dirigió de nuevo al interior de la caseta a cerrar y guardarlo todo, y yo corrí de vuelta a casa. No me había gustado nada lo que había dicho, y menos el tono en el que lo había dicho. Así que me escabullí por la puerta de atrás y subí rápidamente mi habitación a dejar la maleta. La estaba depositando sobre mi cama cuando oí el timbre de la entrada, y la voz de mi madre desde abajo.

-Ya voy, mi Rey.-

Avanzó feliz y rápidamente hasta la entrada y ni se molestó en confirmar antes de abrir la puerta. Pero no era Lucas, sino el Mani quien estaba allí.

-Con que tu Rey, eh, te vas a enterar puta.-

La cogió por la cintura sin molestarse ni en cerrar la puerta y la apretó contra él, comenzando a besuquear su cara y su cuello mientras ella intentaba apartarse. Él era demasiado fuerte.

-Déjame, ya pagué por mi desliz ayer, déjame en paz.-

-De eso nada, putita, a ver si te enteras- dijo él, mientras movía ambas manos a su culo y la apretaba fuertemente contra él- . De ahora en adelante tú eres mi puta, siempre disponible y siempre ansiosa. Mía y de nadie más. ¿Entiendes puta? Porque sino ciertas fotos van a hacerse públicas.

Eso me dio una idea y rápidamente cogí mi cámara de mi habitación y comencé a hacer todo un reportaje de lo que ocurría. Y se veía claramente cómo él metía las manos bajo la falda de mi madre y recorría sus suaves muslos, mientras ella intentaba con fuerza pero sin éxito apartarlo. Él rápidamente palpó el espacio entre sus muslos, y sonrió, mostrando sus dientes sucios.

-Así que ya estabas lista para él, puta, ¡estás sin bragas!-

-Déjame ir…-

Pero él metió alguna cantidad de dedos dentro de su coño y ella se tensó toda. Momento que él aprovechó para cogerla por el cuello y forzarla a mirarlo.

-Mira, puta, estoy harto de tus juegos. Te voy a follar como ayer, te voy a dar por culo como ayer, y te va a gustar como ayer. Soy tu puto Dios, así que déjate de remilgos y abre más las piernas.-

Para terminar, sacó la lengua y recorrió con ella la cara entera de mi madre, que mantuvo los labios fuertemente cerrados. Así que comenzó a comerle los labios con energía, y cuando finalmente consiguió arrancarle un gemido con los dedos, aprovechó para clavarle la lengua como un ariete hasta el fondo. Desde entonces, no abandonó esos labios, que pronto comenzaron a corresponderle con pasión.

Así que, viendo su entrega, bajó la mano de su cuello hasta sus pechos y comenzó a estrujarlos y jugar con ellos, excitando más a mi madre. En vez de soltarle los cordoncitos como ella esperaba que Lucas le hubiera hecho, el Mani tiró de la parte frontal del vestido hasta romperlos, abriendo varias costuras, pero dejando los redondos pechos de mi madre libres para ser sobados sin compasión, tanto con sus manos como pronto con su lengua y boca.

Mi madre respondió con gemidos, y apretándole más contra sus pechos con sus finos brazos, entrelazados ahora tras el cuello del gigante.

-Si… si… más, mi Dios… más.-

Estaba claro que la oposición de mi madre había terminado, y comenzaba su entrega por completo. El Mani se dio cuenta y la miró a los ojos sonriendo.

-Así me gusta, putilla, así me gusta.-

Y comenzó de nuevo a besarla en profundidad mientras jugaba con sus pechos y su coño. Casi parecía que hubiese dos serpientes en fiero combate en sus bocas, de la energía con que se entregaban ellos y sus lenguas. Pero el Mani no tenía paciencia para estos juegos, así que cogió, le dio la vuelta, y la apoyó contra la mesa que teníamos en la entrada. Casi le rompe también la falda del tirón con que se la levantó, deshaciendo las costuras de los lados, todo para dejarla más accesible.

-¡Qué buena estás puta, vas a ser mi puta toda tu vida!-

-Si, mi Dios, si, lo que quieras.-

Se sacó el tonel de entre los pantalones y así, sin desnudarse él y ella con el vestido arremangado en la cintura, se la clavó hasta el fondo. Sin contemplaciones. A ella, por su expresión, le dolió en un primer momento, pero pronto ella se acopló a los movimientos del macho y meneaba la cintura como una puta experta. Algo que estaba seguro que había aprendido en los últimos días.

Los gemidos llenaron la entrada, quizás incluso salieron a fuera por la puerta abierta, mientras él batía los intestinos de mi madre como un pistón neumático. Se inclinó sobre ella para cogerle los pechos que colgaban y jugar con ellos, apretarlos, pellizcarlos, sentirlos. Supongo que le estaba diciendo cosas soeces al oído porque nunca le he visto tratarla de otro modo, pero no llegaban hasta donde yo estaba.

Hasta que finalmente se detuvo con una sonrisa malévola en la cara. Ella miró hacia atrás, desconcertada, ansiando más, pero él la hizo soltarse de su apoyo y le cogió ambos brazos a la espalda en una postura bastante forzada.

-Ahora, puta, camina hasta tu dormitorio. Y que no se te salga la polla del coño o te enterarás.-

Ella asintió, y comenzó a caminar con pasitos ridículos y pequeños hacia la escalera donde yo me escondía. Era obvio que a veces le dolían los tirones que el Mani daba a sus brazos, pero no se quejaba y continuaba caminando en mi dirección. Yo corrí rápidamente a esconderme, así que no pude ver como subían, pero me consta por los gemidos que oía que las paredes del coño de mi madre debían estarle haciendo un masaje fantástico al caminar, ya que él se lo decía continuamente. Y, en ocasiones, detenían su ascenso para que él le diese caña allí mismo.

Finalmente alcanzaron el dormitorio, y no cerraron la puerta tampoco, como no habían cerrado la de la entrada. Así que corrí hasta la entrada a cerrar haciendo el menor ruido posible, aunque el concierto de gemidos y gruñidos que se oían en el dormitorio hubieran ocultado el paso del tren.

Cuando regresé arriba mi madre estaba debajo y él estaba tirado encima de ella, batiendo con profundidad contra las paredes de su coño mientras la miraba desde un poco en las alturas ya que tenía las esbeltas piernas apoyadas en los hombros.

-Mientras follamos, mira esa mesilla de noche- le estaba diciendo él, mientras señalaba la mesilla del lado de mi padre, que tenía una foto de toda la familia reunida-. Dime que me prefieres a todos esos jilipollas. Que follo mejor que el idiota de tu marido.-

-Claro… que si… mi… Dios- gemía ella mirando a las fotos-. T… todo… lo daba… por… porque… me fo… lles así… todos los días… Soy tu… tuya… tu puta… para siempre.-

Él sonreía con una sonrisa brutal, sabiéndose triunfador sobre la voluntad y el cuerpo de la mujer más bella de la urbanización, y la más fiel hasta unos pocos días antes.

-Así me gusta, puta que entiendas tu posición. ¡Me corro!-

Y ante el estupor y terror de mi madre se corrió en su interior entre grandes espasmos, haciendo con ello que ella alcanzase su propio orgasmo, que la hizo doblar la espalda y permanecer varios minutos en silencio intentando aceptar aire.

-Hijo de puta- lloró mi madre- sabes que no tomo la píldora, si quieres follarme tendrás que hacerlo con condón.-

-Y una mierda, eres mi puta y te follo cómo y cuando quiera. Tenlo muy claro. Y ahora límpiame la polla con tu boquita y vete a prepararme la comida.

Ella le miró desafiante mientras él se dejaba caer del lado donde mi padre dormía. Tras ello se puso en cuatro y se dirigió hacia la polla del Mani, que comenzaba a perder fuerza. Tras un único momento de duda, se introdujo toda hasta el fondo como el Mani le había enseñado el día anterior, y comenzó a limpiarla con amor y cuidad. Alternaba lametones, besitos, caricias y succiones, unas tras otras, con una dedicación y cariño que sólo mostraba con mi padre y conmigo. Y aunque al principio el sabor del semen no pareció gustarle, pareció no importar lo más mínimo en su labor de limpieza. Cuando la hubo dejado limpia, y semi-erecta, ella se incorporó y le miró a los ojos, sumisa y entregada ya por completo.

-Vete, puta, prepárame algo bueno de comer. Y no te limpies mi corrida de tu coño, quiero preñarte y que el jilipollas de tu marido críe a un hijo mío.-

Ella, obedientemente, se incorporó y salió hacia la cocina. Yo me escondí en el baño que estaba al lado, donde ella se la había mamado a Lucas el día anterior, y ella pasó a mi lado en silencio.

-Joder, menuda puta me he conseguido- oía decir al Mani en el dormitorio mientras se desnudaba en la cama-. Me va a dar todo lo que yo desee, cómo y cuando lo desee. Y seré la envidia de todos, que desearán ser quienes dan por culo a este putón precioso.-

Mi madre, mientras tanto, preparaba una comida con diligencia y cuidado en la cocina, con toda la atención que usaría para preparar la comida de mi cumpleaños. Una sonrisa danzaba en sus labios tras haber sido usada como un juguete sexual, y un hilillo de semen se escurría por sus piernas. Cuando hubo terminado, subió con la fuente y dos platos y vasos en una bandeja hasta el dormitorio, pero el Mani la miró furioso.

-¿Quién ha dicho que haya comida para ti? Tu comida está aquí- dijo, señalando su polla morcillona y aún así gorda como ninguna otra-, así que sírveme y dedícate a comer… polla. Pero antes desnúdate por completo con un strip-tease.-

Ella asintió, y comenzó un cadencioso movimiento de sus esbeltas caderas, aunque poco strip-tease podía hacer llevando puesto únicamente el vestido, que ya estaba medio destrozado y que parecía más un cinturón que otra cosa. Sin embargo, ella se las arregló para conseguir mantener la tensión sexual a base de darse la vuelta, suaves movimientos de la cintura (siempre había sido una gran bailarina de salsa, al fin y al cabo) y miradas cargadas de pasión a los ojos.

Él, no queriendo que ella parase, acabó sirviéndose por la impaciencia, así que ella se puso a cuatro patas sobre la cama y comenzó a gatear hasta él. Cuando llegó, le miró a los ojos y se pasó la lengua por sus labios maquillados suavemente, como quien ve un plato realmente delicioso. Sin dejar de mirarle, descendió y comenzó a comerle la polla sin usar las manos. A veces se le escapaba de la boca, pero era increíble lo mucho que había aprendido en estos pocos días desde que el hijo de puta de Lucas le hubiese derramado el champán encima y con ello hubiese conseguido follársela entera en la cocina.

Lo cierto es que, con la mamada que le estaban dando, el Mani no le prestaba demasiada atención a la comida. Y no era sorprendentemente. Mi madre le miraba completamente entregada, con sus grandes pechos colgando al alcance de la mano del guardia, como este demostró numerosas veces, y con su culo meneándose en dirección a la puerta donde me escodía yo. Aunque lo cierto es que podría haberme vestido de luces de neón y no creo que me hubieran visto de lo concentrados que estaban en lo suyo.

Finalmente, el Mani apretó la cabeza de mi madre contra él por sorpresa y la mantuvo allí unos segundo. Era obvio que se había corrido en su interior. Y que ella tragaba ya sin mostrar tanto asco.

-Traga, traga, mi putita, toda tu comidita. Y ahora límpiamela como antes.-

Y ella se dedicó a ello con el mismo esmero que la primera vez, mientras él terminaba el filete. Luego tiró por ahí lo que no quiso, y cogió la cabeza de mi madre con ambas manos, imponiéndole un ritmo rápido y profundo. Capaz de levantar a un muerto, y ciertamente a él.

-Túmbate y ábrete lo más que puedas de piernas, puta.-

Ella obedeció en silencio, colocándose como él había dicho mientras él se metía entre sus piernas con la polla completamente erecta de nuevo. Se apoyó en sus codos, colocó la polla, y la clavó hasta la mitad de golpe. Hasta la mitad del culo. Mi madre soltó un grito de dolor y cerró los ojos, como intentando abstraerse.

-¡Mírame a los ojos mientras te rompo de nuevo el culo, puta!-

De nuevo, ella hizo lo que él le dijo, y él respondió clavando de golpe la otra mitad. Pero mi madre no cerró los ojos esta vez, y él comenzó a metérsela y sacársela sin darle ni tregua ni momento para adaptarse. Al principio a ella le dolió, pero pronto fue habituándose de nuevo al intruso y comenzó a gemir. Incluso sacó la lengüita entre los dientes, incitando a que el Mani se la comiese, cosa que él no desaprovechó lo más mínimo.

¿Dónde había quedado todo el asco que mi madre sentía por este hombre? No lo sabía, pero lo cierto era que ella había enrollado las piernas en torno a la cintura de él, animando su cabalgata, y que los labios de ambos eran imposibles de diferenciar más que por el color, debido a la pasión con que se besaban.

El Mani se la sacó poco después, demasiado cercano al orgasmo, y se la volvió a meter en el coño "para fabricar su hijo" . Se corrió abundantemente, y cayó derrengado a su lado. Se estuvo quieto un poco, al lado de mi madre que parecía como ida, y finalmente se vistió y se marchó.

Yo dejé a mi madre tumbada en la cama, como un muñeco roto, y corrí a mi ordenador. Descargué las fotos de la cámara en él, y me las envié a mi mismo por correo a una cuenta que usaba poco. Tras ello me dirigí a la caseta del gañán aquel.

-Estúpido de mierda, vas a parar de acostarte con mi madre y vas a impedir que Lucas o cualquier otro que no sea mi padre lo haga, ¿entendido? Además, me vas a dar las copias y los originales de las fotos que hiciste a mi madre con Lucas.-

Él pareció sorprendido en un primer momento. Yo mismo lo estaba de lo directo que había sido y lo seguro que había estado. Pero su sorpresa duró poco, y él se me acercó. Su tamaño resultaba ciertamente intimidante.

-¿Y eso por qué mocoso? Tengo a la mejor puta del barrio para mi, no voy a hacerte el más mínimo caso y te voy a dar un hermanito. Jilipollas.-

-He hecho fotos. Incluso puedes verlas. Y como puedes ver, en todas estas mi madre claramente se está oponiendo. Eso se llama violación, y está penado con la cárcel. Y ya sabes que a los violadores y a los pederastas les dan un tratamiento "amigable" en la cárcel, ¿no? Seguro que a ti, que te gusta tanto dar por culo, te encantará que te lo hagan a ti.-

Se quedó blanco, porque en efecto en las fotos escogidas que había llevado conmigo parecía una violación en toda regla.

-¿Entendido, jilipollas?- dije, con fuerza, obligándole a retroceder.

-Entendido, entendido.-

Me miró con odio, pero por primera vez supe que había triunfado.

Durante las siguientes semanas mi madre estuvo rara, como si añorase algo. Eventualmente se le fue pasando y volvió a ser la madre que siempre había sido, cariñosa, afable y fiel. Aunque aún ahora, de vez en cuando la oigo en su dormitorio cuando no hay nadie en casa, masturbándose como una loca con algo enorme que haya encontrado por la casa, y llamándolo su Rey o su Dios.