La censura, ese gran invento...
Señores, pongámonos con el culo en pompa, doblemos todos el espinazo y gritemos: ¡¡aleluya: la censura ha llegado!!.
LA CENSURA, ESE GRAN INVENTO (George Cukor dijo una vez: Hay mujeres y luego está Katherine Hepburn. Yo digo: Hay sarcasmos y luego estoy yo). Señores, pongámonos con el culo en pompa, doblemos todos el espinazo Y gritemos: ¡¡aleluya, la censura ha llegado!!. En un mundo de alta tecnología y un montón de igualdades, Se nos recortan a todos las libertades, Y lo peor de todo de este asunto, que huele a fosfatina, Es que ni siquiera nos dieron tiempo a ponernos vaselina. En esta época de esplendor y de años de luchas interminables En pos de unos derechos para todos inalienables, Ahora las cosas se han dado totalmente la vuelta, Y ya no es el escritor quien el poder ostenta. ¡¡Maravillas de la vida, que bonito sentirte un nulo, Y ver como ahora el que manda es el lector, Prohibiendo y censurando la obra del escritor, Para darle a este por el culo!!. ¡Que escandaloso una historia de sexo con una menor!, Se dicen iracundos los muy cretinos, Sin tener en cuenta que son personajes de ficción, Y ellos, al pensar así, gilipollas perdidos. ¡Que horrible leer un relato de incesto, que pervertido!, Cuando en secreto a todos pone caliente, En especial a ese sector de puritanismo recalcitrante, Que en verdad es terriblemente mucho más retorcido. ¿¿Una mujer y un perro??, ¡¡que depravación!!. Hay que ver que indignación llegan a mostrar, Aún cuando no se trata de una historia real, Que en el fondo leen repetidamente con fruición. Alabemos lo bien que va todo, compatriotas escritores, Ahora que el poder lo tienen los lectores, Capaces de prohibirnos dar nuestro trabajo al mundo, Si lo que leen no está a su gusto. ¿Es que ya no recuerdan que de esto va la cosa, De relatar una historia virtuosa o pecaminosa, Y de ofrecer un producto variado al lector, Para así gozar una de una diversidad mejor?. Por favor no caigamos en errores ya cometidos otras veces, Porqué esto nos conducirá a la oscuridad con creces, Y si se diera el caso de que unas historias no les gusten, Al menos dejen que otros por su propia cuenta las juzguen. Porqué el gusto es muy particular, Y lo que unos odien otros van a amar, De modo que tengan el buen juicio de dejar que otros lean Lo que sus ojos no quieren que de nuevo vean. ¡Pero así está el mundo, todo patas arriba!, Un lugar donde los hijos pegan a sus madres Y son las hijas las que abusan de sus padres, Fingiendo luego que su virtud él mancilla. Ya no se sabe quien miente o quien dice la verdad, En este mundo tan trastocado y ajeno a la realidad, En el que unos pocos solo queremos entretener, Contando historias para a nuestra mente sucia complacer. ¡Que no hay nada malo en darse un gusto!, en solitario o acompañado, Y el sexo ya hace tiempo dejó de ser tabú, ya no está vetado, Así que disfrutemos un poco sin temor ni reparo alguno, Que si venimos a leer esto es para darnos un gusto. Que los relatos a fin de cuentas solo son chorradas, Desvaríos ficticios de unas mentes divertidas y algo macabras, Y si acaso alguna fuera real, verídica a todo efecto, ¡¡POR DIOS CÁLLALO, QUE NO SE ENTEREN DE ESTO!!. Recuerden que no es nuestra intención pervertir ni corromper, Si no descargar las tensiones que se acumulan en nuestro ser, Y si un lector decidió llevar un relato al plano de lo físico, Es que esa persona ya esta enferma en su psíquico. Pues no por leer relatos sobre menores de edad, Uno en pederasta se terminará de transformar, Y suele ser justamente al contrario, es decir al revés, Que sea el pederasta convencido quien se ponga a leer. Aún así los lectores se enojan por nuestra decisión de contar, Las historias que llevan ocurriendo desde el principio de la humanidad, Que ya desde el Antiguo Imperio Egipcio ocurría el incesto. ¡Resumiendo: que no hay nada nuevo en esto!. Así que desde pido humildemente a los lectores que nos dejen publicar, Y si la historia no les gusta, pues entonces hagan una cosa: olvidar, Y dejar que los demás puedan leer sin el menor reparo, Una historia o relato que quizá sí sea de su agrado. No olviden: ¡VIVIMOS EN DEMOCRACIA, EN TOTAL LIBERTAD!, Derechos que deben estar siempre en poder de toda la sociedad, Pues si consentimos tal manipulación de unos pocos sin pudor alguno, Volveremos a los tiempos de Franco, o el dictador de turno. ¿Alguien está interesado en volver a la época de la represión, Donde una mujer con pantalones era motivo de fuerte agresión, O donde la diferencia política acababa en sendos baño de sangre, A tiros, pedradas y algún que otro desmadre?. ¡Que fácil es hacer una crítica!, da demasiado gusto reprochar, Tras haber probado las mieles del poder y el placer de mandar, Para decir a los otros como la vida deben vivir, En la absurda creencia de que es su criterio el que tienen que seguir. Y por eso hago este poema cargado de mi odio y mal humor, Dirigido a esos necios arrogantes que quieren la apología del terror, De ver al mundo sometido a su único y arbitrario mandato, ¡¡Y al resto de mortales que nos den por saco!!. Señores, que no hace mucho hubo un señor muy buena gente, En ese país llamado Alemania, en las antiguas tierras germanas, Cuyo nombre era .Adolf Hitler, sí, así se llamaba, Que nos hizo ver del ser humano lo más repugnante. Un hombre enjuto y de ojos pardos, un tanto bajito, Con una mente prodigiosa para el odio y el racismo, Y a tanto llegaron sus maquinaciones y sus perversiones, Que para salvarnos de él murieron unos veinte millones. Y en aquel caso como en este, sin importar el paso del tiempo, Lo ocurrido allí no se debe repetir en ningún momento, ¡Que la libertad no sea una palabra, señores míos!, Si no el manto con el que todos debemos cubrirnos. Por eso, en el fin de mi alegato, hago una última petición: ¡Señores, no se enojen si algo les ofende o molesta!, Pues en la vida no todo va a ser una fiesta, Y es de buena gente saber utilizar la razón. De lo contrario, la opción es bien evidente: Coartar el derecho a expresarse libremente, Y decir en voz alta, con fervor y gran sentimiento: ¡¡La censura, ese gran invento!!