La cazadora. Cap. 4. El lazo de Wonder Woman
Wonder Woman deberá hacer frente a una toma de rehenes donde nada es lo que parece
Esa es una gran ciudad. Una ciudad dónde más a menudo de lo que se creería alguna chica descubre poseer cierto don y decide emplearlo para combatir a los criminales. En esa ciudad cada año aparece alguna superheroína nueva. Aparecen… y desaparecen. Chicas jóvenes, idealistas, con ganas de cambiar el mundo, algunas, incapaces de gestionar su vida personal con su lucha contra el crimen se retiran a los pocos meses, agotadas por soportar tanta presión. Otras, una vez conseguidos sus momentos de fama, ser trending topic en redes sociales y aclamadas por doquier, se retiran satisfechas. Han sido auténticas celebridades anónimas durante un corto período de tiempo y vuelven a sus quehaceres diarios, sus estudios, su trabajo, su pareja… sin que nadie sospeche que detrás de esa cajera de supermercado que les da los buenos días con una sonrisa, detrás de esa aplicada estudiante o esa deportista de élite, se esconde una brevemente célebre superheroína.
Otras en cambio, no tienen tanta suerte, dejan su carrera, incapaces de sobreponerse a su primera derrota. Discretamente, se retiran, volviendo a la monótona tranquilidad de sus hogares, tirando su traje en un contenedor o quemándolo para no volver a usarlo nunca más. Las menos afortunadas entre las desafortunadas no tienen tanta suerte. Terminan en manos de bandas criminales, pasando meses como mascotas hasta que la policía, en un golpe de suerte, da con ellas. Tampoco es infrecuente que, de vez en cuando, en alguno de los muchos burdeles de la ciudad, aparezca una chica con ciertas habilidades. ¿Una superheroína forzada a la prostitución? ¿Una justiciera que, tras varias derrotas, se ha vuelto adicta al sexo y entra voluntariamente al prostíbulo para satisfacer sus necesidades? Nadie lo sabe con certeza.
Novatas heroínas aparecen y desaparecen con cierta frecuencia. Si Wonder Woman y el resto de veteranas tuvieran que invertir su tiempo en investigar cada una de esas desapariciones, no tendrían tiempo para las amenazas realmente importantes. En ese mundo hay ciertas reglas y todas las superheroínas, más o menos, las entienden y respetan. Luchan y actúan solas. Si la suerte les sonríe, suya en exclusiva será la fama y la gloria de haber evitado una peligrosa amenaza. Pero si dan un paso en falso, si son capturadas, deben entender que también están solas.
A Wonder Woman nunca le ha gustado eso. A ella le gustaría que hubiera más compenetración entre las veteranas y las novatas, ayudarlas en sus primeros pasos. Pero simplemente es cuestión de prioridades, hay demasiadas amenazas como para que las más experimentadas heroínas tengan tiempo siquiera para tutelar a las más novatas. Siempre existe un riesgo, una preocupación mayor que impide prestar la debida atención a esa novata que hace semanas a la que no se ve. La amazona tan solo imploraba para sus adentros que aquellas desafortunadas heroínas lo comprendieran. No pueden responder a todas las emergencias, ni pueden preocuparse de las novatas. Afortunadamente, la mayoría de heroínas que deja su carrera, lo hace de forma voluntaria, por agotamiento… pero esa minoría de chicas, las menos afortunadas, a veces no la dejan dormir.
Wonder Woman llevaba semanas preocupada. Algo había cambiado en la ciudad. Ya no eran las novatas las que desaparecían. Batgirl, Huntres y la poderosa Zatanna llevaban tiempo sin aparecer. Y ella no creía en las casualidades. La desaparición hacía poco más de un mes de la poderosa maga había despertado todas sus alarmas. El siempre fiel y confiable comisario Gordon le proporcionaba extrañas y evasivas pistas que no conducían a ninguna parte. La superheroína llevaba semanas detrás de lo que Gordon había llamado “una escurridiza banda criminal”. Pero no había localizado ni tan siquiera un mero indicio de la existencia de esa supuesta banda. ¿Realmente eran tan buenos, o simplemente Gordon, a la desesperada, estaba dando palos de ciego?
“Y encima sólo me faltaba eso” pensó la amazona sacudiendo de su cabeza los pensamientos acerca de sus compañeras desaparecidas. Hacía un par de horas, la policía había contactado con ella. Un atraco en un edificio de oficinas se había torcido. Al ver llegar a la policía, los asaltantes habían tomado rehenes. El clásico asunto que se hubiera derivado a Batgirl. Pero con la mujer murciélago, Huntress y, recientemente Zatanna, desaparecidas, quedaban cada vez menos veteranas para hacer frente a las amenazas más delicadas.
Que la policía la hubiera llamado a ella en lugar de buscar a otra más novata implicaba que en ese atraco había implicado alguien con superpoderes. “¿Por qué justamente ahora?” pensó la amazona. El asalto no podía haberse producido en peor momento. Un vertido tóxico tenía a Supergirl entretenida y Starfire y Raven estaban ocupadas en el derrumbe de un túnel de metro. Eso la dejaba a ella y a Black Canary como las únicas veteranas disponibles para responder a cualquier amenaza. Y des de la desaparición de Batgirl i Huntress, el canario no era demasiado de fiar. Actuaba de forma completamente errática, frustrada por no tener ninguna pista sobre sus dos compañeras. Además, la paranoia se había adueñado de ella. Dos miembros del trío de las “Aves de Presa” llevaban semanas desaparecidas y Black Canary estaba convencida que sería el siguiente objetivo. No se podía confiar algo tan delicado como una toma de rehenes en una heroína ofuscada. Eso dejaba a Wonder Woman como la única heroína con experiencia que podía ocuparse de ello.
Cuando la amazona llegó al lugar de los hechos, contempló el edificio en cuestión. Un solitario edificio de cristal de diez plantas. ¿Cuántos secuestradores se necesitarían para controlar un edificio así?
El competente capitán de policía al cargo del operativo le informó de la situación. Tres individuos armados controlaban la planta baja utilizando cinco rehenes como escudos humanos. El asalto se había producido en la hora del almuerzo. En el edificio había 31 individuos, de los que 26 se suponían rehenes, la mayoría recluidos en la novena planta. Los infrarrojos contaban cinco hombres armados, cuatro en la planta baja y uno en la novena, pero la policía estaba segura de que tendría que haber algún secuestrador más. Era ilógico que en la novena planta hubiera tan solo un individuo para controlar 21 rehenes. Pero des de la posición actual de la policía era imposible determinar nada más.
Intentamos infiltrar a un grupo de asalto en helicóptero.- Le explicó el capitán.- Pero cuando estuvieron a pocos metros del edificio, toda una línea de ventanales de cristal implosionó hacia afuera. Como impulsado por un fuerte viento o una fuerza invisible el helicóptero se desestabilizó. Afortunadamente la pericia del piloto evitó heridos. Entonces ha sido cuando hemos decidido llamarte. Ahí dentro hay alguien fuerte, alguien que podría tumbar nuestro aparato como si fuera un avión de papel.
¿Han hecho alguna petición?- Preguntó la amazona.
No, ninguna. De hecho ni tan siquiera responden a las llamadas de nuestro negociador. Ten mucho cuidado, hay algo en ese asalto que no me cuadra. No parece un mero atraco. Me da la sensación que, sea quién sea el que ha planeado esto, tenía previsto des de el inicio encerrarse dentro del edificio. El motivo, no llego a comprenderlo. No gana nada haciendo eso, el tiempo corre en su contra.
Wonder Woman se mesó el mentón, pensando en las palabras del capitán. Tenía razón. La policía había cerrado cualquier vía de escape, y tampoco hacían ninguna petición. ¿Qué esperaban?
Gracias capitán. A partir de aquí me encargo yo.
Cualquier cosa que necesites, no tienes más que pedirlo. Mis hombres están a tu disposición.
Necesitaría una de vuestras radios. Y un plano del edificio.
Minutos después
Accediendo al edificio contiguo, y impulsándose en un potente y ágil salto, la todopoderosa Wonder Woman aterrizó en la azotea del edificio dónde estaban los rehenes. A través del hueco del ascensor accedió al interior del edificio.
Llegó a la novena planta con el máximo sigilo, no localizó ningún otro secuestrador en la planta superior. Lo que allí vio, la dejó algo desconcertada. Se trataba de una amplia planta de oficinas, con pequeños despachos cerrados con paredes translúcidas. Varios pilares rompían la monotonía de los escritorios y sillas dispersos.
Acercándose con cautela, escondiéndose entre las mesas, evitando ser detectada, la amazona se acercó al centro. No hacía un paso sin escuchar atentamente a su alrededor, buscando cualquier señal de que hubiera algún enemigo oculto. De ser el caso, los infrarrojos de la policía lo habrían detectado, pero ella quería cerciorarse por si misma, comprobar que tampoco hubiera ningún artefacto oculto.
Y así, poco a poco, se acercó a un espacio diáfano situado en el centro de la planta. Un espacio reservado para las reuniones de personal. Sentados en el suelo contó veinte personas. De pie, frente a ellas había una sola persona, una chica de pelo blanco y rasgos asiáticos que vestía lo que parecía ser un traje de malla negro demasiado apretado. A Wonder Woman le dio la sensación de que estaba desnuda. La albina mantenía en alto un par de subfusiles con los que controlaba a los veinte hombres y mujeres. Aún así, algo extrañó a la amazona. Los rehenes no parecían asustados, ni tan siquiera nerviosos. Parecían relajados, como si estuvieran simplemente sentados en el suelo escuchando una charla educativa.
Y ahí fue cuando la heroína cometió su primer error. Contemplando ensimismada la situación, la indiferencia de los rehenes ante las dos armas, asomó su cabeza más de la cuenta. Ese pequeño error fue suficiente para la atractiva secuestradora.
- Adelante, no seas tímida.- Le dijo mientras movía las armas apuntando a los rehenes.- Únete a nosotros.
Ya no tenía sentido esconderse, así que Wonder Woman se puso en pie, considerando las posibilidades. La probabilidad de abalanzarse sobre la chica antes de que pudiera disparar era superior al noventa por ciento. Pero de repente, como un destello, algo la hizo detenerse. Había contado veinte personas, y el capitán de policía le había dicho que había veintiuna personas desarmadas. “Falta alguien”, no podía intentar nada sin saber dónde estaba la persona que faltaba. ¿Dónde estaría? Detrás de una columna, debajo de una mesa… Estaba segura que detrás suyo no podía estar, había registrado bien todos los rincones en busca de cualquier trampa, explosivo… Tenía que estar en una de las mesas situadas a la espalda de los rehenes. ¿Por que se escondía? ¿Era un segundo secuestrador? ¿O tal vez Wonder Woman había llegado tarde y había muerto un rehén? Las palabras de la secuestradora la sacaron de sus pensamientos.
- Yo de ti no intentaría nada, si no quieres que le haga un segundo ombligo a alguna de esas personas.
Por mero instinto y prudencia, la amazona levantó las manos. Sin saber dónde estaba la persona que faltaba cualquier cosa que ella intentara sería arriesgada. Además, por la información recibida, esa chica seguramente tendría superpoderes. Abalanzarse sobre ella sin tener más información podría poner en riesgo la vida de los rehenes.
¿Qué es lo que buscas? Esto no es un banco, no encontrarás mucho dinero aquí.- Dijo la heroína mientras se acercaba poco a poco. “Sigue el protocolo, hazla hablar, que revele información” pensó.
No es por dinero por lo que estoy aquí. Por cierto, no te pases de lista conmigo. Quietecita y deja tu lazo en la mesa que tienes al lado. No quiero truquitos.
Wonder Woman bajó los brazos, pensando. Aún sin el lazo ella era una fuerza a tener en cuenta. Pero no le gustó la idea de desprenderse de él. De todas formas no creía que esa villana tuviera idea del peligro que suponía para ella perder el lazo. Podía contar con los dedos de una mano las personas que podían conocer el verdadero secreto de ese lazo.
Manteniendo una expresión neutra, sin transmitir nerviosismo ni ninguna otra sensación, la heroína depositó su lazo en la mesa, tal como le había indicado la secuestradora. Con un par de pasos, se separó de la mesa. En el peor de los casos, con un rápido gesto, podría recuperarlo. A su espalda no había nadie. Mientras centraba su mirada en la secuestradora, de reojo no dejaba de mirar el lazo.
Ya he cumplido. Suelta las armas. Hablemos.
Hablar… hablar...- Dijo Kitsune mientras jugaba distraída con las armas, apuntando a diversos rehenes como si jugara a un siniestro juego.
Como un destello fugaz, algo a su espalda alertó a la amazona. “¡El lazo!” había desaparecido. “¡Imposible! No hay nadie tan cerca” pensó frustrada.
- ¿Sucede algo?- Preguntó Kitsune burlona.
De una columna situada detrás de los rehenes y en diagonal a la heroína, surgió una chica. “Así que esa es la que falta” pensó Wonder Woman. Una atractiva pelirroja que vestía unas botas de cuero negro hasta las rodillas, una minifalda y un top, también oscuros. Cubría su rostro con una máscara negra con una espiral plateada dibujada en la frente. Aquella chica parecía una especie de stripper amateur. Pero había algo en esa joven que puso el cuerpo de la amazona en tensión.
¡Mi lazo!- exclamó frustrada al ver que la recién aparecida sujetaba su valioso artefacto.
Ya estamos todos.- Dijo Kitsune.- Te presento a mi ayudante, Mindstorm. Mindstorm, te presento a la poderosa Wonder Woman.
¡Imposible!- Gritó la amazona, que algo había escuchado acerca de esa chica.- Mindstorm es de los buenos, ella es una heroí…
Ya no.- Replicó la asiática con una mueca de triunfo.
10 días antes. Guarida de Kitsune
Ambas chicas repasaban el plan sentadas en una amplia mesa de cristal. Ashley Sinclair, alias Mindstorm, no vestía más que un conjunto de lencería rosa. Ese bonito conjunto hacía juego con el tono de piel de Ashley y le quedaba altamente seductor. A Kitsune le encantaba verla así.
- Ese edificio, por su distribución, es el que ofrece mejores posibilidades.- Explicaba la asiática sin dejar de mirar con ojos seductores a la ex-heroína.- Habrá que hacer algunos reajustes con las mesas. Pero si te escondes aquí, detrás de esa columna, y con una mesa aquí, cubriéndote, nadie que entre te verá. Y en cambio tu tendrás una línea de visión directa hacia ese punto de aquí… Dónde pondremos la mesa en que nuestra presa va a dejar el lazo.
Ashely devolvía a Kitsune una mirada dubitativa, no estaba demasiado segura de que el plan pudiera tener éxito. Todo parecía demasiado simple, demasiado fácil.
Es como intentar atrapar un gatito asustado.- Le explicó la albina, que, a diferencia de su compañera, estaba totalmente desnuda.- Haz un movimiento brusco y se asustará, gánate su confianza, déjale algo de espacio, y lograrás meterlo en el transportín. Debemos hacer que la chica maravilla crea que no hay riesgo alguno. Que el lazo va a quedar fuera del alcance de nadie. Si no logramos que se confíe lo suficiente, atacará.
Pe… pero...- Balbuceó nerviosa Mindstorm.- ¿Y si Wonder Woman no acude? ¿y si viene otra heroína?
Tranquila, está todo pensado. Generaremos varias distracciones por la ciudad, nos aseguraremos que Supergirl, Raven y Starfire tengan otras emergencias que atender. He analizado a fondo todas las actuaciones de las diferentes heroínas, sé qué emergencias tienen más posibilidad de llamar la atención de las que nos interesa distraer y...- Kitsune se mordió el labio. Mindstorm estaba tan apetecible...- y en el peor de los casos… Si por lo que sea acude alguna que no nos interesa, tenemos un plan de fuga. Nos largamos pitando y buscaremos una nueva oportunidad y...
Algo interrumpió a Kitsune. Batgirl, desnuda salvo por la máscara se había metido bajo la mesa y había empezado a lamer los pies de su ama. Subiendo poco a poco por el muslo. La villana se relajó en la silla, dejándose llevar.
Mindstorm advirtió a través del cristal lo que sucedía. Con una brusca patada, como si de un perro callejero se tratara, sacudió a la mujer murciélago.
¡Aparta!- Le dijo bruscamente.- Estamos trabajando.
¿Y ese arrebato, pequeña?- Se sorprendió la asiática.- Cualquiera diría que estás celosa.
Por toda respuesta, Mindstorm se centró en el mapa del edificio.
¿Y si no logro apoderarme del lazo lo suficientemente rápido? ¿Y si Wonder Woman se me echa encima? No estamos hablando de una cualquiera, ella y Supergirl son las heroínas más poderosas de la ciudad.
Si eso sucede, pequeña- Dijo Kitsune mirándola fijamente.- Me cargo a un rehén. Estoy seguro que nuestra amazona no dejará que eso suceda.
Pe… pero no puedes hacerlo… no puedes matar a un inocente así como así.- Replicó Ashley asustada.- Tu… no lo harías… ¿verdad?
Cuando cruzas ciertas líneas.- Respondió la villana levantándose de la mesa y abrazando cariñosamente a Mindstorm.- No hay medias tintas. Hay que estar dispuesta a todo. La más ligera vacilación hará caer todo lo que hemos construido. No hay marcha atrás pequeña, no podemos vacilar, no ahora.
Las tranquilizadoras palabras de Kitsune, sus susurros, sus caricias, sus besos en el cuello… Todas las preocupaciones se desvanecieron de la mente de Ashley. Antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por su deseo, contempló a Batgirl.
La chica murciélago estaba arrodillada en un rincón, esperando instrucciones. Había intentado complacer a su ama pero al parecer no lo había hecho bien. Seguramente ahora sería castigada. Había sido difícil, pero habían logrado doblegarla. La heroína ya no suponía ningún peligro para ellas. Si estaban en casa, la dejaban pasear libremente por la guarida. Tenía prohibido andar de pie, sólo podía arrastrarse a cuatro patas. Le habían retirado la mordaza pero las únicas palabras que podía decir eran “Sí ama”. El mínimo gesto de desafío, cualquier desobediencia, era severamente castigada.
A cambio, si Batgirl se portaba bien, dejaban que se viera con su padre con más frecuencia de la estipulada. Barbara deseaba ansiosamente esos encuentros fugaces y apasionados. El Comisario Gordon era el único hombre con el que le permitían tener contacto y el único que satisfacía plenamente sus deseos sexuales. Sus dueñas disfrutaban contemplando como padre e hija yacían y exploraban sus cuerpos en todo su esplendor.
Minutos después, Mindstorm estaba tumbada de espaldas sobre la mesa. El frío cristal le ponía la piel de gallina, tenía sus pezones totalmente endurecidos, y gemía a cada caricia de Kitsune. Pero justo en el punto álgido, la asiática se detuvo y se incorporó.
- Vaya, que inoportuno. Tendremos que dejarlo para más tarde. La cena está a punto y el bogavante no puede esperar.
Totalmente frustrada, Mindstorm se incorporó, buscando sus diminutas prendas de ropa. Por una puerta, acababa de aparecer Huntress. La cazadora vestía un uniforme de criada, negro con puntas blancas que justo le cubría sus pechos y su trasero. Su máscara era lo único que indicaba que aquella sirvienta había sido una peligrosa heroína. La principal ocupación de Helena Bertinelli ahora era servir deliciosos platos y complacer a sus amas. Fue pura casualidad que descubrieran que la chica tenía un verdadero don para la cocina. A diferencia de Batgirl, ella podía pronunciar dos frases: “sí ama” y “la comida está servida, ama”.
Por un instante, las miradas de Batgirl y Huntress se cruzaron. Las cautivas heroínas habían tenido oportunidades más que de sobras para intentar escapar. Pero no quedaba en ellas ninguna voluntad de lucha. Kitsune y Mindstorm se habían empeñado severamente en ello.
Aún así, para evitar cualquier riesgo, cuando sus dueñas no estaban en casa o cuando se iban a dormir, ambas heroínas eran encerradas en su celda, encadenadas.
Huntress paró la mesa con platos de porcelana, copas de cristal y cubiertos de plata. Sirvió un delicioso arroz de bogavante y tras llenar las copas con el mejor vino blanco de la bodega de Kitsune, se retiró.
- Como te decía, querida.- Prosiguió Kitsune mientras degustaba la deliciosa cena.- Es arriesgado, como todo. Pero si lo logramos, daremos un gran paso. Wonder Woman es la clave para hacer caer a las que faltan.
En el presente
Había sido un juego de niños para Mindstorm, con su habilidad psíquica, arrebatar el lazo de Wonder Woman des de la distancia. Tan sólo tuvo que mantenerse oculta y esperar a que la ingenua heroína lo depositara en la mesa.
La amazona no titubeó, el riesgo era demasiado elevado, no podía dejar que su lazo estuviera en manos enemigas. Rauda, sin importarle nada más, se lanzó contra Mindstorm.
- ¡Detente! Por favor.- La expresión asustada y desencajada de Mindstorm hizo vacilar a la amazona en el último instante.- Si me arrebatas el lazo ella disparará.
Wonder Woman se detuvo a pocos centímetros de la pelirroja, contemplando su rostro. No era un farol, la chica estaba asustada, realmente temía que su compañera disparara contra los indefensos rehenes. De reojo contempló a la asiática. “Maldición” se dijo, no podía lanzarse contra la albina sin poner en grave peligro a los rehenes. Varias columnas le impedían trazar una línea recta hacia Kitsune, antes estaba en una posición mucho mejor para arrebatarle sus armas. Con mano firme, Kitsune apuntaba al rostro de dos personas. La probabilidad de que la amazona llegara hasta ella sin que disparase era inferior al cincuenta por ciento.
Lograría desarmarla, pero estadísticamente uno de los dos rehenes saldría herido. Ella no estaba dispuesta a asumir ese riesgo, nunca había perdido a ningún inocente, y esa no iba a ser la primera vez. Frustrada, intentó parecer relajada. De momento no tenía otra alternativa que simular que las dos villanas tenían el control. Wonder Woman era paciente, ya había pasado por situaciones similares. Tarde o temprano alguna de ellas cometería un error, entonces actuaría. Pero hasta que no llegara ese momento…
De acuerdo.- Dijo levantando los brazos ante la mirada de sorpresa y desesperación de los rehenes.- Vosotras mandáis. Me tenéis a mi, dejad a los rehenes en paz.
Eso me gusta más.- Dijo Kitsune.- Pon tus manos a la espalda.
Wonder Woman dudó unos instantes, calibrando sus opciones. Sentía detrás suyo el aliento de Mindstorm. Tenía claro lo que sucedería si obedecía esa última orden pero ¿había alternativa? ¿Qué podían saber esas dos acerca de su lazo? Tan sólo podían suponer lo que otra gente especulaba, que era una cuerda irrompible, una poderosa arma que tan sólo podía utilizar una auténtica amazona. Nada más ¿verdad?
Bajó lentamente las manos, sin dejar de mirar a Kitsune. Sabía que si se entregaba se pondría en una situación peor de la que estaba. Pero si ahora pasaba a la acción, pondría demasiado en riesgo la vida de los rehenes. Otra heroína con menos escrúpulos no habría dudado ni un instante. ¿Una o dos bajas colaterales a cambio de salvar la vida a los otros dieciocho? Las fuerzas de élite no podrían garantizar un mejor resultado, la actuación se consideraría un éxito. Pero Wonder Woman era distinta, en su larga carrera como superheroína nunca había permitido que un solo civil sufriera daño. Y no iba a tolerarlo ahora. Tal vez si esas dos villanas la creían indefensa se relajarían. Les seguiría el juego, esperando su oportunidad.
En el momento en que bajó sus brazos y los cruzó detrás de su espalda, notó como Mindstorm acudía presta a atarlos con su propio lazo. Una extraña sensación se adueñó de su cuerpo mientras era atada. Su pecho le apretaba, le costaba respirar, y un hormigueo le subía de arriba abajo. Era la primera vez que la sujetaban con su lazo. Cuando la pelirroja hubo terminado, la amazona movió sus muñecas, sorprendiéndose por la fuerza y habilidad de los nudos.
Kitsune a base de semanas de duro entrenamiento había convertido a su alumna en una auténtica maestra del shibari. La ex-heroína lo había practicado intensamente, tanto en su propia piel como en la de Batgirl y Huntress, que resultaron ser excelentes sujetos de prueba para entrenarla en el bondage. Wonder Woman no escaparía con facilidad de esas ataduras. El lazo era suficientemente largo como para inmovilizarla completamente de cintura para arriba y aún así le sobraban un par de metros.
- Acércate.- Dijo Kitsune con un gesto.
“Al menos ha apartado las armas de los rehenes” pensó la amazona como magro consuelo mientras se acercaba a la albina con pasos lentos.
- La famosa Wonder Woman… viéndote ahora, no pareces muy maravillosa.- Se burló la asiática cuando la tuvo enfrente.
La amazona lucía una larga y densa melena de pelo negro, sujeta en la frente por una tiara de latón. Vestía un pectoral de bronce bruñido y tintado de rojo carmesí. Una diminuta falda de cuero teñido de azul marino cubría justo su cintura y sus glúteos, no le llegaba a la mitad de los muslos. Unas botas altas de cuero rojo y dorado completaban su atuendo. Aún atada, Wonder Woman tenía un porte majestuoso.
Justo cuando empezó a tensar los músculos, dispuesta a saltar sobre su enemiga, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, deteniéndola en seco.
- No lo hagas.- Dijo Mindstorm autoritariamente a su espalda.
Wonder Woman giró la cara, contemplando a la chica de mirada angelical que agarraba con fuerza el extremo de su lazo. ¿Lo sabe? Pensó la amazona como un destello. ¿O tan solo ha sido una mera advertencia? La heroína dudaba que pudieran saber el verdadero poder del lazo. O más bien, se negaba a aceptar la posibilidad de que lo supieran.
- ¿Ha funcionado?- Preguntó Kitsune a su compañera.
Un nuevo escalofrío recorrió el cuerpo de Wonder Woman. “Maldición, lo saben”.
Compruébalo tu misma.- Con un tierno beso en los labios, Mindstorm entregó el lazo a Kitsune.
Vamos a ver...- Murmuró la asiática, dubitativa.- ¡Salta!
Inmediatamente la amazona dio un pequeño salto. Para satisfacción de ambas villanas.
¡Funciona!- Gritaron al unisono ilusionadas.
¿Pe… pero como lo habéis...sabido?- Preguntó dudosa la amazona, temiendo escuchar la respuesta.
Las dos chicas hicieron caso omiso a la desesperada pregunta y cuchicheaban entre ellas sin dejar de mirarla. Wonder Woman se sentía incapaz de actuar. De alguna forma, habían descubierto que si estaba atada con el lazo, la amazona no podía negarse a obedecer una orden de alguien que sostuviera un extremo del mismo. De la misma forma que ella podía ordenar cualquier cosa a quién tuviera amarrado con el lazo. Ese era su principal punto flaco. Era una gran arma, pero un arma de doble filo que podía ser utilizada en su contra. El hecho que no sólo una amazona sino cualquier mujer, podía utilizar el poder del lazo, siempre lo había creído un secreto celosamente guardado. Hasta hoy.
“Tengo una idea” dijo Mindstorm interrumpiendo los pensamientos de Wonder Woman. La chica hizo levantar a uno de los rehenes. Un ejecutivo de unos cincuenta años, flaco e impecablemente vestido con un traje a medida. Sería un hombre atractivo si no fuera por el escaso pelo que había en su cabeza. La pelirroja condujo al hombre frente a frente con Wonder Woman.
- ¡Arrodíllate!- Ordenó Kitsune a la amazona que, a regañadientes, no pudo sino obedecer la orden dada.
El rostro de Wonder Woman quedó cerca, demasiado cerca de la cintura del hombre. Aquello era humillante e incómodo para la chica pero disimuló toda expresión de rechazo en su rostro. No iba a darles esa satisfacción.
- Creo que te puedes imaginar lo que viene ahora.- Dijo divertida la villana mientras jugueteaba con el lazo entre sus manos.- Queremos ver una “maravillosa” felación. Algo digno de Wonder Woman.
Esta vez el rostro de la heroína no pudo ocultar sus sentimientos, su expresión se desencajó completamente. Esperaba cualquier cosa menos esa. De un hombre, tal vez, pero nunca hubiera esperado que otra mujer la forzara a algo así.
Por… por favor...- Intentó implorar, aunque por la expresión de la asiática se dio cuenta que eso no serviría de nada, y cambió sus palabras.- No puedo hacerlo atada como estoy.
Oh claro que puedes.- Respondió divertida la villana.- Queremos ver tu habilidad con la boca.
¡No, tu quieto!- Reprochó la villana al hombre al ver que había empezado a desabrocharse el cinturón.- Que sea ella quien lo haga.
El hombre retiró su manos de la cintura y contempló a la heroína. Había algo en el gesto del hombre, en su mirada, que inquietó a la chica. Había sido demasiado rápido para desabrocharse los pantalones. Su transmitía cierto deseo. En sus pantalones se notaba un bulto que instantes antes no estaba. ¿Ese hombre, por cuya vida ella se había entregado a sus captoras, deseaba verla haciéndole una felación?
- Aquí no… por favor.- Imploró Wonder Woman como último recurso.- Lo haré, pero aquí no, por favor, no delante de los demás. Busquemos un rincón más apartado y…
Esta vez fue Mindstorm quién la interrumpió.
- ¿Por que no aquí? ¿Quieres privar a los otros del placer de ver algo así? Dime, ¿cuantas veces has hecho eso? ¿Vas a privarles de la oportunidad de contemplar algo único? No, no, aquí delante ya esta bien. Queremos ver si, pese a toda tu lucha justiciera, en el fondo no tienes más que alma de puta.
La amazona, derrotada por aquellas palabras, cerró los ojos. Al menos no iba a darles el gusto de verla llorar, eso nunca. No podía desobedecer la orden, así que puso su empeño en ello. Que el hombre tuviera el cinturón medio desabrochado la ayudó bastante. Tan solo tuvo que morderlo y tirar para liberarlo del todo.
Abrir la bragueta fue más difícil. La heroína no podía desabrochar el botón, así que optó por morderlo con fuerza y arrancarlo. Con los incisivos mordió la cremallera y la bajó. Los pantalones cayeron solos, revelando unos calzoncillos tipo bóxer. Mordiéndolos por un extremo, bajó la ropa interior, revelando un miembro totalmente erecto.
“Muy bien, ¿y ahora qué?” se preguntó la amazona que nunca había hecho algo así a un hombre. Tímidamente acercó la punta de su lengua al glande y lo lamió, tímidamente, como si fuera un caramelo.
“No sabe como hacerlo”... “creo que es su primera vez”... “por la expresión de él, tan mal no debe hacerlo” comentaban Mindstorm y Kitsune en voz alta haciendo ruborizar a la heroína con sus palabras.
Wonder Woman no pudo evitar un quejido de sorpresa al notar como el hombre, movido por la excitación, introdujo bruscamente el miembro en su boca. Aquello causó risitas burlonas en sus captoras que casi la hicieron llorar. Pero la orgullosa amazona, impertérrita, continuó con su cometido. Como si nada hubiera sucedido, continuó moviendo su lengua pero esta vez dentro de su boca. Retrocedió un poco la cabeza, buscando acomodar el endurecido pene dentro de su boca lo mejor posible. Por el gemido del hombre, se percató que ese ligero movimiento de labios le había sido placentero. Así que decidió continuar por allí. Dejó de trabajar con la lengua y se centró en los labios, moviendo ligeramente la cabeza, recorriendo el falo en toda su extensión, metiéndolo y sacándolo de su boca, dejando que sus húmedos labios lo rozaran con delicadeza.
Lo que en ningún caso esperaba la heroína, ni las dos villanas, y que cogió a las tres chicas totalmente desprevenidas, fue la rápida eyaculación del hombre. Con un intenso gemido, descargó toda su carga dentro de la boca de Wonder Woman. Sorprendida, por puro instinto, la heroína apartó la cabeza, lo que hizo que el resto de la eyaculación impactara sobre su rostro y su sedoso cabello.
- Puaj...- Exclamó la amazona mientras escupía los restos de ese cálido y espeso fluido. Las carcajadas de las dos villanas resonaban por toda la planta.
“¿No te ha gustado?” dijo la pelirroja, “Pues para ser tu primera mamada no ha estado nada mal, se ha corrido en tiempo récord” añadió la asiática. “¿A qué consideras que sabe?”
- ¡Basta! Por favor...- Gritó la heroína totalmente humillada.- Ya basta, suficiente.
Wonder Woman podía aguantar casi cualquier cosa, golpes, torturas, cualquier tipo de presión sicológica… Casi cualquier cosa, menos eso. Su dignidad, su orgullo, no soportaba que se burlaran de ella de ese modo. No después de haber sido forzada a practicar sexo oral a un hombre por primera vez. Que se mofaran de ella mientras su rostro chorreaba fluido y su cabello estaba pringado era mucho más de lo que ella podía tolerar.
Mientras Wonder Woman se agachaba, intentando ocultar su rostro con su melena, Mindstorm se fijó en un pequeño aparato que la amazona tenía en la cintura.
La heroína levantó súbitamente la mirada al notar un tirón en su cintura. Sorprendida contempló como la joven pelirroja trasteaba la radio que le había entregado el capitán de policía. Pulsó el botón de encendido. “¿Wonder Woman?... ¿Cuál es la situación?… responde...” se iba escuchando la voz del policía.
Ambas villanas sonrieron al instante. Cómo si pudieran leerse el pensamiento, Mindstorm acercó la radio al rostro de Wonder Woman y pulsó el botón para hablar. La amazona comprendió sus intenciones demasiado tarde.
- Venga, responde.- La apremió Kitsune.- Explica cuál es la situación, qué acaba de suceder.
Wonder Woman miró a la asiática con ojos suplicantes, implorando algo de clemencia. No entendía porque querían humillarla de esa forma. ¿Qué les había hecho ella para merecer eso? Tan sólo había intentado liberar a los rehenes, y había fracasado. ¿Por que las dos villanas no seguían adelante con su plan? ¿Por que simplemente no se largaban con lo que sea que habían venido a buscar y la dejaban allí, atada, para su humillación? ¿Por qué se ensañaban con ella de ese modo, de forma totalmente gratuita e innecesaria?
Vinculada al lazo, la amazona no podía hacer nada. Ni tan siquiera podía mentir en su respuesta, el lazo la forzaba a decir la verdad. Con los labios temblando, intentó dar la respuesta de la forma menos humillante para ella.
- He localizado a los rehenes. Están bien, pero acabo de hacer una felación a uno de ellos.- Dijo en voz lo más neutra posible.
Kitsune y Mindstorm estallaron en risas al escuchar eso último. Al otro lado de la radio, se escuchaban los comentarios incrédulos de los agentes.
- Lo habéis escuchado bien.- Respondió Kitsune cogiendo la radio.- Vuestra querida y chupona heroína está bajo mi control, así como los rehenes. No intentéis nada estúpido y nadie saldrá herido.
Acto seguido cortó la comunicación y apagó la radio. Miró a la derrotada heroína como si fuera un caramelo. Si ella creía que se había humillado al máximo, aún le quedaba mucho por aprender.
- Levántate.- Le dijo imperativa.- Y no te muevas.
Bastó una mera orden mental de la villana para que el lazo se desplazara por el cuerpo de la amazona. Deshaciendo la atadura shibari y sujetando fuertemente a la heroína tan solo por las muñecas. “Increïble” pensó Kitsune, el lazo obedecía ciegamente sus órdenes. Wonder Woman la contempló con una mirada que transmitía pura derrota, tan sólo una mujer podía dar órdenes a su lazo mágico. Una mujer con una gran fuerza de voluntad.
Mindstorm se situó detrás de la amazona y empezó a recorrer el pectoral con sus manos. Tardó unos instantes en localizar un pequeño cierre lateral.
Wonder Woman sabía lo que venía a continuación, y volvió a cerrar los ojos. No quería verlo, no quería ver la expresión de su enemiga cuando sucediera. Su rostro le ardía de vergüenza. Lo único por lo que podía dar las gracias era por dar la espalda a los rehenes. Movió sus muñecas, pero la atadura era demasiado fuerte, no podía liberarse. De hecho, ella era consciente de que por si sola, no podría romper sus ataduras, pocas cosas podían contener el poder de una amazona, y ese lazo era una de ellas.
La heroína cesó en su fútil intento de liberarse cuando notó una sensación de alivio en sus pechos. Su pectoral había sido desabrochado. Instantes después notó como se escurría por su cuerpo y caía al suelo en un estruendo. El aire acondicionado enfriaba el sudor que perlaba su piel, endureciendo sus oscuros pezones. Su rostro se mantuvo impasible, mantendría su dignidad como pudiese.
Vaya vaya ¿No usas sujetador?.- Dijo Kitsune asombrada al contemplar los morenos y firmes pechos de la amazona.
No lo necesito.- Respondió la heroína obligada por su lazo.- La coraza se adapta perfectamente a mis pechos. Usar un sujetador sería contraproducente ya que me podría irritar la piel.
Ya, claro. Si no fuera por que estoy convencida que me dices la verdad, diría que no es más que una excusa barata.- Respondió la albina.- Da una vuelta. Creo que ellos también desean verlos.
Muerta de vergüenza, Wonder Woman se giró completamente. Mantenía los ojos cerrados, pero sus oídos captaron con todo detalle los suspiros, silbidos de exclamación y comentarios de los rehenes. “¿Por que hacen eso? He venido a rescatarlos, a arriesgar mi vida por ellos, ¿por que cuchichean como si fuera una vulgar stripper?” Pensaba la amazona. Un ruidito la sorprendió, forzándola a abrir los ojos. “¡Fotos!, ¿me están tomando fotos?” se dijo incrédula al ver como dos rehenes sostenían sendos teléfonos móviles.
Aunque pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por otra sensación. Su falda se deslizó por sus suaves piernas. Ahora, a parte de su tiara y sus brazaletes, Wonder Woman tan sólo tenía sus botas y sus bragas cubriendo su cuerpo.
- ¿Pero… qué?- Dijo una burlona Mindstorm.- ¿No tienes el mínimo estilo? ¿En serio la famosa, la divina Wonder Woman, la señorita “no-llevo-sujetador” usa unas bragas tan sosas?
Kitsune no pudo evitar una carcajada. Lo cierto es que no esperaba que bajo su brillante, y asombrosa armadura, con una falda que había marcado tendencia entre las chicas de la ciudad. Wonder Woman usara unas simples bragas blancas con topos azules.
Muchas chicas vestían faldas de cuero azul y corsés de cuero rojo y dorado, imitando a la famosa justiciera. Seguramente muchas de esas chicas se decepcionarían al ver que su ídolo usaba unas simples bragas de topos. Eran muchos los vídeos que circulaban sobre la amazona en acción. Los chicos, y también la inmensa mayoría de chicas, los miraban a cámara lenta, intentando descubrir un desliz, un ángulo de cámara, que permitiera descubrir la ropa interior de la heroína. Pero hasta ese momento, el tipo de prenda íntima que utilizaba Wonder Woman era todo un secreto objeto de múltiples especulaciones. Y ninguna de ellas apuntaba a unas bragas tan sencillas.
¿Y ahora, cómo vas a explicar eso?- Inquirió Kitsune.- Espero que tengas una buena explicación para eso.
Son cómodas.- Se justificó la amazona.- No buscaba algo seductor, nadie debería haberlas visto. No las escogí por el detalle de los topos. Ni me fijo en estas cosas, yo…
Los rehenes escuchaban incrédulos como Wonder Woman intentaba justificar el hecho de llevar esa pieza de ropa interior. Como si fuera una especie de pecado imperdonable. De hecho, por dentro, la amazona lamentaba no haber prestado una mínima atención a ese detalle. Sabía que Supergirl cuidaba escrupulosamente ese aspecto, e incluso le gustaba insinuar un poco sus prendas íntimas. Pero ella no era así. Una cosa eran los pocos momentos íntimos que tenía con sus fugaces parejas. Pero actuando como justiciera, nunca había pensado que alguien podría llegar a ver sus bragas. Ahora, fijándose en la mirada de decepción de los rehenes, lamentó no haber escogido algo mejor. Pero no tuvo tiempo para pensar demasiado en ello.
Cogiéndola totalmente desprevenida, Mindstorm con un rápido gesto, bajó las bragas de la heroína. Wonder Woman cerró rápidamente las piernas, intentando cubrir como pudiese su parte más íntima del cuerpo. De sus labios escapó un grito de sorpresa.
Bastó una mera orden de Kitsune para que la poderosa heroína se viera obligada a dar una vuelta entera para que los presentes la contemplaran. Sería difícil precisar la edad de Wonder Woman, su rostro transmitía serenidad y madurez, como una mujer de unos cuarenta años. Su cuerpo en cambio no presentaba ninguna arruga, ni imperfección, su piel era tersa y firme, como el de una chica alrededor de los treinta. Su tez era uniformemente morena. Pese a la situación en que estaban, había algo que intrigaba a todos los rehenes por igual.
En lo que todos, hombres y mujeres estaban pensando, era en cómo lo hacía la heroína para mantener ese tono bronceado en todo el cuerpo, no se apreciaba ninguna marca pálida en ningún sitio. ¿Haría nudismo en la playa? ¿Practicaría intensas sesiones de uva?
Reconócelo.- Dijo Kitsune contemplando la fina mota de oscuro vello púbico de la amazona.- Así, totalmente desnuda luces mucho mejor que con esas horteras braguitas.
No tenemos nada contra vosotros.- Interrumpió Mindstorm.- Nuestro objetivo no era haceros daño ni pedir ningún rescate. Simplemente no eráis más que el cebo para cazar a tan poderosa presa. Ahora que lo hemos logrado, sois libres de marcharos.
Adelante.- Insistió Kitsune ante la mirada dubitativa de los rehenes.- La escalera está justo detrás, no os lo vamos a impedir.
Pero antes...- Añadió Mindstorm con una sonrisa pícara.- Tal vez algunos no tengáis prisa por iros. Sentiros libres de mostrar vuestro “agradecimiento” a la heroína que, con su sacrificio y entrega, os ha liberado. Sí, Wonder Woman, lo has logrado. Los rehenes van a ser liberados sin ningún rasguño. Misión cumplida.
Venga, que no va a morder.- Se burló la asiática al ver como los rehenes aún titubeaban.
Un hombre se levantó y miró a ambas villanas. Su teléfono móvil grababa a la desnuda heroína, pero el hombre aún dudaba. Finalmente tragó saliva, “oportunidades como esa sólo se presentan una vez en la vida” pensó.
- Quiero que me haga lo mismo que a él.- Dijo señalando al afortunado rehén que aún no había terminado de asimilar el hecho que Wonder Woman le hubiera dado sexo oral.
A una mera orden de la asiática, la amazona se agachó y repitió el mismo proceso, hasta que su boca se volvió a llenar del cálido y espeso fluido. Esta vez, sorprendida de nuevo por la rapidez de la eyaculación, por puro acto reflejo, Wonder Woman engulló todo el fluido ante el asombro del hombre que retiraba su miembro totalmente limpio de la boca de la heroína.
Una mujer, perfectamente trajeada, se acercó a la heroína, que justo se incorporaba de nuevo. “¡Zorra!” le dijo mientras la abofeteaba. Wonder Woman la miró incrédula, sin comprender nada. Aunque no tuvo tiempo de mucho más. Un rehén preguntó si podía follársela. Por toda respuesta, Kitsune la obligó a tumbarse encima de una mesa.
El hombre, un joven de unos treinta años, empezó a penetrarla con suavidad, pero al descubrir que la vagina de la amazona estaba húmeda, lo hizo más apasionadamente. Otros, grababan la escena con sus teléfonos.
Wonder Woman no entendía porque su cuerpo la traicionaba, reaccionando a los estímulos que recibía. Afortunadamente para ella, poco tuvo que hacer para reprimir sus incipientes gemidos de placer ya que otro hombre ocupó su boca con su miembro.
Cuando el joven eyaculó dentro de su vagina, otro ocupó su lugar. Ese otro hombre, más experimentado que el primero, sabía como hacer gozar a una chica. Sin prisas, pero con energía, movía sus caderas estimulando cada rincón de la vagina de la heroína.
Wonder Woman no era virgen, pero tampoco es que tuviera demasiada experiencia con el sexo masculino. Su intensa actividad como justiciera le dejaba poco espacio para romances y citas. Y sus encuentros sexuales eran fugaces y poco frecuentes. En su cuerpo empezaron a despertar sensaciones que llevaban meses adormecidas. El segundo individuo aún no había eyaculado y ella ya había alcanzado un orgasmo.
Poco a poco, los diversos hombres fueron disfrutando de la chica. Unos se masturbaron entre sus pechos, otros usaron su boca. Alguien prefirió su trasero… Las chicas, no fueron menos crueles. Viendo como la famosa heroína se dejaba hacer cualquier cosa, y además empezaba a gozar con ello, garabatearon su cuerpo con todo tipo de expresiones. “Zorra”, “comepollas”, “heroína-fracaso”, “Wonder-guarra” eran varias de las palabras que con bolígrafos o rotuladores escribieron sobre su cuerpo.
Poco a poco, los rehenes fueron abandonando la planta, dejando solas a las tres chicas.
¿Por… por qué han actuado así?- Preguntó Wonder Woman aturdida.- Yo no habría dudado ni un momento en entregar mi vida por cualquiera de ellos. No tenían ninguna necesidad de hacerme eso… ninguna… Por que…
No lo comprendes, ¿verdad?- Respondió Kitsune con sinceridad.- Mientras estás en la cumbre, mientras te creen invencible, mientras pateas duramente el culo a los malos, te adoran, te admiran, te aclaman. Pero en el fondo, no sienten más que envidia, desean verte cometer un desliz, un pequeño error. Algo, que les haga ver que su diosa no es tal. Todos y cada una de esas personas deseaban verte caer del pedestal. Una vez su estrella ha caído, no lo han podido evitar. Te han tenido que demostrar que si quieren, ellos mandan. Que no eres mejor que nadie. Que en el fondo no eres más que una zorra presumida. Que derrotada, pueden hacer lo que quieran contigo.
Los hombres son así. Y muchas mujeres también.- Añadió Mindstorm.- Dales la oportunidad de hacer lo que quieran sin consecuencia alguna, y vas a sacar lo peor de ellos. Lo acabas de comprobar por ti misma.
Kitsune volvió a encender la radio. “¿Wonder Woman? ¿Cuál es la situación? Están saliendo rehenes, ¿tienes la zona bajo tu control?” iba diciendo el capitán de policía.
Venga, responde.- La apremió las villana.- Cuéntales lo sucedido.
Los rehenes han abusado de mí, me han hecho sentir como una prostituta. Ahora salen, indemnes. Quedan los de la planta baja, en manos de varios secuestradores. He logrado liberar a los de la planta superior, a cambio de entregar mi cuerpo y mi dignidad.
Kitsune retomó a radio y lanzó una severa amenaza al jefe de policía. Diez minutos, si los agentes les concedían diez minutos, todos los rehenes serían liberados. Si intentaban entrar, en la planta de abajo habría una carnicería.
Le sabía mal por sus secuaces, eran hombres fieles e iban a ser detenidos. Pero no eran más que piezas sacrificables en la gran partida de ajedrez de Kitsune. Hoy habían dado un paso importante. Perder unos cuantos peones a cambio de conseguir una de las principales piezas enemigasa, era un intercambio más que provechoso.
¿Qué va a suceder conmigo?- Preguntó Wonder Woman al ver que las dos chicas recogían su armadura y la metían en una bolsa.
Vas a venir con nosotras. Considerate una prisionera de guerra.- Replicó la asiática.
No te preocupes, al principio lo pasarás mal, pero después agradecerás haber caído en nuestras manos. Batgirl i Huntress ahora son muy felices.- Añadió Mindstorm.
No… por favor… dejadme aquí… yo…
Kitsune acalló las súplicas de la amazona. Ambas chicas la llevaron hasta el sótano del edificio. Con una explosión controlada, crearon una salida hacia las alcantarillas de la ciudad. Y desde allí, perderse en esa basta red de túneles subterráneos y llegar hasta su guarida no fue difícil.
Un par de horas después. Guarida de Kitsune
Ambas villanas estaban contentas. Su jugada más peligrosa había salido a la perfección. Aunque se habían expuesto. Probablemente alguno de los rehenes las habría grabado con su teléfono. Pero el beneficio superaba el riesgo, todo el mundo vería a Wonder Woman humillándose de la peor forma posible. Con la amazona en su poder, pocas heroínas podrían hacerles frente. La policía no se atrevería a actuar abiertamente contra quién había logrado vencer a una de las más poderosas heroínas.
Además, ¿qué podían saber de ellas? Kitsune en si misma era una incógnita, y el rostro de Ashley estaba escondido tras la máscara. La pelirroja hacía semanas que no mantenía contacto con nadie, salvo alguna llamada esporádica a su madre. Y la guarida de la asiática estaba bien escondido, aunque averiguasen sus identidades, no lograrían sorprenderlas.
- Saluda a tus amiguitas.- Dijo Kitsune burlona mientras conducía a Wonder Woman a su celda.- Estoy segura que tenéis muchas cosas que contaros, pero todo a su debido tiempo.
Los ojos de la amazona se abrieron como platos al contemplar otra celda. En ella, esposadas a la pared estaban Batgirl y Huntress, totalmente desnudas salvo por sus características máscaras.
¿Y Zatanna?- Preguntó la amazona con un hilo de voz.
A ti te hemos reservado una celda especial, para tu solita.- Dijo Mindstorm haciendo caso omiso a su pregunta.- Si te portas bien, podrás tener contacto con esas dos perritas. Pero primero debemos amansar la furia que hay en ti. Créeme, es por tu bien, a la larga nos lo agradecerás. Ya has visto como son las personas por quién te juegas la vida. Cualquiera de ellos podría haber intentado apoderarse de las armas de mi ama, o haber intentado liberar tus nudos. Pero ninguno de ellos ha hecho un simple gesto por ti. Ni tan siquiera estaban obligados a hacerte nada, podrían haberse largado sin más... Y en lugar de eso, mírate como te han dejado… pobrecita.
Wonder Woman agachó la cabeza, Ashley no dejaba de tener cierta razón. Ella siempre se había arriesgado de forma totalmente altruista para proteger a los más débiles. Gente que a la mínima que había tenido la oportunidad la habían ultrajado completamente. ¿Todos sus sacrificios habían servido para algo? Su vida personal era inexistente, constantemente luchaba y se arriesgaba para evitar cualquier amenaza sobre la gente, y así se lo habían agradecido. Wonder Woman tenía muchas cosas que replantearse, encerrada en esa jaula, tendría todo el tiempo del mundo para aclarar esas dudas que se formaban en su mente. Y Kitsune se encargaría de orientar sus respuestas hacia donde ambas villanas querían. Tal vez, Wonder Woman no fuera tan difícil de doblegar como Batgirl.
Dejaron a la amazona fuertemente atada e inmovilizada con su lazo. No lograría escapar al shibari de la albina. La sujetaron a la pared con un collar y una cadena. Justo cuando Mindstorm hubo abandonado la celda, y antes de que Kitsune saliera, la amazona decidió lanzar la pregunta que llevaba rondando su mente desde que habían abandonado el edificio.
¿Tu eras una de las nuestras, verdad?- Esa pregunta tomó a la asiática totalmente por sorpresa, que se detuvo unos instantes, contemplando a la indefensa heroína.- Antes tenías otro nombre, te hacías llamar Paleheart, y eras una luchadora. Tan solo coincidí contigo un par de veces, por eso no te reconocí al principio pero no hay duda... ¿Qué pasó? ¿Por qué ahora...
No se de quién me hablas.- Replicó ella bruscamente.- Paleheart no existe.
Ofuscada por esas preguntas que la llevaba a un pasado que no quería recordar, la villana salió de la celda y cerró la puerta con fuerza. Su mirada se cruzó con la de su compañera. Mindstorm había escuchado ese último diálogo y la miraba sorprendida.
- ¿Quién es Paleheart?- Preguntó Ashley tímidamente.
Kitsune meditó sus opciones. Su compañera le era totalmente fiel y sumisa, pero también era muy lista. Ella la había adiestrado bien. No tenía sentido mentirle, tarde o temprano daría con la verdad. Y tal vez era mejor que la escuchara de sus propios labios. Tal vez había llegado el momento de revivir algo que había marcado la vida de Kitsune para siempre.
- Ven querida.- Dijo abrazándola cariñosamente.- Tengo que contarte una historia.
CONTINUARA