La cazadora. Cap. 3. El show de Zatanna

Como cada semana, Zatanna se dispone a dar su espectáculo de magia, sólo que esta vez, una voluntaria inesperada hará que su número sea algo diferente, para mayor deleite del público.

Guarida de Kitsune. Un mes después de la captura de Batgirl

Mindstorm contemplaba como Kitsune jugaba con Batgirl. La heroína estaba esposada con sus muñecas por encima de su cabeza. Sus pies descalzos a penas rozaban el suelo con la punta, totalmente desnuda excepto por su característica máscara. La villana no quería tener cautiva a Barbara Gordon sino a la inmensamente famosa Batgirl.

La prensa había empezado a hacer eco sobre la repentina ausencia de la heroína, pero gracias a la inestimable colaboración del Comisario Gordon, la investigación policial iba totalmente alejada de ambas chicas, buscando una banda criminal inexistente.

Kitsune disfrutaba con su presa, sometiéndola a todo tipo de duras pruebas y humillaciones. Quería hacerla suya en cuerpo y alma, y la chica murciélago estaba siendo más difícil de lo esperado. Estaba totalmente derrotada, pero aún no sometida. Mindstorm contemplaba a su ama, cuando ella estuvo cautiva, la asiática no le había hecho daño, incluso la había tratado bien. Pero con Batgirl era distinto, era como si la villana quisiera tomarse una especie de venganza contra la heroína. Ella se excitaba ligeramente al ver lo que su maestra hacía la prisionera.

Minutos después

Kitsune y Mindstorm comían un delicioso almuerzo en un salón de estilo art decó. La villana contemplaba detenidamente a su sumisa, masticando lentamente un delicioso steak tartar.

  • La información que nos está facilitando Gordon está siendo muy útil.- Dijo la asiática rompiendo el silencio.

El incorruptible Comisario se había plegado totalmente a los intereses de ambas chicas, facilitando copia de toda la información relativa a las superheroínas de la ciudad que había en los archivos policiales. A cambio, una vez por semana le dejaban estar a solas con Barbara, en una cómoda habitación. Estos encuentros eran breves pero apasionados. Padre e hija daban rienda suelta a sus deseos.

Kitsune sonrió al engullir el delicioso bocado, pensando en la última vez que James y Barbara habían estado juntos. Hacía solo tres días. Padre e hija se habían entregado a sus más primitivas pasiones sin necesidad de ningún estímulo por parte de la villana. El Comisario estaba totalmente bajo control, pero su hija aún no. Batgirl era una dura heroína, no por nada aún sin superpoderes era de las que más duramente golpeaba al crimen. Años de entrenamiento le habían dado una mente fuerte. Cuando estaba con su padre, se relajaba y se dejaba llevar por el deseo, pero cuando se quedaba sola, en la mirada de la heroína, aparecía un atisbo de desafío. Kitsune disfrutaba con eso, su primera presa, Mindstorm, aunque dulce, había sido demasiado fácil, a la asiática le gustaban los retos.

  • A propósito, ¿qué tal con la nueva?- Preguntó Kitsune.

Hacía una semana, gracias a la información facilitada por Gordon, ambas chicas habían dado otro golpe. En este caso la víctima había sido Huntress, la temible cazadora. Otra heroína sin poderes, otra presa “fácil”. Y en este caso, había sido tal vez demasiado fácil.

En una repisa del salón, había colgados los uniformes de Batgirl y Huntress, con todos sus accesorios. A ambas chicas les encantaba contemplar detenidamente sus trofeos mientras comían.

Huntress había caído de lleno en su trampa. Ahora la tenían desnuda y esposada frente a Batgirl. Querían que la recién llegada se amedrentara al contemplar lo que sucedía con la mujer murciélago. Cuando Kitsune tenía que salir de su guarida por “negocios”, dejaba que su compañera jugara un poco con la nueva captura. Batgirl en cambio, era el juguete personal de Kitsune, Mindstorm tenía prohibido tocarla, ni darle de comer, y mucho menos quitarle la pelotita de goma que a modo de mordaza mantenía su boca cerrada.

Ashley Sinclair, alias Mindstorm, obedecía ciegamente las órdenes de su ama. Y Kitsune, como si de una tutora se tratase, le explicaba paso a paso lo que la novata tenía que hacer para poco a poco someter a la Cazadora.Siguiendo sus pasos, Ashley disfrutaba torturando a su presa, aunque se decepcionó un poco. La recién llegada no tenía el aguante de la chica murciélago.

  • ¿No crees que es peligroso tenerla encerrada?- Preguntó Ashley mientras masticaba un trozo de salmón al horno.- Gordon no puede protegernos del clan Bertinelli. Son el grupo criminal más poderoso de la ciudad.

Su compañera negó con la cabeza. Fue una sorpresa para ambas descubrir que bajo la máscara de la temible justiciera, se escondía la hija de uno de los principales líderes mafiosos, Helena Bertinelli. Habían descartado intentar la misma estrategia que con Batgirl. Una cosa era manejar un policía, que seguían ciertas normas y eran predecibles. Otra cosa muy distinta un capo de la mafia, con esa gente era mejor no jugársela, lo que tenían entre manos las chicas era demasiado importante como para permitirse un paso en falso.

  • No te preocupes.- La tranquilizó.- Si no saben que la tenemos nosotras, estamos a salvo. Y Gordon, por la cuenta que le trae, se encargará que nunca sospechen.

  • Pero la mafia...- Kitsune la hizo callar con un gesto.

  • La mafia ¿qué?- Dijo bruscamente.- Cierto es que ante la desaparición de su hijita no van a poner una denuncia formal, tienen infiltrados en la policía, los abordarán extraoficialmente. Seguramente sospechen de un clan rival. Cuando el rumor llegue a Gordon, él mismo se encargará de que sigan una pista falsa. Tal vez podamos ampliar nuestra red de negocios a costa de las rencillas entre clanes.

Ashley alzó la vista. Era la primera vez que Kitsune utilizaba el “nuestra” para referirse a la amplia red de negocios turbios que regentaba la villana. Aquello le sorprendió, aunque no dijo nada.

  • Tenemos a Batgirl y Huntress.- Dijo la ex-heroína.- Nuestro siguiente objetivo lógico sería…

De nuevo Kitsune la interrumpió.

  • Sí, y precisamente por eso, tendrá que esperar.- Dijo masticando otro bocado del delicioso steak tartar.- Aunque me encantaría tanto como a ti tener a las “Aves de Presa” al completo, la desaparición de dos de ellas tendrá al canario en alerta. Y no queremos golpear a alguien alarmado y seguramente precavido. Tranquila, esa hermosa rubia caerá, pero todo a su momento.

Kitsune cogió su copa de vino blanco y le dio un sorbo.

  • El siguiente golpe es un encargo.- Aquello sorprendió a Mindstorm.- He hecho mis pesquisas. Si queremos golpear a las presas más grandes, necesitaremos información. Hay alguien que sabe ciertas cosas sobre una famosa amazona. Cosas que compartirá conmigo sólo a cambio de que le entreguemos a alguien.

  • ¿Como sabes que podemos fiarnos de él?- Preguntó Ashley intrigada.

  • Querida, ¿crees que no compruebo la veracidad de mis fuentes?- Dijo arqueando una ceja.- Precisamente por eso, para que yo pueda asegurarme de que no nos la juega, tendrás que ocuparte tu sola de la nueva captura. Ten mucho cuidado, es alguien muy poderoso. Pero creo que sabrás manejarla.

  • ¿Co… como? Es decir yo…- Masculló Ashley que no estaba segura de poder hacerlo.

  • Tranquila.- Dijo con voz quieta la asiática.- Es alguien muy poderoso pero con un punto vulnerable que me extraña que nadie haya explotado antes… Cada jueves por la noche da un importante show de magia.

Ashley abrió los ojos como platos al escuchar lo que pretendía Kitsune, sí, aquello podría funcionar.

Mindstorm meditó acerca de ello y mejoró el plan de su ama. Ambas chicas estuvieron varios días preparándose, ensayando. Sería un espectáculo estupendo.

El jueves siguiente por la noche

El local estaba abarrotado de gente. Era un pequeño teatro con servicio de bar. Los espectadores se sentaban en pequeñas mesas redondas mientras varios camareros servían copas y algo para picar. Un letrero enorme en el escenario anunciaba el evento “Bienvenidos al mágico show de Zatanna ”.

El público se levantó y aplaudió de júbilo cuando la famosa maga apareció en el escenario. Vestía un sombrero de copa, guantes de seda blancos, una camisa blanca, americana negra y unos pantalones cortos de color negro que justo cubrían su trasero. Completaba su atuendo con unas botas altas también de color negro. Pero lo que atraía la atención de los varones de la sala eran las medias de rejilla que se apreciaban bajo los pantalones. Muchos hombres soñaban e imaginaban a la talentosa maga vestida sin nada más que esas medias.

Mindstorm apuraba su copa de champán mientras contemplaba el inicio del show. Al principio fueron trucos sencillos, hizo aparecer varias palomas de su sombrero, malabares con bolas de luces que salían de la nada, cintas de seda que dibujaban formas de animales en el aire… Todo el mundo estaba pendiente de los trucos, todos, salvo una persona.

Ashley mantenía su mirada fija en la maga, no se dejaba distraer por los numeritos. Y se fijó en algo, Kitsune parecía que había dado de lleno en el clavo. Mientras la chica movía su varita y sus manos de forma elegante mientras preparaba su “truco”, sus labios se movían suavemente. Sí, al parecer la magia de Zatanna no era invocada a través de sus movimientos de manos, o por el poder de ninguna varita. Los conjuros que permitían realizar sus trucos surgían a través de las palabras arcanas que pronunciaba la chica en voz baja, de forma imperceptible para el púbico, distraído con los movimientos de la maga.

Mindstorm sonrió cuando llegó el momento esperado del espectáculo. Apuró su copa y se levantó rauda justo cuando Zatanna terminó de pedir un voluntario entre el público.

  • ¡Qué rápido!- Sonrió la maga al ver como Ashley se levantó como impulsada por un resorte.- Adelante, acércate.

El resto del público contempló como Ashley se levantaba de su mesa y se dirigía al escenario. La chica llevaba un vestido de noche de color rojo ceñido a su cuerpo. Tenía la espalda abierta y marcaba su bonito trasero. Por delante iba ligeramente escotado. Unos zapatos de talón la hacían parecer más alta de lo que era, y su cabello pelirrojo estaba recogido con un bonito moño. Un par de tirabuzones de pelo bajaban por su frente. Ashley estaba espectacular, el sastre y la peluquera de Kitsune habían hecho un excelente trabajo. En su cinturita, colgaba un pequeño bolso de lentejuelas.

Zatanna le tendió la mano y la ayudó a subir a la tarima, acercándola a un micrófono.

  • Bien, tu serás mi ayudante por esta noche. Por favor, ¿puedes decir al público tu nombre?

  • Jasmine.- Mintió Ashley mientras el público aplaudía.

  • Bien Jasmine.- Continuó Zatanna.- Supongo que es la primera vez que vienes a mi show. Como has visto, invoco mi magia a través de los movimientos de mi varita, así que ahora viene el reto más importante de la noche. ¿Estaré totalmente indefensa sin mi varita y sin poder mover mis manos?

Con un gesto, Zatanna hizo aparecer una larga soga.

  • Como cada noche, vamos a poner a prueba mi habilidad corporal. El público verá como me atas. ¿Seré capaz en dos minutos de escapar de tus ataduras? Si no lo consigo, te vas a llevar el anhelado premio de 10.000 dólares.

El público aplaudió sonoramente con expectación.

  • Te advierto que no será nada fácil. Llevo años haciendo ese espectáculo y nunca nadie ha logrado llevarse el premio. ¿Serás tu la primera?

Zatanna dejó que el público se recrease en el momento, todos deseaban que la atractiva maga fuera incapaz de escapar, aunque, sorprendentemente, siempre lo había logrado. Jasmine/Ashley, se acercó al micrófono.

  • ¿Dices que llevas años haciendo ese show?- Dijo con una sonrisa.- ¿Y si cambiamos ligeramente las reglas?

Zatanna se sorprendió al escuchar aquello, su rostro se ensombreció por un instante. No había previsto algo así. ¿A qué se refería con cambiar las reglas? Su voluntaria prosiguió.

  • Creo que el público desea ver algo nuevo. ¿Y si dejamos de lado el premio en metálico y dejemos que el premio se lo lleve el público?

Zatanna asintió. Si lo que pretendía era repartir los 10.000 dólares entre los asistentes, no habría problema. Por un momento llegó a temer algo peor, aunque su corazón hizo un vuelco al escuchar las siguientes palabras de la chica.

  • Mi propuesta es, reduciremos el tiempo de escape a UN minuto. Si la fabulosa Zatanna logra escapar, le daremos un fuerte aplauso. Si no lo consigue, deberá entregarnos una prenda de ropa. Y el espectáculo continuará, hasta que logre escapar en el tiempo… o… se quede sin prendas que entregar.- Ashley calló unos segundos, dejando que el público asimilara sus palabras. De reojo miró a Zatanna, la maga tenía la boca abierta, sorprendida. No le dejó tiempo a reaccionar.- ¡¿Qué decís, querido público!?

El público estalló en un aplauso de júbilo. Zatanna se mordió la lengua, aquello era una encerrona para la que no estaba preparada. Ahora sólo le quedaban dos opciones, ir hacia el micrófono y decir que el show se había terminado, o entrar en ese extraño juego. El sudor recorría su frente. ¿Por qué hacía eso? Su voluntaria parecía joven, unos 20 años, 5 menos que la maga. Tal vez fuera una universitaria que había dejado llevar por la bebida. Tal vez tan solo sentía envidia de ella y quisiera dejarla en ridículo.

Si ella ahora detenía el espectáculo, con el público entusiasmado, quedaría totalmente en ridículo y podía olvidarse de seguir llenando el local como estaba acostumbrada. La gente se decepcionaría y dejaría de ir a su espectáculo si ella se echaba atrás. Meditó unos instantes y se acercó al micrófono.

  • Si creéis que vais a ver algo, siento deciros que os llevaréis una decepción.- Dijo con una sonrisa mientras hacía una reverencia al público.

Sí, ella podía aceptar sin problema. Un minuto era poco tiempo, pero era una maestra del escapismo y casi siempre podía liberarse de las ataduras sin necesidad de recurrir a ningún conjuro. Y si se veía en un aprieto, podía conjurar un sortilegio en menos de veinte segundos que desataría todos los nudos. Fuese lo que fuese lo que tenía Jasmine en mente, no le iba a salir según lo planeado. Dio gracias mentalmente al hecho de hacer creer siempre a su público que su poder dependía de su varita y su juego de manos.

  • Adelante Jasmine.- Dijo picarona.- Coge la cuerda. Vamos a dar a nuestro público un espectáculo diferente.

Zatanna dejó que su voluntaria le quitara el sombrero y los guantes, dejándolos en un taburete.

  • Shht.- Le susurró mientras Ashley la ataba con la larga soga.- Ya te he dado lo que querías, te agradecería que no me ataras muy fuerte. Démosles el espectáculo justo, ¿vale?

  • Por supuesto, no voy a dejarte en ridículo delante de tu público.- Le susurró mientras la ataba fuertemente al estilo shibari.- No soy tan mala.

  • Oye.- Susurró la maga.- Esto aprieta un poco, casi no puedo respirar. Déjame a mano un nudo para que pueda empezar a soltarme.

Con una sonrisita, la voluntaria le acercó un cabo a sus dedos. Había hecho un excelente trabajo con las cuerdas.

Cuando terminó, Ashley, cogió un reloj despertador y marcó un minuto. El tiempo empezó a correr.

Zatanna empezó a forcejear con la cuerda, ya había hecho multitud de números así y era una maestra desatando nudos. Aunque Jasmine, no había seguido sus indicaciones al pie de la letra, en lugar de dejar los nudos un poco flojos, la maga notaba como las cuerdas apretaban su piel, y ese cabo que había acercado a sus manos, parecía no desenredar nada. Al parecer había topado con una maestra del bondage. A los treinta segundos, la maga dedujo que sería incapaz de librarse de la atadura sin recurrir a su magia.

Ashley observaba en todo momento los labios de Zatanna, al menor signo de que ella empezara a vocalizar algo, sabía como actuar. Pero, a menos de 20 segundos que finalizara el reto, la maga no había intentado pronunciar ninguna palabra arcana.

Una idea cruzó la mente de Zatanna. La chica estaba bien vestida, disponía de varias prendas inocuas que podría perder sin problema. El show utilizaba un sistema de “taquilla inversa”, de forma que los asistentes no pagaban un precio fijo de entrada sino que al finalizar el espectáculo, dejaban en unas huchas que había en cada mesa, el importe que consideraban que había valido el espectáculo. Zatanna siempre se llevaba buenas sumas, sus shows tenían auténtico éxito. Así que tuvo una loca idea. Podría perder varios de esos retos, sí, que Jasmine le quitara su americana, sus botas, tal vez la camisa, antes de que ella decidiera con sus conjuros poner fin al juego. Eso causaría furor y expectación en el público y seguro que esta noche podría llevarse un buen sobresueldo. El timbre del despertador interrumpió sus pensamientos.

  • Vaya vaya ¿qué pasó?- Dijo Ashley con una sonrisa.

  • Mi voluntaria parece que se ha excedido con las ataduras.- Dijo Zatanna simulando un falso rubor.- Ahora parece que tendré que desprenderme de una prenda de ropa.

La maga dejó que la chica la desatara y le quitara su americana. Con un gesto, le indicó que volviera a atarla. Ya no volvió a insistir acerca de que se lo pusiera fácil. Era evidente que su ayudante quería ponérselo lo más difícil posible. Pero Zatanna siempre ganaba.

Por tercera vez sonó el despertador. Ahora el público estaba expectante. Zatanna había perdido su americana y sus botas. Por lo tanto ahora se tendría que desprender o bien de su camisa o bien sus pantaloncitos. Los hombres tenían los ojos abiertos como platos, algunas chicas los miraban con reproche, aunque la mayoría de féminas también estaban a la expectativa ¿era eso un número muy bien orquestado o realmente Zatanna estaba, literalmente, contra las cuerdas?

La maga sonrió mientras era desatada. Notó la mano de la joven voluntaria cerca de su trasero y su rostro torció una mueca.

  • La camisa, por favor.- Le susurró al ver que las intenciones de la chica eran quitarle los pantalones.

  • De acuerdo.- Respondió Ashley traviesa.- Pero la próxima vez que pierdas ¿qué va a ser?

  • No habrá próxima vez.- Respondió la maga con determinación.

  • Parece que nuestra maga tiene problemas con unas simples ataduras.- Dijo Ashley al público mientras empezaba a desabrochar los botones de la camisa.- ¿O tal vez estará perdiendo a propósito?

Aquellas palabras generaron un murmullo en la sala que hizo enrojecer a la maga. La chica desabrochó el último botón de la camisa, revelando un vientre plano, un ombligo redondo y un sujetador de encaje negro. Zatanna nunca creyó verse en una situación así, pero ahora se alegraba de escoger con detalle su ropa interior. Que la vieran con esa bonita prenda no la molestaba en exceso, la avergonzaría más si la vieran con un sujetador barato.

El público exclamó de júbilo en el momento en que la maga bajó los brazos y la fina camisa cayó al suelo, a sus pies.

Llena de euforia, Ashley se apresuró a atarla de nuevo. La chica no sabía que juego se traía la maga entre manos, era perfectamente consciente de que se había dejado perder, pero no iba a dejar que Zatanna se le escapara. Esta vez apretó los nudos con más fuerza, su presa había dejado claro que no iba a perder otra ronda, ella se aseguraría de que la perdiera.

La maga torció una mueca al notar como la soga apretaba su piel. Ahora sin la camisa, la cuerda seguramente le dejaría alguna marca. Los nudos aprisionaban sus pechos, haciendo que parecieran más voluminosos de lo que eran, y le costaba un poco respirar. Aún así, se dejó hacer, tan solo tendría que aguantar menos de un minuto.

Ashley volvió a activar el contador. Justo cuando el reloj empezó a marcar, los labios de la maga se entreabrieron.

Zatanna iba a por todas, mientras simulaba luchar contra los nudos, sus labios formulaban un sortilegio que le permitiría escapar indemne, la energía arcana acudía a ella a medida que iba susurrando palabras. Hasta que un sobresalto interrumpió su concentración.

  • Ji...ji...ji… ¿Pero qué haces?- Le dijo a Ashley en un tono suficientemente alto como para que pudieran oírlo des de las primeras mesas.

La chica había interrumpido la concentración causándole pequeñas cosquillas en sus caderas. Aquel gesto inesperado, rompió la concentración de la maga, la energía arcana se evaporó de su mente y el conjuro se esfumó. El reloj marcó el fin del minuto. Zatanna se maldecía por dentro, ese cosquilleo la había cogido desprevenida y no había sido capaz de mantener la concentración. No dejaría que esto sucediera de nuevo.

Esta vez Ashley fue directa a su pequeño pantaloncito. Ruborizada la maga dejó que le bajara la prenda, revelando una braguita de encaje negro que conjuntaba con el sujetador y sus medias. Aquel conjunto le quedaba totalmente seductor, y aunque su intención nunca había sido mostrarlo al público, los silbidos y exclamaciones que le llegaban de las mesas le le hicieron perder la vergüenza. Hasta el punto que se permitió dar una vuelta de 360 grados para que los espectadores la contemplaran bien.

De nuevo hubo silbidos y exclamaciones de euforia al revelar como, por detrás, su braguita terminaba en un corte brasileño que dejaba casi la totalidad de su pálido y redondo trasero al descubierto. De reojo la maga contempló como varias chicas se levantaban frustradas y abandonaban el escenario.

Una chica tiraba del brazo a su pareja, insistiendo para que también se levantara, pero él, con un gesto brusco se la quitó de encima. La chica, con expresión enfurecida, cogió su bolso y se marchó de allí. “Me gustaría ver como arreglan esto” pensó Zatanna con una sonrisa mientras la chica abandonaba la sala visiblemente molesta.

La maga estuvo tentada de interrumpir el show, no quería arriesgarse a perder ni una prenda más. Pero si lo hacía ahora, con el público eufórico como nunca lo había estado, sería una decepción y las reseñas negativas sobre su espectáculo proliferarían por doquier. Si quería que el espectáculo le saliera redondo, tendría que dejar que la atara de nuevo y escapar en menos de un minuto. Esta vez un simple cosquilleo no interrumpiría su concentración, había logrado formular conjuros en situaciones mucho más adversas.

Cuando Zatanna estuvo de nuevo atada, Ashley rebuscó algo entre su bolso. De espaldas a ella la maga no vio de que se trataba hasta que fue demasiado tarde.

  • Chicos, parece que este inocente número ha hecho ruborizar a más de uno. Ser atada de esta forma debería ser el sueño de toda chica. - Dijo Ashley al público con una sonrisa traviesa.- Así que… ¿porque no añadimos un elemento un poco “picante”?

La chica hizo especial énfasis en esta última palabra, el público exclamó ilusionado. Zatanna no llegó a sospechar a qué podía referirse hasta que fue demasiado tarde y notó como una pelotita de goma se introducía en su boca. Antes de que pudiera protestar, su boca estaba totalmente sellada. Ashley inició el contador.

Evidentemente, sin poder recurrir a sus conjuros, fue imposible para la hábil Zatanna liberarse de las fuertes ataduras de Ashley. La chica había practicado intensamente el shibari con Kitsune. Nadie como una japonesa para enseñarle la mejor forma de atar a alguien con nudos imposibles.

Por mucho que se esforzó, la maga no pudo articular palabra alguna, ni logró desatar uno solo de los nudos que la sujetaban. El timbre sonó de nuevo. Ruborizada, lamentaba haber sido tan ingenua como para caer en una trampa así. Totalmente avergonzada, mantenía la mirada fija en el suelo, incapaz de contemplar los sonrientes y expectantes rostros del púbico. Notó como los dedos de Ashley recorrían su torso. Esta vez no la desató, la chica no iba a dejar ninguna oportunidad a la maga.

  • Que bonito detalle, el sujetador es de apertura delantera.- Se burló la pelirroja mientras se lo desabrochaba.- Nuestra querida Zatanna ha pensado en todo, si se cerrase por detrás me sería imposible mostraros esa bonita parte de su cuerpo sin tener que desatarla.

Hubo una exclamación generalizada en toda la sala cuando se soltó el cierre del sujetador, desplazándose las copas lateralmente y mostrando los pálidos y redondos pechos de la maga, con sus oscuros pezones.

El público aplaudía y golpeaba las mesas totalmente eufórico, era obvio que, llegado a este punto, muchos sospechaban que ese no era un show normal. La maga nunca había incluido el destape en ninguno de sus números y por como forcejeaba con las cuerdas era obvio que no consentía aquello. Pero la excitación y el morbo podía con ellos, aquello era como un regalo caído del cielo. Muchos de ellos habían fantaseado con la atractiva maga, soñando con un momento así, y no iban a desaprovechar la oportunidad.

Ashley volvió a tomar la palabra.

  • Bueno damas y caballeros… Aunque veo que ahora hay muchos más caballeros que damas.- dijo con una sonrisita.- Es obvio que nuestra querida maga ya no va a poder soltarse de las ataduras… Qué pena ¿no?… ¿Qué hacemos? Damos por terminado el espectáculo… ¿o queréis ver más?

Zatanna volvió a forcejear con todas sus fuerzas, dirigió a su falsa voluntaria una mirada llena de furia, por todos los medios intentó articular palabras a través de la mordaza, pedir auxilio, que el público viera que estaba en un aprieto. Pero los gritos eufóricos de la gente pidiendo a la bonita pelirroja que terminara de despojar a la maga de sus prendas silenciaron sus patéticos gemidos.

Ashley no se hizo rogar, y arrebató a Zatanna sus preciadas medias de rejilla, aquellas medias con las que tantos hombres habían soñado poder quitar algún día. Burlonamente, para mayor humillación, restregó las medias por el rostro de la maga. Luego, poco a poco, fue bajando la bonita braguita de encaje, revelando la parte más íntima de la indefensa chica. Un pálido pubis que en el que aún se apreciaba las marcas dejadas por el bikini en los meses de verano. Un bonito pubis, con una fina mota de vello delicadamente recortado en forma de triángulo invertido.

  • Muchas gracias a todos.- Dijo Ashley mientras Zatanna sollozaba, presa de la humillación y la impotencia.- Espero que hayan disfrutado del espectáculo, por favor, no olviden depositar el importe que consideren en la pequeña hucha que tienen en sus mesas. Y, si alguno quiere agradecer a nuestra brillante maga su colaboración, obviamente puede acercarse al escenario.

Zatanna sorprendida ante estas últimas palabras levantó la ceja. ¿Qué pretendía Ashley? Uno a uno, los miembros del público se fueron subieron al escenario. Uno le dio un beso a la chica a través de la mordaza, otros se hicieron un selfie abrazando a la desnuda maga. Otro le pellizcó los pezones. Ashley sonrió al escuchar una sonora nalgada que resonó por toda la sala, seguida de otra, y otra…

Uno a uno fueron desfilando delante de la impotente Zatanna, dándole el toque final a su humillación. La maga resistía con los ojos cerrados, sin poder hacer nada para impedir aquello, pensando que no podía ser real, por fuerza tenía que estar en una pesadilla. Aquello no podía sucederle a ella. ¿Cómo podía su público actuar así, no veían que estaba en un aprieto, que nada de eso lo hacía de forma voluntaria? Pero para los espectadores, aquello era un regalo demasiado bonito como para dejarlo pasar. Sí, todos suponían que había algo raro en ello, pero al fin y al cabo había sido la maga quien había empezado ese espectáculo, dejándose atar voluntariamente. Así que todos y cada uno de ellos, prefirieron dejarse engañar y seguir el juego de Ashley, como si fuera lo más natural del mundo. Era mejor pensar que Zatanna se había dejado llevar por la euforia y la excitación y saborear eso que se les ofrecía que llamar a la policía y privarles de ese pequeño momento con el cuerpo de la maga.

Finalmente, todos, incluidos los camareros, fueron abandonando la sala, quedando solo las dos chicas. Para ellos el show había terminado, lo que sucediera a continuación no era de su incumbencia. Habían gozado del espectáculo y ahora volvían a casa como si nada. Zatanna con ojos vidriosos miraba a Ashley, implorando una explicación. La pelirroja se limitó a encoger los hombros.

  • Lo siento, es un encargo. Tu tienes tu trabajo y yo el mío. Hay gente que encarga cómics sobre superhéroes, y en cambio otros prefieren encargar una auténtica superheroína. Y aquí estás, lista y envuelta, preparada para conocer a tu nuevo dueño.

En un último intento desesperado, Zatanna por todos los medios trató de expulsar esa maldita bola de goma de su boca, que le impedía lanzar hechizos, intentó desatarse, romper sus ataduras, intentó escapar de allí, pero todo fue en vano. Empezó a asustarse cuando escuchó como Ashley hacía una llamada.

  • Sí, todo ha ido perfecto, el paquete está listo, puedes recogerlo dónde ya sabes. Y recuerda el precio acordado.

Ashley se encaminó a las mesas, recogiendo el contenido de las huchas y guardándolo en su pequeño bolso. Contando rápido, no había menos de tres mil dólares.

  • Caramba.- Dijo guiñándole un ojo a la maga.- ¿Tu público es siempre tan generoso?

La pelirroja arrastró a Zatanna hacia los vestuarios, la acomodó como pudo mientras ella se sentó en una cómoda butaca, esperando. De nada sirvieron sus sollozos, ni las miradas de súplica, la villana la contemplaba con satisfacción, orgullosa de su obra. La maga temblaba de miedo, ¿quién sería esa misteriosa persona que quería poseerla? ¿qué iba a ser de ella? Ninguna de las respuestas que elucubraba en su mente servían para tranquilizarla.

Al cabo de un tiempo indeterminado, el teléfono volvió a sonar. Ashley salió un momento para abrir la puerta trasera del vestuario, que daba a una oscura callejuela.

Los ojos de la maga se abrieron de par en par al escuchar una inconfundible voz con acento europeo. Sus peores temores se confirmaron al ver a Ashley entrar acompañada de un hombre bajito, calvo, con nariz aguileña y un pentagrama tatuado en su cabeza. El individuo vestía un frac a medida y sujetaba un bastón con una bola de cristal. Ashley no sabía su nombre, Zatanna en cambio lo conocía demasiado bien.

Zoltan, mago e hipnotizador contempló con una mirada ávida y voraz a la indefensa maga. Zatanna tiempo atrás había arruinado sus lucrativos e ilegales negocios, demostrando tener un poder y un dominio de la magia muy superior al del calvo prestidigitador.

  • Bien bien...- Fue a acercarse a la heroína pero Ashley lo detuvo con mirada firme.

Zoltan por un momento estuvo tentado de intentar hipnotizar a esa joven pelirroja. Sí, la jugada podría salir bien, por el precio de una, se podría llevar a dos atractivas chicas. Pero había algo en la mirada de Mindstorm que lo hizo desistir, esa preciosidad podía darle problemas, y no quería riesgos. Tenía a la poderosa Zatanna en sus manos, su venganza sería completa, no iba a arriesgarse a fastidiarlo todo por avaricia. Si esa chica había logrado someter a la poderosa maga, era obvio que no era una cualquiera.

  • Un trato es un trato.- Dijo mientas sacaba un sobre del frac.- Aquí tienes lo que logré averiguar sobre cierta amazona. Ahora debes irte, a partir de aquí me ocupo yo.

Con una mirada intrigante, Mindstorm cogió el sobre y lo abrió. Hojeó rápidamente su contenido, satisfecha, abandonó el local. Al llegar a la puerta, los desesperados gemidos de Zatanna llamaron su atención, dio un último vistazo a la maga antes de salir.

Zoltan había sacado un péndulo de su bolsillo y lo balanceaba ante los ojos de la maga. Susurrando suaves palabras.

  • Ahora te dejarás llevar por el balanceo del péndulo… cerrarás los ojos.- Escuchó Mindstorm decir al mago.-… y cuando los abras… Zatanna desaparecerá, dejará de existir… A partir de ahora serás simplemente Zed, mi joven sirvienta… olvidarás que eres una maga, olvidarás tus sortilegios y como conjurarlos… en tu mente sólo habrá un objetivo… la plena satisfacción de tu amo… vivirás sólo para servirme.

Mindstorm sacudió su cabeza, y se alejó por el callejón. Kitsune estaría contenta, y en cuanto a Zatanna… ¿Por qué debía preocuparse por Zatanna? Le habían encargado un trabajo y lo había hecho. Alejó ese pensamiento de su mente y se dirigió a su coche.

Horas después, en la guarida de Kitsune.

Batgirl era una chica dura, pero tarde o temprano terminaría sucumbiendo. Kitsune se esforzaba en ello día a día. La heroína estaba agotada, pero su mente aún planeaba como salir de allí. Aún no había sido vencida.

Frente a ella, Huntress, arrodillada y esposada a la pared, contemplaba impotente lo que día tras día, la albina le hacía a su indefensa compañera. Deseaba por encima de todo poder hablar con Batgirl, planear juntas una forma de escapar, pero ambas chicas estaban constantemente amordazadas. Únicamente les retiraban las pelotitas de goma que aprisionaban su boca en el momento de la comida, instantes fugaces en que, por separado, ambas chicas podían mover su boca.

El sonido de la puerta abriéndose sorprendió a las tres chicas.

  • ¿Cómo fue, querida?- Dijo Kitsune al ver llegar a su compañera con una sonrisa en los labios.

Mindstorm abrazó a la villana, la besó, y le tendió el sobre.

  • Estoy orgullosa de ti, pequeña.- Masculló Kitsune mientras acariciaba el pelo de su compañera.- Te mereces un premio. ¿Te gustaría jugar con Batgirl?

Mindstorm asintió ilusionada mientras Kitsune le tendía el látigo. Hasta el momento, la chica murciélago había sido el juguete exclusivo de la asiática, que se la cediera,aunque fuera por un momento, la llenó de orgullo.

El sudor perló el cuerpo de Huntress al ver como la ex-heroína hacía restallar el látigo. Hilos de saliva resbalaban de la comisura de los labios de Batgirl, y unas pequeñas gotitas descendían por sus muslos. Barbara nunca llegó a comprender como podía excitarse en una situación así. Que Huntress la contemplara jadear y fundirse de placer era algo que la avergonzaba en extremo. La Cazadora en un inicio giraba la cabeza o mantenía la mirada fija en el suelo para avergonzar lo mínimo a su compañera, pero desde hacía días, la contemplaba con una mirada que transmitía cierto deleite.

Sí, una curiosidad morbosa había despertado en Huntress, que deseaba ver a qué tormento sería sometida la poderosa mujer murciélago. Un pequeño ardor empezó a crecer en su entrepierna al ver que Mindstorm ponía unas pinzas con cascabeles en los pezones de Batgirl y empezaba a jugar con la indefensa heroína. Una inquietante sensación se apoderó de Huntress, Batgirl aún no había sucumbido, pero no tardaría en hacerlo, y cuando lo hiciera, ella sería la siguiente.

Se preguntó cuando tardaría ella en ser totalmente sometida cuando ambas villanas pusieran su empeño en ello. Hasta ahora la habían relegado a un segundo plano, sólo la pelirroja se entretenía de vez en cuando con ella y de forma mucho menos intensa a lo que la albina le hacía a Batgirl. Pero Huntress no se hacía ilusiones, sabía que no tenía el aguante de su compañera, cuando ambas captoras pusieran su empeño con ella, no tardaría en sucumbir. Los gemidos de placer de Batgirl la sacaron de sus pensamientos, el rubor fue apoderándose de la Cazadora, notaba su entrepierna húmeda, y no tenía forma de aliviarse.

Mientras tanto, Kitsune, fuera de la celda, abrió el sobre y empezó a leer.

  • ¿Así que el secreto de la todopoderosa Wonder Woman está en su lazo… quién lo iba a decir?

Dos meses después. Mansión de Zoltan.

Zed, la esclava, se levantó temprano. El amo aún dormitaba en la cama pero ella tenía trabajo por hacer. Se agachó y, gateando, se fue hacia el armario. Cogió un uniforme limpio y se lo puso. No le tomó mucho tiempo, la única ropa que el amo le permitía llevar eran unas medias de red y un delantal negro con puntas de encaje blanco que no dejaba mucho lugar a la imaginación.

Como el amo le tenía prohibido andar de otra forma, gateó hasta la cocina a preparar el desayuno. Servir al amo era su único objetivo, y Zed era feliz con ello, ver la cara de satisfacción de Zoltan cuando ella hacía algo que lo complacía era todo cuanto necesitaba.

Sirvió el desayuno en una bandeja y con ayuda de una cadena se la sujetó alrededor del cuello. Mientras gateaba hacia la habitación, con la bandeja colgando delante suyo, cuidando de no verter nada, pensó en el extraño sueño que había tenido.

Era un sueño que se repetía numerosas veces. En él, ella no era Zed, la esclava, sino otra persona, una especie de maga todopoderosa que se enfrentaba a múltiples peligros para salvar a los inocentes. Mientras entraba a la habitación, sacudió esa pesadilla de su cabeza. Porque todo eso no eran más que pesadillas, ¿quién en su sano juicio, pudiendo servir al amo, preferiría correr riesgos y enfrentarse a villanos?

Cuando dejó la bandeja en la cama, el amo le acarició la cabeza, ella enseguida supo qué hacer, retiró las sábanas y acercó su cabeza a la cintura de Zoltan. Un gemido de placer recorrió al hombre mientras Zatanna empezó a succionarle su miembro con pasión. Ni en sus mejores sueños llegó a pensar que podría convertir a la poderosa maga en una esclava tan complaciente.

  • Zed, querida, hoy tendremos invitados, ya sabes qué tienes que hacer.

Sin dejar de jugar con sus labios, Zed asintió con la cabeza. A veces venía gente a visitar al amo, entonces ella se vestía de otra forma, como la maga con la que soñaba. Se adornaba con una camisa blanca, pantalones cortos y americana negra, completando su conjunto unos guantes blancos y un sombrero de copa.

El amo entonces le hacía hacer juegos de malabares y pequeños trucos de cartas ante los invitados. Trucos que él mismo le había enseñado. Esas veladas siempre terminaban con ella desnuda, tumbada en la mesa, en la alfombra o en el sofá, complaciendo a los amigos del amo. A Zoltan le gustaba verla así, y eso la hacía feliz.

CONTINUARA