La casita de peluche

Como encontré mi verdadera casita de peluche.

La casita de peluche

Mi nombre es Julia y el recuerdo de aquella casita de peluche me hace todavía temblar. Yo era entonces una chica algo frívola y ligerilla de cascos, a la que cuando se le calentaba el coco y lo que no era el coco tiraba por la calle de en medio, eso me había hecho coger una relativa fama de insoportable, creída y no se cuantos calificativos mas, hasta que por fin mi vista se posó en aquella casa a las afueras de la ciudad. Era una casa preciosa. CASITA DE PELUCHE. Rezaba un cartel en su puerta. Se vende. No se por que aquella casa comenzó a convertirse en una obsesión para mi. No paré hasta que se lo dije a la única amiga que me quedaba: Claudia.

Una casita de peluche, ¿Cómo los osos? – preguntó mi amiga medio en serio medio en broma.

Si, no te rías, a mi también me parece una tontería, pero tengo que ir a verla, tengo que entrar en esa casa.

Nada más fácil, llamamos a la inmobiliaria, diciendo que queremos comprarla y nos la enseñaran encantados.

Genial, Claudia genial. Vamos, allí hay un teléfono.

¿Tienes el número?

Lo tengo grabado en mi cabeza desde el primer día que vi la casa.

Bueno, pues allá vamos casa de peluche.

Llamamos por teléfono, mejor dicho mi amiga llamó y quedamos para la tarde. Las horas de espera en casa de Claudia se me hacían una montaña difícil de superar.

¿Qué hora es?

Cinco minutos más que la última vez que me lo preguntaste.

Lo siento Claudia, estoy muy nerviosa.

Deberías relajarte.

¿Cómo?

Yo te puedo dar un masaje.

Adelante, soy toda tuya.

Me salió de lo mas hondo de mi interior. Y Claudia se tomo mis palabras al pie de la letra. Empezó a darme un suave masaje por los hombros y el cuello. Reconozco que una sensación extraña empezó a recorrerme todo el cuerpo.

Fuera suéter.

Si fuera – le dije siguiendo su ritmo.

Fuera el sostén, la falda.

Si, hasta las bragas.

Hasta las bragas.

¿Quieres tocarme las tetas y el coño?

Quiero comerte toda.

Pero Claudia, ¿tu eres bollera?

Soy lesbiana, desde que nací y te quiero desde que te vi la primera vez en el instituto.

Eso era la explicación a que fuese la única que me soportaba, yo estaba desconcertada, pero a la vez caliente y es que Claudia había conseguido calentarme. Comenzó a besarme por todo el cuerpo, me lamía cada rincón de mi piel como si fuese el más preciado manjar y debo reconocer que me gustaba. Cuando al fin me dio un beso en la boca, la abrí para recibir su lengua hasta casi la campanilla. Mezclamos nuestras salivas en el morreo mas maravilloso que jamás había recibido, con una de sus manos comenzó a jugar con los labios de mi coñito que estaba completamente encharcado. De mi boca paso a mis tetas.

Las adoro, tienes las tetas más sabrosas del mundo.

Pues cómetelas son tuyas.

Y tu coñito, esta pidiendo amor a gritos, lo noto.

¿Quiere que te toque tu chocho putorra?

Si te apetece.

Claro que me apetece so guarra.

¿Hacemos un 69?

Siii..

Y comenzamos el 69 mas hermoso que me han hecho y he hecho en mi vida.

  • Me corrooo

  • Yo también, no pares, sigue chupándome la pepitilla, no pares, no pares

Estuvimos dos días seguidos sin salir de casa de Claudia.

¿La casa de peluche?

¿Quién se acuerda de la casa de peluche?

Rosa

Si mi amor.

¿Vienes?

Enseguida.

Te espero con el peluche abierto.

Voy.

Esa es mi verdadera casa.