La casada mal aprovechada
Cuando a un mujer no le dan en casa todo lo que necesita lo busca fuera.
Este es un trocito de la historia de una mujer casada en la cuarentena y muy mal aprovechada, muy mal aprovechada porque la mujer a la que voy a llamar Nuria, hacías que se corriera tres o cuatro veces y una hora después ya volvía a tener ganas.
Hace un tiempo iba a tener su primera cita con un hombre que conociera chateando aprovechando la circunstancia de que se acercaba a Vigo a realizar un trabajo de marketing, hablaba con el desconocido por el manos libres y de las cosas que se dijeran ya estaba cachonda cuando paró en el aparcamiento de un bar para comer. Estaba cerrado, pero servían comidas en el aparcamiento, y fue lo que hizo, comer y beber en su auto después de que le llevaran la comida. A su alrededor había coches y camiones con los camioneros dentro dando cuenta de sus comidas. Después de comer y beber, hizo lo que vio hacer, tomar la siesta, para lo que reclinó el asiento y le pasó lo que le pasaba siempre que tomaba la siesta, le entraron ganas de correrse. Le dio un toque a su cita de esa noche y volvió a hablar con él.
-Ayúdame con una fantasía que tengo. Solo necesito que escuches. Voy a tocarme e imaginar que es tu mano y tus dedos quienes me acarician y fantasear que alguien me está mirando mientras me tocas -se comenzó a tocar-. Tus uñas bajan rascando mi cuello. Tu mano derecha lo aprieta fuerte. Tus manos presionan mis tetas. Desabotonas mi blusa. Acaricias mis tetas. Un dedo de tu mano recorre mis labios se posa en mi lengua, te lo chupo -comienza a gemir-. Me quitas la blusa y me subes la falda. Yo tendida en el asiento de mi auto siento cómo se me mojan las bragas al pasar el dedo sobre mi clítoris. Estoy con las piernas abiertas y acaricias mis muslos -Nuria vio cómo la miraba un camionero y cómo se le movía el brazo derecho-. Pasas un dedo por mi coño mojado. Me miras y te masturbas. Metes un dedo dentro de mi coño. ¡Oh dios que gusto! ¡Qué morbo! -Nuria ya tenía sus ojos clavados en el camionero-. Mi coño ya está empapado. Sacas el dedo y me das a probar mis jugos. ¡Aaaaah! Disfrutas de mis tetas, las amasas, fuerte, suave, juegas con mis pezones. ¡Aaaaah, Aaaaah, Aaaaah! ¿Te gustaría lamer mi coño? Siento tu lengua en mi coño. Lame mi clítoris, más, más, más... ¡Oooooy! Ahora me metes dos dedos. ¡Aaaaah! ¡Oooooh! ¡Joder, joder! ¡Fuuuu! ¡Aaaaah! Me estás follando, tu cuerpo se frota en mi clítoris! Estoy empapada -un par de minutos solo de gemidos- ¡Me voy a correr! ¡Córrete conmigo!
Se corrió ella y oyendo sus estridentes gemidos se corrió el camionero y se corrió la cita de esa noche.
Por la noche se encontró con su cita, se llamaba Álvaro y era un tipo alto, moreno, con el pelo cano, algo mayor para mi gusto, pero a ella le gustó, ya que durante el postre, acaramelados, Álvaro le metió mano por debajo del mantel y al ver que no tenía bragas le hizo un dedo. Nuria al verse observada por uno de los camareros, un joven muy guapo y delgado. Volvió a sentir aquel morbo que la ponía a mil, y en poco tiempo el camarero vio cómo se le cerraban los ojos y se encogía mientras se corría en silencio.
Al acabar de correrse se puso la mascarilla y le dijo a su cita que iba al baño. Pasó por el lado del camarero, le sonrió y se fue.
Estaba lavando las manos cuando vio en el espejo la cara del camarero con la mascarilla puesta. Luego sintió cómo le levantaba la falda. Abrió las piernas para que la follara. El camarero antes de clavársela le lamió el culo bien lamido. Cuando se la clavó en el culo no se sorprendió, era demasiado guapo para ser heterosexual. Bajó una mano al coño y mientras el camarero le pulía el culo ella se pulió el clítoris. Sin un beso de por medio, y en poco tiempo, el camarero le llenó el culo de leche y ella se pringó la mano de jugos con una enorme corrida.
Tiempo después, en la habitación de un motel de carretera, Nuria estaba sentada en el borde de una cama y Álvaro abría encima de un mueble una botella de vino blanco, servía dos copas y acercándose a la cama, le decía:
-Me gustó ver cómo te corrías.
-Y a mí correrme
Le dio la copa, la levantó y le dijo:
-Por nosotros.
Chocaron las copas.
-¡Por nosotros!
Nuria bebió la copa de vino y después le bajó la cremallera de la bragueta del pantalón. Se llevó una buena sorpresa. Aquella polla tenía el grosor de un vaso de tubo y en reposo ya medía unos doce centímetros. Al mamarla no se puso más gorda, se puso dura, pero eso sí, estiro considerablemente mientras entraba y salía de su boca. Al tenerla dura lamió y chupó sus huevos sin dejar de masturbarlo. Al levantarse se dio la vuelta, Álvaro le bajó la cremallera de la falda, abrió el corchete y la falda cayó al suelo. Vio su culo, redondo y apetecible. Cuando le pasó la polla por el ojete Nuria pensó que le iba a romper el culo, pero estaba equivocada, del culo pasó a frotársela en el coño. Nuria puso las manos sobre la cama y sintió cómo la polla al entrar le llenaba el coño cómo nunca antes se lo habían llenado. Álvaro sabía lo que se hacía, mientras la follaba con suavidad le fue desabotonando la blusa, luego le abrió el sujetador y cuando las tetas colgaban y quedó solo con unas medias negras y un liguero azul, amasando sus tetas le dio sin compasión, a lo bestia, y a lo bestia se corrió Nuria, o sea, aullando cómo una loba y temblando una cosa mala.
Álvaro, al acabar de correrse, dejó que se enderezara y le quitó la blusa y el sujetador, Nuria se echó sobre la cama mientras él se desnudaba.
Entró en la cama y le comió las tetas, pero no de cualquiera manera. Las acariciaba cómo si fueran de cristal y tuviera miedo a romperlas. La punta de su legua rozaba los pezones, hacia círculos sobre las areolas y chupaba muy suavemente... De las tetas bajó al vientre y besó y lamió cómo haría un caracol, la velocidad no aumentaría al llegar a su coño empapado, con un dedo retiró el capuchón del clítoris hacia atrás. Con el glande fuera pasó la lengua entre los labios, despacito, los labios se fueron abriendo. Nuria entre gemidos levantaba la pelvis para que lamiera también su ojete, no se lo lamió, metió y sacó de él la punta de la lengua y después lamió un labio, el otro y luego le clavó la lengua en el coño... El clítoris seguía erecto esperando ser lamido, pero Álvaro lo ignoraba. Cuando Nuria volvió a subir la pelvis le lamió el ojete y después se lo folló, acto seguido le clavó y sacó la lengua en el coño una docena de veces. Después lamió lentamente de abajo a arriba con la lengua plana. La lengua aplastó el clítoris y se movió con celeridad de un lado a otro, Nuria exclamo:
-¡Me corro!
Álvaro dejó la parte de arriba de la lengua encima del clítoris y metió la otra mitad dentro del coño. Nuria gimiendo movió la pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo y Álvaro sintió en su lengua sus contracciones y los jugos agridulces bañar su lengua.
Al acabar de correrse Nuria, Álvaro salió de entre sus piernas, se bajó de la cama, echó otras dos copas de vino y al volver a la cama y dársela, y le dijo:
-Después de tomar el vino me gustaría que me follaras y que fueras mandona y atrevida.
Nuria poniendo la copa de vino en los labios lo miró a los ojos y le preguntó:
-¿Cómo de mandona y atrevida?
-Todo lo mandona y atrevida que quieras.
Nuria bebió el vino después se quitó las ligas y las medias, y le dijo:
-Ponte boca abajo.
Se puso y le ató las muñecas a la espalda, le dio la vuelta, subió encima de él, le puso el culo en la boca y le dijo:
-Come, cabrito.
Álvaro lamió y folló su ojete. Después le puso el coño, se lo lamió cómo un perro. Al culo y al coño le siguieron las tetas, después frotó la polla en su ojete, lo puso en la entrada, y le dijo:
-Fóllalo.
Álvaro empujó, pero Nuria le apartó el culo.
-Picaste.
-Cabrona.
-De cabrona nada, soy puta, muy puta.
Aplastó el coño contra la polla y lo movió desde la base hasta el glande y del glande hasta la base. Álvaro se moría por meter, pero Nuria se quería correr frotando. Cabalgó su pierna derecha y magreando las tetas frotó el clítoris contra ella cada vez más aprisa hasta que se corrió cómo una cerda. Y cómo una cerda le pasó el coño corrido por la boca antes de volver a coger su polla y meterla en el coño. Luego lo cabalgó cómo una amazona, con estilo, al paso, al trote y al galope... Al rato sintió cómo Álvaro se corría dentro de su coño y cómo la polla perdía dureza, pero la tenía tan gorda y tan grande que le valía igual. Lo siguió follando, en nada se la puso dura de nuevo. A punto de correrse le dio las tetas a mamar, unas tetas grandes con areolas rosadas y gordos pezones. Sintió cómo Álvaro se corría otra vez dentro de ella y se puso mala, malita, mala. Lo cabalgó de nuevo al gaolpe hasta que derrumbándose sobre él, dijo:
-¡Me mueeeeroooo!
Siguieron follando después de soltarlo, pero cómo había dicho al principio este es un trocito de la historia de una mujer casada en la cuarentena y muy mal aprovechada.
Quique