La casa del placer y la depravación 1

Una noble elfa huidiza y ninfómana, llega a un prostíbulo huyendo de la ley. Acepta la esclavitud y demuestra a su amo y a su nueva amiga lo dispuesta que está a quedarse allí.

Cabalgaba a gran velocidad huyendo de los soldados de mi padre. Me sentía muy débil, estaba herida, y tenía manchada de sangre la entrepierna, mucha. Me adentre en un bosque, mi caballo hizo un salto al que no me pude sujetar. Me caí al suelo, y mi caballo siguió corriendo. Perdí el conocimiento.

Al despertar estaba en una habitación, una mujer me limpiaba con un paño húmedo. Intenté moverme pero solo conseguí sentirme mal.

–Ya estás despierta, elfa–frunci el ceño

–¿Que hago aquí?–ella también era una elfa

–Te encontramos tirada en el suelo. Después de que pasara la tormenta. Estuviste enferma durante una semana. ¿Que ha pasado?

–Soy idiota, eso ha pasado.

–He escuchado muchas historias, venga cuenta la tuya.

–Mi padre quería casarme, con un elfo que yo sabía que había asesinado a su anterior esposa. Le dije que no me casaría con él, pero él firmó un acuerdo de matrimonio con ese cabrón. Usé un hechizo que...salió mal, me ha dejado estéril. Mi padre me... buscaba, se enfadó.

–Tu descansa, chica.

–¿Donde estoy?

–En la casa del placer de mi amo–respondió la chica

–Casa del…

–Necesitas comer y descansar. Mi amo te ha preparado una comida. ¿Puedes levantarte?

Intenté levantarme, pero mis piernas flaquearon. Me encontraba muy débil. La chica me ayudó a sostenerme y no caerme en el intento. La chica estaba en lo cierto, era una casa del placer. Había mujeres dando de servir a los asistentes, otras bailaban desnudas o semidesnudas, y otras se iban con sus clientes. Salí de allí, para ir a la alcoba de ese amo. Allí estaba él.

–He empezado a comer, sirvete, come y bebe lo que desees–la chica se sentó conmigo.

–Ya has conocido a Jana, te habrá contado que es eato–asentí

La comida nos llegó a las dos. Empecé a devorar con ansias la comida, y el vino. Él solo sonrió y siguió comiendo. Mientras yo comía, le contaba mi historia a ese hombre.

–No es la primera vez que nos llega una chica como tú–le miré, interesada–Hablemos después de que comas.

Comí carne, verduras y algo de frutas. El hombre era bastante rico, muchas de estas verduras eran de la otra punta del continente. Terminé de comer, y Jana me pasó un pañuelo para limpiarme la boca.

–Me llamo Dirm, aunque puedes llamarme amo.

–Yo me llamo Elia. Bueno, esto es una casa de placer, ¿no?

–Si, eso es lo que es. Hay muchas mujeres elfas , más de las que te piensas que llegan aquí, huyendo de su destino.

–Nos entrenamos desde pequeñas, como los chicos. Vamos a la batalla, pero pronto nos vemos obligadas a casarnos. Yo no quise eso para mí.

–Tu padre te buscará, y tiene su derecho. No puedo protegerte como liberta. Él vendrá, pasará a la fuerza, o como cliente y te buscará. Si no lo hace y sospecha que estás aquí, pedirá ayuda al rey. Tendremos tropas del rey buscándote, entrarán te llevarán y serás llevada a una cárcel. Por otra parte, si accedes a  ser mi esclava, podré protegerte.

–Si accedo a tal cosa, y te cedo mi libertad…

–Serás mi propiedad. Me servirás, o trabajarás como prostituta tu decides.

–Ahora mismo mi padre me estará buscando, no tardará en llegar aquí.

–Además tenemos la fama de acoger a chicas elfas. Sospechará de este lugar.

–Maldita sea, de acuerdo. Seré tu esclava,  haz lo que tengas que hacer. Que los dioses me perdonen

No llevaba dinero encima, y sabía de sobra que lo que decía era cierto. Así que acepté su propuesta. A pesar de todos los riesgos que entrañaba aquello. Jana me trajo un bastón en vez de usarla como apoyo. Nos levantamos y me llevó a lo que debía ser su oficina. Me puso en la mesa algo que debía ser un contrato. Me dió una pluma y firmé todas las partes del contrato de esclavitud. Se colocó justo detrás mía, y me cogió una mano. Me hizo un corte en la palma de la mano y selló el contrato con sangre. Jana se aseguró de guardar bien el contrato.

–El collar y el marcado puede esperar. ¿Eres virgen?

–No, no lo soy. Tuve sexo una vez por...mi vagina, pero casi siempre fue por el culo. Eso sin contar las veces que hice de puta de hoguera, en los festivales de la fertilidad.

–¿Entonces ya tienes experiencia?

–Si–su mano bajó a mi entrepierna, dejé que me desvistiera con sus manos

Pronto me quedé desnuda con él detrás de mí. Jana se llevó toda mi ropa.

–¿Cómo prefieres empezar?

Me senté en la mesa y me abrí de piernas. No sentí pudor al estar desnuda ante él. Su miembro ya erecto penetró mi vagina, gemí como nunca. Me abracé a él y empezó la penetración. Mientras mi nuevo amo me tomaba, Jana se estaba masturbando al vernos fornicar.  Sentí como me partía en dos con su polla.

–Has dicho que hacías de puta de hoguera

–Si, ahh–dije entre gemidos

–¿Entonces no te importará hacer lo mismo para mí?

Puso su mano en uno de mis pechos, tenía la fama de tener grandes pechos. Esperé a responder cuando hubiéramos terminado. Tras un largo tiempo sacando y metiendo su polla de mi interior, y tras darme varios orgasmos, se corrió en mi interior.

–Ya he aceptado ser tu propiedad, haz lo que quieras conmigo.

Los elfos tenemos una noción de la sexualidad bastante abierta, no tenemos pudores en eso. Lo que no le conté es que, no me buscan solo por esterilizarme. Digamos que me gusta ser una yegua con mis superiores. Por supuesto la idea de ser la esclava de alguien más no me gusta, pero me salvará de las consecuencias de lo que he hecho. Jana se desnudó y se arrodilló ante mi entrepierna. Lamió el semen que se había escapado de mi coño. Entonces mientras recibía una comida de coño de aquella esclava, Dirm se colocó detrás de ella. Se tocó hasta que volvió a tener una erección. Dejó de comerme el coño y se puso en posición, dejando su culo a merced de su amo. Se apoyó en mis piernas, y Dirm la penetró. Mientras ella era follada, me sonreía y gemía.

–¿Usas la magia de control mental para someter a tus esclavas?–aceleró la penetración y le dió más fuerte a su esclava

–No me gusta la magia de control mental, me parece despreciable. No, Jana es una zorra por cuenta propia.

Me fijé en los ojos de Jana, eran de color gris, y era una elfa como yo. No obstante, parecía más adulta, por lo que debía tener unos cuantos siglos más que yo. Acercamos nuestros rostros y nos besamos.

–Ella era una noble de alta cuna, y una adicta al sexo. Tanto que no podía controlarse. Decidieron repudiarla, y años después llegó a mi.

Jana no añadió nada más. Se dedicó a dejarse penetrar, y gemir como una posesa. Hasta que Dirm cambió de agujero, y se corrió en el coño de su esclava. Sacó su miembro y se sacudió la polla.

–En un par de días te pondrás a trabajar, cuando te recuperes–asentí–Aunque con el sexo no tienes problemas.

Tras comer me sentía mejor, pero prefería asimilar mi nuevo estatus. Andé con el bastón de nuevo hasta mi habitación, pero Jana me detuvo.

–Tienen que ponerte el collar, y marcarte.

–¿Eso no puede esperar?

–Será rápido, vamos.

Suspiré y acepté ir con ella. Serían unas formalidades, pero unas formalidades necesarias. Así quedaba patentado que era una esclava, y que mis crímenes quedaban absueltos. Me dolía la pierna al andar y eso que usaba bastón. En la caída debi lesionarme la pierna. Me llevó hasta la herrería, le acababa de poner un collar a una esclava. La despachó y me dejó la herrería libre.

–Ponte en el cepo, Elia–me ordenó Jana

Obedecí a regañadientes, y me dejé atrapar allí.

–Ahora dime la verdad, Elia. ¿Por qué has aceptado la esclavitud con tanta facilidad? Hay chicas que huyen de su destino, elfas que han sido obligadas a dejar morir a sus bebés o elfas que no querían vivir en Hizunia. Pero eran chicas que la mayoría, trabajan aquí un par de días y se van. Solo tenemos diez chicas elfas que se hayan quedado. Así que, ¿qué has hecho para querer aceptar la esclavitud?

–Nada, ya te lo he dicho, no quería un matrimonio obligado.

–No mentías, pero no es toda la verdad. Y te juro que averiguaré lo que ocultas.

–¿Y a ti que te importa?

–Me importa por qué Dirm es buen amo, y mejor hombre. No hay muchos como él, y no quiero que te aproveches de su benevolencia para huir de tus crímenes. Marca a Elia, que le duela. Has aceptado ser su esclava y dejarte follar a la mínima, eso ya es una pista

Grité de dolor cuando el herrero me marcó, se me saltaron las lágrimas. Me ofreció alcohol, que bebí todo lo que mi boca permitía.

–La mayoría de elfas trabajan aquí de bailarinas, o dan un par de mamadas. Solo las putas de hoguera han decidido quedarse, por lo que tú eres una de ellas…–el herrero me soltó del cepo

–No eres quien dice ser–me acerqué a ella y me puse a su altura. La miré a los ojos–Los ojos grises son el color de ojos más raro entre elfos. ¿Quién eres? ¿La bastarda de quién? Eres alguna bastarda del primogénito, que cayó muerto, o una hija de la primogénita, que no te quiso. ¿O eres una hija del rey? ¿Cual es tu historia, Jana? ¿Ese es tu nombre? Si quieres que te cuente porque me he refugiado en mi esclavitud, más te vale contarme tu historia.–estábamos rostro con rostro, ni siquiera me había percatado de mi desnudez

–Eres una sangre de la luna, eres puta por bendición de la diosa. Hablemos en tu habitación.

Debería haberme vestido, cuando dejé la habitación del amo. Habría dado menos pistas. Ya que estaba así, no quise vestirme de nuevo.

Las dos entramos en la casa del placer otra vez. Unos hombres nos detuvieron, querían unas putas a las que follarse. Jana aceptó por mi. Esos hombres estaban sentados con jarras llenas de cerveza.

–Mi chica se ha hecho daño en la pierna, tratadla bien.

Querían hacerlo allí mismo. Yo me puse contra la mesa, ofreciendo mi cuerpo ante ellos. No aparté la mirada de Jana en todo momento. Mientras uno de ellos abría mi culo, y entraba en él, el otro se iba con Jana que ya tenía la polla de uno de los clientes en su coño. Ella recibía una doble penetración que por su expresión disfrutaba, mientras yo era enculada por otro de ellos. Bebía la cerveza encima mía, y caía parte de su bebida sobre su espalda. Era asqueroso, y no me hizo disfrutar. Para fortuna mía, el que le daba por culo a Jana se cambió por el que me lo daba a mi. Entonces pude disfrutar de ser enculada por fin. Se sintió como si me abrieran en dos con esa polla. Al ver ese hombre que no me quejaba por el dolor, me cabalgó como un puñetero animal.

–Si, si, por favor.–sonreí de puro placer mientras tenía la polla de ese hombre en mi culo, me mordí el labio–Dioses.

Se habían corrido dentro de mi compañera, y le habían dejado el pago. Se fueron y me dejaron con la polla de aquel hombre un poco más.

–Claro que eres una zorra lunar.

Estaba siendo enculada en una mesa, y yo no sentía ningún tipo de vergüenza para ser nueva aquí. Ni me opuse ni me sonrojé. Mi confesión fue mi orgasmo al sentir el semen de aquel desconocido en mi culo. Dejó el pago sobre la mesa y se fue también. Me cogió de la mano, y me sacó de allí. Me llevó a unos baños, que pertenecían al lugar. Solo había chicas, algunas  con collar de esclava y otras sin collar.

–Antes de meterme en el agua, deja que haga una cosa. Ponte a cuatro patas.

Así lo hice, abrió mis nalgas y lamió mi culo en busca de rastros de semen. Me pareció raro y extraño, pero dejé que lo hiciese si ese era su deseo. Después de aquello, nos metimos en el agua.

–No soy una bastarda, Elia, tengo sangre real.–confesó con voz triste– Yo era la tercera hija, del padre del actual rey. Thramgeir se llamaba mi padre

–Oh, dioses…

–Si, pero escúchame antes de decir nada. Yo era una gran general, estaba invicta. Nadie me había ganado en batalla. Mi padre empezó a volverse loco, paranoico, ya lo sabes todo. Masacró a casi todos sus hijos e hijas, excepto a mí y  a algún nieto suyo. Le seguí a pesar de haber asesinado a mis hermanos, y luché contra el menor de mis hermanos. No había quien me venciera así que idearon un plan retorcido y macabro para deshacerse de mí. Conocí a una bella elfa, no tienes ni idea de lo bien que follaba y como movía su lengua. Sin querer fui cayendo en sus garras. Empezó a cambiar mi mente, penetrar en ella. Las posteriores batallas las fui perdiendo, luchaba cada vez peor. Sin embargo sentía un deseo de follar y comer pollas que fue mi perdición–un par de lágrimas cayeron del rostro de Jana–Mi padre me expulsó, y mi hermano se burló de mi desgracia.

–Mamonazo.

–Ya no soy esa princesa guerrera, ahora soy una puta comepollas. Esa es mi historia. ¿Y la tuya? No quiero que Dirm se meta en problemas por tu culpa.

–Ya sabes que soy una puta lunar, lo has visto. Mis superiores me follaban, era la puta de mis generales. Me follaban en las mesas, y mientras gemía para mí general. Una de las princesas, Mylanna, lo descubrió. Me usó para sacarles información a algunos militares. Esa puta princesita, me metió en líos en los que no debí meterme. Me quedé embarazada, varios generales querían mi cabeza. Rompí un acuerdo de matrimonio, aborté con magia, algo prohibido en Hizunia, y aquí estoy. Ya tenemos algo en común, dos miembros de la familia real nos han puteado.

–Odio al rey y a sus hijos e hijas. ¿Tu también?

–Si, mucho

–Enseñame como lo hacías con esos generales.

Saqué el torso fuera del agua. Debajo del agua, sentí como una mano bajaba a mi cintura.

–Mmm, mi princesa, mi general.

–Eres mía soldado

Me hizo ponerme contra su pecho. Sentía sus tetas sobre mi espalda, mientras ella me masturbaba. Besó mi cuello.

–Mi general, seré tu consuelo.

–¿Consuelo?

–Consuelate conmigo, por lo que te hizo el nuevo rey.

Me di la vuelta y Jana estaba llorando, o eso creí por su rostro triste. La besé con pasión. Nuestros pechos se tocaban. Ella se calmó y me siguió el juego. Me abrazó y me siguió besando.

–Ojalá ser hermafrodita para poder tomarte como hacen los amantes.

–Dicen que si rezas a la diosa del eclipse, puede concederte su don.

–De momento no puedo hacerlo como lo hacen los hombres, pero quiero que me hagas disfrutar.

Salimos de los baños. Nos secamos y no se demoró en llevarme hasta mi habitación. Ignorando a todos los clientes que querían algo con nosotras. Paró a una mujer y le susurró algo al oído. Nos metimos en la habitación y se me echó encima mía. La empujé a la cama y fui a gatas hacia ella.

–¿Has tenido sexo con mujeres?–preguntó Jana

–Te he dicho que era la puta de mis generales, y los elfos tenemos generales elfas. Las elfas a pesar de no tener polla eran mejores amantes.

Hice un camino de besos desde sus labios, pasando por sus pechos hasta su coño. Le comí el coño, la hice gemir y le hice ver las estrellas. Entraron a nuestra habitación. Hice el ademán de voltearme y ver quien era.

–No...ahh...pares. Si ahh perrita mía.

Sus palabras eran deseos para mi. Finalmente Jana llegó al orgasmo. Levanté la cabeza y miré a Jana.

–No cambies tu posición.

Se levantó de la cama, y habló con una mujer. No entendía que decían, hablaban en un idioma desconocido. Se cerró la puerta y algo se acercó a hacía mi.  Era Jana, me dió una almohada para apoyar la pierna lesionada. Sentí como una polla se abría paso por mi coño, volteé la cabeza y era ella.

–Un arnés, lo usamos para hombres con gustos extravagantes o con alguna mujer.

No me folló como un animal, me tomó con pasión. Su polla artificial me penetraba lentamente, y luego salía.

–Ahora entiendo porqué les gusta esta posición, es increíble–me dió un manotazo en mis glúteos.

–Mi princesa hazme tuya–se lo supliqué

Aceleró la velocidad con la que me penentraba. Puso sus manos en mi cintura. Tuve un orgamo y me corrí en abundancia. Pero ella siguió hasta que me dio incluso otro orgasmo. Sacó la polla de mi coño. La puso en mi boca, y lamí mis jugos. Mientras mamaba la polla de plástico, mantuve contacto visual con Jana. La sacó de mi boca y me entregó el arnés.

–Ahora si que te puedo dar la bienvenida a la Casa del Placer de Dirm, Elia.

–Gracias

Me he demorado en sacar este nuevo relato para darle tiempo a su continuación. Si queréis que continúe Montura Salvaje o queréis que me centre en esta, decidlo