La casa de labranza (4)

El regreso de mi madre a nuestra casa y nuestro maravilloso viaje a París.

Mi vida ha entrado en una espiral deliciosa, tanto que pienso que no se puede ser más feliz de lo que lo somos mi madre y yo. Desde que me dijo que la había dejado "preñada", mi ego subió muchísimos enteros y cuido a mamá como si me fuera la vida en ello; y nunca mejor dicho, porque ahora, gran parte de nuestra vida, se concentra en ese espacio tan pequeñito de su cuerpo en el que yo estuve hace tiempo y en el que ahora se está gestando nuestra pequeña.

Después de la temporada en la que mi madre, sensatamente, me dejó solo, llegó por fin la hora tan esperada del reencuentro. Cuando la fui a buscar al pueblo, en cuanto nos quedamos solos en el coche, la miré a los ojos ya sin disimulo y la encontré bellísima, tan radiante como siempre pero con un delicioso brillo en su mirada; nos besamos en la boca aunque no tan efusivamente como quisiéramos, pero no nos importó porque a partir de ahora, tendríamos todo el tiempo del mundo para hacerlo.

En cuanto llegamos a casa, saltamos uno en brazos del otro, nos besamos con ternura, pero también con lujuria, queríamos decirnos sin palabras todo lo que nos queremos y la felicidad que nos embriagaba estar de nuevo juntos, así que a la vez que nos besábamos, nos íbamos desnudando, acariciándonos todas las partes del cuerpo que íbamos dejando al descubierto y en cuanto ambos estuvimos desnudos, mi madre me fue empujando hacia atrás, muy despacito hasta que me quedé sentado en el sofá de nuestra casa, luego se arrodilló entre mis piernas y empezó a mamarme la verga con una suavidad infinita; me la ensalivó toda, incluidos los huevos, y luego me dio varios mordisquitos en el capullo que me supieron a gloria, de pronto se detuvo para preguntarme con su melodiosa voz:

-¿Me echabas mucho de menos?

-Muchísimo, mamá, os eché muchísimo de menos a las dos, y no sabes lo feliz que soy ahora que ya estamos otra vez juntos

-Y lo vamos a estar ya para siempre, si tú quieres, cariño, me vas a tener siempre que quieras… porque a partir a ahora mamá se entregará a ti cada vez que se lo pidas...

-Te lo pediré todos los días, mamá... porque te quiero

-Qué feliz me haces diciéndome eso…, yo también te quiero; te quiero más que a nadie en el mundo, mi amor, y mi mayor felicidad es estar contigo...

Seguía chupándome la polla y acariciándome los huevos, mientras yo acariciaba sus tetas, me conoce tanto y tan bien, que ya sabía que estaba a punto de correrme, entonces se paró un momento y me preguntó:

-¿Dónde quieres correrte cariño, dentro o fuera de la boquita de mamá?

-Ahora quiero correrme en tu boca, mamá, pero luego quiero follarte hasta que grites de placer, quiero volver a verte feliz a mi lado.

-Así ya me tienes, hijo... me tienes feliz y me tienes entregada a ti

Siguió chupándome hasta que solté tal cantidad de semen que le llenó la boca y le embadurnó parte del rostro, y cuando le cayeron varias gotitas sobre sus tetas, mi madre se las empezó a sobar esparciéndose por ellas mi leche y me dijo:

-¡Cómo me gusta, cariño...! ¿tú has disfrutado con mamá, mi cielo?

-Muchísimo, mamá, es una gozada...

-Pues desde hoy ya volveremos a hacerlo cada vez que quieras, mi amor, porque he vuelto para convertirme en tu mujer para todo... para todo...

Le levanté la carita, todavía con parte de mi grumo corriendo por ella y la besé en la boca, luego la hicé sobre mis brazos, la llevé a nuestra habitación y la deposité con suavidad sobre nuestra cama, la tumbé en ella y empecé a comerle el coño que lo tenía mojadito y delicioso; le di varias lamidas suaves en el clítoris y luego lo agarré con mis labios, tirando de él hacia arriba.

Mamá estaba estrujándose sus bellísimas tetas, se apretaba los pezones y tenía los ojos cerrados, a la vez que se mordía los labios del gustazo que le daba.

Luego se incorporó sobre sus codos y estuvo un rato mirándome alegre y sonriente mientras la chupaba, tenía la cara feliz y sudorosa; jadeaba en voz muy baja cada vez que yo le metía la lengua dentro de su precioso coñito; entonces me separé un poquito de ella y le pregunté:

-¿Qué tal, mamá… …qué tal con tu nuevo marido?

-Estoy disfrutando muchísimo, amor mío, te quiero más que a nadie en el mundo... te quiero...

Según estaba incorporada, dejé de chuparle en coño y me recosté a su lado, le metí el dedo corazón de la mano derecha dentro del conejito y con la mano izquierda la cogí por el cuello y le dí un beso de fábula en la boca, empezamos a morrearnos cuando ella separó un poquito su boquita de la mía y me susurró:

-Cariño, voy a correrme con tu dedito...

Se abrazó a mi cuello con fuerza volviendo a pegar su boca a la mía mientras yo movía repetidamente mi dedo dentro de su coñito hasta que se corrió ruidosamente, luego, se fue moviendo muy despacio, mirándome a los ojos con lujuria hasta que se puso a cuatro patas en la cama y me dijo:

-Ahora fóllame a conciencia, cariño, fóllame porque el cuerpecito de mamá ya siempre será tuyo, amor mío...

Coloqué mis manos en su cintura y le metí la polla que le entró hasta el fondo al primer golpe debido a que tenía el chochito mojadísimo, empecé a bombearle adentro y afuera, con rapidez, luego me calmé y empecé a metérsela con fuerza para sacarla muy despacio, a mi madre aquello la volvía loca, se apoyó sólo con una mano y con la otra se acariciaba las tetas aunque, más que acariciárselas, se las sobaba; entonces con la polla dentro, empecé a moverla de un lado para otro de su coño, hasta que mi madre empezó a gemir en voz alta, diciéndome:

-Dame muy fuerte ahora... dame fuerte… fuerte… ahora cariño... que me corro... que me corro...

Yo le dije que también iba a correrme, entonces me pidió que nos diéramos la vuelta, se tumbó boca arriba abriéndose de piernas, ella misma me cogió la polla y volvió a metérsela, abrazándose a mi cuello y diciéndome:

-Es que quiero mirar tu carita cuento te corras dentro de mamá... vamos, amor mío, córrete en mi coñito ahora... córrete para mamá... córrete para mamá y para nuestra hijita… así cariño... así... así... sí...

Le solté toda la corrida dentro de su coñito mientras ella meneaba su culito debajo de mi, fue una corrida apoteósica, y le dije:

-Fue delicioso, mamá, delicioso; y creo que tú aumentaste mi fuente de placer haciéndome mención a nuestra hijita… fue delicioso.

-Pues claro, cariño, ¿qué piensas… que sólo yo voy a darle lechita… ? tanto ella como yo vamos a necesitar la tuya… y ¿sabes?, cuando tenga 18 ó 20 años y mamá ya no pueda darte tanto placer como ahora, le enseñaremos a ella también… seremos las dos para ti

Aquella tarde apenas tuvimos tiempo para mucho más, porque había reservado los billetes Asturias-Madrid y Madrid-París para aquella misma noche, así que le dije a mi madre que se guardase el resto de besos, mimos y caricias que tenía para mí, que ya me los daría en otra ocasión, uno a uno.

Aquél viaje a París, iba ser el primero de la nueva relación con mi madre y la primera vez que ambos salíamos juntos, así que no había querido escatimar gastos y cuando hice la reserva, alquilé una suite en uno de los hoteles más lujosos que encontré, y la verdad es que mereció la pena.

La suite era de auténtico lujo, con una cama amplísima y sobre ella, nada más llegar, mi madre y yo nos pusimos a follar como locos, ella decía que estaba coladita por mí y que, su única misión en este mundo, era el de hacerme feliz y el de volver a quedarse preñada de mí tantas veces como yo quisiera.

Mientras mi madre me decía esto, la tumbé boca arriba y yo me puse sobre ella en posición invertida, y empezamos a hacer un maravilloso 69, ambos gemíamos en voz baja de la excitación que teníamos, ella se había metido mi polla en la boca, lamiéndola muy despacio y yo le cogí el clítoris con los labios y empecé a tirar suavemente de él mientras se lo acariciaba con la lengua.

Cuando no pude aguantar más tiempo me puse de rodillas detrás de ella, me cogió la polla y ella misma la llevó hasta la entrada de su coñito, empezó a menear muy despacio el culito y dijo:

-Es delicioso… aunque el incesto sea un pecado, es maravilloso ¿verdad?

Yo no le dije nada, seguía bombeando en su coño, agarrándola por las caderas con una mano y sobándole las tetas con la otra, hasta que me dijo:

-Me corro, cariño... tengo el coño empapado de tantos calditos como me salen de él y me corro... me corro para tí... ya... ya ...

Entonces como yo no me había corrido, se la saqué del coño y se la metí en el culito, al principio entraba con dificultad, pero luego mojé la polla de nuevo en su coño y la lubriqué en él, ella giró su cara preciosa hacia mí y me susurró:

-Métemela ahora en el culo, mi amor… me da igual que pienses que soy una golfa, cariño, pero necesito correrme otra vez ...

-No, mamá, no quiero que pienses que eres ninguna golfa, piensa que somos madre e hijo amándonos hasta el infinito

Estaba empalándola muy despacio, porque entra muy ajustada en su delicioso culito, y cuando había entrado más de la mitad, me dijo:

-Empuja fuerte, cariño, que quiero entregarte otra vez mi culito… quiero recordar el placer de sentirme otra vez enculada, mi amor

Tal y como mi madre me pidió, se la metí hasta el fondo, ella pegó un grito que yo pensé que era de dolor, por lo que se la saqué, le besé la espalda y le dije:

-Perdóname, mamá, perdóname, cariño... no quería hacerte daño...

-No, ccariño… no la saques... era de placer, mi amor... gritaba de placer... vuelve a metérmela, por favor...

Al decirme esto, volvió a metérsela en el culito y después de atizarle un rato, le di la vuelta, ella se abrió de piernas y volví a metérsela por el coño, nunca en mi vida le había visto el coñito tan caldoso como lo tenía en ese momento, así que volví a bombear dentro de él y cuando llevaba unas pocas sacudidas, me dijo:

-Me corro otra vez, cielo... has hecho que mi coñito se encharque y me corro otra vez como una perra, mi amor... córrete tú también dentro de mi coñito, córrete dentro de mí… dentro de mí...

Yo solté toda la carga que tenía, que era mucha debido al calentón que llevaba y me vacié completamente dentro del coño de mi madre, que decía:

-Así... así... mi vida... mmmm, ¡qué calentita…! toda calentita para mí...

Estuvimos un buen rato abrazados, besándonos a veces con piquitos y otras con desesperación, luego se incorporó, se abrazó a mí besándome varias veces en el cuello en boca y me pidió:

-No me dejes nunca, hijo... ahora que he empezado a disfrutar otra vez contigo, no me dejes nunca, porque me moriría de dolor...

-No, mamá –le prometí- para mí también es tan delicioso como para ti, así que mientras tú me quieras a tu lado, yo no te dejaré nunca… no "os" dejaré nunca.

Sellamos nuestra promesa con un delicioso beso, y después del primer polvo que habíamos echado en París, fuimos a dar un paseo por la ciudad; yo iba tan caliente abrazado a mi madre, besándola cada poco, sin miedo a que nos viera nadie, que le pedí que se comprara ropita erótica, ya que quería verla bonita para mí. Entramos en unos grandes almacenes y mi madre se compró varios vestidos anchos, aunque muy cortitos, y me dijo sonriendo:

-Pronto empezarán a hacerme falta, pero el hecho de tener barriguita no quiere decir que no pueda enseñar las piernas para encelar a mi hijo

-Para mí, tú siempre estarás guapa, mama, y lo sabes… –le respondí.

-Ya, ya… pero ahora "ella" y yo vamos a tener que cuidarnos mucho más, para que sólo te fijes en nosotras

Aquella referencia a su preñez, hizo que empezara a sentir un cosquilleo en mi polla, preludio de otra inminente erección, así que me acerqué a mi madre, le di un besito en los labios y le pregunté sonriendo:

  • ¿Tú qué es lo que quieres, tenerme siempre caliente?

-Ojalá lo consiguiera, mi amor, así no me dejarías nunca

-Ya te he dicho que no pienso dejarte nunca, mamá, y espero que tú a mí tampoco

-Yo nunca te dejaré, cariño, te quiero tanto que no podría hacerlo; ahora ya no podría vivir sin poder ser tuya cada día, así que, ya lo sabes, -me dijo sonriéndome con su carita maravillosa- tu madre y tu hijita vamos a estar siempre contigo, cariño, siempre, y ya verás lo feliz que te vamos a hacer.

Seguimos mirando ropa y vi un vestido que me gustó especialemente, le pedí que se lo probara y como le quedaba divino, se lo compré, es un vestido negro, ajustadísimo y muy corto, tanto que apenas le tapa el culito y que, además, le deja toda la espalda al aire.

Después del paseo y de la compra de ropa, volvimos al hotel donde nos duchamos y nos cambiamos para bajar a cenar, le dije a mi madre que quería que se pusiera lo más hermosa posible para mí, y que bajase con aquél vestido tan provocativo que habíamos comprado. Ella al principio me dijo que no, que ese vestido es para ponerlo en casa cuando estemos solos, que le daba vergüenza ponérselo en público.

Añadió que, aunque además de mi madre, es también mi esposa y mi amante, se entrega a mí porque me quiere con locura, pero que no quería parecer una puta, por eso no quería ponérselo, porque le daba mucha vergüenza que la vieran así.

Intenté convencerla a base besos, le dije que dentro de poco, en cuanto empiece a crecer su barriguita, va a tener que guardarlo en el armario una buena temporada y no va a poder ponérselo, le dije también que la quiero, que me haría muy feliz verla lo más provocativa posible, al menos por aquella noche en aquél lujoso hotel… le dije tantas cosas que al final la convencí y se puso aquél delicioso vestido, cortito, ajustado y sin espalda, luego se calzó unos zapatos de tacón muy alto que elevan su precioso culito y se lo hace precioso, y no se puso sujetador, con lo que, debido a la excitación que tenía y a lo estrecho del vestido, se le marcaban claramente los pezones.

Cuando entramos en el comedor del hotel, todas las miradas, tanto de hombres como de mujeres, se dirigieron hacia ella que las notó y le dio vergüenza, pero yo le pasé un brazo por la cintura atrayéndola hacia mí y le dije al oído:

-Te quiero, mamá, y quiero que estés orgullosa, primero de lo buenísima que estás y segundo, de lo feliz que estás haciendo a tu hijo.

-Ya veo que te gusta llevar a tu lado a una puta, cariño –me susurró mi madre entre dientes y con un lenguaje que no conocía en ella hasta ese momento, sin duda provocado por la calentura que también ella tenía- pues voy a parecerlo, hoy voy a parecer una puta para tí...

Cuando se sentó, se levantó un poco más el vestido, para que todo el mundo le viera bien los muslos en su totalidad y empezó a jugar con sus pies por debajo de la mesa, llegando a acariciarme la polla con uno de ellos, cosa que me calentó a tope.

Después de la cena, entramos en la sala de fiestas del hotel, un sitio pequeñito y con poca luz; en una esquina había una pequeña barra y en el centro había una pequeña pista de baile rodeada de algunas mesas con butacones muy bajos.

Aquél era el ambiente idóneo para una pareja de enamorados y mi madre y yo lo éramos, así que nos sentamos en una mesa y pedimos unas copas; el ambiente era muy agradable, la música lenta… la luz muy tenue… mi madre a mi lado… Le dije que estaba deliciosa y la saqué a bailar. Cuando nos abrazamos, empecé a acariciarle el culito por encima del vestido, ella se pegó a mí restregando sus tetas contra mi pecho y me susurró muy bajo:

-¡Qué caliente estoy, amor mío…!, cómo me gusta estar así vestida… es como si en vez de una mamá fuera… eso… la palabrota que se me escapó antes… ¿te calienta que mamá se haya vestido así para tí, cariño?

-Mamá, no creo que haga falta que te diga nada, porque notas la dureza de ahí abajo,¿verdad? todo gracias a tí, mamá, mira cómo me tienes

Estuvimos un rato bailando y como apenas había nadie para que se fijara en nosotros metí las manos por debajo del vestido de mi madre y le acaricié el culito jugando con la cinta del tanga que tenía incrustada entre sus preciosas nalgas; luego nos fuimos a una esquina, la apoyé de espaldas contra la pared para que no pudieran verle la espalda, le pasé una mano bajo la cinta del tanga y estuve un buen rato jugando con su culito y con el hilo del tanga, tirando de éste hacia arriba para que por delante se le metiera dentro del coñito; mi madre me pasó las manos por detrás del cuello, besándome con lujuria y me dijo:

-Estoy muy cachonda, cielo, no sé si era esto lo que querías, pero me tienes a mil, mi vida… los calditos me están resbalando por las piernas... estoy gozando delante de todo el mundo, dejándome meter mano por tí...

La puse frente a mí sin dejar de apretarle el culito y nos dimos un beso que duró media eternidad, luego mi madre se separó para mirarme con lujuria y me susurró:

-Vámonos a la habitación, hijo, porque ya tienes a mamá tan caliente como querías tenerla y quiero tenerte dentro, quiero que te pases la noche entera dentro de mi, cariño, para que nos quitemos la calentura que tenemos...

Cuando subíamos en el ascensor, le metí mano en el coñito que tenía empapadísimo, entonces me dio un besó y me dijo:

-¿Ves cómo voy, cariño? mamá se derrite en tus manos, corazón...

Al llegar a la habitación, le subí el vestido hasta la cintura y, sin darle tiempo a que se lo quitara, empezamos a follar encima de la cama, ella iba aún con los zapatos y con el tanga puesto, porque no le dejé que se quitara nada y cuando llevábamos un ratito follando y estábamos super-calientes, me separé de mi madre, marqué el número de mi casa y, como un paso más en nuestra frenética calentura, le dije a mamá que hablara con mi padre.

Mi madre se puso a cuatro patas encima de la cama, hablando con mi padre y yo me puse detrás de ella, mojé la polla en su coño y se la metí en el culito, mi madre quería quejarse pero no podía debido a que hablaba con su marido, y cuando tuvo toda mi polla encajada dentro del culito, le dijo a mi apdre que el teléfono iba mal y que se cortaba, lo colgó, y me dijo sonriéndome:

-¡Qué cabrón eres, hijo...! pero empuja… empuja fuerte dentro de mamá… fuerte, cariño, que me estás matando de gusto...

Estuve atizándole por el culito un buen rato, luego cambié de agujero y se la metí otra vez en el coño, hasta que me susurró:

-Córrete dentro de mi coñito, hijo, córrete como lo estoy haciendo yo... córrete dentro de mí, amor mío... danos tu lechita a mamá y a tu hijita… así... así...

Cuando nos corrimos, nos tumbamos abrazados encima de la cama y mi madre me dijo entre beso y beso:

-Qué fácil te resulta hacer que me corra, cariño... ahora quiero que me quites las braguitas... quítame las braguitas, mi amor, y si tú quieres bajamos otra vez al bar y voy sin ellas… porque si te calienta llevar a tu madre sin braguitas, mamá se las quita para tí...

Volvimos a bajar a la sala de fiestas, pero esta vez mi madre iba sin tanga, y como le había subido el vestido hasta la cintura cuando follamos, ahora lo tenía arrugado y le quedaba aún más corto que antes. Cuando llegamos a la sala de fiestas ya no había nadie, así que estuvimos un rato bailando muy juntos, morreándonos y luego nos metimos en el aseo de mujeres.

Mi madre se arrodilló a mis pies y volvió a chuparme la polla un buen rato, hasta que la levanté, la apoyé sobre la taza del retrete y se la metí por detrás, agarrándola por las caderas.

Me daba un morbazo enorme que, teniendo una buena habitación, nos pusiéramos a follar allí en el water, así que nos corrimos rápidamente, yo derramándole la leche por encima del culo y del vestido de mi madre que, al ser negro, resaltaba mi corrida sobre él y mi madre se corrió diciéndome:

-Así, mi vida... el mayor placer de una madre es joder con su hijo... pero el colmo es dejarse meter mano delante de todo el mundo… y calentarse a tope cuando se deja quitar las braguitas... y luego quedar preñada… empuja, mi amor, empuja... que a partir de hoy cada vez que llegues a casa vas a tener a mamá… preñada…, calentita…, enamorada… y sin braguitas...

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Luis Alonso luisalonsoguerra15@gmail.com