La casa de labranza (3)

Conversación más que caliente, que mantuvimos mi madre y yo, mientras ella se encontraba en el pueblo y yo la esperaba en nuestra casa.

La estancia de mi madre en el pueblo se hizo más larga de lo que en un principio habíamos planeado ella y yo, y como tenía mucho tiempo para pensar, me comía mucho el coco pensando en cómo hemos llegado a esto y lo único que saqué en claro es una cosa: Que quiero a mi madre con locura.

Somos una pareja feliz, con una diferencia de edad de 20 años, a la que no le damos importancia y lo que sí nos duelen son los prejuicios sociales que condenan el incesto y que nos impiden hacer público nuestro amor. Tanto mi madre como yo tenemos una cosa clara: que estamos enamorados uno del otro, nos queremos más que cualquier otra pareja porque, aparte de nuestra relación, somos madre-hijo, nos conocemos a fondo, y sentimos una ternura tan infinita el uno por el otro, que es una lástima que sólo podamos demostrárnosla en la intimidad de nuestro hogar. Pero bueno, algún día cambiarán los modelos sociales y todos los que hacemos la página de amor filiar, luchamos por ello.

Al segundo día de su marcha, llamé por teléfono al pueblo y estuve un rato hablando con mis padres, más con mi padre que con ella porque, como no podíamos hablar con total libertad ya que mi padre estaba al lado, mi madre se disculpó rápido ya que ella –dijo- tenía muchas cosas por hacer para dejar la casa del pueblo y la ropa a punto antes de volver conmigo; así que, en tono distante, me dijo:

- Otro día te llamo, hijo… bueno, mejor te hago una llamada perdida y luego llamas tú, que tienes más dinero que yo.

Estaba completamente seguro de que me llamaría en cuanto se quedara sola en casa, y así fue. La espera se me hizo interminable, necesitaba oír su voz y cuando sonó el teléfono, mi corazón dio un brinco de alegría y colgué para llamarla al instante:

-Hola, mi vida… -me saludó mi madre con su vocecita suave y dulce voz que sólo tiene para mí-

-Hola, mamá.

-Cómo estás, cielo?

-Pues aquí… solo

-Yo no

-¿Está papá ahí? –le pregunté extrañado de que me llamara estando mi padre con ella.

-Ahora nuestro papá eres tú, cariño… o ya no te acuerdas de nosotras?

-Claro que me acuerdo, mamá, ¿Cómo quieres que os olvide?

-Por eso no estoy sola, cielo… estoy acompañada de nuestra hijita… me hace compañía estos días que no te tengo a ti.

-¿Te gusta su compañía?

-Me apasiona… ¿… y sabes por qué…? porque es una parte tuya que llevo conmigo, ahora tú vuelves a estar dentro de mí y eso me entusiasma.

-Cuánto te quiero, mamá, si supieras

-Yo también, cariño

-¿Y mi padre?

-Se ha ido al bar.

-¿A que no sabes una cosa?

-Dime, vida

-Te echo muchísimo de menos

-Yo también a ti, cielo… mucho

-¿Y tú cómo estás?

-Bien… pero estaré mejor cuando estemos juntos.

-¿Me sigues queriendo, mami…?

-Con locura

-Yo también te quiero muchísimo; y quiero decirte una cosa: cuando estamos juntos, a lo mejor no lo aprecio tanto, y te pido perdón si no sé demostrártelo, pero estos días que estoy solo, es cuando me doy cuenta de lo muchísimo que te quiero, mami

-¡Vaya…me alegro de saberlo… -y luego en broma continuó- voy a tener que dejarte solito más a menudo para que te des cuenta de que me quieres

-No digas eso, mamá, no quiero que nos separemos nunca más.

-¿Sabes, cariño? Yo tengo dos cositas que decirte, una es un poco mala, pero la otra es muy, pero que muy buena… ¿por cuál empiezo?

-Por la mala… los malos tragos cuanto antes se pasen, mejor

-Pues ahí va la mala: Me voy a quedar aquí un par de semanas más

-¡No me lo digas ni en broma…! –la interrumpí suplicándole-

-Mira cariño, lo que me trajo aquí, ya está todo solucionado. Todo. Eso quiere decir que nunca más… ¿sabes…? que ya no necesito volver a estar con papá y que nunca más voy a estar con él, pero necesito un poco de tiempo para estar por aquí… hablar con las amigas… y dejar caer entre las más cotillas, que papá me cogió con muchas ganas después de tanto tiempo sin verme y que ahora tengo miedo de que me haya dejado… tengo que ir contándolo por ahí, ¿y sabes por qué? Porque tengo que crear ese rumor que con el tiempo va a ser noticia ¿comprendes, mi amor…?

Vaya si lo comprendía, es completamente imposible enfadarse con mi madre por nada, porque teniendo menos estudios, es mucho más inteligente que yo y en ese momento, con su actuación, me estaba dando toda una lección de la vida.

-Mamá, ¿por qué coño tienes que ser siempre tan sensata?

-Porque soy madre.

-¿Y todas las madres sois así?

-No sé como serán las demás mamás, cariño, pero yo sí.

-Qué suerte he tenido yo, y va a tener mi hija, de tenerte como madre, ¿eh?

-Pues claro que tenéis suerte, tonto… -continuó riendo- por eso tengo que ser el doble de sensata, porque voy a ser mamá por partida doble

-Comprendo que te tengas que quedar, mamá, de verdad, no te preocupes… -y luego le añadí bromeando- pero si cuando vengas a casa hay otra conmigo en la cama, entra sin hacer ruido y no nos despiertes, ¿eh…?

-Si encuentro a alguna en nuestra cama, te capo –me dijo ella siguiendo la broma y recalcando la palabra "nuestra" al referirse a la cama.

-Cambiando de tema, mamá, cuéntame más cosas, quiero saber que es lo que pasó cuando estuviste con papá, pero con detalles…–continué bromeando-

-Pues verás cariño, aquella noche… ¡venga, va…! no seas morboso –se rió ella también- lo que sí te voy a contar es la segunda cosita que quería decirte, la que te dije que es muy, pero que muy buena, ¿o es que no quieres saberla?

-¡Claro que quiero! Pero tendrá que ser muy buena para levantarme la moral después de cómo me la has dejado

-La segunda cosita es muchísimo más importante que todo lo que te dije hasta ahora… la segunda cosita es que te quiero muchísimo, hijo, te quiero con toda el alma, mi amor

-Me gusta oírte decirme eso, mami

-¿Si te digo que te quiero te levanto la moral?

-Mucho

-¿Y otras cositas… se te levantan también otras cositas? –preguntó insinuante-

-Tú me levantas todo lo que te propongas, mamá, ya lo sabes

-¿Dónde estás, cariño? -me preguntó-

-En nuestra habitación, tumbado en la cama.

-¿Piensas en mí?

-A cada momento, mamá.

-¿Estás excitado ahora? –su vocecita, al preguntarme esto, era de lo más sensual y me cautivó todavía más-

-Sí… empecé a excitarme cuando empecé a escuchar tu preciosa voz

-¿Te excita mi voz…?

-Sí… sobre todo cuando me dices cosas cariñosas

-¿Y si te digo que te quiero, te excitarías más?

-Seguramente

-Te quiero

-Mmmm

-Estoy profundamente enamorada de ti, mi vida

-Sigue

-Te adoro, hijo… ¿sabes…? y todavía te quiero muchísimo más desde que me dejaste preñada

-Yo también te adoro, mami

-Eres toda mi vida, amor mío… eres toda nuestra vida, la mía y la de nuestra hijita

-Me gusta oírte decirme esas cosas

-¿Y te excitan?

-Mucho

-¿Estás muy excitado ahora, cariño?

-Sí.

-¿Mucho, mucho, mucho…?

-Mucho

-¿Y te vas a tocar…?

-Ya me estoy tocando, ¿no quieres que me toque?

-Sí cariño, me gustaría que te tocaras para mí

-Pero no podemos vernos

-¿Y qué si no podemos vernos…? Hace un ratito me dijiste que te excitaba oírme decirte que te quiero… y que estás muy calentito….

-Y lo estoy

-¿Qué ropa llevas puesta, mi amor?

-Un vaquero y la camisa de hilo blanca

-Desabróchate la camisa, cariño, pero no te la quites, sólo desabróchatela y déjatela abierta

-Ya está, también me he desabrochado el pantalón

-El pantalón quítatelo cariño, y el slip también; quédate desnudito para mamá, sólo con la camisa

-Ya

-Se te ve el pecho a través de la apertura de la camisa, ¿verdad, mi amor?

-Sí

-Me gustaría besártelo, cariño… y morderte los pezones

-A mí también me gustaría que lo hicieras, mamá… ven

-Mmmmmmm, cierra los ojitos, cariño, que mamá está ahí contigo

-Ya los tengo cerrados mamá, y te quiero

-Lo sé, mi amor… yo también… te quiero muchísimo, mi vida

Suspirábamos a través del teléfono como si nos faltara aire para contarnos lo que sentíamos en cada momento, hablábamos en voz baja, pero no por miedo a que nos escuchara nadie, sino para aumentar todavía más la excitación de aquél momento

-Cariño

-Dime, mami

-Apoya el teléfono sobre el hombro y acaríciate el pecho con las manos, mi vida… imagina que soy yo quien te acaricia… ¿ya…? …ahora agárrate los pezones con dos dedos y apriétalos, apriétalos pensando en mí, amor mío

-Me los estoy apretando mamá, y me gusta

-Es que todos tenemos un maravilloso punto de placer en los pezones, mi amor, no sólo las mujeres, los hombres también lo tenéis… lo que pasa es que a vosotros casi siempre se os olvida

-Mamá

-…dime, cariño

-Apriétate tú también los pezones, como yo

-Ya lo hago, cariño, me acaricio las tetas y me aprieto fuerte los pezones… y me gusta… porque imagino que me los aprietas tú

-Mamá, me estoy tocando

-Yo también, mi vida

-¿Tú también te estás tocando…?

-Siiii

-Ahora mismo tengo los ojos cerrados y te imagino a mi lado, escuchando tu maravillosa voz diciéndome cositas al oído

-Te quiero, hijo

-Repítemelo mami

-… te quiero

-Otra vez

-…te quiero, mi amor

-Nunca me cansaré de oírte decírmelo, mamá

-Ni yo de decírtelo, mi vida… te quiero, cariño… te quiero

Por el tono de voz de mi madre supe que estaba tan excitada como yo; aquello que habíamos empezado como un juego, lo habíamos convertido en una situación de lo más apasionante.

-¿Tú también estás excitada, mamá?

-Claro mi amor, desde hace mucho ratito

-¿Dónde estás?

-En tu habitación… sentadita en tu cama… que todavía está tal y como la dejaste… porque no quise cambiar nada.

-¿Y qué más haces?

-Hago muchas cositas… alguna de ellas sucia

-¿Qué cositas?

-Me da vergüenza decírtelas, cariño, porque pensarás que soy una golfa

-Mamá… hagas lo que hagas, tú nunca me parecerás una golfa

-Verás, mi amor… esta mañana estaba mirando tus cosas… y encontré en tu armario el jersey azul de lana, ese que no te llevaste… y me lo puse

-¿Te queda bien?

-Me da igual cómo me quede, me lo puse porque huele a ti

-¿Todavía?

-Sí, ¿y sabes qué…? la lana es muy suave… y como huele a ti, me quité la camisa y el sujetador, y llevo el jersey directamente sobre la piel

-¿Y te gusta esa sensación?

-Me vuelve loca, cariño… y como las hebras de la lana me acarician las tetas cuando me muevo, llevo todo el día haciendo cosas, para que me rocen, y ahora tengo los pezones ardiendo, mi vida… durísimos

-¿Y por eso piensas que eres una guarra? Eso es delicioso, mamá

-Pero es que he hecho otra cosita… mucho más mala.

-Dime cuál

-Cuando me quité el sujetador… ¿sabes dónde lo guardé?

-No ¿dónde?

-Debajo de tu almohada…, lo puse debajo de tu almohada… porque todavía huele a tu colonia… a ti

-¿Y te excitó?

-Muchísimo, hijo, no sabes cuánto… ¿y sabes otra cosita, mi vida…?

-Sorpréndeme, mami

-Luego me quité las braguitas… bueno… las braguitas no, porque aquí no llevo braguitas; lo que me quité fueron las bragas ¿y sabes dónde las puse?

-¿También debajo de mi almohada?

-Siiiii… las puse también debajo de tu almohada, mi amor, para que también huelan a ti

-Mamá, ahora mismo me gustaría comerte el coñito

-Pues espera, mi amor, que me quito la falda… ahora ya sólo llevo tu jersey que me sigue encendiendo los pezones… y me acaricia la barriguita en la que está ella… tu jersey ahora está acariciando a tus dos mujercitas

-Estoy calentísimo, mamá, estoy a punto de correrme

-¿Quieres que mamá abra la boquita para ti, mi vida… quieres correrte en la boquita de mamá?

-Me encantaría

-Pero espera un poquito, mi vida, primero mamá quiere que te arrodilles entre mis piernas y me lamas un poquito… porque ahora mismo estás lamiendo a mamá, ¿verdad, cariño?

-Sí, mamá, estoy arrodillado entre tus hermosas piernas y te estoy chupando el conejito…mmm… está muy húmedo

-Tú lo pusiste así de mojadito, mi vida… veeeen

-¿A ti también te gusta tocarte mientras hablamos, verdad?

-Siiiiiiiiiiiii... dime cositas, mi vida… dile tú cositas a mamá

-Te quiero, mamá

-Siiiiiii

-Estoy enamorado de ti

-Mmmmmmm

-Eres la mujer de mi vida… nunca pensé que se podría querer como te quiero

-Masssssssssss

-Quiero estar contigo ahora, mamá… quiero que te derritas en mis brazos

-Ya me derrito, mi vida

-¿Sabes, mamá? la polla de tu hijo está soltando unas gotitas maravillosas por la punta que hacen que mi mano resbale sola, son gotitas que salen por ti

-¿Y quién te puso así de calentito, mi vida?

-Tú

-¿Te pusiste así para mí…?

-Sí, tú eres la culpable de que esté así, amor mío… ¿La quieres ahora?

-Siiiiiiiiiiii, te quiero tener dentro de mí

-Está muy dura… y muy pegajosa

-Yo también suelto calditos para ti, mi amor… tengo la mano mojada… y los dedos empapados… ¿los quieres chupar?

-Sí, mamá, quiero lamer tus dedos, quiero chupar los calditos que empapan tu mano, y quiero comer tu chochito

-Mmmmmmmmmmmmmmm

-Quiero lamerte el clítoris hasta hacerte temblar de placer… y luego darte a probar tus calditos, porque quiero llevarlos en mi boca y pasártelos con un beso interminable

-Ven a hacerme todo esoooooooo, mi amor… veeeeeeeeeeeen

-Quiero lamer tu lengua hasta que se sequen nuestras bocas… y luego quiero mojarla otra vez en tu coñito, el mismo coñito por el que tendrá que salir nuestra hija

-Para, cariño… que me matas con tus palabritas… ya… ya

-¿Te corres, mamá?

-Siiii, mi vida… tu hija y yo nos corremos para ti… te quiero… te queremos

-Yo también os quiero, mamá

-Qué corrida más maravillosa, mi amor… ¿y tú, también ya…?

-No, mamá, -le dije excitadísimo- …te estaba esperando

-Ábrete ahora un poquito más la camisa, cariño… y mientras yo me quito tu jersey apriétate otra vez los pezones… porque los míos siguen durísimos y quiero frotarlos muy fuerte contra tu pecho… ¿notas lo duros que están?

-Sí, mamá, están durísimos

-Ahora mamá está bajando con su boca poco a poco, te besa el ombligo y chupa tu maravillosa polla ¿lo notas, mi amor?

-Sí, mamá

-Mi boquita lame tu glande… mmmmm… estoy caliente de ti, mi vida… y te estoy imaginando aquí… a mi lado… chupándote… queremos que te corras para nosotras, cariñito… mamá quiere recibir toda tu corrida en su boquita… dánosla… a las dos… que nos la tragamos toda, amor mío

-Ya… mamá… ya

Aquellas palabras de mi madre, añadidas a la excitación a la que su conversación me había llevado, hicieron que me viniese una corrida bestial; el semen saltó más de medio metro por encima de mi barriga en la que fue, sin duda, la mejor paja de mi vida, y la había conseguido hablando con mi madre por teléfono.

-Qué maravilla, ¿verdad cariño… te gustó?

-Muchísimo, mamá

-A nosotras también, mi vida… si supieras como hemos dejado tu cama tu hijita y yo… la hemos empapado, mi amor, y ahora tu habitación huele a sexo… a ti

Si a través del teléfono, mi madre me había puesto así, no quería ni imaginar cómo me pondría cuando volviéramos a vernos.

Reconozco que soy un tío con suerte y eso me ha ayudado mucho a hacer más llevadero el tiempo de espera, porque estoy seguro de que merece la pena esperar, siempre que sea por una madre como la mía.

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Luis Alonso. (luisalonsoguerra15@gmail.com)