La Casa de la Playa

Somos un matrimonio normal, que el pasado verano traspasamos varias fronteras. Primero me presentaré, me llamo Pedro y tengo 49 años y estoy casado con Victoria (yo la llamo Viky). Viky es una mujer muy guapa y ser conserva muy bien a sus 47 años, con unas tetas deliciosas y un buen culo. Tenemos una hija, Paula, de 25 años que vive en Madrid con su marido Jesús.

LA CASA DE LA PLAYA

Somos un matrimonio normal, que el pasado verano traspasamos varias fronteras. Primero me presentaré, me llamo Pedro y tengo 49 años y estoy casado con Victoria (yo la llamo Viky). Viky es una mujer muy guapa y ser conserva muy bien a sus 47 años, con unas tetas deliciosas y un buen culo. Tenemos una hija, Paula, de 25 años que vive en Madrid con su marido Jesús.

Esta historia tiene lugar en el pasado verano, pero se remonta antes, a principios de año. Hace dos años nos compramos un chalet con su piscina en la playa para pasar los veranos, pero mi mujer estaba mosqueada por un asunto.

Viky: Pedro, ¿sabes una cosa? Creo que este verano toca que Paula venga a pasarse unos días y así vea la casa. Desde que la compramos no ha venido a verla y tengo ganas de estar juntos unos días.

Yo: Es complicado. Están trabajando y los dos y no les cuadran las vacaciones.

Viky: Pero este año quiero que vengan.

Mi mujer y mi hija siempre habían tenido una relación muy estrecha, se contaban todo y estaban muy unidas. Cuando mi hija se fue a estudiar a Madrid ella se quedó un poco triste. Allí conoció a su novio, que después se convirtió en su marido y se quedaron a vivir allí. Nosotros íbamos a visitarlos siempre que podíamos, pero ellos no venían aquí desde hace por los menos 3 años y mi mujer quería que estuviéramos juntos algunas semanas y no los 3 ó 4 días cuando íbamos a visitarlos.

Viky: Voy a llamarla ahora para decirle que este año quiero que se programen para que este año vengan aquí.

Cogió el teléfono y marcó el número de Paula.

Viky:Hola Paula, ¿cómo estás? ... Me alegro… ¿Y Jesús? ¿Sigue como siempre? Mira te llamo para decirte que quiero que este verano os vengáis tú y Jesús a pasar unos días … No, te lo digo con tiempo para que os organicéis las vacaciones … Eso, eso. Bueno, organizaros y ya me llamas con lo que sea, si podéis coger Julio mejor… Venga un beso cariño… Adiós.

Yo: ¿Qué te ha dicho?

Viky: Dice que se van a organizar. Que ella ya lo había hablado con Jesús y que iban a tratar de coger las vacaciones el mismo mes.

Pasaron unos meses, y en Mayo Paula nos dijo que ya estaba todo arreglado y que en Julio se venían a pasar el mes. Viky estaba contenta, tenía ganas de pasar un tiempo con Paula y con Jesús.

A finales de Junio nos fuimos y preparamos la casa. Después de casi todo el invierno cerrada (durante el año apenas vamos por culpa del trabajo), había que arreglarla un poco. El día 1 de Julio llegaron Jesús y Paula.

Paula es muy guapa, se parece mucho a su madre de joven, delgadita y una carita preciosa. La única diferencia es que tiene menos pecho que mi mujer. Jesús tiene 3 años más que ella y es, según mi mujer, muy guapo y simpático. Le gusta el deporte y se mantiene en forma, no está muy musculado pero si marcado. Fuimos a recogerlos a la estación de trenes.

Viky: ¡Hola, Paula! ¿Y Jesús?

Paula: ¡Mami! ¡Cuánto tiempo sin verte! Ahí está con las maletas.

Yo: Hola cariño.

Viky: ¡Hola! Veo que sigues igual de bien que la última vez.

Jesús: Muchas gracias. Tú también estás estupenda.

Viky: Gracias.

Tras los saludos de rigor nos dirigimos al coche. Durante todo el camino mi hija y mi esposa estuvieron hablando de cómo iban las cosas: trabajo, dinero, el piso, etc. Al llegar les enseñamos la casa. El chalet tiene un pequeño jardín delantero con un sitio para los coches, detrás tiene un jardín más grande con un pequeña piscina y una zona de terraza cubierta. La planta baja es casi toda un salón, y además un pequeño cuarto de baño y la cocina. En la planta superior están 4 dormitorios y otros 2 baños.

Les enseñamos la habitación y se instalaron. Como era tarde y estaban cansados cenamos algo pronto y nos acostamos temprano.

A la mañana siguiente todos nos levantamos tempranos y bajamos a desayunar. Al terminar, Jesús dijo que iba a correr un poco por los alrededores.

Jesús: Paula, voy a correr un rato por aquí cerca.

Paula: Deja de hacer tanto deporte.

Yo: Déjalo, hace bien.

Viky: Si quieres te acompaño y así te indico un poco por donde puedes ir. Suelo ir a correr de vez en cuando.

Mi mujer subió a vestirse.

Paula: No te pases con mi madre, que corriendo eres un poco bestia y sabes que mi madre es muy cabezota y como le dé por seguir tu ritmo la vas a traer muerta.

Jesús: -sonriendo- Vale, lo intentaré.

Se fueron y nos quedamos Paula y yo. Paula estaba preciosa con un pantalón vaquero muy corto y con una camiseta blanca algo ceñida. Seguimos hablando hasta que una hora más tarde llegaron mi mujer y Jesús. Jesús venía bien, pero Viky venía toda colorada y muy cansada, se le marcaban sus tetas por el sudor y aún así estaba muy bien.

Paula: Te dije que fueras tranquilo que mi madre no puede con tu ritmo.

Jesús: Yo no tengo la culpa de que quisiera seguirme. Le dije que fuera más despacio y a la vuelta nos encontrábamos, pero no quiso.

Viky: -sofocada- No te preocupes Paula. En esto tu marido me ha ganado, pero seguro que encuentro algo en lo que soy mejor y le gano.

La mirada de Viky era algo distinta, me dio la sensación de mirada de deseo, pero no le di mayor importancia porque ya la conocía. Antes de seguir decir que hace unos 6 años Viky se lió y folló con un chico joven de unos 25 años que conoció una noche que salió con unas amigas. Me lo contó y pasamos una mala racha, pero seguimos adelante. Me contó que los jovencitos le ponían mucho, por eso esas miraditas, pero que no volvería a pasar.

Después de este pequeño inciso, sigamos. Yo estaba acostumbrado a esas miradas de Viky, al igual que mi hija (Paula también sabía de la infidelidad de mi mujer, ellas se lo cuentan todo), y Jesús ni se percató ya que estaba de espaldas. Después de aquello seguimos. Durante las mañanas nos quedábamos en la piscina tomando el sol o lo que fuera. Por las tardes íbamos a la playa. Y por la noche salíamos a dar una vuelta y, algunos días, comíamos fuera y tomábamos algo (no siempre que el presupuesto no da para tantos lujos).

Al quinto o sexto día por la mañana (no me acuerdo bien), Jesús había salido a correr y estábamos los tres en la piscina tumbados tomando el sol. Cuando mi mujer se inclinó y le dijo a mi hija:

Viky: Paula, deberías quitarte la parte de arriba, estas cogiendo color y se te van a quedar unas marcas muy feas.

Paula: Tienes razón. Tú también deberías.

Paula se quitó la parte de arriba y dejó libre sus tetas. Más pequeñas que la de mi mujer, pero estupendas. Mi mujer también se las quitó y las dos se quedaron en topless. Yo ya estaba acostumbrado, en alguna ocasión ellas habían hecho topless en la playa, pero aún así mi polla dio un pequeño respingo y se puso algo firme. Seguimos así hasta que llegó Jesús.

Jesús: Vaya. Ahora veo de dónde Paula ha sacado las tetas. Son casi iguales, aunque más grande.

Viky: Gracias.

Paula: ¿Más grandes? ¿Prefieres las de mi madre a las mías?

Jesús: No es eso.

Viky: ¿Te importa que estemos así?

Jesús: No, en absoluto. Seguid así si queréis.

Parece que a Jesús tampoco le disgustaba demasiado ver esas tetas y parece que a ellas les gustaba que las miraran (creo que siempre han sido un poco exhibicionistas aunque no lo digan). Ellas siguieron así y llegó la hora de comer.

Yo: ¿No os vais a poner nada?

Paula: No, ¿a ti te molesta?

Yo: No.

Viky: Pues si no os molesta a los dos, mejor. Es más cómodo, ¿verdad?

Paula: Sí, estoy de acuerdo.

Las dos se entraron así y se quedaron así en la comida y luego en la tarde. Lo del topless siguió un par de días más, hasta que en una cena (con ellas en topless).

Paula: Creo que no paráis de mirarnos las tetas.

Yo: No, ¿por qué dices eso?

Viky: Tiene razón. En algún momento me ha parecido ver un bultito ahí abajo.

Jesús: No creo.

Yo: Hombre, todo el día viéndoos así, pues a lo mejor, un poco.

Paula: ¡Ya!, lo sabía.

Viky: Y nosotras sin ver nada. Lo justo sería que viéramos algo también.

Jesús: Solo hay una cosa que ver.

Paula: Pues a que esperáis para enseñarla.

Jesús y yo nos miramos un poco aturdidos no sabíamos que decir. Era cierto que ellas estaban enseñando algo y nosotros nada, pero pretender que nos quedáramos desnudos era demasiado.

Yo: Creo que es algo excesivo. Además, vosotras no enseñáis todo.

Viky: ¿Excesivo? ¿Vosotros podéis ver algo y nosotras no? No me parece justo. Y en cuanto a lo de todo, no tenemos la culpa de tener dos cosas que enseñar y vosotros una.

Paula: ¿Si nos quitamos todo, vosotros os quitáis todo?

Jesús: No creo.

Viky: Cobardes.

Yo: De eso nada. Juguémoslo como cuando éramos jóvenes

Viky: Vale.

Lo de cobardes me había sobresaltado. No me gustaba que me dijeran que era un cobarde. En el colegio me lo decían y me ponía de muy mala leche. Viky lo sabía y creo que por eso lo dijo. Mientras, Jesús y Paula estaban un poco extrañados por lo del juego. Pero Viky sabía lo que decía. Era una especie de juego que consistía en llenar cinco chupitos de tequila, ponerlos en fila y tomárselos sin usar las manos, solo con la boca, en el menor tiempo posible. Si se derramaba algo o se caía el vaso, había penalizaciones de tiempo. Paula y Viky estaban de acuerdo, pero a Jesús no le hacía demasiada gracia.

Viky: Somos tres contra uno. La mayoría decide.

El juego era entre Viky y yo. Si ganábamos, ellas se quedaría desnudas; si perdíamos nos tocaba a nosotros. Teniendo en cuenta que hacía muchos años que no jugábamos decidimos poner un chupito de tequila, otro de agua, otro de tequila, otro de agua y el último de tequila. Uno ya no está para tomarse cinco seguidos sin parar.

Jesús controlaba a Viky por si se derramaba algo y Paula hacía lo propio conmigo. El juego comenzó. Me centré en lo mío y me olvidé de Viky, quería ganar. Paula y Jesús animaban y gritaban. El primero entró bien, el agua también, en el segundo de tequila dudé un poco. Seguí rápido y antes de tomarme el último de tequila vi como Viky iba más retrasada, había ganado. Me tomé en último y lo dejé, pero al dejarlo chocó con el anterior y los dos vasos se cayeron. Penalización y encima doble.

Al terminar miramos los cronómetros. Yo había tardado menos, pero con las penalizaciones (sobre todo las dos últimas), hice un tiempo peor. Habían ganado. Las dos se abrazaron y empezaron a saltar y a gritas: "¡En bolas, en bolas!".

Paula: Vamos a hacer una cosa. Como ya es de noche y nos vamos a acostar, vamos a dejarlo por ahora. Esta noche lo asimiláis y ya mañana… ¡En bolas!

Nos acostamos, pero antes hubo una buena ración de sexo con Viky, con tanta teta y tanto alcohol necesitaba descargar. Lo mismo pensaron Paula y Jesús porque se escuchaba (su cama cojea ligeramente). A la mañana siguiente me levanté más tarde de lo normal y al llegar a la cocina me encontró con Jesús que se acababa de levantar. Paula y Viky estaban en la piscina tomando el sol.

Yo: Lo siento. Me confié y perdimos.

Jesús: Que se le va a hacer. ¿Crees que se acordaran?

Yo: No lo dudes.

Nos dirigimos a la piscina. Llevábamos puesto los bañadores y nos tumbamos en las tumbonas. Se quedaron mirándonos.

Viky: ¿Qué hacéis? Creo recordar que anoche perdisteis a un juego y hoy os toca pagar.

Paula: Sí, ¿qué pasa?

Jesús: Venga, ¿es necesario? La voy a tener dura.

Paula: No pasa nada. Yo ya te he visto mil veces, y prefiero que te vea mi madre a que te vea cualquier otra.

Viky: Gracias hija. Venga los dos.

Paula: ¿Quién quiere ser el primero?

Jesús y yo nos miramos durante unos segundos.

Viky: A la porra. Jesús te toca.

Jesús resopló. Se extendió sobre la hamaca y se bajó ligeramente el bañador. Al llegar a su polla se detuvo y se lo bajó de golpe. Paula se levantó rápido y se lo quitó del todo tirándolo al césped. La tenía completamente depilada.

Jesús: ¿Por qué haces eso?

Paula: Para que no te arrepientas.

Viky: Vaya. Seguro que esta es una "buena" razón por la que Paula se ha casado contigo.

Paula: Te dije que iba bien servido.

Jesús tenía un polla de unos 18 centímetros y bastante ancha. No era enorme, pero si más que la media. La mía era casi igual de larga, unos 17 centímetros, pero bastante menos ancha. (Estos datos los averigüe más tarde).

Viky: Te toca Pedro.

Yo hice algo parecido a Jesús, pero me lo quité yo solo y lo tiré al césped.

Paula: Mucho mejor.

Yo: ¿Tú crees?

Viky: Claro. Todo son ventajas. Es mejor liberar las partes de tu cuerpo para que estén más cómodas, además así cogéis color que estáis más blanco que la leche por ahí abajo. Y por último, ¡nos alegráis la vista!

Paula: ¿Qué más se puede pedir?

Durante toda la mañana estuvimos hablando y jugando en la piscina. Jugamos al vóley en el agua. Hice equipo con Paula y Jesús con Viky. Era cierto que sin bañador era más cómodo. Nos ganaron y para "celebrarlo" se abrazaron. Mi mujer restregó sus tetas por todo el pecho de Jesús y seguro que este se rozó por abajo. Al salir todos salimos y Jesús se espero un poco más. Seguro que quería esperar a que se le bajara un poco.

El día siguió así. Fuimos cogiendo más confianza y lo pasamos mejor. Jesús era muy simpático y nos fuimos adaptando. Nosotros nunca habíamos hecho esto pero estábamos a gusto. Antes de la cena hablé un momento con Viky.

Yo: ¿No te parece raro estar desnudos con nuestra hija y su marido?

Viky: ¿Por qué? Yo me estoy divirtiendo y ellos también. Sabes que siempre hemos tenido una buena relación con Paula. La he visto desnuda mil veces y ella no era la típica adolescente que cuando entrabas en su cuarto y se estaba vistiendo se tapaba y te echaba. Y ella también me ha visto desnuda a mí y no pasa nada.

Yo: Ya, ¿y Jesús?

Viky: Le ha costado un poco a l principio pero ya está más cómodo. Mira, yo esto no lo he planeado, ha salido así. Estoy contenta por estar aquí juntos. Divirtámonos y ya está.

Yo: Vale.

Un par de días después por la mañana, Jesús y yo nos acercamos en coche a un supermercado cercano para hacer unas compras. Durante el camino hablamos de todo. Estaba muy feliz con Paula. Le pregunté por la situación de estar desnudos y me contestó que al principio le molestaba, pero que se había acostumbrado. Me dio las gracias por lo bien que lo estábamos tratando.

Tardamos toda la mañana. Al volver del supermercado nos encontramos a Paula y Viky en el salón.

Paula: Ya estáis en casa. Así que fuera la ropa.

Nos quitamos la ropa y nos sentamos. Ellas, en topless, se pusieron delante de nosotros.

Viky: Paula y yo hemos estado hablando. Vosotros cumplisteis con quitaros la ropa. Ahora, la única ropa que llevamos son las braguitas.

Paula: Así que hemos decido que como vosotros estáis desnudos, nosotras también.

Las dos a la vez agarraron sus braguitas y se las quitaron tirándolas detrás del sofá. Me quedé absorto mirando el coñito completamente depilado de Paula. Tuve pequeña erección. Las dos se rieron.

Jesús: Vaya, madre e hija igual de depilado.

No me había fijado. Mi mujer lo tenía completamente depilado. Ella siempre lo había tenido muy bien cuidado y con muy pocos pelos, pero no completamente depilado. Pero, ¿cuándo lo ha hecho?, la otra noche no lo tenía así. Habría sido esta mañana en el tiempo en el que estábamos en el supermercado.

Paula se acercó a Jesús y le beso.

Paula: Espero que te lo estés pasando bien. Seguro que no imaginabas estar desnudo delante de tus suegros y verlos a ellos desnudos.

Jesús: Seguro que no.

Paula: Pues disfrútalo.

El día siguió tal cual. Jesús y yo la teníamos levantada casi todo el tiempo. Las caricias y los besos entre Paula y Jesús y entre Viky y yo eran mayores. E incluso algún que otro roce y abrazo con mi hija y entre mi mujer y Jesús. Estaba claro que el estar todo el día viendo semejantes cuerpos nos tenía muy "contentos".

Cuando terminamos de cenar, nos sentamos los cuatro a ver una película. Jesús estaba en un sofá con Paula recostada sobre él, Viky estaba sentada al lado mío. Yo notaba como Viky lanzaba sus miradas a Jesús y Paula, como si quisiera estar en el sitio de Paula. Al poco me levanté y fui a la cocina a preparar unas bebidas. Paula se levantó y me acompañó.

Yo: Tu madre no para de mirar a Jesús.

Paula: Ya me he fijado.

Yo: Y, ¿qué te parece?

Paula: Que haga lo que quiera.

Yo: ¿Cómo?

Paula: Tú estás viendo lo mismo que yo. A Jesús parece que no le molesta y a mamá le gusta Jesús y eso creo que lo sabes.

Yo: Eso parece.

Paula: Puedes enfadarte y decírselo a mamá, con lo que os enfadareis – Paula se acerco a mí y me abrazo por detrás, rozando con sus manos mi polla – o puedes disfrutar de todo esto y pasártelo bien tu también.

Paula se marchó y me quedé pensando un momento. Se me acababa de insinuar. ¿Mi propia hija se me insinuaba y me decía que dejara a mi esposa acostarse con mi yerno? Al pensar en la situación se me puso completamente dura, pero casi ni me di cuenta y cogí las bebidas saliendo al salón. Cuando dejé la bandeja y me senté Viky me miró.

Viky: ¡Vaya! No sabía que te ponía tanto hacer unos cocteles.

Me miré y la tenía dura. Me sonroje un poco y todos se rieron. Siguió la película y al poco tiempo Paula saltó y dijo algo que me dejó de piedra.

Paula: Mamá, con tanto mirar a Jesús no ves la película. ¿Quieres ponerte aquí y así la ves mejor?

Paula y mi mujer se levantaron para cambiarse el sitio. Viky se levantó y me miró, era como si esperara que le dijera algo. No dije nada y se recostó al lado de Jesús. Este se vio un poco incomodo por la situación.

Viky: ¿Te molesta?

Jesús: No, no.

Paula: Míralos, ¡si parecen una pareja y todo!

Viky: Para ser una pareja tendríamos que darnos un beso.

Viky se quedó mirando fijamente a Jesús. Este se inclinó un poco hacia atrás, pero mi mujer no parecía que se iba a echar atrás. Se inclinó y le beso en la boca. Tras unos pocos segundos de cierta resistencia por parte de Jesús, este se rindió y poco a poco fue abriendo la boca y a dejar que mi mujer le metiera la lengua.

Era increíble. Estaba desnudo en el sofá con mi hija a mi lado, también desnuda, viendo como mi mujer, su madre, se liaba con mi yerno, su marido, en el sofá de al lado. La tenía dura, pero algo dentro de mí no me dejaba estar a gusto.

Yo: ¡Creo que ya es suficiente! Deberíamos acostarnos ya.

Jesús dio un pequeño respingo hacia atrás y se separó de Viky.

Jesús: Creo que tienes razón.

Jesús y yo nos marchamos, yo me metí en mi habitación y él en la suya. A los pocos minutos escuche a mi mujer y a mi hija subir las escaleras. Viky entró en mi habitación y se acostó. Se quedó acostada a mi lado sin moverse ni decir nada durante un par de minutos. Tras eso sentí como su mano se deslizaba por la sabana y me comenzaba a hacer una paja. Se volvió y me miró. Nos besamos y echamos un buen polvo. Al terminar pude escuchar los gemidos de Paula. Parece que ellos habían hecho lo mismo.

La mañana siguiente las cosas siguieron como si nada hubiera pasado. Todos desnudos y haciendo bromas. Seguían las caricias, roces, besos, etc. Pero ahora los besos de Viky a Jesús eran en la boca. Recordé lo que me dijo Paula y decidí dejarlo pasar.

Esa misma mañana recibí la llamada de mi amigo Ismael. Él tenía un barco y yo andaba detrás de él para que me lo prestara y así poder pescar. Siempre me había gustado pescar, pero pocas veces lo había hecho en un barco y tenía ganas. Me llamaba para decirme que me lo dejaba dentro de un par de días.

Paula: ¡Genial! Hace mucho que no me monto en barco.

Viky: Tenemos que prepara comida. ¿Cuánto tiempo vamos a estar?

Yo: La idea sería irse temprano y estar todo el día. Volveríamos a esos de las 8.

Cuando llegó el día llegamos al muelle y mi amigo me dio las llaves. Era una lancha grade con un pequeño camarote en el que había una especie de salón con un sofá, un cuarto de baño y un pequeño dormitorio.

Salimos y fuimos a un sitio en el que me habían dicho que se pescaba bastante. La zona era muy tranquila y de hecho solo había un barco pero algo lejos. Le ofrecí a Jesús que lo llevara pero me dijo que él no sabía y que además nunca había ido a pescar. Nos sentamos en la parte de atrás y le di una caña y les explique cómo iba el asunto. Paula y Viky se pusieron a tomar el sol, pasado una hora Viky se acercó a nosotros.

Viky: Hemos pensado en quitarnos los bikinis para no coger marca.

Yo: No estamos en casa.

Paula: Que más da. Nadie nos ve. Pero también vosotros haced lo mismo.

Jesús y yo nos miramos. Era verdad que no había nadie cerca. Nos quitamos os bañadores y nos quedamos pescando. Ellas hicieron lo mismo. La pesca iba bien. A eso de las 2 comimos. Volví a fijarme en los hermosos cuerpos de las dos mujeres, completamente morenas. Después de comer seguimos pero Paula llegó y se cambió con Jesús.

Paula: Jesús, déjame que te veo un poco aburrido.

Jesús: No estoy aburrido, pero vale.

Jesús se fue con mi mujer. Paula y yo nos pusimos a hablar.

Paula: ¿Por qué te pusiste así el otro día cuando mamá y Jesús se estaban besando?

Yo: Entiéndeme, me chocó ver a tu madre así con Jesús.

Paula: Lo que está pasando no estaba planeado, pero creo que podemos pasarlo todos muy bien.

Yo: Ya, dejar que mi mujer se acueste con tu marido y que yo me acueste con mi hija.

Paula: He visto como me miras. Y también veo como mamá mira a Jesús. Yo que tú me lo pensaría. Mamá no va a dejar pasar la oportunidad, lo sabes. Ya lo hizo una vez y lo volverá a hacer.

La conversación siguió por esos caminos. Mi hija y la pesca me tenían tan entretenido que no me percaté que Viky y Jesús habían entrado dentro del barco. De repente me pareció escuchar unos gemidos. Miré a Paula.

Paula: Te lo dije.

Nos levantamos y nos acercamos a la puerta. Al lado de la puerta había una especie de ojo de buey. Miré por él. Lo que vi me dejo de piedra. Viky tumbada en la especie de sofá, abierta de piernas con Jesús penetrándola con fuerza. A cada envestida soltaba un gemido. Se me puso dura e, instintivamente, me la agarré y empecé a pajearme. Paula, a mi lado, miraba la escena de su madre y su marido.

Jesús seguí dándole fuerte. Tras unas embestidas más, cogió a Viky y la puso a cuatro patas, con la cara mirando hacia el ojo de buey. Viky nos vio y sonrió. Jesús se la metió desde atrás y comenzó a bombear de nuevo. Viky se quedó unos segundos con la mirada fija en nosotros mientras recibía las envestidas de Jesús. Al poco Jesús dijo que se iba a correr, a lo que Viky contestó que también. Viky se levanto y tumbó a Jesús en el sofá. Se puso encima y comenzó a botar como una loca. Era increíble ver moverse esas tetas. Tras unos segundo Viky se corrió. Jesús aguantó un poco y se corrió dentro de ella. El escuchar a Viky provocó que yo me corriera, manchando un poco a Paula.

Se quedaron unos segundos abrazados y dándose besos. Mi mujer se levanto, se miró y vio como se le caía un hilito de la corrida de Jesús. Se rió y le dio un beso. Se levantaron y salieron afuera, allí estábamos los dos esperándolos.

Paula: ¡Vaya! Al final lo has conseguido. Te has tirado a mi marido.

Viky: Yo… lo siento. Es que esta tan bueno. Mira, yo

Paula: Tranquila. Veo que os habéis divertido. Pero nosotros no y eso no es justo.

Me quede de piedra. Jesús miró a Paula extrañado. Viky parecía sorprendida.

Jesús: ¿Qué quieres decir con eso?

Paula: Quiero decir que vosotros habéis follado y nosotros no. Así que lo justo es que ahora lo haga con papá y cerrar el círculo.

Yo: ¿Qué circulo?

Paula: Mi marido me pone los cuernos con mi madre. Ahora yo le pongo los cuernos con mi padre y se la "devuelvo" a los dos.

Mi polla reaccionó inmediatamente a las palabras de Paula. Durante estos días había visto a Paula desnuda y había pensado alguna vez en ella. Pero solo eran pensamientos. Pensamientos que parece que iban a cumplirse.

Paula: Parece que a papá le parece bien la idea. Pero no quiero hacerlo ahora. Mejor esta noche.

Jesús: ¡Pero, Paula! ¿Te estás escuchando?

Paula: ¿Qué pasa? ¿Tú puedes follar con otra y yo no puedo? ¿No me parece muy justo?

Yo no sabía que decir. Jesús parecía algo enfado, pero no podía decir nada. Se acababa de acostar con su madre delante de ella y sabía que si decía algo Paula lo sacaría otra vez y se enfadaría. Mientras tanto Viky permanecía callada, pero su cara no reflejaba el mismo asombro que antes. ¿Por qué? ¿Ya lo había asumido?

El resto del viaje siguió más o menos tranquilo. No hablábamos mucho y empezamos a recoger todas las cosas. A eso de las 8 y algo de la tarde llegamos al puerto donde dejamos el barco de mi amigo. Al llegar a casa nos duchamos y Viky y Paula se fueron a preparar la comida. Jesús y yo nos quedamos en el salón.

Yo: ¿Ya estás más tranquilo?

Jesús: Sí. ¿Qué te parece todo esto?

Yo: No se. Es complicado.

Jesús: Pues parece que te vas a tirar a mi mujer.

Yo: Bueno, tú te has tirado a la mía y no he dicho nada.

Jesús: ¡ Pero es tú hija! ¿Qué pasa? ¿Lo ves bien?

Yo: Durante el viaje de vuelta he estado pensando. Yo me lo imagino como una mujer y ya está. Sé que es mi hija, pero

En ese momento aparecieron las dos diciendo que la mesa estaba puesta y que nos sentáramos a comer. La cena fue bien, ya que todos hablábamos como siempre y fue muy amena. Paula y Viky estaban muy contentas y se reían mucho. Parece que a Paula no le importaba demasiado lo de esta tarde.

Al terminar la cena, Viky se levantó y empezó a recoger la mesa.

Viky: Jesús, ¿por qué no me ayudas a quitar la mesa?

Jesús se levantó, cogió unos platos y se fue detrás de mi mujer a la cocina. Paula me miró.

Paula: Vamos arriba.

Mi hija se levantó, me cogió de la mano y nos dirigimos hacia la escalera. Al subir pude contemplar el esplendido culo de Paula. Seguimos y nos metidos en mi habitación. Paula quitó la colcha y se tumbó en la cama. La imagen de Paula desnuda sobre la cama me puso a mil.

Paula: Ven, ahora nos toca a nosotros.

Yo me acerqué a la cama. Paula se incorporó y comenzamos a besarnos, primero lentamente y luego más apasionada. Tras un rato, Paula me tumbó en la cama y comenzó a chupármela. El ver mi polla desaparecer en su boca y que ella tuviera sus mirándome fijamente me hizo ponerme totalmente cachondo y olvidar que estaba con mi hija. Estaba caliente y tenía a una mujer dispuesta, no había que darle más vueltas.

Tras unos minutos la mamada de Paula iba a conseguir que me corriera. La avisé, dejó de chupármela y comenzó a pajearme con más fuerza. No aguante mucho más y me corrí, dejándola con restos de semen por sus tetas. Me miró, sonrió y cogió los restos de semen que estaban sobre mí y se los tragó. Era increíble.

Paula: Todavía no hemos terminado. Coge aire que seguimos.

Me incliné y me senté, dejando a Paula tumbada. Comencé a besarla y con mi mano empecé a jugar con su coñito. Tras unos instantes decidí que ahora me tocaba devolverle el favor. Me incliné y comencé a chuparle su coñito lentamente para después introducir ligeramente la lengua. Tras unos momentos, parecía que mi trabajo estaba empezando a dar sus frutos y para aumentar decidí meterle un poco los dedos. Esto parece que le gustó, ya que pegó un pequeño suspiro. Seguí así un poco y empezó a gemir más fuerte y moverse un poco hasta que soltó un gemido más fuerte y se quedó quieta.

Paula: Creo que mamá no tendrá quejas de ti. Lo comes muy bien.

Yo: Gracias.

Durante ese tiempo me había recuperado y ya estaba otra vez listo. Paula me tumbó y se puso en sobre mi polla. Comenzó a descender lentamente y con la mirada fija en mí. Tras unos segundos en los que sentí un placer increíble, Paula se la había metido entera. A partir de ese momento comenzamos a follar, primero lentamente y después más fuerte. Los gemidos de Paula eran más fuertes y ya no hacía por disimularlos como antes.

Tras varios minutos con Paula encima, cambiamos y me puso yo arriba. Empecé a darle más fuertes y en cada embestida se la clavaba hasta el fondo. Estaba disfrutando como nunca. Entonces cogí a mi hija en brazos y la apoyé contra la pared. Ella se agarró fuertemente y comencé a bombear. El efecto de mi embestida cuando Paula caía hacía que pasará de tener mi polla fuera de ella a tenerla clavada hasta dentro. Además en cada una Paula pegaba un grito que lo que hacía era que ponía más si cabe.

Cuando me cansé la llevé a la cama y la puse a patas. De pie al lado de la cama retomé la actividad. Paula gritaba y gritaba cada vez más. Yo ya no podía aguantar más.

Yo: ¡Paula! ¡Me corro!

Paula: ¡Hazlo dentro!

Aquellas palabras fueron el culmen. La tumbé boca arriba y, acto seguido, sentí un escalofrió por todo el cuerpo y me corrí. Fue una corrida abundante. Me quedé unos segundos dentro de ella y luego me levanté y me apoyé sobre el armario. La imagen todavía la tengo grabada en mi mente. Mi hija, apoya sobre sus codos, con las piernas abiertas y con el coño lleno de leche que se le caía por los lados, a esto hay que sumarle su cara sonriente y feliz.

Paula: Ven.

Me acerqué y Paula me dio un beso muy tierno.

Paula: Gracias.

Yo: A ti.

Nos miramos unos segundos.

Paula: Vamos abajo, a ver qué están haciendo estos dos.

Yo: Seguro que lo mismo que nosotros.

Bajamos por las escaleras y los escuchamos hablar. Al llegar al salón, Jesús estaba sentado con Viky encima y se estaban riendo y dándose besos. Mi mujer nos vio llegar y sin moverse de donde estaba nos preguntó:

Viky: Y bien, ¿cómo os ha ido?

Paula: Estupendo. Veo que vosotros tampoco habéis perdido el tiempo.

Viky se levantó, tenía restos de semen otra vez. Era la segunda vez en el día.

Viky: Ya ves. Con el escándalo que estabais montando pues nos ha dado un calentón y hemos tenido que solucionarlo.

Todos reímos. Como ya era tarde nos fuimos a la cama. Pero todavía quedaba una pequeña sorpresa. Al subir las escaleras e ir cada uno a su cuarto, Viky me dio un beso, después se dirigió a Jesús y le dio otro beso. Me hizo gracia, pero es que al girarse, se dirigió hacia Paula y, más que darle un beso, le comió la boca. Jesús y yo nos miramos sorprendidos.

Viky: Hasta mañana, hija.

Paula: Adiós, mamá.

Nos acostamos y pasamos la noche todos tranquilos. Me entró ganas de preguntarle a Viky por el beso a Paula, pero después de todo lo que había pasado y todo lo que habíamos hecho, el que mi mujer y mi hija se comieran la boca no me iba a quitar el sueño.

A la mañana siguiente nos levantamos tarde y nos pusimos a desayunar. El desayuno fue muy bien, con besos, abrazos, etc, entre nosotros. Lo mismo le cogía el culo a mi mujer como le daba un beso en la boca a mi hija. Hasta que Paula comenzó a hablar:

Paula: Parece que anoche, al acostarnos, os quedasteis un poco embobados, ¿no?

Jesús: ¿A qué te refieres?

Viky: Al beso que nos dimos.

Jesús: La verdad es que me sorprendió un poco, ¿no Pedro?

Yo: Cierto, me sorprendió

Paula: Bueno, hay que completar el círculo.

Yo: ¿Cómo?

Paula: En esta casa somos cuatro, y ya me he acostado con dos, me queda uno.

Jesús: ¡Tu madre!

Viky: ¡Vaya!, ¡qué listo es tu marido!

Paula: ¡Sí, un genio!

Viky: Vosotros también podíais hacer lo mismo.

Yo: ¡En la vida!

Jesús: ¡Ni loco!

Paula: ¡Bueno, bueno! Tranquilos, ya me imaginaba la respuesta.

Eso nunca. Hasta ese momento había roto muchas barreras, me había acostado con mi hija y había permitido a mi mujer acostarse con otro. Pero el estar con otro hombre no entraba en mis pensamientos, ni tampoco en los de Jesús.

Tras el desayuno salimos a la piscina y nos pusimos a tomar el sol. Jesús comenzó a nadar y se salió al poco rato. Paula se levantó para entrar en la piscina y Viky se levantó tras ella.

Viky: Espera. Voy contigo.

Las dos se metieron en el agua y comenzaron a jugar. Me fui a levantar, pero Paula me detuvo.

Paula: ¡No! La piscina es territorio de chicas.

Las dos se rieron se volví a la tumbona.

Yo: Creo que estas dos van a cumplir con lo que han dicho esta mañana.

Jesús: Eso parece. Total, llegados a este punto, que hagan lo que quieran.

Jesús y yo nos pusimos a mirar la piscina. Paula y Viky seguían con sus juegos, hasta que hubo un momento en el que las dos se quedaron mirándose. Paula se echó hacia delante y beso a Viky. Tras separarse y volverse a mirar, las dos empezaron a besarse con más pasión. Se tocaban, se abrazaban, se besaban; parece que se estaban calentando. Los juegos siguieron un poco más hasta que las dos salieron de la piscina.

Paula: ¿Qué te parece la idea de hacerlo con público esta vez?

Viky: Me gusta.

¿Esta vez? Esta última coletilla de Paula me dejo pensando unos segundos. Lo habían hecho antes, pero ¿cuándo?, ¿en estos días?, ¿o antes? Vi que Jesús la tenía dura, yo también. El verlas así nos había puesto a tono rápido. Ellas estaban en su mundo y tras los besos, empezaron un 69 con mucho entusiasmo. Paula estaba debajo y Viky encima. Yo podía ver como Paula se lo chupaba a mi mujer y como su lengua jugaba con su clítoris. En ese momento y recostado sobre la tumbona, comencé a pajearme ante aquel bonito espectáculo. Jesús me vio y le gustó la idea, ya que el también comenzó a masturbarse.

Y allí estábamos. Jesús y yo sobre las tumbonas haciéndonos una paja viendo como mi mujer y mi hija se lo montaban delante de nosotros. Tras haber chupado lo suficiente, Viky se levantó y entro en la casa. Mientras tanto, Paula nos miró.

Paula: Parece que os gusta lo que veis.

Yo: Joder, Paula. No veas como estoy.

Jesús: ¿A dónde ha ido?

Paula: A buscar una cosita.

Viky llegó con un consolador bastante grande. Tal y como llegó, tumbó a Paula y se lo clavó hasta el fondo. Paula cerró los ojos y comenzó a gemir ante el movimiento de Viky. Para evitar que Paula gritara mucho, Viky volvió a besarla con la idea de que ahogar un poco los gritos, ya que estábamos en la piscina y los vecinos podrían escucharnos.

Viky siguió hasta que consiguió que Paula se corriera. Al correrse se quedaron abrazadas y se dieron unos besos antes de cambiarse. Ahora era Paula la que le daba a mi mujer y, tras unos minutos de gemidos, besos y demás, consiguió que Viky se corriera.

Viky: Uff, vaya tela.

Paula: ¿Te ha gustado?

Viky: Mucho.

Paula: Mira a estos dos.

Jesús y yo seguíamos pajeándonos en las tumbonas.

Viky: Vamos a ayudarles un poco.

Las dos se levantaron y se dirigieron hacia nosotros. Viky se fue con Jesús, le quitó la mano y se metió su polla en la boca. Paula hizo lo propio conmigo. Yo cerré los ojos y me deje hacer. Paula lo hacía tan bien que no me costó mucho correrme, lo mismo que Jesús. Las dos se reían.

El día siguió más o menos tranquilo, hasta por la tarde. Al llegar de la playa a eso de las 9 nos duchamos y nos sentamos a cenar. Durante la cena me fijé en que Viky no llevaba el anillo, en su lugar llevaba otro casi igual pero distinto. Me sorprendió, pues Viky nunca se lo quitaba.

Yo: Viky, ¿y el anillo?

Viky: Lo tiene Paula.

Paula: ¡Si que eres observador!

Jesús: Paula, ¿y el tuyo? ¿Ese que llevas es otro?

Viky: Es el mío. Nos lo hemos cambiado.

Yo: ¿Cómo?

Viky: Lo hemos estado hablando. Ayer nos lo pasamos muy bien. Disfrute mucho con Jesús y quiero volver a estar con él. Paula disfrutó con su padre y también quiere estar con él.

Paula: Así que hemos decido hacer un cambio. A partir de ahora yo estaré con papá y Jesús estará con mamá. También hemos cambiado vuestras cosas. Toda la ropa de Jesús está ahora en el dormitorio de mamá y toda la ropa de papá está en la mí. A partir de ahora cada vez que queráis sexo lo haréis con vuestra "nueva" esposa.

La idea me encantó, deseaba volver a estar con Paula y creo que Jesús quería estar con Viky. Nos pareció bien y cerramos el acuerdo con un brindis. Tras recoger todo nos fuimos a acostar. Me metí con Paula en la habitación y Jesús se metió en la mía con mi mujer. El resto de las vacaciones ya os lo podéis imaginar. Todos los días, como mínimo, caía un polvo con Paula. Lo hacíamos donde nos apetecía, a veces con Jesús y Viky follando a nuestro lado en la misma cama o solos nosotros dos.

Fueron las mejores vacaciones de mi vida. Espero que vuelvan pronto a pasar unos días. Si no, iremos a hacerles una visita para no olvidarnos del veranito.