La casa de la abuela-1
Un matrimonio jóven que a los 5 años se aburre. los padres de él son swinger. el hijo pide consejo al padre sobre cómo superar el aburrimiento y la monotonía. Y un padre que se aprovechará de la ingenuidad del hijo.
La casa de la abuela
Autor: jaypaka
Cuando Silvia y yo éramos novios no imaginamos que a los cinco años de casados nuestro matrimonio iba a caer en el aburrimiento de la monotonía, en el hastío de la vida en común que degenera a veces en la perdida de la lívido sexual por parte de los dos. Últimamente hacíamos el amor de forma mecánica y aburrida. No sé explicar por qué ya no hay preliminares pero la consecuencia es que los dos nos evitamos a la hora de follar. Yo no esa clase de hombre que busca sexo fuera de su matrimonio y sé que ella tampoco.
Así estaban las cosas y un buen día decidimos solucionar nuestro problema. Hablamos y decidimos averiguar en internet si había más matrimonios con nuestro mismo problema. Mi mujer y yo leímos mucho sobre el tema, pero las soluciones que plantean en los foros son surrealistas. Los hay que recomiendan que hagamos intercambios de parejas cosa que a mí me gustaría probar en cambio ella “tuerce el morro”. Otros, dicen que esa practica no es aconsejable a no ser que los dos estén juntos en el mismo sitio para poder recrearse con el morbo de ver a la pareja en brazos de otro gimiendo y jadeando. Otros opinan que lo mejor para esa situación es hablar con tu pareja y si los dos están de acuerdo entonces practicar el sexo en orgias. Enseguida nos dimos cuenta de que todas las opciones consistían en lo mismo: “el morbo de ver a la pareja gimiendo con otro mientras folla”.
— Cariño a mí eso de juntarnos con otros y vernos follar me encanta. –dije a mi mujer cansado de leer la información de la pantalla.
— No sé Sergio tengo mis dudas, pienso que puede ser perjudicial, ¿y si al final el matrimonio se rompe por un ataque de celos, entonces qué?, ¿crees que merece la pena correr el riesgo de ver como me folla otro por el morbo?
— Joder nena dicho así parece un asunto peligroso y acojona –reconocí— pero no se trata solo de verte follar a ti con otro, sino que tú también me veas hacer lo mismo con otra, es esto tenemos que estar los dos de acuerdo.
— Pues a mí me sigue pareciendo peligroso.
— A ver, dime por qué.
— Porque ninguno de los dos podemos calcular lo que podemos sentir cuando pruebas otra polla u otro coño diferente.
— Creo que tienes razón, nos faltan datos para ser objetivos, mejor será que investiguemos un poco más. –dije al final.
— Me parece que es lo mejor, busca todo lo relacionado con los “swinger”, lo que practican tu padres.
— ¡Claro, eso es! A los dos les va de maravilla según nos cuentan. -Silvia asintió con la cabeza.
Buscamos en internet todo lo relacionado con el mundo “swinger”. Leímos trabajos firmados por psicólogos, psiquiatras y sexólogos especialistas en los que se decía (entre otras cosas) que el swinger no cree que sus prácticas sexuales representen una desviación en su comportamiento y terminan por admitir la homosexualidad en las relaciones con otros. Lo experimenta más bien como un derecho a tener alternativas en su matrimonio para no aburrirse en la relación sexual. Por lo general el swinger no abandona la fijación original por alguno o por los dos padres como objeto de amor y continua buscándolo cuando se hacen adultos, proyectándose como un deseo sexual no controlado. Al leer esta parte comprendí que a mí me pasaba eso mismo, ya que mi fantasía sexual era follarme a mi madre. Por dos razones: que está muy buena para su edad y por el morbo de ser mi madre. Silvia lo leyó también y al igual que yo no dijo nada, entonces me pregunté si la fantasía sexual de ella no sería follarse también a su padre.
Todos los informes coincidían en que realizar esa practica es peligroso pues puede conllevar a la perdida de pertenencia, inseguridad, celos y finalmente ruptura de la pareja.
— Como verás, lo que hemos leído me da la razón. –dijo Silvia.
— Mujer, no creo que todo sea tan malo como lo pintan. Podríamos probar y si no nos gusta lo dejamos y ya está. Yo creo que lo mejor sería practicarlo con gente conocida en vez de con extraños.
— Sí ya, ¿con quien Sergio?, ¿a cual de nuestros amigos se lo propones?, mejor olvídate, podemos tener mucha confianza pero nunca llegar a intimar hasta ese punto y lo que propones es muy intimo.
— Tienes razón —contesté y me quedé pensativo un momento— Oye ¿y si lo intentamos con mis padres? -le dije de repente.
— Tú estás loco. –contestó ella riendo.
— Es la mejor opción y lo sabes. Te recuerdo que son “swinger” y tienen mucha experiencia, si hablamos con ellos primero no habría problemas, probamos y después ya veremos.
— Te he dicho que no Sergio no insistas. –contestó tajante.
— Lo que tú digas cariño, pero creo que sólo nos falta el valor suficiente para afrontarlo.
— ¿Y tú crees que estás preparado?. –contestó ella.
Me dio un beso y dijo que se iba a dormir, le pregunté si le apetecía hacer el amor pero me contestó que estaba muy cansada y que debía madrugar al día siguiente, se dio la vuelta y se fue a dormir; así de simple y cruda es nuestra vida sexual. Yo me encendí un cigarrillo mientras pensaba por qué me había preguntado si yo estaba preparado. Cualquiera puede pensar que mi mujer tiene otro rollo pero yo sé que no, Silvia siempre ha sido muy sincera y no me ha dado motivos para dudar.
..…/…..
Días después me llamó mi padre por teléfono al trabajo. Tras los saludos de rigor me dijo que si me apetecía comer con él y le dije que sí. Una hora más tarde vi a mi padre en la calle, nos dimos un beso en las mejillas y nos subimos a mi coche para desplazarnos al restaurante donde íbamos a comer.
— ¿Pasa algo papá? –pregunté al verle ensimismado.
— No hijo no te preocupes, es que como hace tiempo que no vais por casa, ya sabes, tu madre está preocupada, incluso los padres de Silvia también, el domingo pasado comimos con ellos y nos dijeron que hacia dos meses por lo menos que no os veían, ni siquiera llamáis por teléfono.
— Vaya, no pensábamos que fuerais a preocuparos tanto. Creo que tendremos una conversación los seis juntos para aclarar algunos puntos, como el hecho de que tengo 30 años y Silvia 28, me parece que ya somos mayorcitos para vivir nuestra vida. –contesté riéndome.
— No seas sarcástico hijo, para los padres un hijo es una responsabilidad para toda la vida, tampoco se trata de que vayáis a vernos todos los días, pero no esperéis dos meses para dar señales de vida por algo existe ese invento maravilloso llamado teléfono. –me reprochó mi padre.
— Perdona papá, soy un borde. Tienes razón hablaré con Silvia y lo arreglaremos. Si quieres que te diga la verdad, estoy cargado de trabajo hasta los topes y a ella le pasa lo mismo. –me excusé.
— Sergio, no te escondas detrás del trabajo, eso es demagogia pura. –dijo él riendo.
— Pero si ya llevamos cinco años casados ¿qué problemas puede haber? –insistí.
— No lo sé ¿dímelo tú? –contestó.
— No hay ninguno en absoluto. –mentí mirando directamente a la mesa.
— Te conozco hijo y sé cuando algo te preocupa. No sé de qué se trata a no ser que tú me lo cuentes pero por tu estado de ánimo veo que puede ser grave. –le miré desconcertado y sabiendo que no pararía hasta enterarse decidí ser sincero con él. Nunca he tenido secretos para mis padres y ellos tampoco conmigo.
— Papá ¿alguna vez mamá y tú os habéis sentido como aburridos, hastiados el uno del otro?, Silvia y yo nos queremos pero no nos tenemos ganas, ya me entiendes.
— En dos palabras: monotonía y aburrimiento, vosotros no estáis inmunizados contra eso, ni conozco a nadie que lo esté. ¡Anda cuéntamelo!
— Nuestra vida se ha vuelto monótona y aburrida. Ahora todo son broncas y malas contestaciones por cualquier nimiedad pero que a nosotros nos parecen un mundo. Pasamos semanas sin hablarnos, supongo que por el maldito orgullo de no dar tu brazo a torcer o quizá sea que ya no tenemos nada que decirnos, no sé. y lo peor es la inapetencia sexual. –contesté.
— Y os refugias en el trabajo para evitaros.
— Sí. –admití.
— Mira hijo, todos los matrimonios pasan por ese periodo. Tu madre y yo también pasamos por eso pero supimos solucionarlo y desde entonces somos posiblemente la pareja más feliz de la tierra.
— ¿Y puedo saber cómo disteis con la solución?
— En internet tienes muchas, solo tienes que buscar.
— Ya lo hemos hecho y las soluciones que proponen no nos convencen.
— En nuestros tiempos no existía internet, pero sabíamos por anuncios en periódicos que existían locales para parejas liberales. Visitamos unos cuantos antes de dar que el que más nos gustaba. Primero para ver el ambiente que se cocía allí, luego para mirar y aprender y finalmente entramos en el juego “swinger”. Y nos ha ido de maravilla. El intercambio de parejas, es una gozada. Pero si lo que buscas es morbo y excitación al máximo, lo mejor es follar todos juntos en el mismo sitio. No te imaginas lo que es ver como tu mujer y otro se meten mano, cómo se comen mutuamente. La reacción de ella al tocar una polla distinta a la tuya… eso es excitante al máximo. ¿Y cuando empiezan a follar?, oír las respiraciones alteradas, los gemidos que da o las caras que pone cuando la penetra otro… en fin, todo eso es excitación casi de infarto, te lo juro. Tu madre y yo nos reuníamos con tres parejas y follábamos como animales, llegó un momento en que no nos importaba si era coño o polla lo que tocábamos o chupábamos, yo mismo he chupado las pollas de los tíos antes de que la penetraran y ella los coños que yo he penetrado. Ambos terminamos por hacernos bisexuales, una practica que por cierto te recomiendo.
— ¿Y todavía seguís con eso?
— Sí. Hace unos años conocimos a una pareja de nuestra misma edad. Ella una tía de cuerpo despampanante con carne prieta como tu madre y él con un pollón de caballo que le vuelve loca a tu madre. Llevamos follando juntos seis o siete años.
No me escandalizó su confesión, al revés me excitó mucho. Dado que mi padre estaba siendo sincero conmigo, yo también decidí serlo con él.
— Papá… ¿sabes cual es mi mayor fantasía?
— Claro que sí hijo, follarte a tu madre –respondió sorprendiéndome— no pongas esa cara Sergio no hay más que ver cómo se te van los ojos detrás de ella o crees que no me doy cuenta de cómo la miras cuando se sienta en el sillón para ver si le ves las bragas en un descuido.
— Yo pensaba que no os dabais cuenta.
— Tu madre aún se avergüenza si se lo recuerdas pero los dos lo veíamos.
— Es que mamá está muy buena a pesar de sus años, y no me considero un enfermo por decir eso.
— Mira Sergio si cada persona que desea acostarse con su madre o su padre fuese un enfermo, la sociedad estaría echa polvo.
— No sé los demás, pero a mí sí que me gustaría.
— ¿Y por qué no le preguntas si quiere follar contigo? –dijo mi padre.
— No me atrevo, me da vergüenza. –admití.
— Puede que te sorprenda su respuesta.
— No sé. En cuanto a lo de tocarme con un tío —dije cambiando de tema—, reconozco que también me excita. Últimamente no hago más que descargarme de internet fotos de pollas, no sé porqué pero me pongo cachondo viéndolas. Tengo curiosidad por saber que se siente al tocar otra polla, notar como crece y se pone dura, chuparla, masturbarla y sobre todo ver cómo se agita cuando suelta la corrida.
— Eso es normal hijo, no es ninguna desviación; a mí me pasaba lo mismo pero me faltaba valor, hasta que un día me decidí y desde entonces me encanta chupar una polla dura. Escucha, antes de nada atiende un consejo: Lo tienes que tener muy claro antes de lanzarte, sino te arrepentirás.
— No papá –contesté decidido—, sería capaz de hacerlo con otro tío con una condición: que no sea muy peludo y que se arregle la entrepierna, ya sabes: que se recorte el vello, aunque para mí es mejor depilado, son los que más me gustan. He visto fotos por internet de tíos tocándose y cuando veo que tienen mucho pelo mi mente lo rechaza inmediatamente. En cambio, cuando visito paginas “gays o de travestis” me pongo como una moto, me parecen muy apetecibles con sus cuerpos depilados.
— Seguro que tú eres de los que se depilan ¿no?, —asentí con la cabeza— yo también, me pasa lo que a ti; mucho mejor sin pelos que empañen la belleza de un hombre. –me dijo.
— Bien. En cuanto a lo de follar con otras personas y ver como folla mi mujer otro tengo ganas de probarlo, sé que Silvia también lo desea pero no sé por qué motivo se hace la estrecha conmigo.
— No creo que tu mujer sea una estrecha precisamente.
— Quizá estrecha no sea la palabra correcta, está llena de dudas, cree que peligraría nuestro matrimonio si hacemos eso, ya ves, como si ahora estuviera a salvo.
— Y está a salvo hijo porque os amáis.
— Supongo que sí. El caso es que cuando lo hablamos ella pone siempre la misma pega ¿con quién?. Le dije que podíamos probar con amigos, pero me dijo que no, por mucha confianza que tengas con ellos ¿cómo le propones una cosa así?
— Puede que tenga razón. Ya te he dicho que tu madre y yo fuimos a locales privados para eso. Y aunque siempre hemos follado con extraños al final hemos terminado como amigos, pero no con todos. Al final nos hemos quedado solo con esta pareja, la única que nos merecía la pena conservar la amistad de verdad.
— Ya. Si vieras cómo se puso cuando le dije que podíamos probar con vosotros que ya tenéis experiencia en esto, me llamó loco y se rió pero sé que se mosqueó mucho. –dije riendo al acordarme.
— No es una locura. Me parece una buena solución. Si pudiéramos enrollarnos los cuatro todo seria muy distinto te lo garantizo. Tendríais el mejor morbo, la mayor excitación y al mismo tiempo os garantizaríais que no habría problemas sentimentales por ser familia. Yo no me iba a enrollar con mi nuera y tú tampoco lo harías con tu madre.
— No sé —dije dando un suspiro largo— estoy hecho un lio y sé que Silvia también. Lo malo es que mientras nos aclaramos continua el aburrimiento haciendo mella en nosotros.
— Mira Sergio, te voy a hacer una propuesta y cuando la sepas puedes aceptarla o no. Si quieres, puedes probar la bisexualidad primero, conmigo claro. Yo tengo experiencia y si resulta satisfactorio para ti entonces pasamos a la siguiente fase. –me dijo mi padre.
— ¿Me estás proponiendo que nos enrollemos tú y yo? –pregunté sorprendido y a la vez excitado.
— ¿Por qué no?, a fin de cuentas si no te gusta no pasa nada al ser familia todo queda en casa, mejor que con extraños ¿no?
— En eso tienes razón –contesté pensando a toda velocidad-. Y dime, en caso de que me decidiera, ¿dónde lo haríamos?, en mi casa no por que ya estará Silvia, en la tuya está mamá y me da mucho corte. Tampoco me hables de ir a un hotel para coger una habitación para los dos nos tomarían por lo que no somos.
— No hace falta nada de eso, podemos darnos la satisfacción dentro del coche, eso sí, en un sitio lejos, donde no nos conozcan. –propuso mi padre.
Me quedé un momento pensando, sopesé todas las opciones y como estaba empalmado solo de imaginarlo acepté.
…/…
Salí del trabajo a las seis y media de la tarde, ya estaba anocheciendo. Mi padre ya me esperaba en la calle. Nos metimos en mi coche y conduje hasta las afueras. Llegamos a un polígono industrial de la zona Norte de la ciudad y me detuve en un aparcamiento totalmente desierto y poco iluminado, aparqué debajo de unos arboles cuyas ramas estaban tan bajas que casi tapaban el coche, las calles estaban vacías y ya era completamente de noche.
Después de fumarnos unos cigarrillos bloqueé las puertas del coche y nos pusimos manos a la obra en los asientos traseros del coche. Estaba un poco nervioso. Mi padre me abrazó por el hombro pegándome a él y me pidió que empezara yo primero. Como no terminaba de decidirme él me dio un empujoncito al decirme: ¡Anda, sácame la picha y juega con ella. esas palabras bastaron para armarme de valor. Decidido, le bajé la bragueta y metí la mano por dentro de sus calzoncillos. Le toqué la polla y los huevos carentes de vello como había dicho. La notaba gorda y estaba muy tiesa, los huevos también me parecían más gordos de lo normal. Sentí curiosidad y enseguida se la saqué, y los huevos también.
— Joder papá menudo cipote tienes. –dije riéndome.
— ¿Te gusta?
— Me encanta lo gordo que es y lo curioso es que no se te marcan mucho las venas.
— Es por la edad, tenías que haberle visto hace veinte años. ¡Anda!, juega con él.
Y eso hice, estuve un rato jugando con su polla, sobándosela pero sin llegar a masturbarle. Nada más agacharme percibí el olor de su sexo, igual que él mío. Le lamí los huevos primero, al ver que me gustaba hacerlo me entretuve lamiendo todo el tronco de su polla. Miraba a mi padre y él a mí, pasados unos minutos me cogió la cabeza dirigiendo mi cara a su pene o a sus testículos alternativamente, al mismo tiempo me hablaba utilizando palabras soeces que a mí me excitaban mucho, sobre todo me ponía muy cachondo cuando me pedía que le chupara los cojones o que le comiera el rabo.
Un rato más tarde, se la chupé disfrutando de los gemidos que daba. Pero primero la exploré. Me daba un inmenso placer rodear el gordo capullo con la lengua, tantear el frenillo y la rajita de la punta que soltaba liquido preseminal, al probarlo me gustó su sabor, mejor de lo que había pensado. Todo era mucho más excitante de lo que me había imaginado. Una vez satisfecho y con la lengua dolorida de tanto moverla, se la mamé con fuertes succiones hasta que descargó. Me acordé de los videos de internet que me había bajado así que agarré su glande con mis labios y aguanté la eyaculación en mi boca gozando lo indecible al ver cómo se agitaba delante de mis ojos, por primera vez me tragué la lefa de un hombre. Me gustó su sabor, un poco agrio, un poco amargo y un poquito dulce. Le lamí la rajita de la punta hasta que dejó de salir semen, entonces se la meneé un poco más tragando todo lo que manaba de la punta hasta que le salió casi todo.
Descansamos un poco fumándonos otro cigarro.
— ¿Qué te ha parecido, es lo que pensabas? –me preguntó.
— Ha sido mejor. Es más excitante sentir la corrida de un tío que cuando te corres tú haciéndote una paja.
— Me alegro de que te hayas dado cuenta. Puedes preguntarme lo que quieras si lo deseas.
— Preguntas no, si acaso algún comentario. –le dije.
— Adelante, no te cortes. –me invitó.
— Me ha sorprendido mucho comprobar lo gorda que tienes la polla y los huevos también, nunca lo habría imaginado.
— No le des tanta importancia. Cada persona es un mundo Sergio, seguro que tu polla es distinta de la mía.
— Bueno, la mía es bastante más larga pero muy fina.
— Y qué. Lo importante del sexo es que goces y hagas gozar, eso que dicen las mujeres de que el tamaño importa es una memez, está sobrevalorado, a ellas les gustaría tener a mano una polla distinta para cada estado de animo.
— Seguro que tienes razón. –contesté.
— Claro que la tengo. Una tía desea una polla gorda y grande para su amante y sin embargo para su marido una normalita y manejable, para poder jugar con ella metiéndosela hasta el fondo sin ahogarse ni tener incómodas arcadas. Y cuando llega el momento de follar, las encanta sentir la ternura y el amor que les transmite su pareja. Las tías son como los tíos; unas golfas románticas.
— Vaya ese punto de vista no lo conocía.
— Yo sí. Tu madre sin ir más lejos ha follado con un montón de tíos, unos con pollas grandes, otros más normales, sin embargo con quien se meó de gusto fue con un chaval que tenía la polla pequeña, ni siquiera yo he conseguido eso de ella.
— Oye ahora que sé que me gusta ¿Cuál es la siguiente fase?, no me la has dicho. –le pregunté.
— La fase siguiente es follarme a Silvia delante de ti. –contestó.
— Eso es poco menos que misión imposible.
— Ya, pero cuento con tu ayuda, ya hablaremos de eso. Bueno basta de charla, es mi turno. –dijo mi padre decidido.
Me espatarré en el asiento y gocé viendo como me bajaba la bragueta y como metía la mano dentro. Al sentir el contacto de su mano mi polla se empalmó de golpe. Las sensaciones eran tanto o más agradables que cuando me las hacia Silvia. Tuve que desabrocharme el pantalón pues no podía sacármela por la bragueta, ya de paso me bajé también los calzoncillos hasta los tobillos y me los quité como él me dijo. A mi padre le llamó la atención mi polla a pesar de que ya se lo había dicho, comparó mi polla tiesa con su mano abierta y me dijo que debía medir unos 23 o 24 centímetros por lo menos sino más, aseguró que mi mujer tenía que babear con ella. Le dije que no era para tanto y me aseguró que mi madre nunca había follado con una tan grande, a ella si que le encantaría tenerla toda dentro y más si era mía. Esa confesión me excitó mucho. Yo también le decía comentarios soeces para ponernos cachondos.
A continuación me tumbó de espaldas sobre el asiento trasero, me separó las piernas y se coló en medio. Vio que estaba nervioso, así que mientras me desabotonaba la camisa me pidió que cerrara los ojos y así lo hice. Inmediatamente sentí su boca sobre mis tetillas, lamiéndolas hasta ponerme los pezones muy duros, entonces los mordisqueó y los succionó un poco. No sabía que eso producía tanto placer a un hombre. A todo esto, me acariciaba la espalda bajando por mi nalga hasta llegar al muslo, eso me excitó, me estaba acariciando como si yo fuera una mujer. La carne se me ponía de gallina con esas deliciosas caricias. Su lengua descendió poco a poco hasta atrapar mi polla para chuparla un ratito y continuar descendiendo por los testículos hasta llegar al esfínter de mi culo. Me sentí un poco incómodo y me tensé, mi padre lo notó y me pidió que me relajara, dijo que quería follarme el culo pero que no haría nada que yo no quisiera. Sus palabras y su lengua entrando y saliendo de mi ano lograron relajarme y al final, mi padre consiguió meterme dos dedos dentro del culo.
A mí no me dolió. No quiero decir con esto que no pueda ser doloroso para otros. Me molestó un poco al principio pero enseguida comencé a sentir placer, mucho placer. La cosa aumentó cuando se echó de nuevo sobre mí y tras decirme que siguiera con los ojos cerrados me besó en la boca. Primero un beso suave, tierno y sin lengua. Sus labios me parecían como los de una mujer salvo que a veces me raspaba un poco. Mientras me besaba restregaba su sexo contra el mío que me dolía por lo duro que estaba. Dado el estado de excitación en que me hallaba terminé por entregarme a mi padre. Entonces noté su ensalivada lengua entrando en mi boca, buscando la mía y cuando las dos entraron en contacto casi me corro del gusto. No me importaba tragarme su saliva y a él tampoco la mía. Volvió a decirme que iba a follarme el culo. En vez de contestarle me quedé pensativo y cuando quise darme cuenta sentí que su polla penetraba mi ano lentamente.
Ya no había marcha atrás. Acepté la penetración con un largo gemido y le abracé el cuello para besarme desesperadamente con él. Mientras nos comíamos la boca mi padre me follaba y cuando no nos besábamos me decía que lo que estaba sintiendo es lo que sentiría mi mujer cuando se la follase. Jadeé de placer al imaginarlo.
— Ahora que te poseo ya eres mío —dijo tocándome la polla—, luego poseeré a tu mujer y también la haré mía. Os convertiré a los dos en mis putitas. Silvia me pedirá que me la folle una vez y otra hasta que quede agotada –decía sin parar de follarme.
Todas esas cosas que me decía más las sensaciones que estaba experimentando, lograron que me corriera incontroladamente. Pensé que mi padre me llenaría el culo también, pero no, me la sacó, se agachó y se entretuvo en lamer mi corrida, tras terminar, me alzó las piernas hasta apoyar mis tobillos en sus hombros y volvió a penetrarme pero profundamente. Me dio su lengua y se la chupé. Siguió follándome pero más deprisa hasta que de repente, de un fuerte empujón me la clavó y al tiempo que empujaba eyaculó en mis entrañas jadeando por el cansancio. Me gustó sentir las convulsiones de su polla en mi ano mientras se corría. Abrí los ojos, le miré y le besé en la boca enzarzando mi lengua en la suya. Cuando hizo intención de retirarse le retuve con un abrazo y le dije que quería seguir sintiendo su polla dentro de mí. Así estuvimos hasta que se le encogió y se le salió sola.
Nos recompusimos la ropa y salimos los dos a mear. Primero nos cercioramos de que no podía vernos nadie. Me apoyé en el coche y mi padre sobre mí, le sujeté la polla con la mano y jugando dirigí su chorro a lo alto para ver hasta donde llegaba. Cuando terminó se la sacudí y él se la guardó dentro del calzoncillo. Cambiamos de posición. Me tocaba a mí. Mi padre me la sujetaba con las dos manos esperando a que yo meara; me costaba un poco, pero cuando lo hice solté un potente chorro prolongado que me dejó más que satisfecho y con el que mi padre jugó diciendo que parecía un bombero.
Luego nos fumamos un cigarrillo comentando lo que había ocurrido. Le di mi parecer confesándole que me había encantado. Entonces fue cuando se le ocurrió la genial idea. Dentro de unas semanas, teníamos que ir al pueblo de la abuela de mi madre para supervisar las obras de la casona donde había vivido mi abuela y que mi madre había heredado, pues al tratarse de una gran casa típica de pueblo, la estábamos reformando de manera que hubiera dos viviendas dentro; una para mis padres y la otra para mi mujer y yo, y aún sobraba sitio para dos habitaciones de invitados. Mi padre me dijo que convenciera a Silvia para que nos acompañase en el viaje.
— No sé papá, me temo que con Silvia no va a funcionar, no querrá acompañarnos. –le dije.
— Es funcionaria y los funcionarios tienen días libres para asuntos personales. –dijo mi padre.
— ¿Y cómo nos lo montamos?
— Lo tengo todo pensado –dijo él- como tenemos que dormir en el hotel de las afueras del pueblo, pides una habitación con dos camas, si ella no dice nada ya tenemos ganado la mitad. Cuando terminemos de cenar, insistiré en tomar un licor, le damos unas copas de más a ella para que se desinhiba, la ponemos cachonda entre los dos con comentarios obscenos y cuando menos se lo espere nos la follamos.
— Dicho así parece fácil. –contesté.
— Es que fácil, sólo tienes que hacer tu papel yo haré el resto. Deseo follarme a Silvia desde que la conocí. –dijo.
— Pero ¿y si se resiste? –pregunté curioso porque me guata atar todos los cabos.
— ¡Qué se va a resistir hombre!, aunque no te lo creas tu mujer es tan puta como todas, ya verás como le va la marcha.
— ¿Y si te equivocas con ella?
— Pues sería la primera vez en mi vida que meto la pata con una mujer. En cuyo caso, le pido disculpas y solucionado.
— No sé papá, no lo veo claro, conozco a Silvia muy bien y sé que no tragará.
— ¡Venga hijo!, no le des más vueltas, ya procuraré yo que ella trague, confía en mí. Tú sólo piensa en lo bien que lo vamos a pasar y piensa también que tendrás tu recompensa, te prepararé el terreno con tu madre y la tarde que tú quieras os dejo solos para que te la trajines.
Aquello ultimo me excitó: mi secreta fantasía, hacérmelo con mi madre toda una tarde entera. Ya se me ocurriría algo que decirle a mi mujer, que tenía trabajo. Mi padre vio que su decisión me excitaba, se abrió la bragueta de nuevo sacándose la polla, me empujó por la nuca hasta agacharme sobre su entrepierna y me dijo —¡chupa!, que tengo ganas—. La tenía un poco tiesa ya. Se la chupé y se la mamé un buen rato, luego él apoyó un pie sobre una rueda del coche, se sacó los huevos y me los arrimó a la boca sin decirme nada, yo ya sabía lo que debía hacer con ellos. Un buen rato después, se cercioró que no había nadie a la vista, entonces me tumbarme sobre el asiento trasero sacando un poco la cabeza. Él se colocó encima de mi cara y comenzó a frotarme sus huevos por toda la cara, cosa que me excitó, después me bajó un poco más la cabeza y me la metió en la boca. Me folló la boca con cuidado de no hacerme daño , pero me dieron dos arcadas por que me la metía muy adentro, le dije que no empujara tanto o vomitaría, él me dijo que debía aguantar un poco solamente ya que casi estaba a punto de correrse. El caso que volvió a metérmela, empujó despacio llegando a mi campanilla, respiré hondo y me relajé como me había dicho y esperé a que se corriera, pero no pasaba nada, mi padre sólo empujaba y jadeaba de gusto. Calculo que estuve así unos diez minutos tras los cuales sentí el primer lechazo en la garganta seguidos por varios más. No los pude contar porque todo ocurrió muy deprisa. Así sellamos nuestro pacto.
Espero que éste nuevo relato os guste como el anterior. ya leeré vuestros comentarios.