La Casa de Asmodeo

Título alternativo: Burdel Transilvania Visiten mi nada humilde hogar, en el que podrán encontrarse con placeres de todo tamaño y color, con las criaturas más sensuales de este submundo infernal.

Bienvenidos. ¡No, no se corten! Aquí, todo tipo de engendros son bienvenidos. En esta meca del vicio, los visitantes podrán disfrutar de un vistazo a un mundo vedado, a aquel lugar donde surgen las pesadillas, a aquellas leyendas refutadas sistemáticamente pero que se niegan a desaparecer bajo el yugo de la tediosa ciencia.

Sí, recorran el camino pedregoso que no aparece en el mapa, aparquen junto a los sauces llorones que parecen contemplarlos con envidia. Denle una calada a su cigarro o a su vicio particular y miren hacia arriba. Entonces, verán mi guarida.

Contemplen, atónitos, los ladrillos negros de mi castillo, los esqueletos colgantes, las antorchas de fuego verde. Entren en mi morada para conocer los secretos que condenarán su alma a cambio de darle a su cuerpo la experiencia más placentera de su vida.

¡Oh, qué descortés, no me he presentado! Mi nombre me lo reservo, pero les doy mi título: Barón Kruento. Desde detrás de mi monóculo carmesí, contemplo gozoso cómo mis clientes disfrutan de las criaturas más sensuales de todos los rincones del globo. Me quito mi sombrero de copa ante ustedes y sonrío con mi dentadura de oro para darles la bienvenida a la Casa de Asmodeo, donde nunca es de día y las fantasías se hacen realidad. Permítanme presentarles las sorpresas que esta alberga.

Georgina

Aunque cuesta un millón de euros por sesión, Georgina es nuestra atracción más barata, presente en los baños para satisfacer a nuestros visitantes. ¡Pobre! Ella no sabe conversar ni es demasiado fogosa, y a los clientes más pasivos no les gustará tener que hacer todo el trabajo. A veces emite algunos sonidos con su boca reseca, pero esta zombi tampoco gime con demasiada frecuencia. De vez en cuando se le escapa algún chillido, pero de horror. A pesar del empeño de nuestros nigromantes, sigue recordando de vez en cuando su vida pasada y el modo en que murió.

Entonces, ¿dónde está la gracia de la desdichada Georgina? ¿Cuál es su secreto para tener tantos clientes, aparte de su precio? Bueno, esto se debe en parte a que nuestros hechiceros tenían una buena materia prima con la que trabajar: unas piernas finas y largas, un vientre plano de modelo, unas tetas cuyo tamaño discreto no distrae de su gran firmeza ni de sus rosados pezones, y ni un milímetro de grasa sobrante. Su pelo castaño no casa muy bien con la recién adquirida palidez de su cuerpo, pero se le pueden poner pelucas.

Aunque su cualidad más destacada es su completa sumisión. Se dejará penetrar de cualquier manera, obedecerá cualquier orden. Ha llegado a chupar semen del coño de cadáveres, a fornicar con animales, a dejarse golpear de un modo que mataría a cualquier ser vivo, y todo sin recibir nunca el más mínimo agradecimiento. Cada noche, acaba su turno escupida, meada, cagada, con profundas heridas que nuestros magos arreglan durante el día. Jamás hemos recibido ninguna queja por su parte.

¡Pobre Georgina!

Asenet

Antes de morir, esta muchacha era la hija universitaria de unos millonarios egipcios que decidieron momificarla después de un accidente. Sin embargo, debieron haberlo pensado dos veces antes de intentar comprar mis empresas. Aunque me deshice de sus cuerpos, conservamos aún el sarcófago donde descansa su hermosa hijita. Rodeada de víveres y exuberantes joyas, se encuentra en una habitación adornada con motivos del Antiguo Egipto.

Sus vendas se retiran con mucha facilidad, dejando al descubierto una figura bronceada de pechos gigantescos y vientre plano. Las clases de gimnasia en su universidad dieron buenos frutos, tal y como atestiguan esos glúteos carnosos tan populares entre nuestra clientela. Algunos prefieren palpar sus contornos a través de su vendaje, pero su piel desnuda merece mucho la pena.

Es mejor usar esas cuerdas para ahogarla mientras se la penetra por detrás. Eso hace que recuerde su existencia pasada, da una vitalidad inenarrable a esas morenas y generosas caderas que han ordeñado rápidamente a los machos más duraderos. Les garantizo que merece la pena.

Marina

En nuestra piscina, si quieren darse un chapuzón después de pasar un rato agradable en nuestro jacuzzi de champán, se encuentra una de nuestras chicas más especiales. Se trata de Marina, una muchacha a la que recogimos de la ignota ciudad de Innsmouth cuando no había cumplido aún el año. Puede que no la vean al principio: siempre que no hay clientes en su hábitat natural, suele pasarse la noche buceando. Gracias a sus branquias, puede aguantar mucho tiempo bajo el agua. En realidad, podría hacerlo para siempre.

Sin embargo, en cuanto uno se zambulle en el agua, puede verla gracias a nuestras gafas de buceo. Puede comprobar cómo sus generosos pechos se marcan en la parte superior de su bikini, cómo la parte inferior revela unas nalgas y unas piernas tan deliciosas como cubiertas de escamas. La superficie azul de sus piel ha sido lamida tantas veces que ella lo acepta con una sonrisa graciosa, aunque al principio mordía.

Sus piernas, acostumbradas a nadar, son tan fuertes que se la puede penetrar boca abajo estando en el agua y los dos se mantendrán a flote. Si usted prefiere no hacer ningún esfuerzo físico, ella lleva a cabo exquisitas felaciones subacuáticas. Sus gárgaras son las más placenteras de los siete mares. Después de descargarse, puede disfrutar de sus masajes, que lleva a cabo con la asistencia de sus pececitos.

Euríale

Esta chica toma su nombre de una antigua integrante de su especie, pero su cuerpo núbil de dieciocho añitos no tiene nada que ver con el de una anciana. Es menuda y delgada, de atributos discretos pero con una piel muy agradable al tacto y la cara de un ángel, cubierta por numerosas pecas. A través de su sonrisa adorable pueden apreciarse sus colmillitos. Seguro que tiene unos ojos hermosísimos, pero están siempre cubiertos por esas bellas gafas de sol con forma de corazón.

¡Nuestra Euríale es una artista! Si pasa a su estudio y pasa por alto sus horribles cuadros de arte moderno, podrá ver que hay numerosas mujeres de todos los gustos y colores petrificadas, convertidas en eróticas estatuas ligeras de ropa. Para excitar a sus visitantes, se suele quitar su suéter negro y restriega los

piercings

de sus pezones contra sus víctimas, lamiendo esos rostros congelados en una expresión perenne de pavor.

Después de ello, les deja apreciar sus reptilianos tatuajes a sus clientes, pero estos no suelen perder el tiempo y la poseen con fuerza sobre la cama, en el baño o contra la pared. Cuando acaban corriéndose sobre su naricita respingona o sobre los cristales de sus gafas, las serpientes de su pelo toman el semen con su boca.

Paula

No, no se asusten: a pesar de que se trata de una mujer loba, afeitamos a Paula las noches de luna llena con cuchillas de plata. Así, quedan al descubierto su cuerpo fibroso y atlético, sus pequeños y puntiagudos pechos, las piernas alargadas y musculosas que a tantos clientes han asfixiado. El único pelo que permanece en su cuerpo es el de su cabeza, con esos adorables ricitos anaranjados que tapan sus salvajes ojos, y la mata pelirroja en medio de sus piernas. Bueno, bueno, también el de las cejas. No me sean quisquillosos.

Paula, lo advertimos, no hace mamadas ni da besos de novia ni ofrece una sofisticada charla precoital como sí hace nuestra adorada Dolores. No, ella es una bestia hambrienta de sexo que odia los preliminares, que se abalanza sobre sus presas entre aullidos orgásmicos y se deja montar a cuatro patas. Puede aguantar horas enteras, aunque nuestros visitantes no suelen durar más de veinte minutos entre sus piernas. Sus chillidos enloquecidos hacen que hasta los huéspedes de otras habitaciones terminen antes de tiempo.

¿Se pone violenta? A veces, pero por eso proporcionamos anillos de plata a los visitantes que deciden contratar nuestros servicios. La podrán encontrar atada en las mazmorras subterráneas, gruñendo a la espera de nuevos cazadores. Capturarla merece la pena.

Dolores

Aquellos que quieran encontrarse con Dolores lo pueden hacer en el osario reservado de la segunda planta, aquel que casi nadie se atreve a visitar por las siniestras calaveras de animales que adornan las paredes. Y Dolores, aunque quizás sea presuntuoso decirlo, es la razón por la que hemos tenido que poner un "casi" en esa frase en vez de una negativa tajante.

Siempre va acompañada de una esclava desnuda y atada por una correa. No sabemos de dónde las saca pero, dado que sus encantos funcionan tanto con hombres como con mujeres, no nos extraña. Son extremadamente delgadas, están en los huesos, como si un codicioso parásito hubiera consumido su carne sobrante. Se pueden ver sus costillas, se pueden ver unas largas heridas que atraviesan sus ombligos, sus piernas, sus pezones descubiertos. Bajo sus cabezas rapadas, siempre podemos observar una expresión indiferente y atontada en sus ojos hinchados y rojizos, provocada por el trance hipnótico de nuestra querida vampiresa. A nuestros clientes les encanta sodomizarlas mientras ella les chupa la sangre. Jamás se quejan.

¿Que cómo es Dolores? Buena pregunta. Sus vestidos negros de gala no son demasiado escotados, pero enseguida se desprende de ellos. Su tez es pálida y suave, como cabe esperar, y sus formas voluptuosas desembocan en una vagina rigurosamente depilada que podría distraer al espectador primerizo de esos pechos de talla 100 que de vez en cuando expulsan gotitas de sangre mezclada con leche. Sus nalgas blanquecinas son un buen lugar en el que perderse, y no hay por qué tener cuidado al tirar de su larga y lisa melena negra: nunca ha perdido un solo pelo.

Suele ser ella la que cabalga a los clientes, tras una mamada prolongada y profunda en la que su lengua bífida y sus colmillos rozan el glande de los visitantes más osados. El poder de sugestión de sus ojos le permite controlar las reacciones de su amante, garantizando así que no eyaculará hasta que no esté completamente satisfecho con el servicio. Cuando esto sucede, ella extrae el líquido y lo echa sobre su mano, lamiendo hasta la última gota. Está acostumbrada a chupar, después de todo.

Francisca .

Sinceramente, solo recomiendo pasar la noche con Francisca a los más atrevidos, a aquellos que no sientan escalofríos al contemplar los órganos sanguinolentos y los matraces rellenos de sustancias viscosas que se encuentran en el laboratorio donde nuestra criatura fue concebida.

Allí podrán encontrarla aún, con ese brillo fiero en la mirada y esa imponente figura de casi dos metros. Su piel, de diversos colores y etnias, está recorrida por las costuras que unieron las partes de las escorts más prestigiosas de todo el mundo. Sus pechos pertenecen a una exuberante ucraniana que se acostó con el mismísimo Stalin, sus nalgas fueron de una fulana keniata, sus piernas son de cabaretera y sus ojos provienen de una antigua amante de Shanghái. Ese color deslumbrantemente verde se le clava a uno en el alma, y complementa perfectamente cualquier cabellera que quiera ponerse.

Cuando unimos sus partes, confiamos en que la memoria muscular de todas estas furcias convirtiera a Francisca en la perfecta chica de compañía, en toda una experta en las artes amatorias. Sin embargo, su cerebro dañado por la electricidad ha acabado tornándola en un monstruo bastante sádico. Qué se le va a hacer, yo soy de letras.

¡Mas no hay mal que por bien no venga! Muchos de nuestros clientes masoquistas aprecian esos azotes que hacen temblar el suelo, el modo en que esas tetas perfectas se contonean delante de ellos para no aterrizar nunca en su boca, el acto de ser ordeñados por la mano brusca y carente de elegancia de la bestia, y el modo en que esta coloca sus gónadas en la mano y las aprieta con tal fuerza que a veces llega a romperlas. Toda una pieza, nuestra Francisca, pero la queremos de todos modos.

¡Ah, qué contrariedad! Amanece ya, y los rayos del sol van tornando mi fortaleza en una quimera. Las antorchas se apagan, los esqueletos se quitan la soga, los ladrillos negros se desvanecen. Nuestros clientes cogen el coche y se preguntan, atónitos, si todo ha sido un sueño. Muchos volverán para comprobarlo porque, por primera vez en mucho tiempo, se han sentido vivos.

Y usted también, espero. Aguardamos su retorno cuando la penumbra vuelva a reinar tras la retirada del sol. ¿Con cuál de nuestras chicas decidirá pasar la noche?