La carta
Lo que quiero saber y no me atrevo a preguntar.
Este texto no es solo mío. La mitad se lo debo a Eva.
Estimada pareja (por llamarlo de algún modo):
Hago esta carta porque, llegados a este punto, me veo en la obligación de tomar cartas en este asunto.
Llevamos en esta situación largo tiempo y seguimos estando en un punto muy débil, es decir, ni sabemos ni dejamos de saber.
Me parece estupendo que compartamos cosas como paseos, comidas y cama, pero ya resulta sumamente agotador tener que imaginar lo que piensas y lo que sientes. Obviamente tengo en cuenta todas aquellas cosas que me dices, pero no me cuesta nada afirmar que, lo que sale por tu boca, no se corresponde, para nada, con lo que me demuestras cada vez que estás cerca de mi.
Resulta muy poco creíble que me digas que no me quieres si después te pasas todo el fin de semana agarrada a mi como una lapa. Date cuenta de que, por mucho que trates de convencerme, lo único que consigues es confundirme una y otra vez. La mayor parte del tiempo me siento como un juguete en tus manos.
Para ti a lo mejor es muy cómodo decirme que lo dejaste claro desde un principio, pero todo evoluciona querida, y la evolución de lo nuestro fue de modo ascendente, por lo que, aunque ahora me digas eso, tienes que entender que, para mi, es demasiado contradictorio. Como el hecho de que te influyan tanto las tentaciones que hay a tu alrededor al mismo tiempo en el que sientes celos de las personas que forman parte de mi vida. ¿No es un poco difícil querer sin querer?
Resulta irónico que me digas que no sabes querer y que estés en tensión durante dos días por ¿temor? a perderme. Y después, ya puestos, decirme que soy lo único que tienes, que yo te hago feliz, que te doy lo que necesitas e que no me quieres (¿es porque no soy un hombre?). Es muy raro pequeña.
Y lo peor de todo es que empiezo a estar algo cansada de todo este rollo. Parece un laberinto sin salida. Y yo estoy perdida en el medio, y escucho tu voz, pero cada vez en un punto diferente. Abres la puerta de la esperanza y la cierras aprisionándome contra un muro.
¿Tienes miedo? ¿Estás siendo egoísta? ¿Realmente te importo algo? ¿Cómo puede ser que una persona te haga feliz y no la ames? ¿Cómo puede ser que una persona te de todo lo que necesitas y no tengas los huevos de intentarlo? ¿Cómo puede ser que seas fiel a un hombre al que quieres y no puedas serlo con la mujer que amas? No entiendo que puedas sacrificar sus tentaciones por un hombre y no puedas hacerlo por mi. Tengo un centenar de preguntas para usted. Incluso, a veces, me dan ganas de mandarte a freír churros, encerrarme en mi misma y olvidarme de todo el resto.
También te debe resultar fácil decirme con la boca grande que estamos juntas porque yo insistí. De acuerdo, puede ser que, en el primer intento de nuestra relación fuera así, no lo niego. Pero este regreso fue mas gracias a tu insistencia que a mi pasividad.
Lo cierto es que, estando contigo casi siempre tengo miedo. Pero debo tener un cierto gusto por el dolor que me provocas, porque, sabiendo que soy sentida, sigo enamorada de ti, por eso estoy contigo.
Sinceramente nena, ¿tu que harías si te pusieras en mi lugar? ¿No te das cuenta de que me estas hiriendo? ¿Te hace gracia lastimarme? Porque, a mi no me gusta que me lo hagas. Supongo que debería ser un poco mas de otra forma y debería echarte las cosas en cara, pero no suelo ser así, y me cuesta horrores hacerlo.
Me gustaría saber, de verdad, que es lo que hay entre nosotras. Qué sientes por mi, pero siendo consecuente entre tus palabras y tus actos, no como hasta ahora.
Lo que mas me duele es que, una servidora, nunca te pidió nada, ni tampoco te exigió grandes cosas para que, de cuando en cuando, le eches estas jarras de agua fría por la cabeza.
En fin, vamos a dejar el cuento aquí, ya son suficientes preguntas para un solo texto, y creo que aún no estoy preparada para afrontar según que cosas.
Lo que si que tengo claro es lo que yo siento por ti: te quiero mucho.
Un beso y un abrazo sincero
Una que si que sabe querer