La carta certificada

Tiene una carta certificada y correo ordinario, Sr. Antúnez. Si os la imaginais, es rubia, de pelo largo, ojos verdes y sonrisa picarona...

Eran un poco más de las dos cuando di por finalizada mi jornada laboral matutina. Cerré, como todos los días, la puerta de la oficina con llave, bajé las persianas de dentro del local y me descalcé... uno de los mejores momentos del día!! Me encanta la sensación que te dejan los pies liberados de la presión de zapatos nuevos... apagué las luces y me dirigí al home office que tenemos, en la que una mesita y un microondas, hacen de los mediodía un tremendo momento interminable, aburrido y un tanto agobiante.

Entre el sonido del micro ondas y la puerta cerrada, no escuché que estaban tocando a la puerta. Como es normal, no me acerqué, pero la insistencia que ponía aquella persona y que gritaran mi nombre, hizo acercarme y mirar entre las rejillas que dejaba la persiana para comprobar que era la cartera... no me quedó otro remedio más que abrir.

Hola, buenos días. Antonio Antúnez es aquí?

Sí, hola, es aquí, soy yo (y tan buenos días... tenía delante de mi una nueva cartera. Seguro que no tendría más de 24 años). ¿Hay algo para mí?

Sí, una carta certificada y correo ordinario... mmm.. perdone, no huele a quemado?

Sí!! Un segundo!! Mi comida!!

Salí corriendo hasta el micro ondas. No me había dado cuenta de apagarlo y se me estaba quemando la comida... y el taper. Abrí la puerta del aparato y al intentar cogerlo...

joder! Cómo quema!! – Y lo desprendí todo en mi camisa y pantalón y la corbata se quedó como se quedan los sobrecitos de las infusiones...

Ocurre algo?? Le puedo ayudar? – me preguntó la joven entrando en el local.

Si!! Como no hagas milagros??!!, contesté malhumorado mirando el estado en el que había quedado mi ropa.

¿Perdón?

No, nada, nada! Tranquila... no ha sido nada.

Dejé todo tal y como estaba y fui a atender a la chica. Cuanto menos tiempo estuviera allí, mejor, porque tenía ganas de estar solo...

se ha puesto hecho unos zorros!! Quiere que le ayude a limpiar esa mancha? Tengo en el bolso unas toallitas quitamanchas, de esas milagrosas que anuncian...

déjalo muchacha. Iré luego a casa a cambiarme y a comer algo... que se me ha caído la comida...- y como son casi todas las mujeres, para cuando quise darme cuenta, ella ya estaba agachada, con una toallita, limpiando mis pantalones con mucho esmero.

Hay que reconocer que lo hacía con mucha gana, y que desde la altura, más que una cartera... se me antojaba como una jovencita, potente, y con ángel... que es lo que a mi me pone mucho de las mujeres. Igual también influyó mucho el caliente de la comida o el calor de la calle... no lo sé, pero por el top que llevaba la cartera, se le podía ver ese perfecto canalillo... una piel suave, de tez morena, con sus cabellos semi dorados y con esa cara de muñequita... mmm... me estaba poniendo a 100.

Sin quererlo le cogí con mis manos de la cabeza y se la dirigí a mi entrepierna. Ella no dijo palabra y en ese momento todo empezó. Enseguida entendí que no era una niña como otras. Joven... pero con experiencia. Primero palpó y luego me desvistió. Agarró mi polla con la mano y mientras me miraba a los ojos empezó una mamada rápida, sin tapujos, perfecta... sin dilaciones... en silencio. Iba poco a poco girando su cabeza para que mi tranca le llegara a todas las partes de su boca... creo que pude sentir hasta la campanilla... me estaba volviendo loco...

Quise besarla, pero no se dejó levantar. Parecía que ella estaba disfrutando tanto como yo. Como no quería subir, me encorvé para poder llegar a sus tetas, que por lo que se dejaban ver desde su top, debían ser de lo mejorcito..., y no fallé. Empecé con los pezones, a jugar con ellos, que ya estaban duritos y fue cuando la cartera hizo su primer gemidito... un mmm... mientras cerraba los ojos de placer... yo ya casi no aguantaba más... llevaba más de cinco minutos mamándomela sin parar, a toda velocidad, estaba a punto de correrme...

Cuando empecé a sobarle las tetas ella empezó a relajar la velocidad que había puesto en la mamada. Soltó mi polla y se desabrochó el vaquero rojo que llevaba puesto. De golpe se puso de pie y se apoyó en la mesa de la recepción. Bajó su tanga negro, apoyó sus antebrazos en la mesa, se puso en pompa y me miró directa a los ojos. Sonrió.

Sólo por detrás.

Yo que ya estaba más salido que que Clinton con la Lewinsky, metí dos dedos en su depiladito coño. Lo tenía más caliente que un chorro de agua hirviendo. Casi me quemé tanto como con la comida... Jugué un poco con su coñito y la cartera entraba en un semi trance que parecía la iba a hacer desvanecer. Ese momento lo recordaré por mucho tiempo porque tras secar mis dedos en su perfecto culito y hurgarlos en el curo, metí de un solo golpe toda mi tranca, sin que ella rechistara.

Silencio...

Sólo se escuchaban los golpes de mis piernas en su trasero y nuestra respiración. Ella lo debía de estar pasando muy bien, porque poco a poco, de su boca empezaron a salir susurrantes aaaahh...

Lo estábamos pasando muy fetén y volvió a mirarme a los ojos. La lujuria estaba reflejada en aquella mirada... de pronto, fue ella quien empezó a llevar la marcha en aquella enculada... Primero, poco a poco para coger ritmo. Deeeeentro... gemidito. Fuera... Deeeentro... gemidito. Fueeeera... Deentro... fuera... dentro. Fuera. Dentro. Fueraaaaaaaaa!!!! y un increíble grito me sacó de aquel goce. De golpe, enloqueció y emprendió un mete saca sin condición alguna, infernal. Ahora si se escuchaban chocar sus nalgas con mis piernas. Plas. Plas. Plas. Plas.

Se tenía que estar partiendo por la mitad de dolor.

Dentro, fuera. Dentro, fuera. Gritos. Gemidos. Insultos. Golpes en la mesa. Sudor. Dentro. Fuera. Dentro. Fuera. Gritos!!! Vaya polvazo y todo sin parar!!!.

Quise avisarla de que me corría, pero igual que antes, no paró. Es más. Agilizó sus movimientos. Más... Más... Máaaas... Maaaasssss... MÁAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSS!!!!!! AAAAAAAAAAHHHH!!!!!! QUÉ CORRIDAAAAAAAAA!!!!! SIIIIIIIIIIIII!!!!!!

......

  • Señor Antúnez?? Está bien??? Tenga, un par de toallitas más para que se limpie ahí en medio. Y me señaló a mi paquete... que creo que no lo había visto tan grande en la vida. Todo había sido una gran ilusión... porque, no estaría mal que nuestras carteras y carteros, dieran este servicio, verdad?