La carnicera (II)
Sigue el verano con nuevas prespectivas y nuevos personajes.
Pasado unos días de mi conversación con la Carmen, empezó vacaciones con lo cual mi pequeña historia con la carnecería pensaba que ahí terminaría.
A mediados del mes de Agosto recibí una llamada del trabajo que con mucha urgencia me tenía que presentar por unos problemas que habían surgido con un proveedor y yo era el encargado de solucionar cualquier problema con ese proveedor. Así que volví a la ciudad pensando que en 2 días tendría el problema resuelto.
Llegue por la tarde y cuando aparque el coche vi que la carnicería estaba abierta, mire en su interior y vi que estaba Carmen completamente sola.
"Hola, ¿No ha hecho vacaciones?"
"No, hemos tenido un problema y no nos hemos ido, y para estar en casa aburrida prefiero abrir, que así me distraigo"
"¿Tan grave es problema, si la puedo ayudar en algo?"
"Gracias. Pero es que han ingresado a mi suegra y mi marido se pasa el día en el hospital, no es nada grave, pero ya nos a fastidiado las vacaciones". "No se puede llegar a vieja, créeme"
"No lo dirá por usted, que cada día la encuentro mas joven"
"Ay si yo te contara", ¿Y tu ya has acabado las vacaciones?"
"No, he tenido que volver unos días por trabajo".
"Y usted, ¿Cómo se encuentra de esos calores que tenia?"
"Hasta hoy mejor pero me parece que hoy va a volver a apretar el calor".
Ya os podéis imaginar como tenia el cuerpo y la polla con esta indirecta, Carmen esperaba otro show, estaba claro, ¿Pero que podía ocurrir?, no podía permitir que esto se supiese por el vecindario.
Al día siguiente por la mañana fui a trabajar y al regresar al mediodía vi que la tienda estaba cerrada, subí a casa y me desnude para darme una ducha, al pasar por la ventana del comedor vi que Carmen estaba recogiendo la ropa tendida y la salude, no me podía ver completamente por que la ventana me llega por encima de mi cintura, ella correspondió a mi saludo con una sonrisa. Después de ducharme me prepare un poco de comida y me puse a comer en la mesa mientras leía el periódico. Oí un ruido y levante la mirada y no vi nada pero antes de volver al periódico mis ojos se dirigieron al balcón de Carmen, estaba comiendo sola sentada de tal forma que podía ver al completo sus piernas, llevaba puesto un bañador completo con tirantes que dejaban al aire sus hombros, su espalda y le formaba un canalillo entre sus tetas que ya le gustaría a mas de una venteañera.
Ella vio como la miraba y se abrió de piernas, yo que tan solo llevaba la toalla del baño en la cintura como si fuese un pareo note como mi polla empezaba a desarrollarse y se abría paso por la toalla. Carmen empezó a abrir y cerrar las piernas hasta que el bañador dejó al descubierto medio coño, deslice mi mano por debajo de la mesa hasta encontrar mi polla y empecé a masturbarme. La vecina vio el movimiento de mi brazo y enseguida supo lo que estaba pasando debajo de la mesa. Su mano también se deslizó a su entrepierna y levantando un poco la entrepierna del bañador se introdujo un dedo en su rosado coño, ella no apartaba su mirada de mí mientras con la otra mano se introducía piezas de fruta en la boca sensualmente. Mis huevos estaban al límite y sin mirar que nadie mas que ella me pudiera ver me levante y descargue toda mi leche encima el plato. Observe que Carmen aún no se había corrido y pensé en hacer algo para que ella también gozara lo mismo que yo. Fui a la nevera y cogí unos fresones que guardaba para la noche y empecé a mojarlos en mi leche y ha comérmelos sensualmente, sus dedos entraban y salían de su coño ha una velocidad increíble cuando de pronto se detuvieron y su cuerpo cayó encima de la mesa. Nos quedamos los dos mirándonos como agradeciéndonos el mutuo placer.
El Domingo me desperté casi a las 4 de la tarde después de haber trasnochado el sábado. Las ojeras me llegaban al suelo y la resaca hacía de las suyas en mi cuerpo, la verdad es que no estaba para nada ni nadie. Me acerque a la ventana para ver que día hacía, el sol era radiante y en el balcón de Carmen estaban ella, su marido, su hijo y su nuera comiendo. Así que me fui a duchar y después me senté en una tumbona hasta que se me pasara la resaca. De vez en cuando echaba un vistazo a mis vecinos y en uno de estos vi como se despedían el hijo y el marido de Carmen, supuse que se iban a ver a la suegra de Carmen, pero la nuera se quedaba con ella. Después de acabarse el café recogieron la mesa y la apartaron del balcón y las dos se sentaron en unas sillas de esas de playa a tomar el sol. Carmen llevaba el mismo bañador que el día anterior y su nuera un bikini de color fucsia.
Las veía hablar pero Carmen me miraba de vez en cuando, y cuando lo hacía yo me apartaba un poco la toalla para que viera que no llevaba nada debajo, ella por su parte se quito los tirantes y se bajo el bañador dejando parte de sus pechos al descubierto pero sin que se le viera nada. Entonces me levante y como el que no quiere la cosa hice que la toalla se me cayera dejando todos mis atributos al aire, recogí la toalla y fui a la nevera a buscar en bote de nata. Regrese a mi tumbona y deje el bote de manera que Carmen pudiera verlo. Cuando fijo su mirada en él lo cogí y levantando la toalla sin que ella pudiera ver nada llene mi polla de nata, estaba fría y mi instrumento se levanto haciendo una tienda de campaña con la toalla, cuando volvió a mirar aparte la toalla para que viera donde estaba la nata y recogiendo un poco con un dedo me lo lleve a la boca.
Creo que mi vecina ya estaba bastante caliente por la situación, se levanto y se fue, a los pocos minutos regreso y quedándose de pie delante de su nuera vi como empezaba a gesticular con los brazos hasta que se le cayo el bañador dejando ahora si, ver sus hermosísimas tetas con sus rosadas aureolas y sus hinchados pezones. Su nuera puso ni se inmutó y Carmen no hizo ni el menor gesto para subirse el bañador, y se sentó en la silla como si no se diera cuenta de que sus tetas estaban también tomando el sol. Al rato Carmen se giró hacia su nuera y mientras hablaba con ella le desabrocho el bikini para luego quitárselo mientras con su mano le sobaba sus pequeñas y puntiagudas tetas.
Eso me puso aún más caliente la nata se deshacía por las altas temperaturas que desprendían mi polla y mis huevos así que cuando Carmen volvió a mirar me quite la toalla y volví a ponerme un buen chorro de nata. Carmen se incorporó y cogiendo a su nuera de la mano le indicó donde tenia que mirar yo me cubrí rápidamente y al ver que me tapaba Carmen cogió una teta de su nuera y la beso en los labios. Estaba claro, Carmen quería que me masturbara para las dos.
Su nuera respondió al beso llevando una mano a las tetas de Carmen y mientras se la sobaba, con dos dedos le pellizcaba los pezones. Ambas mujeres se abrieron de piernas y apartando los bañadores dejaron sus doradas almejas libres para ser vistas. Mi mano subía y bajaba por mi polla suavemente, mientras mi otra mano recorría mi cuerpo y pellizcando mis pezones, mis piernas totalmente abiertas dejaban ver mis hinchados huevos. Carmen abrió su coño de par en par con sus dedos y su nuera se introdujo en su coño un par de dedos. Yo no podía mas mi mano iba cogiendo cada vez mas velocidad hasta que me corrí tirando toda la leche con tanta fuerza que hasta me cayo en la cara, quedé exhausto viendo como las dos damas tenían un orgasmo viendo como yo me había corrido.
A los pocos días entré a comprar, Carmen estaba acabando de servir a una clienta y no decía nada estaba absorta en su trabajo.
"¿Ya se encuentra mejor, Sra. Carmen?"
"No, hijo, no. Cada vez es peor, me entran unos calores que no sé que hacer".
En ese momento la clienta se fue y nos quedamos solos.
"Tendremos que ponerle solución a este problema, Sra. Carmen".
"Ya lo sé, hijo. Pero me preocupa más el remedio que la enfermedad, en este caso".
"¿Por que?.
"¿Y si me gusta?, ¿Qué pasará?".
"Gustarle, seguro que le gusta. Y no sé lo que puede pasar, ya veremos, todo tiene solución".
Pagué y al darle el dinero rozamos nuestras manos yo la miraba al os ojos y vi como los cerraba con el contacto de nuestras manos.
A finales de Septiembre son las fiestas de mi barrio y ahí tenía una ocasión inmejorable para que nuestros cuerpos se pudieran arrimar en algún baile. Pero esto ya os lo contaré en otro momento.