La carcel de mi sexo (5: obediencia)

Hoy termina para laura el mes de prueba. El amo le muestra como sería su vida si decide entregarse definitivamente.

Los días que siguieron pasaron sin ninguna novedad importante. El uso de mi boca para su desahogo sexual se había convertido en una práctica habitual que yo había aceptado con agrado. Ya se la comía por costumbre y no por tener algo a cambio, ya que no siempre me dejaba tocarme ni correrme. Digamos que a mí me gustaba comerle la polla porque era el único contacto que podía tener con su sexo, ya que a esas alturas yo había comprendido perfectamente que no me iba a follar en el mes de mi esclavitud.

Había convertido el hecho de comerle la polla como una necesidad para mí. Hasta tal punto que un día me dijo que no quería oírme porque quería ver el fútbol que si quería quedarme mantuviera mi boca ocupada y yo, en lugar de lavarme e irme a mi casa, me metí su polla en la boca y me callé durante el tiempo que dura un partido. Ni siquiera la estuve mamando todo el tiempo. Tan solo la tenía en mi boca. Durante más de una hora y media. Ni siquiera me dejó sacarla en el descanso durante el cual se entretuvo en terminarse su cerveza y hacer zapping haciendo caso omiso a que yo estaba allí con su polla en la boca y la mandíbula dolorida. Me tiré todo el día siguiente con dolor de mandíbula.

Otro día me dijo que no tenía cena para dos. Que si quería quedarme allí a cenar tendría que alimentarme con la leche que lograra sacarle y yo, otra vez, en lugar de irme a me casa a cenar, me entretuve en sacar toda la leche que pude para saciar mi hambre. Logré, con mucho esfuerzo, que se corriera hasta cuatro veces. Su polla se convirtió en el centro de mi vida.

Así que fueron pasando los días hasta que llegó el último día de mi esclavitud. Yo estaba radiante de felicidad. Al fin me libraría de ese horrible cinturón. Por fin podría decirle a mi amo que me follara. Ese día llegué a su casa con un vestido blanco de tela muy fina que translucía el cinturón y transparentaba un poco mis pezones. Quería ir como una puta para él.

Pasa zorra y quítate el abrigo. – siempre me quitaba el abrigo al entrar y esta ocasión no era distinta – veo que hoy vienes como una auténtica guarra. Me gusta. Me gusta que tengas iniciativas de puta. Una buena forma de celebrar tu último día de esclava. Supongo que ya habrás decidido lo que vas a hacer a partir de mañana.

Decidir el que?

Pues si quieres seguir siendo mi esclava o por el contrario quieres ser libre y no volverme a ver nunca más.

¿no volver a verte? Por qué? – eso sonó desesperado. Realmente lo era.

Ese era el trato. Yo te tenía durante un mes a la fuerza y pasado ese mes decidias tú. Tú decides si quieres seguir llevando el cinturón.

¿por qué?¿por qué no puedo ser tuya sin llevar el cinturón? Yo creía….

Esas son mis condiciones.

¿y seguirías sin follarme?

Haría contigo lo que me diera la gana. Incluso no follarte nunca. No lo he decidido aún. Serías un objeto destinado a mi capricho. Hasta ahora no te he pedido nada. Ni siquiera te he obligado nunca a que me la comieras. Todas las veces ha salido de ti. Y se perfectamente que le sacas mucha satisfacción a tener mi polla en la boca y sentirte dominada. Tendrías otro tipo de satisfacciones. La satisfacción de ser mi juguete dispuesto a lo que yo quisiera. Obedeciendo mis órdenes sin cuestionarlas.

Por favor, no me puedes tener toda la vida sin follar.

Bueno, hay otros sitios para follar. No tiene por qué ser por la vagina – eso no me había gustado nada. Empezaba a sospechar lo que me tenía preparado para el último día.

Ven aquí y recuestate sobre la mesa ofreciéndome tu culo. Hoy te voy a sodomizar. – era la primera vez que me daba una orden directa con vistas a utilizarme sexualmente.

Nooo…por favor. Te lo suplico. – lo dije diendo dos pasos hacia atrás y mirándole con las lágrimas casi saltadas. Me dirigió un mirada severa que me indicó que iba totalmente en serio. Le obedecí mientras seguía suplicando – prometo que seré una puta buena….te comeré la polla todos los días de tu vida…cenaré todas las noches con tu leche….seguiré llevando el cinturón…pero no me sodomices por favor. – para cuando había terminado de decir todo eso ya estaba con el culo en pompa y sintiendo un pegote de algo viscoso que seguramente sería vaselina – por favor no lo hagas….

No te estás portando nada bien. Ve ahora mismo al cuarto de baño y coje esparadrapo. Cuando salgas del cuarto de baño quiero que tengas puesto en la boca un trozo de esparadrapo para no oirte más.

El haberlo decepcionado me hizo sentir fatal. Fue eso lo que me hizo bajar la cabeza e ir hacia el cuarto de baño a cumplir su orden. Nunca me había pedido algo así. Me puse el suficiente esparadrapo como para mantener mi boca cerrada y llevé el rollo por si él quería añadir más al que yo ya me había puesto. Cuando volví al salón me puse en la misma posición en la que me encontraba. Recosté mi cuerpo sobre la mesa donde cenábamos todos los días dejando mis tetas desnudas aplastadas contra la mesa y abrí mis piernas todo lo que me fue posible para dejarle mi culo aún más expuesto. Puse mis manos en mi nuca para no estorbarle en nada. Todo mi cuerpo temblaba. Mi culo era virgen.

será mejor que te relajes porque si no esto te va a doler. Ten en cuenta que si sigues siendo mi esclava a partir de mañana esto se repetirá muy frecuentemente. Que clase de puta serías si no te la metiera por el culo!!

Sus dedos empezaron a dar vueltas en círculo alrededor de mi ano, extendiendo el lubricante y presionando la entrada del pequeño orificio que se disponía a profanar. Ni siquiera me había quitado el cinturón. Es más, el aro que rodeaba mi ano le facilitaba la apertura de este. Mientras, en mi sexo esclavo, yo notaba una excitación creciente a pesar de mi miedo.

y deberías darme las gracias por usar lubricante. Esta es la última vez que lo uso. Si en el futuro no quieres que te haga daño deberás ser tú la que te preocupes de estar lubricada a todas horas.

Cuando hubo creído que ya estaba lo suficientemente lubricada aumentó la presión en su dedo que entró abrazado por mi esfínter. Lo metió y sacó varias veces antes de introducir un segundo dedo. Yo intentaba relajar mi esfínter todo lo que podía y hasta ahora estaba dando resultado. La verdad es que la sensación era placentera. Se detuvo entonces un momento para desabrocharse los pantalones y sacarse la polla. Lo hacía todo con lentitud. Supongo que quería alargar mi sufrimiento.

Sentí el glande en la entrada de mi ano a la vez que empezó una presión suave al principio y cada vez más fuerte. Yo intentaba relajarme pero no podía evitar pequeñas contracciones de mi esfínter que me hacían sentir dolor por no poder rechazar el miembro que estaba entrando. No puedo decir que su penetración fue violenta. La verdad es que fue lenta pero continua. Tan continua que no daba tiempo a mi ano a que se dilatara lo suficiente para acostumbrarse a la situación. Me estaba doliendo mucho. Las lágrimas descendían por mis mejillas y yo no quería ni gruñir que era lo único que me permitía mi mordaza. Su polla no tenía fin. Seguía penetrando. No se acababa y yo tenía la sensación de que no me cabía más dentro. Sentí un gran alivio cuando sus pelotas chocaron conmigo. Me sentía completamente empalada contra la mesa. Creí que el sufrimiento había terminado ahí. ¡que equivocada estaba! Fue a partir de ahí cuando empezó a bombear haciendo mi dolor insoportable. No se como me mantuve tanto tiempo sin moverme con las manos en la nuca y las piernas abiertas. Por fin sentí que su cuerpo se contraía y en mi interior tuve una sensación caliente producida por el esperma de su corrida. Después de haberse corrido me dejó la polla dentro unos minutos. Yo estaba llorando. Y aún así me sentía excitada.

Me quitó el cinturón sin que yo cambiara mi posición. Yo no podía (ni quería) moverme. Fue al baño y trajo unas toallitas de esas de bebé perfumadas. Me estuvo frotando el ano con delicadeza aliviando así mi dolor y quitándome los restos de sangre y esperma que todavía tenía en mi interior. Ocurrió entonces algo que no me esperaba. Cogió el rollo de esparadrapo y me sujetó con él las manos a mi espalda y me empezó a acariciar. Era la primera vez que lo hacía. Yo no movía ni un dedo. Me dio la vuelta en la mesa de forma que mis tetas miraran hacia arriba. Me lamió la cara saboreando así mis lágrimas y empezó a masajear mis tetas. Yo me había abandonado y era como un muñeco de trapo encima de la mesa que se dejaba manipular. Siguió bajando por el cuello hasta morder mi pezón. Me hacía daño pero a la vez me proporcionaba más placer del que había tenido nunca. Jugó con mi pecho a meterlo entero en su boca y a tirar del pezón hasta que yo con mi cuerpo lo llevaba hasta donde él quería. Su mano bajó por mi ombligo y empezó a acariciarme el coño. No se sorprendió en absoluto al encontrarlo tan mojado. Estaba tal y como él lo había esperado. Durante un buen rato me estuvo dando placer con sus dedos entrando y saliendo en mí y frotándome el clítoris mientras me seguía comiendo las tetas. De vez en cuando sacaba un dedo de mi vagina y lubricado por mis fluidos vaginales lo introducía en mi maltratado ano que no oponía ninguna resistencia después de haber albergado el grueso miembro de mi ano. No podría precisar cuantas veces me corrí. Mi sensibilidad estaba a flor de piel. Mi cuerpo no dejaba de contraerse dando lugar a un buen número de orgasmos sucesivos. Orgasmos silenciosos bajo mi mordaza. No tengo ni idea del tiempo que estuvo dándome placer. Placer que terminó en caricias en el cabello, la espalda y mis senos.

Terminó conmigo sin decirme ni una palabra. Simplemente me dejó sobre la mesa y se fue a la cocina a prepararse algo de cenar. Yo no me movía. Estaba con las manos atadas y la boca tapada encima de la mesa sin moverme de cómo me había dejado. Vino con un plato y se puso a cenar en la misma mesa donde yo seguía desnuda sin moverme. Cenó sin decir ni una palabra. Recogió la mesa y se fue al sofá a ver la tele. Yo todavía seguía sin atreverme a moverme. Debieron pasar más de dos horas cuando por fin vino.

Bueno, levanta, es hora de que te vallas. Te acompañaré a tu casa por ser el último día.

Me puso el cinturón y me quitó el esparadrapo de las manos. Me vestí con el esparadrapo de la boca todavía puesto. Solo me lo quitó cuando salimos por la puerta. Ni siquiera me había lavado ese día.

Mi casa no estaba lejos y como ya se acercaba el buen tiempo fuimos andando. No me dejó ponerme el abrigo, por lo que iba llamando la atención, aunque como ya era tarde no pasaba apenas nadie por la calle. Ya estábamos casi llegando a mi casa cuando vimos de lejos un joven de apenas unos veinte años esperando de pié el autobús (en mi barrio los autobuses pasan hasta bastante tarde). En cuanto lo vio a lo lejos mi amo me puso una mano en el vestido sobre la teta y empezó a masajeármela. Buscaba llamar la atención del muchacho. Y lo consiguió. Cuando pasábamos a su lado miraba tan descaradamente que se le iban a salir los ojos. Mi amo se detuvo delante de él:

Te gusta mi esposa?

Perdone…no quería ser descarado.

No, no te disculpes. Está buena ¿verdad?

SSS…Si – el joven estaba un poco turbado y yo totalmente avergonzada miraba al suelo.

Pues es una zorra. Le he tenido que poner un cinturón de castidad de lo puta que es. Enséñaselo cariño, no seas tímida. – me levanté el vestido hasta el ombligo mirando al suelo. El muchacho no salía de su asombro. Se tocó el paquete.

¿quieres ver sus tetas?

Si a usted no le importa… - se dirigía a él. Ya se había percatado de que yo no pintaba nada.

Él me bajó un tirante del vestido y me sacó una teta con la mano. Yo seguía sujetándome el vestido a la altura del ombligo. El chaval ya no ocultaba su excitación. No dejaba de frotarse el paquete.

¿podría sacarle la otra teta?

Por supuesto, hazlo tú mismo.

En lugar de bajarme el otro tirante metió su mano y me agarró la teta hasta dejarla fuera. Fue una buena estrategia para manosearme.

tienes suerte! Tiene unas tetas muy duras. Ya quisiera yo encontrar una zorra que estuviera tan buena como esta! – mi amo me terminó de bajar el tirante de forma que el vestido se me quedó arrugado a la cintura.

Pues no te creas. Es demasiado puta. Si fuera una esposa decente no tendría que haberle puesto el cinturón. Seguro que si no lo tuviera puesto se estaría tirando a cualquier polla. Tan solo lleva un mes sin follar y ya no aguanta más.

No me puedo creer que lleves un mes sin follarte a esta preciosidad! – la conversación entre los dos transcurria como si yo no estuviera. Salvo por el hecho de que cada uno me estaba masajeando una teta. De todas las cosas humillantes que había soportado este mes, esta era la que se llevaba la palma.

He empezado a abrirle el culo. Es por el único sitio por donde se merece que la folle.

Pellizcó entonces mi pezón y tiró de él fuertemente hacia debajo de forma que mi cuerpo le siguiera. Me incliné siguiendo su mano para que no me arrancara el pezón. Sin flexionar las piernas. Estaba con el culo en pompa. Me dio la vuelta de forma que mi culo quedara frente al chaval. Levantó mi falda echándola sobre mi espalda. Mi culo todavía dolorido debía estar aún abierto tras la sesión de esta tarde. Él seguía tirando de mi pezón para que mantuviera la postura.

mira. ¿Qué te parece?

No está mal. Todavía se puede mejorar. – ya había tomado total confianza y me estaba metiendo el dedo. Mi esfínter no oponía ninguna resistencia.

Y lo peor es que la zorra sigue cachonda como una perra. Seguro que si ahora le quito el cinturón está encharcada.

No me creo que sea tan perra como para estar mojada. Te estás marcando un farol.

Volvió a tirar de mi pezón hacia arriba hasta que me incorporé de nuevo. Yo seguía sujetándome el vestido en el ombligo. Sacó la llave y por segunda vez ese día me abrió el cinturón. Una vez abierto me volvió a dar la vuelta para que el extraño contemplara mi sexo totalmente depilado sin el cinturón. Me manejaba a base de tirones de pezón. Después de dejar unos segundos que el extraño contemplara mi sexo volvió a tirar de mi pezón para volver a ponerme en la posición anterior. Con el culo y el coño expuesto.

compruébalo tu mismo. Mira lo cachonda que está.

La verdad es que yo estaba tan mojada que se debía ver a simple vista, pero el muchacho no quiso desaprovechar la oportunidad de meterme mano. Así que metió un par de dedos en mi húmedo sexo.

joder!!!. Que manera de lubricar. De verdad que es puta. Me ha puesto perdida la mano!!

Cariño. No seas mal educada y límpiale a este señor lo que le has manchado.

Volvió a tirar de mi pezón hacia él. Yo capté el mensaje y empecé a lamer sus dedos empapados de mi sexo. El muchacho no podía creerlo. Le gustaba ver como de doblegaba a él y me manejaba tirando de mis pezones. Le extrañaba que yo no opusiera ninguna resistencia y que incluso disfrutara de ello. Cosa que era bastante obvia por lo mojada que estaba. Pero lo que más le excitó de todo fue ver como saboreaba golosa mis propios fluidos vaginales.

cariño, no lo entiendo. Como puedes estar tan cachonda? Si deberías estar avergonzada. ¿sabes lo que eres? – me levantó la barbilla hasta que lo miré. Esperaba una respuesta.

Si. – claro que lo sabía – soy una puta.

Y seguro que hasta te ha gustado que este hombre al que no conoces de nada te toque ¿no?

Si…soy una puta. Por favor, deja que me siga tocando! – al muchacho se le iluminaron los ojillos con mi súplica.

¿no te da vergüenza? Ni con tu marido delante puedes evitar ponerte cachonda con cualquiera!!! Y encima me pides que deje que un extraño te toque!!!

Por favor, te lo suplico!...o deja que me toque yo…. – el muchacho miraba atónito sin intervenir esperando el veredicto de mi "marido". Estaba deseoso de hincarme el diente, aunque tampoco le desagradaba la idea de verme masturbándome delante de él.

Ponte el cinturón ahora mismo!! – el muchacho puso cara de desilusión.

Por favor…… - sabía que las súplicas eran inútiles. No me habían servido de nada hasta ahora. Rectifiqué casi en el acto – lo siento. Haré lo que tu digas.

Me agaché a subirme el cinturón que estaba en el suelo en mis piernas como si de unas bragas se trataran y me las subí. Toda esperanza se le desvaneció al muchacho cuando se oyó el click al cerrar el cinturón. Sabía que ya no iba a conseguir nada más.

me ha encantado conocerlo a usted y a su señora! – se seguía tocando la polla. Seguro que apenas nos hubiera perdido de vista empezaba a masturbarse. – y ya sabe, si algún día se cansa de ella mándemelá!

Lo tendré en cuenta. Vamos Laurita, despídete de este señor tan amable. Y prométele que si lo vemos otra vez le comerás la polla.

Ha sido un placer. – esto era el colmo – la próxima vez que nos veamos me gustaría que me diera usted de mamar.

Pues entonces espero que nos veamos en otra ocasión.

Dicho esto mi "marido" me metió el dedo corazón en el culo (el de en medio) y empujando de mí a la vez que me agarraba el culo echamos a andar. Ni siquiera se molestó en subirme los tirantes del vestido. Yo iba con el pecho descubierto y la falda levantada por detrás mientras él me llevaba agarrada del culo y con el dedo dentro de mi ano gracias a la anilla del cinturón que permitía el uso de mi dolorido agujero. Gracias a dios no pasó nadie y ya estábamos cerca de mi casa. Cuando llegamos me sacó lentamente el dedo del ano.

Bueno, creo que al final he despertado la sumisa que hay en ti. Ese era mi objetivo en este mes. Como te prometí, a partir de mañana te dejo que decidas lo que quieres hacer. Puedes decidir ser mi esclava o seguir con tu vida de antes, con lo cual yo me apartaré de tu camino. Pero decidas lo que decidas ten en cuenta que será una decisión libre. Ya tienes los argumentos para decidir. Hoy has visto lo que podría ser una vida de esclava. Si eso es lo que decides al final, no dudaré en someterte a mí y a quien me plazca. En ese caso lo que pido de ti es obediencia incondicional. Serias como un objeto a mi capricho. Estarías para complacer mis deseos sin esperar nada a cambio, ni siquiera tu satisfacción sexual. Por tanto tienes dos opciones:

  1. si decides ser libre pásate por mi casa a por las llaves de tu cinturón. Te las dejaré en el buzón. Ni siquiera hace falta que entres a mi casa.

  2. si aceptas ser mi esclava te vendrás a vivir a mi casa y pondrás tu nómina a mi cuenta bancaria. Ya no te hará falta el dinero ya que yo seré el que te proporcione todo lo que te hace falta. Te dirigirás a mí como tu Amo y me obedecerás estando a mi disposición para cuando lo solicite. Por lo demás, seguirás haciendo vida normal, manteniendo tanto tu trabajo como tus actividades sociales. Y, por supuesto, llevarás el cinturón a menos que yo te libre de él. Si en algún momento de tu esclavitud quieres irte no pondré ninguna oposición. Del mismo modo si no me satisfaces yo podré prescindir de ti.

Tómate el tiempo que quieras para pensártelo, no tienes por qué decidirlo mañana, pero ten en cuenta que si coges la llave del buzón, ya no podrás dar vuelta atrás.

Bueno, decidas lo que decidas quiero que sepas que te has portado muy bien (mejor de lo que me esperaba) y que eres una de las mejores putas que he conocido.

Tras decirme todo esto me subió despacio los tirantes del vestido hasta volver a ocultar mis senos y me dio un beso suave, lento y húmedo en el cuello. Se me erizó toda la piel.