La carcel de mi sexo (4: agradecimiento)

A Laura le ha encantado el regalo que le ha hecho su amo. Sabrá como agradecérselo.

Al día siguiente fui a su casa vestida más provocativa de lo normal. La falda que llevaba esta vez era más corta y arriba llevaba una camisa tan ajustada que dejaba ver perfectamente que no llevaba sujetador. Quería que se diera cuenta de que hoy tampoco llevaba sujetador. Cuando llegué a su casa me quité la falda directamente para que me abriera el cinturón (desde el día anterior ya no me volví a subir la falda sino que directamente me la quitaba). Cuando pasé al servicio con intención de lavarme, me sorprendí al ver que tenía preparado un baño maría con cera derretida dentro. Me dio un escalofrío de pensarlo. Cuando el día anterior me dijo lo de quitarme los pelos pensé que se refería a afeitarme. En ningún momento pensé que lo haría con cera.

Acercaté preciosa. Hoy te voy a poner el coño bonito. Te va a doler un poco pero al final se va a quedar precioso. Además, si te portas bien te daré un regalo. Muy bien. Ahora te voy a depilar y mientras tanto quiero que tengas tus manos en la nuca.

No me quedaba otra que obedecer. Con las manos en la nuca sentí un pegote de cera caliente en mis ingles y continuadamente un tirón que me arrancó una buena parte de los pelos de mi monte de Venus. Se me escapó una lágrima de dolor pero logré contener el grito. Yo me depilaba normalmente con cera pero solo la parte necesaria para poder ponerme el biquini. Lo demás no lo había tocado nunca y era como una selva virgen que me estaba arrancando ahora sin ninguna compasión.

Una vez que hubo terminado de quitar la parte frontal me pidió que me pusiera con el culo en pompa para poder quitar el resto. Yo, después de tantas humillaciones ya había dejado de poner resistencia. Le planté el culo enfrente dejando expuesto todo mi coño que además, increíblemente, se encontraba totalmente mojado.

muy bien, que bien lo estás haciendo. Se te está quedando un coño precioso – mientras me depilaba me decía estas cosas que no hacían más que excitarme – que suerte tengo de que este coño tan mojado sea de mi propiedad – ahora que le había puesto el coño en la cara a él tampoco le pasó desapercibido mi creciente excitación.

Aaaaaggggghhhh!!! – no pude reprimir el grito al dar el tirón. Fue un grito de dolor y placer a la vez. Empezaba a disfrutar de la situación a pesar del dolor y de no poder quitar mis manos de la nuca.

Tranquila mi putita. Ya queda poco. Te estás ganando un regalito. Vamos que este es el último tirón…………..ya está. ¿Cómo te ves?

Bien…. creo…..me gusta – todavía me cortaba responder a preguntas de este tipo que me hacían sentir tan puta como era.

Ahora te voy a quitar los restos de cera.

Empezó a frotarme con una toallita de aceite corporal en las zonas donde se me habían quedado pegotes de cera. Me estaba excitando mucho. Él lo sabía y masajeaba con la presión justa en las zonas de los labios y las cercanas al clítoris. Directamente no llegó a tocarme. Solo me pasaba la toallita. Pretendía excitarme, estaba claro, pero de una forma sutil, sin que llegara a correrme, sin ni siquiera llegar a tocarme. A mí ya se me hacía muy difícil mantener mis manos en la nuca. Quería que esta tortura acabara ya. No se por qué no cogía y me follaba ya de una vez. Para que quiere tener alguien a una esclava si no es para follarsela cuando le apetezca?? No, él no quería follarme, solo quería humillarme. Quería que lo deseara. Quería poseer mi mente. No mi cuerpo.

como has sido buena te voy a dar tu regalito. Espera así.

Estuve tentada de bajar las manos de la nuca y terminarme. Seguro que si me hubiera tocado me hubiese corrido antes de que él llegara y no se habría dado ni cuenta. Pero algo me impedía quitar mis manos de la nuca. Él me había dicho que esperara así y así era de pié con las piernas abiertas y las manos en la nuca. Y me tenía que encontrar así cuando volviera. Así que no me moví. En ese momento pensé que no me moví por miedo a la represalia pero ahora sé que lo que quería era complacerle. Para ese entonces yo ya no le tenía ningún miedo. Confiaba plenamente en él. Él lo sabía y jugaba conmigo poniéndome a prueba. Por eso sonrió complacido cuando volvió a entrar al cuarto de baño y vio que no me había movido un ápice.

Te he comprado un juguetito, pero como no sabía si te gustaría, también te he comprado un anillo. Elige lo que más te guste.

En una mano tenía un anillo de oro con un brillante que debía ser una circonita. A juzgar por su aspecto debía ser bastante caro. En la otra mano tenía dos bolas como de tres centímetros de diámetro que estaban unidas con un cordón. Era la primera vez que yo veía unas bolas chinas. La verdad es que nunca había sido muy aficionada a los artículos de sex shop. No obstante cuando las vi supe en seguida de que se trataba. Mi comportamiento era totalmente inesperado para mí. Solo ver las bolas hizo que me humedeciera aún más de lo que lo estaba. Deseaba fervientemente esas bolas. Me importaba una mierda el anillo aunque me costara reconocerlo.

y bien….¿con cual te quedas? Solo tienes que pedirme el que más te guste.

Pues…las bolas

Pues ven aquí. Siéntate en mis rodillas y abre bien las piernas.

Me senté en su regazo de espaldas a él como me indicó. Él estaba sentado en una butaca que tenía en el cuarto de baño y ahora mismo los dos nos encontrábamos de frente al espejo que él tenía en la mampara del baño. Abrí las piernas como él me dijo de forma que mi coño quedó abierto y pude contemplar mi depilación completa en el espejo. Me gustaba. Seguía teniendo las manos en la nuca.

bien, quiero que no dejes de mirarte en el espejo. Quiero que veas la puta en la que te estás convirtiendo – desde atrás empezó a desabrocharme los botones de mi ceñida camisa. Muy despacio – espero que no creas que no me he dado cuenta que vienes hoy vestida como una zorra – a medida que me seguía desabrochando botones la camisa se iba abriendo sola de lo ajustada que era – pues mírate. Ya estás con las tetas al aire. Y estoy a punto de meterte unas bolas por el coño porque has preferido esto en vez de un anillo de señora. Has preferido un obsequio digno de una puta.

Me miraba en el espejo y no podía creerlo. No reconocía a la mujer que estaba viendo, con el coño depilado y las tetas saliendo de la camisa que ya estaba abierta del todo. Cogiendo las bolas del cordón, las pasó de forma que rozaran mis labios vaginales. Yo abrí más aún las piernas para facilitarle el trabajo. Cuando la primera bola estaba a la altura de mi apertura vaginal simplemente la empujó con dos dedos hasta que mi coño la engulló entera. No le hizo falta tocarme. Solo empujó las bolas. Yo estaba deseosa de que me tocara pero no me iba a dar el gusto. Con la otra bola hizo exactamente lo mismo. Presionó con los dedos hasta que esta entró por completo en mi vagina. Al final tan solo quedó un cordón colgando de mi sexo.

A continuación sacó un dispositivo con un botoncito de su bolsillo y lo presionó. Todo dentro de mí comenzó a vibrar. ¡No me lo podía creer! No eran unas simples bolas chinas. ¡Tenían un mecanismo de vibración! Me abandoné en ese momento. Eché la cabeza atrás y cerré los ojos, aunque no por mucho tiempo, ya que enseguida me cogió por la barbilla volviendo a posicionar mi cara frente al espejo.

quiero que te mires! Si no pararé tu juguetito ahora mismo

frente a la amenaza de detener la vibración abrí los ojos y miré mi cara desencajada por el placer.

mírate bien y dime lo que ves.

Veo….a una puta.

¿Qué más?

Ahh!!...Ahh!! – el placer apenas me dejaba hablar fluidamente – veo….ahhh!....una puta cachonda……agghh!..que en lo único que puede pensar…aggg!..es en cuando la va a follar su amo de una vez…… AAAAAGGGHHHHHHHH!!!!!!

No pude soportarlo más. Me corrí. Quizás el detonante final para que me corriera fue oír de mi boca la palabra "amo" que fue totalmente inesperada para mí.

Una vez hube relajado la tensión de mi cuerpo, volvió a dar al botón del mando y la vibración de mi interior cesó. Cogió entonces el cordón que salía de mí y tiró de forma que salió una bola provocando un inmenso placer al hacerlo. Solo sacó una bola. La otra seguía en mi interior, por lo cual, la primera quedó colgando por el hilo que las unía a las dos.

¿te ha gustado tu regalito? ni siquiera me has dado las gracias y eso es de desagradecidas.

¿me deja que le de las gracias?

Por supuesto. Ante todo me gustan las personas educadas.

Me bajé de su regazo bajando por primera vez en la tarde las manos de la nuca y me arrodillé en el suelo. Con un simple "gracias" hubiera bastado. De hecho estoy segura de que se sorprendió de mi reacción. Pero yo solo pensaba en lo agradecida que estaba. Le desabroché el cinturón y la bragueta mirándole a los ojos para ver sí tenía su aprobación. Él, complacido, me hizo un leve gesto de asentimiento casi imperceptible. Con eso ya tenía su beneplácito. Saqué su miembro y me dispuse a regalarle una mamada excepcional.

Al contrario de la de el día anterior, ésta mamada si que fue hecha con la total intención de darle placer. La del día de antes era para obtener algo a cambio mientras que esta era de puro agradecimiento. Cogí la base de su polla y empecé a soplar sobre su capullo que salía reluciente. Fue en esta ocasión la primera vez que me fijé detenidamente en su polla. Tenía el glande sonrosado y un lunar en su interior. Su polla era bastante gruesa y de longitud tampoco estaba mal. Siempre he pensado que cuando un hombre tiene tanta seguridad en sí mismo como tenía él es porque tiene una polla grande. Es como una expresión fálica. Con mi lengua por los laterales seguí el surco de sus venas que parecía que iban a reventar a causa de la sangre que llevaban al glande. Dediqué un tiempo en lamerla antes de metérmela por entero en la boca. Me la metí despacio, deslizando suavemente mis labios mientras la acariciaba con mi lengua desde dentro de la boca. Parecía que no tenía fin. Notaba ya su polla en mi campanilla y aún así la metí un poco más. Casi logré hacerla desaparecer por completo en mi boca. A continuación comencé a moverme rítmicamente aumentando progresivamente la velocidad. Al principio solo subía y bajaba acompañando con una caricia de mi lengua, pero después de un rato empecé a succionar como si de un biberón se tratara. Me movía ya con velocidad succionando con fuerza para sacarle la leche. Notaba por su respiración que estaba próximo al orgasmo y no paré el ritmo hasta que noté que se contraía y por mi garganta corría la leche que yo le había provocado. Hubiera sido muy poco agradecida si no me la hubiera tragado entera.

muchas gracias por el regalo, me ha gustado mucho – se lo dije mirándole a los ojos con una mirada de total gratitud.

Bueno, veo que hoy te has esmerado más que ayer en complacerme. Si te sigues portando así de bien quizás te deje en otra ocasión volver a usar el juguete. Me gustan las niñas buenas que complacen a sus amos. Ha sido una mamada digna de una puta. Y ahora, si quieres cenar aquí, prepara la cena.

Me levanté y me dirigí a la cocina. Ni siquiera me abroché la camisa por miedo a que me volviera a poner el cinturón. Aunque estuviera casi desnuda prefería eso antes que volver a tener el cinturón. Llevaba, además, una de las bolas colgando del hilo que salía de dentro de mi vagina provocando un placer extra al tener el hilo tenso por el peso de la bola que estaba por fuera, además del placer que me provocaba la de dentro que se movía con mis pasos. Preparé unos huevos fritos y una ensalada y puse la mesa. Comimos hablando animadamente. Yo procuraba complacerle con mi conversación que giró en torno a mis primeras relaciones sexuales. Cuando hube fregado los platos, me quitó la bola que aún tenía dentro tirando del hilo, me puso el cinturón y me abrochó los botones de la camisa dejando dos sin abrochar. Yo me puse la falda y me despedí. Salí de su casa con una sonrisa de oreja a oreja.