La captura de la agente E. Segunda Parte.

La agente E recibe la ayuda de una colega, la agente S, pero no será suficiente ambas terminaran violadas y humilladas por sus enemigos.

Elizabeth despertó aturdida y desorientada, estaba totalmente oscuro y se sentía terriblemente adolorida, trató de levantarse, pero su cabeza chocó con algo duro que hizo un ruido metálico, el golpe la despertó al tiempo en que recordaba que estaba en un tubo de ventilación… y él porque estaba ahí, de inmediato le llegaron todos los horribles recuerdos de las noches anteriores y un constante dolor en la rodilla y en su entrepierna servían para confirmar su miseria.

No sabía que ya había pasado casi un día completo desde que perdiera la conciencia y que todas las personas de la cuadra la habían estado buscando incansablemente, había subestimado el control que ejercían los narcotraficantes en la gente de la zona, al menos no habían buscado donde estaba ella y si tenía suerte ni siquiera la estarían buscando en el edificio después de todo nadie pensaría que seguía en la base enemiga.

Trato de avanzar, pero solo pudo hacerlo medio metro, antes había atravesado ese tubo con un traje especial y la segunda vez cubierta por completo de… fluidos corporales, ahora no tenía nada de eso, llevaba el traje en la mano y no tenía espacio para ponérselo debidamente, y con respecto a lo otro todavía estaba cubierta de semen, pero seco, para ella solo era algo pegado que sentía en la mayoría de la piel y un horrible sabor en la boca.

Sin poder evitarlo comenzó a sentir claustrofobia, sintió que sus pulmones se cerraban y su pulso se aceleraba, desesperada se sacudió como una anguila mientras usaba hasta el último de sus golpeados músculos para avanzar aunque fuera un centímetro, su cadera era la que más le molestaba se rozaba con los bordes y su trasero al moverse se golpeaba con la parte superior, estaba tan angustiada que ni cuenta se daba que efectivamente estaba avanzando lento pero constantemente, recién se percató cuando llegó de pronto a la salida sin detenerse y se dio un sonoro cabezazo con la rejilla que cubría la entrada, iba tan acelerada y la entrada estaba puesta pero no cerrada que paso de largo y cayó dando una media voltereta, golpeando su espalda y cabeza contra el suelo.

Ese golpe hace unos días no le había dolido demasiado, ahora debilitada y agotada como estaba el golpe en su nuca hizo que nuevamente perdiera la conciencia, la suerte que todos esos días había estado en su contra en ese momento le ayudó, ya que estuvo 15 minutos tendida en el suelo con las piernas abiertas vulnerable, si cualquier persona en ese edificio la hubiera visto hubiera sido su fin y podrían haber hecho absolutamente cualquier cosa con ella, para su fortuna nadie la vio aunque uno pasó a 4 metros de ella.

Cuando al fin despertó tenía un terrible dolor de cabeza, se sentó en el suelo y respiro lentamente intentando calmarse y tener, al menos, algo parecido al profesionalismo con que siempre llevaba sus misiones, empezó por lo obvio se escondió lo mejor que pudo en ese pequeño espacio después se miró rápidamente y además de la manifiesta suciedad lo peor seguía siendo su rodilla derecha ya estaba apenas reconocible algo morada y del doble de su tamaño normal, antes creía que era un simple esguince ahora, no estaba tan segura, ignoró el problema, no había nada que pudiera hacer de inmediato así que no tenía caso.

Lo siguiente en que se fijó era en las cosas que tenía, eran básicamente tres el pendrive, la bolsa con droga y por ultimo su traje que seguía cubierto de semen y no estaba tan seco como el de su piel, lo más importante se dio cuenta era el pendrive y su contenido, ellos ni notarían la falta de un poco de droga, pero con esa información si podia hacerles mucho daño pensó con la sombra de una sonrisa, no quería dejarla dentro de su traje, recordando su historia de los últimos días dudaba que durara mucho con él puesto, respiró nuevamente recordando la importancia que tenía el dispositivo y lentamente lo acercó a su trasero, lo detuvo justo al borde de su ano, gruño despacio de dolor lo tenía completamente abierto e irritado, ya había escondido cosas ahí, en sus misiones era común tener que esconder algo aun de un cacheo profundo, pero nunca lo había hecho en esas condiciones, en definitiva fue mucho más fácil que de costumbre que ingresara, pero 10 veces más doloroso.

Apenas pudo contener un grito, se revolvió en su lugar con un puño en la boca, cuando al fin se terminó el dolor, sintió que el aparato estaba bien colocado y que apenas molestaba, pensó por un segundo en hacer los mismo con la pequeña bolsa de droga, pero la idea de que se abriera y la droga quedara libre dentro de su cuerpo la aterró con justa razón, no estaba en condiciones de seguir corriendo riesgos.

Solo se puso el traje sofocando varios gritos que subían por su garganta, por lo ceñido que era necesariamente rozaba partes de su cuerpo lastimada e inflamadas que ya ni quería pensar cuales, cuando estuvo completamente puesto se puso el paquete por debajo de él entre sus magullados pechos.

Después sin más que hacer se levantó sobre un pie y empezó a buscar cómo salir de ahí.


Sorpresivamente pudo salir sin mayor problema, la estaban buscando a un ritmo desenfrenado pero sin orden ni planes, así que fue fácil escabullirse aun en su estado pero al llegar al pasadizo que ya tanto conocía se quedó sin ideas, nuevamente estaban con una gran fiesta en todo el edificio, si entraba como la noche anterior no duraría ni tres segundos en ser capturada y… probablemente ser violada por las 3 docenas de hombres que había ahí la mataría antes de ser entregada a sus enemigos, otra complicación era que faltaba menos de dos horas para que amaneciera, y en ese momento todos podrían verla.

Mientras pensaba que hacer se acercó cojeando a la zona donde había escondido al tipo que vendía droga en la calle, no fue sorpresivo que ya no estuviera allí, suspiro cansada mientras miraba su ventana a la distancia, si tuviera energía y no si no le doliera la pierna pensaba, llegar allí seria rápido y sencillo, pero como estaba… una idea atravesó como un disparo su cansado cerebro, sacó la pequeña bolsa que tenía en el escote, y miró el polvo negro con desconfianza, esa era una de las cosas que jamás había considerado hacer, su cuerpo siempre lo había visto como su más sagrado templo, hacia ejercicio siempre que podia, comía sano y bebía muchos líquidos para mantenerse 100% en forma, pero ahora… su templo estaba en llamas y profanado, su anterior convicción de mantener su cuerpo puro ya no existía así como su autoestima, decidió que en ese momento era su mejor opción… su única opción y abrió la bolsa.

Miró el polvo otra vez, esta vez mas dudosa se dio cuenta con disgusto que no tenía la menor idea de cómo usarlo, después de analizarlo por un segundo recordó que la chica en la calle que fue la primera en humillarla tenía ese mismo polvo bajo la nariz, eso le dio la pista que necesitaba, con su dedo meñique tomó con cuidado un poco y lo acercó a su nariz, como había visto en las películas inspiró con fuerza por la nariz, el polvo quedo de inmediato entre su nariz y el cerebro, pero por largos segundos no pasó nada.

Ya creía que lo estaba haciendo mal cuando una feroz corriente eléctrica remeció su mundo, por un momento sintió que su cuerpo no existía, que se convertía en aire, hasta que una lluvia de sensaciones la devolvió a este plano de existencia, la sensación dominante era euforia una apabullante euforia que hizo que todos sus dolores y preocupaciones pasaran a segundo plano, estuvo un minuto entero de pie, solo sonriendo hasta que la multitud de sensaciones disminuyo a un nivel que le diera un grado de conciencia.

Pero la euforia no se iba, con una aturdida sorpresa se percató que todas sus energías volvían, que sus sentidos se agudizaban y que podia sentir todo a su alrededor, sentía su traje especial apretando su esbelto cuerpo, marcándolo, rozando su piel, la sensación le provocó un raro placer que se vio acrecentado cuando sintió el invasor en su trasero, sin darse cuenta de lo que hacía comenzó a recorrer sus manos por su cuerpo, sintiendo su cintura, estrujando sus pechos, dándose nalgadas como una posesa, si hubiera aparecido cualquier hombre en frente suyo se hubiera arrodillado, rogando, suplicando que la hiciera suya.

Recién reaccionó cuando ya abría el traje para masturbarse ahí mismo, sacudió su cabeza pensando que ya no le quedaba mucho tiempo, y forzándose a si misma comenzó a trepar, a pesar de su falta de dolor y exceso de energía artificial, fue un trabajo lento y cansador, aunque no le doliera su pierna ya no estaba en condiciones de hacer fuerza con ella, así que fue casi todo el trabajo para sus brazos, a medida que se acercaba a su objetivo iba notando con desazón que el efecto de la droga lentamente abandonaba su cuerpo, de manera que cuando al fin pudo abrir su ventana y caer derrumbada en su piso franco ya estaba totalmente sobria de nuevo, el dolor volvió, por supuesto pero volvió peor por todo lo que se habían excedido sus músculos mientras no los sentía.

Respiró con una sensación que se acercaba al alivio, incluso tuvo el asomo de una sonrisa, ahora estaba a salvo, tenía un lugar donde recuperarse y planear que hacer, paso tres noches horribles, pero al fin vio la luz al final del túnel, de nuevo sentía la esperanza resurgir dentro de ella, pero todo eso se vino abajo cuando notó que no estaba sola en su piso franco.

A menos de dos metros de ella, sentado en su cama se encontraba un hombre mirándola con expresión divertida, bueno, siendo más exacto era un adolescente mirándola con expresión divertida, era un joven normal de su edad, delgado y no muy alto, a Elizabeth le llegaba hasta el cuello, tenía el pelo negro corto sin un peinado especial, su rostro no tenía ni un rastro de vello y aún tenía algunos rastros de acné, usaba ropa normal una camiseta deportiva de un equipo de futbol y un jeans, la agente E no pudo evitar recordar cuando tenía su edad hace casi 15 años, siendo la chica más popular de la escuela y con un brillante futuro por delante, al que tenía frente ni siquiera le habría dado un vistazo en esa época, era solo alguien con quien se cruzaría en los pasillos y ni se atrevería a hablar con ella.

Ahora se encontraba luchando por siquiera ponerse de rodillas para oponerse al tipo de enemigo al cual jamás pensó enfrentarse, pensaba simplemente espantar al muchacho no creía poder hacer mucho más, en las condiciones que estaba hasta un niño de 8 años podría darle una paliza, pero una mirada a sus ojos echó por tierra sus planes, tenían una confianza que hizo que se le sacudieran las entrañas, él no era alguien que por accidente había entrado allí y que se sorprendía con su aparición, era la mirada alguien que sabía a donde iba y que se esperaba su llegada, unió lentamente las pistas y se dio cuenta que él era el ladrón, era quien se había metido a su habitación segura, que le había robado casi todo y uno de los principales causantes de su actual miseria.

Hubiera sentido rabia y sed de venganza, pero lo único que podia sentir era una fría resignación, sabía que estaba acorralada y completamente a merced de ese sujeto, podia hacer literalmente lo que quisiera con ella que ni siquiera conseguía comenzar a ponerse de pie, las piernas no les respondían así que termino quedando casi paralela al suelo apoyándose con los codos para evitar que su cabeza tocara el suelo,  parecía que le estuviera rindiendo homenaje, lo que tampoco era muy inapropiado ya que ella pensaba suplicar en cuanto pudiera.

Ya de su antiguo espíritu combativo no quedaba nada, estaba humillándose ante un adolescente¡¡¡ pensó al borde de las lágrimas, se arrastró lo mejor que pudo hasta que tomó su tobillo con su mano, pensaba llegar a la posición de rodillas usando su pierna como apoyo, pero aun ese plan falló, el joven sin ponerse de pie le tiró del cabello para hacer que se subiera a la cama, ella pensó que le  arrancaría el pelo de cuajo, desesperada intentó hacer lo que quería pero solo agitó las manos inútilmente hasta que su victimario se aburrió, con su otra mano la tomó por las nalgas y de un tirón estaba sobre la cama, pero no sin dolor, por como usó sus dedos estaba segura que si hubiera estado desnuda le hubiera enterrado la mitad de su mano en el recto, ahora sentía su traje hundiéndose en su trasero hasta casi encontrar el pendrive escondido en él.

Ella quedó boca abajo resoplando, estaba convencida que la violaría de inmediato pero, para su sorpresa él se puso de pie, y comenzó a caminar alrededor de la cama observándola, Elizabeth sabía que hacía, con su silencio meditabundo buscaba crear incertidumbre en ella, era el truco más viejo en el libro de  interrogatorios, ella lo conocía perfectamente, ella misma lo había usado un par de veces, pero de todas manera logró su objetivo, la agente E forzó todo su cuerpo para quedar sentada sobre sus talones, mientras temblaba de miedo y bajaba la vista.

Para su alivio se detuvo frente de ella y le levantó el rostro con su mano hasta que que lo veía a los ojos, él sonrió por lo que vio, pensaba que se iba a resistir y tal vez tendría que amenazarla, pero se estaba entregando casi demasiado fácil, como si quisiera hacerlo, jamás pensó que ya estaría tan rota, no podia ver nada más que miedo en sus bonitos ojos, decidió presionar fuerte y rápido para sellar todo rápidamente.

  • ¿Como te llamas? – era una pregunta sencilla, pero llena de significado para la agente secreta, se les enseñaba a ocultar toda su información personal durante sus misiones ella nunca había dicho su nombre real a nadie durante ellas, que era de sentido común evitar detalles personales, pero ahora mirándolo de frente su aterrada mente le convenció que si mentía él lo sabría y no quería enfadarlo.

-E…Elizabeth- dijo finalmente y una solitaria lagrima rodó por su mejilla, sentía que estaba firmando su sentencia de muerte, el solo asintió meditando en silencio como si realmente no le interesaba su nombre, luego suspiró y comenzó a hablarle con voz lenta.

-haz montado todo un caos ¿verdad? – ella que no estaba segura de si quería que le respondiera solo asintió con la cabeza- todos buscándote desesperados, incluso dicen que hay una recompensa por ti, todos buscando a la maldita pelirroja con traje de cuero, a la que los mandamases se cogieron hasta que se le vaciaron las pelotas- se rio a carcajadas al mencionar eso, ella solo pareció encogerse en su lugar- ¿sabes lo que te van a hacer cuando te agarren? Cuando la misma gente que quieres salvar de los capos de la droga” te entreguen en bandeja de plata- ella se imaginaba que es lo que querían, pero una parte de ella quería escucharlo de alguien más, una parte de ella quería escucharlo de Él así que solo dijo una palabra.

-no- para cualquier espectador era evidente que ella quería escucharlo, se inclinó hacia adelante y hasta dejó de temblar.

-te van a destruir- le dijo inclinándose y susurrándole en el oído, el roce de su aliento contra su cuello le hizo estremecerse- te van a quebrar… romper, te follaran tanto que te volverás adicta al semen, te la meterán tanto por el culo que no podrás sentarte nunca, te harán drogarte hasta que olvides tu propio nombre, al final serías un trozo de carne desechada, ni siquiera te prostituirían porque ya no serias nada, pasaras el resto de tu miserable vida arrumada en un rincón rogando que te permitan morir.

Elizabeth estaba totalmente arrepentida de haber dicho no, a medida que él hablaba sentía como el pánico crecía en su pecho, sobre todo porque ellos realmente le harían eso, ella lo sabía, y también cosas peores se imaginaba marcada por hierros calientes y con los dedos y los pies rotos para que nunca escape, encadenada por el cuello a la pared y usada hasta de bolsa de boxeo, antes de que entrara en crisis de pánico se recriminó a si misma, ya era suficientemente malo como para que además su propia imaginación la atacara.

-te encontraran pronto- eso le hizo abandonar sus cavilaciones internas y prestarle atención- una chica pelirroja muy creída acaba de llegar al edificio y al día siguiente otra pelirroja intenta atacar a los jefes en su laboratorio, ¿no crees que tus vecinos se darán cuenta? - le preguntó, retóricamente claro, la pobre Elizabeth apenas podia respirar, por su lado el joven estaba feliz de su reacción tan obvia- sobre todo después del show de la otra noche no creo que haya nadie de todos los que están aquí que no hayan visto tu cuerpo desnudo- reafirmo la afirmación apretándole un pezón a través de la tela, no fue un apretón fuerte, pero Elizabeth tenía el pecho especialmente sensible así que soltó un pequeño chillido por el repentino dolor pero no hizo nada más y se dejó tocar sin siquiera alzar las manos, para el adolescente era la señal inequívoca que ya estaba lista para el golpe final y se dispuso a dárselo.

  • Llegaran aquí en menos de una hora- Elizabeth estaba tan asustada que no se dio cuenta que él decía parte verdad y parte mentira, manipulándola- tu habitación se convertirá en una trampa mortal para ti- dejó que la idea flotara en el aire por un segundo y continuó-  por la ventana te matarías, por la puerta… tu sabes cómo reaccionarían los chicos de afuera ¿cierto?, estas atrapada es imposible que salgas de aquí… sin ayuda.

Una vez dicho esto, ceremoniosamente se alejó de ella y le dio la espalda mientras comenzaba a caminar hacía la puerta, Elizabeth apenas si podia contenerse de sollozar por una mezcla de frustración y humillación, no solo ese tipo la iba someter, sino que quería que ella misma se lo pidiera, y lo tenía que hacer, ambos sabían que no tenía otra opción, haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad habló.

-espera… por favor- el por supuesto volvió de inmediato y la miró expectante, aun quería más- ayúdame por… por favor.

  • ¿y que tendría a cambio? – dijo sonriente- ya te quité tus armas, tu dinero ¿que más puedes ofrecer?

  • ¿que quieres de mí? – respondió cansada, nunca se había sentido tan cansada en su vida, solo quería tenderse y dormir, hasta el morir no parecía tan malo, pero aguantó como pudo y mantuvo sus ojos abiertos.

  • todo- dijo seco- quiero todo de ti… cada fibra de tu ser me pertenecerá hasta tu muerte, todo lo que tengas que ofrecer, tu cuerpo, tu alma, hasta el aire que respiras, absolutamente todo, eso, es lo que quiero.

Elizabeth se esperaba algo así, aunque él fue un poco cursi en su discurso, ella lo entendía después de todo para él era lo más emocionante y satisfactorio en toda su vida, además era evidente que ella no podía ofrecer mucho y no es como si estuviera haciendo un pacto satánico, en cuanto pudiera se rebelaría contra él, tenía más opciones contra él que contra un grupo de gente que controlaba la ciudad, pero de todas maneras cuando asintió sintió como que de verdad se condenaba para siempre a la esclavitud y que no tendría escapatoria.

El victorioso adolescente comenzó a explicarle su plan de escape a la derrotada agente, era simple, el primer problema el dónde ir se solucionó rápidamente ya que el joven tenía una pequeña casa a dos cuadras donde vivía solo (que compró con lo que le robó a Elizabeth) el problema principal era el cómo salir del edificio, se decidió por un enfoque directo saliendo por la puerta y bajando las escaleras, antes que ella pudiera decir que la atraparían él le explicó que los convencería que ella era una simple prostituta.

Para eso le hizo quitarse la ropa, ella lo hizo con toda la velocidad que pudo, quería salir de ahí lo más rápido posible y ya ni siquiera la dio vergüenza, como le había dicho todos ya la habían visto desnuda, el hombre solo la miró en silencio sin un atisbo de deseo y le pasó la ropa que quería que usara, sorpresivamente eso le dolió, estaba sucia y tenía moretones y arañazos por todas partes, sabía que no estaba ni la mitad de atractiva que normalmente, pero que un adolescente con las hormonas alborotadas no babeara al verla terminó de sepultar su autoestima.

Sin querer torturarse más se puso la ropa que le dio, una camiseta delgada con tirantes blanca que dejaba a la vista su ombligo y unos jeans de color negro muy ajustado, tanto que no pudo contener un grito al pasarlo por sobre su rodilla, para rematar unos zapatos de tacón alto, según ella no se parecía mucho a una prostituta, pero se limitó a seguir las ordenes.

Después se enfrentó a su ultimo, pero gran problema, no podia sostenerse en ambas piernas, en cuanto se alzaba un poco la rodilla cedía y caía al suelo, al joven al principio le pareció gracioso, pero después se preocupó, no por ella, que no le importaba un carajo, sino por si alguien entraba y le quitaba su premio, no era broma que la iban a descubrir pronto, pensando que hacer de pronto notó que en el traje que estaba en el suelo había algo de plástico que se asomaba, lo recogió del suelo y lo miró, luego sonrió.

Le paso lentamente la bolsa y la miró a los ojos, ella sabía lo que quería sin necesidad de que se lo dijera, no pensó en desobedecer, tuvo que reconocerse a si misma que parte de ella quería tomarla, quería que su dolor y preocupaciones desaparecieran y volver a sentirse libre y feliz, aunque fueran emociones artificiales, con un último suspiro, ella repitió el proceso se puso un poco en el dedo meñique, sin darse cuenta puso un poco más que antes, se tapó un orificio de la nariz y de golpe aspiró por el otro.

Como antes por unos segundos no pasó nada hasta que sintió como un estallido de luz le inundó el cerebro, como su cuerpo vibraba y una energía sorpresiva la hizo saltar hasta quedar de pie, giró sobre si misma riendo totalmente despreocupada, el joven que conocía los efectos de la XXX1 en las mujeres la puso raídamente el traje en su mochila junto con lo que quedaba de droga, la tomó del codo y la llevó hacia la puerta, ella no se dio cuenta que iba avanzando su mente estaba en venus en ese momento, así cuando la agarró con fuerza de las caderas y la atrajo  hacia si dominante antes de abrir la puerta, ella salió hacia el pasillo con una sonrisa estúpida en el rostro y mirando al vacío.

Su plan funcionó bastante bien, nadie podia tomar en serio a esa chica vestida con un top tan ligero que se le veían los pechos a través de la tela, con el rostro aun con manchas de semen y manoseada descaradamente por un joven que seguramente tenía la mitad de su edad, los que estaban buscando a la agente secreta, que eran minoría, el resto estaba disfrutando de la fiesta continua, buscaban a una mujer peligrosa aunque debilitada, no a una que se reía como una tonta cuando le metían las manos por debajo del pantalón y le sobaban el trasero.

La verdad es que salieron del edificio solo con unas cuantas bromas y apretones a Elizabeth, que ella apenas notó eufórica como estaba, lo único que realmente recordaba era que llamaban Esteban al hombre que la llevaba, además cuando ya caminaban por la calle Elizabeth nuevamente sintió que su piel ardía y el aire se le volvía más pesado, sofocante, comenzó a contonearse contra el cuerpo de Esteban provocándolo, al ver que él no le tomó atención se acarició a si misma mientras avanzaba sin dejar de sonreír, la verdad es que Esteban tenía una erección descomunal en sus pantalones quería cogérsela inmediatamente, pero no iba a arriesgar todo por una estupidez, después de todo ella era solo una parte del plan que tenía pensado, así que se aguantó aun cuando Elizabeth le rogó en voz baja que se la follara, desesperada por necesidad que le provocaba la droga en su cuerpo.

Ambos estaban distraídos, Elizabeth con el universo de sensaciones que asaltaban su mente y su cuerpo y Esteban preocupado de que ella no se desnudara allí mismo y aguantando su propio deseo, estaban tan distraídos que no notaron que alguien los seguía a unos 10 metros detrás.

No era alguien de la zona, la mujer que caminaba al mismo ritmo que Elizabeth y Esteban se notaba que nunca había estado por allí por la forma en que se movía y miraba todo a su alrededor, lo otro que cualquier observador hubiera notado de inmediato es que ella era tremendamente hermosa.

Ella era alta, solo un poco más baja que Elizabeth, era delgada y cada parte de su cuerpo estaba tonificado a base de entrenamiento y vida sana, como sus piernas que eran largas y estilizadas o su trasero que, aunque no muy grande, era firme y redondeado, su atributo más notorio era sus senos, muy grandes y perfectamente formados, si alguno llegaba a tener suerte y podía ver debajo de su ropa vería que no solo tiene una buena forma, sino que tenían un lindo color lechoso y sus pezones eran pequeños y rozados, pero no era necesario verla desnuda como para quedar embobado mirándola, su rostro llamaría la atención de cualquiera, era increíblemente delicado, con forma de corazón, con expresivos ojos verdes y una nariz respingada, por ultimo tenía una cabellera rubia que llevaba en una cola de caballo hasta el espacio entre sus omoplatos.

También ella quería pasar desapercibida, usaba ropa que no era muy cómoda ni estaba acostumbrada a usar, usaba unos leggins blancos que no dejaban mucho a la imaginación y una camiseta muy ceñida, además llevaba un bolso grande colgando del horno, creía que pasaba desapercibida al usar ropa similar al resto de las mujeres de la zona, lo que no entendía era que ella era mucho más atractiva que esas mujeres, que lucía mucho más la ropa por lo que todo el mundo la miraba.

Todo eso era ajeno para ella, concentrada solo en seguir a esos dos solo se detuvo cuando estuvo a punto de chocar contra un joven que se le cruzó en frente, retrocedió molesta y lo miró recién tomándole atención, no era tan joven como en un principio le pareció, pero como todos se vestían igual apenas si los distinguía, él debía tener al menos 20 años, era más alto que ella y se le marcaban los músculos por la ropa, un vistazo a sus costados le hizo notar que a sus lados había otro tipos con aspecto similar al igual que otro tras suyo aunque eran más pequeños y delgados.

-Hola preciosa- le dijo alegremente el musculoso- ¿por que no vienes y te diviertes con nosotros? - ¿realmente alguien cae con eso alguna vez? Se preguntó internamente, pero estaba demasiado preocupada siguiendo la pista de esos dos como para quedarse a decírselo, trato de pasar a un lado de el sin mirarlo, para evitar el conflicto, pero no funcionó, el molesto trato de agarrarla de una de sus tetas, pero cuando con las yemas de sus dedos rozó la camiseta ella reaccionó como un rayo, en un solo movimiento le sujeto la mano y le giró la muñeca hasta que escucho un satisfactorio chasquido.

Lo siguiente que vio fue al tipo caer al suelo gritando de dolor mientras sujetaba su inútil muñeca, ella lo miró arrepentida, había actuado por el instinto creado por años de entrenamiento, ahora tendría difícil para seguir a esos dos porque los otros la iban a atacar seguro, cuando ya estaba convencida de tener que salir corriendo y esconderse para no perder a sus objetivos notó que ellos se metían a una casa en la esquina de la cuadra, ella suspiro aliviada y se preparó para defenderse.

Sin embargo la distracción fue suficiente para que el que estaba detrás suyo le apretara las nalgas con ambas manos haciéndola chillar de la sorpresa, cualquier otra mujer en su situación hubiera llevado sus manos hacia atrás sorprendida y hubiera quedado en buena posición para que entre los tres la dominaran rápidamente, pero ella estaba preparada, alzó las manos para detener el golpe que le lanzó el sujeto de en frente y piso con fuerza al tipo de atrás a la vez que con la nuca le golpeaba y rompía la nariz, cuando la soltó ella en un instante se dio vuelta y le propinó una feroz patada en los testículos que lo mando gimiendo al suelo, rápidamente dio un salto atrás para quedar a unos metros de ellos y los observó quieta.

Ella pensaba que iban a seguir atacándola, pero al parecer su demostración de fuerza consiguió su objetivo, con precaución ellos ayudaron a sus compañeros y sin dejarla de mirar ni por un segundo se fueron por la dirección contraria.

Una vez que los perdió de vista, miro en todas direcciones no vio a nadie, pero podían estar escondidos esperándola, decidió que lo mejor que podia ser era dar un gran rodeo antes de entrar a la casa donde habían ido sus objetivos, así que comenzó un ligero trote hacia una calle cercana mientras pensaba lo raro que actuaba la gente del lugar.

Mientras tanto en el interior de la casa, la embotada mente de Elizabeth comenzaba a despertar, este proceso acelerado por el agua fría que le caía encima, recordó como si hubiera sido un sueño que Esteban en vez de follarla al llegar prefirió que se bañara primero que apestaba, ella no pudo contradecirlo ya que estaba de acuerdo, ahora que la energía artificial abandonaba su cuerpo sentía que se iba a derrumbar, pero se mantuvo de pie a base de pura tenacidad y se terminó de duchar.

Se sentía completamente renovada después de conseguir estar limpia después de mucho tiempo, se sentía fresca y hasta aliviada, aunque todavía estaba adolorida en todo su cuerpo sin hablar si quiera de su rodilla que palpitaba dolorosamente a cada segundo, además estaba debilitada por falta de comida y agua, finalmente salió de la ducha y se amarró una toalla alrededor del cuerpo, sabía que no le duraría mucho pero no se iba presentar voluntariamente desnuda ante Esteban. Finalmente salió del baño y cojeó por el pasillo hasta el comedor que ahí estaba su captor.

Estaba sentado comiéndose un emparedado, Elizabeth sintió como su vacío estomago se revolvía y su boca comenzaba a salivar, abrió la boca para pedir un poco y probablemente lo habría hecho hace un rato, pero ahora que estaba, aunque sea un poco mejor, su orgullo volvía poco a poco, ya se había humillado demasiado ante ese tipo que no se lo había ganado, ni siquiera le había dado un golpe.

Al final él se terminó el sándwich con un último bocado y recién ahí le prestó atención, sonrió al verla con la toalla, se acercó hasta estar a menos de un metro de ella y le ordenó quitárselo, por un segundo solo lo observó dudando, parte de ella creía que podia ganarle en una pelea, era más pequeño que ella y no se veía especialmente débil, pero basto una oleada de dolor en la rodilla que casi la hizo gritar para terminar para terminar con sus ideas de rebelión, además él todavía tenía la bolsa con lo que quedaba de droga y la necesitaba para… la misión, con resignación abrió el nudo de la toalla y la dejó caer al suelo.

Esteban pudo apreciar en su totalidad el hermoso cuerpo de Elizabeth, realmente mejoraba sin estar cubierto de semen seco, bueno semen ajeno porque si fuera el de él no le molestaría para nada, no pudo evitar que se le fueran las manos y le acariciara su figura pasando por sus pechos rozando su vientre y su cintura y continuando a su trasero sobre el que aplicó más fuerza para terminar enterrando con brusquedad dos dedos en su vulva.

Elizabeth no podia darle más asco los torpes toqueteos de ese muchacho, pero se mantuvo estoica, aunque lo único que quería era ponerse a llorar, mirando al frente fijamente no notó que una rubia miraba por la ventana sorprendida, aunque con determinación en la mirada.

Después de un rato toqueteándola él se aburrió, la dio vuelta por los hombros y le dio una fuerte nalgada y la empezó a empujar en una dirección, llegaron hasta una puerta que ella abrió sin que se lo dijera, ante ella vio una escalera que llevaba hacia el sótano y lo siguiente que supo era que rodaba por ella girando vertiginosamente y golpeándose en cada uno de los escalones. Cuando al fin se detuvo al final de la escalera pensó que se había matado, nunca había sentido tanto dolor en tantas partes diferentes al mismo tiempo, quiso decir algo, pero solo salió de sus labios un quejido lastimero, miró al que la había empujado, pero tenía rostro de estar tan sorprendido como ella.

En su defensa Esteban no quería lanzarla por la escalera, el solo le dio un pequeño empujón, pero no tuvo en cuenta sus pies mojados y que estaba virtualmente caminando con una sola pierna, bastaba un ligero toque para que perdiera el equilibrio y eso fue lo que paso, ahora se acercó rápidamente para ver que tan mal estaba.

Ella, había pasado por mucho estos días y creía que las cosas no podían ir peor, pero esta caída hizo lo que reconsiderara, sangraba por la boca y podría jurar que un diente suelto, sentía que su pulmón derecho se topaba al inflarse con una o tal vez dos costillas rotas, su pierna… en realidad ya no sentía nada por debajo de su rodilla, su esguince se había convertido en quizá que tipo de lesión bastaba con darle un vistazo como para darse cuenta que nunca seria de nuevo como antes, con desesperación pensó que lo más probable que sería coja el resto de su vida, pero lo más preocupante era un dolor que no podia identificar la causa en la zona del hígado, se daba cuenta que probablemente tendría hemorragias internas de diversa gravedad y que esto la terminaría matando.

Al ver que Esteban se acercaba hizo lo único que pudo para alejarse y que era, literalmente, arrastrarse con las manos, sabía que había sido un accidente, que él no quería causarle tanto daño, pero no se alejaba por eso, si iba a morir en un rato no quería pasar sus últimos momentos con un pene dentro de su vagina que ya era suficientemente malo tener un pendrive en el recto, solo quería morir en paz, recuperar aunque sea una ilusión su dignidad perdida, por supuesto su arrastre no fue ni mucho menos suficiente, en dos pasos Esteban ya estaba sobre ella, volteándola con cuidado, en cuanto su espalda tocó el suelo tosió escupiendo sangre al suelo, sentía que su pulmón apenas podia soportar el poco aire que entraba y comenzó a sofocarse.

Su captor, que tenía muchos planes para ella que no involucraban matarla por accidente se preocupó genuinamente, acercó sus manos intentando ayudarla, pero esta vez fue él el que recibió una desagradable sorpresa, de pronto recibió una patada en la mandíbula que lo hizo rodar por el suelo, antes que entendiera que pasara una hermosa rubia se sentó a horcajadas en su pecho y con dos sonoros golpes en la sien lo mandó a tomarse una larga siesta.

Elizabeth vio todo esto a través de una bruma de dolor y desesperación, ya sentía que agonizaba cuando ella se acercó y la sentó contra la pared, de inmediato pudo respirar mejor, aunque aún estaba mal estaba mejor tal vez hasta sobreviviría una o dos horas.

  • ¿agente E? - preguntó la bella rubia con preocupación en su voz, ella solo asintió con la cabeza- soy la agente S y vengo en misión de limpieza y recuperación- Elizabeth sintió de nuevo esperanza que creía que no podia ya sentir, hasta pudo dar una mueca similar a una sonrisa, le hubiera dicho algo, pero estaba segura que si abría la boca bañaría en sangre a su salvadora.

Ella con diligencia revisó sus lesiones y se vio lo suficientemente preocupada, una mirada de horror al ver su pobre rodilla, ni siquiera perdió el tiempo intentando explicarle sus lesiones la tomó en brazos y la levantó como  una novia, Elizabeth no alcanzó a impresionarse con su fuerza antes que la pusiera sobre una cama que había en el sótano, rápidamente busco en su bolso y sacó una especie una jeringa le sacó la tapa y antes de que pudiera procesar lo que pasaba se lo clavo en la boca del estómago.

De inmediato un fuerte dolor la sacó de su letargo gimió conteniendo un grito mientras el líquido de la jeringa entraba en su organismo, sintió como ardía a su paso como si contuviera lava en vez de un líquido frío, se revolvió en su lugar durante varios minutos hasta que el dolor de su vientre desapareció, notó que respiraba mejor y que ya no dolía su costado ni la zona del hígado, sin embargo, su rodilla seguía siendo… tan fea como para describirla y aún tenía hematomas en todo el cuerpo.

-es la HPMP1- le dijo y la agente E entendió, había escuchado de esa medicina, aceleraba a un ritmo la regeneración natural del cuerpo a un ritmo escalofriante, había escuchado incluso que podía regenerar algunos órganos menores, el problema era que el dolor era directamente proporcional a la gravedad de las heridas y cuando eran muchas las lesiones se requería más de una dosis y mientras más usaba más lenta y dolorosa era cada dosis, lo peor es que sabía que para su rodilla requeriría otra y no estaba segura de poder soportarlo, ella debió ver su temor en su rostro por que le sostuvo la mano y le hablo calmadamente – te pondré otra dosis pero primero buscaré algo para que comas, debes estar hambrienta- un ruido del estómago de Elizabeth confirmo su afirmación, ella solo agradeció en voz baja y bajó la vista no queriendo ver su cara de lastima.

La agente S subió por las escaleras y volvió un minuto después con una bolsa llena de comida chatarra, que al parecer era lo único que tenía Esteban en su cocina, Elizabeth debió hacer uso de toda su fuerza de voluntad para poder comer lentamente y de forma civilizada, la agente S mientras comía fue hasta el joven y lo amarró y amordazó con habilidad, obligándolo a quedar sentado contra la pared, una vez que ambas estuvieron desocupada, la agente S se vio obligada a hacer la pregunta que no quería hacer.

  • ¿Qué fue lo que paso? – Elizabeth pensó en mentir o suavizar un poco las cosas, no tenía muchas ganas de contarle sus desventuras y como había fracasado tan miserablemente en su labor a una colega más joven que ella, pero si no le contaba ella estaría en peligro, ella participaría en la misión y estaría en riesgo si no le informaba correctamente, así que se lo dijo todo, absolutamente todo, con detalles y descripciones. La agente S escuchó todo con atención, primero impasible, pero al llegar a las partes más oscuras con los ojos muy abiertos y cubriendo su boca con sus manos, Elizabeth no la culpaba era una historia horrible y solo de revivirla sus ojos se llenaron de lágrimas y se le quebró la voz.

Al menos no intentó abrazarla y consolarla, solo respiró y le explicó que hacia ella allí, la agencia notó que algo andaba mal cuando sus armas se vendieron en el mercado negro, su misión era básicamente ver si todavía estaba viva y en caso de estarlo ayudarla a completar su misión, la gran limitación es que la agencia no podia comprometerse más en la misión, así que se abandonó todo lo que tenía en la ciudad, no más agentes, armas ni ningún tipo de ayuda, la agencia se desentendía y si fracasaban estarían totalmente solas.

Antes de que pudiera decir nada, la agente S le dijo que era hora de colocar la segunda dosis, que serían aproximadamente 3 horas de curación, mientras ella saldría a explorar por si misma la zona, a pesar de las advertencias de Elizabeth, ella insistió que tenía que hacerlo por el bien de ambas, así que sacó la última dosis que tenía y se la inyectó en el muslo, el dolor que había sentido no se comparaba en nada con lo que había tenido en su vida, sintió de inmediato que su vista se oscurecía y su mente se bloqueaba a cualquier pensamiento racional, convulsionó en su lugar y perdió la conciencia de improviso.

La agente S la miró con pena, solo podia imaginar el dolor que estaba sintiendo y que le hizo perder la conciencia, lo peor sería en una hora cuando el dolor bajara a niveles que su  cerebro pudiera procesar y despertara, ella no quería estar allí cuando eso pasara, desechó los restos de la última dosis que tenia de la medicina y miró lo que quedaba en su bolsa, solo tenía el traje de combate, suspiró cansada, esperaba que esta misión fuera corta porque ni siquiera tenía una muda de ropa interior y bastaba echarle un vistazo a su compañera para darse cuenta que ropa no le sobraba.

Se dirigió a la salida y encontró en el camino el traje de su colega, nunca había visto uno tan sucio como ese, lo tomó con la punta de los dedos y lo puso a lavar en una lavadora en el baño después de eso salió a la calle.

Notó al salir que ya era bien entrada la tard,e en unas horas ya anochecería, le sorprendía como había pasado el tiempo sin darse cuenta, quería aprovechar lo que le quedaba de día, así que comenzó a explorar el área de la misión.

Vagó por un largo rato y a cada minuto que pasaba más convencida estaba que este lugar no tenía remedio, pensaba que por no haber anochecido aun las cosas serían un poco más normales, craso error, nunca había visto tanta miseria y degradación en cualquier lugar del mundo, decir que había violaciones en cada metro de la calle seria exagerar, pero no demasiado, la agente S pudo ver por ella misma que pasaba cuando al ser humano le quitabas todas las limitantes que existían en una sociedad moderna y dejaban que cedieran a sus propios impulsos animales, la verdad es que la agente secreta estaba aterrorizada, podia ganarle a cualquiera de ellos en una pelea, pero no la cantidad de hombres que estaban en la calle y que la miraban con lujuria desenfrenada, no paso mucho rato hasta que abandonó las calles principales y se dirigió a los callejones más ocultos.

Recién ahí pudo respirar un poco más tranquila, normalmente no se habría preocupado demasiado, pero después de escuchar la historia de su compañera…, además ahora estaba todo mucho peor, ese nivel de depravación en las calles…, un escalofrió le recorrió la espina dorsal, se dio cuenta que no podría hacerlo sola, se preparó para volver donde su compañera y recién ahí notó que no estaba sola en ese callejón.

Al otro lado del callejón había una mujer de rostro siniestro, vestía una camiseta negra y una falda corta y ceñida, notó que la ropa parecía apretarle un poco por su sobrepeso, la agente decidió ignorarla y pasar a su lado, lamentablemente no funcionó, en dos segundos ella la quedó mirando fijamente antes de acercarse furiosa.

-TU…- le gritó de pronto- eres una de esas perras- la agente S, por supuesto, no podia estar más confundida, se quedó quieta mientras ella se acercaba hecha una furia, sin entender de que estaba hablando, apenas reaccionó a tiempo para esquivar un golpe que iba derecho hacia su cara, aturdida vio sus ojos dilatados y creyó entender que pasaba, alzó las manos para frenar un gancho pero fue evidentemente un error, la fuerza del impacto en sus brazos hizo que su guardia se desarmara y se desestabilizara, no pudo hacer nada para evitar el feroz golpe en el vientre que la mandó al suelo con un quejido.

Abrió la boca intentando respirar, pero sus pulmones estaban vacíos por el golpe, la falta de oxígeno le recordó la historia de la agente E y llegó de inmediato a la certeza que la mujer que la atacaba era la misma que había atacado a su compañera, solo que ahora tenía un poco más de ropa, la rabia le invadió no solo por lo que hacían a ella sino que quería vengarse por lo que le había hecho a ella, con una acrobacia se puso de pie y le dio una patada en el tobillo que casi la derriba, después le golpeó con fuerza en el centro del pecho, para su sorpresa no solo se mantuvo de pie sino que comenzó a atacarla a un ritmo desenfrenado.

Pese a estar en un estado físico envidiable y a saber todo tipo de artes marciales apenas si pudo evitar la avalancha de golpes que se le vino encima, no tuvo ni una sola posibilidad de contraatacar, su ira vengativa se transformó en una molesta sensación de impotencia y cuando un manotazo atravesó su guardia y recibió un golpe en su seno derecho que la hizo gritar esta sensación dio paso al miedo.

Lentamente la agente se fue cansando, fue retrocediendo hasta que su espalda tocó la pared del edificio, lamentable esa mujer parecía tener energía ilimitada, sabía que no podia resistir mucho tiempo, ya estaba recibiendo golpes esporádicos que le causaban bastante daño, hizo un último intento por cambiar las tornas para tener más espacio para pelear y dio un golpe con todas su fuerzas hacia su rostro, que ella evito con una inesperada gracia y precisión, la agente quedó tan estupefacta que no intento bloquear el devastador golpe en el mentón que la hizo caer sentada en ese sucio callejón.

Nunca había estado tan aturdida como en ese momento, su cabeza giraba y no podia enfocar la mirada, sabía que ya había perdido la pelea y no podia sentirse peor, solo pudo mirar cuando la horrible mujer se inclinó sobre ella y sonrió ante su patético estado, sacó de su escote una cuchilla y la acercó, la agente sintió que su corazón se saltaba unos latidos, el miedo le atenazó la garganta y casi se pone a llorar, iba a morir en ese callejón a un metro de un montón de basura, apuñalada por alguien que si no era prostituta estaba muy cerca de serlo. Pero no quería hacerle daño…aun, con la navaja le abrió la camiseta de lado a lado de un solo movimiento, no se detuvo a mirar su brasier le puso la navaja entres los pechos y de un movimiento de muñeca lo rompió justo en medio.

Solo pudo centrar la mirada cuando sintió el frio viento de la noche recorrer sus pechos directamente, hizo el ademan de cubrirse, pero un manotazo la mandó de nuevo a ver estrellas.

  • que son estas cosas- dijo tomando sus senos con sus manos- son simples bolsas de grasa, puta- ella que siempre se había sentido muy orgullosa de sus senos, de pura rabia sacó fuerzas para protestar, pero recibió el puñetazo más fuerte de su vida a un lado de la cara, fue tan fuerte que no pudo permanecer sentada, y cayó de lado sobre un montón de basura, abrió la boca intentando decir algo pero lo único que salió de ella fue un diente ensangrentado, lo miró aturdida e intento tomarlo pero se perdió rápidamente entre la basura, ahora no pudo evitar llorar de dolor y desesperación- las vacas no hablan puta- dijo su al parecer enemiga jurada, y le apretó los pechos como si quisiera reventarlos, iba a gritar pero con solo alzar su mano cerró la boca aterrada- ¿cómo hacen las vacas? Dime puta estúpida- acompañó cada palabra con un aumento en la presión en sus tetas, al final creyó que se las arrancaría, se tragó todo lo que quedaba de orgullo y sorbió sus lágrimas.

-muuuuuuuuuuu- gritó con fuerzas con los ojos cerrados, sintiendo como su autoestima se caía a pedazos, al sentir que aflojaba sus manos siguió mugiendo solo interrumpida por sus constantes sollozos, no paró aun cuando soltó completamente sus adoloridos pechos, cuando al fin abrió sus ojos vio como la grababa por teléfono, su corazón se hundió aún más en la desesperación y solo rezó internamente a que todo terminara, lo hizo pronto, ella se aburrió rápidamente y tomó una bolsa de su bolsillo, la agente S notó que era la droga que estaban investigando pensó que iba a tomar más y en realidad no le importaba, pero cuando ella puso un poco en su mano y lo acercó a la cara de la llorosa agente secreta si le importó, no pensó en oponerse aunque sea un poco todavía el terror le impedía pensar racionalmente, además la amenaza de metérsela por el culo fue bastante efectiva, solo se inclinó y aspiro todo de una sola vez.

En su caso el golpe de energía que recorrió su cuerpo fue casi instantáneo, se sacudió extasiada al tiempo que se desvanecía todo su miedo y dolor, era la ocasión perfecta para su contraataque, pero solo se puso a reír a carcajadas mientras las lágrimas aun recorría sus mejillas, la mujer de aspecto siniestro también se rio mientras veía el efecto de la droga en esa perra que se creía tan superior, aprovechando su sonrisa aturdida se inclinó sin dejar de grabar y metió sus manos bajo sus leggins hasta encontrar sus bragas y tiró hasta que tuvo suficiente espacio para cortar el borde con su navaja de un solo tirón se la quitó por el lado contrario y la arrojó al otro lado del callejón, a la debilitada espía no podia importarle menos, bastaba una mirada para darse cuenta que ella estaba en la etapa de la lujuria sin sentido, se apretaba los senos con suavidad gimiendo necesitada, no pasó mucho tiempo hasta que llevó una mano hasta debajo de su ropa y apretó su clítoris.

Una parte de su mente seguía consiente, y esa parte estaba tremendamente impactada por lo que su cuerpo hacía, se estaba masturbando ante una horrible mujer que además la grababa, pero ese ligero reparo de su mente fue totalmente suprimido por una nueva oleada de placer, ya estaba en el punto de no retorno, con desesperación hundió sus dedos en su vagina y los movió a un ritmo frenético, mientras gemía a un volumen elevado.

No paso mucho tiempo cuando sus gemidos y movimientos se aceleraron, ya su mente se empezaba a librar del efecto de la droga, pero a su cuerpo no le importaba siguió hasta que en un último grito terminó en un devastador orgasmo.

Sufrió una especie de convulsión en todo su cuerpo a la vez que en sus leggins se marcaba un gran circulo de humedad, luego se quedó quieta mirando el vacío, su victimaria al fin satisfecha, terminó la grabación y se marchó satisfecha, era la segunda perra que rompía en una semana, se preguntó cuántas más humillaría cuando termine el mes.

La agente S salió de su estupor unos minutos después, lentamente se puso de pie y las rodillas le temblaron, la herida aún estaba muy fresca para que ella pudiera entenderla, ni siquiera pudo llorar mientras caminaba hacia la salida trasera del callejón con sus manos cubriendo sus pechos y con la cabeza baja, solo levantó la cabeza cuando de frente en la salida del callejón escucho una carcajada.

Miró a los dos hombres que estaban frente a ella y sintió que su frágil mundo una vez más se hacía añicos, eran parte de la banda de jóvenes que la había atacado hace varias horas, eran los que no le habían roto ningún hueso y por la cara que tenían la habían reconocido inmediatamente.

-parece que te da gusto vernos- le dijo uno, una mirada hacia donde apuntaba le mostró lo que quería decirle, con esa gran mancha que tenía la entrepierna de su pantalón pareciera que se hubiera corrido… lo que era básicamente lo que había pasado, a pesar de que le gustaría cubrirse si lo hacía dejaría a la vista sus pechos, por la misma razón no podia pelear en condiciones, así que cuando se acercaron con una clara intención hizo lo único que estaba en su mano se dio vuelta y corrió, ellos aturdidos por la reacción solo comenzaron a perseguirla cuando ya estaba saliendo por el lado contrario del callejón.

Pese a la sorpresa inicial rápidamente sus perseguidores empezaron a reducir distancia entre ellos, pensaba perderlos entre la gente pero un estallido de una botella a unos metros de su cabeza, le convenció que no le preocupaba matarla si era necesario, con un nudo en el pecho corrió con todas su fuerza lo que implicaba destapar sus pechos para estabilizarse con sus brazos, la buena noticia recuperó la distancia que los separaba, la mala salió del callejón y entró en una transitada calle con las tetas al aire y rebotando a cada paso que daba.

No tenía tiempo para pensar en esa nueva humillación, así que solo corrió, corrió como nunca había corrido, esquivando a la gente que quería atraparla, doblando en callejones aún más oscuros, entrando por una ventana y saliendo por otra, corrió aun cuando parte de ella sabía que ya había perdido a sus perseguidores, corría como si estuviera huyendo de ella misma, corrió hasta que sus piernas se negaron a seguir avanzando y sus pulmones rogaban por oxígeno, corrió hasta que totalmente agotada se derrumbaba sobre un montón de ropa sucia a un lado de unos cartones viejos.

Respiró pesadamente pensando que por fin estaba a salvo, hasta que la ropa sucia sobre la que estaba tendida cobró vida y se sacudió con un quejido, asustada giro sobre el suelo intentado alejarse pero una mano la agarró de la cola de caballo y la sujetó, la agente S estaba segura que estaba alucinando o que por todo lo que le había pasado había perdido la razón, hasta que se dio cuenta que la ropa sucia no era tal sino que era el que  debía ser el vagabundo más sucio y feo que jamás había visto u olido, no le sirvió de mucho saber que su agresor era real, antes que pudiera hacer nada un botellazo en la sien la mandó a dormir.

Despertó unos minutos después con un horrible dolor de cabeza, honestamente hubiera preferido seguir dormida, no estaba en muy buena posición con el mendigo arrodillado entre sus piernas y tendido sobre su cuerpo mientras le lamia la cara, el primer impulso que sintió fue el de vomitar, es difícil describir lo mal que olía ese hombre de la calle, como una mezcla de alcohol, sudor y basura, trató de zafarse, pero bastó que una mano le sujetara ambos brazos y quedó inmovilizada por completo.

El tipo no le habló en ningún momento, no podia creer que tenía la posibilidad de hacerlo con la mujer más hermosa que había visto y no pensaba perder el tiempo hablando, con su mano libre le sobó las tetas solo por un instante, luego fue inmediatamente a liberar su miembro e intentar bajarle su increíblemente apretado pantalón, en ese momento la agente S sintió verdadera desesperación, se sacudió sin resultado llorando en voz alta, suplicando, rogando incluso sin saber que más hacer mugió un poco pero él no la escuchó, al fin pudo bajarle el pantalón solo eso le importaba.

Cuando terminó inmediatamente llevo su sucia mano a su entrepierna, sintió para su sorpresa que estaba completamente empapada, él no sabía sus desventuras anteriores y tampoco le importaba, se aburrió rápido del toqueteo insulso y puso su pene entre sus mojados labios, la agente S hizo una última suplica desesperada casi a voz en grito, sin resultado, el de un solo empujón la penetró hasta el final.

Ambos gimieron al mismo tiempo, pero por razones distintas, la espía sintió como del dolor tanto físico como mental perdía toda la fuerza en los miembros, el vagabundo lo notó y con ambas manos libres la sujetó de la caderas y las usó para subir y bajar su cuerpo, ella solo se pudo quedar quieta mientras sus gemidos y gritos sonaban entrecortados por las constantes embestidas, el vagabundo por su parte se inclinó de nuevo sobre ella sin detenerse y con saña le mordió el pecho derecho a unos centímetros del pezón con tanta fuerza que brotaron unas gotas de sangre.

Desgraciadamente el llevaba años sin tocar a ninguna mujer y ella era una mujer extremadamente hermosa, no iba a durar mucho sin correrse, en vez de intentar evitar lo inevitable el apuró el ritmo hasta que ella no distinguía cuando estaba dentro o cuando estaba fuera, solo sentía el mete-saca brutal que pareciera que le arrancara la piel de la entrepierna, cuando ya pensaba que no podia sentir más dolor en un embiste que llegó hasta lo más dentro de ella que nadie había estado, el con un grito satisfecho se corrió dentro de ella.

Ella sintió el semen entrando en su útero como el acto de degradación final, ya rota por dentro se cubrió con las manos el rostro cubriendo su bello rostro deformado por el llanto hasta que el salió de ella, con velocidad ella con los dedos trato de sacarse la esperma de su vagina como si sirviera para algo, solo paró cuando el hombre que la había violado la giró por sus caderas dejándola de rostro al suelo.

Ella ya no se resistió solo esperaba que todo terminara pronto, el vagabundo no preparó su ano con dedos ni saliva, que realmente no le importaba aun si la matara, simplemente puso su pene contra su esfínter y empujó, el grito que dio la joven agente se debió escuchar tres cuadras a la redonda, de ser otra ciudad hubiera llegado hasta la sociedad protectora de animales, pero allí nadie le importaba a nadie, así que fue ignorada, desesperada arañó el suelo pateo el piso, pero no pudo moverse ni un metro lo único que pudo hacer fue apretar su esfínter con toda su fuerza para evitar la penetración.

Él no estaba preocupado, sabía que no podía resistir por siempre, siguió empujando mientras ignoraba como nuevamente empezaba a suplicar, esta vez incluso ofreciendo información valiosa, como era obvio ella finalmente terminó cediendo, su resistencia fue contraproducente, ya que con la fuerza que empujaba al relajar su ano su pene pasó de largo hasta el final, no pudo ni siquiera gritar en esta ocasión solo bajó su cabeza al suelo mientras pesaba que la habían empalado de una sola vez y fingía estar muerta.

Viendo que ya no se resistía el solo volvió al ritmo frenético de antes, ella ya no se sentía una mujer, era solo un objeto de placer de ese tipo, cuando le tiró del pelo de la coleta ella sumisa dobló la espalda sin querer hacer mucho ruido y se dejó hacer.

Cuando finalmente le vio que se le acababa la energía le tomó un pecho con cada mano y tiró con fuerza al tiempo que sacaba su miembro y se corría en su espalda, una vez completamente satisfecho se derrumbó sobre ella y se durmió al ritmo de sus sollozos.

La anterior orgullosa mujer pensaba que era la agente más patética de toda la historia de la agencia, al menos a su compañera la doblegaron tres hombres jóvenes, ella fue brutalmente violada por un viejo borracho que ni siquiera se puso de pie para humillarla, se sentía tan quebrada por dentro que no notó que su agresor estaba completamente dormido por largos 15 minutos, cuando lo hizo se arrastró hasta que salió abandonando en el camino sus leggins. Ya de pie miró a su violador roncando tranquilamente en el suelo, pensó en matarlo, sabia 58 formas de hacerlo con las manos desnudas, pero en vez de eso tomó la botella que tenía al lado y dio un largo sorbo, le pareció que sabía a orina, pero siguió tomando mientras se dirigía a la casa de Esteban, si tenía suerte allí podría dormir algo.

Lamentablemente para ella, ese lugar ya no era muy seguro, al momento que ella corría desnuda por las calles, Elizabeth se despertó gritando y llorando, su rodilla le dolía tanto que si hubiera tenido una sierra ella misma se la habría cortado, se agitó en su lugar agarrando y mordiendo las frazadas y sabanas apretó tanto la mano que al final no sentía los dedos, no se dio cuenta que se había caído al piso revolviéndose hasta que se golpeó la cabeza con una pata de la cama, desesperada pensaba en cualquier cosa que le pudiera quitar ese angustiante dolor, de golpe recordó la XXX1 y a cuatro patas fue rápidamente hasta donde él estaba amarrado, por supuesto Esteban estaba despierto, no había quien durmiera con ese griterío, son pensarlo Elizabeth le sacó la mordaza dejando a la vista la gran sonrisa que tenía.

Si hubiera estado más calmada ella se habría dado cuenta que planeaba algo solo con mirarlo, pero no podia pensar en nada más que el dolor, no tuvo ni que hablar el solo le dijo que si quería la droga lo soltara, nunca supo cómo lo pudo hacer tan rápido, en menos de 10 segundos él la miraba de pie mientras ella le rogaba que le diera lo que necesitaba de rodillas, con un brusco gesto arrojó la bolsa cada vez más vacía a sus pies, ella se arrojó a ella como un hambriento a un trozo de pan, y se drogó en un santiamén, al sentir desvanecerse el dolor gimió tan fuerte como si hubiera tenido un orgasmo.

Se quedó unos momentos sentada en el suelo con las piernas abiertas solo disfrutando de la falta de dolor, no duró mucho antes de que su cuerpo comenzara a anhelar algo distinto, sin darse cuenta se agarró y masajeó sus tetas, Esteban mientras tanto se desnudaba lentamente, así que cuando Elizabeth necesitada miró hacia él se encontró con un pene bien dispuesto a complacerla.

Se puso de pie de un salto, lo que cualquiera que la hubiera visto hace unas horas creería imposible, y se fue encima de Esteban abrazándole la espalda y colocándose de manera que su miembro quedaba entre sus muslos rozando sus labios, si la hubiera dejado se hubiera montado ella misma, pero él la empujó hacia la cama, ella creyendo que no la deseaba se contoneo seductoramente en su cama, al no ver reacción alguna con sus dedos abrió su vagina mostrándole su rozado interior.

-cógeme… por favor- suplicó con voz seductora- te necesito… métemela… por favor.

Esteban quería que lo pidiera un poco, pero no era de hierro, su pene le dolía de tan grande que era su erección, finalmente fue a la cama lo que la agente agradeció con un gemido entusiasmado, rápidamente se abrió de piernas lo máximo que pudo, él tampoco pudo aguantar más y la penetró de un solo movimiento.

Por un segundo ambos se quedaron quietos, disfrutando de la anhelada sensación, Elizabeth rompió con la quietud envolviendo sus caderas con sus piernas, esto fue una señal para Esteban que lentamente se movió dentro de ella a la vez que la agarraba las tetas y las masajeaba, el grito de placer de ella fue un placer para el oído de él, sintiendo que iba por buen camino fue acelerando sus movimientos.

Por un momento lo único que se escuchó en esa habitación fue el constante sonido de las pelvis al chocar, luego fue acompañado por más gritos de placer de Elizabeth, lamentablemente para ella el efecto de la droga en su cuerpo no duró demasiado, ella no lo sabía pero su cuerpo se estaba acostumbrando por los reiterados usos y cada vez le pedía una dosis más alta, cuando soltó sus piernas de la cadera de Esteban este se dio cuenta con un gruñido se salió de ella y con brusquedad la dio vuelta sobre la cama.

Elizabeth estaba muy cansada, no hizo ningún gesto para defenderse, recordaba que ella misma se lo había rogado, al menos él no era tan brusco como sus anteriores violadores, cuando finalmente la penetró por detrás incluso dio un ligero gemido para complacer a su violador, este ni se entero estaba demasiado ocupado embistiendo con rabia y golpeando sus nalgas con saña, eso fue lo que vio la agente S al entrar al sótano.

Esteban y Elizabeth se quedaron quietos mirando estupefactos el estado en que llegó, estaba completamente desnuda, cubierta de sudor y con basura en varias partes de su cuerpo, con moretones por todas partes y una fea marca de mordida en una de sus tetas, pero lo que más le llamó la atención a ambos era el semen que se escurría de su vagina, ella por su parte no intentó ayudar a su compañera solo se sentó en el último escalón mientras miraba la escena con rostro vacío.

Esteban se rio a carcajadas al ver su estado y quiso darle un espectáculo, aumento el ritmo de sus movimientos y cuando sintió que al fin iba a terminar le metió el dedo anular en el pulgar, el dolor de la intromisión fue secundario comparado con el miedo que le dio el ser descubierta, sin delicadeza sacó con su dedo lo que tenía escondido y se lo puso a unos centímetros de su cara.

  • ¿Que es esto? - le pregunto sin dejar de violarla, al ver que no respondía le tiró el pelo hasta que dobló la espalda, antes que le preguntara de nuevo ella contestó gritando y gimoteando, ni ella podia creer lo bajo que había caído, ni siquiera intentó oponerse al burdo interrogatorio, Esteban la empujó de nuevo contra el colchón y con una última penetración que ella sintió que le removía todo el sistema reproductivo terminó en su interior.

Lo siguiente que supo Elizabeth es que estaba otra vez en el suelo, a unos metros de su compañera que la miraba con pena, Esteban se acercó a ella y la observo de pie, se dio cuenta que la pobre estaba rota por dentro, así que pensó en como deshonrarla aún más y la respuesta la tenía entre las piernas, tomó su pelo y se limpió la entrepierna con lentitud y cuidado, luego subió por las escaleras satisfecho, dejando a ambas mujeres aturdidas y sometidas, cerró la puerta del sótano con llave aunque todos sabían que era innecesario.

Elizabeth se tardó un par de minutos en acercarse a su llorosa compañera y sentarse a su lado, ella no la miró solo siguió bebiendo de la botella.

-agent...- empezó a decir Elizabeth.

-Susan- la interrumpió ella, se volteó a mirarla- mi nombre es Susan… ya no soy agente y creo que tú tampoco- acompañó lo último con una ligera sacudida que la agente E interpretó como un sollozo contenido, supo que ella tenía razón, ya no eran nadie.

  • Elizabeth- contestó ella, ambas se miraron en silencio y sin darse cuenta se acercaron un poco más hasta que sus caderas se tocaban, por un rato se quedaron así hasta que Susan inclinó su cabeza sobre su hombro y entre lágrimas le contó todo lo que le había pasado, no pasó mucho tiempo hasta que Elizabeth la acompañó en el llanto.

Un buen rato después ambas estaban más tranquilas, se desahogaron y ahora se sentían mejor, la idea que compartían es que, aunque ellas estuvieran acabadas querían vengarse del barrio que las dejo así, en ese patético estado, comenzaron a armar planes para el día siguiente con ansia vengativa.

Susan estaba tan absorta en sus planes que no se dio cuenta que se había terminado su botella, la miró con molestia, quería quedar inconsciente para no recordar lo mal que lo había pasado, notó en el suelo una bolsa casi vacía con droga y fue inmediatamente hacia ella, la tomó y se lo mostró a Elizabeth, ambas se lamieron los labios con anticipación y se prepararon para una noche movida.