La captura

¿Para qué capturarán a una mujer?

La captura


Título original: The capture

Traducida por GGG, octubre 1999

Caminas por el interior de la casa y está oscura. No es habitual porque vives sola. Sin embargo esa noche trabajaste hasta tarde para una noche de viernes y ahora eran casi las diez y media cuando abriste la cerradura de la puerta principal.

Entraste al vestíbulo y cuando alcanzabas la luz una mano te agarra y te empuja lejos del interruptor. Súbitamente otra mano te agarra tu mano libre y la  empuja hacia atrás a tu espalda, y ambas manos son rápidamente aseguradas detrás de ti con el clic de una pareja de esposas. Intentas girar a tu alrededor para ver quién está detrás de ti y cuando empiezas a darte la vuelta te colocan rápidamente en la cabeza una capucha. La capucha cubre sólo hasta la punta de tu nariz. Empiezas a decir algo y antes de que las palabras salgan de tu boca te introducen en ella una mordaza suave de bola que presionan ligeramente detrás de los dientes. Sientes que una correa de cuero ajusta firmemente la mordaza en tu boca y luego sientes los dedos manipular la correa detrás de tu cabeza.

Eres empujada del vestíbulo al exterior al aire frío de la noche. Entonces te empujan y tiran de ti hacia un vehículo que espera con el motor en marcha. Una vez dentro sientes el tamaño del vehículo y te das cuenta de que es una furgoneta de reparto, con suelo de alfombra. Te presionan la cara contra el suelo y la puerta se cierra  con un golpe resonante.

Pensamientos de todo tipo se agolpan en tu cerebro. No puedes imaginar quienes son estas personas, ni siquiera sabes si son hombres o mujeres. Supones que son hombres, por la fuerza que han demostrado cuando te empujaron los brazos a la espalda y los aseguraron. Sientes el movimiento del vehículo ahora y la presión de una rodilla forzando tu espalda, manteniéndote firmemente contra el suelo alfombrado.

De repente sientes dedos tirando de tus tacones de dos pulgadas y media (6,25 cm) y tus dedos quedan libres de improviso. Los dedos encuentran el camino por tus piernas arriba, moviéndose lentamente hacia tu parte trasera, luego, en un rápido movimiento, los dedos encuentran la parte superior de tus panties y comienzan a tirar de ellos febrilmente. Con unos pocos tirones firmes liberan sus asideros alrededor de tu cintura y puedes sentir como son empujados lentamente hacia abajo sobre los montículos de tus nalgas carnosas. Cuando te los quitan puedes sentir que tus bragas quedaron cogidas en los panties y te las retiraron con ellos. Sientes el aire frío de la noche tocar tus nalgas, ahora desnudas, y te estremeces con el temor de lo que va a ocurrir.

Sientes los dedos ahora tantear la cintura de tu falda y luego sientes como se suelta el botón lateral, y la falda es retirada hacia abajo sobre tus nalgas expuestas, y luego finalmente sobre tus pies.

Estás ahora completamente desnuda, ante tus desconocidos captores, de la cintura para abajo. Intentas luchar pero la rodilla presiona más fuerte tu espalda y todavía te retiene.

La presión de la rodilla sobre tu espalda es aligerada y sientes que los dedos alcanzan tus tobillos. Te colocan algo alrededor de cada tobillo. No estás segura de lo que es, pero lo sientes suave y a la vez rígido. Oyes el sonido del metal chocando contra el metal y de repente sientes que tus tobillos han sido unidos con una cadena. Sólo puedes suponer qué es lo que han usado, pero aún no puedes verlo. La cadena es enganchada a algo en la furgoneta, porque tiran de tus piernas juntas hacia delante.

Las manos te cogen con firmeza de los hombros y te giran sobre tu espalda. Gimes cuando lo hacen por la presión y el dolor producido sobre tus manos y brazos por el peso de tu propio cuerpo.

Te han sentado erguida ahora, la persona a la que pertenecen las manos se mueve detrás de ti y libera una de tus esposas, luego tira de la muñeca esposada hacia fuera y la engancha a algo en el lateral de la furgoneta. Lentamente los dedos empiezan a desabrochar los botones de tu blusa. Cuando alcanzan el final de la blusa, los dedos se frotan lentamente contra la parte superior de tu montículo púbico. Presionan firmemente el montículo pero no sobre tu coño. Te retiran la blusa del brazo libre y luego te desabrochan el sostén y te lo retiran de la mano libre. Cada vez que has intentado usar la mano, la persona que te está quitando la parte superior de tu ropa, palmea sobre ella y la empuja a tu costado. Finalmente después de haber sido palmeada tres veces, con mucha fuerza, dejas tu brazo en el costado.

Ahora te hacen lo mismo con la otra mano. Soltar la esposa, asegurar la mano ahora libre, luego retirar la blusa completamente de tu cuerpo. Ahora estás sentada en la frialdad de la furgoneta totalmente desnuda. Tus manos esposadas detrás de tu espalda y tus piernas están liberadas de lo que fuera a lo que se enganchó la cadena. Cuando intentas moverte, sin embargo, te das cuenta que aún están encadenadas juntas por una cadena de unos dos pies y medio (75 cm) de longitud.

Por ahora tu corazón corre. Quieres ser libre. Aún sabes, de algún modo, que si intentas huir serás capturada y probablemente muerta. Estás ligeramente aterrorizada por todo esto, incluso has resuelto contigo misma tolerarlo en la esperanza de que jugarán contigo, te liberarán y lo habrán hecho contigo.

La furgoneta se detiene. Oyes que la puerta corredera se abre y te arrastran por los pies hasta el borde de la puerta. Tus nalgas rozan contra la alfombra, lo que las hace arder, mientras eres arrastrada hacia fuera. Tus pies son guiados hasta el suelo y el césped húmedo y frío se introduce entre tus dedos desnudos. Una mano te coge por detrás del hombro y tira de ti hasta que te yergues completamente ahora y estás de pie, el aire nocturno hace estremecerse ligeramente a tu cuerpo desnudo.

Alguien detrás de ti te empuja con delicadeza y empiezas a caminar lentamente, tropezando enseguida con la limitación de la cadena. Después de andar varios pasos te detienen y sientes que una mano te coge de una pierna y te la levanta por la pantorrilla colocándola en un escalón delante de ti. Asciendes lentamente las escaleras, sólo cuatro peldaños, luego sientes la firmeza de un porche entarimado en madera bajo tus pies.

Oyes la puerta al abrirse y te conducen al interior. Una vez dentro oyes mucho movimiento de tus captores por la casa. Luego te llevan a otra habitación.

Nadie te dice nada. Te paran para que no andes más, luego sientes una mano firme sobre el hombro, te presiona hacia abajo. Tú lentamente, guiándote con la mano, te arrodillas. Una vez en posición arrodillada sientes que la mano firme presiona desde el interior de tu muslo derecho y empieza a empujar tu muslo hacia fuera para que lo abras más y más. Cuando la mano consigue la posición que él desea te coge la otra pierna y la empuja desde el interior del muslo.

Puedes sentir el aire arremeter contra tu coño ahora completamente abierto. Los labios han sido separados por la apertura de tus piernas. Ahora estás enfadada por ser usada de esta manera. Te deseas a ti misma, que si intentan follarte, que sabes que lo harán, lo hagan de una vez y se den por satisfechos.

Lentamente sientes dedos en tus hombros, rozando con cuidado hacia tus pechos. Cuando alcanzan tus pezones se paran, sin tocarlos, pero toqueteando todo el pecho alrededor del pezón. Tu cabeza se estira e inclina hacia atrás bajo la sensación que esto causa a tu cuerpo. Una reacción que te enfada contigo misma por tenerla pero que sin embargo tienes.

Los dedos acarician suavemente tu cuerpo hacia abajo hasta la parte delantera de los labios bien extendidos de tu vagina, de nuevo asegurándose de no tocarlos. Jugando levemente alrededor de toda la zona, provocando una comezón en tu sexo y todavía sin satisfacción o gratificación.

Puedes sentir que la excitación empieza a hacer rezumar las paredes internas de tu coño. Ahora desearías que tu captor te tocara. Lentamente los dedos encuentran su camino de regreso a tus pechos. Amasándolos y atormentándolos. Finalmente encierran los pezones de cada pecho y juegan lentamente con cada pezón. Puedes sentir que reaccionan poniéndose firmes y duros. Cuando están firmes y duros tu captor pellizca cada uno, alternando entre los dos, con mucha dureza. Luego, enganchando con firmeza, pellizca y tira hacia fuera de los pezones, estirando cada pecho hasta que gimes del dolor infligido a tu carne tierna.

Los dedos liberan ahora los doloridos pezones y restriegan suavemente el pecho completo. Luego lentamente rehacen el camino hacia abajo desde tu parte frontal a tu sexo abierto y sientes que los dedos empujan entre los labios de tus labios internos. Primero un dedo, luego otro, se abren camino dentro de ti y empujan dentro y fuera suavemente. Luego los dedos se retiran y lentamente avanzan a través de tu abierta raja hacia el frunce de tu culo. Te agitas bajo le presión ejercida sobre tu agujero virgen. Cuando te agitas la otra mano de tu captor regresa a tus pezones, y, cada vez uno, comprime sus dedos índice y pulgar sobre cada punta. Ahora detienes todo movimiento, y cuando lo haces, cesa la presión sobre tus pezones. Has aprendido la primera lección.

El dedo que está en tu agujero virgen presiona lentamente hacia el interior. Gimes y sacudes la cabeza con el dolor inicial que te produce. El dedo presiona más dentro ti y más profundo, hasta que puedes sentir los nudillos de la mano presionando el exterior de tu agujero fruncido. Lentamente se retira el dedo y luego vuelve a introducirse en ti. Cada vez se incrementan la velocidad y la fuerza, hasta que sientes la excitación causada por esta acción y tus caderas empiezan a agitarse hacia delante y luego hacia atrás de nuevo. Cuando sientes como crece la pasión en tu coño ahora húmedo, las manos que te están tocando se detienen. Dejándote en un estado de frustración total.

Te dejan en esta posición, intacta por algún tiempo. Finalmente sientes a alguien tras de ti. Lentamente las manos encuentran tus hombros y empiezan a rozarte desde atrás. Las manos son obviamente diferentes, son bastas y un tanto rudas. Se mueven lentamente por tu espalda abajo a tus nalgas, luego aprietan cada carrillo en una mano. Los dedos presionan en tu raja abierta. Las manos se retiran y sientes que la persona camina hasta ponerse frente a ti. Esperas el siguiente movimiento de 'él'. Supones que es un 'él' por la rudeza de sus manos. Los dedos rodean lentamente tus pezones. Se ponen erectos y firmes con rapidez al tocarlos. Lentamente encaja los pezones entre los dedos primero y segundo y empieza a apretar los montículos de carne y mientras lo hace presiona sus dedos con firmeza alrededor de los pezones y los pellizca duramente. Cuando gimes por el dolor y el placer que te produce esto, retira las manos de tus pechos, manteniendo todavía los pezones firmemente apretados entre sus dos parejas de dedos estirando los pechos hacia delante. Mantiene esta presión sobre tus pezones ahora tiernos durante unos treinta segundos o más, mientras lo hace, comprime las tetas cada vez más estrechamente, un grito escapa de tu boca, pero la mordaza hace que suene sólo como un gemido. Sientes como si te estuvieran arrancando los pechos y te estuvieran pellizcando los pezones con un torno. Finalmente libera ambos pechos y lentamente mueve los dedos ligeramente por encima de las puntas. Lentamente golpea levemente atrás y adelante los pezones y luego los roza ligeramente.

Sus manos se mueven por tu cuerpo abajo, ahora a la cima de tu abierto montículo. Lentamente dan vueltas entre tu vello púbico y luego se deslizan dentro de tus labios abiertos. Tientan y empujan hasta que finalmente penetran en ti. Tres dedos a la vez. Presionan entrando y saliendo de ti. Involuntariamente tus caderas se balancean atrás y adelante. Tus labios internos, como si tuvieran mente propia, intentan empujar los dedos que te invaden cada vez más profundamente en tu interior. Cuando se incrementa tu movimiento de balanceo, resulta obvio que estás cerca del clímax, los dedos se retiran y tú, de nuevo, te quedas sin ser tocada más. Gimes a través de tu mordaza, suplicando sin palabras que acaben el trabajo. Pero no ocurre así.

Empiezas a mover tus rodillas para juntarlas con la esperanza de poder satisfacerte presionando los muslos estrechamente juntos. Cuando acercas las piernas sientes, súbitamente, un agudo pinchazo en tu coño aún abierto. Los dedos golpean entre los labios y cogen tu clítoris, provocándote dolor e incluso que una excitación que no habías sentido nunca antes se lance a través de tu coño húmedo. Nuevamente un sonoro manotazo golpea tu tierno, anhelante coño y rápidamente extiendes tus piernas, de nuevo ampliamente abiertas.

Lenta, metódicamente, los dedos encuentran tu clítoris y empiezan a restregarlo con aspereza. Más rápido y con más fuerza hasta que te balanceas con el placer que te produce, ahora estás tan cerca del clímax que apenas puedes soportarlo. Pero los dedos, como si conocieran y sintieran tu nivel de excitación, se retiran de nuevo.

Tu frustración aumenta ahora y puedes sentir las lágrimas bajando por tus carrillos bajo tu cabeza encapuchada.

Lentamente tiran de ti para levantarte desde tu posición arrodillada, después de dejarte unos buenos cinco minutos en tu frustración. Una vez de pie, te toman por el codo y empiezas a caminar lentamente en la dirección en que te guían. Das los primeros pasos con cuidado porque estás entumecida de haber estado arrodillada tanto tiempo.

Te conducen a otra habitación y tus manos son liberadas de las esposas. No luchas ahora, no estás segura si es porque sabes que no te produciría nada bueno, o si es porque estás disfrutando de las actividades. Te colocan una esposa de cuero alrededor de cada muñeca. Luego tiran de tus manos hacia el frente y sientes que las colocan juntas y oyes un clic. Notas que ahora están unidas firmemente. A continuación sientes que tiran de ellas hacia arriba, hasta que están extendidas sobre tu cabeza. Escuchas otro clic y sientes que tus muñecas se estiran dentro de las correas que las rodean, cuando tiran de ti hacia arriba, hacia el techo, de forma que sólo los dedos de tus pies tocan el suelo.

Las manos rozan ahora suavemente tu cuerpo hacia abajo hasta que alcanzan tus tobillos y oyes un clic y luego otro y sientes que las correas de los tobillos son liberadas. Rápidamente son reemplazadas con otra serie de correas y sientes una barra entre tus pies, que son presionados cada vez más forzando a tus piernas a abrirse.

Ahora puedes sentir manos sobre tu espalda y también sobre tu parte delantera. Lentamente soban y atormentan tu carne. Cuando intentas menearte te encuentras con que no puedes moverte apenas. Tus piernas, aseguradas entre la barra extensora, también han sido sujetadas, mediante una cadena corta, a unos ganchos del suelo. Lo único que puedes mover son tus caderas y aún ellas sólo ligeramente.

Los dedos sondean y escarban en tu carne. Finalmente una serie de manos encuentra tus pechos y empiezan a frotarlos y estrujarlos, mientras la otra serie de dedos encuentra tu coño abierto y empieza a restregarlo y presionar dentro de ti. Tu clítoris recibe más atención, lo que te obliga a moverte todo lo que permiten tus sujeciones. Cuando te acercas más y más al límite, los dedos de tus pechos empiezan a prestar más atención a tus pezones en exclusiva y entonces empiezan a pellizcarlos firme y fuertemente. El dolor penetra en tu cuerpo debido a la severidad con que se están tratando tus tetas y, para tu gran sorpresa, la excitación alcanza tu coño y te lleva aún más cerca del límite. Justo entonces todo se para y te echas hacia delante con la esperanza de encontrar los dedos que te estaban follando y hacerlos satisfacer tu muy necesitado deseo.

Oyes la puerta cerrarse de repente y el silencio envuelve todo tu cuerpo. Te dejan allí colgando en la habitación. Tu mente desvaría, te preguntas si te van a dejar de esta manera. Te preguntas si han terminado contigo o perdido interés, aunque no puedas creerlo. Piensas que si te encontrara la policía o alguien resultarías humillada más allá de lo creíble y querrías morir.

La puerta finalmente se balancea al abrirse y chirría cuando lo hace. Oyes movimiento cerca de ti luego sientes las manos tirando de tus tobillos. Tus pies son liberados de repente, después sientes que tu cuerpo es descendido y tus pies se asientan firmemente en el suelo. Te empujan hacia delante, tus manos aún sujetas por las muñecas, y avanzas ligeramente hacia delante. Ahora te liberan las manos y luego sientes que te colocan una correa alrededor de tu antebrazo y otra alrededor de la parte alta del brazo. Luego te fuerzan a colocar las manos a la espalda y escuchas de nuevo el clic, de nuevo y por última vez. Cuando intentas mover tus manos descubres que tus brazos están cruzados a tu espalda y las esposas de tus muñecas han sido enganchadas en tus antebrazos. Una correa de cuero que cruza tu espalda mantiene firmemente atrás la parte superior de tus brazos.

Puedes ver internamente el aspecto que debes ofrecer. Completamente desnuda, goteando humedad entre tus piernas, tus pechos forzados hacia delante por la posición de tus brazos estirados hacia atrás de ti.

Nuevamente te empujan desde atrás y empiezas a caminar lentamente, guiada por la mano firme en tu espalda. Te conducen a una habitación donde el suelo resulta frío para tus pies y la mano firme presiona tu hombro y te empuja hacia abajo. Te arrodillas, ayudada por la mano que está sobre tu hombro. Reconoces la sensación del suelo como correspondiente a las baldosas. No te puedes imaginar por qué te han trasladado, pero en todo caso no tienes nada que decir en el asunto.

Te empujan por la espalda lentamente hacia delante, hasta que te doblas por la cintura y tu cara toca el suelo. Tu culo disparando al aire. Un par de manos te mantienen con firmeza en esta posición.

Puedes sentir a alguien detrás de ti y con un respingo te echas hacia delante ligeramente cuando sientes dedos presionando entre tus nalgas. Los dedos encuentran tu agujero fruncido y puedes sentirlos lubricarte el exterior, lentamente, como con guasa. Finalmente uno se desliza en tu culo virgen y se mueve describiendo un círculo, luego el segundo es forzado a entrar. Puedes sentir el dolor y empujas de ti misma hacia delante intentando evitar los dedos sondeadores. Cuando lo haces, cae sobre tu nalga derecha una palmada severa y resonante. Abortas tu propio movimiento y esperas. Los dedos se mueven dentro y fuera de ti lentamente, luego describen un círculo en tu interior. Después se retiran y puedes sentir tu agujero fruncido todavía ligeramente abierto debido a la presión que producían.

No tienes ni idea de lo que te espera. Nunca antes habías experimentado algo como esto. Hasta ahora tu vida ha sido agradablemente lineal, sexo sencillo, nada inusual. Un tipo de actividad más como un pim, pam, gracias señora. Pero ahora, con los ojos protegidos de las cosas externas, sientes todo y todas las cosas resultan realzadas para tu ser. Tus nervios sienten como si estuvieran al límite todo el tiempo. Tienes miedo y también, al mismo tiempo, deseo de ser conducida por este camino de pasión frenética. Incluso el dolor que te han producido hasta aquí no te ha molestado demasiado, porque parece amplificar aún más el placer que experimentas.

Ahora puedes sentir que algo firme presiona tu agujero fruncido. Te lo meten lentamente. Chillas a través de tu boca amordazada cuando lo fuerzan más profundamente. Siempre lentamente presionan hacia delante. Finalmente sientes como si estuvieras llena hasta el cuello y la presión se detiene. Lo siguiente que puedes sentir es el líquido caliente fluyendo lentamente en tus entrañas. Te das cuenta, por fin, que te están aplicando un enema. Nunca lo habías experimentado antes, pero el flujo del agua caliente en tu interior hace que te excites aún más. Deseas que alguien te toque el clítoris y el coño. Pero no ocurre así.

El agua te llena. Puedes sentir la presión creciendo dentro de ti y sientes que tu estómago se hincha con el agua que fluye en tu interior. Cuando la sensación pasa de un calor en tu intestino a dolor te mueves lentamente. Esta acción provoca otra sonora y severa palmada en tu nalga izquierda. Finalmente el agua se detiene y el inyector del saco del enema es retirado siempre lentamente. Esta acción te resulta erótica y puedes sentir tu coño vibrando con ansia de ser satisfecho. La manguera del inyector del enema es reemplazada rápidamente por un grueso tapón, que aprietan firmemente en tu agujero fruncido. Te mantienen así por lo que parece una eternidad. La presión es creciente en tus intestinos y el tapaculos que tienes puesto te produce dolor. Tu clítoris late por estas sensaciones, a pesar o quizá a causa de todo esto.

Después de diez minutos te fuerzan a incorporarte y luego a sentarte. Tan pronto como las manos te presionan hacia abajo te das cuenta de que te están sentando en un wáter y que te van a permitir aliviarte. Puedes sentir como la mano presiona entre tus piernas abiertas y tira del tapón colocado dentro de ti.

Cuando has terminado te fuerzan a levantarte y con un simple movimiento te elevan dentro del baño. El agua golpea tu cuerpo, primero fría, provocando escalofríos a través de ti, luego caliente. Eres lavada por dos pares de manos, elevada de nuevo y puesta en pie fuera del baño y sientes las toallas secándote, una por delante y otra por detrás.

Sientes que presionan algo en tu oreja derecha, a través de la capucha, oyes un clic y a continuación una voz. "Te quitaremos la mordaza si prometes no gritar ni hablar. Si lo prometes mueve la cabeza arriba y abajo. Si chillas o hablas, se te volverá a colocar la mordaza y lo pagarás caro." La voz bronca y áspera silba a través de la grabadora. Asientes rápidamente moviendo la cabeza arriba y abajo accediendo. Sientes dedos en la parte trasera de tu cabeza y desaparece la presión de la correa de cuero. Los dedos exploran tu boca cuidadosamente y cogen la bola blanda y la sacan lentamente de detrás de loa dientes, la pasan sobre tus labios y la sacan.

Tragas con rapidez y dificultad. Entonces presionan un vaso en tus labios ligeramente separados y los abres para recibir el contenido. El agua fría limpia a través de tu boca tu reseca garganta, produciéndote algo de alivio.

Te empujan hacia delante y caminas lentamente mientras eres conducida fuera de la habitación. Tus manos y brazos son desenganchados nuevamente y reenganchados delante de ti. Los empujan hacia arriba en dirección al techo y antes de que puedas darte cuenta estás otra vez asegurada de la misma forma que antes de recibir tu primer enema.

Te ofrecen otra bebida. Esta vez sabe como agrio. Reconoces rápidamente el sabor del zumo de naranja. Vacían lentamente en tu boca el vaso entero.

Los dedos empiezan a explorar de nuevo tu coño abierto. Gimes cuando encuentran tu clítoris y empiezan a atormentarlo hasta que se pone erecto y firme. Los dedos se deslizan lentamente en el canal y presionan profundamente dentro de ti. Gimes de nuevo e intentas empujar tus caderas hacia delante.

Sientes que algo presiona tu boca. No sabes que es pero cuando los dedos te cogen de la barbilla abres la boca sin necesidad de más. Te introducen el objeto y a continuación una correa que pasa por detrás de la cabeza lo asegura en su sitio. Tiene la forma de un pene, pequeño y de goma.

Ahora te dejan colgando varios minutos, sin que nadie te toque. No sabes si tus captores están todavía en la habitación o no, pero no oíste la puerta cerrarse, de modo que supones que están. De repente sientes humedad en tu montículo púbico. Luego los dedos empiezan a darte masajes en el montículo lenta y cuidadosamente. Finalmente sientes que algo tira ligeramente del vello y es ahora cuando te das cuenta de que te están afeitando por completo tu coño. Quieres gritar, podrías menearte, pero sientes temor a que te corten con la cuchilla si lo haces, de modo que te quedas completamente quieta, odiando profundamente lo que te están haciendo. Finalmente sientes un paño templado frotarte el montículo púbico, luego los dedos empapados en aceite restregando suavemente tu coño ahora muy sensitivo. Lentamente extienden el aceite por la zona recién afeitada. Con mucha frecuencia los dedos presionan hacia abajo entre los labios abiertos y juegan con tu clítoris erecto, luego regresan a extender el aceite en tu coño afeitado.

Has visto antes mujeres con el coño afeitado. Pensabas que querían parecer niñitas y sabías que nunca te lo harías a ti misma. Es embarazoso ser una mujer de veintiocho años completamente desarrollada y tener tu coño pareciendo como el de una niña de diez o así. Te imaginabas que las mujeres hacían esto sólo para intentar recobrar su juventud, sin darte cuenta del placer sexual que podría producir. Todavía no te has dado cuenta del placer sexual que puede producir, pero lo harás antes de que termine este largo fin de semana de vacaciones.

Sientes dedos desplazándose hacia arriba y jugando con tus pezones. Reaccionan rápidamente y se ponen duros al tocarlos. Mientras los dedos juegan con el pezón derecho, la otra mano coge tu pecho desde la base y obliga al pezón a sobresalir aún más. De repente sientes un pellizco en el pezón y sueltas un grito a través de tu mordaza. Las manos se van pero el pellizco continúa. Juegan con el pecho izquierdo y su pezón de la misma manera y luego también empieza el pellizco. El pellizco no es muy severo, aún menos que el de los dedos de tus captores, pero es constante y duele algo. Las manos se retiran de ti y tus pezones continúan pellizcados, provocando aún más excitación en tu zona baja. La presión es increíble para ti, porque nunca supiste que podrías llegar a estar tan estimulada por un pellizco firme y constante en tus pezones.

A continuación te colocan alrededor de la cintura un ancho cinturón. Puedes sentir lo que sólo puedes describir como un rabo colgante desde su parte trasera, balanceándose contra tus nalgas cuando las manos de tus captores lo sueltan. Te ajustan el cinturón a la cintura, no demasiado pero con firmeza para que no se mueva.

Los dedos empiezan a explorar tu coño recién afeitado. Al principio el contacto te produce oleadas de estimulación a través del cuerpo. Lentamente te frotan el clítoris luego el agujero goteante. Rápidamente son reemplazados por una polla gruesa pero corta e inflexible. Reconoces inmediatamente la sensación de un consolador con bultos a todo lo largo. Te lo introducen lentamente luego lo sacan luego otra vez dentro y fuera de nuevo. Finalmente tras tres ataques más lo retiran por completo. Tu avanzas tu cuerpo hacia delante intentando capturarlo con los labios de tu coño y mantenerlo dentro de ti pero golpeas contra el aire vacío.

Ahora sientes que la polla corta y gorda presiona en tu culo fruncido. Aprietas tu cuerpo cuando te presiona el exterior de tu agujero virgen. Una serie de manotazos severos caen sobre los labios de tu coño recién afeitado. Intentas relajarte, y cuando lo haces, cesan los azotes en tu coño. El consolador es introducido lenta pero firmemente en tu culo. Lo sientes tan grande dentro de ti, sientes como si te estuviera desgarrando. Después de que se calme el dolor inicial, lo sientes completo dentro de tu culo.

Los dedos juegan con tus pezones pellizcados para aumentar la sensación en ellos. El dolor que sientes ahora pasa de nuevo por ellos, cuando los dedos le dedican su atención.

Sientes otra polla larga y firme presionando tu coño completamente abierto. Lentamente te lo meten y lo sacan y finalmente explotas en tu primer orgasmo. Tu cuerpo se agita de forma incontrolada con la vibración del orgasmo. Otra vez la polla te penetra profundamente. Puedes sentir las dos pollas artificiales tocándose mutuamente a través de tu fina pared. Una vez profundamente clavada en tu interior la dejan allí y no hacen ninguna otra cosa con ella.

Ahora te sientes llena y repleta en cada uno de los agujeros. Aún estás excitada y puedes sentir la ascensión de otro orgasmo recorriendo tu cuerpo.

Un dedo te toca y empieza a darte masajes en la punta de tu clítoris. Frota la cabeza minuciosamente, luego rodea el exterior, luego se retira. De repente puedes sentir el calor extendiéndose desde tu clítoris, cuando la crema que tu captor acaba de aplicarte allí se pone cada vez más caliente. Gimes por el impacto que esto provoca en tu cuerpo y sientes que un segundo orgasmo se precipita a través de tu cuerpo.

Entonces sientes que las manos te presionan entre las piernas y oyes y sientes el zumbido del consolador vibrador introducido en tu coño. Otras manos empujan más profundamente el consolador de tu culo y también en él empieza la vibración. Ahora te aprietan entre tus piernas la cincha de cuero que había golpeado tus nalgas y fuerza a ambas pollas duras a penetrar más profundamente en tu interior y la ajustan a la parte frontal del cinturón que rodea tu cintura.

Vas de un orgasmo a otro, estimulada por las pollas vibrantes artificiales en tu interior y la crema cálida aplicada a tu clítoris. Los dedos rozan tus tetas pellizcadas y esto te lanza a una oleada de orgasmos. Tu cuerpo gotea de la transpiración. Oyes que la puerta se abre y cierra y te dejan colgando allí llevada de un orgasmo a otro y a otro.

Después de una eternidad para ti, pero en realidad sólo una hora aproximadamente, oyes que la puerta se abre de nuevo y sientes que retiran la correa del cinturón de tu cintura. Lentamente se desliza entre tus piernas y desconectan el consolador de tu coño, luego el de tu culo. Te descuelgan y te aseguran los brazos detrás de ti de nuevo una vez más y te llevan lentamente fuera de la habitación. Los consoladores aún están profundamente asentados dentro de ti.