La capitana Tatiana

Las lindezas de mi amigo fueron irresistibles para nuestra capitana en la mili.

LA CAPITANA TATIANA.

Corría el año1993, cuando sin ningún entusiasmo, marché a perder nueve meses de mi vida a Melilla, a realizar el servicio militar.

Cómo todos los que hicisteis la mili sabéis, son innumerables las anécdotas que se pueden contar, muchas veces exageradas, otras inventadas, pero lo que aquí voy a relatar, lo creáis o no, sucedió.

Mi destino en Melilla fue el Acuartelamiento de Artillería Teniente Flomesta, ( RACA 32 ) 1ª BIA, allí pude hacer grandes amistades, que todavía conservo. Entre ellos estaba Arturo Perote, alias el Pepino, (que es cómo normalmente se llama a los proyectiles), este mote se lo pusieron el primer día en las duchas.

No lo podemos evitar, ¿verdad?, cuando nos vemos desnudos, mirar y comparar, pero con Arturo no había comparación posible, tenía un rabo sin parangón, y el mote de Pepino le vino como añillo al dedo.

Pasó el tiempo y Pepino y yo nos hicimos grandes amigos, en una ocasión le pregunté cómo reaccionaban las mujeres al ver su magnifica arma, y me contó la historia que voy a relataros.

Nuestra Batería era la mas temida por la dureza del trabajo y al mismo tiempo envidiada por su capitana, Cevallos, Tatiana Cevallos.

Tatiana era una mujer hecha y derecha, de unos treinta y cinco o treinta y seis años, lucía un magnifico cuerpo de caderas bien marcadas y pechos altos y abultados, sin duda el uniforme da mucho morbo. Morena, ojos claros y piel bronceada, dura de carácter.

A Tatiana le gustaba entra en la batería sin que el cuartelero la anunciara, es algo que muchos mandos hacen para pillar a la tropa in fraganti, haciendo trastadas, esto hacía que a muchos de nosotros nos pillara en bolas, y ya conocía las dotes de Pepino.

Teníamos en el cuartel un escondite donde nos fumábamos todos los días unos porrillos, siempre íbamos juntos, pero si uno tenía guardia el otro iba solo.

Una noche que yo pasé en la enfermería, Pepino fue como siempre a echar un porrete antes de acostarse, cuando estaba afanado liando el tema, apareció nuestra querida capitana, era famosa aparte de por su belleza, por que perseguía a muerte a los fumetas, así que el susto de Pepino fue mayúsculo, ella no se andó con rodeos:

  • ¡ Artillero Perote!, la has cagado, pero podemos hacer algo para arreglarlo, -pegando los labios a su oreja y palpando su miembro por encima del pantalón, le susurró- yo aré algo por ti sí tu haces algo por mí. –Que puedo hacer yo por usted mi capitán. –No te hagas el ingenuo sabes lo que quiero, desde que te vi en la batería saliendo de la ducha, me dije que esta polla sería mía. Y diciendo esto se puso en cuclillas, sacó con ansia el objeto de su deseo, y empezó a chuparla, al poco ya estaba dura como el cemento, intentaba metérsela toda en la boca pero se ahogaba, casi vomita del ansia con que arremetía. Pepino no daba crédito, cuando intentó dejarse caer en la pared, saltó Tatiana. -¡Manténgase firme soldado! No descansará hasta que yo se lo diga, es broma hombre, sóbame un poco, que pareces un una estatua, sacó sus enormes pechos y Pepino los agarró con gusto.

Ella disfrutó largo rato lamiendo y chupando el vigoroso falo de Pepino, antes de tumbarlo, ya desnudos, y clavarse lentamente a Pepino. Con la mirada perdida subía y bajaba con cuidado de no hacerse daño, el placer era tan intenso que el primer orgasmo llegó pronto. Me comento mi amigo, que en ese momento había tanto flujo, que llegó a creer que se estaba meando encima. Era insaciable quería más, más y más.

  • Soldado, fóllame cabrón, dámelo todo, -decía mientras se ponía de bajo, para abrirse de piernas y recibir las embestidas, ya sin miedo, de mi amigo, se retorcía de gusto cómo una perra caliente, creo que no sabía lo que era ser bien follada hasta ese día. Pepino le chupaba las tetas, le comía la boca babeándola incluso le escupía; ya daba igual, el placer puede al cerebro no hay escrúpulos y todo vale.

Bombeó un buen rato, y cuando fue a correrse, ella le pidió, bueno, le ordenó que se la metiera en la boca y descargara en ella, y así lo hizo, se levantó sujetó su cabeza contra su polla mientras se corría, ella tragó todo su semen, no desperdició ni una gota.

Acabaron rendidos, tumbados en el suelo, charlando de lo habían hecho y cuando se despidieron ella le dejó bien claro lo que le pasaría si detectaba que había dicho algo, y acordaron verse siempre que pudieran.

Ya no fumamos mas porros en nuestro escondite, lo dedicó mi amigo a otros placeres y yo me tuve que conformar con mirar de vez en cuando, hasta que a la capitana se le ocurrió la feliz idea de hacer un trío, pero eso en otra ocasión.