La Canguro

Fui a cuidar de sus hijos, y con ellos descubrí el deseo

Soy Elena, tengo 18 años recién cumplidos, toda mi vida he vivido en un pueblo grande de la provincia de La Rioja. Estudio Bachillerato y se puede decir que soy buena estudiante ya que he sacado todo en junio.

Hace 6 meses que salgo con Mario, un chico dos años mayor que yo. Siempre me había gustado y reconozco que me las hizo pasar mal hasta que conseguí salir con él, pero ahora es él quien vive atenazado por los celos y las ganas que tiene de hacerme el amor por vez primera.

Me considero una chica normal y corriente, con sus vicios y virtudes, pero desde hace tiempo mi amiga Eva me comenta que le da envidia ya que conoce a más de uno que se muere de ganas por estar conmigo. Soy morena, de pelo largo, mis ojos son verdes, mido 1,70 y desde que mis caderas se ancharon un poco, noto como la mayoría de los chicos se vuelven a mi paso, es una sensación que me encanta y me produce morbo, por lo que a menudo intento ponerme los vaqueros lo más ajustados posible, cosa que a Mario le pone enfermo. La verdad es que lo único que me acompleja son mis tetitas, son bonitas pero no se han desarrollado lo suficiente y aún están es plena floración, paso bastante envidia cuando veo como mis amigas pueden llevar bikinis marcando unas tetas generosas, que hacen enloquecer a la mayoría de los chicos.

Hace tiempo que Mario quiere que hagamos el amor, soy virgen y la verdad es que no estoy muy segura de que sea él, la persona a la que deba entregar mi virginidad. No le digo la verdad, siempre le cuento que me da mucho miedo y que si un día lo hago, me gustaría que fuera en un sitio especial, al menos en una cama como dios manda, cosa que ahora no tenemos.

Pero la verdad es que cada día que pasa me siento menos a traída por él y sus celos compulsivos, el hecho de tenerlo comiendo a mis manos y porque no decirlo, lo pésimo amante que es, hacen que cada día que pasa este menos convencida a entregarle ese tesoro que tengo guardado.

A menudo cuando estamos solos tengo que fingir que lo que me hace me gusta, es torpe, rudo y la sensibilidad brilla por su ausencia, como muchos otros hombres solo está lleno de sí mismo. La inmensa mayoría de las veces, me excita muchísimo más hacérmelo yo, que me lo haga él. A menudo  estamos juntos me quedo como estaba y cuando llego a casa, tengo que ser yo la que me haga un “apaño”.

Bueno, mi historia transcurre en el mes de Julio, como ya dije, soy de un pueblo grande de La Rioja y en la localidad de al lado son las fiestas patronales. Desde hace dos años suelo ir a cuidar a los niños de una pareja que conocen a mis padres. El trabajo consiste en estar con los niños por la mañana y por la noche, de esa forma sus padres pueden salir con los amigos a cenar, sin preocuparse de volver a casa temprano, porque al día siguiente tienen que estar con sus hijos. Por lo general si los niños no son revoltosos, suele ser un trabajo tranquilo y te sacas unos euros para algún capricho.

Este año la cosa ha cambiado y la pareja amiga de mis padres se han marchado de vacaciones y voy a ir a otra casa recomendada por ellos mismos.

La verdad es que estoy preocupada por varios motivos, primero porque no conozco a la nueva pareja y segundo porque mi novio está empeñado en ir un día cuando los niños duerman y sus padres salgan por ahí. Él ya lo ha planeado todo ya que según él…

“Ahora no tendrás excusa ya que vamos a tener una cama y una noche para los dos solos”.

En esos pensamientos estoy cuando, cargada con mi bolsa de viaje me presento en casa de María y Nestor (que así se llaman la pareja), los niños son dos angelitos de 2 y de 5 años llamados Hector y Hugo. Desde el primer instante percibo que no serán para nada de los que me van a crear problemas, todos son gente muy educada, María me presenta a toda la familia y me da una vuelta para que conozca la casa, es un unifamiliar de dos plantas y un garaje en la planta baja, tienen el salón la cocina y un baño, en el primer piso hay 4 habitaciones, una ocupada por cada hijo, una de matrimonio y la de invitados, que por supuesto es en la que yo dormiré.

María y Nestor son un matrimonio de unos 35 años, la verdad es que hacen una pareja perfecta, los dos son muy guapos, cada uno en su estilo ella es una mujer rubia de media melena que medirá algo menos que yo, tiene unos bonitos ojos azules, un cuerpo delgado y bien cuidado, me llama la atención sus pechos, la verdad es que los pechos grandes siempre me llaman la atención, a través de su blusa se puede adivinar que son bien proporcionados y generosos, es sofisticada y elegante, la verdad es que tiene mucha clase para vestir, cada complemento que lleva es acertado. Nestor también es un hombre muy guapo, es moreno y se adivina alguna canita en su cabellera que lo hace más interesante, tiene los ojos oscuros y su cuerpo esta trabajado por algún deporte y la verdad es que tiene una sonrisa cautivadora...

Durante la visita por la casa, María me comenta que trabaja como abogada en un bufete de Logroño y que su marido Nestor, tiene una tienda de deportes en la localidad.  La semana de fiestas es la única que coinciden en las vacaciones y la verdad es que tenían ganas de pasarla juntos disfrutando un poco sin hijos, María es simpática y agradable, alguien con quien enseguida coges confianza. Al pasar por su habitación no duda en ofrecerme cualquier vestido que me pudiera gustar. Por su casa y por la forma de vestir que tienen, una se da cuenta enseguida que son una pareja acomodada de clase media alta.

Por último, María me comenta alguna de las normas que tienen sus hijos a la hora de las comidas y de acostarse, me pide que sea lo menos permisiva posible a la hora de la aplicación, no es muy amiga de las chuches y caramelos rogándome que les de los menos posible, tampoco le gusta que anden levantados más tarde de las 10, la verdad es que a mí también me parecen unas buenas normas por lo que asiento sin rechistar.

Ya en la habitación mientras estaba guardando mi ropa en el armario, recibo la llamada de Mario, el pobre está loco por venir el Sábado a lo que yo contesto con un, “ ya veremos” y me invento que los dueños de la casa son muy rectos y no dudaran ni un instante en llamar a mis padres, si pillaran algún novio por aquí, Mario hace oídos sordos y esta “erre que erre” con ir el Sábado, por lo que yo cansada siempre de lo mismo cuelgo el móvil sin despedirme.

La noche del primer día fue de lo más tranquila, después de darles la cena y acostarlos, estuve un rato viendo la tele y me acosté temprano ya que no sabía si los peques se despertarían esa noche a darme la tabarra, me costó un poco conciliar el sueño, por ser la habitación un lugar extraño y por lo incomoda que me hacía sentir Mario con su mono tema. A eso de las 4 de la mañana un ruido me despertó, pude escuchar como alguien abría la puerta y entraba en casa, acto seguido escuché pasos en las escaleras, sin duda eran Nestor y María, van cuchicheando mientras ríen por lo bajo, entran primero a la habitación de los niños y más tarde en la suya sin detenerse en otro sitio.

A los pocos minutos pude escuchar un ligero bamboleo, acompañado de unos gemidos ahogados, el ruido era muy tenue, se notaba que estaban intentando hacer el menor ruido posible, pero conforme los segundos pasaban, me imagino que les resultaba más difícil disimular el momento. Después de varios minutos de escucha, mi coñito se había humedecido y no pude evitar hacerme un dedito a su salud. Fue curioso porque terminé corriéndome justo a la vez que ella.

Al día siguiente Nestor es el primero en levantarse, yo estaba con los peques en la cocina y al entrar me preguntó cómo había ido la noche a la vez que su mano se posaba en mi hombro, sentir ese primer contacto me ruborizó e intenté mantener la compostura, le contesté que no ha habido ningún problema, que los peques habían, dormido de un tirón y yo también, a lo que él contestó con un, “ me alegro” acompañado de su embriagadora sonrisa. A los dos minutos apareció María dándome los buenos días y preguntándome lo mismo que su marido. A pesar  de haberse levantado hacía poco y de haber estado parte de la noche de juerga, María estaba preciosa, seguía manteniendo ese aspecto interesante incluso con zapatillas y bata de casa.

Durante el tiempo que coincido en casa con Nestor, noto que nuestras miradas se cruzan en algún momento, la verdad que no tiene una mirada para nada viciosa, pero da la impresión que se siente atraído por mí y para qué negarlo, aquel hecho me producía muchísimo morbo. Tiene por costumbre poner las manos sobre los hombros y mirar a los ojos, eso me ruborizaba y me producía un ligero escalofrío cada vez que hablamos.

La segunda noche de canguro no tuve noticias de Mario, en el fondo me sentía aliviada, estaba cansada de tener que inventar excusas, muchas veces me dan ganas de decirle la verdad, decirle:

- Mira Mario no me apetece hacerlo contigo, ¿sabes porque no me apetece lo más mínimo? Porque eres un zoquete en la cama, no piensas más que en su propio placer, que cree que el sobar es acariciar y que no me haría llegar al orgasmo ni estando un año en la cama contigo

Pero bueno, tampoco quiero ser cruel con él, al fin y al cabo creo que me quiere y en mi caso, aunque con muchas dudas también creo que lo quiero.

En esos pensamientos estaba cuando cansada de la tele basura me levanté y me puse a curiosear un poco por la casa, me encaminé hacia  la habitación de matrimonio y una vez dentro, me puse a curiosear por los armarios viendo cada uno de los vestidos de María. Verdaderamente tenía cosas maravillosas, para nada me había equivocado cuando pensé que era una mujer con mucha clase. Mirando por los cajones encontré la lencería y ahí sí que tiene auténticas maravillas. Una a una me fui probando las braguitas y tangas. Me hubiera gustado probarme todos los conjuntos, pero María tiene dos o tres tallas más de pecho que yo, así que prefería probarme lo de abajo, lo pasé genial quitando y poniendo lencería, después me recosté sobre la cama e imaginé que Nestor estaba ahí a mi lado y me arranca de un tirón el tanga y después me hace suya.

Inmersa en esos pensamientos estoy cuando al intentar dejar las braguitas dobladas tal y como estaban, veo una caja en el fondo del cajón, no pude evitar la curiosidad y la cogí, observo que es un CD en el que no hay título ni anagrama, lo miro y con una curiosidad enorme y me encamino a la parte de abajo de la casa.

Con las prisas no me percato que solo llevo puesto el tanga de María y la parte de arriba del pijama. Una vez en el salón introduzco el CD en el DVD y clavo la mirada en la televisión... Las primeras imágenes no me dicen nada, se ve oscuro una imagen balanceándose, al poco la imagen se estabiliza, una cara que no distingo adivinar mira un segundo y desaparece, tras unos instantes una lámpara de mesilla de noche se enciende y comienzo a conocer que el lugar donde se encontraba era sin duda la habitación de María y Nestor, la misma habitación en la que hace tan solo unos instantes me probaba la lencería. Durante un tiempo la cama de matrimonio es la única imagen, aunque se nota que en la estancia hay alguien porque se puede escuchar hablar y reír en el ángulo muerto de la cámara.

Tras unos segundos frente a la televisión observé una figura de mujer caer sobre la cama, llevaba puesto un vestido de fiesta ajustado de color rojo, frente a ella la figura de un hombre  que levantaba el vestido con fuerza hasta dejarla a la altura de la cintura, ella doblaba las piernas, mientras él prácticamente arrancaba el tanguita de hilo, El chico inmediatamente hundía su cara en el sexo desnudo de ella. La desconocida arqueó  hacia atrás el cuerpo al sentir ese primer contacto, mientras sus manos se aferraban a la cabeza del chico atrayéndolo hacia si la cabeza, como si quisiera con el roce aplacar el deseo, las piernas de ella se elevaron y se entrelazan sobre sus hombros, sus caderas se movían  una y otra vez, al compás de los gemidos ahogados.

No puedo apartar la vista de la pantalla, mi cuerpo comienza a estremecerse con la escena, por instantes siento como mi coñito comienza a humedecerse.

En un momento dado la mujer se da la vuelta y queda ante de la cámara, la identidad de los actores la podía imaginar, pero casi no podía creerlo, ¡son María y Nestor!, mi corazón en ese instante da un vuelco, noto como mi garganta esta seca, mi pecho respira aceleradamente, mientras en la pantalla, María cambia de posición y queda postrada de espaldas, en ese momento  él hunde la lengua  en su culito y lame una y otra vez cada uno de sus rincones más íntimos, María gime de placer, sus ojos cerrados y su boca entreabierta son la viva expresión del placer.

Al otro lado de la pantalla casi sin darme cuenta, me percato que mis dedos están empezando a actuar por su cuenta y han comenzado a acariciar mi coñito.

El tanga de María ha quedado empapado por los fluidos que emanan de lo más profundo de mí. Con una mano rozo mi clítoris y con la otra acaricio mis pezones que por aquel momento ya estaban muy duros. El deseo me embriaga, reseca mi garganta y hace que mi respiración se entrecorte. Observo como Nestor aparta el vestido y deja semidesnuda a María, colocándola después  al estilo perrito. Es una imagen maravillosa, ella lleva puestos unas medias con ligero y su vestido ha quedado enrollado en su cintura, sus preciosos pechos cuelgan de ella,  mientras su pene duro y marcado por gruesas venas acaricia su rajita, cada roce provoca en María un movimiento de sus caderas, cada uno de esos movimientos es una súplica velada.

María lanza un gemido de placer, al sentir como es penetrada de una fuerte sacudida, los   musculosos brazos de Nestor la sujetan por las caderas mientras la atrae una hacia él una y otra vez, su culo se endurece con cada embestida, su cuerpo se tensa dejando al descubierto el fibroso cuerpo,  María  gime y se aferra con fuerza a la almohada.

Por ese momento, ya mis dedos no pueden dejar de acariciar mi húmedo coñito, mi ojos no pueden apartar la mirada de la pantalla, estoy entregada por completo a un punto de no retorno.

En la película Nestor ha perdido el control por completo, entra y sale dentro de María en un éxtasis total, a la llegada el clímax, los gemidos y gritos de ambos se entremezclan en la habitación. Mientras al otro lado de la pantalla, ya no puedo aguantar más y todo mi cuerpo comienza a estremecerse, espasmos incontrolables recorren mi ser en todas direcciones, mezclándose con los que provenían del televisor.

Tras unos instantes de pequeñas convulsiones y placer maravilloso quedé tendida sobre el sofá, toda mi piel estaba erizada y el tanga prestado había quedado completamente impregnado de mis cálidos fluidos vaginales.

No me había repuesto todavía cuando mi corazón dio un vuelvo al escuchar ruido de llaves al otro lado de la puerta de entrada, de un salto me levanté a la vez que apagaba el televisor, apagué las luces lo más a prisa de lo que fui capaz y subí a mi habitación, salté sobre la cama y me tumbé jadeante, mi corazón latía a mil por hora, cerré los ojos y recé para que no se diera cuenta de que en el DVD encendido.

Durante unos minutos no escuche a nadie, nadie subía a las habitaciones y poco a poco fui recuperando el aliento. Tras unos instantes eternos, escuché el abrir y cerrar de las puertas de las habitaciones de los niños, una vez que se hubo cerrado la última puerta, escuché el sonido de las pisadas acercándose hacia mí habitación, la puerta se abrió a la vez que una luz tenue se colaba en el interior.

Mi corazón se aceleró por el miedo, permanecí con los ojos cerrados como un avestruz que introduce su cabeza en el hueco ante el peligro, intenté pensar cual iba a ser las historia que contaría cuando María y Nestor descubrieran que he visto el CD, me moría de vergüenza de pensar la explicación que le daría.

Noté unos pasos que se a cercaban y se detenían a poca distancia de la cama, durante varios esa persona permaneció a los pies de mi cama sin decir absolutamente nada, yo  permanecía con los ojos cerrados muerta de vergüenza imaginando una excusa creíble.

En ese instante mi cuerpo se estremeció al notar una mano templada introduciéndose en el interior de mi camiseta, que empezaba a recorrer mi tripita y terminaba acariciando dulcemente mis pechitos.

Ese primer contacto inesperado provocó en mi un ahogado suspiro que me estremeció, haciendo que hasta el último centímetro de mi piel se erizaba, sentía el roce de su mano tersa resbalando sobre mi piel recorriendo el camino que llevaba hasta mis tetitas.

Su mano comenzó acariciando mis pequeños pechos y continuó presionando mis pezones que por aquel momento se encontraban muy pero que muy duritos.

A pesar de todo, permanecí con los ojos cerrados, como si de esa forma podría librarme de cualquier peligro. Mientras mi inesperado amante recorría mi cuerpo y se colaba sin permiso entre mi tanguita y mi sexo, al rozar por vez primera mi chochito húmedo no puedo evitar, dejar escapar un gemido acompañado de un movimiento involuntario de mis caderas. Sus dedos acariciaban mi chochito como nunca en la vida hubiera imaginado que alguien me pudiera tocar, de una forma que ni siquiera yo sabía que me podría acariciar.

Aun en ese instante yo sigo con los ojos cerrados imaginando que mi amante es Nestor, imaginando que es el quien me recorre con sus brazos fibrosos, imaginando que es él quien de una forma maravillosa acariciaba mi cálido y húmedo chochito.

Tras unos instantes de placer morboso, sentí desaparecer las manos de mi cuerpo y en ese mismo instante son mis piernas las que comienzan a ser acariciadas, recorriendo con dulzura el interior de mis muslos, rozando mi sexo y despojándome de mi tanguita empapado.

Esas mismas manos que me hacen estremecer, separan mis piernas y dejan mi coñito abierto a la libre voluntad de lo que quisieran hacer. Pienso que voy a ser penetrada y me preparo para recibirlo en lo más profundo de mi. Al contrario de lo que imaginaba, no es su polla lo que siento, sino una húmeda lengua recorriendo mi sexo y haciéndome gemir con respiraciones ahogadas que todavía en ese instante intento controlar, esa lengua se desplaza y acaricia mi clítoris, mis labios, rozando cada zona sensible de íntimo rincón de placer, lo hace como si fuera yo misma la que lo estuviera haciendo, conociendo mis deseos, moviéndose con una dulzura que me hacía perder el sentido.

Muy despacio los besos abandonaron mi sexo, recorrieron poco a poco mi cuerpo y a la vez que escalaban hacia mis tetitas, sus manos quitaban la parte superior del pijama dejándome completamente desnuda sobre la cama. Esos labios maravillosos rozaron mis pezones rodeando con la lengua mis aureolas, los pellizcan muy despacio y con sus manos los presiona haciéndome gemir nuevamente de puro placer.

Su rostro casi estaba junto al mío, en ese instante sus labios rozaron los míos y en ese momento por vez primera abrí los ojos. El corazón me dio un vuelco no pudiendo evitar un suspiro de impresión al ver frente a mí, el rostro de María, la preciosa y sensual María quien había sido mi amante por unos instantes.

Por un momento quedé paralizada al verla, en mi mente no era ella quien había hecho estremecer, sino su marido, a pesar de ello, nunca en mi vida había sentido tanto placer, por una simple caricia.

-       ¿No te gusta mi niña?

Claro que me gustaba pensaba para mí, en verdad creo que no era posible sentir el deseo que mi cuerpo estaba experimentando en esos instantes.

-        Si, sí me gusta María

-        Que te sucede bonita?

-        Yo no soy lesbiana.

-        Yo tampoco

Cuando terminó de pronunciar sus palabras, María rozó mis labios con dulzura... nuestros cuerpos se entrelazan y comienzan a tocarse de nuevo. Mis manos alcanzaron su culo carnoso y firme, se aferraban a el con fuerza,

María sabía tocarme, sabía provocar el éxtasis en cada caricia, era como si conociera mis deseos en cada instante, sabía cómo me gustaba que me tocaran, ella lo ejecutaba con una maravillosa delicadeza.

En mi interior existía una lucha interna, no era lesbiana ni me había planteado nunca acostarme con una mujer, sin embargo, era una sensación extraña, sentir su cuerpo suave, oler su perfume embriagador, saborear sus besos, sus labios, el roce de su lengua acariciando la mía. Era completamente diferente a lo que había experimentado hasta ahora con los pocos chicos que había estado, pero me gustaba y digo más… me volvía loca.

María continuó su sensual recorrido a través mi cuerpo hasta quedar arrodillada cobre mi rostro, su coñito húmedo quedó abierto ante mis labios, comencé a saborear los fluidos que habían comenzado a emanar de los más profundo de su chochito. María comenzó a moverse intentando que el roce de mis labios la presionara más y más fuerte, intentando que el deseo que sentía quedase aplacado con la presión de mi lengua.

Permanecí con los ojos cerrados, intentando concentrar todos mis sentidos en lo que me estaba sucediendo, no podía evitar sentir una mezcla de vergüenza y deseo. Durante unos segundos abrí los ojos, la veía cabalgado sobre mi rostro, podía ver como sus pechos grandes y perfectos se balanceaban cada vez que el movimiento de sus caderas hacia refrotar su coño sobre mis labios.

La respiración de María se había convertido en gemidos, gemidos que se perdían en la oscuridad de la habitación. Mi lengua se hundía una y otra vez en su húmeda rajita, sus jugos vaginales impregnaban mis labios y mi lengua no paraba de acariciar su hinchado clítoris.

Había perdido la noción del tiempo y el espacio hasta que sentí como unas manos comenzaban a acariciar mis muslos, me sobresalté porque sabía que esas manos eran de otra persona, esa otra persona era Nestor que había permanecido en la habitación durante todo el tiempo observando la escena, por unos segundos comencé a temblar al sentir como sus manos separaban mis piernas, y dejaban mi coñito virgen, desnudo e indefenso ante él.

¡¡Dios mío!! Pensé, tiene que ser Nestor,  los dos habían entrado en la habitación y estaban junto a mi cama hace unos instantes. No me dio tiempo de pensar mucho más, ya que tras unos instantes sentí como su lengua cálida se fundía con mi sexo y comenzaba a saborear los fluidos que con toda seguridad emanaban sin cesar.

Tras unos minutos maravillosos él se detuvo  por unos instantes, no podía alcanzar a ver lo que él hacía, ya que mi única visión eran los pechos de María balanceándose sobre mí rostro.

Un escalofrío se apoderó de mí ser al sentir su pene acariciando mi coñito virgen, mis manos instintivamente se aferraron a las manos de María entrelazándose con fuerza. Tras las primeras  caricias de tanteo, sentí una ligera presión de la punta de tu polla entrando en mí, pensé que en cualquier momento me penetraría con fuerza desgarrando mi virginidad para siempre, pero  solo introdujo un poco la punta, metiéndola y sacándola muy despacio.

Poco a poco la tensión iba dejando paso de nuevo a la excitación, él movía su polla jugueteando con mi rajita, con cada pequeña embestida, podía sentir la resistencia de mi coñito virgen. En mi interior una amalgama de sentimientos se agolpaban, mi corazón latía con fuerza y miedo y deseo luchaban por hacerse con el control.

María percibió mi miedo, de alguna manera imaginó lo que me estaba pasando y se situó a mi lado, comenzó a besarme muy despacio el lóbulo de mi oreja, haciendo que mi piel se erizara con el maravilloso contacto de sus labios en mi oído, sus manos sujetaron mis pequeños pechos y los estrujaron muy despacio a la vez que las yemas de sus dedos pellizcaban mis pezones.

Mi respiración entrecortada comenzó a de nuevo a escucharse en la oscuridad de aquella habitación de invitados, hacía ya tiempo que había dado libertad a mi cuerpo para que se expresara el deseo como quisiera y en ese momento estaba completamente entregada a mis dos inesperados amantes.

María percibió lo que iba a suceder y entrelazó de nuevo sus manos a las mías, mire a su rostro, su maquillaje se había corrido y el pelo se encontraba alborotado con un aire salvaje, ella me miraba a los ojos como si quisiera mantener la imagen en la retina de lo que iba a suceder en ese preciso instante.

Un dolor agudo recorrió mi cuerpo cuando en una fuerte embestida la polla de Nestor entró en lo más profundo de mi, todo mi cuerpo se estremeció de dolor y mis manos se aferraron  con  fuerza a las de ella, no pude evitar gritar de dolor mientras mi cuerpo intentaba retirarse por instinto.

Nestor se detuvo en ese momento y quedándose  dentro,  mi cuerpo estaba temblando y sentí como un hilo de mi inocencia teñida de rojo discurría por mi culito, tras unos instantes de pausa, comenzó a penetrarme muy despacio, la sentía presionar en mis entrañas, abriéndose paso sin contemplaciones, entrando y saliendo a pesar de la resistencia que cada vez era menos intensa.

Todavía tensa, intentaba ayudar con mis movimientos, poco a poco el dolor comenzó a dejar paso a un hormigueo de deseo, que comenzaba a recorrer mi cuerpo casi sin percatarme, poco a poco el miedo y los gemidos de dolor comienzan a  dejar paso a una maravillosa sensación de placer.

Nestor me penetra una y otra vez sin ninguna consideración, sentía su polla entrando en mí, resbalaba casi sin dificultad en mi interior, sus musculosos brazos me atraían hacia él, sentía como tu polla me llenaba por completo una y otra vez, el placer me embriaga mientras María, presionaba mis tetitas y mordisqueaba mis pequeños pezones con dulzura.

María se acercó a mi oído y me dijo entre susurros que quería correrse en mi cara y acto seguido se incorporó de nuevo sobre mí y comenzó a mover en círculos sus caderas sobre mi lengua, se movía muy deprisa, intentaba aplacar el deseo con el roce de mis labios, sabía que estaba muy cachonda, su chochito emanaba fluidos sin parar y tuve que sujetar con mis manos sus caderas para que dejara de moverse y así poder hundir mi lengua en ella.

Mis labios centraron en el clítoris, estaba hinchado y muy húmedo, mi lengua lo acarició con fuerza, haciendo círculos sobre el,  hasta que comencé a sentir su cuerpo convulsionar sobre mí.

  • No puedo más, me viene, no pares, sigue por favor...

La sujeté por los muslos mientras mi lengua acaricia una y otra vez su clítoris, sentí como su cuerpo se estremecía con pequeñas convulsiones involuntarias, mientras sus manos se volvían  a enlazar con fuerza a las mías, un salvaje orgasmo la alcanza, sus caderas se frotaban una y otra vez contra mi boca y tras unos instantes maravillosos, su cuerpo quedó inerte junto al mío.

Mientras, Nestor seguía llenándome una y otra vez, cada vez con más furia, mis gemidos se mezclaban con el sonido de su cuerpo golpeando contra mis caderas, mis piernas rodean su culo  intentando atraerlo hacia mí. Quería que no parara, quería que entrara por completo, que toda su polla me llenara, quería sentir como su cálido semen me inundaba y se colaba en mis entrañas.

María estaba a mi lado acariciándome y besándome cuando su marido lanzó un fuerte gemido, todo su cuerpo se tensó a la llegada del orgasmo, su culo se endureció con cada sacudida y las gotas de sudor mojaban nuestros cuerpos desnudos, sentí como  como su semen me llenaba por completo, desbordándose con las dos últimas embestidas.

No sé si fue la sensación de sentir su leche caliente entrando en mí por vez primera u observar su cuerpo tensarse mientras alcanzaba el clímax, pero  ese mismo instante todo mi cuerpo me abandonó y me trasladó a un orgasmo maravilloso cargado de espasmos y placer...

Durante unos maravillosos instantes mi cuerpo comenzó a convulsionar mientras espasmos de placer me recorrían cada rincón de mi ser, gemí como una autentica perrita en celo hasta que todo hubo terminado.

Al finalizar los tres nos recostamos en la cama, mi cara quedó frente a la cara de María y Nestor tras de mí, estuvimos  unos minutos sin hablar en los que solo se escuchaba nuestra respiración, al final Nestor se levantó  y tras besarnos en los labios a las dos, se levantó sin decir nada  se marchó a su cama. María quedó a mi lado, las dos estábamos recostadas y desnudas, cerré los ojos mientras ella rozaba con las yemas de sus dedos la piel de mis caderas, al cabo de un par de minutos había quedado profundamente dormida…

Continuará…