La Candidata

Primero de la serie de relatos “Cuentos para dormir despierto”

CUENTOS PARA DORMIR DESPIERTO

La Candidata

Mi hermano Francisco siempre ha sido muy sociable. Yo? Soy lo opuesto, reservado, soy más bien discreto, observador. Ese día Paco insistía en sacarme de mi depresión post ruptura, quería que lo acompañara a un mitin político. -Vamos Sebas, anda, ¿te vas a quedar viendo Netflix otra vez? Llevas una semana así, ya fue “bro”, total, solo anduvieron tres meses, no fue para tanto.

Se refería a Sonia, mi ex, no voy a hablar mal de ella, era buena chica, solo que no había química, así que de mutuo acuerdo decidimos terminar la relación, tal vez lo único que extrañaba era su trato gentil y tierno.

-Está bien, ¿a quién vamos a apoyar hoy? Al gordito parlanchín? Al viejito lujurioso o al juez implacable?

-Nada de eso, el partido decidió apoyar a una mujer.

-¿En serio?, -pregunté con asombro. Todo mundo sabía que en ese partido siempre habían apoyado a hombres, nunca, jamás, a una mujer.

-Ha sido militante, lleva muchos años dentro del partido, siempre estuvo como, ¿cómo te explico? como detrás de la puerta, para que me entiendas- explicó Paco.

-¿Como el poder tras el trono? -pregunté en tono burlón, mientras salíamos al garage, para subirnos a mi auto.

-No, ni eso. Mira, no la ubicas porque no vas muy seguido a este tipo de eventos. Yo la he visto, es muy servicial, muy educada, su papá ha tenido varios cargos políticos, ella es como la que a todos apoya, pero nadie pela. Como la gordita buena onda.

No pude contener la carcajada mientras conducía, -¿tanto así?

-Si, ademas de que agraciada nunca ha sido, pobre, todas las hijas sacaron los genes del papá, porque la mamá, que es de buena cuna, por cierto, es una señora a pesar de sus buenos años, muy atractiva.

-No bueno!!!, cabrón, te sabes la vida de medio mundo.

-Así es la política, un poco de “grilla”, un poco de chisme y un poco de escándalo.

-Y ¿cómo resultó electa? Si todo mundo sabe que no apoyan ni apoyarán mujeres dentro del partido, creo que ella es la primera, ¿no?, además, por cómo me cuentas, es una oveja dentro de una manada de lobos, se la van a “comer viva”.

-Pues creo que al papá, le deben “muchos favores” y ahora es cuando ha decido cobrárselos. Digo, no va para presidenta de la República, apenas está despuntando, igual y por ser mujer gana, tiene dos puntos fuertes: uno, el colmillo político del papá, que de seguro ya la ha de ver instruido muy bien, el viejo es un cabrón, un tiburón, todo mundo lo sabe y dos, que ahorita la onda feminista está en su mejor momento.

-Pues gracias por el chisme. Ya llegamos, dije apagando el auto.

Ya había mucha gente en el lugar, yo decidí mantenerme cerca de mi hermano. Entre empujones, gritos y porras, logramos llegar al frente de una gran tarima.

-Vente vamos a saludar a unos amigos, en lo que llega Paola, la candidata, -dijo mi hermano jalándome del brazo.

Al poco rato, empezaron los gritos, la gente ondeaba con entusiasmo sus banderitas rojas, y gritaban al unísono: “Paola, Paola Baltazar, contigo, contigo, si vamos a ganar”

Le dije a mi hermano al oído:

-Oye, pues en las fotos no luce mal, la tal Paola. Pensé que sería físicamente poco agraciada, tomando en cuenta que el papá es el típico político moreno, gordo, calvo y chaparro.

-Nada que una buena cirugía no resuelva. Ambos soltamos una risa burlona.

Por fin, Paola llegó al mitin, debido a la gran cantidad de gente, solo alcanzaba a ver su brazo derecho agitándolo en señal de saludo y abriéndose paso entre la multitud. Mi hermano y yo esperábamos al pie de la gran tarima que servía también de escenario. Paola se acercaba con dificultad al frente, para poder subir y dar su discurso de cierre de campaña. Conforme se acercaba pude verla bien. Era una mujer delgada, alta, morena clara, de cabello largo y lacio. Sus facciones muy finas, labios carnosos, ojos negros y dientes perfectos, definitivamente las fotos de la campaña no le hacían justicia.

Al momento de subir por la escalera, casi tropieza frente a mi, yo, alcancé a tomarla del brazo evitando una desgracia mayor. Intercambiamos miradas por un instante, en ese momento, algo pasó conmigo, no sé si era su perfume, sus labios , o qué carajo, pero desde ese día, la tuve presente.

Mientras subía a la tarima, pude ver su bien trabajado trasero, era firme, redondito, el cual terminaba en unas piernas largas y contorneadas, eso era lo único que dejaban ver sus ajustados jeans blancos.

Mientras daba su discurso, no podía dejar de mirarla. Verla entusiasta, animando a la gente, sonriente, dando muestras de agradecimiento y apoyo, despertó algo en mi, mi instinto animal, que me hizo pensar cosas pecaminosas en ese instante.

-¿Qué será poseerla?, pensé. Todo a mi alrededor se ensordeció, mi cabeza solo tenía cabida para pensamientos sexosos, quería hacerla mía, cogerla ahí mismo.

El evento terminó y fuimos invitados, gracias a mi hermano, a una recepción muy íntima, solo para allegados a la candidata y su equipo.

No quería perderme detalle alguno, así que, como era mi costumbre me aparté de todo mundo, me ubiqué en un buen rincón, justo para estudiar cada movimiento de esta hermosa mujer que me había robado, de momento, los suspiros. Se movía con tanta soltura, con una seguridad que hacía imposible no verla, ahora si pude escudriñarla bien, con cuidado, en la intimidad de un círculo pequeño de allegados.

-¿Qué haces “güey”?, vente a saludar. Mi hermano me sacó de mi zona de confort.

-Don Claudio, él es mi hermano Sebastián, como le comentaba hace rato, llevamos mucho tiempo en el partido y pues aquí estamos, asombrados y muy contentos de apoyar a su hija Pao.

-Mucho gusto Licenciado Baltazar, Sebastian Ordóñez, a sus órdenes -dije en tono formal, extendiendo mi mano para saludar a mi futuro suegro, aunque nadie lo sabía aún.

-Hombre, sin tanta formalidad, dime Claudio, cómo todos mis amigos me dicen, somos del mismo partido, o qué no?

Solté una risa nerviosa. Por supuesto don Claudio. En ese instante se unió a la plática Paola.

-¿Papá? ¿Paco? ¿De qué tanto hablan? -dijo tomando por el brazo a su papá y a mi hermano.

-Mira Pao, él es mi hermano Sebastián -dijo Francisco, empujándome hacia ella.

-Ho,Hola señorita, -dije tartamudeando, me suele pasar cuando me pongo muy nervioso. Hacia mucho no me sentía así, por lo general tiendo a controlarme, rara vez alguien me saca de mis casillas, pero ella tenía algo, una energía, un imán, que era imposible no ponerse nervioso.

-Hola Sebastián, mucho gusto!!! dijo Paola, dándome un abrazo muy fuerte. Sentí sus pechos contra el mío, qué sensación tan exquisita, eran suaves.

-Paco, Claudio, vengan por favor! Alguien llamó a mi hermano y al papá de Paola, dejándonos solos. No sabía que hacer, metí las manos a las bolsas de mi pantalón para secarlas un poco, sudaban mucho y no quise que ella se diera cuenta. Saqué una mano, acomodé mis gafas sobre mi rostro, ¿qué más podía hacer? ¿qué le decía?, finjí no verla, haciéndome que veía el ambiente del lugar.

-¿Por qué me observabas tanto? -dijo Paola acercando su boca a mi oído, su tono de voz, era aterciopelado, sensual.

-¿Perdón? dije fingiendo demencia.

-Claro que te vi!, en este medio, tienes que aprender a cuidarte las espaldas y a tener ojos y oídos en todos lados.

Muy hábil, -pensé. Sin lugar a dudas las enseñanzas del papá estaban resultando.

Saqué fuerzas de flaqueza, tenía que traer de vuelta de inmediato al Sebastián agudo, observador, que no se deja intimidar.

-Eres muy observadora, igual que yo.

-No has respondido mi pregunta -dijo Paola en un tono autoritario, eso me calentó. Por un instante la imaginé arriba de mi, desnuda, dándome cachetadas pidiéndome que se la metiera hasta el fondo.

-Eres la protagonista, creo que no soy el único que tiene los ojos puestos sobre ti. Muchos y muchas aquí quieren una selfie contigo, aunque sea un apretón de manos, ¿no?

-No soy tonta Sebastián, aunque debo admitir que eres bueno cambiando de tema. En fin, ¿quieres tomar algo?

-Si claro, ¿tú tomas algo también, no?

Caminamos hacia la barra del lugar y pedimos dos whiskies.

-Ya quiero que acabe esto y ponerme a trabajar, esto del proselitismo me agota, me aburre. La gente quiere acción, no circo.

-Pues pasadas las elecciones tendrás tu oportunidad, estás muy bien posicionada en las encuestas, es seguro que ganes.

Paola se volteó a verme con cara de “tú no por favor, no necesito otro lambiscon”.

-¿Qué?, ¿dije algo malo? -pregunté

-¿Me llevarías a mi casa? Prefiero que el chofer lleve a mi papá, ya está algo entonado.

-Si, claro, a la hora que tú me digas. Déjame avisarle a mi hermano y te veo afuera.

-Paco, Paco, -grité a mi hermano-ya me voy güey, te veo mañana. Llevaré a Paola a su casa.

-¿Qué? no mames! No vayas a hacer una pendejada cabrón, su papá es de armas tomar y no lo queremos de enemigo, eh.

-¿Cómo crees?! Ella me pidió llevarla a su casa, la dejo en la puerta y me voy para la casa, ya estoy engentado.

-Sale, vete con cuidado. Te marco al rato.

-En el trayecto a casa de Paola, manejando, me sentí más tranquilo, más a gusto. Ella iba hablando por teléfono, su aspecto denotaba cansancio, hastío, se notaba que ya estaba hasta el gorro.

-Muy bien, ¿aquí es? -pregunté interrumpiendo su llamada.

-Este, si, mañana nos buscamos abogado, acabo de llegar a mi casa, te llamo. Bye. -dijo Paola a la persona al otro de la bocina.

-Perdón Sebastián, ando hasta la madre de trabajo. Si, aquí es mi casa, ¿gustas pasar?.

-Me imagino que querrás descansar, ya empieza a oscurecer y...

-Y nada, anda tómate algo conmigo y te vas a descansar, ¿te late?

-Pues no se diga más, vamos!

Entramos a su casa, muy grande, por cierto, vivía sola, con la servidumbre y un pequeño gato blanco, según me contó.

-Toma asiento, siéntete en tu casa, voy a cambiarme.

-Si, gracias. Mientras Paola subía las escaleras corriendo, alcancé a escuchar...

-Sírvete lo que gustes, ahí está el bar, enseguida bajo.

Al parecer ese día no había nadie en casa, nadie acudió a recibirnos, tal vez porque era domingo. Caminé al bar, abrí una botellita de Perrier y observé parte de la casa, con mi agua en la mano.

-Listo! Ya me siento más a gusto -dijo Paola quien lucia una blusa de tirantes, un short y descalza.

-Ay no sabes qué alivio es llegar a casa, despojarte de brasier, tacones y recoger el cabello.

-¿Te sirvo algo? -dije interrumpiendo la plática.

-Deja yo me sirvo, ¿qué te serviste? ¿Agua? -soltó una carcajada- No inventes, tengo leche también por si quieres algo más fuerte.

Los dos soltamos la carcajada.

-Ven, acompáñame a la cocina, vamos por un Möet y me ayudas a abrir la botella, es que me da miedo el corcho.

Llegamos a la cocina, muy amplia, muy ordenada. Me paré atrás de ella sin saber qué hacer, ella a unos pasos de mi, abrió el refrigerador y se inclinó para sacar la botella. Ahí la tenía, justo como quería, mostrándome su bello culo dentro de ese diminuto short, que me pedía a gritos arrancarlo y hacer lo mío.

Debo confesarles, que hacia un buen que no tenía relaciones, Sonia nunca fue muy sexual, cuando les dije que no había química, a eso me refería, en tres meses de noviazgo, solo cogimos dos veces y fue muy soso, a decir verdad. Nunca me pasó por la cabeza serle infiel, así que, durante mucho tiempo, mi mano y yo fuimos excelentes amigos.

-Me pasas dos copas por favor, están en el mueble de enfrente, hasta arriba.

-Si claro, -saqué dos copas y las puse sobre la barra de la cocina.

-No sabía que Francisco tuviera hermanos, -dijo Paola mientras me daba la botella para abrirla.

-Solo somos él y yo, mi hermano es más sociable y se la vive en todos los eventos políticos, por eso lo conoces más a él que a mi.

-Cuidado, pásate atrás de mi, no te vaya a pegar con el corcho -le dije a Paola antes de abrir la botella. Corrió como niña traviesa y se aferró a mi espalda, ya sin tacones, era un poco más bajita, encajamos perfecto- pensé.

Abrí la botella y la espuma se dejó venir, Paola se apresuró a poner su boca para beber la espuma, cómo desee en ese momento que esa botella fuera mi verga, creo que hasta me excité, viéndola bañarse en champagne, con sus labios pegados a la botella, escurriendo de su boca a su playera, la cual estaba mojada, dejando ver un poco sus pezones y sus deliciosos senos firmes.

-¿Quieres? -dijo Paola extendiéndome la botella y viéndome con una mirada lujuriosa.

-Así, ¿directo de la botella? -dije con un tono burlón y lujurioso también.

-Claro, para que ensuciar más.

Tomé la botella y le di un buen sorbo. Paola me empujó la botella haciendo que saliera líquido de más, me mojé la cara y la camisa.

-ja,ja, ja, oops, perdón, ¿te mojé? -dijo Paola en tono sarcástico, al mismo tiempo que corría por la cocina, en espera de que la persiguiera.

-Ven acá, esto no se queda así, -dije soltando una carcajada.

Paola gritaba y corría por la cocina esquivándome, parecíamos un par de niños pequeños corriendo por toda la casa.

Finalmente la atrapé en las escaleras que conducían a las habitaciones y la tumbé sobre ellas. Sin quererlo caí sobre ella. Nuestras caras quedaron una muy cerca de la otra, fue inevitable, tenía que besarla.

Fue algo mágico, la casa ya estaba casi a oscuras, solo nos alumbraba un farol de la calle que daba a una de las ventanas. Paola respondió el beso. Yo trataba de no verme tan urgido, tan caliente, mi beso fue muy quieto, tímido. Paola me tomó por el cuello y me acercó bruscamente hacia ella, era lo que yo quería: autoritaria, decidida, intensa, apasionada igual o más que yo.

Respondí el beso con más fuerza, le mordí sus carnosos labios, desvié mi boca hacia su cuello, olía delicioso, ella, bajó su mano a mi bragueta y la abrió. No lo podía creer, además de sexy e inteligente, era una chica de tomar la iniciativa. Me gustaba.

Yo hice lo propio, bajé mi mano a uno de sus senos empapados y empecé a masajearlo, suave, jalé la playera hacia abajo para dejarlo al descubierto. Su pezón estaba cómo mi verga, erecto, listo para ponerlo en mi boca y así lo hice. Empecé a chupar su pezón, regresaba a sus labios, los mordía, volvía a aferrarme al pezón, a lamerlo, a meter su seno en mi boca. Alcanzaba a oír sus gemidos, me gustaba ver cómo se arqueaba debajo de mi. Desabotonó mi pantalón, dejando salir una muy buena verga, ansiosa, lista para lo que me ordenará.

Nos quedamos viendo por un instante, sin decir nada, nos volvimos a besar, al mismo tiempo que ella desabotonaba mi camisa y yo le retiraba su playera mojada.

Me encantó tenerla ahí, tirada sobre los escalones, deliciosa, ansiosa por que me la cogiera. No podía contenerme, traté de ser lo más caballeroso que pude, pero ella pedía a gritos que la tratara como a una puta. Quedé parado, desnudo frente a ella, a media luz, ella se sentó en uno de los escalones y empezó a mamar mi verga. Dios, que delicia!!! Sabía lo que hacía y vaya manera de hacerlo. Sus labios apretaban mi pene, lo tenía perfectamente ensalivado, metía y sacaba mi verga de su boca, no quería que terminara. Tuve que detenerla, ella también tenía derecho a gozar y yo me encargaría de eso. Me hinqué frente a ella, le abrí las piernas mientras observaba curiosa, se chupaba los dedos de manera sugestiva que me abalancé sobre su boca, le mordí los labios, mordí sus pezones, su cuello, y cada gemido era un detonante para mi. Metí mis dedos en su vagina, muy despacio, lento, apenas si la punta, acariciaba su clitoris y se retorcía de placer, volvía a meter solo la punta de los dedos, estaba bastante húmeda, empujaba mi mano hacia ella y yo me resistía, quería oírla pedirme que ya, que me la cogiera. Y así fue, estaba bastante excitada, que me dijo que le metiera mi verga, ya!!

-Metela carajo!, la quiero adentro cabrón, me urges.

Quien se iba a imaginar que aquella señorita, recatada, catalogada de insignificante, atrás de la puerta, en realidad era una “femme fatale”.

-¿Quieres probarla?- dije sosteniendo mi verga erecta con una mano.

-¿Qué no me oíste cabrón?, no fue por favor, fue una orden.

-Ah, te gusta jugar rudo. Muy bien, así será entonces.

Ella se incorporó y subió corriendo las escaleras. Yo desnudo, corrí detrás de ella. Abrió la puerta de una de las habitaciones y entró corriendo y antes de que yo pudiera entrar, fingió cerrarla, puse mi rodilla para evitar que cerrara y empujé la puerta. Ella se quedó parada sin saber que hacer, la tomé por la cintura, le di la media vuelta y la aventé boca abajo sobre la cama.

Eso pareció excitarle, acto seguido empecé a besarle la espalda al mismo tiempo que enredaba su largo cabello en mi mano derecha. Jalé de su cabello hacia mi, lo que provocó que se arqueara, con la mano libre empecé a jugar con su senos y resbalé mi mano hacia su vagina.

Ella no paraba de gemir, aún estando boca abajo, solté su cabello para despojarla de su diminuto short. La puse en posición de cuatro y empecé a besarla toda, de atrás para adelante y viceversa. Era algo delicioso, de ensueño, perfectamente depilada, suave, húmeda. Me alisté para embestirla y le dejé ir mi verga con todas las ganas acumuladas que tenía. Empezó a gritar, a moverse como ninguna otra, me restregaba sus perfectas nalgas en mis testiculos, podía sentir como sus líquidos me los bañaban. Se movía en círculos, de arriba a abajo, yo pretendía tener el control, pero al final ella acabó dominándome, se daba a mi verga en la forma que quería y cómo quería, despacio, suave, la punta, hasta el fondo, subía, bajaba, yo, estaba sudando, mi pene resbalaba delicioso sobre su vagina empapada, tenía la piernas débiles, yo de pie y ella en cuatro, vaya escena!!!

-Me voy a venir, me voy a venir.

En ese momento, ella se soltó de mi y se volteó boca arriba.

-Quiero toda tu leche sobre mi cuerpo, ándale dámela, cabrón!

Tomé mi verga y me masturbé un poco frente a ella, la leche ya estaba en la punta, ella por su lado, metía y sacaba sus dedos de la vagina y me los daba a lamer.

-Ahhhhhhggg, carajo!!!! Qué buena venida!!

-La primera de la noche mi amor, por qué te vas a quedar a dormir conmigo.

CONTINUARÁ...