La camarera
Aventura de una noche, que se prolongará o no... Agradezco comentarios en satiromaduro@hotmail.com
Llevaba tiempo fijándome en la chica que me ponía el café todas las mañanas, era bastante extrovertida, pero nunca habíamos entablado más que la tipica conversación sobre el tiempo o algún comentario esporádico referente al periódico, de hecho ni siquiera sabía su nombre. Era delgada, de pelo oscuro y corto, era guapa, de labios carnosos y unos enorme ojos que parecían escrutarlo todo desde un refugio secreto. En el bar siempre vestía un pantalón y la misma camisa que el resto de camareros, pero se adivinaba un cuerpo bonito y el pantalón marcaba un culo redondeado y firme en el que, la verdad, no podía evitar fijarme cada vez que se inclinaba detrás de la barra.
Alguna vez había pensado en entablar algún tipo de conversación con ella, pero nunca apareció la oportunidad y la verdad no sabía como acercarme a una chica de su edad y me sentía algo ridículo.
Ese viernes estaba con un par de compañeros de la oficina comentando la cena de navidad de esa noche, intentando adivinar como llegar al restaurante, cuando desde detrás de la barra nos interrumpió.
– Desde la plaza de la catedral está en la segunda bocacalle a la derecha
– eh...gracias – dije sorprendido por su comentario
– Trabajo allí los fines de semana – dijo riendo – así que me parece luego os veré, espero que seais generosos con las propinas
– Siempre que el servicio lo merezca – respondí recuperado de su intervención
Se alejo riendo hacía la máquina de café y nos dió la espalda.
Esa noche mientras me dirigía al restaurante me sorprendí pensando en ella, en que ni siquiera sabía su nombre pero que me apetecía verla esa noche. Cuando entré en el local busqué a mi compañeros por encima de las cabezas y de pasó intenté localizar a la chica, pero sin suerte en el segundo caso. Mis compañeros ya estaban bastante alegres, al parecer varios había decidido no ir a casa después de trabajar y había recorrido varios bares saqueando vinotecas y parecían más una horda de vikingos que unos tipos que de lunes a viernes pasan 12 horas con una corbata en un trabajo monótono y gris.
Cuando nos dijeron que la mesa ya estaba preparada entramos en el comedor como una excursión escolar, hablando más alto de normal y revoloteando alrededor de las sillas hasta acomodarnos. Yo observaba los comportamientos y reía los comentarios etílicos de mis compañeros de mesa, siguiendo algunas bromas, aunque algunas no tenían demasiada gracia desde mi sobriedad.
– buenas noche, me llamo Sonia y hoy seré su camarera
Me giré al escuchar la voz, que reconocí como la de la camarera del bar y me encontré con sus enormes ojos clavados en mi.
Varios comenzaron a aplaudir y pedir vino como si no llevarán bastante encima. Alguno hasta lanzó un silbido que ella ignoró con una sonrisa, seguramente no era la primera vez que se veía en esa situación y parecía saber como lidiar con ella.
Empezó a tomar nota de nuestros pedidos y cuando me llegó mi turno volvió a clavarme esos enormes ojos verdes
– veo que lo has encontrado, ¿que vas a tomar? - dijo sin cambiar su sonrisa, aunque no se me escapó el detalle de que no me trataba de ud.como al resto, pese a conocer a varios igual que a mi.
– ¿qué me recomiendas?
– Lo que te apetezca, está todo muy bueno.
– Mmmm...pescado, el que mejor pinta tenga, lo dejo en tus manos.
Ella asintió y desapareció por la puerta de la cocina con la comanda. Este uniforme la sentaba mucho mejor, era una falda negra con un poco de vuelo por la rodilla que dejaba ver unas bonitas piernas y una blusa blanca, no muy transparente, pero bajo la que se adivinaba un sujetador negro. No pude evitar pensar en como sería desnudarla, pero deseché esos pensamientos y me centro en la jarana y las chanzas de la cena, alguna referida a lo buena que estaba la camarera incluidas.
No volví a verla hasta que llegó el turno del plato principal, aunque observé como se movía entre las mesas llevando y trayendo pedidos. Fue sirviendo los platos y cuando llegó mi turno colocó una lubina espectacular delante de mi.
– Espero que te guste, el cocinero me ha dicho que era lo mejor de hoy.
– Muchas gracias, seguro que si – dije sonriendo- tiene un aspecto delicioso.
– Luego me cuentas – respondió mientras continuaba con su trabajo.
Varios de mis compañeros estaban ya bastante perjudicados y cuando Sonia volvió para recoger los platos uno empezó a hacer comentarios fuera de lugar sobre sus piernas.
– Para un poco hombre, deja a la chica trabajar en paz – le recriminé
– ¿No tengo piernas bonitas o que? - respondió ella mirándome
– esto....si...claro, pero...- tartamudeé sorprendido
– Entonces deja a tu amigo, total... los niños y los borrachos dicen la verdad y este parece un niño borracho incapaz de hacer nada que no sea hablar. Además los niños que no se portan bien se quedan sin postre – dijo mientras se giraba sin ni siquiera mirarle.
Estuvimos un buen rato riéndonos de su respuesta, aunque yo pensaba en como me había sorprendido su reacción, sin dejarse intimidar por un borracho y saliendo airosa de la situación.
Cuando llegó el turno de los postres no pusieron nada delante de mi compañero, pero en mi plato había dos trozos de tarta, lo que provocó aún mas risas. Aunque al poco apareció ella otra vez y coloco el postre delante de él mientras le recomendaba dejar de beber por hoy.
Mientras otro camarero tomaba nota de las copas y los cafés aproveché para escabullirme a la calle para fumar un cigarro. El aire frio me despejo mientras paseaba frente al local hasta que una voz me sorprendió.
– Estaba rica la lubina? - la voz salía del portal de al lado
– Si, gracias, muy buena – respondí acercándome, aunque ya sabía quien era la dueña de la voz oculta en la penumbra – y por cierto, siento lo de mi amigo
– No pasa nada, estoy acostumbrada, es curioso ver como muta la gente de la hora del café con unas copas de más – respondió riendo.
– Sonia, verdad?
– Si, y tu eres Luis
– Vaya, yo no sabía tu nombre hasta hoy
– Es que yo pongo atención, aunque parezca despistada. He oido como te llamaban
– Fumas? - pregunte mientras sacaba el paquete
– No, solo salgo aquí a tomar el aire
En ese momento un carro de la limpieza dobló la esquina y me obligó a refugiarme en el portal con ella, subidos a un escalón. Involuntariamente tropece y me agarré a ella por la cintura.
– Perdón – dije retirando mi mano
– No pasa nada – dijo riendo – hace frio y se agradece algo de calor, así me tapas el viento.
Tenía su rostro a pocos centimetros del mio y animado por su proximidad y seguramente el vino me lancé..
– Las piernas no es lo mas bonito que tienes – dije – tienes unos ojos espectaculares
– Gracias, y eso que no has visto nada!!! - soltó en medio de una carcajada
– por desgracia – respondí sorprendido por su espontaneidad
– Cierto – respondió – ahora debo volver a atender borrachos – y con un rápido movimiento despareció dentro del restaurante
“Idiota” pensé para mi, estaba seguro de que me había pasado con mi comentario. Volví a la mesa reprochándome aún mi comportamiento y me uní a la algarabía. Un buen rato después eramos la última mesa y decidimos continuar en un pub cercano. Mientras salíamos pregunté a otro camarero por Sonia y me señaló una puerta al fondo. Quería disculparme y despedirme intentando borrar la mala imagen.
Abrí la puerta y me encontré en una pequeña oficina. Sonia estaba tumbada en un sofá pequeño del que colgaban sus piernas.
– Hola...quería despedirme y darte las gracias...y de paso disculparme
– Por? - dijo ella mientras se incorporaba
– Por mi comentario, no hemos vuelto a verte y he supuesto que entre lo de antes y lo de la calle estabas harta de nosotros
– Noooo -dijo ella – era mi hora de descanso, no me has molestado. En absoluto – recalcó.
– Estupendo dije, porque me sabía mal irme así
– Si me hubieras molestado no te habría puesto postre doble – replicó riendo
– En ese caso muchas gracias por todo – dije mientras me dirigía de nuevo a la puerta – el lunes nos vemos en el café
– Espera – dijo de improviso – así que mis ojos son más bonitos que mis piernas? - preguntó con sonrisa divertida
– bueno....ambas partes están muy bien – respondí un poco cortado
– Ah si? - dijo mientras se acercaba – y que mas?
– Esto...supongo que el resto también esta muy bien
– Por eso me miras tanto?
– Vaya...tanto se me nota?
– No demasiado, pero te dije que me fijo en todo
– Y yo pensado que era discreto – respondí por decir algo
Ella se acercó aún más y se paró justo delante de mi, a pocos centímetros.
– Ahora puedes mirarme tranquilamente – dijo clavándome los ojos
– Haría más que mirarte – dije sin saber muy bien porqué
– ¿De verdad, el que?
No respondí, agarré su cintura con las dos manos, la atrajé hasta mi y busqué su boca. Fue un beso suave, saboreando sus labios y note como ella los entreabría correspondiéndome mientras buscaba la punta de mi lengua con la suya. Mis manos bajaron por sus costados, hasta acariciar sus caderas. El beso aumento de intensidad, chupe sus labios, envolví su lengua con la mia y la apreté contra mi cuerpo.
- Ya era hora – dijo ella
- ¿ah si?
- Si…llevo semanas pensando como decirte algo
- Bueno….pues ya somos dos – contesté con una sonrisa.
Ella no respondió y me devolvió el beso con más fuerza aún. Con mis manos en sus caderas la giré hacia la pared y atrapé su cuerpo con el mio mientras daba un pequeño mordisco en su labio inferior que provocó un gemido de respuesta. Mis manos recorrieron su cuerpo, saqué los faldones de su blusa y ansioso agarré sus pechos. Apreté. Otro gemido llenó su boca cuando los retorcí suavemente. Al ver su respuesta desabroché los botones con dedos torpes por el deseo. Un sujetador de encaje negro apareció ante mis ojos. Mi boca se deslizo por su cuello, rozando su piel con mis dientes mientras mis labios llegaban al borde del sujetador. Ella se termino de quitar la blusa y con un rápido movimiento se desabrochó el sujetador. Deslicé los tirantes por sus hombros, besándolos. Cuando cayó aparecieron sus pechos, redondeados, suaves y con pequeños pezones marrones que mostraban su excitación.
- Joder – exclamé
- ¿Te gustán?. Son tuyos.
Sin esperar más mi boca los recorrió ansiosos, besando, buscando sus pezones con la punta de mi lengua, notando su piel tibia y como su respiración se aceleraba al aumentar la intensidad de mi juego. Mordí su pezón, estirándolo suavemente entre mis dientes. Ella colocó sus manos sobre mi cabeza y me apretó contra su pecho. Succioné, chupe, lamí y mordí ansioso. Sus gemidos iban en aumento y eso me excitaba más aún. Mis manos agarraron sus tetas con fuerza, apretando hasta que mis dedos se cerraron alrededor de sus pezones retorciéndolos con ganas. La saliva caía de mi boca solo para recogerla con mi lengua al segundo siguiente. A esas alturas no pensaba en nada más que disfrutar de ese cuerpo y hacer que esa mujer suplicara más y más.
Me arrodillé, besé su vientre y mis manos comenzaron a levantar su falda acariciando sus muslos. Un tanga a juego con su sujetador apareció ante mis ojos, besé su pubis y sentí en mis labios la incipiente hinchazón de sus labios. Recorrí sus inglés con mi lengua, disfrutando de la sensación del incipiente movimiento de sus caderas, de la suavidad de su piel, de su olor.
Mi lengua intentaba colarse bajo el tejido y saborearla por fin. Sus manos volvieron a colocarse sobre mi cabeza y guiaron mi boca por encima de su tanga, sin dejar de lamerla y frotar mis labios. Con las manos en sus caderas la giré y besé sus nalgas. Dí un mordisco que provocó un pequeño grito de sorpresa. Bese su piel en el mismo punto mientras acariciaba sus nalgas. Guiado por mi instinto di un pequeño azote que enrojeció levemente su piel. Al instante pensé que quizás eso había demasiado. Pero su voz me sacó de dudas.
- Más fuerte – gimió
Repetí. Esta vez sus nalgas se estremecieron y su gemido fue más audible. Bajé su tanga mientras ella se recogía la falda en la cintura. Mis dedos se clavaron en sus nalgas con fuerza y volví a besar su piel mientras la giraba de nuevo. Apoyé una mano en su vientre echando su cuerpo hacia atrás y cuando su espalda tocó la pared levanté su pierna apoyándola en mi hombro. Por fin tenía la tenía ante mi, expuesta, abierta y deseando lo mismo que yo. Mi boca se hundió entre los labios de su coñito, recorrí cada pliegue, lamí y besé ansioso. Su sabor llenó mi boca cuando sus flujos mojaron mis labios. Introduje mi lengua, moviéndola arriba y abajo hasta llegar a su clítoris. Lo atrapé con mis labios, los succioné y azoté levemente con la punta de mi lengua. El volumen de su gemidos aumentó llenando la habitación.
Mi lengua se deslizo en su interior…estaba muy humeda, deseosa, y mi legua correspondió su deseo. Entraba y salía, recogiendo cada gota, intentado llegar hasta el fondo recorriendo cada milímetro.
- Me corro – oi que susurraba.
Eso me hizo aumentar el rítmo. Sus manos se crisparon sobre mi cabeza, agarraron mi pelo, tiró de él y empujo su coño contra mi boca levantando sus caderas y sentí como sus flujos llenaban mi boca en cada contracción de su coño. Mi lengua se movió más lentamente.
- No pares – ordenó
No dudé en obedecer y reanude el movimiento de mi lengua y mis labios, otra corrida me llenó.
- Más – pidió
Cada petición me excitaba más y más chupe sus labios, di un pequeño mordisco y ella tiró de mi pelo con mas fuerza, pero sin apartarse de mi boca. Fuera de mi, la devoré sintiendo como se sacudía con un orgasmo tras otro. Mi cara estaba empapada de sus flujos, los sentía correr por mi barbilla, entre mis labios y disfrutaba de ello cada segundo.
Me levanté hasta besar su boca. Jadeaba, sus ojos brillaban. Se palpaba su excitación. Sin tardar un segundo desabrochó mi pantalón y sacó mi polla. A esas alturas estaba tan dura que me dolía. La acarició la apretó, jugó con mis huevos, arañándolos levemente provocando mis gruñidos de satisfacción. Devoré su boca mientras lo hacía y mi mano bajo directa entre sus muslos. Su coño estaba chorreando por la mezcla entre sus flujos y mi saliva. Frote toda la palma de mi mano por el y ella me correspondió apretando aún más mi polla. Mis dedos se deslizaron arriba y abajo y mientras miraba a sus enormes ojos, dos de mis dedos la penetraron sin previo aviso. Todo su cuerpo se encogió mientras gemía. Los dedos resbalaron en su interior sin encontrar resistencia, resbalando tan dentro como su longitud permitía. Comencé a follarla con ellos. Otro orgasmo la lleno.
- Cuantas veces puedes correrte?
- Tantas como seas capaz de provocar – respondió entre gemidos.
Ese comentario solo hizo que redoblara mis esfuerzos y cuando mis dedos volvieron a entrar esta vez eran tres. Hundió la cabeza en mi hombro y me mordió, ahogando su grito a la vez que movía las caderas buscando más. El sonido de mis dedos entrando y saliendo era perfectamente audible, chapoteaban una y otra vez en los flujos que resbalaban hasta mojar sus muslos.
- Me toca a mi – dijo después de su última corrida
- No he terminado - respondí
La agarré de de la nuca y la giré de cara a la pared, pegándome a su cuerpo. Mi polla pegada a ella se deslizaba entre sus nalgas arriba y abajo.
- Voy a follarte – susurre en su oido
Aplastando su cara contra la pared me agarré la polla con la mano libre y la guié hasta la entrada de su coño. Restregué mi capullo entre los humedos, hinchados y calientes labios de su coño. Lo azoté. Gimió.
- Metela ya
- ¿Eso quieres?
- Siii
- Tendrás que pedirlo bien…- susurré mientras mi mano rodeaba su cuello y agarraba su garganta.
- Metela – volvió a pedir.
Otro azote de mi polla en su coño la hizo jadear
- Follame joder – urgió – mete tu polla hasta el fondo, revientame
- Eso es….- respondí complacido
Sin esperar embestí con fuerza, tenía tantas ganas como ella. Su grito tapo mi gruñido cuando mi polla entró hasta el fondo, llenando su coñito. Empecé a bombear ansioso. Mi polla entraba y salía sin parar. Su coño la engullía con igual ansia y nuestros gemidos se extendían por todo el cuarto. Note las convulsiones de los músculos de su coñito cuando tuvo un nuevo orgasmo. La presión sobre mi polla, el sonido, el olor, todo contribuía a excitarme más aun y a embestir con mas fuerza. Sus orgasmos empezaron a sucederse uno tras otro, algo que contribuía a que yo estuviera deseoso de más, de conocer sus limites y seguir hasta caer rendido.
- Quiero que te corras, que me llenes – me dijo girando la cabeza
La voz con que lo dijo, su mirada, como tenía los labios entreabiertos buscando aire provocó que me excitara más de lo que había pensado que fuera posible. Asentí sin decir palabra. Solté su cuello. Agarré sus caderas con ambas manos y empecé a follar su coñito más duro, más fuerte, desesperado. Una y otra vez. Me eche sobre ella, aplastando su cuerpo con el mío, mordí su cuello con fuerza.
- Adoro follarte – susurré
- Demuéstramelo – dijo con voz autoritaria.
Su orden hizo que me centrará en penetrarla deseoso de llenarla. Azoté su culo con toda la mano y volví a agarrarle de la nuca, aplastando su cara nuevamente contra la pared.
- Me corro – acerté a gemir
En un último espasmo sentí como explotaba en su interior, como mi leche se derramaba en su interior, mientras ella movía las caderas buscando más.
Jadeando me desplomé sobre su hombro.
- ¿qué tienes para excitarme asi?
- No lo sé – respondió riendo – pero si eso es cierto, quiero que lo demuestres.
Se zafó de mis brazos y cogiéndome de la mano me condujo hasta el sofá y me sentó mientras se arrodillaba. Sus manos subieron por mis muslos.
- Veamos cuantas ganas me tienes aún.
Agarró mi polla con una mano en los huevos, masajeándolos mientras me miraba a los ojos con una sonrisa lujuriosa. Mi polla aun semierecta reacción al contacto y volvió a endurecerse. Ella movía la mano suavemente arriba y abajo sin dejar de mirarnos. Lentamente disfrutando de mi mirada ansiosa se fue inclinando acercado sus labios a mi capullo. Cuando lo rozó un escalofrio recorrió mi espalda. Sus labios lo envolvieron, llenándolo de saliva, chupo suavemente y lentamente su lengua recorrió mi polla hasta la base de los huevos. Notaba la punta de la lengua acariciando mis venas hinchadas, deslizándose una y otra vez por todo lo largo de mi polla. Cuando volvió a llega a la punta mi polla empezó a desaparecer lentamente entre sus suaves labios. Acaricie su pelo mientras centímetro a centímetro mi polla se deslizaba entre sus labios hasta que la punta de su nariz rozó mi pubis. Mi mano recorrió su cara. Acaricié su mejilla y me recosté en sofá dispuesto a disfrutar de lo que se adivinaba una mamada increíble.
Su boca se movía lentamente, pero sin detenerse, su lengua, sus labios, el roce de los dientes, cada sensación me desquiciaba un poco más como si no acabará de correrme hace 10 minutos. Aumentó el rítmo y me incorporé para disfrutar del espectáculo. Engullía mi polla una y otra vez, su saliva mojaba mis huevos y la extendía con una mano, masajeándolos. Instintivamente apoyé la mano en su cabeza y acompañé su movimiento.
- No – dijo
- Si – respondí
Cuando intento separarse de mi polla mi mano la obligó a mantenerse pegada a ella.
- Mira como me has puesto…ahora quiero que me demuestres esas ganas que tenías – dije mirando su cara.
Ella intento apartarse, pero la sujete más fuerte, tirándola del pelo. Me agarré la polla con la mano. La restregué por su cara y azoté su mejilla.
- Cómeme la polla – y me di cuenta que la urgencia de mi voz provocaba su sonrisa, así que volví a fustigar su cara con mi polla dura – ahora! – Ella apretó los labios.
- Y si no lo hago? – respondió desafiante.
- Atente a las consecuencias – respondí
Sin esperar su respuesta agarré su garganta, obligando a que abriera la boca en busca de aire. Cuando lo hizo meti dos dedos en ella. Ella mordíó. Los retiré y sin pensar le di un cachete en la mejilla.
- Vas a comerme la polla ahora mismo – murmuré entre dientes.
Restregué mi polla por su cara, presionando contra sus labios, mientras la agarraba del pelo. Lentamente entreabrió sus labios y engullo mi polla en un solo movimiento que casi provocó mi corrida. Empezó a mover la cabeza, trangándose mi polla una y otra vez, siguiendo el ritmo que marcaba mi mano mientras apretaba su garganta. Deslice una pierna entre sus muslos hasta que mi pantorrilla rozo su coño a la vez que seguía haciéndome disfrutar. Ella agarró mi pierna y se pego a ella deslizándose arriba y abajo, haciendo que sintiera su humedad.
- Me gusta verte babear – dije con una sonrisa
Ella me clavo los ojos si dejar de engullir mi tragar mi polla y aumentó el ritmo mientras la saliva escurría por la comisura de sus labios, resbalando por mi polla cuando intentaba respirar. Sentía como estaba a punto de correrme, pero quería más, así que tiré de ella hasta sentarme encima de mi. Ansioso comí su boca, mordí y chupe mientras mis manos recorrían su cuerpo, agarrando su culo, estrujando sus pechos, retorciendo sus pezones mientras ella me mordía el cuello y movía las caderas buscando mi polla.
Con las manos en su culo, levanté su cuerpo y sentí su coño frotando mi polla mientras ella se agarraba a mis hombros y me clavaba la mirada. Asentí. Ella no necesitó más y se dejo caer, empalándose en mi polla dura, clavándosela hasta el fondo con un fuerte gemido. Sus movimientos eran continuos, largos y profundos acompañados de mis manos que guiaban su cuerpo. Sus uñas se clavaban en mis hombros mientras nos mirábamos a los ojos. Empezó a subir y bajar, dejándose caer con fuerza, agarré su pelo y eché su cabeza hacia atrás para llegar a su cuello. Besé y mordí mientras con la otra mano azotaba sus nalgas con fuerza. Nuevamente sus orgasmos se sucedían uno tras otro, su intensidad, la fuerza con que llegaban, hacía que los sintiera como propios.
Busqué sus pechos, los devoré provocando sus gemidos cada vez que mordía sus pezones.
- Vamos, quiero que te corras otra vez – me ordenó entre suspiros y jadeos
- Si…me muero de ganas de hacerlo, de reventarte, de llenarte de polla y correrme para ti una y otra vez…. – incluso yo note el ansia que llenaba mi tono de voz
Ella sonrió consciente de ello y empezó a mover sus caderas en círculos mientras subía y bajaba. Clavé una vez más mis manos en sus nalgas acompañando su movimiento y susurré…
- me corro
Un último orgasmo más profundo e intenso crispo cada músculo de su cuerpo, arqueando su espalda mientras soltaba un largo gemido.
Nos desplomamos uno en brazos de otro durante un par de minutos.
- uff… - fue lo único que acerté a decir
- Lo imaginabas así – preguntó divertida
- No…pensé que serías mas….”contenida”, la verdad – dije riendo
- ¿Contenida? – replicó – explícame eso
- Pues…más sosa, pensé que hacerlo contigo sería más…suave.
- Ah si? Entonces la próxima vez no me contendré…
- Habrá próxima vez? – pregunte en una carcajada
- Sólo si puedes cumplir mis expectativas….
Di un suave azote en su culito tras la chulesca respuesta.
- No presumas tanto, jovencita, no eres la única que se ha contenido
- No me lo pareció – respondió con sonrisa traviesa
- Ya lo veras…
- Más te vale o no volverás a tenerme – dijo mientras se levantaba.
Se colocó el sujetador y la blusa mientras yo buscaba los pantalones. Debajo estaba su tanga. Lo mostré colgando de un dedo.
- Creo que te lo devolveré la próxima vez, así me aseguro de que habrá cita – la desafié
- Me vas a dejar sin ropa interior? – preguntó con fingida alarma
- Ajá – asentí acercándome a ella y recolocando su falda mientras acariciaba sus caderas.
- Entonces….habrá que verse una vez más mal menos….