La camarera de piso
Conocí a una chica que me resultaba familiar... y pegamos un polvo espectacular.
La camarera de piso
Hola de nuevo. Para los que no me conozcan, os diré que me llamo Javier, y vivo en Valencia, España. He escrito tres relatos con anterioridad, y últimamente me estoy animando a escribir más historias que me han ocurrido gracias a todos los mails que me han llegado instándome a hacerlo. Es siempre un orgullo saber que tus historias se leen y, aún más, que sirven para que la gente se vea reflejada en ellos y se hagan protagonistas de la trama.
Os recuerdo mi descripción: 1,77 74 kg, castaño, ojos verdes, guapete y muy pero que muy bien dotado (en torno a 26 cm.), tanto que hasta llego a tener problemas a la hora de elegir pantalones que me sienten bien.
La historia que voy a contaros, que es absolutamente real como mis anteriores relatos, ocurrió hace ya hace varios años, cuando yo estudiaba todavía en la Facultad de Derecho en la Universidad de Valencia. Andaba yo metido entonces en una asociación que intentaba promover el intercambio de estudiantes entre distintas universidades de Europa, fundamentalmente de Francia y Gran Bretaña, y la verdad es que era una actividad apasionante. Aunque restaba horas al estudio, permitía adquirir una experiencia que en el momento de finalizar la carrera sabíamos que iba a ser de gran utilidad. Esta asociación, englobada dentro de un organismo supranacional, participaba frecuentemente en reuniones internacionales que, tratándose de gente joven, estudiantes universitarios, tenían siempre un 10% de trabajo y un 90% de fiesta loca. Yo ya había asistido a un par de reuniones (una en Lyon y otra cerca de Londres), donde se había confirmado la proporción de la que os hablo, pero en las que, imagino que en parte motivado por el ambiente sosillo de esos países, nunca me había pasado nada digno de contar en un relato de estos (ya me entendéis....)
El caso es que aquel año la reunión internacional se iba a celebrar en noviembre en la isla de Tenerife (paraíso de mujeres bellas, sol, playas...), con lo que todo apuntaba a que sería la bomba y además yo podía ir porque no me coincidía con exámenes. Total: fiesta asegurada. Con el resto de mis compañeros ya estábamos haciendo planes y pensando cómo las extranjeras vendrían con ganas de playa, de sol.... y de sexo, sobre todo cuando en sus países de origen estaban ya hace tiempo sin ver mas que nubes en el cielo.
Hasta allí nos desplazamos 6 personas de mi asociación (Yolanda, Anabel, Silvia, Carlos, Toni y yo). La reunión se celebraba en un hotel al sur de la isla que sólo con verlo daban ganas de quedarse a vivir allí para el resto de nuestras vidas: era un 5 estrellas, con unas piscinas impresionantes, cascadas de agua y unas vistas a la playa que quitaban el hipo. Las habitaciones eran triples y nos las repartimos, obviamente, los 3 chicos en una y las 3 chicas en otra, con lo que ahí ya salió un primer problema: no es que tuviéramos ninguna intención de atacar a nuestras compañeras, porque durante el curso habríamos tenido ya infinidad de oportunidades, pero era evidente que si alguno de nosotros pillaba tendría que aliarse no sólo con uno, sino con dos compañeros, para que le cedieran la habitación. Pero... y si ligaba más de uno?.
Ante tal inconveniente, hicimos un pacto: no molestaríamos a cualquiera de los otros dos, así que habría que buscarse la vida para continuar con lo empezado (si empezaba en algún momento, claro) donde Dios nos diera a entender: la playa, la piscina.... pero NUNCA en esa habitación.
Llegamos sobre las 11 de la mañana y la primera sesión empezaba a las 4 de la tarde, con lo que decidimos que hasta entonces disfrutaríamos de la piscina. Rápidamente nos cambiamos, nos pusimos el bañador y bajamos los seis a la piscina, a lucir nuestros descoloridos cuerpos del mes de noviembre.
La situación era inmejorable: mientras en Valencia seguía habiendo clases, atascos de tráfico, gente trabajando, nosotros estábamos tumbados al sol, con una cerveza muy fría en la mano y con 5 días por delante para trabajar un poquito e irnos de juerga mucho más.
Mientras estábamos tumbados, comenzamos a hablar del proyecto que íbamos a presentar en una de las ponencias, acerca de las posibilidades de financiación de asociaciones de nuestro estilo, y sobre el que habíamos estado trabajando mucho los 6 durante los últimos meses. Recordé que había dejado en la habitación el boceto de la presentación.
- ¿Por qué no vas a buscarla y la preparamos un poco más?, dijo Yolanda
Me levanté y me dirigí a por los documentos. En el pasillo observé que delante de nuestra habitación había uno de los carritos que utilizan las camareras de piso para su trabajo, y la puerta estaba abierta, con lo que imaginé que alguien habría dentro haciendo algo. Entré y vi a una chica vestida con el uniforme del hotel, que estaba en el cuarto de baño arreglando las cestitas de los jabones. Tendría como 20 años, morena de piel, con el pelo muy negro y rizado de rizo muy pequeño, y, la verdad, bastante normalita (tirando a feilla) de cara.
- "Perdone... termino enseguida. Sólo estaba reponiendo el jabón" -me dijo.
Tenía un acento canario que era realmente precioso. Yo no sé por qué, pero las mujeres con acento (canarias, andaluzas, sudamericanas), siempre me han atraído con esa melodía al hablar que resulta tan sensual.
- "No se preocupe. Vengo a recoger una cosa y me marcho enseguida", respondí
De hecho no tardé ni un minuto en salir de la habitación. Le dije adiós y ella me respondió lo mismo mirándome fijamente a los ojos de una manera en la que sólo saben hacerlo las mujeres y que me provocó cierto cosquilleo, la verdad.
Cuando llegué a la piscina, ya había prácticamente olvidado mi encuentro con la camarera. Estaba centrado en la presentación, y ella no era precisamente una belleza que hiciese perder la cabeza. Además, no podía saber si tenía o no buen tipo porque llevaba el uniforme ese que les ponen y que no marca formas, aparte el hecho de que no había estado en la habitación tiempo suficiente como para fijarme en ella.
Por la tarde comenzaron las sesiones, que se hicieron bastante amenas, con pacíficas discusiones incluidas hasta las 10 de la noche aproximadamente, hora en la que terminamos y fuimos a cenar al restaurante del hotel. El trabajo por ese día había terminado, y era el momento de empezar a divertirse hasta la mañana siguiente en que volveríamos a la reunión.
Carlos, Toni y yo nos separamos de las chicas de nuestro grupo para la cena. Les dijimos que era mejor, porque así ellas tendrían ocasión de algo más que si los tíos veían que estaban siempre con nosotros, y para nosotros era evidentemente también mucho mejor porque tendríamos el campo más libre. Nos sentamos en la mesa con un grupo de 4 inglesas (sólo recuerdo el nombre de 3: Stephanie, Carol y Rose), que no entendían ni papa de español. Con nuestro más o menos aceptable inglés empezamos una conversación que acabó derivando en lo previsto: dónde íbamos a irnos de marcha los 7 al acabar la cena, que barato es el alcohol en España y que divertidas son las noches en nuestro país.... Así que cuando terminamos la cena, llamamos un taxi y nos fuimos a una zona, razonablemente cerca del hotel, que nos había recomendado el recepcionista del hotel y donde nos dijo que seguro habría ambiente divertido.
El sitio en cuestión era una zona que era una sucesión de garitos, discotecas, bares de copas, pegados uno al lado del otro, todos con terraza y con la música tan alta que se mezclaba de un local al de al lado. Empezamos en uno de ellos, a tomar copas, hablar, reír y tontear con las inglesas que a medida que pasaba el tiempo se las veía más alegres, seguramente debido al efecto alcohólico que poco a poco iba apoderándose. Yo le entraba directamente a Stephanie, una rubia, alta, un poquito pasada de peso tal vez, pero con un par de tetas que desafiaban a la ley de la gravedad. Además resultaba ser la más simpática, bromista y con un humor lejos de la típica sorna inglesa.
Pero a medida que iba pasando el tiempo, aquello parecía que iba encaminándose al desastre. No sé si debido a que la tarde había sido densa de trabajo o a que los 3 éramos un tostón, pero el caso es que eran las dos y media de la madrugada y las inglesitas empezaban a bostezar y a pedir volver al hotel. Nosotros seguíamos con ganas de marcha así que llamamos un taxi, metimos a las chicas dentro, pagamos al taxista (como unos auténticos caballeros....) y nos quedamos los 3 solitos dispuestos a reventar la noche canaria.
En aquel momento entraron en el bar donde estábamos nuestras compañeras. Iban acompañadas de 3 chicos que sin lugar a dudas eran de la zona, y se las veía con un puntito alcohólico muy alegre.
-"Uy, que sorpresa"- dijo al vernos Silvia
- "No me digas que os han dado plantón las inglesas"- añadió Yolanda
En eso me fijé en ella. Yolanda era la tía con las tetas más alucinantes que había visto en mi vida, un cuerpazo y una cara de ensueño, pero siempre vestía de manera muy recatada que parecía como si se avergonzara del tamaño (de hecho, años después seguimos viéndonos muy a menudo, ella ya está casada, y sigue estando igual de buena). Pero esa noche se había puesto un top a rayas de colores y se le marcaban los pezones como si estuviera excitada. Llevaba un medio pedete, al igual que Anabel y Silvia, e iba con un chico que la llevaba cogida por la cintura y con el que se notaba que esa noche iban a acabar en algo más.
"Pues sí, nos han dado plantón. Tendremos que buscarnos la vida por ahí", contesté.
"Pues suerte, chicos.... y a ver lo que hacéis", dijo Silvia.
Salimos del bar los 3 comentando lo increíblemente buena que estaba Yolanda. Su visión me había provocado una excitación que no pude reprimir, y que por mi tamaño se marcaba especialmente. Aunque no fui el único pues tanto a Carlos como a Toni les había pasado lo mismo y los 3 salimos del bar empalmados como piedras y deseando ser el chico canario que esa noche parecía que iba a disfrutar de un auténtico festín. La coincidencia de los tres con la polla bien dura nos hizo reír cuando confesamos cómo nos había puesto Yolanda.
Así que decidimos seguir la fiesta para ver si podíamos calmarnos. Llegamos en otro bar de copas que tenía una terraza bastante concurrida y nos sentamos en una mesa al aire libre cerca de otra en la que había un grupo de 5 chicas que parecían alemanas. Pedimos 3 copas y nos acercamos a hablar con ellas... lo típico y en inglés: de dónde sois, estáis de vacaciones?, os gusta esto? , y tal y tal. Nada trascendental. En un momento determinado, me levanté para ir al servicio porque llevaba ya como 4 whiskys y tenía que vaciar el depósito. El interior del local estaba vacío. Toda la gente estaba en la terraza porque el clima invitaba a ello y solo había una chica que estaba sentada en una banqueta y que charlaba con el camarero de detrás de la barra, de una manera que se notaba que eran amigos. Cuando pasé junto a ella, me miró y me dijo:
"Hola"
"Hola", - le contesté. Y seguí adelante buscando el servicio. Me había parecido el educado saludo cuando dos personas que se cruzan en algún sitio donde no hay nadie más, pero que no era más que una palabra de compromiso, sin ninguna intención de entablar una conversación
El caso es que cuando estaba en el interior del aseo, pensé que esa cara me era familiar. No sabía dónde la había visto, pero no me resultaba extraña. Tal vez nos habíamos cruzado antes o por la calle o en el bar donde habíamos estado con las inglesas. No sabía, pero la recordaba de algo.
Salí y volví a pasar junto a ella, y la miré a los ojos.
- "Hola" - repitió
Ahí es donde te das cuenta que no se trata de un saludo de compromiso, sino de una entrada directa.
"Yo te conozco verdad?", -le pregunté
"Si", - contestó. "Te alojas en el hotel en el que yo trabajo"
Entonces recordé. Era la camarera de piso que me había encontrado en mi habitación cuando fui a recoger los papeles.
- "Es verdad!!!!!!. Esta mañana estabas en mi habitación!!!!"
Entonces me fijé un poco más en ella. Llevaba puestos unos vaqueros Levi's, muy ajustados y desgastados, anotando una figura alucinante, con un culo respingón, y una camiseta color marrón de tirantes bastante ajustada, que marcaban unas tetas enormes y realmente bien puestas. Iba algo maquillada y aunque no tenía unas facciones bonitas, el conjunto con el cuerpazo que lucía era más que suficiente como para tirarle los tejos.
"Es que no te había reconocido. Entre tu ropa diferente a la de esta mañana, y los whiskys que llevo....", - añadí sonriendo.
"¿Estás de fiesta por aquí?, - preguntó
"Estamos fuera, en la terraza. Estoy con 2 amigos más. ¿Te apetece venir con nosotros?"
"No. Prefiero quedarme aquí. Pero gracias"
La verdad es que aunque no pensaba que me tenía que decir que sí, supuse que si ella había iniciado la conversación era porque le apetecía algo de compañía, y me sorprendió su respuesta. Ante la negativa, pensé que prefería estar sola.
- "Como quieras. Bueno, encantado de haberte visto. Me voy fuera"
Salí del bar a buscar a mis amigos. Estos seguían hablando con las alemanas que reían a gusto con las tonterías que soltaba Carlos. Me senté y me metí en la conversación, aunque no podía dejar de girar de vez en cuando la cabeza y mirar al interior del bar donde seguía sentada la chica del hotel, que no apartaba la vista de la mesa donde yo estaba.
Aquella forma de mirar, tan descarada, se me clavaba en la mente. Las alemanas estaban bastante alegres, se habían bebido el mediterráneo entero en forma de sangría y ya hablaban de irnos a la playa a continuar bebiendo. Aquello tenía pinta de acabar en polvo seguro, y a mis amigos se les veía cada vez más a punto. Pero yo seguía mirando a la chica del hotel, que no despegaba su vista de mí.
De repente, una de las alemanas (sería incapaz de recordar el nombre de ninguna de ellas, ni bajo tortura), dijo:
- "¿Nos vamos a la playa?"
La combinación entre alcohol, noche, playa y extranjeras despendoladas es igual a sexo. Carlos y Toni saltaron de las sillas diciendo:
- "Venga.... que ya tardamos"
Y todos nos levantamos. Antes de salir de la terraza, eché una ultima mirada a la chica del interior y seguía allí, sin apartar la vista de donde yo estaba. Salimos fuera y llamamos a dos taxis para repartirnos en ellos y dirigirnos a la playa. Pero antes de subir al taxi, me acerqué a mis amigos y les dije:
"Yo no voy. Me quedo"
"Pero tío!!!!!!!!, que te pasa??? ¿Estás zumbado o que? Que son 5 para nosotros!!!! Que nos las follamos seguro!!!!!!",- dijo Toni
"¿Pero cómo te vas a ir al hotel ahora????? No nos dejes solos, que esta noche hay lío. Que están a punto.... Joder!!! Y encima como nos ha puesto Yolanda!!!!!!, - añadió Carlos.
-"No me voy al hotel",- dije. "Me quedo en este bar. Hay una tía ahí.... que... no sé...... Me quedo."
Aunque hay un refrán que dice que más vale pájaro en mano que ciento volando, y las alemanas eran pájaro en mano, pero la forma tan descarada de mirarme de la camarera del hotel me había desconcertado y atraído a la vez. Quería saber qué pretendía haciéndolo así. No quería abandonar esa situación tan morbosa que se había creado.
- "Como quieras. Allá tú. Me parece que desaprovechas una oportunidad"-, dijeron mis amigos. Y se metieron cada uno en un taxi donde ya estaban las alemanas repartidas y con ganas de fiesta.
Volví al interior del bar y me acerqué a la chica.
"¿No te has ido con tus amigos?", -preguntó con media sonrisa en la cara, satisfecha de su caza.
"He preferido quedarme. Te invito a una copa, vale?"
"Gracias"
Empezamos una conversación durante la cual me dijo que se llamaba Loli, que trabajaba de camarera de piso durante 6 meses al año y que el resto del año lo dedicaba a buscar empleo con el objetivo de no tener un trabajo tan temporal, pero que aún no lo había conseguido.
"Y qué has venido a hacer tú a la isla?", - preguntó
"Pues una reunión de estudiantes de universidad. Nada especialmente divertido si no fuera por las juergas que se montan en estas ocasiones"
"Ya me lo imagino. Tus amigos seguro que esta noche follan", - dijo de sopetón
Aquella frase soltada tan de repente y con tanta naturalidad hizo que me entrara un cosquilleo que no sabría definir.
"Seguro que sí. Las tías parecía que tenían tantas ganas como ellos", -respondí.
"Y tú, tonto de ti, vas y te quedas"
"No sufras por mí. Estoy a gusto aquí", - dije.
"¿Qué pasa, que tú no tenías tantas ganas como tus amigos?"
"En cualquier caso, he preferido quedarme a tomar una copa contigo. Deberías sentirte halagada",- esquivé la pregunta.
"Y lo estoy. Dime una cosa: conoces la isla?",- cambió de tema
"Nada en absoluto. Es la primera vez que vengo y sólo he visto el trayecto desde el aeropuerto hasta el hotel y esta zona de copas."
"Pues si quieres damos una vuelta en el coche y te enseño alguna zona bonita. Te apetece?", -preguntó Loli.
Aquello sonaba muy raro. Debían ser las 3 de la mañana y no era precisamente la mejor hora para descubrir las maravillas del paisaje de la isla. Era claramente tener una excusa para hacer alguna cosa juntos, sin separarnos una vez todo indicaba que ya teníamos que dejar de tomar copas.
El acento de su voz no me dejaba pensar con claridad, lo reconozco. Aunque era ilógico buscar una excusa como ésa, no estaba dispuesto a discutir utilizando la lógica para defender que a las 3 de la mañana no es hora de ver paisajes. Y aunque los dos sabíamos que era absurdo, nos dirigimos hacia su coche.
- "No te preocupes que después te alcanzo hasta el hotel", -me dijo.
Sonreí. La expresión "te alcanzo" no es muy habitual en la península, o al menos en la zona de Levante, y me gustó mucho oírla combinada con la musicalidad de su voz.
Su coche, recuerdo perfectamente, era un Ibiza color blanco. Parecía bastante nuevo. Condujo bastante trecho por unas carreteras perfectamente asfaltadas mientras yo, a su lado, le daba conversación sobre lo bonito que sería vivir en la isla, etc. etc. mientras no dejaba de pensar en el cuerpazo que tenía y que tal vez al final podría decir que había sido una buena idea no irme con las alemanas.
Llegamos a una zona donde había unas dunas enormes.
- "Sal del coche, y verás que bonito", - me dijo.
Salimos los dos y nos acercamos caminando hasta lo alto de una duna. Aunque no había luna llena, había luz suficiente como para distinguir el paisaje. Estuvimos allí como 3 ó 4 minutos comentando cosas intrascendentes y nos dirigimos de vuelta al coche. Una vez dentro de éste, me dijo:
- "¿Dónde vamos ahora?"
Le respondí que no sabía, que donde ella dijera porque era la que conocía la isla, aunque se notaba que era una pregunta dicha con segundas intenciones. Era un "dónde vamos" queriendo decir "dónde vamos para otras cosas".
- "Aquí estamos bien, no?",- dije
En aquel momento, se inclinó sobre mí y me besó en la boca. Yo la cogí de la cintura y empezamos a besarnos cada vez más apasionadamente. Sus labios eran carnosos, no tenía una boca bonita, ni unos dientes perfectos, la verdad, pero besaba de maravilla. Su lengua recorría mi boca y a mi me iba poniendo la polla cada vez más dura. Me apretaba contra el pantalón y necesitaba liberarla. Le empecé a sobar las tetas por encima de la camiseta y descubrí que no llevaba sujetador... pero ni puñetera falta que le hacía, porque tenía unas tetas duras, rígidas, levantadas, grandes, preciosas y con los pezones pequeños y erizados.
- "Vamos al asiento de atrás", - le dije.
Sin salir del coche pasamos al asiento trasero. Yo pasé primero y me senté, y ella pasó después y directamente se sentó a horcajadas sobre mi. Sus vaqueros aprisionaron mi pubis y empezó a restregar su coño sobre mi polla, durísima como una piedra, mientras yo le subía la camiseta hasta quitársela por encima de la cabeza. La vista de esas tetas, desnuda de cintura para arriba y con pantalones vaqueros era como podéis imaginar, absolutamente alucinante. Sus restregones contra mi polla la hacían gemir, y se notaba que cada vez se iba poniendo más caliente.
Descabalgó de mí, y se sentó al lado.
-"Quiero ver lo que tienes ahí",- dijo
Se agachó ligeramente, bajó lentamente la cremallera de mi pantalón, y metió la mano dentro de mis calzoncillos. Cuando descubrió palpando lo que había, gritó:
- "¡¡¡¡¡Dios!!!!!"
E inmediatamente me desabrochó el botón y torpemente intentó con toda rapidez bajarme los pantalones. Con tanto trajín, mi polla salió como un resorte y ella la cogió con una mano y se la metió en la boca como con hambre. Empezó a lamerme el capullo, mientras con una mano me masajeaba las pelotas. La mamada estaba siendo espectacular, aquella tía se notaba que sabía hacerlo y que no era la primera que se comía. Se la tragaba metiéndose todo el trozo que podía en la boca, y sacándola lentamente jugando con la lengua a la vez. Cada vez que se la sacaba de la boca, se quedaba mirándola abriendo mucho los ojos y diciendo:
- "¡¡¡Que polla, Dios mío!!!"
Así estuvo más de cinco minutos, los cinco minutos mejores que había tenido yo en mi vida hasta entonces. Estoy seguro que podría haberme corrido en cualquier momento, pero no quería que terminase allí. Quería disfrutar del cuerpo que tenía delante, así que la levanté, no sin cierto esfuerzo porque no quería moverse de donde estaba, y la hice tumbarse en el asiento.
Intentar quitar unos vaqueros bien ajustados, a toda prisa, y en el asiento trasero de un Ibiza es poco menos que una misión imposible. Pero la necesidad ayuda y enseguida me encontré con unas braguitas de color negro, bastante transparentes, a través de las que se veía una mata de pelo espesa y húmeda por la excitación. Sin quitárselas, empecé a besarle el cuello, a lamérselo, y bajando con la lengua por todo su cuerpo llegué a su pubis donde metí mi boca por encima las braguitas. Ella se retorcía de placer y se le notaba cada vez más mojada. Yo estaba lamiendo su flujo a través de sus bragas totalmente empapadas.
Con delicadeza, con dulzura, le empecé a bajar las bragas. Quería hacerlo tan despacio que la desesperara y deseara aún mas que me la follara. Cuando se las quité del todo, hundí la cara en su coñito y empecé a comerle el clítoris muy despacio, mientras le metía un dedo y lo retorcía dentro de ella. Se retorcía, gemía, gritaba:
- "Siiiiiiiiiiiiiii !!!!!!. Sigue comiéndome...... no pares!!!!!!!!!!!!!!"
En este momento soltó un grito que indicaba que se acababa de correr. Efectivamente, sus flujos inundaban mi boca y me encantaba el sabor salado que me llegaba y se convulsionaba a la vez que apretaba mi cabeza contra su coño empapado. Se incorporó apoyándose en los codos y me dijo:
- "Me muero de ganas por probar esa polla. Fóllame"
Al decir esto, echó mano a su bolso y sacó un tubo pequeño de algo que parecía ser una crema. Le pregunté:
"Qué es eso?"
"Lubricante. Si no, no me entra ni de coña"
"Esta chica sí que sale preparada de casa", pensé. Aquello resultaba excitante a tope. Me imaginaba que Loli salía siempre con un tubito de lubricante en el bolso, preparada para follar con el que le apeteciera..... y me ponía como una moto pensarlo, al igual que pensar con qué otros tíos lo habría hecho... tal vez en ese mismo coche en el que estábamos.
Mi polla estaba durísima y enorme. Loli se volvió a poner a horcajadas sobre mí y cogió mi polla con su mano y la dirigió lentamente a la entrada de su coño, metiéndola poco a poco. Al principio parecía que no le cabía y sólo entraba hasta la mitad, pero tras un par de empujones de ella quedó encajada prácticamente toda, sólo quedaban fuera unos 6 cm. Empezó un sube y baja que a mi me pareció absolutamente delicioso.
- "Diossssssss!!!!!! Como me gusta tu polla!!!!!! Es enormeeeee!!!!!!!
Se la veía disfrutar como una perra. Cada vez su movimiento se hacía más rápido y tenía ya mi polla metida hasta los huevos, que rebotaban contra su culo con cada empujón. Ahora sí se sentía llena de polla, la muy zorra. Ya tenía lo que quería.
Al rato, giró sobre sí misma sin sacar la polla de su coño y me dio la espalda, al tiempo que seguía cabalgando. Con los pies encima del asiento y de espaldas, la visión de su culo y, de lado, sus enormes tetas rebotando, era más de lo que yo podía aguantar. El lubricante había hecho efecto, y mezclado con sus flujos de los orgasmos seguidos que iba teniendo, aquello parecía un lago. Le metí un dedo por el culo que entró con absoluta facilidad, mientras ella no paraba de gemir y gritar y encadenar corrida tras corrida. Nunca he visto una mujer con tanta facilidad para llegar al orgasmo. Debía haber tenido ya por lo menos 5.... y el mío estaba a punto de llegar. Lo notaba y no quería correrme. Quería seguir disfrutando como estaba haciéndolo.
Loli paró, se levantó y se puso a 4 patas, con las tetas apoyadas en el respaldo del asiento posterior. Era una invitación al paraíso. Me miró a los ojos, y con cara de lujuria me dijo:
- "Ahora quiero que te corras tú. Pero cuando estés a punto me avisas"
Acerqué la punta a su coñito chorreante y se la metí de un golpe. Ella lanzó un gritito de dolor y se alejó un poco para no tenerla toda dentro. Se ve que era demasiado grande para esa postura, así que delicadamente empecé a moverme sin clavársela del todo, solo unos 15 cm y sus movimientos se volvieron cada vez más rápidos, sujetándome con su mano la polla por la mitad para evitar que se la metiera entera. Sus gritos, la postura (que me encanta) y la vista de sus tetas colgando y moviéndose, bastaron para que al poco tiempo yo ya estara a tope.
-"Me voy a correr!!!", - grité
Ágilmente se sentó, me cogió la polla con la mano y la acercó a su cara.
- "Me vas a dar tu leche, verdad?. Quiero que te corras en mi cara",- dijo.
Inmediatamente empecé a soltar chorros de semen como no recordaba haberlo hecho antes. Ella sujetaba mi polla con la mano mientras movía la cabeza para que le salpicara en todas las partes de su cara. Cuando terminé, ella estaba absolutamente cubierta de leche, el pelo rizadito manchado de salpicones y recogía con la lengua gotas que le escurrían por la comisura de los labios. Todo aquello que había visto tantas veces en las películas porno, lo estaba yo disfrutando en ese momento. Y con una chica con un cuerpazo escultural.
Nos limpiamos con pañuelos de papel y nos quedamos tumbados en el asiento un buen rato. Creo que nos debimos llegar a dormir algo, porque de repente vimos en el reloj que eran las 6 y media de la mañana y empezaba a clarear. Nos vestimos y pasamos al asiento delantero del coche.
- "¿Sabes una cosa?", -me dijo. "Cuando veo un hombre lo primero en lo que me fijo es en sus manos. Dicen que si son grandes es que también tienen la polla grande. Y en tu caso no es así. Tus manos son pequeñas y tu polla es enorme. Me ha sorprendido"
Efectivamente tenía razón. Tengo las manos pequeñas.
- "Sorpresas que uno se lleva en la vida", -contesté
Arrancó el coche y se dirigió hacia el hotel.
- "Ahora cuando nos veamos en el hotel no será lo mismo. Podríamos montar una buena tú y yo en una habitación", -le dije
Me pidió que en el hotel no hiciéramos nada, porque quería evitar líos que pudieran afectar a su trabajo.
-"Pero si quieres, el jueves podemos quedar otra vez. El viernes no trabajo"
Esa noche era lunes (bueno, ya era martes), y se me hacía demasiado largo pensar que hasta el jueves no habría nada. En cualquier caso, quedamos para la noche del jueves en el mismo bar donde nos habíamos visto esa noche.
Me dejó en la puerta del hotel y nos dimos un largo beso en la boca de despedida. Subí a la habitación y estaban Carlos y Toni medio dormidos ya. Les desperté sin querer cuando me estaba quitando la ropa.
"¿Qué tal con las alemanas?",- pregunté
"Al final poco. Magreillo y poco más. Pero de follar nada. Y tu?, ¿Qué tal con la tía del bar?"
"Nada. Hemos visto la isla... y la verdad es que es preciosa. Me ha gustado mucho"
El miércoles por la mañana vi de lejos a Loli trabajando en el hotel, pero no me acerqué a ella, sino que cruzamos miradas y nos saludamos con la mano. El jueves por la noche volví al bar donde había quedado con ella.... y lo que pasó esa noche os lo contaré en mi próximo relato.
Me gustaría mucho recibir comentarios o propuestas a mi mail: sdtd@hotmail.com . Un beso. Javier