La camarera

Yo siempre había notado que me gustaban también las chicas aunque pensé que sólo eran un estímulo. Pero al salir del baño ella me lanzó una mirada azul penetrante y me dejó hipnotizada.

¡Hola amigos!

Por fin me he decidido a relataros lo que me pasó hace dos años, poco antes de conocer a mi actual novio. Era el agosto más caluroso que yo recuerdo en Valladolid y me decidí a salir de marcha con mi amigo Alf, ya que el resto estaba de vacaciones. Tenía por entonces justo 20 años y medio.

Soy algo bajita, no llego a 1'60m. pero estoy muy bien hecha. Soy castaña y tengo los ojos casi verdes, de piel muy blanca y suave como el culito de un bebé. Tengo una cara muy linda pero lo que más me gusta de mí son mis pechos. Tengo casi una talla 100 pero desafían la ley de la gravedad de una manera casi imposible. Ese día llevaba una mini vaquera recta, una camiseta roja con un escote inmenso sin sujetador y unas botas altas negras, sin medias y con un tanguita de hilo dental rojo.

Mi amigo y yo nos fuimos de botellón a la ribera del Pisuerga. Al principio pensé que nos íbamos a aburrir los dos solos pero todo lo contrario. Estuvimos bebiendo calimocho hasta perder el equilibrio y decidimos ir a tomar algo a un bar. Casi nos matamos intentando subir una cuesta al salir de allí. Me lo estaba pasando genial. Y acabamos en el BB+, un bar del centro. Nos pedimos una jarra de anís con CocaCola (está riquísimo, pero la resaca de anís es la peor del mundo, no lo recomiendo!!!!!!!). Estuvimos bailando un poco pero de tanto alcohol empecé a notar que tenía que ir al baño y dejé a Alf sólo bailando como un loco.

El baño estaba ocupado asíq esperé un poco junto al lavabo. Cuando se abrió la puerta, salía la camarera. No me había fijado antes en ella porq casi veía doble, pero la verdad es que la chica era guapa. Tenía el pelo rubio y rizado, era algo más alta que yo y tenía unas piernas de impresión. Yo siempre había notado que me gustaban también las chicas aunque pensé que sólo eran un estímulo. Pero al salir del baño ella me lanzó una mirada azul penetrante y me dejó hipnotizada. Se abalanzó sobre mí y me besó!!!!!! Yo me quedé anonadada... Al ver que no me resistía, siguió besándome y no sé cómo, acabamos en el cubículo del WC. Ella cerró la puerta y siguió besándome como una loca. Yo estaba drogada, me dejaba llevar. Empezó a acariciarme a través de la ropa, primero los muslos, luego el culo, y subió hasta mis pechos. Yo ya había empezado a gemir. Tenía la respiración muy agitada pero con la música del bar nadie se daría cuenta.

Pronto bajó su boca a mi cuello, mi punto débil. Lo besaba y mordía como si me lo hubiera hecho mil veces, sabía exactamente cómo hacerlo. Con el éxtasis de su lengua no reparé en que ya había metido una mano bajo mi camiseta y acariciaba mis pechos desnudos. Con cada roce mis pezones se endurecían más y más. Estaban ardiendo. Pensé que iban a reventar, me hervía la sangre. Entonces se agachó y comenzó a lamerlos. Me besaba entera, los lamía, los chupaba e incluso me mordía el pecho con tanta dulzura que casi llego a un orgasmo sólo con eso. Mientras me desmayaba de placer con su lengua en mis pezones, metió una mano por debajo de mi falda y me acariciaba el culo, para pasar después a mi rajita. Tenía el tanga completamente mojado y, de la excitación, el flujo casi resbalaba por mis muslos. Se agachó un poco más, retiró el tanga hacia un lado y besó mi pubis rasurado. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

"¡Qué bien hueles!", me dijo. Y yo seguía sin decir nada. Sólo gemía y gemía. Entonces posó su lengua en mi clítorix. Dios!! Tenía la lengua ardiendo. Empezó a lamerlo todo, recorría mis labios de arriba a abajo, chupaba como una loca. No habían pasado 20 segundos y me corrí en su boca. Mis gritos debieron de oírse hasta en mi casa. Pensé que me moría allí mismo. Ella seguía lamiendo hasta que yo dejé de gemir. Me recolocó la falda, se incorporó y me besó en la boca. Saboreé mi propio flujo de su boca. Me senté en la taza para reposar porque me temblaban las piernas. Ella me guiñó un ojo y salió del baño sin decir nada.

Al rato salí yo y me reencontré con Alf. Debía de tener la cara como un poema porque hasta se asustó y me preguntó qué me había pasado. Yo sólo le dije que la camarera me había intentado besar en el baño y que me había dejado flipada. Él se reía y empezó a observar a la camerera, que me miraba insistentemente. "¿Nos besamos nosotros y así le das celos?", sugirió Alf. Acepté por no quedar mal, no era la primera vez que lo hacíamos, pero ella se dio cuenta de lo que pasaba. Al poco nos fuimos a otro bar pero pronto nos fuimos a casa.

No volví a ese bar hasta dos meses después, esta vez con todos mis amigos. Y allí estaba ella. Con esos ojos azules de ilusionista, que me hipnotizaban. Pero esta vez estaba con mis amigos y no tan borracha. Cada vez que recuerdo esa noche un escalofrío me recorre el cuerpo. No he vuelto a pisar ese bar por lances del destino y jamás sabré qué es lo que hubiera podido pasar si mi amigo no hubiera estado esperando fuera o si se lo hubiera confesado, si hubiera tenido valor de acercarme a la barra después y pedirle su número de teléfono... Pero muchas noches sueño con terminar esa noche de pasión.