La cama de la pasión

Es un relato que describe sucesos inevitables entre dos hermanos.

La cama de la pasión

¡Ah! cama de juegos, cama de sueños, cama de recuerdos y hasta maldades, ser mayor de edad no es motivo para evitar que se siga jugando en ella.

Las carencias económicas obligaron a los padres de Carla y Andrés a dormirlos en la misma cama cuando eran pequeños.

Ahora ya son adultos y a pesar de que ya trabajaban y se habían comprado la suya cada quien, seguían buscándola para recordar su infancia. A pesar de que ya eran adultos, seguían comportándose como niños, ya que llevaban una relación sin preocupaciones, sin prejuicios y como tal, no existía ningún pudor, así que cuando tenían sus días de descanso y los pasaban en casa lo hacían libremente, ella se vestía por lo general con short cortos y una playera de tirantes que dejaba descubierto su bello abdomen, estando en casa no usaba sostén lo que casí no dejaba a la imaginación lo bello de sus formas..

Andrés por su parte sólo usaba shorts de mezclilla y a veces andaba sin playera, cuando ambos jugaban en esa cama que los mantuvo mucho tiempo juntos lo disfrutaban al máximo, esos roces, de sus cuerpos antes no les había despertado ningún tipo de malicia o morbo, pero ahora era diferente.

Carla una mujer de buen físico, al menos no tenia nada que envidiar a nadie, así como Andrés, ambos una mañana que al parecer seria como cualquier otra, donde ambos se divertían jugando al golpearse con almohadas, su juego era que el primero que cayera en la cama perdería y seria castigado. Andrés había hecho que Carla cayera en la cama y por lo tanto tenia que aplicarle un castigo a su hermanita.

-Andrés: Jajaja, gané, ahora te aguantas y te daré tu castigo.

Andrés la puso bocabajo, sobre sus piernas y justo en ese momento sintió una sensación que nunca antes había sentido con ella, un escalofrió combinado al mismo tiempo con un calor le invadió en ese instante, inconscientemente bajo el short de Carla y después un poco las pantaletas, Carla seguía riendo pero a Andrés ahora le invadía un nerviosismo que se hacia cada vez incontrolable, sin más le dio un golpe en las rosadas nalgas de Carla, su mano reboto un poco, incapaz de contener ahora una ansiedad de sobarlas, su mente urdió un perverso plan.

-Andrés: ¡Discúlpame! Te di muy fuerte y te las deje coloradas, pero ahorita te las sobo con salivita para que no se te vayan a hinchar.

Andrés ahora comenzaba a sudar, su ansiedad creció más, tanto que en lugar se sobar las nalgas de Carla con las manos quiso lamerlas con la lengua, en su mente se formo la imagen de él lamiendo esas hermosas nalgas, resbalando su lengua poco a poco hasta llegar a su vagina.

Cuando estaba a punto de resbalar su lengua por las carnosas redondeces, logró un inesperado control y cambio de opinión.

-Andrés: ¡Te engañe!

Y en lugar de hacer lo imaginado, volvió a golpear con la palma de sus manos esas blancas y rosadas nalgas.

Carla desde el momento en que Andrés la coloco en sus piernas hasta que le volvió a pegar en su trasero, igualmente sintió una similar sensación, la cual también le costaba trabajo controlar.

Andrés dio un salto y corriendo grita: -La pelea todavía no termina, jajaja.

-Carla: ¡Me las pagaras!

La llegada en ese momento de Esther su madre, termino con el juego finalmente.

-Esther: Hijos, ya dejen de jugar, ya van a dar las ocho y si no se apuran se les hará tarde.

-Carla: y todavía no me he bañado.

-Andrés: Pues apurate.

Esther sonrió complacida por su alocado comportamiento. Andrés por su parte en su recamara, al momento que se vestía no dejaba de pensar en lo sucedido instantes atrás.

-Andrés: Aunque mi padre ya no esta con nosotros, mi madre nos inculco respeto, valores y yo estuvo apunto de lamer las nalgas de mi hermana, soy un degenerado un maldito pervertido.

El sentimiento de culpabilidad amenazaba con volverlo loco, tuvo que mojarse con agua fría para poder calmarse y trataba de justificar su proceder.

-Andrés: ¡Uff! Tal vez estoy exagerando las cosas, como de niños siempre dormimos juntos, me acostumbre a su cuerpo… a su calor y quisiera estar tocándola a todas horas.

Y nuevamente en ese momento la imagen que anteriormente se le dibujo en la mente se repitió y esta vez tuvo que hundir el rostro completamente en una tina de agua. Poco después cuando se encontraba en su trabajo ya se había tranquilizado por completo.

Carla y Andrés trabajaban juntos en un almacén de telas, llevaban poco tiempo laborando ahí. Al poco rato llego un joven y Carla se acerco a él y le pregunto: -¿Qué va a llevar?

Aquel muchacho no era la primera vez que iba a ese almacén, ya que pretendía a Carla y solo contesto: -Solo quisiera que recibieras un regalo.

El muchacho saco una rosa roja, Carla solo sonrió, pero Andrés se encargo de contestar con una rabia que transformaba su gesto: -¡Mi hermana está en horas de trabajo y cuando sale de aquí se va conmigo! ¿Esta claro?

-Lo siento… no quise molestarla. –Contesto el joven y se marcho al momento que Andrés pisoteaba la rosa.

-Carla: ¡Oye él solo quería regalarme la rosa que pisoteaste!

-Es el truco más viejo que existe, conquistan a las chicas con florecitas y palabras suaves y cuando las tienen bien atontadas se aprovechan de ellas para fregarlas. –respondió Andrés.

-¡Tal vez tengas razón, pero yo tomo mis decisiones y tú no eres nadie y no tienes ningún derecho de hacer lo que hiciste, y no por que te comportas así, me celas desde que tengo pretendientes! –Contesto Carla en tono enfadado.

Esas palabras volvieron a avivar la llama que Andrés había apagado hace unas horas atrás y tuvo que ir al baño para tratar de recapacitar, pero

-Y-Ya no tiene caso engañarme a mí mismo, la deseo, deseo a mi hermana con una ansiedad… que está apunto de hacerme estallar.

Una vez que calmo su ansiedad, el día transcurrió con un poco de tensión pero sin llegar a más, ya en la noche, en la soledad de su cuarto, Andrés sintió el infierno en si mismo, nuevamente en su mente el hermoso y lubrico cuerpo de Carla aparecía frente a él, castigándolo sin piedad, una terrible lucha mental se libraba en su cabeza, pensaba que tenia que hacerse a la idea que no era para él, que es su hermana, pero no lograba borrar esas imágenes que por más que intentaba eliminarlas, estas se reafirmaban una y otra vez, hasta que por fin logro provocar una gran erección en Andrés, trato de controlarse pero fue en vano, no tuvo más remedio que buscar un alivio y se masturbo, pero el remedio no fue satisfactorio ya que segundos después provocaron una nueva erección y ahora comenzaba a tener escalofríos y sudor por todo su cuerpo.

Transcurrió el tiempo, para él parecía una eternidad, pero al final quedo dormido.

Al día siguiente apenas y tuvo fuerzas para levantarse.

-No creo que pueda ir al trabajo

-¡Dios mío! –murmuro Esther al mirar la palidez de su hijo. –Estas ardiendo en calentura, recuesta hijo, tengo que salir por víveres, que haré.

-No te preocupes mamá, me quedare a cuidarlo y avisare que no iremos a trabajar. –respondió Carla preocupada.

-Gracias hija. –contesto Esther.

Carla llevo a Andrés al cuarto donde estaba su cama de juegos, como ahora ellos le llamaban, y cuando caminaron hacia ella, apoyándose en su hermana, Andrés sintió que ese deseo por ella.

-Traeré un medicamento para que te sientas mejor, no tardo. –menciono Carla.

Andrés en ese momento trataba de luchar contra ese deseo y tomo la decisión que debía marcharse de la casa e irse a otra ciudad a trabajar, para librarse de la tentación de cometer una locura, de perder el control.

La debilidad que le aquejaba en ese momento le hizo cerrar poco a poco sus ojos, trataba de abrirlos, de no dejarse llevar por esa sensación que aun no desaparecía, entonces vio una escena similar a las que tenia en su infancia.

Vio a Carla en pantaletas negras de encaje, con una bata blanca abierta dejando al descubierto unos preciosos y grandes senos, ya que no portaba sostén.

-Hola… soy la doctora 111, por que empiezo con uno, sigo con uno y termino con uno… ¿Aquí es donde esta el enfermito?

-¿he?... C-Carla… ¡ay mamita! –murmuro Andrés.

¡Uff!... el termómetro no soporto su temperatura… tendré velar su sueño –menciono Carla.

Carla se acerco lentamente hasta Andrés y abrió sus piernas para quedar sentada sobre la cintura de Andrés, él se levanto un poco y sin más comenzó a besar las duras tetas de Carla, que empezaban a endurecerse cada vez más.

Andrés no logro hacer más, debido a la debilidad y la fiebre que tenia, así que termino por quedarse dormido.

Al paso de unas horas, Andrés despertó más relajado y mucho mejor.

-¡Ah!... que buen sueño tuve, recordé cuando jugábamos a la doctora y al enfermo, claro no hacíamos otro tipo de cosas como las que ahora recordé pero… -Al volver la vista hacia un lado sus pensamientos lo ahogaron.

-No… no fue un sueño… no puede ser, Carla se puso una bata blanca y fue por el maletín que usábamos cuando éramos niños.

Carla yacía sentada, dormida en un sofá que estaba al lado de su cama, Andrés al verla rendida, con la bata abierta mostrando sus hermosas tetas que en calentura tuvo en sus manos, lo hizo sacudirse desde lo más profundo de su ser y no tuvo ya más duda de lo que sentía por ella.

-Carla… ahora se que tú sientes algo por mí, y pase lo que pase no me separare de ti.

Al ver que Carla comenzaba a despertarse, rápidamente fingió que seguía dormido, Carla se levanto y se retiro a su habitación. En el transcurso del día, Andrés ya se había recuperado y ahora pensaba en lo que debía de hacer para estar con Carla.

Con aquella fijación reafirmándosele día con día, fue dejando atrás todos sus temores, las horas libres que le quedaban por las tardes, las pasaba junto a Carla, le compraba cosas, como si fuese su novia.

Una tarde que tenían libre decidieron quedarse en casa viendo películas, su madre aprovecho ese momento para visitar a un familiar, ya que las atenciones que se tenían le habían dado un poco más de tiempo.

-Saldré un momento, tardare como dos horas hijos. –menciono Esther.

-Tárdate lo que quieras mamá, veremos dos películas. –respondió Andrés.

-Si… no te preocupes. –Agrego Carla.

Andrés como de costumbre solo llevaba puesto un Short de mezclilla, y se había quitado su playera, ya que hacia un poco de calor, Carla por su parte, también llevaba un short corto de mezclilla y su playera de tirantes, como siempre no llevaba sostén lo que dejaba ver sus voluptuosas formas y sus marcados pezones se dibujaban en la misma, como reafirmando la belleza de esas tetas.

Al quedarse solo se acomodaron a sus anchas, Andrés se arrodillo y se sonto sobre sus piernas, recargando su espalda contra el sofá que estaba detrás de él, Carla aprovecho para acostarse en la alfombra y recargar su cabeza en las piernas de Andrés diciendo:

-Como yo hice los sándwiches tú me servirás de almohada.

Al recargarse, casí golpea los genitales de Andrés, la descompuesta posición de Carla, dejó totalmente a la vista sus pechos de seda virginal.

Andrés se percato de eso y fijó su atención en ellos, recordó cuando tenía fiebre y como los besaba, tuvo que tragarse los ansiosos gemidos que amenazaban con delatarlo, inconscientemente una de sus manos comenzó a acariciar la oreja de Carla que al parecer seguía viendo la televisión.

-Daría lo que fuera por volver a mamarle esas tetas. –Pensó Andrés.

Pero de pronto se dio cuanta que Carla no hacia ningún movimiento, ya que sus caricias la habían sumergido en un hipnotizante y profundo sueño.

Andrés se inclino un poco para mirar el rostro de Carla, el cual tenia una expresión de lujuria, sus ojos estaban cerrados, su boca entreabierta, en sus mejillas mostraban un rubor muy notorio, los deseos de Andrés se desbordaban poco a poco, tanto que a pesar de su resistencia desataron esa obsesión que bullía en sus entrañas, no soporto más y lentamente con su otra mano comenzó a acariciar por encima de la playera los senos de Carla, lo hacia lentamente, como temiendo romper el hipnotismo que tenia Carla, empezó a sobarlas cuidadosamente, su mano apenas abarcaba esas redondeces las cuales empezaban a endurecer, no resistió más y su otra mano dejo de acariciar la oreja de Carla, para comenzar a subir la playera, para dejar al descubierto las hermosas tetas, no le costo ningún trabajo, ya que la playera era corta y de un solo movimiento dejo a la vista ese par de tetas que en sus puntas los pezones erectados apuntaban hacia arriba, como si fuesen chupones; esperando a ser mamados, la sensación era exquisita, sublime, Andrés comenzó a tener una erección, que era incontrolable, el bulto oprimió la nuca de Carla, que al sentirlo, dejo escapar un leve gemido, ambos empezaban a sudar, Andrés cerro los ojos y disfruto el acariciar las tetas de Carla, ella por su parte disfrutaba de las caricias que Andrés le proporcionaba.

Carla, a pesar de tener y sentir esa embriagadora sensación, aún tenía una pequeña barrera que aun no se derrumbaba y pensó:

-Tengo que detener esta locura… pero, no… no puedo… no quiero.

Con los sentido exacerbados hasta el delirio, Andrés dejó atrás el descuido de despertarla y murmuro cerca del oído de Carla… -¡Mamacita…!. Al momento que con una de sus manos la tomo de sus piernas y la hizo girar, y sin dejar de acariciar sus tetas comenzó a levantarla y la acomodo en el sofá que estaba a sus espaldas, rápidamente, Andrés desabotono el short de Carla y lo bajo hasta las rodillas, después las pantaletas y con sus dedos empezó a sobar lentamente la vagina de Carla que ya comenzaba a gemir sin despreocupación.

Al sentir los dedos bordeando su hendidura, la ultima barrera fue derrumbada, Carla lo tomó por la muñeca, pero en lugar de detenerlo lo empujó más e hizo movimientos más rápidos.

El frenético roce sobre su clítoris había desbordado su pasión y ya ansiaba sentirlo hasta lo más profundo de su ser.

Andrés con una mano acariciaba las tetas de Carla y con la otra la vagina lubricadísima de Carla, ambos empapados en sudor, ambos con sus incontrolables sacudidas dejaron desbordar sus instintos, desbaratando sus voluntades, Andrés comenzó también a besar el culo de Carla, recorría su espalda de con la punta de la lengua hasta llegar a su nuca para luego pasar a una de sus orejas y de ahí a besar su cuello.

Carla paso una de sus manos por detrás y comenzó a acariciar el pene de Andrés, por encima del short, que parecía que lo rompería en cualquier momento debido a la enorme erección que tenia, Carla hábilmente, desabotono el incomodo short y lo bajo, sólo lo suficiente para poder acariciar los testículos inflados y la verga que apuntaba hacia arriba, con al glande rojizo, el cual estaba listo; en pie de guerra.

Carla comenzó a tratar de masturbarlo, pero por la posición era algo incomodo.

Contagiada por la inmensa ansiedad de Andrés, se inclino hacia delante, colocándose a cuatro patas, y acercó un poco el inflamado pene a su hendidura que ansiaba la pieza faltante, Andrés entendió el movimiento y como ya no era dueño de sí, con una de sus manos tomo su verga y hizo un par de movimientos (de masturbación), al momento que con la otra mano aun acariciaba la vagina de Carla, lo cual dejo de hacer, no sin antes dar una ultima caricia a las duras tetas y a los muslos de Carla, Andrés estaba listo para penetrar a Carla, se tomo un ultimo momento para acomodarse y acomodar a ella, con su mano libre le abrió un poco más las piernas e hizo que levantara un poco más su culo, quedando a una altura perfecta.

Escasos centímetros separaban la bella conchita de vellos cortos de la inflamada y dura tranca, Andrés con una mano guiaba su erecto pene, mientras que lentamente se inclinaba hacia delante para lograr su cometido.

Pero un segundo, solo un segundo, a escasos

milímetros

de que Andrés la penetrara, de que Carla sintiera el máximo placer, antes de que ambos de fusionaran en uno, sólo un suspiro antes de culminar su pasión; una voz en otra habitación los congeló.

-¡Hijos olvide mis llaves!

-¡M-Mamá! –murmuro Carla.

Andrés se quedo sin habla y con cierta frustración.

La llegada de Esther, enfrió de golpe su incontrolable ansiedad, rápidamente Carla se puso de pie y bajo su playera de tirantes y subió su pantaleta y short, Andrés por su parte subió su short y trato de abotonarlo pero su erección aún no disminuía completamente lo cual no permitía que eso pasara, así que inteligentemente se arrodillo y se sentó sobre sus piernas y colocó una almohada del sofá sobre sus piernas, para cubrir su notoria erección.

Carla se paro en la entrada de la sala, tratando de mostrarse como si nada hubiese pasado.

-Creo que las deje en la cocina. -Siguió hablando Esther.

Mientras en su mente Carla y Andrés pensaban y repasaban lo que hace unos momentos había sucedido, lo que hace unos instantes consumirían.

-¿Qué… que demonios iba a hacer?, ¡Iba a desflorar a mi hermana! Soy de lo peor.

-¿Por qué fui tan débil? Estuve a punto de entregarme… de entregarme a mi hermano.

-Ya las encontré… bueno me voy si no se hará más tarde.

Al quedarse solos, los dos se acercaron como si fuesen atraídos por un imán, se acercaron tanto que podían escuchar los latidos de su corazón, y escuchar como su respiración se aceleraba.

-No tiene caso ya ocultar mis sentimientos por ti. –Menciono Andrés

-Yo también… me estoy derritiendo por sentirte dentro de mí. –Agrego Carla.

Ninguno de los dos supo quien fue el primero en enroscar su lengua para tratar de fundirse en uno solo, y de igual manera nadie supo quien termino la caricia, tan repentinamente como empezó.

-Ahora sabes por que te celaba cuando alguien se acercaba a ti. –Menciono Andrés. –Pero esto debe terminar, no podemos cometer una aberración… no, tienes que hacer tu vida con otra persona.

-Tienes razón, esto no esta bien, yo también quiero que busques una chica, para que

Y nuevamente los dos se unieron en un beso.

Carla y Andrés llevaron acabo lo pactado, Carla inundo de confianza al joven que la asediaba y unos días después ya eran novios, el sabor de otros labio y el roce de otro cuerpo que no llevaba su misma sangre la hicieron olvidar poco a poco.

Andrés por su parte se hizo novio de la chica más fácil y físicamente mejor del almacén donde trabajaba, a pesar de que con ella desfogaba su libido le era imposible no soñar que aquel cuerpo no era el de Carla. Pero su novia era lo suficientemente ardiente para hacerlo regresar a la realidad, Andrés al sentir las tremendas nalgas calientes y la concha húmeda rozando sus rodillas ya había olvidado momentáneamente a Carla, en ese instante era sólo una hombre que ansiaba consumirse como un volcán en erupción.

Apartir de ese momento su vida dio el cambio que ambos esperaban, a ambos les bastaba con mirarse y no preguntar como es que les iba en sus relaciones, y eso los conformaba.

Libres de temores volvieron a la habitual y esperada confianza que añoraban. Pero aún no era suficiente, Andrés hacía grandes esfuerzos pero no lo lograba completamente, y como no lo lograba a veces espiaba a Carla, cuando se bañaba o cuando se cambiaba de ropa y también cuando dormía, sabía que no podía engañarse a sí mismo, hacia más que el intento pero no podía.

Pasaron unos días más e incapaz de contener su dicha Carla le confió sus sentimientos a su madre en la primera oportunidad, Carla iba a casarse, Andrés por supuesto sintió que el pecho se partía, pero mostró su mejor cara ante la noticia, en cuanto llego a su recamara se desahogo con gritos de frustración, a pesar de aquel tormento Andrés se mostraba feliz frente a Carla, pero al verla abrazada por otro, un dolor le inundaba su ser.

Su desesperación le hizo tomar una decisión, rompió con su novia y después le comunico a Carla y Esther que le habían ofrecido un mejor empleo en otra ciudad y que tendría que irse de la casa.

Aquella noticia alegro a Esther, pero ahogo la respiración de Carla.

-¿E-Estas diciendo que me dejaras sola en el almacén? -Menciono Carla.

-Sólo así podré superarme hermana, además tú pronto te casaras y no estarás sola.

-Tienes… tienes razón, no me queda más que desearte la mejor de las suertes.

Y se unieron en un apretado abrazo, Andrés aprovecho para sentir por última vez el embriagador calor de aquel cuerpo que tanto deseaba.

Una semana después Andrés se dio cuenta de que nada le había servido haber cambiado de ciudad, ya era demasiado tarde, ya que la mayoría de veces confundía a las mujeres que veía con Carla y eso le causaba en casi todos los casos problemas, la imagen de Carla era como una maldición, no podía apartarla de su mente.

Sabía que Carla tendría vacaciones para planear lo de su boda y que en la casa tampoco estaría su madre, entonces opto por pasar un fin de semana ahí.

En efecto, en la casa no había nadie, Andrés sin pensarlo se dirigió al cuarto donde estaba la cama de su infancia, la de sus sueños más íntimos, sin titubear y en la oscuridad se desnudo completamente y se acostó en el que siempre fue su lado, y empezó automáticamente a recordar a Carla, desquiciado por sentirla, comenzó a oler las sabanas, para intentar robarles el aroma que aun guardaban.

-Carla, preciosa…. Daría lo que fuera para volver a ser pequeño y poder estar junto a tí, poder acariciarte. -Murmuraba Andrés, mientras se cubría con las sabanas en la oscura habitación. -Pensé que apartándome, alejándome de ti te olvidaría pero no lo logré, ya fue demasiado tarde, te deseo. También creí que con una novia seria más fácil, pero ella solo desfogaba mi lujuria, mi libido; nunca tendría la verdadera pasión y amor que tu me haces sentir, que en ti encontré.

Pero entonces una voz lo hizo levantarse apresuradamente.

-A mí también me pasa lo mismo.

Andrés no necesito encender la luz para saber de quien se trataba.

-¿¡C-Carla…!?

-Yo también vine a refugiarme a mi cama, no pude evitarlo.

Carla, su hermana esta sentada en el lado de su cama, desnuda; y como Andrés no encendió la luz al entrar a la habitación y ella no hizo ningún ruido hasta ese momento, y como ambos pensaban en uno en el otro, pues causo este increíble encuentro, que Andrés y Carla lo vieron como un milagro, como algo que estaba predestinado.

-También tenia la necesidad de estar aquí, quería platicar con ella, acerca del vació que hay en mí, desde que dejaste de trabajar en el almacén. –Menciono Carla.

-N-No lo entiendo… tú… tú deberías de estar con tu prometido, tú te veías muy ilusionada. –Agregó Andrés incrédulo.

-Sí, en el encontré respeto y amor, pero no me llenaba, no tenia pasión, deseo, no como tu lo hacías… como lo haces.

Una vez más sintieron esa enorme atracción, él se colocó frente a ella, ambos estaban sentados de frente, mirándose a los ojos, recorriendo de vez encunado sus cuerpos desnudos que comenzaba a transpirar, después de unos segundos comenzaron a acercarse un poco más, el ambiente se tornaba lujurioso, se percibía un aroma de deseo, su cercanía provoco que erecto pezón rozara un brazo de Andrés, quien al tratar de evitarlo provoco que tallara su pene el cual comenzaba a erectarse, en una de sus hermosas y torneadas piernas, eso les provoco a ambos un exquisito escalofrió, ambos se quedaron estáticos, mirándose fijamente, deleitándose con esa sensación electrizante que todavía recorría sus cuerpos.

Entonces sin dudarlo más Andrés se abalanzo sobre ella, provocando que ambos se fueran hacia atrás, una ultima mirada fue suficiente para continuar y se unieron en una apasionado beso, al momento que con sus manos acariciaban sus cuerpos, casi desesperadamente.

Andrés comenzó a besar su cuello, su pechos sus duras tetas, mordisqueo sus erectados pezones y logro un gemido de placer por parte de Carla que no paraba de apretar las nalgas de Andrés y de tratar de arañar su espalda. Él continuaba acariciando, recorriendo cada milímetro del cuerpo de ella, con sus manos recorría las suaves y largas piernas, debes en cuando las besaba, acariciaba sus suaves nalgas, recorría su delgada cintura hasta llegar a ese par de senos rosados que apretaba fuertemente, lo cual excitaba enormemente a Carla, para luego meterse una de ellas a la boca, ella correspondía con frenéticos roces, con deliciosos tallones, con excitantes caricias que endurecían como el acero la tranca de Andrés que llegaba a unos increíbles limites en su erección.

Esta vez no querían dejar en duda quien de los dos había tomado la iniciativa, Andrés con sus hábiles dedos comenzaron a masajear la vagina de Carla, comenzó lentamente a introducirlos y después aumento poco a poco la velocidad, Carla no paraba de gemir, de retorcer su cuerpo por aquel desmesurado placer, su orgasmo se acercaba, Carla por su parte con una de sus manos masturbaba a Andrés, pero tuvo que detenerse para jalonear las sabanas debido al placer que Andrés le estaba dando.

Sin dudarlo Andrés comenzó a lamer la conchita de Carla, la cual estaba calientísima, le daba lengüetazos profundos, a veces lentamente y otras lo más rápido que podía, como pago escuchaba los sexys gemidos de Carla, las lamidas eran intensas, Carla ya no podía ni hablar, tomo por el cabello a Andrés y lo jalo hacia a ella para besarlo y lo hizo que se volteara, quedando en la posición conocida como 69, al momento que murmuro casi tartamudeando: No… dejare que, yo… acabe primero. Entonces ella también empezó a chupar el miembro de Andrés, el cual ya también empezaba de chorrear el líquido lubricador, parecía una competencia en el cual ambos tenían que llegar a la meta la cual era, lograr que uno se viniera primero que el otro. Carla se introducía casi todo el pene de Andrés, y él cada vez hundía más su lengua en la vagina de ella.

Boca a miembro, lengua a vulva, amor para la pasión, lujuria para el amor, ese ahora era su complemento.

Estaban dispuestos a satisfacerse por encima de todas las cosas que antes los habían detenido, Carla fue la primera en tener su orgasmo, no reprimió su placer, dejo escapar sus gemidos sin reserva alguna, Andrés no paraba de lamer la ahora empapada vagina, pasaron unos minutos y Carla se concentro en aumentar la velocidad al mamar la verga enrojecida de Andrés, Carla sabia que faltaba poco, ya que los testículos de Andrés subieron un poco, además de que hace un momento él aun lamía su vagina y repentinamente se detuvo, pasaron unos segundos y del enrojecido glande comenzó a ser expulsado lo que al parecer parecía un rió de semen, Andrés había llegado a su indescriptible orgasmo, tampoco se reservo sus gemidos, mientras que Carla saboreaba las mieles del triunfo al momento que chupaba los restos que aún escupía el volcán de carne.

Se recostaron uno al lado del otro, se tomaron un par de minutos de descanso. Andrés le dice a Carla: Necesito sentirme dentro de ti. Carla agregó: yo también lo necesito. Entonces reiniciaron las caricias, Andrés besaba nuevamente las tetas de Carla que aun estaban erectadas, ella por su parte no se esforzó mucho para lograr que la verga de Andrés nuevamente y al parecer estuviera más tensa que antes, la erección era descomunal, estaba al máximo.

Carla no se aguanto las ganas y comenzó a dar unas cuantas mamadas, los testículos se veían más hinchados. Aquel miembro estaba nuevamente en pie de guerra.

Andrés la tomo por la cintura, con sus manos dio una lenta caricia a todo su cuerpo, a todas sus formas, después la acostó, él se coloco al lado de sus increíbles piernas, comenzó a acariciarlas, ella disfrutaba con los ojos cerrados, Andrés levanto una de sus piernas y beso los muslos y la coloco a un costado de él, repitió el mismo proceso con la otra, estaban en una variante de la posición del misionero, Carla aun con los ojos cerrados le murmuraba que se metiera en ella, Andrés tomo su pene y dio unos lentos tallones con la punta, Carla se retorcía y gemía, Entonces lentamente Andrés comenzó lo que en una ocasión no pudo completar, comenzó a penetrarla lentamente, Carla al sentir aquel miembro abrirse paso por su deliciosa vagina no pudo evitar morderse levemente los labios de su boca, su respiración había aumentado inevitablemente la velocidad, Andrés también disfrutaba el momento, tenia había incluso cerrado los ojos, lentamente seguía introduciéndose en la cueva de carne de Carla, hasta que se la dejo ir completamente, Carla dejo escapar un largo suspiro que ratificaba el hecho, Andrés se detuvo unos segundos, trataba de contener su también rápida respiración, depuse comenzó el vaivén lento y sublime, Carla nuevamente comenzó a gemir, aumentando el volumen, ya que el saberse penetrada por su hermano le provocaba una excitación increíble, un placer muy superior a ninguno que había tendido antes.

Andrés también vivía un momento de locura al momento que poco a poco aumentaba la velocidad de su cadencioso movimiento al instante que dijo: -¡P-Por… fin...ya eres…mía…! Carla solo pudo contestar con un: -¡…Aja…!

Trascurrieron varios minutos, después Andrés se detuvo para un cambio de posición, no sin antes besarse apasionadamente, Carla se coloca a cuatro patas, Andrés nuevamente volvió a dar tallones a la vagina chorreante de Carla, eso provoco en ella un deseo incontrolable y con una de sus manos tomo el pene de Andrés y esta vez ella misma lo introdujo, lentamente lo fue metiendo, hasta sentir los testículos que oprimían su precioso culo.

Andrés también no pudo contenerse e inmediatamente reinicio sus movimientos, pero esta vez rápidamente, al momento que se inclinaba para besar la espalda de Carla y con sus manos acariciar las deliciosas tetas que se meneaban rápidamente de un lado a otro, Carla gemía incontrolablemente, su deseo, su placer hizo que tomara una almohada y la colocara en su boca.

Carla y Andrés se unieron en uno solo, para ellos ya no existía nada más, estaban en su cama, en su refugio, en la cómplice de todos sus juegos y travesuras, al sentirse uno dentro del otro, al sentir el incesante bombardeo de placer que inundaba sus sentidos, al mirar sus cuerpos sudorosos como formaban uno solo, sentir aquel fuego que recorría sus entrañas les hizo ver que no eran ya unos niños.

Nuevamente se detuvieron, Andrés tomo un largo respiro, y con una de sus mano aparto el sudor de su frente, aun tenia se pene dentro de Carla, ella se hizo para atrás, lo cual provoco que Andrés se sentara sobre sus piernas y ella sobre él, Andrés la abrazo y beso, ella correspondió tiernamente, entonces él se acomodo y se acostó, ella ahora estaba sobre Andrés, Carla hábilmente giro su cuerpo, y se inclino para besar nuevamente a Andrés, el se inclino hacia delante tratando de levantarse para lamer sus tetas, depuse con sus manos las tomo y las jalo hacia él para después acostarse, ella se inclino hacia delante y dejo escapar un ardiente gemido, al momento que inicio un sabroso movimiento de caderas que provoco gemidos de placer a Andrés.

Esta vez Carla tenia el completo control y eso la excito más, Andrés no tuvo más remedio que rendirse ante el placer que ella le proporcionaba incesantemente, ella aumentaba la velocidad, estaban a punto de culminar aquella entrega, Carla tomo las manos de Andrés para que le ayudara con su movimiento, Andrés acepto aquella petición y con sus manos apretó las nalgas de Carla y las levanto un poco, ella se inclino hacia delante para besarlo, mientras tanto Andrés tomo el control y con movimientos de cintura siguió con la deliciosa penetración, Carla al parecer estaba a punto de lograr su anhelado orgasmo, Andrés aumento como pudo la velocidad, él también iba a acabar en cualquier momento, hasta que al parecer ambos lo hicieron casi al mismo tiempo, el placer fue tal que ambos dejaron escapar sus gemidos sonando como uno solo sin detener sus movimientos ambos se miraron a los ojos dibujándose una sonrisa fraternal en sus rostros empapados de sudor.

Andrés no se detuvo hasta haber acabado totalmente, Carla parecía desvanecerse hasta que por fin todo se había consumado.

Al término, ambos se abrazaron y sellaron su entrega con un largo y apasionado beso.

Al día siguiente, Andrés y Carla decidieron irse juntos a otra ciudad, sin decir nada a nadie, ni siquiera a su madre; tal vez no era lo correcto pero eso no les importaba, sabían que se amaban y para ellos era suficiente, así que iniciaron una nueva vida, donde cada noche hacían el amor como aquella vez, cada entrega superaba a la otra, ya no había vuelta atrás, tampoco tenían miedo, encontraron un buen empleo y siguieron con su nueva vida, una de amor, de pasión, de placer.