La cama de helechos y hojas de roble

De su coño salió un jugo calentito que me anegó los huevos. Entre mis dedos caía la leche que salía de sus tetas, y de mi polla, de mi polla, volvió a salir otra corrida que le llenó el culo de leche.

Era verano, yo estaba en el monte, en pantalón de deporte y a pecho descubierto cortando con un hacha un pino seco para hacer leña. Cerca de mí, atada a un pino verde, tenía a mi burra con los serones puestos, en donde iba a cargar la leña para llevar a casa. LLegó a mi lado Luisa con su rebaño de ovejas.

Luisa era una mujer casada, de 36 años, morena, ni gorda ni flaca, ni alta mi baja, ni guapa ni fea.Tenía el cabello negro y largo. Sus tetas eran enormes y su culo grande. Tenía una hija de mi edad, 15 años, otra de 16 y un niño de pecho. Su marido, mi primo Alfredo, llevaba en Alemania 10 años y hacía un par de meses que estuviera en casa de vacaciones.

-¡Pedazo de pino vas a llevarte a casa! -dijo, sonriendo- Os va a dar para calentarla todo el invierno.

Limpié el sudor de la frente con el dorso de la mano. La miré. Llevaba puesta una blusa blanca, una falda verde que le daba por debajo de las rodilas y unos zapatos marrones. Le pregunté:

-¿Dónde hay fiesta?

Al detenerse Luisa se detuvieron también las ovejas y se pusieron a apastar.

-No te entiendo.

-Como vas vestida para ir a la fiesta...

Sonrió de nuevo.

-¿Me ves atractiva?

-Te veo más que atractiva, te veo arrebatadora.

Se puso coquetilla.

-¿Me estás echando los tejos, Quique?

-¿Tú que crees?

-Como dijo el otro, lo único que sé es que no sé nada.

-Yo si sé algo de ti.

-¿Qué sabes?

-Sé de una cosa que te gusta.

-¿Sí?

-Sí, sé que te gusta lamer la piel sudada. Que el sabor salado del sudor te pone perra.

Se alarmó.

-¡Hijo puta! ¿Sabe alguien más lo que hicimos?

-Todos mis amigos, Julito nos lo contó, pero no te preocupes, pensaron que era mentira.

-Ahora sabes que no lo era. ¿Te irás de la lengua?

-No.

-Algo querrás a cambio.

-Cuéntame como ocurrió y que le hiciste. Él no nos dio detalles.

-Y te callarás para siempre.

-Sí.

-¿Promételo?

-Prometido.

-No se como contarte...

-Cuanto más explícita seas hablando, mejor.

Luisa se sentó en la yerba, yo me senté enfrente de ella con las piernas cruzadas.

-Estaba en la tomada comunal apastando las ovejas, echada boca arriba sobre la hierba, con una mano dentro de las bragas y los ojos cerrados. Mi coño ya estaba muy húmedo. Alguien llegó sin hacer ruido. Me dio un piquito en los labios, aunque te suene raro, no me sobresalté, ese día estaba tan salida que necesitaba un polla dentro de mí, una polla o la lengua de una mujer. Ese alguien me magreó las tetas y me volvió a dar otro piquito. Estaba visto que fuera quien fuera no sabía besar, pero el hecho de que me pillara haciendo un dedo me excitara tanto que mis bragas ya se habían empapado de jugos. Dejé que siguiera magreando mis tetas y dándome piquitos con los labios cerrados hasta que las manos se le mojaron al atravesar la leche de mis tetas el sujetador y la blusa. Entonces le di un beso con lengua que casi se corre. Abrí los ojos y vi que el extraño era Julito. Le sonreí, desabotoné la blusa, abrí el sujetador, levanté las copas, cogí una teta y se la llevé a la boca. Julito mamó la teta con avidez. Bebió su leche templadita mientras de la otra teta salía leche que bajaba por mi cuerpo y caía sobre la hierba. Vi como de la comisura de sus labios también caía leche, acerqué su boca a la mía y mi lengua lamío la leche que había sobre la suya. Después cogió él la otra teta y volvió a beber golosamente. Mientras bebía la leche de mis tetas le eché la mano a la polla. Estaba dura como un palo. Se la saqué. La tenía descapullada y era delgadita y pequeña, muy pequeña para tener quince años. No sé por que, pero al verla tan pequeñita me puse aún más perra. Le acaricié la polla y los huevos. Ahora ya sentía salir los jugos de mi coño, estaba super excitada. Era la primera vez que estaba con un jovencito y esto me daba un morbo que te cagas. Me incorporé, le quité los pantalones y los zapatos, le metí una mano por debajo del culo y atraje su pequeña polla hasta mi boca. Le chupé la polla y le lamí los huevos. Poco más tarde, meti los huevos y la polla dentro de mi boca y se corrió como un bendito. Me tragué su leche chupando juntos los huevos y la polla... Después nos acabamos de desnudar. Lo volví a besar con lengua. Aprendía rápido. No tardó en chupármela y jugar con su lengua en la mía. Le volví a dar las tetas a mamar. Esta vez se llenaba la boca de leche, me besaba y bebíamos los dos de ella. Cachonda y caliente como una puta en celo, metí dos dedos dentro del coño, y empapados de jugo, se los di a chupar, despues le metí un dedo en el culo, se lo pasé por la nariz, se lo metí en la boca y se lo chupó. Me metí entre sus piernas y le lamí el ojete, los huevos y la polla. Poco más tarde subí encima de él, metí su polla dentro de mi culo y al ratito se corrió dentro. Para acabar, le pusé el coño en la boca, le dije que echara la lengua fuera y se la follé con mi coño hasta que me corrí en su cara, en su boca y en su cuello.

Al acabar de contarme la historia, en mi pantalón había un bulto, y a un lado un lamparón de humedad. Le dije:

-Tu historia me puso la polla dura como el granito.

Mirándome para el paquete, me dijo:

-Se nota. ¿Quieres que te inicie?

-No podrías. Ya me iniciaron.

-¿Quién te inició?

-Tienes que guardarme el secreto.

-Claro. Por cuenta que me tiene... Relata con detalle como pasó todo.

-¡¿Todo?!

-Todo.

-Me va a llevar mucho tiempo,

-Queda mucho hasta la noche.

-La que me inició fue Virtudes, la segunda esposa de mi tío Lorenzo. Estaba invitado en su casa. El día de la fiesta de san Roque, a eso de las dos de la madrugada llegaron a casa mi prima Eva y Adelita. Se metieron en su habitación, que estaba al lado de la que me dieran a mí. Al poco de estar en ella se reían como si se estuviesen haciendo cosquillas. Después vino un silencio, y algo más tarde comencé a sentir gemidos, unos gemidos que eran como susurros. Me empalmé al monento. Saqué la polla y comencé a masturbarme. En el vicio estaba cuando entró mi tía el la habitacion y me cortó el rollo. Después de entrar cerró la puerta, y me dijo:

-Eva y Adelita se están comiendo vivas.

-¡¿No te importa que Eva folle con Adelita?!

-No, lo que me jode es no poder follar yo a ese bomboncito, pero todo se andará, todo se andará.

-Como aparezca por ahí mi tío.

-Tu tío está borracho en la fiesta, ese no vuelve hasta que acabe de tocar la orquesta.

Mi tía traía un vaso en la mano, lo puso contra la pared y pegó el oido al culo. Estaba en camisón. La luz del camino entraba entre las contras de la ventana y el haz le daba justo en las nalgas, donde se le marcaba la goma de las bragas. Volví a coger la polla y mirando para su culo la meneé muy lentamente para que no me descubriese.

No escuchó mucho tiempo, pero lo que oyó la debió poner a mil, ya que se acercó a la cama y me preguntó:

-¿Tú me comerías el coño, Quique?

-Si me enseñas a comerlo...

Encendió la luz. Quitó el camisón y las bragas. Vi sus tetazas y su coño rodeado de una gran mata de vello negro. Me destapó y vio mi polla empalmada. Pasó de ella. Subió encima de mí, se arrodilló sobre la cama. Acercó su coño a mi boca. Lo abrió con dos dedos. con otro se tocó un bultito, (el clítoris) y me dijo.

-Lame aquí.

Le pregunté:

-¿Cómo se llama eso?

-La perla. Lámela.

Le lamí la perla reoetidas veces.

-Ahora chúpala.

Se la chupé. En mi mentón goteaba aguadilla que salía de su coño.

-Lame y chupa, a tu aire.

Hice lo que me había dicho. Chupar, lamer una docena de veces, chupar, chupar, chupar y lamer...

-Lame toda la humedad de mi coño de abajo arriba.

Lamí la humedad.

-Mete y saca la lengua de mi coño hasta que te mande parar.

Le follé el coño con la lengua... Al rato me dijo:

-Para de follarme el coño y hazme lo mismo en el ojete.

Sus palabras eran órdenes para mí... Comiéndole el culo, su coño volvió a gotear, esta vez en mi cara.

LLegó un momento, a los veinte minutos, más o menos. en que no aguantó más, y me preguntó:

-¿Quieres ver cómo se corre una hembra?

-Sí.

-Lame la perla de abajo arriba, lentamente al principio y vete acelerando poco a poco.

Hice lo que me dijo. A medida que iba apurando el ritmo de las lamidas, ella fue moviendo la pelvis. Al final, explotó. Retorciéndose y mordiendo una mano para ahogar sus gemidos de placer, se corrió en mi boca.

Mi polla latía como el corazón de un caballo desbocado. No me corrí de milagro.

Mi tía era una buena maestra. Al acabare de correrse. Bajó su coño hasta mi polla y la clavó hasta el fondo, con ella dentro, cogió una teta, y me dijo:

-Lame el pezón.

Lamí el pezón. Hizo el molinillo con su culo. Mi polla ya no pudo aguantar más. Le dije:

-Me corro, tía.

Me respondió:

-Lo sé.

Quitó la polla del coño, metió la punta de la cabeza en el ojete y recibió mi corrida en su culo.

Al acabar de correrme, me limpió la polla con una sábana y después la volvió a meter en el coño, cogió la misma teta de antes y me dijo:

-Láme el pezón, chúpalo y muérdelo muy suavemente.

Lamí, chupé y mordí.

-Ahora la areola, lame alrededor y después chupa la teta.

Lamí y chupé. Mi polla ya estaba otra vez dura dentro de su coño.

-Hazme lo mismo en la otra y después en las dos.

Tiempo después, cogió las tetas por debajo con las dos manos, y magreándolas, me dijo:

-Ahora haz todo lo que te dije magreándolas como las estoy magreando yo.

Le magreé y le comí las tetas como me había enseñado. En todo momento me estuviera follando despacito. Algo más tarde, sintió que le venía otra vez. Antes de follarme a toda mecha, me dijo:

-No te corras dentro.

En un corto espacio de tiempo me dio candela por un tubo. Al venirle el gusto quiso decir que se corría. pero sus palabras se le atragantaron. Sus ojos se pusieron en blanco. Su coño aptretó mi polla, y al final, de su gaganta salió una especie de gruñido. Algo así:

-¡¡¡Arrrrrrrrrrrrrrrrrrg!!!

Cuando le tapé la boca con una mano ya era demasiado tarde. Eva y Adelita lo habían oído, afortunadamente, ya que gracias a ello, dos días después hicimos un un trío.

Al acabar de correrse, y cuando terminó de tirar del aliento, sacó la polla del coño, y empapada de jugos la metió en la boca. Me hizo una mamada, pequeña, ya que me corrí en su boca en un plis plas. Después de esto volvió a su habitación.

Luisa, me dijo:.

-Tengo el coño cómo una sopa.

-¿Vamos a la cueva de la Vieja?

La cueva de la Vieja era una cueva en la que había una cama hecha con helechos y hojas de roble.

-Vamos. Hace tiempo que te tengo ganas.

-¡Anda que yo a ti!

La cueva era peqeña y la claridad del exterior llegaba hasta la cama de helechos y hojas de roble. Yo fui delante, Luisa me siguió. Al llegar al lado de la cama, me dijo:

-Quédate ahí y no te des la vuelta.

Me quitó la camisa. Pasó su lengua desde mi cuello hasta abajo de la espalda, y después de abajo arriba. Me quitó el cinto, me bajó la cremallera y me bajó los pantalones, se puso en cuclillas y me quitó los calzoncillos. Yo me quité los tenis. Con su mano izquierda cogió mis huevos y con la derecha la polla y me la meneó mientras me mordía las nalgas. Al rató dejo de masturbarme. Con las dos manos me abrió las cachas y jugó con su lenga en mi periné y en mi ojete. Mi polla miraba al techo de la cueva. Me dijo:

-Date la vuelta.

Me di la vuelta, me lamió los huevos y después subió lamiendo dede los huevos al glande. Me lamió el frenillo y la corona, despues metió el glande en la boca y le dio unas mamada para acabar mamandola metíendola casi toda dentro. Sabía lo que hacía. Cuando mi polla comenzó a latir, me metió un dedo en el culo y me dijo:

-Dámela.

Al salir la leche de los huevos mi ojete apretó su dedo. El gustazo me hizo cerrar los ojos y la leche salió a presión. Luisa tenía su lenga sobre mi meato, Le llené la boca de leche y se la tragó, mientras decía:

-Uuuuuuum, uuuuuuuuum uuuuum, uuuuum...

Al acabar de correrme, tomé yo la iniciativa. No dejé que se levantase. Le quitle la blusa y el sujetador y la empujé sobre la cama de helechos y de hojas de roble.

-Acaba de desnudarte.

Se desnudó. Vi como de sus tetas salía leche.

-Magrea las tetas.

Apretó las tetas y la leche salió en cantidad. Mi polla, que se ablandara después de correrse, se volvió a poner dura. Me senté encima de Lucía y metí la polla entre sus tetas. Al hacerme una cubana, mi polla se fue llenando de leche. Poco después, Lucía, estaba roja como un tomate maduro, o lo que es lo mismo, estaba encendida. Me suplicó:

-Métemela ya, métemela ya que si no me la metes me da algó.

-Ponte a cuatro patas.

Se puso a cuatro patas y le pasé la lengua desde el coño al culo. Gemía de forma escandalosa... Le follé el culo con la lengua un par de minutos al tiempo que la nalgeaba. Me volvió a suplicar:

-¡Métemela, por favor, métemela!

La agarré por las tetas y se la metí, se la metí en el culo hasta el fondo.

-¡Zaaaaaasaaaaaaaas!

Exclamó:

-¡Dioooooooooooosssssss!

Poco después, me decía:

-Me corro, me corro, me corro, ¡¡¡Me coooooooorro!!!

De su coño salío un jugo calentito que me anegó los huevos. Entre mis dedos caía la leche que salía de sus tetas, y de mi polla, de mi polla volvió a salir otra corrida que le llenó el culo de leche.

Acabamos de corrernos y nos echamos boca arriba uno al lado del otro sobre la cama de helechos y hojas de roble, yo con la polla a media asta y ella con una teta cayendo para un lado, la otra cayendo para el otro y con los pelos del coño mojados, no sé si de la leche de sus tetas o del jugo de su corrida.

La cueva, con helechos verdes entre las piedras de sus paredes y musgo sobre ellas, estaba inundada por un excitante olor a coño. Luisa, mirando al techo, me dijo:

-Nunca me había corrido cogiéndome por el culo.

-¿Y qué tal?

-Fue maravilloso. -se puso de lado- ¿Ya estás para otro?

-Para los que hagan falta.

Me puse de lado y probé la leche de una de sus tetas. Era dulce. Me gustó. Mamé esa teta, ella la apretaba para que saliese más leche por el pezón. De esa teta pasé a mamar la otra. Cuando me harté de beber, empalmado a más no poder, metí mi cabeza entre sus piernas y le trabajé el coño, y el culo, el coño lamiéndole los labios, follándole la vagina con la punta de la legua y lamiendo y succionando su clítoris, y el culo lamiendo y follando su ojete con la lengua, sin olvidarme de lamer su periné. Cerca de llegar al orgasmo, entre gemidos, me dijo:

-Ven aquí, ven que no quiero llegar sola al cielo.

Me volví a echar boca arriba. Me comió la boca al tiempo que me la meneaba, suavemente, muy, muy suavemente. Me metió la lengua en las orejas, me las mordio, me lamío y besó el cuello. me chupó los pezones... Al final cogió una teta, y me dijo:

-Abre la boca.

Abrí la boca, apretó la teta y el chorro de leche cayó en mi frente, volvió a apretar y acertó con mi boca, con un tercer apretón mojó mi cuello. Apreto la otra teta y me bañó la polla y los huevos con su leche. Mirándome a los ojos, me dijo:

-Estoy tan cachonda, tan cachonda estoy, que cuando me corra me voy a morir de gusto.

Luego lamió la leche de mi frente, me comió a besos, lamió la leche de mi cuello, bajó y me chupó la polla llena de leche, me la chupó con ganas atrasadas. Al dejar de chupar, me dijo:

-Te voy a follar hasta dejarte los ojos en blanco.

Subió encima de mí, metió el glande de mi polla en su coño y comenzó a follarme muy lentamente.

Su culo parecía un columpio que iba y venía, sin prisa pero sin pausa. El glande entraba y salía y el resto de la polla se quedaba fuera. Estaba dándome tanto placer al estimular la corona que no iba a aguantar. Le dije:

-Me voy a correr.

-Correte dentro.

-¿Y sí quedas..?

No me dejó acabar de hablar.

-Ya estoy preñada de tu primo, no puedo empreñar otra vez.

A los pocos segundos, cuando el columpio volvia, me corrí dentro de su coño. Viendo como me derretía y sintiendo mi leche dentro de ella, se le escapó un gemido, pero siguió a su ritmo. Sus tetas echando leche se balanceaban sin parar. Mi polla perdió cuerpo. La metió hasta la mitad para que no se le saliese del coño. Al cuarto de hora, más o menos., después de haberme dado a mamar las tetas por enésima vez, y de empapar mi pecho de leche, me dijo:

-No aguanto más.

Su culo se comenzó a mover cada vez más aprisa. Mi polla chapoteaba entre sus flujos y mi corrida, que creo que era la que hacía que me escociera. Me dio caña brava... Buscó su orgasmo desesperadamente y lo encontró.

-¡¡Córrete conmigo, cariño!!

No pude correrme con ella. Al comenzar a correrse, salió disparda de encima de mí. Se encogió. En posición fetal y entre temblores y jadeos, tanto gozó que casi se muere de placer en aquella cama de helechos y hojas de roble.

Viéndola disfrutar, agarré la polla, y con media docena de toques, un chorro de leche salió de mi meato y fue a parar al techo de la cueva.

Ya no quiso más, por ese día.

De los comentarios ya ni hablamos.

Quique.