La calma y la furia
Tú, yo... y él. Juntos. Por fin... Sus manos, las tuyas... Mi cuerpo... Folladme
- ¿Qué pasa? Sabes que no me gustan las sorpresas…- dijo Sara, un poco incomoda con la venda de sus ojos.
- Te gusta demasiado llevar el control… A veces es bueno dejarse llevar.- dijo Luis controlando el nerviosismo de su voz.
- Está bien, pero sigo diciendo que no me gustan las sorpresas.
- ¡Chissst!- escuchó en su oído, lo que la desorientó porque no sabía donde estaba su amante.
Sus manos cogieron su cintura y subieron hacia sus axilas, desprendiéndola de la camiseta blanca de tirantes que llevaba… Llevaba tanto tiempo sin disfrutar del tacto de sus manos que le resultaba extraña la suavidad de sus caricias; sintió un escalofrío recorriéndole la nuca y, no pudo menos que, esbozar una sonrisa.
- Sólo hay dos reglas: déjate llevar y no digas una sola palabra…- escuchó la voz de Luis, enfrente de ella lo que la desconcertó porque su procedencia no se correspondían con las caricias que estaba recibiendo.
- ¿Pero qué…?- dijo Sara asustada de que otro hombre la estuviera tocando.
- Chissst…- volvió a escuchar en su oído, antes de que esos mismos labios besaran su cuello desnudo.
Entonces una mano, distinta a las que la sujetaban por la cintura, levantó su barbilla y la besó con pasión en la boca; ese si era Luis, porque reconocía el sabor de su boca y la pericia de su lengua… Las manos del otro hombre subieron para desatar el nudo de la venda de que le impedían ver lo que pasaba a su alrededor. La venda cayó e, instintivamente, giró la cabeza para ver al “invitado” de Luis.
- ¡Marcos!- dijo Sara muy sorprendida de ver a ese chico allí.
- No puedes romper las reglas, Sara: ni una sola palabra.- dijo Luis, que era el único que hablaba en aquella habitación.
- Pero…
- Chissst- volvió a sisear Marcos, poniendo un dedo en la boca que había abandonado la lengua de Luis.
No sabía como Luis sabía de la existencia de ese chico que la excitaba tanto… ¿Se tenía que sentir incómoda porque el amor de su vida hubiera descubierto que sentía algo tan especial por otra persona? ¿O dichosa de que, por una sola noche, podría disfrutar de las caricias de esos dos hombres tan especiales para ella?
Marcos la giró con fuerza para situarla frente a él; Sara sonrió nerviosa porque tenía que admitir que le daba vergüenza verse, por primera vez, desnuda ante ese chico… El mismo que se arrodilló ante ella y, con una sonrisa perversa en los labios, la miró con deseo. Ella tragó saliva porque sabía lo que vendría a continuación: la lengua de Marcos acariciando su ombligo, esa parte de su cuerpo que él tantas veces había llamado “la fuente de sus deseos”.
La excitación se hizo intensa y creía que se iba a correr allí mismo, nada más de sentir esa lengua y la dureza del miembro de Luis, pegada a su trasero. Las manos de Marcos, sin que se lengua abandonara el ombligo, desabrocharon el botón del pantalón tejano de Sara y bajaron su cremallera, para descubrir esas braguitas.
Después, fue Luis quien llevándola de la cintura la hizo caer sobre la cama y, poniéndose a su lado, volvió a besarla en la boca con su mano acariciando sus tetas desnudas… Marcos la despojó de sus converse color rojo, para sacar el pantalón con rapidez, levantando sus tobillos y apoyándolos en sus hombros.
Aunque cerraba los ojos para sentir los profundos besos de Luis, no podía evitar abrirlos para observar, porque aún no se lo creía, a Marcos acariciando sus muslos ya desnudos… Volvió a cerrarlos y a exhalar el aire de sus pulmones cuando la boca de Luis abandonó el beso, para atrapar entre sus labios uno de sus pezones.
- Ummm…- dejó escapar de su boca sin atreverse a decir una palabra, por si eso rompía el encanto del momento.
Sentir las manos de Marcos, bajando sus braguitas y sus labios besando el interior de sus muslos, fue todo uno… Su espalda se arqueó al sentir la mano de aquel chico que tanto tiempo había deseado acariciando su cosita. Los dedos de los dos chicos chocaran como si quisieran los dos ser los primeros en disfrutar de la parte más intima de Sara.
Pero, o por ganar la batalla o por simple acuerdo entre los dos chicos, la lengua de Luis fue la primera que entró en la cueva de Sara; ella mordió uno de sus dedos para evitar un gemido escandaloso… Cuando abrió los ojos, se encontró con la mirada de Marcos muy cerca de su rostro, con esa sonrisa canalla que a ella le encantaba. Y la besó… ¡Vaya si la besó! Como si se fuera a acabar el mundo, como si de ese beso dependiera su existencia, como si el prolongado deseo de ese contacto lo llevara anclado en su alma desde hace demasiado tiempo…Y ella le sujetó la cabeza rapada contra su boca para que no se separara; y gemía silenciada con los labios del chico al sentir llegar el primer orgasmo, por la lengua de Luis en su coñito.
Cuando trataba de recuperar el aliento, la cara de Luis se unió a la de Marcos; allí estaban, a escasos centímetros de su boca, los rostros de esos dos chicos, que ella miraba totalmente fascinada… La barba de tres días de Luis; la perilla de Marcos y sus dos miradas llenas de deseo hacia el objeto de sus fantasías: ella.
Todo se desbocó un poco, cuando fue Marcos el que bajó devorando su ombligo hasta llegar a su entrepiernas y cuando Luis bajó su boxer para descubrir su erecta polla y ponerla cerca de los labios de Sara… No le hacían falta indicaciones, con una mano la atrapó y besó la punta; la lamió como si fuera helado y, por ultimo, la introdujo en su calida y húmeda boca.
Creía que se volvería loca de placer de sentir a Marcos comiéndole su coñito, mientras la polla de Luis se alojaba en su boca como si fuera una horma perfecta de un zapato… La ternura dio paso a la pasión y los movimientos de la cabeza de Sara para engullir el miembro de Luis, seguían el ritmo impuesto por Marcos entre sus piernas. Sabía que Marcos era mucho más pasional, por así decirlo, que Luis. La bravura de ese chico contrarrestaba la ternura del otro, y viceversa. “La mezcla perfecta” pensaba Sara para sus adentros… “La calma y la furia”
Tratando de llevar un poco el control de la situación, que le había sido arrebatado por Luis hace una hora cuando le vendo los ojos, empujó al chico para se tumbara en la cama, con su deliciosa polla apuntando al techo de la habitación. Marcos se dio cuenta de lo que pretendía y sonrió al ver la cara de desconcierto que tenía Luis… Digamos que Sara y él se entendían casi sin palabras.
El chico que aún permanecía de pie se quitó los pantalones y los boxer negros para mostrar una más que evidente erección. Su polla, bastante gruesa, saltó como un resorte… Sara se mordió un labio y chupó uno de sus dedos mirando al chico, sabiendo que era un gesto que volvía literalmente loco a Marcos, mientras se montaba a horcajadas sobre Luis, que seguía tumbado en la cama.
Sujetó la polla de su amante para acariciarle y mantenerla firme mientras la introducía muy despacio en su cosita… Gimió ya sin importarle que la pudieran escuchar en el otro lado del firmamento y se quedó quieto con todo aquel trozo de carne dentro de ella. Unos instantes después, comenzó a mover sus caderas en círculos sobre la polla de Luis, que la sujetaba por sus caderas, tratando de controlar el movimiento, sin conseguirlo.
- ¡Dios santo!- exclamó el chico, que seguía siendo el único que hablaba en esa sala.
La chica siguió moviendo sus caderas, ahora adelante y atrás, provocando un intenso placer en el pobre chico que estaba debajo de ella. Miraba con deseo a Marcos, mientras se follaba a otro hombre; se acariciaba los pechos y dejaba la boca entreabrierta mostrándole su lengua… El otro chico la miraba sonriendo desde los pies de la cama, masturbándose esa polla entre sus manos.
“Devorable” pensó Sara y con una de sus dedos, con un provocativo gesto, señaló a Marcos que se acercara mientras no paraba de mover las caderas sobre Luis… El chico de la perilla, no se hizo esperar y se subió de pie en la cama, acercando su miembro a la deseosa boca de Sara. Ella la engulló como si le fuera la vida en ello, y el chico sujetando su cabeza comenzó a mover muy suave las caderas, para follarle la boca… “La furia” volvió a pensar Sara; ese trato tan especial de Marcos, le hizo acelerar el ritmo sobre la polla de Luis, cuyos jadeos y gemidos, que tanto excitaban a la chica, llenaban la habitación. Una autentica amazona sobre la mejor montura del mundo.
Un atronador orgasmo partió de sus ovarios para hacer gritar con la boca ocupada por la polla de Marcos; casi pierde el conocimiento si no llega a ser porque las pollas de los dos chicos la mantenían en vilo.
Aprovechando la debilidad que mostró Sara en el momento de correrse, por segunda vez, Luis la quitó de encima de él, al sentir la llegada de su inminente corrida… Como si fuera una muñeca en manos de un titiritero, Marcos la colocó en postura de perrito para ensartarla con una estocada, clavándose su miembro hasta los huevos. El ritmo del chico era continuo y fuerte como un martillo en una fragua y los gemidos de Sara acompasados con las tremendas embestidas.
Ante sus ojos, Luis masturbando su polla y con unos gemidos que hacían presagiar que estaba a punto de correrse… Sara lamió la cabeza de su miembro y, mientras Marcos la follaba, abrió su boca mostrándole a su amante la disposición a que le llenara la boca con su leche.
- ¡Me corrooooo, ummmm!- gritó Luis, mientras dos cañonazos de lefa caliente llenaban la boca y la cara de la chica que se relamía.
Su cara chocaba con la polla de Luis, por las penetraciones de Marcos que, en ningún momento, había bajado el ritmo… El olor a sexo, el sudor y los gemidos de los tres amantes llenaban la habitación y las piernas de Sara le flojearon al sentir su tercer orgasmo con la polla de Marcos en su interior.
Al sentir como Sara se corría entre sus brazos, Marcos se inclinó sobre su espalda pegando su pecho a ella y mordió con lujuria el cuello de la chica… Esa mezcla de dolor y placer prolongó el orgasmo de la chica que sentía como aquellos dos hombres la estaban destrozando.
Marcos sacó su polla del interior de Sara y agachándose comenzó a jugar con su lengua en la entrada de su culo; ese gesto hizo que la chica le estremeciera y con su manos tratara de evitar esa caricia que solo estaba reservada para una persona: Luis.
- Chissst- volvió a escuchar a sus espaldas decir a Marcos, mientras Luis la miraba sonriendo y tranquilizándola.
La polla de Luis volvía a estar durísima y se colocó detrás de Sara, mientras Marcos seguía devorando aquel agujerito que palpitaba con la caricia de esa lengua y los expertos dedos en su clítoris. Por un momento, la única visión de Sara era la pared de su habitación y un placer indescriptible que la hacía temblar de gusto.
El cuerpo de Marcos apareció ante ella, justo cuando notó que la caricia de esa lengua abandonaba su trasero para ser sustituida por unos dedos jugando en la entrada. La polla de Marcos se acercó a los labios de Sara, de nuevo, y ella la devoró sintiendo su propio sabor en ella.
- Sabía que esto lo guardabas para mi…- escuchó la voz de Luis detrás de ella.
Sara miró a Marcos, con una sonrisa a pesar de tener su polla en la boca; el chico le guiñó un ojo en un gesto de complicidad entre amigos. Ella notó la cabeza del pene de Luis abriéndose paso en su estrecho trasero, y un placer doloroso le hizo apretar los labios sobre el tronco de la polla de Marcos.
Allí estaba ella, en una escena digna de la más morbosa de sus fantasías; siendo sodomizada por el amor de su vida y chupando la polla del hombre que un día le dijo que “podías ser la mujer de mis sueños”… No sabría decir el tiempo que duro eso, porque estaba en otro mundo sintiendo esa polla en su culo, mientras unos dedos jugaban con su cosita… Sólo recuperó la cordura cuando sintió la llegada de su cuarto orgasmo a la vez que la polla de Marcos palpitaba en su boca, llenándosela de leche caliente… Y unos segundos después, Luis se vaciaba en su culo agarrado a sus caderas con ella en postura de perrito.
La vista se le nubló y se derrumbó sobre la cama, oscureciéndose todo a su alrededor.
Sara se despertó y estaba totalmente vestida con su pantaloncito de pijama y la camiseta naranja de tirantes que usaba para dormir. Tenía las braguitas empapadas, lo que daba una idea de lo intenso que había sido el sueño… La pantalla del teléfono mostraba un mensaje de MSN que siempre dejaba conectado, aunque en Ausente .
Era un mensaje de Marcos, de hace casi siete horas… Como casi siempre le deseaba buenas noches, cuando él entraba a trabajar y ella ya dormía. Cosas de la diferencia horaria.
- Buenos días, idiota.- escribió como saludo.
- Buenos dias, guapisima.- leyó en la pantalla el mensaje de Marcos.
- Buff, he soñado contigo, ¿sabes?
- ¿Ah si?
- Y con Luis…
- Vaya… Una noche traviesa.
- Y lo raro es que no pude escuchar tu voz; estoy destinada a no escucharla en persona ni en mis sueños.
- Jajaja, que tonta eres.
- Voy a por algo para desayunar, ¿me esperas?
- Sí, claro… Ve a comer, siempre estás zampando.- escribió el chico con el tono bromista de siempre.
- Ahora vuelvo.- dijo Sara, levantándose de su cama y yendo a la cocina.
Al entrar en la cocina, no se podía quitar de la cabeza el morboso y sensual sueño que había tenido; su hermana que movía con una cucharilla la taza de café que había sobre la mesa la saludó.
- No me gusta que duermas en el estudio; ¿Por qué tengo que dormir sola?- protestó la chica que estaba acostumbrada a que las dos dormían juntas en la misma habitación
- Lo siento, me quedé pintando y me dormí.
- Oye… ¿Qué te ha pasado en el cuello?- dijo su hermana.
Sara, preocupada, se echó la mano al cuello y sintió dolor al tocar la zona donde le había indicado su hermana. Se miró en el reflejo de un cristal de la cocina, para descubrir una señal en el mismo lugar donde, en el sueño, Marcos le había mordido mientras la follaba.
- Joder…- dijo muy nerviosa mientras salía de la cocina hacía el estudio para coger el teléfono.
- ¿Dónde vas?- dijo la hermana sorprendida de su actitud.
- Ahora vengo…- dijo Sara, saliendo por la puerta.
Llegó corriendo a la habitación que le servía de estudio de pintura y se lanzó en la cama para coger el teléfono.
- Marcos, ¿estás?- escribió muy nerviosa en la pantalla deseando contarle todo a su mejor amigo.
- Dime
- Me ha pasado una cosa extrañísima; es como si el sueño hubiera sido real… Ha sido como si, de verdad, hubierais estado aquí…
Dejó escrita la frase y vio como Marcos no contestaba; esperó paciente porque sabía que, a veces, su amigo tardaba en contestar porque podía haber gente en el trabajo. Pero, al pasar unos minutos se impacientó.
- Idiota… ¿Estás? ¿No me dices nada?
Una sola palabra apareció escrita en la pantalla del teléfono de Sara, como respuesta de su amigo Marcos:
- ¡Chissst!
(FIN)