La calle no es tan mala

Un chaval se encuentra con un vagabundo, y deciden ir a charlar en casa del desconocido

La calle no es tan mala.

Hará más de un mes cuando me ocurrió lo que voy a relatar aquí, ahora tengo quince años. Soy rubio con mechas, ojos marrones, y un poquitín fibrado. Estoy acostumbrado a vestir de marca, y nunca salgo de casa sin el piercing de mi oreja, la verdad, soy algo macarra.

Esto ocurrió en verano, cerca de Julio. Estaba andando por la calle cuando me encontré a un hombre que me paraba cogiéndome del hombro. Nada mas verle a la cara, por la suciedad de su ropa y su piel, supe que era un vagabundo, de mas o menos unos veinte años. Asustado, me solté rápidamente:

  • ¿Qué? – Le pregunté sin educación ninguna
  • ¿Tienes un cigarro? – Me preguntó con una voz ronca y gastada – A mi se me han acabado.

Saqué de mi bolsillo del pantalón una cajetilla, y le pasé uno.

  • Muchas gracias – Me dijo, pero no se fue. Se quedó mirándome y no sabia que hacer.
  • Pues nada, adiós.

Al despedirme y dar media vuelta, me paró con un "¡Eh!" y yo ya estaba perdiendo la paciencia.

"¿Por qué no me dejará?" Pensé.

  • Te quiero agradecer esto – Dijo apuntando al cigarro – No me hagas un feo, y ven a mi casa.
  • ¡Oh! Me viene muy mal
  • Va… Por favor.

Me cogió del brazo y me llevó con él.

Al fin habíamos llegado. Estábamos en uno de los peores barrios de la ciudad. Toda la gente iba paseando con prendas sucias y gastadas, y muchos perros sin dueño comían mierda del suelo.

Al final llegamos al edificio, era alto pero con las ventanas rotas y grafittis por todas partes.

Al fin, entramos a su casa y al igual que él, y el barrio en el que vivía, estaba sucia.

  • Siéntate – Dijo señalando al sofá – Voy a traerte unas cervezas.

Cuando me hube sentado, me di cuenta de que tenía varias películas porno encima de un DVD medio estropeado.

  • ¿Quieres verlas? – Me preguntó, y supuse que se había dado cuenta de que las estaba mirando – Antes estaba viendo una, si quieres la seguimos juntos.

Yo hice un gesto con los hombros y me empecé a beber la cerveza que había traído. Él puso el DVD en funcionamiento, encendió la televisión y al instante se vio a dos hombres y una mujer montándoselo en un escaparate.

Me di cuenta de que el vagabundo se estaba empalmando, pues con un chándal se nota enseguida.

  • ¿Y como te llamas? – Me preguntó él – Yo Luis
  • Yo Fran

Y al instante, me puso su brazo sobre el mío. Me estaba sintiendo incomodo y no sabia como reaccionar. Me acercó su boca a mi oreja y me susurró: "Te quiero follar".

Nada mas escuchar eso, me levanté, le hice un corte de mangas y me dispuse a salir por la puerta, pero él fue más rápido y me agarró de la cintura tirándome al sofá.

  • ¡Que te den por culo! – Grité – ¡Déjame en paz!

Él se abalanzó sobre mí y me metió su lengua en mi boca y al instante, nada mas sentirlo, se me puso tan dura como una roca.

  • A pesar de que lleves vaqueros se nota que te gusta – Me dijo y siguió besándome mientras yo forcejeaba.

Me quitó la chaqueta vaquera y me rompió la camiseta dejando al descubierto mi torso, y él hizo lo mismo, mostrando los músculos que la calle le había otorgado.

Empezó a lamerme la cara como un poseso, y después siguió con mi cuello y mi pecho.

  • Sé que me la quieres meter – Me dijo – Disfruta de ello

Y se quitó el chándal poniéndome en la cara su culo. Y yo ya, sin conciencia ninguna, se lo empecé a lamer poco a poco. Me puse de rodillas y me quite los pantalones mostrándole mis 16 centímetros de polla dura. Él seguía loco, y me la empezó a lamer como un helado. Comencé a gemir "Oh, sigue…" y cuando la hubo lubricado, se puso de nuevo a cuatro patas moviendo el culo.

  • ¡Vas a ver! – Le dije y se la metí entera. Aun recuerdo como lo disfrutó

Después de cinco minutos de meter y sacar, él se tumbó, me agarró con sus piernas y me tiró sobre él. "Chúpala" Me dijo.

Y al igual que él, se la empecé a lamer como un helado. Calculé 20 centímetros de placer. No pude chupársela entera, pero lo poco que pude, sé que lo disfrutó.

"Ahora soy yo quien quiere metértela" Me susurró y me puso a cuatro patas metiéndome todo su rabo por mi culo.

"¡Aaaaaah!" Gritaba, pues se me olvido decirle que era virgen, y me la metía con mucha fuerza.

Pasó diez minutos así, hasta que sentí dentro de mi algo húmedo y caliente. Me abrazó por la espalda sin quitarme la polla de mi culo y con su mano me empezó a pajear hasta que no pude más y me corrí como nunca.

Me empezó a besar, y me dijo que nunca lo había disfrutado tanto.

Después de aquello, todas las semanas paseo por la calle, con una cajetilla de tabaco, ofreciéndole siempre que le veo un cigarrillo.