La calienta pollas de mi cuñada

Descubro lo golfa que es mi cuñada.

LA CALIENTA POLLAS DE MI CUÑADA

Se puede decir que todo empezó hace algunos años cuando mi todavía no cuñada tenía 16 años.

Yo salía con su hermana mayor, mi relación con ella en aquella época era estrictamente la del novio de su hermana y nos veíamos en contadas ocasiones, prácticamente, cuando nos acompañaba algún que otro festivo a pasar el día en algunas de nuestras salidas que realizábamos.

Recuerdo que en esas salidas, siempre sacaba la conversación de las diferencias de cuerpo entre ella y su hermana y acababa preguntando cual de las dos tenía mejor cuerpo y cual me gustaba más, es necesario que puntualice que ambas estaban hechas en todo un bombón.

Pero era obvia mi respuesta, aunque eso no quería decir que en mis pensamientos su cuerpo de 17 años otoñales no me fuera indiferente, pero en aquella época, solo tenía ojos para la mujer que más adelante sería mi esposa.

Pasaron algunos años y empecé a convivir  con mi mujer, la hermana, a partir de ahora la llamaremos Mar, solía venir a nuestra casa a pasar los fines de semana, en verano solíamos irnos a la costa y cuando coincidía, nos acompañaba,  dado que mi mujer y yo hemos sido siempre bastante liberales y no hemos tenido perjuicios tontos, íbamos a una de las playas naturistas de la costa, donde pasábamos el día en pelotas.

Como no podía ser de otra manera, Mar también de despelotaba,  su perfecto físico y su belleza salvaje, juntamente con una melancolía que la envolvía en aquella época, era el objetivo en la playa de todas las miradas incluida la mía, donde abundaban las parejas en su mayoría de nuestra edad.

Mar entonces con sus 19, 20 años, deslumbraba como una flor espléndidamente madura y abierta, con todos sus encantos desplegados, llameantes y abrasadores.  Fueron en esos fines de semana cuando su cuerpo y sus facciones salvajes empezaron a quedarse grabados en mi mente. Era tal la atención que provocaba, que en varias ocasiones tuve que discutirme con algunos carcamales que a escondidas y en algunos casos con la complicidad de su propia esposa se hinchaban de fotografiarla, tanto desde la propia playa como con teleobjetivos desde los barcos estacionados, al final, dejó de acompañarnos.

Pasado un tiempo empezó a salir con chicos, anteriormente no había salido de su casa, fue una época alocada, como nosotros éramos los liberales de la familia, comenzó a utilizar nuestra casa como un moble, todos los muchachos que traía, eran de las mismas características, altos, guapos, chulos e inmaduros, igual que ella y así fue, no consiguió mantener ninguna relación estable  con ninguno de ellos, creo que fue a partir de entonces cuando su carácter empezó a cambiar, dejo de ser alegre y se refugio en si misma, al final conoció un muchacho bastante más joven que ella, quedó embarazada y sin estar enamorada se casó.

Durante ese tiempo anterior a su boda mis relaciones con Mar habían sido las normales entre cuñados, en sus cumpleaños yo le solía hacer algún regalo, pero en esa etapa de abatimiento, empecé a regalarle alguna que otra joya sencilla, por el hecho de que se animara un poco, yo la veía bastante decaída,  en fin, no sé si fue el motivo o que, el caso es que nuestras miradas comenzaron a cruzarse, no ocurrió nada especial, pero Mar inició una guerra de seducción y derribo al mismo tiempo, que continuo después de su casamiento y hasta el final de la relación familiar.

Nuestros encuentros de familia a partir de entonces eran como forzados, Mar se distanciaba de mi como si tuviera la lepra, sus conversaciones eran con su hermana o con quién fuese menos conmigo, hasta entonces nuestras conversaciones se podían enmarcar como normales, pero con cierta intimidad,  ese cambio de actitud me descolocaba, en ocasiones sus ojos eran puro odio, por otra parte en esos mismos encuentros y a pesar de su comportamiento, se las arreglaba para que hubiera una pose coqueta, una mirada insinuante o una frase con sonrisa pícara o un gesto llamativo o un ligero roce y no digamos en las despedidas, casi siempre me estampaba un suave beso cálido y húmedo en mis labios al maniobrar bruscamente en el casto beso de una despedida durante el cual, las comisuras de nuestras bocas quedaban en contacto, como podéis imaginar, con estos roces y con alguna de estas insinuaciones desencadenaban en mi un deseo abrasador y una rápida erección insufrible. (De todas formas estas insinuaciones al marcharse yo se las comentaba como una anécdota a su hermana, que se reía sin más)

Sensaciones que también me provocaba cuando realizábamos alguna visita a su casa y su vestimenta seguía siendo la misma que ella podía llevar íntimamente en la soledad de su propia casa, blusas ligeras sin sujetador y pantalones holgados, todo blanco y transparente, perfectamente a la vista sus ultra pequeñas braguitas o tangas y como no podía fallar, siempre había algún motivo o incidencia para enseñarlas más, al agacharse o colocarse los pantalones muy bajos con lo cual mostraba su miniatura y su culito,  estos comportamientos me encendían como una antorcha, de esta forma fueron pasando los años sin pena ni gloria con un distanciamiento familiar cada vez más importante.

Durante estos años su inmadurez le provoco la obsesión de mantener exageradamente una imagen de jovencita, dada la diferencia de edad con su marido, convirtiendo su magnifico cuerpo en otro de una anoréxica total, quién no la conociese realmente pensaría que tenía esa enfermedad, todo su encanto perdido y lastimosamente aquel cuerpo atlético, ardiente  y deseable.

Curiosamente, sin tener ningún contacto ni relación en tanto tiempo, un día recibo un correo electrónico desde su trabajo, en el cual me dice sin más, que ha decidido tener una experiencia sexual conmigo, para de esta forma liberarse de un antiguo “agobio” que siempre había tenido y que de vez en cuando le seguía amargando, que a estas alturas no esta dispuesta a seguir teniéndolo, me dice que el viernes en quince días, su marido realizará un viaje acompañando a su hijo que hace deporte federativo y por el cual debe desplazarse, que me espera a las 21:00 horas en el lugar que le indique.

Como podéis imaginar semejante citación representaba para mi una bomba, como mínimo de neutrones, me puso en un verdadero dilema, que hacer, por un lado mi ética y mi moralidad, además de su hermana, la familia…..etc., por otro lado mis ansias de poseerla, de desfogar las calenturas de todos esos años y pasarla por mi polla.

Durante varios días estuve dándole vueltas al asunto, sin atreverme a comentarlo a ningún amigo, se me hacía muy difícil, también me hacía dudar del porque de esa decisión que ella había tomado, después de tanto tiempo,  sin que en realidad nunca nos habíamos llegado a insinuar nada,  era realmente raro, rarísimo.

Pero como podéis imaginar, me pudo más mis ansias, que cualquier otra cosa, el hombre es débil, solo pensamos con la polla según dicen y esta vez, yo iba a confirmar el dicho, a pesar de las repercusiones que para mi  mismo iba representarme, y no digamos con el resto de familia si se enteraban, (al final siempre se enteran), con lo cual, conteste su correo con un escueto y breve texto:

Restaurante El Pebre Blau  a las 9:30

En el lugar y a la hora convenida, Mar estaba de pie, delante de mi muy arreglada, guapa y sumamente delgada, pero yo no la veía con los ojos sino con la imaginación, veía una figura soberbia de 19, 20 años otoñales, con su pelo oscuro y rizado a lo afro, su cara de niña inocente con una sonrisa de ilusión, sus ojos pequeños pero alegres, una boca de niña con unos labios finos y su cuello largo y desnudo, era así como la veía en mi imaginación y en como la deseaba.

Vestía una blusa blanca semi transparente con un escote que resaltaba su ancha espalda y sus hombros desnudos y morenos,  sobresaliendo de su blusa se insinuaban unos firmes y pequeños pechos, su cintura morena y tersa con su encantador ombligo, resaltaba ante la blancura que irradiaba su falda ancha y semi transparente que le llegaba hasta los tobillos, donde se destacaban sus formas bien redondeadas con su minúsculo tanga.

Me acerque a ella y nos besamos ligeramente, los dos estábamos cohibidos, cenamos y mantuvimos una amena conversación ajena a nuestra cita, luego con un corto paseo la lleve a un pub brasileño del paseo del Borne donde nos tomamos unas caipirinhas que nos hicieron romper las inhibiciones, pasada la media noche entrábamos en la habitación de un moble en la parte alta de Barcelona.

Estrechándola entre mis brazos la atraje hacia mi, el contacto con su cuerpo perfumado, hacia que el mío temblara y ardiera de deseo, mis labios se acercaron a los suyos rojos y turgentes y dulcemente los bese, mi lengua posesiva entro como un huracán llenando por completo su boca, recorriendo y saboreando todo lo que encontró, su cuerpo tembló de pasión, mis manos se aferraron a sus nalgas y las apreté hacia mi sexo, en aquel momento nuestras mentes y cuerpos solo deseaban una cosa, poseernos mutuamente.

Mis manos se introducían por debajo de su blusa, acariciaban y recorrían cada centímetro de la piel de su espalda, mientras mis labios recorrían su esbelto cuello y volvían a su sedienta boca a la que alimentaba con mi lengua, una de mis manos introducida en su falda descendió hasta llegar a su culito, llevaba el tanga y al tocar su duro culito con aquellos cordeles del tanga se me disparo la adrenalina, era insoportable, mis deseos ardían y ardían.

La tumbe en la cama y mientras seguía besando sus labios y boca, mis manos temblorosas le sacaban la blusa y le abrían el sujetador por la parte frontal, dejando liberados dos pechos firmes, tiesos y blancos, con unos grandes y sonrosados pezones que resaltaban con el moreno del resto de su cuerpo, mi corazón iba a estallar, mi cabeza, mi boca y mis labios se lanzaron a saborear aquellos pechos y aquellos pezones, los bese, los acaricie con mis labios y lengua, los mordisquee, finalmente se los succioné como tratando que emanara el nectar de la vida, empecé a oírla gemir, mis manos automáticamente desabotonaron su falda y la apartaban de forma enérgica, mientras observaba su ardiente cuerpo, moreno y desnudo, estirada entre sus blancas ropas delante de mi, sin ser consciente, me encontré igual que Mar desnudo y me deje caer encima de su cuerpo, el contacto con su piel me quemaba y me ahogaba al acariciar aquel cuerpo que me esclavizaba y me seducía con su solo contacto, mis labios besaban, mis manos acariciaban, buscaban cualquier punto donde perderse, mi cuerpo ardía y me mente se fundía, su tanga lo había desplazado hasta sus rodillas, mis labios y mi lengua buscaban ávidamente su clítoris entre aquel torbellino y bien recortado bello púbico y debajo de aquel soberbio pubis, protegido por unos hermosos y grandes labios, mi lengua, encontró aquella cavidad totalmente húmeda, su clítoris era grande y puntiagudo, duro como una piedra, mi lengua se hundió profundamente entre sus labios en busca de él, mi lengua saboreo, mi boca succionó y al tiempo, dos de mis dedos la penetraron en la vagina buscando su punto G, que de inmediato encontré y acaricié, su cuerpo se arqueó con un espasmo terrible pero yo seguía mordiendo, succionando y acariciando su clítoris y con mis dedos, sus gemidos y gritos quemaban en mis oídos, hasta que finalmente su cuerpo reaccionaba con un nuevo y potente orgasmo. Su flujo me cubrió el rostro, le levanté las caderas y su trasero magnífico se ofreció a mis caricias lascivas.

Ya no pude contenerme y desplazándome entre sus piernas separadas brutalmente por las mías, la penetre, mi pene entro y llegó hasta lo más profundo que pudo, sentí su sexo apretando alrededor de mi pene y yo la bombeaba con lujuria, mi glande estaba a punto de explotar, así que me relaje cuanto pude e inicie movimientos lentos pero rítmicos, mientras mi boca, mis labios y mi lengua tomaban posesión de su boca y de sus labios, Mar cruzaba sus piernas por mi cintura y así mis embestidas le llegaban hasta el fondo de sus entrañas, su carita de niña inocente y salvaje expresaba como nunca su lujuria y excitación de aquel momento, nuestro cuerpos estaban fundidos en uno, lo que sentía yo, lo sentía ella y viceversa, después de acelerar el ritmo y de unas cuantas penetraciones salvajes que no pude impedir por mi excitación, ella, en un movimiento rápido y brusco, me volteo en la cama y tomo posesión de mi cuerpo, sujetándolo con el peso de su propio cuerpo al arrodillarse e introducirse mi pene, quedando mis piernas sujetas debajo de las suyas, sin darme tiempo a reaccionar, con mi pene en su vagina, inició su propio movimiento de caderas, rítmico de entrada y salida y sus músculos vaginales perfectamente acompasados con sus movimientos de vaiven, comenzaron a succionar mi pene como un aspirador, mis sensaciones de placer llegaban al infinito, parecía que me estaban ordeñando y que de un momento a otro iba a estallar quedándome totalmente vacío, creí que iba desmayarme de placer, pero la muy puñetera cuando notaba que iba a arrasar con todo, ralentizaba su ritmo para calmarme,  hasta que volvía a iniciar su ritmo frenético y constante, mi mente y mis manos estaban paralizadas, eran tan fuertes las sensaciones que solo sentía lo que me estaban haciendo y mis ojos solo veían a una mujer con cara de niña salvaje que sonreía y me cabalgaba con mi pene fuertemente sujetado entre sus piernas, sus movimientos me volvían loco, al final, Mar decidió que ella no aguantaba más y acelero el ritmo, yo explosione como nunca y mi semen como una tormenta inundo las entrañas más profundas de Mar y en ese momento, Mar también estallo, nuestras sulfurosas respiraciones nos ahogaban, mi sensación era de vacío total, parecía que me habían exprimido como una naranja, pero rebosaba de una infinita paz interior, como si estuviera descansando en la orilla de un tranquilo lago cristalino, ella, todavía convulsionando se extendía entre mis brazos y nuestras bocas ansiosas se encontraban y nuestros labios se besaban posesivamente.

Nos quedamos dormidos durante un rato pero nuestros cuerpos abrazados fueron despertando y nuestros sentidos se encendieron rápidamente como antorchas, Mar se desplazo a lo largo de mi cuerpo estirado y colocándose entre mis piernas, arrodillada, me miró lascivamente mientras sus manos acariciaban mi entrepierna, su cara de niña salvaje a medio cm. de mi pene se ocultaba repentinamente en mi entrepierna y solo veía su pelo oscuro y rizado a lo afro, mis sentidos se dispararon y mi excitación creció al notar sus labios y lengua recorrer mi ingle y como succionaba y lamía mis testículos,  mientras sus manos recorrían mi pene en toda su longitud, yo la contemplaba maravillado, cuando llegaba al glande movía todos sus pequeños y finos deditos hacia delante ejerciendo presión en mi pene cada vez con más fuerza, fluidos preseminales empezaban a salir, haciéndome sentir la humedad en cada contacto, acariciaba con su mano mis testículos, sus labios rozaban mi glande y mi pene desaparecía en su boca, su lengua saboreo y lamió, chupando primero con delicadeza y succionando con más fuerza, luego, empezó a mamar mi pene frenéticamente, después de unos minutos intensos e inaguantables de placer, mi semen salio con fuerza llenando su boca, la cogí por los cabellos rizados a lo afro he impedí la salida de mi pene de su boca, hasta que se hubo tragado todo mi semen, luego le separé la cabeza haciendo que mi pene saliera de su boca, yo tenía mi polla toda mamada y comenzaba a relajarse, Mar tenía la cara mojada de su saliva y su cara de niña inocente y salvaje reflejaba toda la lujuría del momento, un hilo de mis flujos corría entre sus labios.

Mi mente excitada y eufórica al mismo tiempo, al ver a aquella orgullosa mujer/niña arrodillada entre mis piernas jaleando con su carita mojada por mis fluidos, había finalmente sucumbido a mis profundos y antiguos deseos de otra época.

Pero mi placer no acababa ahí, sino que a partir de ese momento pensaba, iba a ser yo el que dominara la situación, mientras mis deseos ardían, ese culito tan duro y de piel tan suave debía ser mío, debía tomar posesión de él, su virginidad me pertenecería para siempre y con esos pensamientos placenteros que todavía me encendían más, me levante, la sujete por la cintura levantándola y mientras mi boca saboreaba sus firmes glúteos, la puse a cuatro patas, esa posición resultaba maravillosa, me mostraba su coño esplendoroso y húmedo a rabiar, mi lengua inició el recorrido por cada uno de los grandes pliegues labiales que tenía, Mar gemía de placer y arrodillada, plegaba su cuerpo hacia abajo para abrir cuando podía su culito, con mis manos le abrí las nalgas y mi lengua empezó a recorrer toda la ranura de su culito hasta su hendidura que comencé a lamer por todo su contorno, Mar pareció que desfallecía del agudo placer que le producían mis caricias.

Le introduje uno de mis dedos en su vagina mientras gemía de placer y lo remoje cuanto pude con sus jugos vaginales, a continuación, introduje mi dedo en su ano y comencé a bombearlo entrando y saliendo suavemente, mi boca y lengua no estaban inactivas, recorrían su culito besando y mordisqueando, poco a poco fui ampliando la introducción de un dedo a dos y luego a tres.

Cuando me pareció que su esfínter se había dilatado suficientemente, pensé que había llegado mi gran momento, mi deseo estaba abrasando mi mente, me levante y me coloque detrás de su culito, mi pene lo posicione en la entrada de aquel altar que iba a ser mío por primera vez y empuje, más y más, me pene iba penetrando mientras la carita inocente y salvaje de Mar se contraía de dolor y por fin, mi pene penetraba hasta lo más profundo de su culito, me mantuve quieto un ratito, mientras Mar se recuperaba del agudo dolor que había sentido al finalizar mi penetración, cuando creí que estaba recuperada, inicie a bombear mi pene, entrando y saliendo rítmicamente, mi cadencia era cada vez más fuerte, rápida y posesiva, mis fuertes  penetraciones hacia que resonaran estrepitosamente los golpes del contacto de nuestros cuerpos, Mar, aguantaba bien mis envestidas y profundas penetraciones, así que decidí penetrarla mejor y cambie de posición, colocándome de horcajadas encima de su cadera, de esta forma la penetraba con toda la longitud de mi pene, aunque era una posición agotadora, inicie nuevamente mi movimiento de penetración en su perfecto culito de suave piel que ya era mío, pero Mar volvió a sorprenderme, sabía mover su esfínter perfectamente, circunstancia que solo era posible con una gran experiencia, lo cual, dejaba por lo suelos mis pensamientos machistas de ser el primero en poseer aquel culito, aquella inocencia que emanaba de su físico y personalidad, que me arrastraba y me sometía a mil fantasías eróticas, era falsa, tenía más experiencia que una puta, este pensamiento desinflo mi pasión del momento,  pero no tuve tiempo, los movimientos de Mar más los míos al unísimo, hicieron que explotara sin más dilación, mi pensamiento se enturbió y una gran  sensación de placer recorría como un rayo por todo mi cuerpo, mientras mi semen como un torrente, volvía a inundar las entrañas de Mar, la cual, para mi sorpresa, se me presentaba como una gran desconocida.

Mientras la llevaba a su casa, me comentó que tenía un compañero de trabajo como amante, casado y muy lujurioso y que mantenía relaciones desde antes de su boda.

Este relato ha surgido de la imaginación del autor, cualquier parecido a una realidad, es pura coincidencia.

La lectura de este relato efectuada por un hombre finalizará pensando que es simplemente un relato erótico sin mayor complicación, la lectura por parte de una mujer será matizada y rebuscada, deduciendo motivos en cada párrafo y buscando un significado a cada situación relatada con la vida real del autor de este relato.