La caída de Emma Watson 7 (Y Final)
Emma finalmente ha aceptado su lugar, por lo que inicia sus planes para comenzar la que será su nueva vida y asume todo lo bueno que está por venir para ella.
La furgoneta había aparcado en la parte de atrás de una gasolinera. Se encontraba detrás de un gran muro y bien protegida, por si acaso. En principio el plan era quedarse dentro de la furgoneta, pero era mejor asegurarse. En la parte de atrás de la furgoneta, Emma ya se encontraba aferrando a Mike, besándolo mientras él la magreaba por encima de la ropa. Los pezones de la mujer estaban especialmente sensibles y reaccionaban a cada gesto del muchacho, provocando que gimiera entre sus labios.
_ Sabes… me he malacostumbrado a no tener preliminares… _ Emma se rio. _ Pero esto está bien… creo que a mi futuro marido le gustará que sea capaz de jugar un poco antes de empezar.
Emma se rio de su propio “chiste” y atrajo a Jimmy hacia sí, cambiando de labios. Mike aprovechó para empezar a desnudarse. Tenía la polla ya dura como una piedra. Jimmy, que estaba jugando a meter las manos bajo el top de Emma, no estaba en una situación distinta.
Era algo que a Emma le encantaba. Había un instinto primario en ella que la hacía desear endurecer pollas. Quería ser la calientapollas suprema. Saber que cada hombre que la mirase la desearía. Poder ir de la mano de su marido y que todos le tuvieran envidia. Fantaseaba con que todo el mundo se masturbara pensando en ella. Y sabía que mucha gente lo hacía ya. Eso la hacía sentir muy feliz.
Se dejó caer en el suelo de la furgoneta, y ante la atenta mirada de los dos hombres, empezó a subirse el top. Jimmy empezó a desnudarse rápidamente. Emma tenía una sonrisa coqueta mientras se quitaba la faldita que se había puesto. Los hombres cayeron sobre ella y le arrancaron el sostén con los dientes. Ella se rio, sintiéndose poderosa mientras mordían sus pechos.
_ No me dejéis marcas. _ Susurró entre gemidos. _ No quiero imperfecciones cuando vuelva con James.
Sabía que era imposible no desear sus nuevas tetas. Cómo amaba aquellas enormes y golosas mamas. No entendía cómo había podido vivir sin ellas ni sin su ahora gran y cómodo culo. Notaba las manos y labios de los hombres acariciar su piel y se estremecía con la fulana en la que se había convertido.
_ Chicos… os he chupado muchas veces la polla. _ Susurró. _ Así que… esta vez quisiera… probaros en mis otros agujeros… además… no quiero empezar mi vida de casada sin saber lo que se siente con una doble penetración.
Sólo la había experimentado en la simulación, y aunque era muy realista, sabía que los vibradores nunca le darían la experiencia de una gran y latiente polla.
_ Estás de suerte, muñeca. _ Dijo Mike, con una sonrisa viciosa. _ Tenemos lubricante justo aquí.
_ Que romántico y precavido. _ Ironizó Emma. _ Bien, Mike, tú te quedas mi culo, y Jimmy mi coño.
Los hombres obedecieron. Jimmy se tumbó sobre la camioneta y Emma se montón lentamente, apretando sus tetas contra el torso del hombre. Comenzó a besarlo instintivamente mientras comenzaba a metérsela a un ritmo lento. Mientras tanto, Mike había cogido el lubricante y estaba jugando con la entrada de Emma, que si bien no era virgen, no había experimentado la penetración anal en exceso.
Tras asegurarse de que estuviera bien lubricado, Jimmy se cubrió la polla de lubricante y empezó a penetrarla despacio. Lo hicieron despacito y con buena letra, y cuando quisieron darse cuenta, ya estaban subiendo el ritmo.
_ ¿Sabes? Tu polla fue la primera que me comí… _ Le susurró a Jimmy al oído. _ Eso es especial…
Emma quería decir algo, pero su cuerpo era más fuerte que ella. El placer la dominaba y se interrumpía, lanzando gemidos y gritos inconexos. Por momentos sentía que las oleadas de placer desconectaban su cerebro y entonces su mente se detenía, instándola a gimotear, cachonda perdida.
_ Lo… que digo… es que… os voy a echar de menos. _ Gruñó, entre los labios de Jimmy. _ Hemos pasado por tanto…
_ Nosotros también te echaremos de menos, Emma. Ah… y a este culo también. _ gruñó Mike.
_ Quiero que… _ Emma pareció perder totalmente el control, moviendo espasmódicamente el cuerpo para que las dos pollas llegaran a lo más profundo de ella. _ Vengáis a la boda.
Al pronunciar aquellas palabras, los tres se corrieron con una fuerza inusitada. Emma había dicho con aquello que no quería perder el contacto. Era extraño, porque apenas habían compartido un par de viajes en coche y unas mamadas, pero Emma, al hacerlos parte de su transición, les había cogido muchísimo cariño.
_ Nos encantaría ir a tu boda, Emma. _ Dijo Jimmy. _ Pero de momento, tienes que volver con tu novio. Sé que no es digno de una señorita, pero deberíamos limpiarte por la manguera. Te has puesto perdida.
_ Eso es cierto…
Emma recogió algo de semen que estaba saliendo directamente de su culo y se lo tragó. Estaba rico. Lo chupó un par de segundos antes de asentir y salir por el lateral de la furgoneta.
_ Vamos, antes de que te vean.
_ Estáis haciendo un drama. _ Dijo Emma, cogiendo la manguera. _ Seguro que el dueño se calla a cambio de una buena mamada de Hermione Granger.
_ Mejor que no corramos el riesgo. Además, ya vamos muy tarde para ver a tu novio.
_ Tenéis razón. No quiero decepcionar a Jimmy ni a papi. _ Sonrió, mientras sentía el agua fría limpiar su cuerpo. Le faltaba el jabón.
Tras un último viaje en furgoneta y despedirse de los chicos con unos besos en la boca nada escuetos, Emma se encontró finalmente ante la casa de James y su padre. Llamó al timbre, expectante, y se encontró con su querido papi tras la puerta.
_ Llegas tarde. _ Dijo él, alzando una ceja.
_ Sí, lo sé. _ Emma bajó la cabeza avergonzada. _ Pero tengo buenas noticias.
_ ¿Qué noticias?
_ Que vengo para quedarme. Mi entrenamiento está completado. Estoy lista para ser la mujer de James.
_ ¿Y qué implica eso, realmente?
_ Que voy a ser la mujer perfecta… la fulana perfecta, la criada perfecta y… _ Le puso la mano en el torso al hombre, acariciándoselo de forma sugerente. _ La nena perfecta para su nuevo y sexy papi.
_ Bien, eso es justo lo que quería oír. A partir de ahora te acostarás sólo con quien James y yo te pidamos… Y con los directores de cine de las películas y series en los que trabajen. Siempre me han dado morbo las actrices que trepan.
Emma sonrió de oreja a oreja.
_ Como quieras, Papi. Tus deseos son mis órdenes.
Le extrañó que su papi quisiera que continuara con su carrera, pensando que sería sólo una mujer de su casa, dispuesta a chupársela a su hombre cada día. No se oponía a serlo, pero le gustaba su carrera, y lo que le había dicho, lo de chupársela a los directores, le daba mucho morbo.
_ ¿Quieres que te de un regalo de bienvenida, papi? _ Se acercó y empezó a darle besitos en el cuello.
El hombre le dio un sonoro azote en el culo, y ella se estremeció.
_ No tenemos mucho tiempo, pero creo que aún podemos probar ese culo nuevo mientras te duchas.
_ Eres el mejor Papi del mundo. _ Sonrió Emma, cogiéndole la mano y acompañándole al baño.
Unos momentos después, Emma se encontraba en la ducha, apoyando ambas manos en la ducha, mientras su querido Papi empezaba a metérsela sin mucha ceremonia. Fue una suerte que Mike le hubiera abierto un poco el agujero, porque él no fue nada delicado.
Emma gemía como una puerca, dejándose llevar por sus más puros instintos, gruñendo de felicidad. Ella era la que se estaba moviendo, enculándose a sí misma mientras gritaba lo mucho que quería a su papi, lo bueno que era y lo mucho que le gustaba su polla.
Se corrieron con fuerza, dejando que el agua cayese sobre sus cuerpos durante unos segundos. Emma suspiró, sintiéndose cansada, pero disfrutando de la agradable sensación de que le sacaran la polla y el semen saliera de su culo.
Una hora más tarde, cuando James llegó a casa, se encontró a su querida novia sentada en el sofá de su casa, preparada para ver Harry Potter y el prisionero de Azkaban con él. Y ella, obedientemente, le comió la polla y le ofreció su coño y su culo las veces que fueran necesarias durante la película.
James consiguió la relación perfecta que su padre le había prometido, con la mujer de sus sueños, convertida además en una esposa complaciente y sumisa. El compromiso no tardó en organizarse. Habían pasado dos meses cuando Emma contaba ya los días para su matrimonio. Podía resultar extraño para algunos que estuviera, por tanto, chupando una polla ajena.
_ De verdad… Emma… no era necesario… _ Insistía, acariciando el cabello de la mujer. _ El papel ya era tuyo.
_ Lo sé, lo sé… _ Jugueteó con sus huevos. _ Pero es mi fetiche… me encanta acostarme con el director… me encanta saber que el hombre que me dirige se corre en mi boca durante los rodajes…
Aquello fue demasiado para el hombre, que finalmente se corrió directamente en la garganta de la muchacha.
_ Empezamos dentro de un mes. _ Le recordó el director.
_ Perfecto, justo cuando vuelva de mi Luna de miel. _ Le dio un último beso a su miembro y se lo guardó en el pantalón. _ Nos vemos dentro de un mes.
El hombre se quedó observando el bamboleo de las nalgas de Emma. Emma había desarrollado una forma de caminar que aseguraba que todo el mundo se la quedase mirando mientras lo hacía, le encantaba ser vista.
No fue extraño pues, que el día de su boda, todos los ojos estuvieran puestos en ella. Estaba ilusionadísima. Se le notó en la forma en la que gritó el sí quiero y lo apasionadamente que besó a James, quizá demasiado para lo que se esperaba de una ceremonia como aquella.
A lo largo del día, todo el mundo observó a la feliz pareja, en especial a la novia, que estaba radiante. Emma estaba en el día más feliz de su vida. Todos sus amigos estaban allí, sus antiguos compañeros y compañeras de rodaje. También estaban Mike y Jimmy, aunque estaban algo apartados.
No se encontró sola en casi ningún momento. Pero fue en un momento en que se dirigió al servicio cuando su querido Papi la abordó.
_ Hola, cielo… _ Le acarició la espalda y ella se estremeció.
_ Hola, Papi… _ Respondió, con voz melosa. _ Me ha gustado mucho tu discurso.
_ Verás… estaba pensando que podríamos divertirnos un rato en el lavabo… _ Sonrió, vicioso. _ Me encanta cómo estás con ese vestido.
_ Papi… sabes que me encanta follarte… que disfruto muchísimo. _ Le acarició el rostro. _ Pero hoy es el día de mi boda. Hoy es el día en que debo estar sólo para James.
_ ¿Me estás rechazando, Emma? _ La miró, severo.
_ Jamás me atrevería, papi. _ Bajó la mirada. _ Pero… sigo pensando que está mal hacerle esto a James hoy.
_ ¿Y qué propones?
_ Propongo que… _ Emma sonrió. _ Cuando vuelva organicemos algo… tú y yo… me pondré el vestido. Y podrás follarme durante horas, sin tener que estar apretados en un baño, sin tener que ocultarnos. ¿No prefieres eso?
_ La verdad, no sería difícil conseguir que James estuviera ocupado. Está bien, Emma. Consérvate pura para tu marido. _ Ambos se rieron de aquello.
Emma le dio un leve beso en los labios y volvió con su marido. Durante el resto de la ceremonia volvió a comportarse como la esposa perfecta que se había propuesto ser.
James no tuvo ninguna queja tampoco durante el viaje. Esas pequeñas vacaciones en Hawái se las había ganado y su esposa lo estuvo mimando durante todo el trayecto. Lo que James estaba esperando era la noche de bodas.
Era extraño, porque lo cierto es que practicaban tantísimo sexo que aquella noche no debía tener nada de especial y, sin embargo, estaba nervioso. Estaba tirado en la cama, con Emma tumbada sobre él, besándole el torso. La castaña sonreía, con picardía.
_ Jimmy-pooh, te he preparado algo especial para esta noche. _ Se estremeció, acababa de cogerle el paquete y se lo estaba acariciando.
_ ¿Algo especial? _ La miró a los ojos. _ ¿Qué puede ser más especial que casarme contigo?
_ Bueno, verás… acostarnos es algo que hacemos todos los días. Y sí, estamos en un hotel, y yo me he puesto esta lencería.
Sí, era cierto. La lencería que Emma había escogido, de un vivo color rojo y con una costura muy sugerente, era magnífica.
_ Pero… he pensado que te debo otra cosa, un regalo todavía mejor. _ Se puso en pie y se acercó a la puerta, la abrió de par en par.
Evanna entró en la habitación con una gran sonrisa, quitándose una gabardina que ocultaba un conjunto de lencería idéntico al de Emma. James se había quedado helado de la impresión, sentado sobre la cama, con los ojos abiertos como platos. Emma se acercó y le rodeó con los brazos mientras Evanna se inclinaba y empezaba a comerle la polla con delicadeza.
_ Feliz noche de bodas, mi amor… _ Susurró Emma.
_ Emma… estás… ¿Segura de esto?
_ Completamente, James. Tu felicidad es lo más importante para mí. _ Lo tumbó sobre la cama y empezó a comerle la boca con intensidad. Evanna no cesaba en sus manejos, y sabía comerla incluso mejor que Emma. _ He decidido que soy la clase de mujer que hace lo que sea por su hombre. Esta es tu vida ahora… disfrútala.
_ Sí, mi amor… _ James abrazó a su esposa y aferró sus nalgas con una mano, besándola con intensidad. ¿Acaso un hombre podía ser más feliz?
Emma tendría sus secretos… secretos que James nunca sabría, pero nunca le traicionaría, ni le abandonaría. Emma tampoco se escandalizaría nunca por los fetiches de su marido, los incentivaría y concedería. Y lo hacía porque hacer feliz a James se había convertido en la razón de su existencia. Y nada podía hacerla más feliz.