La caída de Emma Watson 6

Emma se dispone a enfrentarse al juego la que cree que será la última vez. Está convencida de que, con los consejos de Evanna, triunfará donde antes ha fracasado.

Emma gritaba. Había perdido la cuenta de los orgasmos que había alcanzado, y había perdido el sentido del tiempo. Cambiaba de mano y se chupaba los dedos, mientras se apretaba el pecho con ansia. No escuchó apenas la puerta abrirse.

_ ¿Te ayudo, hermanita? _ Evanna sonreía desde la puerta. _ ¿Quieres que te coma el coño?

_ Sí, por favor. _ Rogó Emma, desesperada. _ Lo necesito.

Hasta que Evanna no se metió bajo las sábanas y empezó a trabajar, Emma no pudo pensar con un poco de lucidez. Acarició con mimo la cabeza de su amiga mientras pensaba en que se había rendido. Se suponía que su plan era escapar de allí y liberar a Evanna. Pero… se lo estaba pasando tan bien.

Emma se sentía mejor de lo que se había sentido en toda su vida. Por primera vez desde que era niña no tenía que preocuparse por nada, no tenía que pensar. Sólo entregarse al placer. Finalmente entendía a Evanna. Tenía una vida muy fácil y feliz.

Sólo tenía que estar dispuesta para su amo y podía chuparle la polla siempre que él quisiera. Se mordió el labio, apretando la cabeza de Evanna contra su coño. Recordó la polla de James y lo bien que sabía mientras se corría.

Por otro lado, no necesitaba al Amo de Evanna para vivir una vida como aquella. Sólo tenía que aprender por sí misma a ser más libre, y no tendría que esclavizarse. Tomó esa decisión. Ganaría el juego y viviría una vida más feliz, aprendería a dejarse llevar. Se dejó caer sobre la cama, en apariencia satisfecha, respirando con ansiedad, provocando que su pecho subiera y bajara. En una visión hipnótica para Evanna, que se estaba metiendo los dedos con esa visión.

_ Me encantan tus tetas nuevas. _ La rubia lanzó una risotada.

_ Gracias. _ Emma aceptó el cumplido, dándose un leve pellizco a los pezones. _ Me gustaría pedirte algún consejo sobre el juego.

_ Claro, ¿De qué se trata? _ Evanna se mostró muy receptiva. Se acababa de correr y se estaba lamiendo los dedos. Emma lo encontró adorable.

_ ¿Cómo consigo la llave? La última vez me atrapó el guardián y me enculó hasta que se me acabó el tiempo. _ Se puso húmeda de nuevo al recordarlo. Le había dolido al principio, pero vaya orgasmo.

_ Oh, es fácil. _ Evanna se rio. _ Se la tienes que chupar, es la única manera de que no te encule y te destroce. Después, en teoría, deberías poder abrir la puerta y… ganarías.

_ ¿En teoría? _ Emma recordó que Evanna, evidentemente, no había ganado.

_ Verás… cuando empecé a chuparle la polla, me gustó tanto que no pude parar. _ Evanna se encogió de hombros. _ Ese mismo día acepté que mi lugar estaba con mi amo.

Una sonrisa tonta apareció en su rostro y en ese mismo momento, Evanna se corrió. Eso era lo que Emma quería evitar. Le había cogido el gusto al sexo, a su nueva vida de perpetua excitación… pero no quería tener un amo. Quería ser libre para follarse a quién quisiera.

_ Vale, tomaré nota. _ Dijo Hermione. _ Supongo que has venido a buscarme.

_ Bingo. _ Dijo Evanna, recuperando la compostura. _ ¿Quieres vestirte?

_ No le veo sentido, la verdad. _ Emma se encogió de hombros.

Emma caminaba con cierto orgullo por aquella instalaciones. Se dirigió, siguiendo a Evanna, una vez más, ante el jefe de la organización, el amo de Evanna.

_ Vaya, Emma… hoy llegas pronto. _ Sonrió. _ Lista para jugar.

_ Siempre lo estoy. _ Se jactó.

_ Sí, claro… pero antes me gustaría comprobar una cosa. _ El hombre, sin ceremonias, se bajó el pantalón.

Los ojos de Emma se dirigieron directamente hacia la polla del hombre, que estaba visiblemente dura bajo el calzón. Se le entreabrió la boca y una baba comenzó a bajar por la comisura de su labio.

_ Emma… he pensado que antes de jugar podrías chuparme la polla… sólo si te apetece, claro.

_ Sí, me apetece. _ Susurró, presa del deseo.

Él no dijo ninguna palabra, no era necesario. La muchacha se arrodilló, le dio un beso a la punta y empezó a tragársela. Que rica estaba, aunque no tanto como la de James o su papi. Emma mamaba con disciplina. Lo consideró una práctica para lo que tenía que hacer dentro del juego.

Aquel hombre sonreía con picardía mientras Emma le devolvía una mirada con desafío. Le encantaba ese momento en que una chica como ella claudicaba y le chupaba la polla por voluntad propia. Fue suficiente para correrse rápidamente directamente en su interior.

_ Emma, no seas egoísta, comparte con Evanna. _ Sonrió.

Emma tomó a Evanna de la cintura, tras ponerse en pie, y le dio un profundo beso en los labios, compartiendo el semen con ella.

_ Que sepas que esto no cambia nada. _ Le dijo, con desafío. _ Sólo te he chupado la polla porque me gusta chupar pollas. Sigo teniendo intención de ganar tu juego.

_ Sí, estoy seguro, Emma. La máquina te está esperando. _ El hombre sonreía. _ Buena suerte.

Evanna la besó de nuevo mientras le ponía los aparatos. Le encantaba notar aquellos dildos metálicos tan cerca de sus agujeros y su boca. Estaba increíblemente húmeda.

_ Buena suerte y concéntrate. _ Le susurró Evanna, colocándole el visor.

Para Emma el juego ya no tenía misterio. Se había recorrido aquellos pasillos tiempo más que de sobra como para saber cómo llegar hasta el guardián. Ya se había acostumbrado a andar con tacones. Así que le encontró rápidamente. Había olvidado lo grande que era.

Siguió el consejo de Evanna y esta vez no huyó. Se acercó y le pasó la mano por el torso.

_ Hola grandullón. _ Saludó, arrodillándose ante él. _ Veo que tienes una gran hinchazón aquí… deja que te ayude.

Emma tuvo dificultades para meterse aquella monstruosidad en la boca. Su rostro se deformaba ante la enormidad de aquella monstruosa polla. Pero poco a poco comenzó a coger el ritmo. Entendió enseguida por qué Evanna se había quedado allí. Esa polla estaba deliciosa. Si no fuera por el consejo de su amiga, estaba segura de que habría perdido el sentido del tiempo. Algo la impulsaba a prolongar aquella mamada todo lo posible.

Pero se contuvo y aceleró su trabajo bucal, logrando que aquel hombre monstruoso se corriera. Lo hizo con tanta fuerza que la lanzó hacia atrás, cubriéndola de Semen por completo. El semen estaba delicioso, y también fue un gran esfuerzo contener el impulso de detenerse a comérselo.

El hombre cayó cuan largo era y Emma pudo alcanzar la llave. Estaba a un solo paso de terminar. Se encontró, sin embargo, con una dificultad adicional. Cubierta de semen como estaba, su coño estaba ardiendo todo el tiempo, y no podía hacer las veces de radar como había hecho antes.

Aún así, extremó las precauciones y llegó ante la puerta. Giró la llave, y la puerta se abrió. Ya estaba, había ganado. Estaba a punto de dar un paso adelante y salir cuando… ocurrió. Su coño se apagó. Sus tetas se encogieron hasta su tamaño natural… se le cayó el pelo hasta quedarse en el corte que tenía al principio.

_ ¿Eh? ¿Qué? _ Se llevó los dedos instintivamente al coño, buscando notar las sensaciones que había notado aquellos días. No llegaron.

_ ¿Era lo que querías, no? _ La voz del amo de Evanna volvió a sonar como antes. _ Es lo que tendrás si cruzas esa puerta. Tu antiguo cuerpo… tus antiguas sensaciones. Y olvidar todo lo ocurrido.

Escuchó pasos y pudo ver que al final del pasillo, el guardián aguardaba, de nuevo con la polla en ristre. Estaba, casi literalmente, entre la espada y la pared.

_ Adelante, cruza. _ El hombre rio. _ Olvida todo lo vivido.

Emma se estaba frotando el coño. Era inútil, los orgasmos de antes ya no eran nada. Su viejo y estúpido coño no era satisfactorio. Se suponía que lo olvidaría todo, lo que también descartaba la vida libertina que había planeado. ¿Y si realmente no lo olvidaba? ¿Y si su cuerpo no era capaz de volver a sentirse satisfecho? El terror hizo presa de ella.

El guardián había llegado a su lado. Emma era capaz de notar el olor de su palpitante miembro. Aún había restos de semen en la punta. Y ella ya no estaba cubierta como antes. Se miró el pecho, que le resultaba tan pequeño. Y tomó una decisión.

Se puso de rodillas y volvió a comerse aquella polla. Su pelo y su pecho estaban volviendo a crecer. No, no podía renunciar a esa vida, pensaba, mientras su coño volví a arder como momentos antes. Poco importaba tener que servir si podía conseguir placeres como aquel. Y por ello, aunque el hombre se corrió, ella no se detuvo. Aunque se desplomara, la polla seguía dura, y ella necesitaba más. Así que comenzó a cabalgarlo.

En el mundo real, Emma estaba babeando en la máquina, Evanna aplaudía y daba saltitos, y su amo sonreía. Al final todas caían, y Emma no era una excepción. La máquina se desconectó, pero no antes de hacer que las nalgas de Emma crecieran y se redondearan hasta formar un goloso culo de infarto. Ella misma se quitó la máquina de encima.

_ Me alegra ver que has tomado tu decisión, Emma. ¿Cómo te sientes?

_ Me siento muy bien, amo. _ Dijo con naturalidad, sonriendo de oreja a oreja.

_ Ah, ¿Ya no quieres irte? _ Preguntó él.

_ Sí que quiero. _ El hombre se sorprendió. _ Quiero irme con James. Quiero casarme con él. ¿No es para eso para lo que estoy aquí?

_ Sí, tienes razón. _ Su amo recuperó el resuello. _ Es para lo que paga su padre.

_ Serás una novia preciosa. _ Evanna dio palmas. _ Pero va a ser una pena que no sigas por aquí.

_ Estaré a una llamada de distancia, Evanna… nunca voy a olvidar lo que has hecho por mí.

Emma un poco después se encontraba en el asiento trasero de la camioneta de Mike y Jimmy. Era Jimmy el que estaba en la parte de atrás, con la polla dura como una roca, esperando su mamada.

_ Chicos… he estado pensando que es temprano… y ya que es la última vez que vamos a vernos así… ¿Os gustaría una pequeña “fiesta” de despedida?

Emma sonreía. Tenías las bragas empapadas y el corazón contento. Había tomado la mejor decisión posible.