La Caída de Emma Watson 5

Emma, hipnotizada de nuevo, hace una segunda visita a James y a su padre, consolidando su posición como esclava y confirmando a su futuro suegro que hace bien en pagar lo que cuesta someterla.

Emma no había sido más feliz en toda su vida. Vestida con un top apretado que apenas podía cubrir la mitad de sus enormísimos pechos y una faldita tan corta que dejaba una vista perfecta de sus bragas, se encontraba realizando una de sus actividades favoritas. Chuparle la polla a Mike en la parte trasera de la furgoneta mientras iba de camino a ver a su amo.

Mike ni siquiera se lo había pedido. Pero había visto que la tenía dura, lo cual era natural dados sus nuevos pechos, o eso pensó, y no se lo pensó. Sabía que él lo quería, así que en cuanto se sentaron, le abrió la bragueta con los dientes y se la metió en la boca.

Emma se había convertido rápidamente en una mamona experta, y Mike lo estaba notando por la forma en la que estaba gimiendo. Cada vez que conducían, Emma había estado allí, en la parte de atrás, haciendo aquello con uno de los dos. Por supuesto, cuando llegó el momento, recordó que su señor le había ordenado no mancharse nada que no fueran las bragas o el sostén… aunque esto último no entendía por qué, y por ello se tragó hasta la última gota de esperma y dejó bien limpia la polla de Mike.

_ Que rico, como siempre es un placer. _ Tomó una botella de agua e hizo gárgaras para limpiar los restos de esperma en su boca y se despidió de los chicos, que ya estaban comentando acerca de sus nuevas habilidades cuando ella se internó en la mansión.

Al igual que la primera vez le recibió el hombre mayor que ella encontraba tan atractivo. El hombre no pudo evitar mirarla y notar el agresivo cambio en su aspecto.

_ Pero… vaya tetas. Si ayer no las tenías…

_ Gracias Amo. _ Sonrió ella. _ Me alegro de que le gusten. ¿Las quiere probar?

_ Claro, por supuesto. Entra. _ Dijo él. _ Nunca había visto que le pusieran a alguien unos implantes tan rápido.

_ En realidad son naturales a todos los efectos, amo. _ Emma sonrió.

_ Por un casual no me puedes contar cómo te ha dejado así el jefazo, ¿Verdad?

_ Lo lamento, amo, pero eso es clasificado… _ Susurró Emma, encogiéndose de hombros, y provocando con ello que sus tetas botaran.

_ Me conformaré con los resultados. Desnúdate y enséñamelas. _ Dijo, mientras se bajaba los pantalones y se acomodaba en el sofá. _ Sin ceremonias, tienes mucho que hacer hoy.

_ Sí, amo.

Emma se deshizo de su ropa mecánicamente, la dobló y se acercó a su amo, a gatas. Sus nuevos pechos bailaban graciosamente con sus movimientos. No sabía por qué, pero le resultaba muy gracioso. Emma ya no encontró un problema que la polla de su amo no estuviera dura del todo. Entendía que era un problema de la edad, y se lo tomaba como un reto.

_ Me gustaría que me dijeras esas guarradas que me dijiste ayer… y ya de paso, llámame Papá, soy tu futuro suegro. _ Extendió una cruel sonrisa.

_ Sí, Papá. _ Respondió Emma.

Sus ojos se pusieron en blanco durante un instante, se mostró babeante y su rostro enmarcó una sonrisa mucho más viciosa.

_ ¿Me has echado de menos?

_ He echado de menos tu polla gorda y grande. _ Dijo ella mientras le daba besos. _ Que rica está… Dime… ¿Me la vas a meter? ¿Vas a sobarme mis tetas de vaca gorda mientras me enculas? Dime que sí…

Emma lubricó su canalillo y comenzó a realizar una cubana. Era la primera vez que lo hacía, pero se movió con exquisita soltura. Sus nuevos pechos eran ideales para aquello. Los apretaba con ganas.

_ ¿Te gusta más mi polla o la de mi hijo?

_ Pero, ¿Qué pregunta es esa, papi? _ Emma estaba besando su prepucio en aquel momento. _ Tu polla es más grande y gruesa… prefiero la tuya, papi.

El hombre lanzó una risa de poder, mirando a la lasciva jovencita, la forma en la que jugaba con sus pechos. Al principio había decidido que sería sólo para su hijo… pero después de aquellos dos encontronazos se negaba a quedarse sin su parte del pastel.

_ Muy bien, suficiente. Monta sobre mí.

_ Lo que tú quieras, papi. _ Con una sonrisa seductora liberó la polla, que ya estaba bien dura, y comenzó a cabalgar. _ Ah… cómo me gusta… apenas me cabe dentro… es enorme.

El hombre la tomó del mentón y empezó a besarla. Emma respondió apasionadamente mientras movía las caderas, penetrándose a sí misma en un ritmo cadencioso y obsesivo. Sólo el sonido del golpeteo de sus nalgas sobre el hombre y la ansiedad con la que lo besaba detuvieron el salón.

En cuanto el hombre se corrió en su interior. Emma fue presa de un poderosísimo orgasmo como recompensa. Una sonrisa boba llenaba su rostro cuando separó sus labios de los ajenos. Adoraba la cálida sensación del semen corriendo por su entrepierna.

Había un instinto primario que había despertado totalmente en ella. Y nada podía hacerla más feliz que dejarse llevar y someterse. Fue ese el momento exacto en que finalmente lo aceptó. Aceptó que la felicidad estaba en las cosas sencillas… en los orgasmos… en el sabor del semen… en los fetiches que se negaba. Y ese pensamiento la dejó abstraída y babeante.

_ Eh, puta… despierta. _ La llamó el hombre, chasqueando los dedos ante sus ojos.

_ Sí, papi. _ Respondió, parpadeando rápidamente. _ ¿En qué puedo servirte?

_ Vamos a la ducha, tienes que estar lista para James.

_ Sí, papi. _ Sonrió y llevó al hombre de la mano.

La ducha fue extraña, al igual que la primera vez. Emma estaba completamente cachonda, pero no se tocó un solo instante. Y aunque compartía la ducha con su papi, no hubo más sexo. La razón estaba clara. Él era un hombre mayor y no podía aguantar tanto trote. Era una lástima. Emma no podía evitar pensar en cómo debía ser él cuando era más joven. Probablemente hubiera estado horas llenándola con su semilla.

Pero limpiarle con esponja esa rica y dulce polla tampoco estaba tan mal, podía conformarse. El azote que le dio como recompensa provocó que se estremeciera. Pero no se detuvo. Dejó a su Papi bien limpio, y después se limpió a sí misma. Cuando salió empezó a secarse delante de él, tranquilamente. Aunque su coño no se secaba por más que pasara la toalla.

_ Muy bien. James llegará pronto. _ Comenzó a contarle. _ Y tú vas a ser la novia perfecta para él. ¿Está claro?

_ ¿Cómo quiere que sea, papi? _ Le preguntó, atenta, mientras se secaba los pechos.

_ Tienes que ser atenta, cariñosa, dulce. Interesarte por sus hobbys, preocuparse por sus necesidades. Él tiene que ser lo primero. Y si conservas esa picardía, no creo que haga daño.

_ No será difícil, Papi. _ Sonrió ella.

James estaba llegando a casa. Aún tenía en la cabeza lo que había ocurrido el día anterior, cómo había entrado y había visto aquella figura de Emma Watson sobre su cama. Era absurdamente real, y eso le asustaba. Durante un rato había estado convencido de que era una chica de verdad, y eso lo asustaba. No ayudó el hecho de encontrarse a Emma al llegar a casa.

_ ¡Jimmy-pooh! _ Lo saludó ella, saltando para abrazarlo.

Las enormes tetas de Emma se pusieron en medio, pero se las apañó para darle el abrazo y mirarle a los ojos. James estaba entre asustado, emocionado y excitado.

_ Emma… _ Tragó saliva. _ ¿La de ayer… eras tú de verdad?

_ Pues claro que era yo, Jimmy-pooh. _ Se llevó un dedo a los labios, sugerente. _ Quizá no fue la presentación más elegante, pero madre mía… estaba en el cielo. Me gusta mucho cómo sabe tu polla, ¿Sabes?

_ Oh… yo…

_ ¿No me digas que te sientes culpable? _ Le dijo ella. _ Si nos lo pasamos muy bien.

_ Escucha… ¿Mi padre te paga por hacer esto? ¿Acaso han secuestrado a alguien importante para ti?

_ ¿Qué? ¡No! Nada de eso. Tu padre me habló de ti y yo me puse tan pero tan cachonda… Verás, lo de ayer es un fetiche mío…

_ ¿Seguro? No me creo que una chica como tú pudiera querer estar conmigo…

_ Tienes muy baja autoestima, Jim… _ Emma negó con la cabeza. _ La verdad es que yo quiero estar contigo… tengo muchas ganas.

_ Bueno… si es así… no debería preocuparme…

_ No, al contrario, deberías relajarte y disfrutar. _ Emma se acercó y le dio un profundo beso en los labios.

Aquello fue suficiente para despejar todas sus dudas salvo una.

_ Y… ¿Esas tetas? Ayer no las tenías.

_ Oh… ¿Mis gemelas? _ Las apretó con las manos, provocando que el escueto top subiera y las dejara libres y se las puso delante de la cara. _ Pensé que te gustarían… A mí me encantan… son tan grandes… podría pasarme horas sólo sobándolas.

_ Me encantaría ver eso. _ Reconoció James, que ya tenía una erección galopante.

Media hora después los chicos estaban viendo Harry Potter y la piedra filosofal. Emma, complaciente, le estaba contando muchos detalles y secretos de la película, mientras regaba su piel de besos. De vez en cuando se le subía el top, mostrando el pecho, hasta que directamente dejó de bajárselo. James tenía la polla dura como una roca. A Emma no le pasó desapercibido, por lo que finalmente empezó a trabajar en el cierre de su pantalón.

_ ¿Qué haces?

_ ¿Qué habíamos dicho, James? Relájate y disfruta… _ Le susurró Emma al oído.

_ ¿Y la película?

_ La he visto mil veces, yo la viví. _ Emma sonrió y le dio un tierno beso en los labios. _ Ahora lo que quiero es que mi amorcito esté feliz…

_ Te quiero, Emma… _ Susurró, mirándola a los ojos.

_ Y yo a ti, Jimmy-Pooh. _ Le dedicó su mejor sonrisa.

Justo después de aquello, Emma consiguió bajarle el pantalón, apartar el calzón y meterse su polla en la boca. Para James aquello era el paraíso. Ver su películas favoritas mientras la chica de sus sueños le hacía una buena mamada… podía acostumbrarse a aquello. Emma, además, se la estaba chupando de la forma más silenciosa y discreta posible. Apenas hacía ruido para no molestarle mientras veía la peli.

James se entretenía acariciándole el pelo y de vez en cuando la miraba. Emma se entregó totalmente hasta que se corrió, momento en que se la guardó y, con toda la naturalidad del mundo, volvió a su tarea anterior, contarle secretos de la película mientras le daba besos en el cuello y él le sobaba distraídamente las tetas. Cuando terminaron, pusieron la cámara secreta y, a lo largo de la película, a James se le volvió a poner dura una segunda vez la polla.

Emma, sintiéndose responsable, esta vez se bajó las bragas y se colocó frente a él.

_ ¿Anal o Vaginal? _ Preguntó, con una sonrisa amable.

_ Vaginal. _ Respondió James, con la cara roja.

_ Perfecto. _ Emma se mordió el labio mientras cogía la polla de James y se iba perforando lentamente con ella.

Decididamente, prefería a James antes que a su papi. Adoraba a su papi, tenía una grandísima polla y le daba mucho más duro… pero flaqueaba en el aguante, y Emma estaba siempre cachonda, así que lo consideraba importante. Lanzó un gemido cuando se la metió del todo, no, la diferencia de tamaño no era tan grande.

_ ¿Ves bien la pantalla, cariño? _ Le preguntó, con voz melosa.

_ Sí, puedes empezar. _ Susurró él, con la voz ronca.

_ Ah, ahora es cuando me quedo de piedra… _ gruñó Emma, comenzando a moverse.

_ ¿Cómo? _ James no dejaba de mirar el culo que había frente a él.

_ En la peli, tonto. _ Gruñó Emma, penetrándose a sí misma. _ Ah… que rico…

Emma trató una vez más de ser lo más silenciosa posible. Pero no era tan fácil con una gran polla metida en su coño. Se estremeció de placer mientras su cuerpo empezaba a moverse como un pistón. Estaba en el paraíso. Se mordía el labio, golosa, intentando reprimir un ruido.

Fue entonces cuando vio a su papi, observándolos. James no se había dado cuenta. Él se mantuvo en silencio, haciéndole el gesto del pulgar hacia arriba. Su aprobación le puso aún más cachonda. Le guiñó el ojo en un gesto de “recibido”, y poco después, James se corrió dentro de ella, provocando un orgasmo con un grito que no pudo reprimir.

_ Eres increíble, Emma. _ Susurró James.

_ Todo es poco para ti… deja que te la limpie.

Habían pasado varias horas cuando Emma abrió los ojos de nuevo en las instalaciones donde estaba cautiva. Había recuperado la consciencia. Y debía estar asqueada y horrorizada. Pero, sin embargo, era incapaz de sacarse los dedos del coño… Estaba demasiado cachonda para sentir asco. El pensamiento de que quizá no estaba tan mal ser la putita de James y su padre surcó su mente mientras se corría.