La Caída de Emma Watson 2
Emma cae bajo el influjo de su secuestrador y este prepara una cita con el cliente. Emma, temporalmente sometida a los caprichos de sus captores, se dispone a demostrarles sus nuevas habilidades antes de comenzar el trabajo.
Emma permanecía sentada en la silla, con las gafas de realidad virtual. El cuerpo inerte y la boca abierta. Un hilo de saliva bajando por entre sus labios. Estaba claro que estaba plenamente receptiva para el condicionamiento. Su sexo, aún atravesado por la varilla de metal que la había perforado durante la simulación, estaba brillante por sus flujos. Sus pezones totalmente apuntados. El hombre mayor se acercó y le retiró lentamente las gafas de realidad virtual. La mirada de Emma estaba totalmente perdida en la nada, pero al mismo tiempo, reflejaba una inquietud y un deseo primario.
Había perdido el juego, y ahora se había convertido en una muñeca sin voluntad. La erección del hombre con esta imagen era patenta, a pesar de que no hacía mucho se había descargado en las entrañas de una Evanna que seguía dando saltitos, emocionada. El hombre se acercó y puso las manos sobre las tetas de Emma, que instintivamente gimió y se mordió el labio.
No había nadie en ese cerebro, sólo los instintos más básicos. No importaba quién fuese ella, quién fuese él. Sólo había una hembra, estaba en celo, y ese macho estaba disponible. El hombre suspiró y recorrió sus aureolas con los dedos.
_ Algún día, Emma… algún día te pondré un buen par de tetas… pero no será hoy… tenemos prioridades.
Alargó sus dedos hasta la cabeza de la muchacha. Su cabello, momentos antes corto, había empezado a crecer antes de que le retiraran las gafas, y se había convertido en una larga melena rizada. El hombre se aproximó a ella y aspiró el aroma que desprendía. Emma boqueó inconscientemente, tratando de alcanzar su polla.
El hombre sonrió y soltó a la muchacha, dando dos pasos atrás. Emma estaba agotada, pero se movió con cierta soltura, arrastrándose por el suelo, se aferró con fuerza al pantalón y empezó a tirar de él, ignorando la bragueta, como si no supiera lo que era o cómo usarla. Finalmente el pantalón cedió, y una babeante Emma se encontró frustrada ante el calzón que aún retenía su premio.
_ Emma._ La llamó él. Pero ella no respondió. Él se rio. _ Oh, es cierto. ¡Puta!
Esta vez la muchacha sí respondió, mirándole a los ojos con deseo y súplica, ansiosa, desesperada.
_ ¿Quién soy yo?
_ Amo… _ Respondió Emma, sin dudar. Apenas recordaba cómo hablar en esos momentos, pero esa parte la tenía muy clara.
_ Buena chica. _ Se bajó el calzón. _ Ponte a cuatro patas.
La puta obedeció y le dio la espalda, mostrándole sus nalgas. Su sexo chorreaba, y movía la pelvis inconscientemente. Al desprenderse de los vibradores se sentía desnuda, y cuando aquella masa de carne la perforó, se volvió a sentir llena, plena.
El bombeo continuó, y Emma empezó a rugir, hambrienta. Seguía boqueando, buscando otra polla para poderla mamar. Evanna no desaprovechó la ocasión. Su amo era muy bueno con ella. La dejaba follarse a sus juguetitos, y ella estaba feliz. Evanna era de gustos sencillos. Le gustaba que su señor le llenase el culo de leche, le dejase mamar su polla y la compartiera. No necesitaba más para la plenitud.
La rubia colocó su coño depilado ante las narices de Emma, y la muchacha trató de alcanzarlo, pero no pudo. Aún estirando la lengua, no lograba tocarlo, quedándose apenas a unos milímetros. Y no podía moverse, no con aquel mastodonte haciéndola gemir y sujetando sus caderas. Era feliz por ser usada como un objeto, pero al mismo tiempo, le frustraba no llenar su boca. Gritó de frustración entre sus gemidos, bamboleando su cuerpo con ansiedad, mientras sus pechos se agitaban, nerviosos.
_ Oh… ¿Es que quieres mi coño? _ Evanna empezó a rozarlo con los dedos. _ ¿Quieres chuparlo?
_ ¡Sí! _ Gritó, desesperada.
_ Sólo tenías que pedirlo. _ Le dijo Evanna, con una gran sonrisa. _ Por una hermana, hago lo que sea.
_ Hermana… _ Repitió Emma, como una autómata.
Evanna amplió la sonrisa y finalmente le dio a Emma su premio. La castaña empezó a comerle el coño como si la vida le fuese en ello. Evanna gritó de placer, acompasando el movimiento de sus caderas en perfecta sincronía con el de su amo, mientras ambos tiranizaban el cuerpo ajeno. La primera en correrse fue Evanna, lanzando un grito, y dejándose caer, temblorosa, al suelo de la estancia. El hombre cogió a Emma por la cintura y la elevó, profundizando en sus penetraciones.
Con un último grito, Emma cayó al suelo. El hombre se había corrido en sus entrañas con un quejido muy sonoro y después la había soltado. Cuando salió de las entrañas de Emma fue Evanna la que se deslizó para alcanzar su miembro con los labios y chuparlo lentamente. Se esforzó en dejarlo bien limpio, borrando hasta la última gota de semen. Se pasó la lengua por los labios, golosa, y le guiñó un ojo a su señor antes de colocarle la ropa interior con suma delicadeza.
Emma estaba agotada. Aunque su mente, poseída por el nuevo condicionamiento, aún buscaba que su cuerpo fuera usado… este no estaba en condiciones para ello. Temblaba, incapaz de moverse, respirando con dificultad. En su rostro se adivinaba una sonrisa de plena felicidad, una expresión estupidizada, pero que se sentía plena sintiendo cómo aquella lechada emergía de un ano que no podía contenerla.
Quería llevar los dedos a su trasero y recoger aquel dulce néctar que la había regado, pero no tenía fuerzas para mover los brazos o las piernas. Se quedó allí con una sonrisa mientras disfrutaba de la debilidad de su cuerpo. Evanna terminó con su trabajo y recibió un golpecito en la cabeza como respuesta.
_ Buena chica. Prepara a tu hermana. Nuestro cliente es habitual, y quiero dejarme buena impresión.
Evanna se puso de pie y dio un par de palmas, dando saltitos para que sus pechos botaran, como bien le habían enseñado. En cuando se quedaron solas, se arrodilló tras Emma y, con toda la tranquilidad del mundo, le hundió la cara en el culo.
Emma gruñó, sufriendo por que fuese otra la que recogiera los esfuerzos de su trabajo, devorando hasta la última gota de semen que había entrado en su culo. Pero seguía sin fuerzas para resistirse, así que entre quedos gemidos, dejó a Evanna alimentarse.
El resto sucedió como una nebulosa. La bañaron, la vistieron, y cuando se quiso dar cuenta, estaba lista para salir. Le habían puesto un vestuario que conocía bien. Una túnica de alumna de Gryffindor. Estaba claro el fetiche del que sería su amo y ella no podía estar más de acuerdo… la habían programado para eso y a eso iba a ceñirse.
Fantaseaba con pollas que la rodeaban, y cómo iba a chuparlos uno por uno… fantaseaba con cómo iban a cubrirla de leche caliente y espesa. Cuando llegó su amo para recibirla, tenía la mirada perdida, babeaba, y se antojaba la dureza de sus pezones a través de la ropa. Un chasquido la devolvió a la realidad. Seguía terriblemente cachonda, pero su mirada estaba centrada en los dedos que habían producido el sonido.
_ Estás muy guapa, Emma. A nuestro cliente le va a encantar. _ Dijo él, provocando que Emma sonriera involuntariamente. _ Así que procura no mancharte mientras llegas allí… ¿Puedes prometérmelo?
Los dedos de aquel hombre mayor acariciaron su rostro y ella se estremeció. Emma suspiró, avergonzada, y bajó la cabeza.
_ Pero… ya me he manchado las braguitas…_ Dijo, haciendo un puchero.
El hombre no pudo evitar reírse con Ganas, y Emma sonrió en respuesta. Se acercó y juntó sus labios con los de Emma, que respondió con intensidad, pasando las manos por el torso de su señor. En aquel instante, le amaba profundamente. Era una lástima que tuviera tanta prisa… que el condicionamiento en aquel entonces durase tan poco, se moría de ganas de recompensarla por ser tan buena chica.
_ Puedes machar las braguitas todo lo que quieras… pero nada más. _ La reprendió. _ Si me entero de que te has manchado la ropa, o de que llegas a casa de nuestro cliente con la cara machada… te aplicaré un severo correctivo. ¿Entiendes, Emma?
_ Sí, señor. _ Dijo, con la cabeza baja, mirándose los pies.
_ Venga, al coche. _ Le dio, dándole un azote en el culo.
Emma lanzó una risita y se subió en el coche mientras el señor se volvía a encaminar a su habitación y se acurrucaba junto a Evanna, aferrándola con una sonrisa de Poder.
Emma se subía en la misma furgoneta que la había traído allí. Pero ya no lo hacía contra su voluntad. Estaba sentada en el asiento de atrás, junto a Mike, pues en aquella ocasión conducía James.
_ Así que eres fan de Harry Potter, ¿Eh? _ Se sentó a su lado.
_ Sí, mucho… _ Contestó él, mirándola.
_ Y por lo que veo… te hace mucha ilusión tenerme cerca. _ Dijo, poniéndole la mano sobre el paquete. _ Deja que te ayude con eso.
_ Pero… no quiero llevarme una bronca del jefe, como James.
Emma le dedicó una sonrisa. Una sonrisa dulce y picante a partes iguales.
_ Confía en mí.
Michael no era de piedra. Y aquella expresión de Emma le derritió. Ese ruego desesperado, combinado con la picardía de sus ojos, fue demasiado para él, que asintió. Ese asentimiento fue como dar un disparo al aire que diera comienzo a una carrera de galgos. Emma se avalanzó sobre su entrepierna y le bajó los pantalones y los calzoncillos de una sentada. Tomó su miembro entre sus manos y se lo llevó a la boca. Tragándolo con adoración casi religiosa.
Se subió el vestido con cuidado y hundió las manos en su sexo bajo las bragas, estimulándose con desesperación. Pero a Michael lo trataba sin prisas. Abrazando aquella polla con los labios, juguetonamente y con mimo. Debía cuidar de su fan.
_ ¿Ves, Mike? Así es como se hacen las cosas… _ Acarició el largo cabello de Emma._ Despacito y con buena letra.
Más tarde se jactaría de que a él Emma le había hecho una buena mamada, y no el trabajo bucal duro e impaciente que le había dado a él en su primer encuentro. Normalmente no lo haría, pero la noche anterior se había puesto muy pesado con que Emma se la había mamado sólo a él.
Emma seguía a lo suyo, parando para toquetearle mientras tragaba sus huevos y le miraba a los ojos. Esa mezcla de lujuria e inocencia le volvía completamente loco.
_ Emma… me corro. _ Anunció.
Emma, recordando las palabras de su amo, ni se lo pensó antes de volver a hundir la boca sobre ese miembro, alojándolo en lo más profundo de su garganta. Mike le apretó la cabeza contra su pelvis y descargó directamente en su garganta.
_ Oh… joder…_ Murmuró Mike, dejándose caer en el asiento. _ Ha sido increíble.
_ Gracias. _ Dijo Emma. Sacó los dedos de su sexo y empezó a chupárselos. Se había corrido tres o cuatro veces mientras tocaba. Era una suerte que su amo fuese tan bueno con ella, porque tenía las bragas empapadísimas.
_ Ya hemos llegado. _ Anunció James desde el asiento delantero.
Mike le dejó a Emma una botella de agua para que se lavara la mano. La lavó, la secó y se adentró en los jardines de lo que parecía una enorme mansión apartada de la ciudad. No dejaba de preguntarse cómo sería el cliente.