La caída de Emma Watson 1 (Ilustrado)
Emma Watson es una popular actriz famosa por su papel como Hermione en la saga Harry Potter... lo que la pone en el punto de mira de una organización capaz de convertir a cualquier mujer en una fulana. ¿Logrará vencerles en su propio juego y escapar? Ilustrado con montaje de photoshop.
Atención: Todas las imágenes utilizadas en el relato pertenecen a sus correspondientes autores. Todas ellas son imágenes manipuladas con Photoshop. No se han usado fotos reales de ninguna famosa.
Emma firmaba otro autógrafo más. Había sido un día agotador. La presentación de su nueva película había sido agotadora. El peso de la fama era algo a lo que ya se había acostumbrado, pero el agotamiento seguía persiguiéndola. Se dirigía a su coche, deseando poder llegar al hotel y descansar. No vio al hombre que la estaba siguiendo.
Normalmente estaba preparada para esas cosas, y era capaz de darle una buena paliza al que se atreviera a acercarse. Pero en aquel momento estaba tan cansada. Ni se percató de que aquello era anormal, o de que había empezado a sentirse así después de empezar a beber del vaso de agua de la presentación. Quizá por eso no vio venir al hombre que la aferró por la espalda y la hizo aspirar el cloroformo.
Cuando volvió a abrir los ojos se encontró atada en la parte de atrás de una furgoneta. Había dos hombres allí. Uno al volante y otro frente a ella, mirándola fijamente con expresión viciosa. Ella se debatió, notando las ataduras a su espalda.
_ Si creéis que podéis hacerme esto estáis equivocados._ Le dijo, a voz en grito._ Os voy a joder la vida.
_ No, Emma. Lo que vas a hacer es chuparme la polla._ El hombre lanzó una risotada mientras se sobaba el miembro._ Ya verás, zorra, lo que te tengo preparado.
_ ¡Estás enfermo, gilipollas!_ Casi consigue soltarse cuando algo le golpeó la cara.
Se trataba de un aerosol. En cuanto le dio, dejó de debatirse. Su expresión se relajó y su mirada se perdió.
_ Al jefe no le va a gustar._ Dijo el chófer.
_ Que te den, Mike, llevo media vida queriendo follarme a esta zorra. Aunque me tenga que conformar con una triste mamada.
_ Si te la arranca de un mordisco a la mitad no te quejes. Recuerda que ese chisme sólo funciona como quince minutos.
_ Pues tendré que aprovechar el tiempo._ Dijo, abriéndose la bragueta.
Sacó su miembro que tenía buen tamaño y cogió la cabeza de Emma. La actriz se le quedó mirando con la mirada vacía.
_ A chupar, zorra.
Los ojos de Emma parecieron activarse de nuevo y arremetió contra aquel miembro como toda una profesional. Lamió amorosamente el tronco, dándole tiernos besitos antes de empezara a metérsela poco a poco entre los labios. Pero su captor no fue paciente. La tomó del escaso pelo que tenía, pues lo llevaba muy corto, y empujó hasta la base.
La actriz contuvo la arcada mientras él le cogía la cabeza con ambas manos y empezaba a follarle la boca con todas sus fuerzas. Sus gemidos eran grotescos. Mike trataba de mantener la compostura mientras conducía, pero era difícil con los ruidos que hacía su compañero.
_ Jimmy, vete acabando, ya estamos llegando.
_ Vale… joder
Hubo un poderoso espasmo y con una sonrisa de satisfacción. James llenó la boca de una famosa de su esperma.
Al principio, la expresión de Emma era de genuino placer y deleite mientras se sentaba ante su violador, pero su expresión fue cambiando a una de asco con el tiempo.
_ ¿Qué coño me has hecho?_ Se notaba el miedo en su voz.
_ Darte una pequeña lección._ Jimmy se la guardó entonces, porque habían llegado y Mike estaba parando._ Para que entiendas lo que te espera. ¿Cómo sabe mi semen?
_ ¡Sabe a mierda, cabrón!_ Le gritó.
_ Sí, eso de momento._ Se echó a reír.
_ A la próxima me la follo yo._ Dijo Mike._ Yo soy fan de Harry Potter, ¿Sabes?
_ Pobrecito._ Comentaba James, cargándose a Emma al hombro cual saco.
_ ¿No deberías limpiarle la boca, al menos? Ya te lo dije, al jefe no le va a gustar.
_ Ni de coña le acerco las manos a la boca. Esta puta seguro que me muerde. Es guerrera, no como la mayoría que traemos.
_ Bueno, eres tú el que se va a meter en un lío._ Terció Mike.
Estaban en una nave industrial, que parecía en mitad de ninguna parte. Los dos hombres se adentraron usando la huella dactilar para pasar el perímetro de seguridad. La llevaron a una sala y la ataron de pies y manos a lo que en primera instancia parecía una silla de oficina.
Y la dejaron allí, como si nada. Fue mucho tiempo, tanto que se quedó dormida. Cuando despertó, no sabía cuánto tiempo había pasado. Pero lo hizo cuando notó una lengua recorrer su boca. Alguien le estaba lamiendo la cara, limpiando los restos de semen que aún le quedaban. Su primera reacción fue intentar morderle la lengua, pero al ver de quién se trataba, se detuvo.
_ ¿Evanna?_ Se le abrieron los ojos como platos._ ¿Qué diablos haces aquí?
Hacía mucho tiempo que no sabía nada de su antigua compañera de trabajo. Era como si la tierra se la hubiera tragado, y ahora sabía finalmente por qué.
_ Yo vivo aquí._ Dijo, lanzando una risita.
Cuando se apartó pudo verla bien. Lo primero que observó era que sus pechos parecían haberse inflado hasta un tamaño que no parecía fuera de lo natural, pero estaba al borde de hacerla parecer una stripper barata. Todo sea dicho, iba vestida con un vestido rojo cortísimo que dejaba ver la parte inferior de unas escuetas bragas, y un escote cuadrado que bajaba tanto como era posible.
_ Cielo, está despierta.
Emma escuchó pasos y vio como un hombre trajeado entraba en la habitación. Debía tener unos cuarenta años, pero no estaba muy bien conservado. Tenía el cabello canoso y con entradas. Evanna le miraba como si fuera el hombre más atractivo del mundo.
_ ¿La has limpiado Lunita?_ Le preguntó el hombre, que le estaba sopesando las nalgas con descaro.
_ Sí, justo como tú me pediste.
_ ¡Suéltala, hijo de puta!_ Se atrevió a gritarle Emma._ No sé qué le has hecho, pero déjala en paz.
Emma notaba el calor de las lágrimas de la frustración. Había luchado mucho durante su vida para evitar que pasaran cosas como aquella.
_ Me parece que no entiendes la gravedad de la situación. Deberías preocuparte más por ti… y menos por tu amiga.
Fue en ese momento cuando lo sintió. El frío del metal. Dos consoladores que rozaban traviesamente sus dos entradas. ¿Evanna le había quitado las bragas o habría sido alguno de aquellos matones? Escuchó que el hombre chasqueaba los dedos, y Evanna comenzó a desnudarse sin pudor.
_ Tú y yo vamos a jugar a un juego, Emma._ Recargó el cuerpo de Evanna sobre un escritorio._ Pero antes de nada, quiero que tengas claro lo que puede pasarte si pierdes... Acabarás justo así.
Hizo a un lado las escuetas bragas de la rubia y sin ceremonias la penetró. Emma quería cerrar los ojos por el asco que aquello le producía, pero no podía apartar la vista. Era algo hipnótico ver como aquella polla entraba y salía de su amiga.
Era totalmente hipnótico. El bamboleo de las nuevas tetas de Evanna, la forma en la que gemía, que parecía sacada de una película porno. En sí, toda la escena tenía un aire propio del porno. Evanna gemía con mucha fuerza y era bombeada con una intensidad propia de un actor de la profesión.
Emma notó como aquel consolador frío iba entrando en sus entrañas. Entrecerró los ojos. Aquello tenía que ser una pesadilla, tenía que ser una mentira. Lo último que había oído de Evanna era que se estaba dedicando al teatro y a la danza, y que ella supiera le iba bien. No podía entender que se prostituyese de aquella manera. Apartar la mente de aquello hizo que el consolador volviese a su posición inicial.
El hombre emitió un último quejido y con espasmo dejó claro que acababa de llenar el sexo de su amiga. Evanna tardó un poco en recomponerse, presa de unos espasmos posteriores a su propio orgasmo. Emma aún no se lo creía. Aquello era enfermizo. La rubia tenía el pelo alborotado, los ojos brillantes y una gran sonrisa.
_ ¿Eso es lo que me pasará si pierdo en tu maldito juego macabro?_ Intentó soltar una vez más sus ataduras._ ¿Me harás lo que a Evanna? ¿Me quitarás mi voluntad para que sea una fulana?
_ No funciona exactamente así, pero digamos que pillas el concepto.
_ ¿Y si me niego a colaborar en tu maldito juego?_ Le espetó, escupiendo las palabras.
_ Evanna, ¿Qué le pasó a la última chica que se negó a participar?
_ ¡Le freíste el cerebro!_ Evanna lanzó una carcajada, aquello parecía divertirla mucho._ Ahora es como una muñeca hinchable.
_ Básicamente lo único que podrás hacer será follar, comer y cagar._ El hombre se rio.
_ Cuando salga de aquí juro que te voy a joder la vida.
_ Entonces tendrás que jugar._ Evanna daba saltos, provocando que sus pechos botaran dentro del escueto vestido, que había vuelto a ponerse._ Estoy tan sola aquí dentro…
_ Jugaré a tu maldito juego._ Bajó la mirada._ ¿En qué consiste?
_ Me alegra que me lo preguntes._ Una sonrisa maliciosa adornó su rostro.
Dio un chasquido de dedos y Evanna abrió un armario, del que sacó un pequeño carrito. En él había lo que parecía un dispositivo de realidad virtual.
_ Te presento el desilusionador mental mark 7. Yo lo llamo cariñosamente el “emputecedor 3000”._ Evanna esta vez lanzó una carcajada._ El juego es sencillo. Te pondré en un laberinto, y tendrás que escapar. Si logras zafarte… eres libre. Despertarás en tu casa y esto habrá sido un mal sueño.
_ ¿Y si pierdo?_ Preguntó Emma.
_ Si pierdes tendré tu mente a mi disposición una noche y podré jugar un poco con tu aspecto.
_ ¿Y por qué montar todo esto? ¿Por puro fetichismo? ¿Por qué no hacerme eso directamente?_ Le preguntó.
_ Algún día, Emma. Pero de momento, nos conformaremos con lo que la tecnología permite. No puedo hacerte nada sin ese pequeño consentimiento.
_ ¿Se puede ganar, siquiera?_ Preguntó.
_ Sí, se puede ganar._ Dijo él, muy serio.
_ Está bien. Ponme esa cosa. Ganaré y te hundiré cuando salga de aquí.
_ Sí, esa es la actitud._ Sonrió él.
No sólo le colocaron las gafas de realidad virtual, también le pusieron sensores en varias partes del cuerpo, entre ellas los pezones, que Evanna manoseó sin pudor mientras trabajaba. Cuando volvió a abrir los ojos se encontró con la simulación más realista que había visto nunca.
Lo primero de lo que se percató fue de su propia apariencia. Sus pechos habían crecido… su pelo volvía a ser largo, aunque se encontraba en un moño. La habían vestido como a una cualquiera, podía verse sus pezones a través de la fina tela que adornaba su busto. Llevaba guantes de cuero y unos tacones con una aguja kilométrica.
No iba a ser fácil andar con esos tacones, pero por más que lo intentó, no logró quitárselos, era como si los tuviera pegados. Instintivamente se llevó las manos a los pechos, y un latigazo de placer fue la respuesta que recibió. Nunca los había tenido tan sensibles.
_ Estáis… enfermos…_ Susurró entre gemidos.
Se movió con cautela por los pasillos de piedra de aquel laberinto. Los oyó antes de verlos a través de una esquina. Por el laberinto patrullaban hombres desnudos. Todos ellos tenían pollas enormes que estaban en lo que parecía una erección permanente. Cada vez que se aproximaba a uno notaba una sensación cálida en su coño. Aprovechó la señal para esquivarlos.
No sabía cuánto tiempo había pasado, quizá minutos, quizá horas esquivando a aquellos hombres presa de sus hormonas. Pero entonces la vio. Una gran puerta de acero sobre la que se encontraba escrita la palabra “SALIDA”. No podía ser más obvia. Quizá fuese una trampa. Pero no tenía más opciones.
Así que miró a un lado y a otro. Tampoco notaba el calor en su sexo que le indicaba que había nadie cerca. Se acercó a la puerta y trató de abrirla… pero no cedió. La golpeó, presa de la desesperación. Se dio cuenta entonces de que tenía cerradura. Debía estar atrancada. Pero se le acababa el tiempo. Empezaba a notar calor en su sexo. El ruido los atraía.
Siguió intentándolo desesperadamente, pero la puerta no cedió un ápice. Y entonces una mano poderosa la tomó del hombro y la apartó de la puerta. Allí estaban, tres de ellos, con las pollas en ristre y una mirada hambrienta clavada en ella. Su coño ardía por la proximidad. Cayó de rodillas y le pusieron la polla delante de la cara.
_ No…_ se atrevió a decir.
Pero no pudo decir mucho más, porque el hombre aprovechó que abriese la boca para llenársela. Emma se rindió, claudicó. Después de todo, aquello no era real. En el mundo real, era un consolador el que estaba penetrando su boca. Eran consoladores los que masturbaba con sus manos.
Así que se dejó llevar por las sensaciones de su cuerpo. El hombre le aferró la cabeza con tanta fuerza que le deshizo el moño y la cortina de pelo cayó hacia atrás. Los tres hombres continuaron jugando con ella un rato más antes de darle un empujón y frotarse sus respectivas pollas. El coño de Emma ardía como nunca lo había hecho. Se incorporó y cerró los ojos, dejando que una por una, líneas de esperma bañasen su cara.
Esa imagen rápidamente reactivó a sus captores, que volvieron a tomarla del pelo y la arrastraron por el laberinto hasta una sala en la que había una silla. Uno de ellos se sentó y Tomó a Emma, obligándola a sentarse sobre su polla. Entro con una facilidad pasmosa, porque Emma estaba terriblemente húmeda.
Abrió la boca para lanzar un gemido y fue rápidamente rellenada. Emma ya estaba tan entregada que ni tan siquiera se paró a preguntarse si le dolería la penetración anal que el tercer integrante estaba empezando a hacerle sin la más mínima lubricación. Por suerte para ella, en el mundo real el consolador de acero que empezaba a entrar en ella, sí que estaba lubricado, así que la sensación no fue particularmente desagradable.
Emma se olvidó del tiempo, perdió la noción por completo mientras aquellos tres filos de carne la tiranizaban y abusaban de ella.
Seguía chupando, mamando desesperada, botando sobre la silla, mientras era enculada con cada vez más rudeza hasta dejar a los tres hombres satisfechos, provocando que esperma manase de su boca, de su culo y de su coño.
_ Espero que te hayas divertido, Emma…_ La voz de aquel hombre malvado la devolvió a la realidad._ Te has quedado sin tiempo. Tu mente es mía esta noche.
_ ¡No! Espera.
Emma notó como una descarga atravesaba su cerebro y apagaba su cabeza. Evanna daba saltitos mientras miraba a su amiga babear y chorrear por todos sus agujeros. Llegaba su parte favorita, cuando su señor la iba a reprogramar.
_ Veamos… veamos._ El hombre miraba una libreta._ ¿Qué quería nuestro cliente exactamente?